El organismo
interviene cada vez más activamente en el desarrollo productivo, según indicó
su titular. Marcelo Míguez describe, en este reportaje, el aporte del Senasa
para la conquista de nuevos mercados, como el de China para el maíz.
Marcelo Míguez es el
actual presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(Senasa). Anteriormente fue decano de la Facultad de Veterinarias (UBA). En un
reportaje con Página/12 adelanta algunos de los acuerdos sanitarios que se
están trabajando con China, y destaca el rol del organismo para potenciar la
agricultura familiar y las escuelas agrotécnicas en el marco del Plan
Estratégico Agroalimentario.
–Argentina
logró incorporar recientemente la producción de maíz en China. ¿Qué
adaptaciones tuvieron que realizarse desde el punto de vista sanitario?
–Básicamente ellos
exigían determinada pureza del producto y nosotros sólo tuvimos que demostrar
cómo era el proceso productivo de este grano y los estándares de calidad que ya
aplicábamos. Puntualmente ellos tienen un problema con los transgénicos, por
eso en los acuerdos no se hizo ninguna mención a los alimentos modificados
genéticamente. Además, en la última visita de los funcionarios chinos a la
Argentina pudimos avanzar en las negociaciones para introducir arándanos,
cítricos, equinos. También abordamos experiencias de inseminación artificial y
un campo experimental para la producción lechera. Y hay conversaciones para
elaborar la vacuna contra la aftosa entre una empresa local (Biogénesis Bagó) y
otra china.
–¿Cuáles
son los aportes que hará el Senasa al Plan Estratégico Agroalimentario?
–Vamos a estar detrás de
todas las resoluciones fitosanitarias que deban elaborarse para potenciar las
distintas producciones incluidas en el PEA. Muchas veces uno corre el riesgo de
sacar una normativa que perjudica la producción, por eso debemos ser muy cuidadosos
en este aspecto. Vamos a poner la lupa en la agricultura familiar y en las
escuelas agropecuarias. No es la misma normativa para un gran frigorífico que
exporta que una pequeña producción para una comunidad determinada. Todavía no
tenemos una normativa específica para los agricultores familiares.
–¿Y
en relación con las escuelas agrotécnicas?
–Tenemos que pensar a
las escuelas como articuladoras de las comunidades que habitan en su zona de
influencia, para ver qué tipo de producción se necesita. Muchos de los que
asisten a estos establecimientos son hijos de productores o ellos mismos lo
son. Estas escuelas son un lugar de formación y difusión de las nuevas técnicas
productivas y sanitarias. En este sentido, muchas de las normas que sacamos
desde el Senasa tienen que ver con la necesidad de una formación permanente.
–¿El
campo académico está preparado para aportar su conocimiento a la soberanía
alimentaria o hay mucha injerencia de sectores privados que imponen la
prioridad del mercado?
–Creo que estamos en un
momento de cambio. La formación de un profesional para que pueda incidir en la
calidad de vida de la población y contribuir a la soberanía alimentaria forma
parte de un cambio que en algunos sectores ya comenzó. En última instancia, en
el Senasa hay profesionales que en su mayoría salieron de universidades
públicas con plena conciencia de sus responsabilidades, que defienden la
calidad y la inocuidad de los alimentos que consumimos y exportamos. Lo que sí
creo es que debemos tener una mirada más federal, identificar el tipo de
profesional que requiere cada región, en función de las producciones de ese
territorio. Esto nos permitirá alcanzar una lógica productiva a nivel nacional
y reorientar lo que haga falta. Este sería el verdadero cambio de paradigma.
Estamos elaborando un programa para ofrecer a los investigadores la posibilidad
de aplicar sus desarrollos en temas concretos del Senasa, por ejemplo proyectos
para la erradicación de una determinada enfermedad. Nosotros aportaremos el
financiamiento.
–¿Por
qué en las últimas semanas desplazaron a varios directores del organismo?
–Armamos un equipo con
un perfil más ligado a la política nacional, porque los tiempos de respuesta
ante las necesidades del organismo debían ser otros. Una demora técnica puede
significar la pérdida de un mercado. Ahora estamos en el proceso de selección
de los directores regionales (unidad que depende de la presidencia del
organismo) y continuamos con un proceso de concursos.
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