jueves, 30 de mayo de 2019

La escuela, plataforma de la Patria

El sentimiento de alivio y esperanza se percibe en la calle, en las mesas de los cafés y entre la cada vez más amplia militancia dispuesta a trabajar para que se vaya el gobierno de la destrucción y se pueda abrir un camino a la reconstrucción/nueva construcción del país. La vereda de la injusticia y la represión se quedó pasmada, con su tecnoescenario destartalado por la histórica decisión de Cristina Kirchner, y la rapidez y acierto con los que Alberto Fernández asumió el lugar protagónico.
En tanto, Marcos Peña educa a sus dirigentes en los cursos de formación de Cambiemos. “El mundial aún no empezó. Aún no estamos en la cancha. La elección de agosto y octubre tiene que ver con la esperanza y resignación (…) y pide provocar “mucha emoción real”. La estrategia publicitaria del gobierno coincide con el programa con el que avanza en la formación docente. Autoriza a instalarse dentro de las instituciones educativas a fundaciones y ONG corporativas que preparan en escasos meses “líderes” destinados a sustituir a los docentes formados en los institutos y universidades. En los cursos prima una suerte de New Age donde se introduce una concepción pedagógica irracionalista, que trata de implantar emoción y conformismo, en lugar de enseñar saberes social y culturalmente válidos. La escena se completa con el material pedagógico digitalizado que tienen en venta en gran escala las plataformas corporativas (contenidos de todas las materias, protocolos para administración institucional, test de evaluación, entre otros productos) y desarticularon el programa estatal “Conectar Igualdad”. El gobierno mide la “calidad” de los alumnos y escuelas argentinos con la vara de los países ricos, mediante tests que adquiere en el mercado internacional. Se completa el “modelo” con la apuesta al estímulo cerebral, idea que sólo puede tener como destino la selección de los “más aptos”, siendo que la mitad de los niños del país padecen déficit alimentario. Afortunadamente es una fantasía creer que se podrá convencer a la población de las ventajas de que haya menos docentes, menos tiempo escolar, más actividades en el hogar y que sólo lleguen los más “meritorios”, siendo que el sistema educativo argentino es uno de los que se sostiene con más integridad en medio de la ola de destrucción que tiene como blanco a sus pares de la región y que la población está a años luz de poder adquirir equipos de computación para ejercer el “home schooling” (enseñanza en el hogar). Pero el objetivo último del modelo neoliberal sigue siendo que los órganos de gobierno oficiales de la educación tengan como función acreditar los conocimientos adquiridos en empresas y agencias privadas. Que los 25 ministerios del país sigan el modelo nacional, es decir que lleguen a ser ministerios sin escuelas, todo los cual significa una pérdida de soberanía nacional, así como lo es el abandono de los rituales patrios, símbolo de este gobierno.
Han sido dañados deliberadamente aspectos subjetivos del sentimiento nacional. Pero debemos ver también que hay una épica que está desactualizada. El otro día, 24 de mayo, en el subte, un buen músico tocó el himno nacional y nadie se dio por aludido. Las vistas siguieron en los celulares y las conversaciones no se interrumpieron. Cuando llegué a mi destino, que era una escuela, la observé vestida de fiesta y todos cantamos el himno. Me pregunté si la escuela es la última plataforma de la Patria. ¿Habrá que reinstaurar los rituales tradicionales? La escuela misma los ha venido cambiando y asociando a nuevos ritmos. Ha resistido la política de barrido de la simbología nacional de Macri, de su convocatoria “¡al mundooo!” ¿Se trata se abandonar nuestra identidad, nuestras canciones patrias, la Marcha, el conocimiento de la historia, cultivar el desentendimiento y la liviandad?  ¿O de recuperar la inscripción en la vertiente de la historia nacional y latinoamericana, en una geopolítica que vuelva a colocar al país en un lugar internacional digno y soberano, que dignifique al trabajador y garantice la justicia social, de una educación científica, tecnológica y ambientalista que acompañe la reconstrucción del país.
Partamos desde las escuelas. Allí encontraremos gérmenes de Patria. Comprobaremos que el sistema de educación pública argentino puede ser una poderosa plataforma capaz de poner límites al avance de las plataformas corporativas sobre nuestro presente y futuro. 
Adriana Puiggrós: Doctora en Pedagogía, ex diputada nacional.
Fuente:Pagina/12

Ayer y Hoy


Imagen: José Ardiles/AFC
 
No es arbitrario relacionar el Cordobazo con el 17 de octubre de 1945 y los hechos del 19 y 20 de diciembre en el 2001. En los tres casos se trata de episodios que aunque no eran totalmente imprevisibles sorprendieron por su alcance y marcaron un drástico cambio en la coyuntura política: la movilización de los trabajadores de 1945 instaló la hegemonía de Perón y marcó la participación  decisiva de los trabajadores en su movimiento y los hechos del 2001 mostraron el agotamiento del modelo político instalado en 1983 y generaron condiciones -aunque no era este un destino inexorable-  para el rumbo que siguió Néstor Kirchner después del 2003.

A diferencia de las otras dos grandes movilizaciones populares, los efectos políticos del Cordobazo se dilataron en un lapso de tiempo más largo. No tardó en renunciar el ministro de Economía Krieger Vasena, pero el dictador Onganía duró hasta el año siguiente y el retiro de la dictadura sólo habría de producirse con la victoria electoral peronista en 1973. Sin embargo, no exageramos si decimos que el repliegue de la pomposamente llamada Revolución Argentina empezó ese día de mayo del '69. Tanto el fugaz proyecto nacionalista del general Levingston-sucesor de Onganía- como el ambicioso intento de coronar a Lanusse presidente con el Gran Acuerdo Nacional terminaron en rotundos fracasos: la eclosión popular de Córdoba, precedida por las movilizaciones estudiantiles de Corrientes y Rosario,  marcaba una fuerte disposición de enfrentamiento a la dictadura que estimuló la sucesión de puebladas que se dieron en muchas de las ciudades argentinas. 

Como en los otros dos acontecimientos históricos citados, también se discutió mucho hasta qué punto el Cordobazo había sido planeado y organizado o si se trataba principalmente de una reacción espontánea. En los tres acontecimientos la respuesta es difícil porque no hay dudas de que existió un contexto político social que fue determinante y que hubo grupos que organizaron la presencia en las calles, pero, en todos los casos, los hechos alcanzaron una dimensión que superó las previsiones y la participación popular excedió también todas las expectativas. 

Fue protagónica la participación de los trabajadores mecánicos y el gremio de Luz y Fuerza y también importante el apoyo de la militancia estudiantil. Además,la presencia de muchos militantes que tiempo después integrarían las organizaciones revolucionarias jugó un papel en la resistencia a la represión. Pero todo ese potencial de organización no hubiera bastado si amplios núcleos de la sociedad cordobesa no hubieran compartido un fuerte rechazo a la dictadura. La intransigencia de la patronal automotriz y los proyectos facistizantes del gobernador de la provincia potenciaban  el hartazgo que generaba, en todo el país, la soberbia del general Onganía cuando afirmaba que su gobierno no tenía plazos sino objetivos y amenazaba con extender la dictadura por diez años. Así se entiende el amplio acompañamiento social que logró la movilización obrera y estudiantil.

Antes de mayo del '69, no se habían producido más que algunos hechos aislados de guerrilla urbana, pero la disposición de lxs trabajadorxs que enfrentaban masivamente a la policía preocupó a los jefes militares que no habían imaginado que la violencia popular pudiera alcanzar esas dimensiones. Por otra parte, quienes se organizaban para enfrentar por la fuerza al gobierno que nadie había elegido pudieron sentirse legitimadxs por los aires insurreccionales de la movilización cordobesa, pero también debieron advertir que era precisamente esa masividad del movimiento lo que le daba una importancia extraordinaria.

El Cordobazo potenció a la CGT de los Argentinos que poco después sufriría la clausura de su sede y la detención de algunos dirigentes. De todos modos, fue el aura del Cordobazo lo que permitió que esa Central, encabezada por Raimundo Ongaro-pese a que ya la habían abandonado algunos gremios importantes- pudiera declarar una huelga general contra la dictadura que tuvo un no desdeñable acatamiento. En otro aspecto, la combativa movilización cordobesa golpeó a los llamados gremios participacionistas que apoyaban a la dictadura y facilitó la reunificación de la CGT.

Esa unificación de la CGT permitió que Perón pudiera invocar el apoyo sindical en su proyecto de retorno, pero la central no cumplió un papel importante en la lucha por ese objetivo. Lxs militantes de la Juventud Peronista que tuvo un gran crecimiento en esos años fueron los que, heredando el espíritu del Cordobazo y retomando la senda de la Resistencia,impulsaron las puebladas que multiplicaron el repudio a la dictadura. La victoria electoral de Raúl Obregón Cano en 1973 mostró que el peronismo adoptaba en Córdoba su perfil más avanzado. Poco duró el gobierno de Obregón y su derrocamiento inició un giro represivo y reaccionario que más tarde con el general Benjamín Ménendez alcanzaría niveles inusitados en el exterminio de activistas políticos y sindicales. Toda una generación de militantes fue barrida y la vida política cordobesa desde los tiempos del gobernador Angeloz perdió esa característica de audacia y compromiso militante que marcara los tiempos del Cordobazo.

El recorrido que hemos hecho, señalando la relación con los sectores combativos del peronismo,  marca sólo una de las múltiples lecturas que pueden hacerse sobre el Cordobazo. Apoyada en los rasgos particulares del sindicalismo cordobés, la izquierda tuvo en la provincia un crecimiento significativo y con los años fue creciendo el reconocimiento a la figura de Agustín Tosco que desempeñó en la movilización de mayo un rol fundamental. También para los estudiantes todavía impactados por el Mayo francés, los hechos del '69 marcaron un antes y un después. Nunca olvidaré el orgullo con el que nuestros anfitriones cordobeses nos llevaban a recorrer las calles del Barrio Clínicas donde los universitarios, apoyados por muchos vecinos, habían resistido la represión.

Más allá de la crónica que evoca tantos recuerdos pero también provoca muchas reflexiones, cabe preguntarse sobre el sentido con que hoy recordamos los episodios de Córdoba. El paro general que se cumplió este 29 de mayo fué un guiño, más o menos consciente, a la mejor historia del movimiento obrero argentino. La política económica y social que hoy se repudia con esta huelga de la CGT no es tan distinta de la que impulsara Krieger Vasena, con acuerdo del FMI, en beneficio del gran capital y en aras de la concentración y extranjerización de la economía. La memoria de las luchas populares es importante para discutir mejor el presente y nos da fuerzas para seguir adelante. 
Los jóvenes de hoy y los sobrevivientes de aquella generación hemos aprendido a defender una democracia que hasta entonces casi no habíamos vivido. Sabemos que la lucha no es sólo resistencia, exige también, como ahora, acuerdos amplios y gestos de renunciamiento, pero la buena política implica pensar siempre en los más pobres y gobernar con convicciones como lo evidenciaran los doce años kirchneristas. Por eso el homenaje a los caídos en mayo del 69 es para nosotros una ratificación de principios.


Fuente:Pagina/12

martes, 28 de mayo de 2019

Alberto Fernández: "Cambiemos construyó un sistema de manipulación social"

(Foto: Diego Martínez)
El precandidato presidencial del principal frente opositor traza un crudo diagnóstico sobre el país que dejará la gestión de Mauricio Macri. El desafío de "poner en orden" la vida de los argentinos.
 
 
26 de Mayo de 2019


En el vehículo lo acompaña Santiago Cafiero, miembro del Grupo Callao, nieto de Antonio e hijo de Juan Pablo, quien fuera embajador en el Vaticano en una etapa de la gestión kirchnerista. En otro tramo de la conversación, Fernández aclara su postura respecto del debate social por el aborto. La charla se completa entre carpetas, apuntes y papeles desordenados. Son informes y propuestas de asesores que quieren contribuir con su saber al triunfo de la fórmula presidencial del Frente con Todos. El precandidato está armando a toda velocidad su equipo de campaña, y en su entorno circulan nombres como el del consultor en comunicación política Juan Courel; el del vocero y relacionista público Juan Pablo Biondi; o del doctor en Antropología Alejandro Grimson.
Lo que define al universo de Alberto Fernández por estos días es el vértigo. Una hora y once minutos exactos de entrevista con el precandidato del principal polo opositor permiten conocer el pensamiento más profundo, las prioridades de un eventual nuevo gobierno, de quien puede ser el próximo presidente de la Argentina. Pero compartir un diálogo prolongado en una jornada como la del viernes, víspera del 25 de Mayo, implica también asomarse al mundo de un individuo que en una semana pasó de ser un eficaz polemista sin historia ni perfil electoral a convertirse, sin que nadie lo viera venir, en el nombre ("Alberto") al que millones de argentinos le asignan una tarea: vencer a Macri. A juzgar por sus acciones visibles, Fernández asimiló esa responsabilidad, esa carga, con una actitud que se caracteriza por la velocidad, la adaptación a escenarios cambiantes y la delegación a colaboradores de confianza. El vértigo, en fin.
Fernández será el candidato de una gran coalición que no se llamará Frente Patriótico, aunque entre sus simpatizantes sea habitual la apelación a los colores de la bandera y el uso de símbolos patrios en escarapelas, pins, aritos, prendedores y remeras. El espacio se llamará Frente con Todos, y esa revelación es apenas la primera de una serie de definiciones fuertes que el precandidato transmite a Tiempo en una entrevista que arranca en la galería del Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes de San Antonio de Areco y sigue luego en el interior de un vehículo que lo traslada de regreso desde esa localidad tradicional de la provincia de Buenos Aires hasta el polo de oficinas de Catalinas Norte, entre Retiro y Puerto Madero, en pleno Bajo porteño.
Sentado en un sillón de madera bajo las arcadas de un casco de estancia o acodado en el asiento del acompañante de una camioneta, Fernández se explaya sobre su estrategia electoral, sobre Durán Barba y el uso de redes sociales, sobre cuáles serían sus primeras eventuales medidas en materia de deuda externa, empleo y salario, relación con el Poder Judicial, corrupción, vínculo con Sudamérica y el mundo en tiempos de guerras comerciales. También escucha, responde, discute y reafirma su posición cuando la charla gira hacia la concentración de medios, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el Grupo Clarín y el llamado "periodismo de guerra". Fernández desmiente haber compartido una cena con Héctor Magnetto, CEO del multimedios con sede central en la calle Tacuarí.

–Últimamente le hicieron varias entrevistas en las que parecía que usted ya era presidente...
–¿Sí? (ríe).
–Eso pasó también con (Daniel) Scioli, pero después perdió la segunda vuelta en 2015. ¿No hay que manejar los tiempos?
–No sé qué quiere decir "hablar como presidente". Yo hablo como soy yo. Mi mayor preocupación es transmitirle a la gente lo que tenemos que hacer. Transmitirle lo que nos está pasando. Y a partir de ahí ver cómo entre todos podemos empezar a resolver el problema. Pero si la pregunta es si yo me he predispuesto a hablar como presidente, la respuesta es no.
–Las encuestas marcan que la sociedad está entristecida y deprimida...
–Es muy razonable que la sociedad esté deprimida y bajoneada. Porque el gobierno la ha puesto en un pozo, pero además le dice que tiene que aprender a vivir en ese pozo. Que tiene que acostumbrarse a eso. La gente todos los días dice: "Cada día estoy peor, cada día estoy más pobre, cada vez disfruto menos". Y pasa lo que vemos hoy. Chicos que salen de un colegio para pasar a otro que sus padres puedan pagar, o familias que se olvidan de la medicina prepaga para pasar a la atención pública. La Argentina de Macri es un país de permanente caída aspiracional. Nos quieren convencer que es inmerecido que alguien haya tenido un aire acondicionado o un auto. Pero eso es mentira. Todos tienen derecho a vivir mejor de lo que viven. Macri construyó un país profundamente injusto, en el que ganaron los banqueros y los financistas, y el resto de los argentinos se fue para abajo. Salvo las empresas de servicios eléctricos y de gas. Tenemos que hacer una Argentina que incluya a todos los argentinos. Y ahí va a cambiar el humor de los argentinos. Cuando sepan que hay alguien que piensa en ellos.
–Usted mencionó varias veces el concepto de "unidad nacional". En los últimos días incluso elogió a dos figuras ligadas a Cambiemos, Emilio Monzó y Facundo Manes. ¿Hay otros nombres que forman o formaron parte del macrismo que podrían integrar parte de un nuevo gobierno, si usted gana?
–Monzó es un hombre que  hace política. Que no tiene problemas en enfrentar la decisión política. Eso me parece valioso, sobre todo en una época en la que Cambiemos degradó la política. Después, claro, Monzó no piensa necesariamente como yo. Y con Facundo (Manes), a quien conozco hace mucho tiempo, me vincula la idea de que el futuro está en el conocimiento. Facundo (Manes) puede ayudar mucho a construir un plan de ciencia y tecnología con todos los científicos que tiene el Conicet, con todos los científicos que hay en la Argentina. No sé si (Manes) estuvo vinculado a Cambiemos. Si es así, debe estar profundamente decepcionado. Porque sé cómo piensa.
–Manes es de impronta radical...
–Por eso. Como muchos radicales, debe estar absolutamente decepcionado. 
–Una de las innovaciones de Cambiemos es el uso intenso de las redes para difundir una "comunicación a la carta" para cada ciudadano: sabiendo cuáles son sus intereses, dónde "cliquea", dónde pone "like", y también creando información falsa, "fake news", que se emite a través de las cadenas de WhatsApp. ¿El Frente con Todos va a usar estas novedades?
–Yo quiero ser muy franco. Todos estos años muchos medios dijeron que Cambiemos tenía una capacidad comunicacional maravillosa. A esta altura tenemos que decir que Cambiemos construyó un sistema de manipulación social como pocas veces hemos visto. Eso es absolutamente deshonesto y antiético. Yo, la verdad, no quiero parecerme en nada a eso. Las redes son muy valiosas para comunicar. Pero no lo son cuando se convierten en sistemas de difamación o de manipulación. Sí creo que hay que saber llegar a lo profundo de la gente para decirle honestamente lo que uno cree. Y que la gente elija.
–Algo curioso de su trayectoria es que no ha sido candidato. Casi nunca.
–Una vez en una lista (NdR: en 2000 fue electo legislador porteño por la lista que encabezaban Domingo Cavallo y Gustavo Béliz).
–Ahora, paradójicamente, se enfrenta al desafío más importante de un político. ¿Qué características tendrá usted como candidato? 
–Para mí la política es algo serio. No es algo liviano ni trivial. Yo tomo con esa seriedad la política. No quiero parecerme a un producto fashion del momento. La Argentina muchas veces confió la política y el manejo del Estado a gente que no estaba dedicada a la política. Y fue un enorme fracaso. La política a mí me permitió conocer el Estado, saber cómo funciona, entender cómo es la botonera del Estado: qué resorte hay que tocar para que los problemas empiecen a resolverse. Sé cómo se administra el Estado. Eso demanda años de estudio y de dedicación. Eso es lo que puedo ofrecer. Soy un político que nunca dejó de ser ciudadano. Que vive de su trabajo de abogado. Que anda por las calles sin custodia, sin chofer. Y hay algo que también le puedo ofrecer y garantizar a la gente: mi honestidad.
–¿Cuál va a ser su propuesta en materia de lucha contra la corrupción?
–Todos vivimos intranquilos pensando que alguien que gobierna puede corromperse. Yo no voy a aceptar un solo corrupto en el gobierno. Definitivamente. Y lucharé contra todos los que se corrompan. Y el que se corrompa, que rinda cuentas ante la Justicia. También me voy a preocupar porque los sistemas de control del Estado funcionen bien.
–El gobierno de Macri, apenas asumido, se involucró en el inicio de causas penales o impulsó causas ya existentes contra exfuncionarios de Cristina y de Néstor Kirchner. ¿Usted haría lo mismo en relación a los hechos delictivos, de corrupción, que se pueden haber cometido en estos años?
–No. Para eso están los fiscales y los jueces. No voy a dedicar ni un minuto a perseguir a nadie. Voy a dedicar todo mi tiempo a sacar a los argentinos del pozo. Para lo otro está la Justicia. Los fiscales, los jueces y los organismos de control. Yo estoy para darles a los argentinos el optimismo que han perdido. Las ganas y la fuerza que les han minado. Yo no voy a permitir que el Poder Judicial haga lo que hizo todos estos años: ponerse al servicio de un gobierno como guardia pretoriana para perseguir opositores. De ninguna manera.
–Sergio Massa no suele ser demasiado previsible en sus movimientos. ¿Qué certezas tiene usted de que él, finalmente, vaya a sumarse a este frente?
–Lo que Sergio (Massa) y Alternativa Federal no advierten es que la gente ya tomó una decisión. Ya se abroqueló detrás de una candidatura. La acompañó a Cristina y ahora nos acompañan a mí y a Cristina. Eso es una decisión social. Ese tercer espacio empezó con una decena de gobernadores y terminó con dos. Sergio es alguien valioso: yo no quisiera que el Estado nacional lo desperdicie. Porque es alguien que puede aportar y mucho. Pero también quisiera que comprenda que es necesario que especule menos y decida más rápido.


–El salario promedio en dólares de la Argentina cayó muchísimo en los años de Macri en comparación con el resto de Sudamérica. La recuperación que usted pretende, ¿se basa en la creación de empleo pero también en la suba del poder adquisitivo? Otra alternativa es tratar de crear empleo pero con los sueldos igualmente deprimidos.
–Ese no es el método. Es lo que hace Macri. Seguir deprimiendo a los argentinos. Lo que nosotros tenemos que hacer es recuperar el salario real. Que la gente, con su salario, tenga cada vez más capacidad de compra. En 12 años de kirchnerismo el salario real creció el 19 por ciento. Y en tres años de Macri el salario real cayó el 22 por ciento. Hoy un argentino, con su salario, compra menos cosas que las que compraba en el año 2003. ¡En 2003! Eso es lo imperdonable de Macri. Lo que no se le puede tolerar.
–¿Y cómo pueden influir las condicionalidades del mega-endeudamiento contraído por Macri, tanto con los privados como con el Fondo?
–Nosotros queremos pagar y vamos a pagar. Pero no podemos pagar en estas condiciones, con la gente pobre. A los acreedores hay que explicarles que, para poder pagarles, tenemos que producir dólares. Para lo cual hay que volver a poner en marcha el aparato productivo argentino. No es empobreciendo a los argentinos que vamos a generar esos dólares. La intención y el deseo de pagar son absolutos. Pero no a costa de seguir empobreciendo argentinos, ni de seguir  teniendo paralizada la economía.
–¿Cristina se puede bajar de la fórmula que integra con usted?
–No.
–¿Por qué?
-Porque ya acordamos que yo voy como candidato a presidente y ella candidata a vicepresidenta. Y cuando yo me pongo de acuerdo con ella todo funciona.  
–Un ejercicio de imaginación o de proyección: ¿cómo le gustaría que los argentinos recuerden un gobierno suyo?
–Que le devolvimos el orden a la vida de los argentinos. Que no es garantizar que vamos a pegar palos a los manifestantes. Ordenar la vida es que el argentino sepa cuánto va a pagar de luz y de gas el mes que viene, que sepa que si trabaja su salario va a crecer y cada vez va a poder vivir un poco mejor. Ordenarle la vida al argentino es que, si tiene proyectos, pueda cumplirlos. Que si tiene un hijo sepa que tiene educación pública para mandarlos. Que si tiene viejos, sepa que tiene salud pública para cuidarlos. Eso es ordenarles la vida a los argentinos. Me encantaría que después de tanto desorden y de tanto maltrato a los argentinos la sociedad diga: "llegó alguien que me ordenó". «
Venezuela, medios y aborto
Desde los aires criollos de Areco, escenario de un encuentro con los intendentes del interior bonaerense, hasta los edificios high-tech de Catalinas Norte, Fernández desliza en la conversación con Tiempo todo tipo de definiciones. Respuestas sin eufemismos, reveladoras de lo que puede venir. "La ampliación de la Corte es un tema que no está entre las prioridades. Tampoco creo que sea necesario andar poniéndole plazos al procurador", dice sobre el frente judicial. "En materia de aborto, la sociedad argentina está dividida en dos. Por eso no salió la ley. A veces por querer lo óptimo no conseguís lo posible. Y lo posible hoy, y además bueno, es despenalizarlo: que deje de hacerse clandestinamente", subraya. "Maduro ha cometido abusos y no podemos seguir haciéndonos los distraídos. Pero la solución no es la intervención militar o la acción directa. Hay que ayudar a los venezolanos a ponerse de acuerdo: como plantean Uruguay y México", sostiene. "En la sociedad moderna los medios son negocios. Ese fue uno de los errores de la Ley de Medios. No podés dejar en manos de una entidad sin fines de lucro un proyecto comercial", afirma. "El Grupo Clarín compró Telecom y el Estado convalidó todo. Cuando eso ocurre los derechos empiezan a adquirirse. La verdad, conmigo, la guerra terminó", asegura.
Fuente:Tiempo Argentino

lunes, 27 de mayo de 2019

“Las app del siglo XXI crean relaciones laborales del siglo XIX”

La fundadora del gremio de las aplicaciones, María Fierro, y el abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano, sobre la economía de plataformas

En Argentina se creó el primer gremio de este tipo de empresas que funcionan sobre la base del trabajo precarizado. Tuvo dificultades y represalias. Aquí, explican cómo funciona el nuevo modelo laboral, la flexibilización que representa y la ausencia del Estado ante el fenómeno.
 
La “economía de plataformas”, “Gig economy”, “economía de changas” o “uberización de la economía” son algunos de los nombres de un fenómeno que llegó para transformar el escenario laboral en Argentina. María Fierro es fundadora de la Asociación de Personal de Plataformas (APP) en la que se desempeña como secretaria adjunta de su comisión directiva provisoria. Protagonizó, junto con otros trabajadores de Rappi, la primera huelga del sector en la región. Juan Manuel Ottaviano es abogado laboralista, colaborador del CETyD (Unsam) y de Ueplas, miembro del equipo de profesionales que asesora a APP. Fierro y Ottaviano relatan el surgimiento, el trabajo conjunto y los avatares del nuevo sindicato de trabajadores de plataformas. María, de vez en cuando, saluda a algún compañero que pasa en bicicleta, iluminado por el naranja flúor del uniforme. Todos la conocen. Desde la empresa, están buscando bloquear el usuario que usa para trabajar.
–¿El problema es tu actividad sindical?
M. F.: –Seguramente. Después de la huelga me bloquearon y ahora estoy usando otro ID para poder seguir trabajando. Sufrimos el despido de la mitad de la comisión directiva provisoria de APP. Es un descabezamiento por persecución sindical y lo queremos discutir en la justicia.
–En una economía de plataformas, ¿cómo se organizan las y los trabajadores que se encuentran dispersos en varios puntos de la ciudad?
M. F.: –Primero fuimos formando grupitos de Whatsapp con los trabajadores que se juntaban en las esquinas o en las puertas de los locales esperando pedidos. Eran grupos más chicos hasta que actualizaron la aplicación. Ahí empezó a verse más gente sin actividad porque la empresa comenzó a asignar los pedidos. Entonces empezamos a conversar. Nos preguntábamos por los cambios en la aplicación, en los circuitos, en los pedidos asignados, etc. Así, en cuestión de días, organizamos la huelga, que consistió en conectarnos todos juntos en hora pico de un domingo del mes de julio, sin que nadie levantara pedidos. Eso provocó que empezaran a llamarnos desde Colombia. Los locales empezaron a llenarse de pedidos que nadie retiraba. Ellos nos veían reunidos porque nos tienen localizados con el GPS. Entonces nos convocaron a una reunión. En esa reunión, un compañero abogado les mostró que los términos y condiciones que estábamos firmando todos los días para usar la aplicación, nuestra herramienta principal de trabajo, no era coherente con nuestras tareas y se modificaba cotidianamente. Por supuesto, insistieron con la idea de que nadie nos obliga a trabajar. Al día siguiente cambiaron todos los términos y condiciones y los adaptaron a la nueva aplicación.
–Puntualmente, ¿qué reclamaban?
M. F.: –El motivo central de la disconformidad tenía que ver con el cambio en la aplicación, porque la propuesta inicial decía “vos podes ser tu propio jefe”, manejar tus horarios y además podíamos elegir los pedidos más convenientes, de acuerdo a la zona, el local, etc. Cuando se actualizó, se empezaron a asignar los pedidos y no teníamos la opción de elegir cuáles tomar y cuáles rechazar. Así, todos se vieron pedaleando más kilómetros por la misma plata. La aplicación comenzó a asignar pedidos que nadie elegía por tratarse de distancias muy largas, o recorridos imposibles. Entonces, a quienes rechazábamos pedidos nos empezó a bajar el porcentaje de aceptación. El problema es que con una aceptación baja, recibís los viajes más largos o remotos, esos que nadie quiere hacer.
–¿Ese porcentaje lo define el algoritmo?
J. M. O.: –Sí. Esto pasa en todas las plataformas: en algún momento tienen que idear algún sistema de asignación de viajes, pedidos o tareas y un sistema sancionatorio para quien no los cumple. Entonces, los trabajadores en pocos días se percataron de que no había ningún tipo de libertad, que no eran sus propios jefes, que no podían manejar sus horarios, ni sus tareas, sino que se las estaba asignando el mismo algoritmo. Cuando una tarea es rechazada, este tipo de sanción es una característica típica de cualquier relación laboral. El problema es que esto se da sin derechos fundamentales: sin salario fijo, jornada mínima, seguro de riesgo, etc. Hay una evaluación que determina la aplicación en función de las tareas aceptadas y hay otra calificación del cliente al repartidor. A veces las fallas son responsabilidad de los locales que entregan el pedido con demora, o de la propia aplicación, o avatares de la calle (embotellamiento, accidente, etc), pero quienes reciben la calificación son los repartidores. El problema es que esto implica, al final del día, menos trabajo.

–Otra característica llamativa es la despersonalización de estas relaciones laborales: el bloqueo, el porcentaje de aceptación, las calificaciones, la asignación de pedidos, etc.
M. F.: –Hace poco bloquearon a un compañero que aceptó hacer su recorrido habitual en compañía de Gonzalito Rodríguez, que cubrió un día típico de un trabajador de Rappi. Lo único que hizo fue mostrar en qué consiste este trabajo. Acá se bloquea muy fácilmente a cualquiera que a la empresa le moleste. Quienes nos organizamos, obviamente fuimos bloqueados inmediatamente.
–¿Cómo surgió la creación de un nuevo sindicato?
M. F.: –A partir de la protesta, tuvimos la reunión con los directivos de Rappi. Luego de eso, nos visitó Asimm (Asociación Sindical de Motociclistas, Mensajeros y Servicios). Nos dijeron que no iban a permitir lo que estaba sucediendo y nos invitaron a la sede del sindicato. Tuvimos otra reunión con la empresa y con ellos, en la cual llegaron a un acuerdo que no nos representaba: negociaron el blanqueo de varias motos que no conocíamos. En esa época, éramos una mayoría de bicicletas. Lo que hicieron fue incorporar a 22 afiliados suyos (de un total de 7 mil ID en ese momento). Entonces, esto llevó a un conflicto porque no aceptamos esta negociación.

J. M. O.: –Investigando todo esto nos dimos cuenta de que la Cámara de Empresas de Mensajería tiene una plataforma. Las personas que trabajan para ellos también lo hacían en Rappi. Es decir,  estaban registradas en una de estas empresas de mensajería pero trabajando para la plataforma de Rappi sin registro. Entonces, lo que hizo el sindicato fue entregar la huelga e intentar ingresar a más gente en esta empresa de mensajería. Es claro que hay un acuerdo entre esta Cámara y las aplicaciones para distribuirse el mercado. Rappi, Glovo y otras aplicaciones tienen una rotación perfecta. Es decir, contrata trabajadores sin ningún tipo de costo –lo cual implica una competencia desleal– y al mismo tiempo puede despedir sin costo. Aplica algoritmos para que los repartidores que están hace determinado tiempo en la aplicación reciban los peores o no reciban pedidos y se vayan. Entonces en el lapso de 3 o 4 meses la plantilla de estas aplicaciones cambia casi por completo. Ahí los que se organizaron tomaron conciencia de que probablemente fueran a perder el trabajo ya que la aplicación tiene la potestad absoluta de despedir como quiere. Por lo tanto, con este nivel de conflicto con la empresa y con la estrategia del sindicato con los trabajadores que se estaban organizando prácticamente no había otra alternativa más que constituir un nuevo sindicato.

–¿Cómo se inscribe, en el panorama existente, este nuevo tipo de trabajadores y de organización?
J. M. O.: –Una concepción propia de algunos gremios que se enfrentan a estas aplicaciones es que no deberían existir y por lo tanto no debería existir este trabajo. Entonces, cuando los trabajadores de plataformas se organizan, reciben de otros gremios un rechazo total. Lo que veo es que hay un interés legítimo de los sindicatos tradicionales que no pueden desplegar una estrategia inteligente frente al avance de estas aplicaciones. Un fenómeno similar sucede entre la actividad de los taxis y Uber. Es decir, cámaras empresarias y sindicatos que se alían en contra de la plataforma y de los choferes de plataformas. Me parece una estrategia legítima pero no eficiente para lidiar con una nueva economía, con una nueva forma de comerciar, de marketing, de organización del trabajo, etc. Creo que es una estrategia equivocada que los trabajadores se adecuen a los intereses de los patrones en contra de nuevos patrones tecnológicos.

–¿Se asesoraron, conversaron e intercambiaron experiencias con el resto de los sindicatos para construir su espacio?
M. F.: –Los otros sindicatos nos escucharon, brindaron su apoyo, aconsejaron e invitaron a participar de charlas. Pusieron la problemática sobre la mesa. En la presentación del libro de Tali Goldman, La Marea Sindical, estuve reunida con Virginia Bouvet, de metrodelegados. También hablamos con Foetra; tuvimos reuniones con la CTA, con Hugo Yasky y con la CGT. En realidad recibimos mucho apoyo.

–El desembarco de este tipo de economías parece inevitable. ¿Consideran que la llegada de estas plataformas a la Argentina fueron favorecidas por el contexto sociopolítico?
J. M. O.: –La expansión de la economía de plataformas es un hecho. Evidentemente hay un nuevo mercado. Hay una nueva manera de generar mercados y oportunidades de empleo. El problema es que la economía de plataformas, así como está planteada hoy, está generando empleo precario en todas las ciudades del mundo. Sobre todo en las grandes ciudades. Pero también es cierto que se expanden mucho más rápido en economías sumergidas o en períodos de crisis. Además de señalar como causa que hay una crisis de empleo en Argentina, hay que decir que la mayoría de los empleos que se crean en Argentina son precarios, a plazo, monotributistas, monotributistas sociales, etc. Desde APP monitoreamos la expansión de Rappi, pero también de otras plataformas. El crecimiento que tuvieron en un año es exponencial: desde febrero, pasaron por Rappi más de 20 mil trabajadores en todo el país. Esto no quiere decir que esa sea la cantidad de trabajadores permanentes en la empresa, lo que significa es que hicieron la capacitación y prestaron servicio, en todo el año, más de 20 mil trabajadores. Todo esto está exhibido en las estadísticas como empleo precario. Claramente guarda una relación la expansión de la economía de plataformas, en estas condiciones, con las estadísticas que se exhiben de la expansión del empleo precario. Creo que hay una expansión generalizada de este tipo de economía, pero es cierto que en Argentina se da en este contexto de relaciones laborales y eso profundiza el grado de precariedad de la expansión. Lo cierto es que la economía de plataformas genera oportunidades de empleo, el tema es en qué condiciones se da esto. La precariedad pasa porque en el siglo XXI se están dando relaciones laborales como si estuviéramos en el siglo XIX.

–¿Cómo se posicionan los Estados frente a esta expansión de la economía de plataformas y el consecuente crecimiento del empleo precario?
J. M. O.: –Hay un temor de los Estados que desincentivan este tipo de modelos y, por lo tanto, frenan la creación de este tipo de empleo. La pregunta es ¿para qué crear esta cantidad de empleo en estas condiciones? Sobre todo porque la mayoría de los trabajadores de estas plataformas son migrantes. Pero además hay que tener en cuenta que las personas contratadas por estas plataformas trabajan pocos meses y son sometidas a esfuerzos físicos enormes. Cuando quedan finalmente sin trabajo eso trae consecuencias sociales muy graves. A medida que se vayan percibiendo estas consecuencias sociales, no sólo laborales, los Estados van a tener que prestarle más atención a esta situación. La solución puede ser regulatoria o con alguna política de contención. Incluso se pueden considerar soluciones mixtas, para garantizar ingresos mínimos, para que haya seguro de riesgos, para que se limiten las horas de trabajo. Actualmente, la plataforma te incentiva a trabajar cada vez más horas y se genera una competencia que hace que las jornadas se extiendan hasta 15 o 17 horas. En Europa ya se está discutiendo cómo organizar la jornada para este tipo de plataformas y lo mismo va a tener que suceder en Latinoamérica. Más allá del signo político de cada gobierno. El sindicalismo comprendió que este modelo, así como está planteado, más que un peligro para los standards de trabajo decente, lo es para el trabajo en sí. Nadie cree que este modelo sea parte del sueño emprendedor.

–Sobre la solución regulatoria, ¿considera que la normativa se tiene que adecuar o hay que generar un nuevo marco?
J. M. O.: –Lo que creo es que cualquier tipo de regulación tiene que ir en este sentido que mencioné: ingreso básico, libertad sindical, seguro de riesgos, jornada de trabajo, etc. Creo que ese proceso se va a dar. A través del reconocimiento de este tipo de relaciones laborales tradicionales o bien con regulaciones específicas. Hay que estar muy atentos. En Argentina, hay un proyecto de reforma laboral que está latente. Creo que ya está sepultado. Sin embargo, es alarmante porque contiene una propuesta que es la de crear un estatuto de los trabajadores autónomos. Eso vendría a ser la desregulación de este tipo de relaciones. A veces, ante la urgencia de regular se puede caer en el fortalecimiento de una reforma flexibilizadora. Una reforma de este tipo sería catastrófica para los trabajadores de la economía de plataformas. Porque si se crea este tipo de empleo, con este nivel de precariedad y además se le agregan leyes flexibilizadoras, después es muy difícil volver a discutir cómo incorporar una clave de derechos. Entonces, creo que hay que ser delicados en cuanto a la urgencia de una regulación sobre el tema. Actualmente, centros de estudios, juristas, investigadores, están tratando de entender el fenómeno. Si se da una reforma regulatoria antes de la comprensión del fenómeno puede ser contraproducente. En el seno del gobierno también se está dando este debate. En este marco creo que hay que destacar el reconocimiento de la organización de los trabajadores de plataformas. Esto también lo está discutiendo el sindicalismo argentino que tiene una tradición de enorme dinamismo. Todos los actores sociales se están enfrentando a un dilema, que creo que es el dilema más actual: cómo incorporar todo esto dentro de un esquema de derechos.
Fuente:Pagina/12

El endeudamiento agrava los 1.000 puntos básicos de riesgo país


 Resultado de imagen para plan primavera

 Por Gustavo Perilli

Un poco de recuerdo
Observando series de riesgo país, surgen el grado de "coqueteo y euforia" y, luego, las crisis a las
que se exponen los distintitos Gobiernos de los diferentes países cuando salen a abrazar al mercado
financiero internacional sin contar con los suficientes recaudos. En este aspecto, posiblemente la
Argentina es la abanderada en América latina, seguida por México y Brasil como escoltas y Chile, en
otros momentos.
Si hubiera que ponerle una fecha de inicio a todo el festival financiero, ya nadie duda que data de
inicios de la década de 1970, cuando Estados Unidos abandonó el patrón oro y socializó el riesgo
financiero en el mercado global. A partir de ese momento, "el humor de los grandes jugadores del
mundo financiero" pasó a ser el protagonista fundamental en los vaivenes macroeconómicos. Como
señala el profesor Michel Aglietta, la máxima figura de la escuela regulacionista, "los inversores
institucionales (fondos de pensión o fondos comunes de inversión) se transformaron en los agentes
financieros que desempeñan el papel más importante en las colocaciones de capital (Aglietta,
2000)".
Desde el decenio del noventa, el spread de riesgo soberano (el comúnmente conocido riesgo país),
se transformó en la medida de optimismo del mercado. Elaborado por el banco de inversión insignia
de Wall Street, JP Morgan, a través de la comparación de diferenciales de tasas de interés entre
bonos (de un país con respecto a los de riesgo cero de los de los Estados Unidos), actualmente
provee una medida del valor del riesgo y al costo del financiamiento externo de los países. Cuando
los bonos “caen en desgracia”, ese diferencial (o spread) se amplía y todo se transforma “en un
inmenso mar de dudas” (y viceversa) que, luego, se filtra en el corto plazo en la actividad productiva
interna y el mercado de trabajo a través del canal de créditos.
¿Es lógico o injusto este mecanismo automático? Con independencia de que lo sea o no (porque el
mundo funciona así y es imposible cambiarlo), las autoridades deben ser conscientes del juego al
que someten la soberanía de la Nación cuando estampaban la firma en un contrato o, por ejemplo,
una carta de intención acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En todo caso, el
problema no es la deuda sino el rol que juega dentro de la estabilidad macroeconómica, habida
cuenta de las condiciones en las que se está tomando, el destino dispuesto para esos fondos (en
materia de comparación de rendimientos) y, por lo tanto, la capacidad de pago en función del
momento presente y esperado (la anatomía y el estado de la coyuntura nacional e internacional).
La Argentina y el riesgo país actual: los dolorosos 1.000 bp de riesgo.
En estos días, en la Argentina se habló extensamente acerca del daño generado por los 1.000 puntos
básicos (bp). No es para menos, el encarecimiento del endeudamiento es grave ahora porque la
Argentina, una vez más, ingresó al mundo financiero global sin las correspondientes regulaciones
abrazando el dogma de la generación de confianza como la única virtud para que todo se resuelva
(incluso el agrietamiento estructural). Desde el año pasado, la Argentina arrastra una deuda
históricamente elevada con el FMI. Tanto es así que no sólo preocupa en Buenos Aires porque
representa el 90% del producto interno bruto (PIB), sino también en Washington debido a que


explica alrededor del 50% de la cartera del organismo (el FMI). En otras palabras, hoy las sombras
no sólo oscurecen Buenos Aires sino también Washington.
Como se observa en el gráfico siguiente, la economía argentina pasó por escandalosas etapas de
riesgo soberano. En la etapa del “efecto default” superó los 7.200 puntos básicos (bp); luego, como
consecuencia de los coletazos de la crisis del sistema bancario de los Estados Unido (proveniente de
la exposición de Brasil), alcanzó a 2.000 bp; posteriormente, como consecuencia de la mala
reputación en el mercado a partir del “cepo” y “el conflicto buitre” tocó el nivel de los 1.300 bp y,
finalmente, tras el “efecto traición”, la supuesta mala jugada de los bancos de inversión para con el
Gobierno, trepó hasta los 1.000 bp actuales que preocupan y molestan quizás más que en los
últimos años ¿Por qué? Porque ahora la diferencia es el endeudamiento de 90% del PIB (y los
vencimientos que ya asoman para los próximos años), en comparación con los 40% de los momentos
más tediosos de la fase del “Cepo” y el “Conflicto Buitre”.

El riesgo soberano argentino en la historia reciente
Evolución del spread de riesgo soberano elaborado por JP Morgan



En puntos básicos



Fuente: Elaboración Propia en base a JP Morgan
La coyuntura muestra un contundente estado de estanflación (inflación y depresión) con elevados
niveles de pobreza (problema flujo / stock) aunque, como se encarga siempre de señalarlo el
Gobierno, con avances en lo inherente al desequilibrio de las cuentas pública y externa. ¿Alcanzarán
estos logros para ofrecerlo al mercado como una pieza de caza mayor (y para salir airosamente de
este complejo escenario? Dependerá de las señales que provengan desde la economía internacional
y de los resultados de la política económica. El panorama es realmente grave porque, en rigor, no
se esperan demasiados cambios (es poco probable que haya brotes verdes) y todo indica que se
acelerará tanto la recesión como la inflación y que el próximo Gobierno deberá sentarse a
renegociar con el FMI. Un dato para cerrar: la inflación de abril sería levemente más elevada que la
de marzo (orillaría el 5%, m/m).