martes, 6 de abril de 2021

La inflación y la cadena cárnica

 Por Pedro Peretti *

Fuente:Pagina/12




Con el 42 por ciento de pobreza, para un Gobierno que se precie de nacional y popular el objetivo no puede ser otro que generar trabajo y “del bueno”. Y en el mientras tanto, atender la situación social. Para revertir estos niveles de penuria es necesario, como dice el ministro de Trabajo ,Claudio Moroni: “aplicar un modelo que genere empleo en todo el país”. Y completa el secretario de Economía Social, Emilio Pérsico “…la economía argentina tiene que crecer de abajo”.


Esto debería ser así pero no lo es. La “Logia primarizante” que domina las exportaciones argentinas hace exactamente lo contrario. Su único objetivo es transformar el volumen a secas, en el valor absoluto de sus prácticas exportadoras. Nada de lo que pueda agregar al volumen trabajo, les interesa.

Para un gobierno popular es la receta contraindicada: es muy mal negocio asentar la política agraria y de alimentos pactando con monopolios que, por su propia naturaleza, carecen de una mirada social inclusiva. El camino es otro: es con pymes, trabajadores y pequeños y medianos productores, como lo expresa el Encuentro del Trabajo y la Producción que lideran Hugo Yasky y Héctor Amicheti.


Tomemos por ejemplo la cadena cárnica, tal vez uno de los segmentos concentrados que más influye en los índices de inflación. Y con el cual el Gobierno acordó una política de precios internos y de exportaciones, que por supuesto -como lo hace siempre- dicho sector ya incumplió a poco de andar. Los frigoríficos, todos integrados verticalmente, no solo son grupos monopólicos que agreden el salario, sino que además podrían generar mucho más empleo formal y no lo hacen, porque solo se les interesa la ganancia fácil.

Caso 1: Walter Correa, el secretario general de la Industria del Cuero y Afines (Fatica), está reclamando la derogación del decreto 549/2020, que permite a los frigoríficos la exportación de cueros crudos (sin elaborar). Como si esto fuera poco, les bajaron del 15,0 al 4,5 por ciento los aranceles que incentivaban la industrialización local. Según Fatica fue a causa del intenso lobby de la industria frigorífica que, además de aumentar los precios de la carne al consumidor, también reprimariza la economía. Un dislate que no hemos heredado del macrismo: es todo nuestro.

Caso 2: Nada más nacional y popular que el rioplatense choripán: carne de cerdo (que también solemos importar) embutida en una tripa. La tripa que se usa es de novillo o sintética y su elaboración demanda gran cantidad de mano de obra. Según la Secretaría de Industria, en 2020 importamos más de 20 millones de dólares en tripas. Se sigue así con la política de “compre extranjero” del macrismo. En el mismo año se faenaron 14 millones de cabezas bovinas, la cifra más alta desde 2009 y record de exportaciones. También fue el año de menor consumo de carne per cápita desde 1920 (49,7 kg/año). Cada novillo que se faena tiene 23 metros de tripa aproximadamente. Lo que indica que tenemos disponible 322 millones de metros de tripa para embutir chorizos. Se puede proveer de tripas a “media humanidad” y, sin embargo, la importamos. 

Caso 3: La Argentina tiene habilitada la exportación de “animales en pie”. Esta es una herencia neta del macrismo y representa el sumun de la primarización de la economía agraria. Fue una iniciativa militada por Luis María Etchevehere y simboliza volver a la Argentina colonial. No es una metáfora: es literal. Hoy esta exportación no es significativa en números, pero es una ventana que el gobierno popular debe cerrar ya, porque se puede abrir en cualquier momento. Y es una pésima señal del rumbo que nos interesa tomar como país, a la hora de exportar con valor agregado.


La generación de empleo debe ser una obsesión de cualquier gobierno, y más del nuestro. Además de ser la única forma de salir de la pobreza, es un punto angular para la supervivencia electoral del campo nacional y popular. Y es “por abajo”, como dice Enrique Martínez. Para semejante desafío no se puede confiar en los monopolios. Estos se referencian en la Cadena Agroindustrial Argentina, que encarna un modelo que prescinde del mercado interno y del mejoramiento salarial como forma de progreso social. Es un paradigma que solo busca exportar, bajando salarios y consumo interno, y pagando menos impuestos. Así, lo único que va a crecer es la miseria.