domingo, 29 de septiembre de 2013

Desarrollo humano



 
Por Alfredo Zaiat

El debate económico sobre indicadores estadísticos de precios, los números del Presupuesto o la magnitud del crecimiento económico han ingresado en el terreno gaseoso de la categoría “mentira” o “verdad”. Transitar por esa línea orienta a un análisis con cierta tendencia a lo rústico. En ese fango, el emisor de la sentencia recibirá aprobación de acuerdo a la idea preconcebida o a la preferencia política de apoyo o rechazo al gobierno nacional del interlocutor ocasional. Esta dinámica de la evaluación de variables económicas pasó a formar parte de la disputa política electoral y de la construcción del sentido común para la interpretación sobre lo acontecido durante el kirchnerismo.
Este desvío se originó en la deficiente intervención oficial para instrumentar una necesaria reforma en la organización del Instituto Nacional de Estadística y Censos, como también una imprescindible actualización de índices claves, entre los que sobresalen precios al consumidor, línea de pobreza o distribución funcional del ingreso. La notable carencia informativa del Indec en la tarea de divulgación sobre los cambios realizados en un territorio hostil ha derivado en que especialistas en estrujar datos para presentar escenarios de zozobra, con el objetivo de domesticar a la población para que acepte el ajuste con pérdidas de derechos laborales y sociales, alcancen legitimidad en la exposición de sus propios números, también conocidos como “dibujos” en la jerga que utilizan para hablar de estadísticas oficiales.
Así, el FMI, cuyas proyecciones macroeconómicas, estudios técnicos sobre impacto de medidas de ajuste fiscal y los resultados por recetas impuestas a países vulnerables fueron y son un fiasco, se ha convertido en juez sobre la calidad de las estadísticas oficiales. Lo mismo que las calificadores de riesgo internacional (Standard & Poor’s, Moo-dy’s y Fitch) con varios antecedentes recientes de fraude con sus notas a países y compañías. Ese lugar de privilegio también pasó a ser ocupado por los hombres de negocios dedicados a la comercialización de información económica. Paladines indiscutidos en el libre juego de la búsqueda de profecías autocumplidas y en la elaboración de pronósticos fallidos. Ellos encontraron refugio al desprestigio provocado por sus desaciertos en la muletilla “el dibujo del Indec”. Las cifras que difunden cada mes sobre el recorrido de los precios, sin precisar metodología ni alcance de la muestra ni lugares de captura de datos, han logrado aceptación social con el indisimulado apoyo de grandes medios y grupos de oposición pese a la fragilidad técnica de esos indicadores.
Conociendo antecedentes lejanos y recientes de esos protagonistas, se requiere de una férrea voluntad militante para dar crédito a las cifras que ofrecen. Es legítima las dudas sobre el Indec, pero avalar la de esas usinas es un acto de fe mística.
En ese escenario resbaladizo de las estadísticas se está desarrollando una disputa política acerca de los resultados económicos y sociales del ciclo kirchnerista, con el objetivo de proyectarse sobre la lectura histórica de este período político. La línea argumental por derecha e izquierda es explícita: no bajó la pobreza ni la indigencia, no hubo tanto crecimiento económico, las jubilaciones no avanzaron, las condiciones sociales y laborales no mejoraron, no ha habido industrialización y tampoco desendeudamiento. El destino de esta interpretación se dirimirá, por un lado, en el espacio político, y por otro, en el devenir histórico. Mientras, para aquellos que tienen la ambición de comprender más que de pontificar, existe abundante información local e internacional, diversas investigaciones cuantitativas y cualitativas privadas y públicas, nacionales y del exterior, para abordar esas cuestiones eludiendo ordinarias evaluaciones.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha publicado la investigación “Argentina en un mundo incierto: asegurar el desarrollo humano en el siglo XXI” como parte del informe nacional sobre desarrollo humano 2013 de la ONU. Martín Santiago Herrera, representante residente del PNUD, explica en el prólogo que ese documento “es el resultado de un proceso de reflexión, discusión e investigación” y “brinda un panorama de la evolución del desarrollo humano en Argentina, de las tendencias globales que condicionarán su futuro, y de las opciones estratégicas para aprovechar sus oportunidades y mitigar sus riesgos e incertidumbre”.
El informe destaca que, entre 2003 y 2011, “se produjo una suave convergencia hacia niveles más altos de desarrollo humano y una disminución de su desigualdad, motorizada principalmente por mejoras en el nivel y la distribución del ingreso”. Esta conclusión no inhibió para advertir que “estos logros invitan a redoblar esfuerzos para que el país alcance un desarrollo humano congruente con su potencial de recursos, y un grado de igualdad acorde con su historia social, objetivos aún distantes”.
El análisis económico convencional considera que el crecimiento del ingreso per cápita es el objetivo principal de los gobiernos y que es una medición del desarrollo de los países. El PNUD, basado en el enfoque propuesto por el premio Nobel de Economía Amartya Sen, adoptó la idea que el bienestar de las personas es más que su nivel de ingresos, incluyendo como parte del desarrollo humano otros aspectos: tener una buena nutrición (alimentos) y servicios médicos (salud) que permitan gozar de una vida larga y saludable; una mejor educación que posibilite más conocimientos; buenas condiciones de trabajo y tiempo de descanso gratificante; protección contra la violencia; y un sentimiento de participación en la comunidad de pertenencia. “Todas esas dimensiones hacen al desarrollo humano”, explica el documento, para presentar un indicador que trata de reflejarlo: el Indice de Desarrollo Humano (IDH). Este considera tres dimensiones básicas: salud, educación e ingresos.
“La trayectoria del desarrollo humano en Argentina fue ascendente en las últimas tres décadas a pesar de los avatares económicos, sociales y políticos que experimentó el país”, destaca el informe, para precisar que el desempeño se mantuvo siempre por encima del promedio mundial y el de América latina y el Caribe, y por debajo del promedio de la OCDE. La brecha con los países más desarrollados fue disminuyendo, “especialmente luego de 2003”.
El anexo estadístico detalla la evolución del IDH y de sus tres componentes (la escala 1 es el máximo desarrollo humano, y 0 el peor):
1996: 0,785
2001: 0,798
2011: 0,848
El documento del PNUD avanza sobre el concepto del IDH puesto que considera que ese análisis “nada dice sobre la igualdad en la distribución del ingreso”. Entonces, para tener una aproximación cuantitativa del impacto de la desigualdad en el desarrollo humano, elaboraron el Indice de Desarrollo Humano ajustado por Desigualdad (IDHD). Este permite calcular la pérdida en desarrollo humano debida a la distribución desigual entre las tres dimensiones (salud, educación e ingreso) y dentro de cada una de ellas. En ese análisis que profundiza la dimensión de las transformaciones económicas y sociales en estos años se observa una mejora sustancial en la primera década del nuevo siglo: el retroceso en el desarrollo humano debido a la desigualdad de ingresos era de 4,9 por ciento en 2001, baja a 4,3 por ciento en 2006 y al 3,4 por ciento en 2011. Esto significa que las mejoras en el reparto de la riqueza en este período han logrado avances en el bienestar de la población en salud, educación e ingresos (en el desarrollo humano).
“Argentina se caracterizó durante gran parte del siglo XX por ser la sociedad más igualitaria de América latina, con sistemas de salud y educación y niveles de ingresos y seguridad social que facilitaban la movilidad social ascendente”, recuerda el informe del PNUD. Señala que eso comenzó a revertirse en el último cuarto del siglo XX, “especialmente como efecto de una sucesión de experimentos macroeconómicos de consecuencias catastróficas”. Para concluir que aún se está lejos de recuperar aquellos niveles de igualdad y aquella movilidad social, pero “esto podría cambiar si la tendencia de la última década se mantiene y profundiza”.
Fuente: Página/2

jueves, 26 de septiembre de 2013

Cambio de hábito:COMO SE VAN MODIFICANDO LAS COSTUMBRES DE LOS USUARIOS EN INTERNET





Donde las industrias culturales veían una amenaza en la web, ahora encuentran una oportunidad de negocios: ya hay sitios que cobran por lo que antes ofrecían gratis. Lo masivo y los nuevos públicos. Los casos emblemáticos de Cuevana y Taringa!

Por Soledad Vallejos
De la pantalla con barras verticales de colores (y el pitido agudo) se acuerdan pocos, y cada vez van a acordarse menos. Escaparle a la señal de ajuste de un canal (a cualquiera, cuando la tiene) hoy es tan fácil que pocos televidentes deben conocer la sensación de encender el televisor y no encontrar nada. Como mucho, se puede no encontrar un programa para ver en medio del mar de propuestas. Pero vacía, lo que se dice una pantalla vacía, al menos en centros urbanos con acceso a Internet, es casi una misión imposible. Ahí estamos y a eso vamos, todavía un poco más: a la oferta permanente, inagotable, en cualquier horario. Pero no con el régimen de las señales de cable donde las que priman son las voluntades de desconocidos a cargo de la programación. Ahora, y en el futuro que es ya, la decisión es del que ve, pero de cabo a rabo: ¿qué serie elige para darle play?, ¿verá todos los capítulos de una temporada de corrido?, ¿podría incluso ir un poco más allá? Sí, claro: de a poquito, con ese disimulo de las cosas que cambian apenitas –pero cambian– todos los días, esas posibilidades acumuladas terminan por modificar costumbres cotidianas con la eficacia de la gota horarando la piedra. Y la verdad sea dicha: es culpa de Internet.

Costumbres argentinas (nuevas)

Hubo un tiempo en que era un secreto compartido. Primero, por desarrolladores de software y alrededores. Después, por sus allegados. Finalmente, por internautas y avezados; de ahí, al más allá, al público amplio de Internet, al menos local. Un poco así había circulado Cuevana, el sitio web donde alcanzaba con elegir una película o una serie y darle click para verla con subtítulos y todo. A veces podía resultar un poco más complicado porque el video se trababa, o el subtítulo no andaba o había demasiados usuarios conectados y el sitio se volvía lento. Tenía sus inconvenientes pero era gratuito y podía usarlo cualquiera. Sin embargo, cuanto más popular se volvía este modo de acceder a contenidos audiovisuales, la industria reaccionó: en 2011, demandas judiciales de canales de televisión y productoras poderosas complicaron su funcionamiento. Poco después, cayó una denuncia penal contra Taringa!, una web cuyos usuarios compartían links y contenidos sin fijarse demasiado en los detalles de la ley de propiedad intelectual. La incidencia judicial también tuvo impacto directo sobre esa web, y más particularmente sobre la efervescencia que desde el principio la había hecho crecer de forma descontrolada, exponencial y con interacciones imprevisibles entre los usuarios (ninguna pregunta sin respuesta, ningún pedido sin satisfacción y así).
Pasó el tiempo. En términos de Internet, dos años es un siglo. Hoy, aunque la empresa que aglutina más usuarios tiene por política no dar números, se sospecha que no es pequeño el número de suscriptores a un servicio que ofrece algo muy parecido a lo de Cuevana pero pago. Vale decir, alcanzaron dos años, o un poco menos, para modificar una costumbre que parecía intocable en el público argentino: pasar del acceso completamente gratuito a uno pago.
Matías Botbol, propietario de Taringa! junto con su hermano Hernán, dice que el cambio es y no es sorprendente a la vez. Por un lado, dice que no podría explicarse sin algo tan naturalizado que cuesta reconocer: la integración absoluta de Internet en la vida cotidiana. “Ahora Internet es como la luz”, dice Botbol. “Los usos de Internet ahora son diferentes. Hay más gente conectada, podés acceder desde el teléfono, hacer trámites, consultar cosas. Hay muchos más usos que antes. Y mucha gente lo está usando en la vida cotidiana. No es algo ajeno o por un rato y nada más. Internet está presente y es natural”, agrega.
Para Botbol, la penetración de Internet incorporó públicos, más que especializarlos: no es necesario saber de programación o tener conocimientos avanzados de computación para operar con el Banco en una web, hacer alguna compra online o participar de las redes sociales. Esa sencillez creciente del funcionamiento incorpora públicos más cercanos a lo masivo. Eso y los conflictos legales entre las industrias tradicionales de contenidos (discográficas, editoriales, productoras cinematográficas) y lo que Botbol llama “industria de Internet”, terminan por generar los cambios de ofertas y con ellos, de costumbres.
“Durante un tiempo, la industria de las películas, de la música, de los libros, vieron a Internet como una amenaza. Y reaccionaban contra eso, tratando de que nada tocara el viejo modelo de negocios. Pero con el tiempo empezó a quedar claro que hay nuevas necesidades de los usuarios: porque hay dispositivos, Internet accesible y otro contexto, el usuario quiere acceder a lo digital”, dice Botbol. Como sea, la clave es un cambio de actitud: “donde se veía una amenaza, ahora se ve una oportunidad”. Y entonces nace la idea de servicio en Internet, que no excluye a nadie y no es privativo, porque, cree Botbol, “el que descargaba de Torrent o Pirate Bay lo sigue haciendo si quiere, pero gente que no se daba maña o algo por el estilo puede acceder a cosas que antes no buscaba”. Antes, insiste, “no tenías otra opción”. El especialista es lapidario: importa menos la costumbre de acceder a lo gratuito que la posibilidad de esforzarse un poco menos y tener satisfacción inmediata a las ganas irreprimibles de ver ya, de un saque, la temporada de seis capítulos de una serie. “Cuando la industria lo ofrece, el usuario lo usa”, dice Botbol. Ahí es donde se encuentran los nuevos mercados y el cambio de costumbres.

El fin de la hora exacta

Cuevana dejó una suerte de legado. Por un lado, el propio Tomás Escobar, cerebro detrás de esa plataforma, dice que haberla ideado y hecho funcionar fue el mejor curriculm vitae posible. Ahora, convertido en emprendedor respetado y reconocido, pasa las horas dedicado a un nuevo emprendimiento (Acamica, una suerte de casa de estudios especializados en computación virtual y muy vinculado a la industria de Internet) que resultó elegido por Telefónica para participar de Wayra, la incubadora de proyectos web (ver aparte). Cuevana le significó cierto mal trago, pero “forma parte de lo que hice y hago, aunque no estoy limitado por eso”, explica. Por el contrario, fue la mejor manera de abrirse la puerta: “Recién tuve validez cuando los usuarios de Cuevana me reconocieron; reconocieron que el sitio era importante, trascendente. De repente, toda la escena de emprendedores y demás me reconoció”, dice. Eso todavía dura.
Desde el otro lado del teléfono, entre aviones y eventos corporativos, Kari Pérez, senior manager en Comunicación Corporativa de Netflix, el sitio más popular de oferta online de series y películas a cambio de un abono mensual, cree que Cuevana educó al usuario. “Sitios como Cuevana ayudaron al proceso de adopción de Internet como un medio para consumo de productos audiovisuales”, dice Pérez, que es vocera en español y para la región de una firma nacida en Estados Unidos y con alcance global. Las características de la empresa le dan una gran ventaja: poder apreciar la dinámica con que estas costumbres cotidianas, y más bien del ámbito privado, se van transformando. El consumo online, sin necesidad de depender de horarios y sin la restricción de, por ejemplo, un capítulo semanal, es algo global, dice. “Es tendencia en Argentina pero también en el resto del mundo. Y es natural, porque la gente quiere tener disponible su programa en el momento que tiene ganas de verlo. Nosotras que trabajamos, llegamos a la casa y no queremos estar dándole con el control remoto a los 200, 400 canales de siempre para terminar diciendo que no hay nada. Ante esa realidad, se fue creando una necesidad de poner a disposición del consumidor un contenido que valoren”, reflexiona.
En algún sentido, en sitios como Netflix el secreto perece a manos de la oferta misma. Por ejemplo: las series que se eligieron para ver, la frecuencia con que se entra en el sitio, las películas que se indicaron como de interés y datos de género y edad, suman para que la plataforma trace un perfil del usuario. “El sistema nos arroja patrones de consumo, y con eso sabemos qué capítulos gustan más a qué audiencias. Ahora estamos enfocados en estudiar las tendencias de contenido en Latinoamérica, tenemos un equipo dedicándose a eso.”
–¿Por qué necesitan elaborar esos perfiles para el funcionamiento de la empresa?
–Porque en base a eso tomamos decisiones de compra. Ahora tenemos tres veces más contenido que cuando lanzamos la web en la región, hace un par de años.
Hace sólo unos días, trascendió que para orientar esas decisiones de compra, Netflix hace, también, algo muy particular: observa qué contenidos circulan más por sitios de descargas no necesariamente legales. Kerry Merryman, vicepresidente de la división de compra de contenidos, dijo, literalmente: “en la compra de series, nos fijamos en lo que va bien en los sitios de piratería”. Ese estudio de mercado es el que después puede abrir las puertas a un público más amplio en la web, con lo cual la desventaja de la reproducción no paga termina, en el mediano plazo, convirtiéndose en una suerte de muestra gratis. La industria, más que morderse la cola, aprendió a volver virtuoso ese espacio que se le antojaba demoníaco.

Fuente: Página/12

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El “bebe” Cooke y la lucha por la liberación nacional. Apuntes sobre la lucha revolucionaria en el peronismo.








19-9-2013
Por Juan Godoy*

            Hoy, 19 de septiembre se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de uno de los más importantes militantes del peronismo revolucionario (en 1968), a saber: John William Cooke. Solo tenía 47 años. El 16 de septiembre, pero 13 años antes (en 1955) se produce el golpe de estado que deja inconclusa la Revolución Peronista. Dos meses antes, en junio, los aviones con la consigna “Cristo Vence” descargaban el odio oligárquico sobre el pueblo argentino. Ese día, John William Cooke; que había sido joven diputado (contaba 26 años) del bloque peronista en el primer periodo presidencial de Perón, desde donde había defendido la política nacional desarrollada por Perón, como las diferentes nacionalizaciones, la Reforma Constitucional del ’49 (criticando la liberal del ’53), la expropiación del diario “La Prensa”, y demás conquistas económicas, sociales, políticas y culturales, sin dejar de criticar los proyectos que pensaba no iban en esa línea como con las Actas de Chapultepec (expresión del panamericanismo), o más tarde (sin ser diputado) los acuerdos petroleros con la California; se parapeta detrás de un monumento y descarga varios cargadores sobre la canalla oligárquica[1]. Salvador Ferla afirma que el 17 de octubre de 1945, se relaciona con el golpe del ’55, y los fusilamientos de junio del ‘56, “esa misma noche del 17 se la tiene jurada al pueblo. Esa misma noche la oligarquía empezará a soñar con la hora de la impunidad para la venganza”[2].
            Cooke, cuyo padre (de filiación radical) había sido Ministro de Relaciones exteriores entre 1945 y 1946, una vez producido el golpe, será el primero en establecer contacto con Perón, y en colocarse en la “trinchera” para dar comienzo a la Resistencia Peronista. La osadía le costará la cárcel, la tortura, simulacros de fusilamiento toda una noche por parte de los “comandos civiles” luego del levantamiento de Valle y Tanco, el frío duro del tétrico penal de Ushuaia (reabierto por “los democráticos libertadores”), el exilio (luego de una espectacular fuga del Penal de Río Gallegos hacia Chile), y como contrapartida ser designado delegado, y heredero del General Perón. Cooke se interesó largamente por la formación de cuadros, así dejó varios escritos, cartas, artículos en periódicos, etc. Nos interesa resaltar aquí, algunas consideraciones de “El Bebe” acerca de la cuestión nacional y de la lucha revolucionaria en nuestro país.
            En 1959, dicta una conferencia en una Congreso en donde aborda la cuestión de la liberación nacional (la misma es editada bajo el nombre “la lucha por la liberación nacional”[3]). Sostiene allí que las rebeldías individuales de la resistencia deben canalizarse en una coordinación que permita encauzarlas hacia un proceso de liberación nacional. Este proceso de liberación solo puede darse dentro del peronismo (aunque no es exclusivamente éste el que lo tiene que llevar a cabo). Es necesaria una gran movilización y organización profunda de las masas populares. Afirma Cooke aquí algo que es central para nosotros, el planteo para la lucha debe partir del conocimiento de nuestra realidad como una semi-colonia, que a su vez es parte de un Continente (latinoamericano) que también es semi-colonial. El enfrentamiento principal entonces no es democracia vs. autoritarismo, o bien izquierda vs. derecha, sino más bien el dilema es Nación-Pueblo vs. la unidad oligárquico-imperialista.
            A partir de este reconocimiento de nuestra condición semi-colonial, donde somos independiente y plenamente soberanos “en los papeles”, pero que la situación real dista de ser de plena soberanía por la dependencia e injerencia del imperialismo en el país, es que Cooke sostiene que la lucha por la liberación nacional en la Argentina, debe ser anti-imperialista. Nos dice que hubo una generación (la del 900) donde está Manuel Ugarte que se basó en un anti-imperialismo romántico, y luego se pasó a un anti-imperialismo parcial, inorgánico, y sentimental de Yrigoyen (un nacionalismo defensivo que no propugnaba la industrialización), para que más tarde, con el peronismo se pasara por primera vez a un anti-imperialismo práctico, formado por un coherente apoyo de las masas trabajadoras. Establece Cooke en el “Informe a las bases”: “la verdad es que esa antinomia “peronismo-antiperonismo” es la forma concreta en que se da la lucha de clases en este periodo de nuestro devenir”[4]
De esta forma, la cuestión social y la cuestión nacional aparecen indisolublemente unidas. Una no se puede resolver sin la otra. Afirma Cooke, unos meses más tarde de haber defendido la revolución cubana, con las armas en la mano, de la invasión yanqui: “la liberación nacional y la revolución social son un todo indivisible, porque la lucha emancipatoria es tarea de las masas e importa liquidar las instituciones de privilegio para sustituirlas por las de una sociedad sin verdugos ni sacrificados”[5].
            De ahí también que Cooke nos hable de la necesidad de integrar la teoría con la práctica. Estos polos están intrínsecamente unidos en la lucha revolucionaria. Disociados sería un exceso, ya sea de teoría o de práctica. Dice Cooke, luego del retorno fallido del General Perón bajo el gobierno fraudulento de Illia, “la teoría es necesaria (…) los burócratas creen que la política es puro pragmatismo, y como ellos son los empíricos por excelencia, también se creen los más altos políticos; la teoría es extraña o exótica, como dicen repitiendo las consignas oligárquicas. No ven que la acción y la práctica no son categorías independientes sino partes indivisibles de la lucha revolucionaria. No ven que la acción es conocimiento revolucionario que se sustenta a sí mismo, separado de la acción. La lucha revolucionaria es acción enriquecida por el conocimiento; compenetración de la realidad”[6]. La indigencia teórica, piensa Cooke, trae errores estratégicos.
            El “bebe” arremete contra la burocracia, contra los aduladores y aplaudidores. Ortega Peña y Duhalde argumentan al respecto que no es la burocracia para Cooke un conjunto de hombres más o menos ineficaces, es más bien en lo interno del movimiento una conducción sin política de fines, una conducción sin una política de poder[7]. La burocracia es la negación de lo revolucionario, es la incapacidad de comprender concebir o ejecutar una política revolucionaria, “no puede imaginar lo que es una política revolucionaria porque se maneja con los mismos valores y conceptos que la minoría contra la cual tiene que hacer la revolución”.[8] Profundiza la cuestión Cooke al no considerar burócrata meramente a un sujeto que ocupe un cargo ya sea político o sindical, e incluso se aleja de tesis puritanas que están en contra de utilizar las ventajas que puede otorgarle esos estatus, tampoco es la deshonestidad lo que condena (el burócrata puede o no ser deshonesto), así “lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o la influencia. Presupone, por lo pronto, actuar con los mismos valores que el adversario, es decir, con una visión reformista, superficial, antitética a la revolucionaria”[9].
            Algunos querrán a partir de estas críticas, y de otros escritos y acciones de Cooke ver a un personaje que propone la violencia armada como único método de lucha, pero bien anota Aritz Recalde a partir del análisis de las Correspondencia Perón-Cooke que “a Cooke muchas corrientes del pensamiento lo caratulan como intelectual izquierdista e inspirador de la militarización constante de la lucha política argentina (…) Por el contrario, creemos que Cooke era consciente de la necesidad de articular la lucha política y cultural de masas con la acción militar, para no caer en belicismos y en distanciamientos del pueblo”.[10]
            Cooke rechaza una invitación que le hicieran Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Ortega Peña, Hernández Arregui y Ricardo Carpani, entre otros a formar parte de el grupo CONDOR, que en sus bases se proclamaba marxista. El “bebe” declina la invitación considerando que la pública adhesión al marxismo hará que no tengan injerencia en las masas (quizás sí, como otros grupos, en el ámbito universitario). No obstante, su biógrafo, Norberto Galasso sostiene que la concepción de Cooke “está centrada, pues, en la construcción de un partido clasista –“peronismo obrero”, “peronismo revolucionario” o como quiera llamárselo- para erigirlo en conducción de un frente único anti-imperialista cuya lucha por la Liberación nacional apuntará hacia el socialismo”[11].
Para finalizar, sostenemos que “el bebe” Cooke apunta a la construcción de herramientas teórico-prácticas para la lucha por la liberación nacional, y lo hace desde y para los países semi-coloniales, oprimidos por el imperialismo. No buscará teorías exóticas, ni caminos extraños a la capacidad creativa de las masas argentinas (que afirma: son peronistas). No se perderá en “modas intelectuales”, busca transformar la realidad. Apunta a la conformación de una posición nacional que, en sus palabras, “es aquella capaz de plantear originalmente la revolución sin trasladar mecánicamente conclusiones que fueron válidas en otro cuadro histórico social; a nadie se le ocurre que tenga que ser una construcción hecha con elementos conceptuales surgidos como productos nativos. Lo que hace que una ideología sea foránea, extraña o exótica, antinacional, no es su origen sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades”[12].

           
           



*Sociólogo, Universidad de Buenos Aires (UBA)


[1] Galasso, Norberto. (2004). Cooke. De Perón al Che. Una biografía política. Buenos Aires: Nuevos Tiempos.
[2] Ferla, Salvador. (2007). Mártires y verdugos. La insurrección de valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente), página 23.
[3] Cooke, John William. (1959). La lucha por la liberación nacional. Reproducido en Cooke, John William. (2009a). Duhalde, E. L. (Comp.). Obras Completas. Peronismo y revolución. Apuntes para la militancia. La lucha por la liberación nacional/Informe a las bases. Tomo V. Buenos Aires: Colihue.
[4] Cooke, John William. Peronismo y revolución. El peronismo y el golpe de estado. Informe a las bases. Reproducido en ibídem, página 81.
[5] Cooke, John William. (1961). La campaña oligárquico-imperialista en la actualidad. La Habana, agosto de 1961. Reproducido en Cooke, John William. (2009b). Duhalde, E. L. (Comp.). Obras Completas. Artículos periodísticos, reportajes, cartas y documentos. Tomo III. Buenos Aires: Colihue, página 72.
[6] Cooke, John William. El retorno de Perón. Reproducido en Cooke, John William. (2009a). Duhalde, E. L. (Comp.). Op. Cit., página 197.
[7] Ortega Peña, Rodolfo y Duhalde, Eduardo Luis. Prólogo a la edición de 1973 (ed. Schapire) de Apuntes para la militancia. Reproducido en ibídem.
[8] Cooke, John William. Apuntes para la militancia. En Ibídem, página 259.
[9] Cooke, John William. Peronismo y revolución. El peronismo y el golpe de estado. Informe a las bases. Reproducido en ibídem, página 23.
[10] Recalde, Aritz. (2009). El pensamiento de John William Cooke en las cartas a Perón. 1956-1966. Buenos Aires: Nuevos Tiempos, página 109.
[11] Galasso, Norberto. (2004). Op. Cit., página 249.
[12] Cooke, John William. Peronismo y revolución. El peronismo y el golpe de estado. Informe a las bases. Reproducido en ibídem, página 155.

Bibliografía


Cooke, John William. (2009a). Duhalde, Eduardo Luis (Comp.). Obras Completas. Peronismo y revolución. Apuntes para la militancia. La lucha por la liberación nacional/Informe a las bases. Tomo V. Buenos Aires: Colihue.

Cooke, John William. (2009b). Duhalde, Eduardo Luis (Comp.). Obras Completas. Artículos periodísticos, reportajes, cartas y documentos. Tomo III. Buenos Aires: Colihue.
Ferla, Salvador. (2007). Mártires y verdugos. La insurrección de valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
Galasso, Norberto. (2004). Cooke. De Perón al Che. Una biografía política. Buenos Aires: Nuevos Tiempos.

Recalde, Aritz. (2009). El pensamiento de John William Cooke en las cartas a Perón. 1956-1966. Buenos Aires: Nuevos Tiempos

lunes, 23 de septiembre de 2013

La resistencia peronista y el movimiento obrero


 

 Un recorrido histórico por el estrecho vínculo entre el movimiento de los trabajadores y el peronismo, su significado para los derechos de los trabajadores y el rol histórico y político que ambos cumplieron en la transformación de la Argentina.

Analizar, en profundidad, la relación que hubo entre la resistencia peronista y el movimiento obrero llevaría mucho más que las posibilidades que da este pequeño artículo.

Sin embargo, en estas lineas trataremos de enunciar ciertas ideas fuerza y enlaces comunicativos, casi simbióticos en algunos pasajes de la historia, que ha tenido esto que se ha dado en llamar "La Resistencia" y los trabajadores organizados.

El peronismo impuso un movimiento policlasista con un alto contenido nacional, que entre 1945 y 1955 hizo las transformaciones más importantes que haya tenido la Argentina en el siglo XX en dirección de los intereses populares.

Las banderas de Justicia Social, Indepedencia Económica y Soberanía Política fueron enarboladas, no ya como discurso, sino en los hechos concretos.

Porque todo el proceso de sustitución de importaciones y, por ende, de industrialización intensiva que tuvo el país entre el ´45 y el ´55 eran claros ejemplos de Independencia Económica y de Soberanía Política; el avance social de los sectores populares y la sanción de innumerables leyes laborales una clara señal de Justicia Social.

También, y a pesar de las acusaciones de autoritarismo y contradictoriamente a ellas, fue el movimiento más democratizador que tuvo la Argentina.
"Los trabajadores habían comprendido desde un principio lo que iba a significar Perón y, posteriormente, el peronismo como eje central del movimiento nacional."

Hasta la llegada del peronsimo "los democrátacas vernáculos" entendían que la política era cosa de hombres y del establishment.
Con el movimiento nacional al comando del poder político los trabajadores ingresaron, no solo a la discusión política, sino a espacios de administración tanto ejecutiva como legislativa. La mujer no solo ocupó espacios, no ya de manera extraordinaria, sino en forma colectiva y accedió a poder elegir a sus representantes, cuestión elemental que hasta ese entonces tenía totalmente vedado.

El golpe de estado de 1955 intento tirar abajo este proceso político, trató de eliminarlo.

En síntesis, la mal llamada "Revolución Libertadora" fue una clara enemiga de los intereses populares que impulsó que el peronismo desapareciera de la faz de la tierra para extirparlo de la conciencia popular.

Sin embargo, esos diez años de gobierno nacional y popular con una cercanía impensada hacia los trabajadores y sectores más postergados de la sociedad argentina había dejado una marca indeleble en esa conciencia popular.

Los trabajadores habían comprendido desde un principio lo que iba a significar Perón y, posteriormente, el peronismo como eje central del movimiento nacional.

Allí anidaba el germen de lo que después se denominó "La Resistencia Peronista".

Quien escribe esta líneas entiende que para pensar La Resistencia no hay que situarse en 1955, sino en el 17 de octubre de 1945, allí los trabajadores salieron a la calle casi de manera espontánea con el objeto de lograr la libertad de una persona que ya avisoraban como "Su Lider".

Ese 17 octubre empezaron a confluir en la Plaza de Mayo, lenta pero paulatina e incesantemente, los trabajadores que desde sus puestos y establecimientos laborales marchaban al ágora peronista, transformándose en la Asamblea de Trabajadores más grande de la historia.

¿Cómo no calificar este hecho como el acto fundacional de la Resistencia Peronista? ¿Cómo no prever que, ante cualquier contratiempo que tuviera el movimiento nacional, esa resistencia se iba a hacer presente?

Y así fue, los trabajadores a partir de 1955 fueron el eje fundamental de la Resistencia, esa resistencia que primero fue un tanto anárquica, tal es así que una de las primeras manifestaciones de la misma se puede resumir en este verso muy popular por aquellos tiempos:

"Sí, sí señores soy peronista
Sí, si señores de corazón
Pongo el caño, enciendo la mecha,
Salgo corriendo y escucho la explosión"

Así fueron los comienzos de esa resistencia, casí inorgánica, como manifestación de bronca, con ganas que se visualice el descontento, pero sin dirección definida con la sola intención de manifestar que el peronismo no había muerto.

Con el correr del tiempo fueron los sindicatos, los trabajadores, los que tomaron la posta. A pesar que "La Fusiladora" trató por todos los medios de detener la forteleza de las organizaciones sindicales, encarcelando a sus dirigentes, tratando de descabezar las comisiones gremiales, interviniendo los sindicatos, hasta tratando de modificar las leyes de organización sindical, pasando de un modelo de concentración a otro de atomización, la organización de los trabajadores fue màs fuerte.

Pero esa organización no solamente abrazo las reivindicaciones gremiales como en el caso del Frigorífico "Lisandro de La Torre" o con la Huelga Bancaria por la estabilidad en el empleo, sino que se avanzó sobre un claro programa pólítico por encima de las reivindicaciones gremiales

En ese período que va  del ´55 al ´73 los trabajadores en forma organizada comprenden, ante la proscripción del aparato político y, por consecuencia, la falta de conducción política real en los hechos cotidianos -más allá de las instrucciones que pudieran llegar de Perón desde Puerta de Hierro- que como columna vertebral del movimiento nacional estaban llamados a ser el sujeto político de esa etapa.

Los  trabajadores se pusieron al hombro la construcción política y la lucha contra la dictadura de Aramburu primero, contra la militarización del conflicto vía plan Conintes de Frondizi, posteriormente, y la dictadura de Onganía, después.

Así se fueron forjando el Programa de La Falda de 1957, el Programa de Huerta Grande de 1962 y el Programa del 1º de Mayo de 1968 por parte de la CGT de los Argentinos, este último, claramente, inspirador del Cordobazo un año después.

Si bien el programa de La Falda era más abarcativo, uno puede decir que el programa de Huerta Grande sigue los lineaminetos de aquel y resume ambos programas en sus diez puntos que se detallan a continuación:

1. Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado.
2. Implantar el control estatal sobre el comercio exterior.
3. Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficas.
4. Prohibir toda exportación directa o indirecta de capitales.
5. Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo.
6. Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción.
7. Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación.
8. Implantar el control obrero sobre la producción.
9. Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente las sociedades comerciales.
10. Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridades y estableciendo topes mínimos y máximos de producción.

El 1º de mayo de 1968 aparece el Nº 1 del periódico de la CGT. Unos pocos meses antes, en Puerta de Hierro, Madrid, el Gral Perón le había presentado a Raimundo Ongaro a un periodista y escritor que, entre otras cosas, había sido el co-fundador de la Agencia cubana Prensa Latina y quien desencriptó los mensajes que alertaron a los cubanos sobre el intento de invasión norteamericana a Cuba, en Playa Girón: Rodolfo Walsh.
"Los  trabajadores se pusieron al hombro la construcción política y la lucha contra la dictadura de Aramburu primero, contra la militarización del conflicto vía plan Conintes de Frondizi, posteriormente, y la dictadura de Onganía, después."

En ese número del periódico aparece publicado por primera vez el Programa del 1º de Mayo, que si bien recoge la tradición nacional y popular del peronismo avanza, ideológicamente, hacia la construccción de una patria socialista, entendiendo que la liberación nacional  y un proyecto nacional y popular no puede no concluir en el reemplazo del sistema capitalista en pos de la patria socialista.

En el puede leerse: "La clase trabajadora argentina no reprueba una forma determinada del capitalismo, las cuestiona a todas". Y más adelante: "La clase tabajadora tiene como misión histórica la destrucción hasta sus cimientos del sistema capitalista de producción y distribución de bienes".

Y para precisar el contenido específico de este cuestionamiento del sistema capitalista, como así también del socialismo que se intenta construir: "La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción".
Está claro, entonces, que, mal que les pese a los burócratas reformistas y a los políticos del nacionalismo burgués, para el peronismo obrero verdaderamente nacionalista y revolucionario la lucha de liberación nacional se identifica en un mismo proyecto histórico con la lucha de liberación social de los trabajadores, la destrucción del sistema capitalista y la construcción de una patria socialista

Este programa, sin dudas fue la inspiración del Cordobazo y, si bien, es cierto que el período de la Resistencia Peronista se enmarca entre 1955 y 1973 con la llegada al Gobierno, primero de Cámpora y después de Perón, el golpe de gracia a la larga noche dictatorial lo da el Cordobazo.

A partir de este hecho todo ese proceso antipopular y oligárquico, inspirado en un liberalismo salvaje, estaba sellado.

En ese sentido, los trabajadores como ariete de la Resistencia habían triunfando.
Fuente: Telam