El debate inflación e
ingresos de los trabajadores, incluyendo la discusión sobre el Impuesto a las
Ganancias sobre salarios medios y altos, en un escenario de fragmentación en cinco
de la representación confederal de los trabajadores, exige un marco de cifras
para ordenarlo. Desde 2007 el aumento de precios se ha estacionado en un umbral
alto, sin espiralizarse pese al deseo de avivar ese fuego por los pirómanos
conocidos. La inflación es uno de los principales problemas de la economía pero
hoy no está impulsada por los motores tradicionales que ofrece como explicación
la ortodoxia, obsesionada con el gasto público y la emisión monetaria. Además
de factores vinculados al sector externo e imperfecciones en los mercados de
oferta (oligopolios), en estos años se está desarrollando una fabulosa puja
distributiva entre el capital y el trabajo, que se expresa en aumentos de
precios y de salarios. El aspecto notable de esa tensión en perspectiva
histórica es que los trabajadores no son los perdedores porque los salarios no
retrocedieron en términos reales. La particularidad de ese proceso es que esa
mejora se concretó al mismo tiempo que aumentaron las utilidades de las
empresas. Esta aparente contradicción se salda cuando se observa la fuerte alza
que registró la productividad laboral, que implica la apropiación del capital
de una parte proporcionalmente mayor del incremento de la riqueza global de la
economía. La complejidad de esa dinámica de ingresos, con sus respectivos
agentes económicos involucrados, exige eludir rústicos análisis que sólo sirven
para cautivar plateas inocentes pero no para interpretar la intensa pelea que
se está dando por el reparto del ingreso y sobre quienes se pretende hacer
recaer los costos de una crisis global con desenlace desconocido. Por lo
pronto, en rasgos generales, los trabajadores, por la organización gremial y
por gestión de gobierno, no la están pagando. Esto explica la incomodidad del
mundo empresario que bien saben reflejar sus medios afines y expresar sin pudor
hombres de negocios dedicados a comercializar información económica.
El proceso de
recuperación del ingreso de los trabajadores luego de la fabulosa transferencia
hacia el capital que significó la megadevaluación de la salida de la
convertibilidad comenzó con aumentos de sumas fijas no remunerativas dispuestas
por decreto. Luego ese monto pasó a integrarse al salario, para empezar una
persistente y creciente negociación paritaria, la más larga en cantidad de años
desde que se constituyó esa institucionalidad en el mundo laboral. Este proceso
permitió una mejora salarial en términos reales, sendero que se complicó cuando
comenzó a poner en cuestionamiento la tasa de ganancia empresaria. La reacción
fue ajustar precios, independientemente de que la productividad laboral haya
crecido por encima del costo laboral.
El último informe de
coyuntura del centro de estudios y formación de la CTA-Yasky precisa que
durante la posconvertibilidad la productividad creció continuamente. Señala que
si bien el costo laboral también se incrementó en el período, lo hizo a una
tasa menor, de manera que el costo laboral unitario se redujo, incrementando la
rentabilidad empresaria. Define que “entre 2009 y 2011 la tasa de crecimiento
de la productividad se aceleró en relación a años anteriores alcanzando en 2011
un valor 31,6 por ciento superior al del final de la convertibilidad”.
Este resultado permite
entender las importantes ganancias acumuladas por las empresas en estos años, a
la vez la dinámica que adquirió la negociación colectiva con alzas salariales
por encima de la inflación. El promedio simple de la variación anual de los
salarios de convenio de todas las paritarias fue 26,4 por ciento en 2008, 21,0
por ciento en 2009, 26,0 por ciento en 2010, y 32,0 por ciento en 2011.
El aumento del año
pasado fue uno de los más importantes porque se ubicó varios puntos por encima
de cualquier índice de precios difundido. En el cuadro que acompaña esta nota
se observa en detalle los aumentos de esos años en cada uno de los principales
sectores de la economía. Esa recomposición no significa que aún no persistan en
el mercado laboral las consecuencias de la heterogeneidad salarial y de la
informalidad, la aún débil organización en los lugares de trabajo y la demorada
renovación de liderazgos gremiales.
La recomposición de las
organizaciones gremiales ha sido un proceso que comenzó con la salida
traumática de la convertibilidad. La suba de los salarios, la reapertura de las
negociaciones paritarias y la creación de una importante cantidad de puestos,
en el marco de un crecimiento sostenido, constituyeron elementos que implicaron
una mejora de la situación de los trabajadores y el fortalecimiento sindical.
Los investigadores Héctor Palomino y David Trajtemberg indican en “Negociación
colectiva y recuperación económica en Argentina”, publicado en Macroeconomía,
empleo e ingresos, libro de la OIT y el Ministerio de Trabajo, que el
fortalecimiento sindical “provino del crecimiento conjunto de su influencia,
del número de afiliados y de sus recursos económicos, tendencias que contrastan
con el declive que padecieron en esos tres planos durante los años noventa”.
La consecuencia fue el
aumento de las negociaciones colectivas y los trabajadores comprendidos en las
paritarias, estén o no sindicalizados. La evolución fue un alza constante sin
detenerse en 2009, cuando la crisis internacional impactó en la economía
doméstica, ni ahora, cuando también se registra una desaceleración de la actividad
económica (ver aparte). Palomino y Trajtemberg afirman que el incremento en la
frecuencia de la negociación colectiva confirma, en el plano institucional, una
fuerte articulación con la dinámica socioeconómica “al comportarse como
instrumento para impulsar el incremento de los salarios”. El recorrido que han
tenido los convenios y acuerdos homologados en el sector privado fue destacado,
como se puede observar.
Año
|
Cantidad
de negociaciones
|
Personal
comprendido
|
2004
|
348
|
1.222.000
|
2005
|
568
|
2.117.000
|
2006
|
930
|
3.500.000
|
2007
|
1027
|
3.938.000
|
2008
|
1231
|
3.992.000
|
2009
|
1331
|
4.001.388
|
2010
|
2038
|
4.220.161
|
2011
|
1864
|
4.235.000
|
Fuente: Ministerio de Trabajo,
Empleo y Seguridad Social.
La cantidad de
trabajadores cubiertos por convenios siempre es mayor porque incluye también a
quienes no renovaron acuerdo en el año.
La presidenta Cristina
Fernández de Kirchner afirmó en su discurso en Tucumán por el Día de la
Independencia que el país tiene el mejor salario de la región. El portal de
Internet Chequeado, que se dedica a evaluar sentencias de los políticos, juzgó
que es “cierto tanto con el mínimo como con el salario promedio, si se mide por
el poder adquisitivo, es decir lo que se puede comprar con esa suma de dinero
en cada país”. Consultado Pablo Glüzmann, investigador del Centro de Estudios
Distributivos, Laborales y Sociales, señaló que “si se considera el salario por
hora en paridad de poder adquisitivo, Argentina y Costa Rica son los países con
mayores salarios”. También le preguntaron a Víctor Beker, director del Centro
de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, sobre el
salario mínimo. En un informe de ese investigador se indica que en Argentina el
salario mínimo tiene el mayor poder adquisitivo de la región, al ser un 16 por
ciento superior al piso salarial paraguayo, que se ubica en el segundo puesto,
y 3,2 veces mayor a la remuneración mínima boliviana, la cual ocupa la última
posición en la tabla”.
Fuente: Página/12
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