viernes, 24 de abril de 2020

Noam Chomsky y el coronavirus: "Otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo"

La visión de filósofo y lingüista sobre la situación actual y el mundo que viene

Fuente:Pagina/12


 
 
Imagen: AFP
"Otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo". Así se refiere el filósofo y lingüista Noam Chomsky a la pandemia de coronavirus que golpea al mundo. También advierte que los gobiernos están siendo “el problema y no la solución” y sobre la situación puntual de Estados Unidos sostiene que se ve agravada por la condición de “bufones sociópatas” que manejan la administración de ese país con Donald Trump a la cabeza. Sobre los cambios que pueden llegar a producirse alerta que “esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora”, aunque aclara que “eso depende de la gente joven” y “de cómo la población mundial reaccione”.

Por la pandemia de coronavirus Chomsky dejó su oficina en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y se recluyó en su casa en Tucson, Arizona. Desde allí repasó el escenario actual en una entrevista con EFE.
-¿Qué lecciones positivas podemos extraer de la pandemia?
-La primera lección es que estamos ante otra falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor. Es obvio después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS en 2003. Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se ha hecho. Las farmacéuticas tenían recursos y son superricas, pero no lo hacen porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una catástrofe a la vuelta de la esquina. Y luego viene el martillo neoliberal. Los gobiernos no pueden hacer nada. Están siendo el problema y no la solución. Estados Unidos es una catástrofe por el juego que se traen en Washington. Saben cómo culpar a todo el mundo excepto a ellos mismos, a pesar de que son los responsables. Somos ahora el epicentro, en un país que es tan disfuncional que ni siquiera puede proveer de información sobre la infección a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
-¿Qué opina de la gestión de la administración Trump?
-La manera en la que esto se ha desarrollado es surrealista. En febrero la pandemia estaba ya haciendo estragos, todo el mundo en Estados Unidos lo reconocía. Justo en febrero, Trump presenta unos presupuestos que merece la pena mirar. Recortes en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades y en otras partes relacionadas con la salud. Hizo recortes en medio de una pandemia e incrementó la financiación de las industrias de energía fósil, el gasto militar, el famoso muro... Todo eso te dice algo de la naturaleza de los bufones sociópatas que manejan el gobierno y que el país está sufriendo. Ahora buscan desesperadamente culpar a alguien. Culpan a China, a la OMS... y lo que han hecho con la OMS es realmente criminal. ¿Dejar de financiarla? ¿Qué significa eso? La OMS trabaja en todo el mundo, principalmente en países pobres, con temas relacionados con la diarrea, la maternidad... ¿Entonces qué están diciendo? "Entonces, matemos a un montón de gente en el sur porque quizás eso nos ayude con nuestras perspectivas electorales". Eso es un mundo de sociópatas.
-Trump empezó negando la crisis, dijo incluso que era una noticia falsa demócrata... ¿Puede ser esta la primera vez que a Trump le han vencido los hechos?
-A Trump hay que concederle un mérito... Es probablemente el hombre más seguro de sí mismo que ha existido nunca. Es capaz de sostener un cartel que dice "los amo, soy vuestro salvador, confíen en mí porque trabajo día y noche para ustedes" y con la otra mano apuñalarte en la espalda. Es así cómo se relaciona con sus votantes, que lo adoran independientemente de lo que haga. Y recibe ayuda por un fenómeno mediático conformado por Fox News, Rush Limbaugh, Breitbart... que son los únicos medios que miran los republicanos. Si Trump dice un día "es solo una gripe, olvídense de ella", ellos dirán que sí, que es una gripe y que hay que olvidarse. Si al día siguiente dice que es una pandemia terrible y que él fue el primero en darse cuenta, lo gritarán al unísono y dirán que es la mejor persona de la historia. A la vez, él mismo mira Fox News por las mañanas y decide qué se supone que tiene que decir. Es un fenómeno asombroso. Rupert Murdoch, Limbaugh y los sociópatas de la Casa Blanca están llevando el país a la destrucción.
-¿Puede esta pandemia cambiar la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza?
-Eso depende de la gente joven. Depende de cómo la población mundial reaccione. Esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Recuerde: la clase capitalista no cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles, destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección... En medio de la pandemia en EEUU se han eliminado normas que restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes... Eso significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos quedará.
-¿Cómo queda el mapa de poder en términos geopolíticos después de la pandemia?
-Lo que está pasando a nivel internacional es bastante chocante. Está eso que llaman la Unión Europea. Escuchamos la palabra "unión". Entonces, mira Alemania, que está gestionando la crisis muy bien... En Italia la crisis es aguda... ¿Están recibiendo ayuda de Alemania? Afortunadamente están recibiendo ayuda, pero de una "superpotencia" como Cuba, que está mandado médicos. O China, que envía material y ayuda. Pero no reciben asistencia de los países ricos de la Unión Europea. Eso dice algo... El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo puedes decir en EE.UU. porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver. Una persona educada y obediente se supone que tiene que culpar a China, invocar el "peligro amarillo" y decir que los chinos vienen a destruirnos, nosotros somos maravillosos. Hay una llamada al internacionalismo progresista con la coalición que empezó Bernie Sanders en Estados Unidos o Varoufakis en Europa. Traen elementos progresistas para contrarrestar el movimiento reaccionario que se ha forjado desde la Casa Blanca (...) de la mano de estados brutales de Oriente Medio, Israel (...) o con gente como Orban o Salvini, cuyo disfrute en la vida es asegurarse de que la gente que huye desesperadamente de África se ahoga en el Mediterráneo. Pones todo ese "reaccionarismo" internacional en un lado y la pregunta es... ¿serán contrarrestados? Y solo veo esperanza en lo que ha construido Bernie Sanders.
-Que ha perdido...
-Se dice comúnmente que la campaña de Sanders fue un fracaso. Pero eso es un error total. Ha sido un enorme éxito. Sanders ha conseguido cambiar el ámbito de la discusión y la política y cosas muy importantes que no se podían mencionar hace un par de años ahora están en el centro de discusión, como el Green New Deal, esencial para la supervivencia. No le han financiado los ricos, no ha tenido apoyo de los medios... El aparato del partido ha tenido que manipular para evitar que ganase la nominación. De la misma manera que en Reino Unido el ala derecha del Partido Laborista ha destruido a Corbyn, que estaba democratizando el partido en una manera que no podían soportar. Estaban dispuestos hasta a perder las elecciones. Hemos visto mucho de eso en EE.UU., pero el movimiento permanece. Es popular. Está creciendo, son nuevos... Hay movimientos comparables en Europa, pueden marcar la diferencia.
-¿Qué cree que pasará con la globalización tal y como la conocemos?
-No hay nada malo con la globalización. Está bien ir de viaje a España, por ejemplo. La pregunta es qué forma de globalización. La que se ha desarrollado ha sido bajo el neoliberalismo. Es la que han diseñado. Ha enriquecido a los más ricos y existe un enorme poder en manos de corporaciones y monopolios. También ha llevado a una forma muy frágil de economía, basada en un modelo de negocio de la eficiencia, haciendo las cosas al menor coste posible. Ese razonamiento te lleva a que los hospitales no tengan ciertas cosas porque no son eficientes, por ejemplo. Ahora el frágil sistema construido está colapsando porque no puede lidiar con algo que ha salido mal. Cuando diseñas un sistema frágil y centralizas la manufacturación y la producción solo en un lugar como China... Mira Apple. Hace enormes beneficios, de los que pocos se quedan en China o en Taiwán. La mayor parte de su negocio va a parar a donde probablemente han puesto una oficina del tamaño de mi estudio, en Irlanda, para pagar pocos impuestos en un paraíso fiscal. ¿Cómo es que pueden esconder dinero en paraísos fiscales? ¿Es eso parte de la ley natural? No. De hecho en Estados Unidos, hasta Reagan, era algo ilegal. Igual que las compraventas de acciones. (...) ¿Eran necesarias? Lo legalizó Reagan. Todo ha sido diseñado, son decisiones... que tienen consecuencias que hemos visto a lo largo de los años y una de las razones por las que encuentras lo que se ha mal llamado "populismo". Mucha gente estaba enfadada, resentida y odiaba al gobierno de forma justificada. Eso ha sido un terreno fértil para demagogos que podían decir: soy tu salvador y los inmigrantes esto y lo otro.
-¿Cree que, tras la pandemia, Estados Unidos estará más cerca de una sanidad universal y gratuita?
-Es muy interesante ver esa discusión. Los programas de Sanders, por ejemplo, sanidad universal, tasas universitarias gratuitas... Lo critican en todo el espectro -ideológico-. Las críticas más interesantes vienen de la izquierda. Los columnistas más liberales del New York Times, CNN y todos ellos... Dicen que son buenas ideas, pero no para los estadounidenses. La sanidad universal está en todas partes. En toda Europa de una forma u otra. En países pobres como Brasil, México... ¿Y la educación universitaria gratuita? En todas partes... Finlandia, Alemania, México... en todos lados. Así que lo que dicen los críticos en la izquierda es que Estados Unidos es una sociedad tan atrasada que no se puede poner a la altura del resto del mundo. Y te dice bastante de la naturaleza, la cultura y de la sociedad.

jueves, 23 de abril de 2020

El teletrabajo ha generado más estrés y también ha obligado a ampliar el horario laboral

Ha sido difícil la adaptación: demandas “full time”, hiperconexión, lo doméstico y la falta de recursos, entre los problemas más comunes

Por Verónica De Vita - vdevita@losandes.com.ar
El aislamiento social repentino encontró medio mal parados a varios para afrontar el teletrabajo. Por eso tropezones no han faltado.
Para algunos ha requerido un gran esfuerzo. Aunque hay empresas que tienen sistemas bien implementados, la mayoría no estaba preparada para algo de este tipo y hubo que apelar a los recursos hogareños. Así, la organización de los horarios ha sido “el tema”. 

 
 
Por eso, entre quienes han debido adaptarse a este modo de trabajo hay temas recurrentes. Uno de ellos es que definitivamente se trabaja más, hay una hiperconexión que a veces agobia y que incluso puede llegar a ser full time.
“La carga del teléfono antes me duraba un día entero, ahora a la siesta ya no tiene batería”, detalló Laura, oficial de empresa en un banco, para graficar la situación.

 
“El horario laboral ya no es de lunes a viernes de 8 a 15, yo estoy todo el día con el teléfono y con el correo, los jefes te escriben a toda hora y te obligan a estar conectada”, continuó.
El especialista en medicina laboral y presidente de la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud, Carlos Trad Fager, reconoce la sobrecarga. “No hay dudas que el horario que se dedica en la vivienda es mayor y sería bueno cuantificarlo con estudios específicos”, advirtió.

 
“Nuestro manejo de la tecnología es todavía incipiente a nivel de población general, en este período hemos encontrado limitaciones por nuestro insuficiente entrenamiento en el trabajo informático, hay quienes no encuentran cómo resolver problemas digitales”, continuó.
Pero además resaltó que el escenario de pandemia ha desnudado un problema que ya existía: luego de luchas sangrientas por lograr jornadas laborales de ocho horas, desde hace años estas se extienden cada vez más. Esto está particularmente influenciado por el acceso digital.

Hiperconexión

Diferentes horarios de trabajo de los miembros de la organización, dificultades para autogestionarse en un escenario nuevo y contar con menos recursos que en el espacio laboral son algunos factores. 
Al estar en la casa la jornada laboral está atravesada por cuestiones domésticas y hay quienes creen que pueden conectarse a cualquier hora. Ni hablar si hay que sumar el acompañamiento a las actividades escolares de los hijos y adaptarse a los horarios en que los negocios están abiertos porque además -y como si fuera poco- también hay que comer.

 
Belén tampoco pudo escapar a esta realidad. Es economista y trabaja en una universidad. Dice no o saber si trabaja más o menos, pero sí que se le desordenaron mucho los horarios, y ya no trabaja sólo por la mañana sino también por la tarde.
“Eso me ha llevado a trabajar durante todo el día pero en intervalos cortos de tiempo (...) me pongo a hacer otras cosas que no son de mi trabajo”, explicó en referencia a otras cuestiones que también debe resolver. Por la tarde también tiene interrupciones. “En conclusión, siento que mi productividad en las horas que me conecto para trabajar se ha reducido notablemente, lo que me ha llevado a tener que estar más horas conectada”.
Como consecuencia termina el día más cansada y con el estrés de haber estado todo el tiempo vinculada al trabajo.
 

Recursos propios

Otro aspecto es que los recursos debe aportarlos el empleado. Electricidad, conexión a internet y aparatos como teléfono o computadora corren por su cuenta. A los costos que esto implica se suma que muchas veces no son los mismos que hay en la oficina y por ello la labor resulta complicada o más extensa.
“Me agota tanto trabajar desde mi casa sin todas las herramientas que terminé saliendo para trabajar mejor desde la oficina, así que dejé a mis hijas solas”, mencionó.
Tener que responder a demandas todo el tiempo no es inocuo; toda la situación genera estrés y ansiedad que en muchos casos se manifiestan orgánicamente con alteración del sueño o problemas gastrointestinales. 

 
La psicóloga social y laboral Nilda Bautista destacó esto pese -señaló- a que el teletrabajo ya estaba instalado para muchos como opción. “El trabajo impuesto por la pandemia requiere un tiempo de adaptación. Quizá no había un espacio de trabajo ni horas dedicadas a ello. La adaptación no es sencilla y depende de cada persona”, explicó.
“Si hay un exceso de horas sumado al aislamiento se genera un estrés porque es un cambio de rutina, sumado a la pérdida de libertad”, consideró.

La escuela

Quienes saben de esto son los docentes, que de un día para el otro debieron reformular radicalmente la forma de trabajo. Las dificultades para organizarse, la conectividad y la disponibilidad de computadora o teléfono dilatan los plazos.

 
“A muchos se les complica enviar las respuestas y lo hacen a veces a las 2 o 3 de la mañana, es que hay chicos que sólo pueden conectarse por la noche. Por eso también les cuesta cumplir con horarios y fechas de entrega”, relató Fabiana, profesora de Economía.
A eso se ha sumado la necesidad de responder consultas permanentemente, sobre todo a las maestras de primaria y profesores de primer año.
Los padres que trabajan deben agregar el acompañamiento escolar de los hijos, ya que las horas dedicadas a esto se han incrementado notoriamente con el aislamiento y la educación digital.
 

Los pros y los contras

El teletrabajo es un destino al que no se podrá escapar, sin embargo impuesto abruptamente ha generado complicaciones. De las experiencias se destacan los pro y los contra.
Positivo 

• se evita el tiempo de traslado
• se ahorra dinero
• se trabaja con ropa cómoda
• no hay necesidad de arreglarse tanto (más ahorro de tiempo y dinero)
• en muchos casos puede autogestionarse el tiempo
• beneficio para familias con niños en etapa de lactancia o pequeños
 
 
Negativo

• se trabajan más horas
• hiperconexión
• dificultades para gestionar el tiempo
• necesidad de coordinar tareas domésticas, más con el aislamiento ya que están todos en el hogar
• se usan los recursos propios
• sobrecarga de las redes y dificultades de conexión
• escasez de recursos tecnológicos
• desatención del cuidado personal
• abuso de alimentos
• conflictos en el entorno familiar.


Fuente: Los Andes

martes, 14 de abril de 2020

Pandemia:Pensar diferente la economia


Qué diferencia hay entre pandemia y epidemia?

















 Como vemos en el articulo que dejamos a continuación, aparentemente la pandemia y los impactos en la economia serán a largo plazo, por lo menos ese es el analisis al momento. En ese sentido, quizas el planteo sea comenzar a pensar la economía como una continuacion de la pandemia. Adelantarse y acelerar el  proceso de daptación de la economia a las nuevas condiciones. Es decir, por ejemplo organizar horarios para los comercios para que puedan vender sin aglutinamiento de personas, reunir sindicatos, empresarios , estado asesorados con sanitaristas para organizar la produccion evitando contagios lo mas posible, etc . Ya que, es  muy factible que, de continuar la cuarentena, la necesidad  de salario de las personas haga que de hecho caiga la misma generando conflictos mas graves.




 Del blog ramble tamble
Las proyecciones del impacto económico de la Covid-19 se hacen más sombrías día a día
POR CARLOS NORBERTO PAFUNDO





Como reconoció un ejecutivo del fondo BlackRock entrevistado por The New York Times, hoy la incertidumbre es mayor que durante el pico de la crisis financiera de 2008. Naturalmente, los inversores buscan refugio en títulos gubernamentales y esta situación llevó el rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años a tocar un récord mínimo de 0,4949% de tasa de interés (recordemos que cuando suben los precios de los títulos por aumento de la demanda, baja su rendimiento). El oro, otro refugio en tiempos de crisis, subió a 1648 dólares el pasado viernes 3 de abril registrando un aumento del 0,68%.
Domina la incertidumbre en el sentido que Keynes le atribuye a este término: no hay elementos para poder siquiera calcular probabilidades de cursos futuros. Nadie sabe, por ejemplo, cuánto se podrá extender el virus —¿se debilita con la llegada del calor?— o cómo afectará la producción global en la medida en que se siga extendiendo. Sin embargo, todo indicaría que sí se puede afirmar que se dan condiciones para una depresión global, esencialmente porque la actual crisis se desarrolla sobre economías que nadan en un mar de deudas, debilidad de inversión y crecientes desequilibrios.
La aparición del coronavirus nos ha recordado dramáticamente que somos seres constituidos sobre una base biológica. Esta cuestión se puede vincular con las nociones de trabajo abstracto y concreto a las que se refiere Marx, en el sentido que el punto de partida de su análisis no consiste en individuos optimizando el consumo de “bienes dados”, como acostumbra decir el relato neoclásico, sino de individuos que trabajan asociados, gastando su fuerza humana de trabajo para generar los bienes que les permitan reproducir dicha fuerza de trabajo. Y este es el contenido último del trabajo abstracto: es el gasto humano de energía, de nervios y músculos. Hablamos entonces de un condicionamiento físico y fisiológico, ya que una sociedad de productores no puede consumir más energía para trabajar que la reposición energética de su fuerza de trabajo total. Naturalmente, las formas de trabajo cambian historicamente, según se modifican las relaciones sociales de producción. Sin embargo, esas formas no hacen desaparecer el hecho de que el gasto humano de energía constituye la sustancia de todo trabajo.
Los teóricos sociales críticos se focalizan principalmente en factores culturales cuando estudian sociedades, pasando por alto que existen constricciones materiales que atraviesan la historia, y que la producción material y la reproducción –los intercambios materiales entre las sociedades y sus entornos— constituyen el fundamento de toda sociedad.
Lo planteado en los párrafos precedentes apunta a remarcar que la expansión del virus está afectando de forma directa a la fuerza de trabajo, la fuerza productiva imprescindible –dado el grado actual de desarrollo tecnológico— para poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto. En otras palabras, no hay posibilidad alguna, por ahora, de que se pueda prescindir del trabajo humano. La observación es pertinente dado que muchos cientistas sociales descalifican la teoría del valor trabajo con el argumento de “ya no es actual, porque el trabajo humano ha sido reemplazado por la robótica y la automatización”. Sin embargo, si la fuerza laboral está obligada a quedarse en casa por cuarentena, preventiva o por enfermedad, no hay posibilidad de poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto ni de hacer circular el producto social. Esta situación lleva a la caída del producto.
Por otra parte, la necesidad de frenar los contagios empuja a la caída del consumo (turismo, servicios recreativos, restaurantes), lo que a su vez contrae más la producción. Vale decir que la demanda cae porque caen también los ingresos (salarios, rentas, ganancias del capital, etcétera) y porque varían los hábitos de consumo. En consecuencia caen al mismo tiempo producción, circulación y demanda, en un movimiento en espiral descendente. Por todos lados aumenta la capacidad ociosa –por ejemplo, aviones en tierra o semivacíos, al igual que restaurantes, shoppings, etcétera—, llevando a crecientes pérdidas y, en un plazo más largo, a suspensiones o despidos de trabajadores.
Paralelamente, va a empeorar la situación fiscal: hay caída de ingresos tributarios, y aumento de los gastos en salud pública, lo cual pondrá más presión sobre los mercados financieros y potenciará la crisis. Precisemos también que en la medida en que se extienda el virus en países subdesarrollados, sus servicios sanitarios y sociales pueden verse sobrepasados, agravando las penurias de los trabajadores y la población en general.
A su vez, la caída de la producción y la demanda en países centrales –China en primer lugar— afecta de lleno a países exportadores de petróleo, alimentos y otros commodities, lo que agravará las dificultades en las cuentas externas, deprimirá más la demanda mundial y dará lugar a mayor desvalorización de capitales. En este aspecto, la situación se diferencia de la experimentada en 2008: en ese momento veníamos de un período de fuerte ascenso de los precios de las materias primas, por consiguiente muchos países exportadores de commodities tenían reservas que ayudaron a sostener la demanda mundial; además habían reducido sus niveles de endeudamiento. Pero más importante aún, entre 2009 y 2012 China impulsó la demanda con ingentes inyecciones de gasto estatal. Nada de esto ocurre ahora: los precios de los commodities –y el petróleo en primer lugar— están en descenso, los niveles de endeudamiento de los países atrasados aumentaron y China frenó la producción.
Pero además, en la medida en que la producción se ha globalizado, la espiral descendente se hace global. Ningún país capitalista puede escapar a esta dinámica. En particular, las cadenas internacionales de valor hacen sentir los efectos negativos de la caída en cualquiera de sus eslabones, afectando al resto de la cadena. Y a esto hay que sumar el agravante de que esas repercusiones bajistas se intensificarán si recrudecen medidas proteccionistas; lo hemos visto con el Brexit, o en las disputas entre Estados Unidos y China, entre otras. Dichas repercusiones ahora pueden intensificarse, por ejemplo, mediante las devaluaciones competitivas o peor aún, por políticas xenófobas y reaccionarias (cierre de fronteras, ataque a inmigrantes).
La crisis desatada con la irrupción del coronavirus se inserta en esta situación financiera y de debilidad de la acumulación, y es esta combinación –interacción potenciada entre la esfera de la producción y la circulación, o entre la esfera de las finanzas y el crédito— la que puede arrastrar a la economía global a la depresión. Es que así como la suba de los precios de los activos potencia el apalancamiento, y este lleva a mayores subas; cuando viene la caída de los valores el movimiento se da en reversa, hacia abajo y en espiral.
Ese exceso de apalancamiento se deja ver en las cifras de las deudas. Según la cadena Bloomberg, hoy la deuda de las empresas estadounidenses supera a la de los hogares por primera vez desde 1991. Empresas de energía, en especial las que invirtieron en shale, están muy endeudadas; también lo están las empresas de viajes, como American Airlines y Hertz. Siempre según Bloomberg, la deuda corporativa pasó de 10,7 billones de dólares en diciembre de 2008, a 16 billones en septiembre de 2019. El valor de los bonos de alto rendimiento (o sea, inversiones peligrosas) alcanza 1,3 billones, contra los 786.000 millones de dólares registrados hace una década. Casi la mitad del mercado de bonos en grado de inversión está calificado BBB; a ellos se aplica la posibilidad de una caída de calificación, que obligaría a ventas masivas. A su vez, el mercado de préstamos apalancados alcanza 1,15 billones de dólares.
Tengamos en cuenta que los mecanismos recesivos se entrelazan y potencian, con la posibilidad de arrastrar uno tras otro a todos los sectores. En particular, estas dinámicas son inherentes al crédito, que actúa como elemento unificador. Otra vez, en palabras de Marx: “En un sistema en el cual toda la conexión del sistema de reproducción se basa en el crédito, si el crédito cesa súbitamente y solo vale ya el pago en efectivo, debe producirse evidentemente una crisis, una violenta corrida en procura de medios de pago. Por ello, a primera vista toda la crisis sólo se presenta como una crisis de crédito y de dinero. Y de hecho, sólo se trata de la conversión de las letras en dinero. Pero estas letras representan, en su mayor parte, compras y ventas reales, cuya amplitud, que supera en mucho las necesidades sociales, concluye por constituir el fundamento de toda la crisis” (El Capital, t.. 3, p. 460). Es por esto que cuando se desatan dinámicas como la presente, todos los activos están en un nivel de correlación cercano a uno; o sea: no hay manera de atenuar las desvalorizaciones masivas recurriendo a la diversificación de las inversiones.
Según el Investment Trends Monitor de marzo, de UNCTAD, las proyecciones del impacto económico del Covid-19 se hacen más sombrías día a día. La previsión inicial era que la crisis se sentiría primero y de manera más fuerte por el lado de la oferta: paros en la producción; interrupciones en la cadena de oferta en Asia del Este (China, en primer lugar) y caídas en las economías fuertemente integradas en las cadenas globales de valor. Crisis importante, pero acotada.
Pues bien, ese pronóstico quedó atrás. Las cuarentenas y cierres de producción se hacen sentir con independencia de que las economías estén integradas a las cadenas globales de producción, y afectan de pleno a la demanda y a toda la producción. De ahí que la previsión es que la crisis será mayor que en 2008-9. En primer lugar, porque su efecto es más extendido. En segundo término, porque es más inmediato ya que el shock de demanda se ve acompañado de interrupciones forzadas y postergación de proyectos de inversión. Luego, porque en la medida en que la actividad económica es golpeada, puede desarrollarse una crisis en el sector financiero cuando muchas empresas no puedan cumplir sus obligaciones financieras, lo que tendrá un efecto en cascada sobre los flujos de inversión global. Todo indicaría que la dinámica es cada vez más negativa.
Según UNCTAD, aproximadamente el 80% de las 5.000 mayores multinacionales que monitorea ha revisado a la baja sus previsiones de ingresos. A comienzos de marzo, el promedio de revisión a la baja de los ingresos era del 9%. Pero en las últimas semanas, la mayoría hizo nuevas revisiones; en promedio, las que operan en los países adelantados bajaron sus previsiones un 35%.
En cuanto a China, en el primer bimestre el gasto de capital bajó solo en los dos primeros meses un 25%. Las multinacionales que operan en el país prevén, en promedio, caídas de ingresos del 21%. La inversión en activos fijos descendió un 24,5%. Pero además, y debido a que las medidas de cierres se tomaron a mediados de enero y de manera desigual, es probable que el pico del efecto sea todavía mayor. Según la OIT, el valor agregado total de las empresas industriales en China cayó 13,5% durante los dos primeros meses de 2020.
En una previsión realizada por la OIT, cuando el número de infectados era de 170.000 personas, se estimaba un aumento de entre 5,5 y 24,7 millones de desocupados. El escenario “medio” preveía 13 millones (7,4 millones en los países adelantados). En la crisis de 2008-9 el desempleo aumentó 22 millones. De manera que las cifras de la OIT, si bien sombrías, no parecían tan alarmantes. Pero hoy los contagiados superan el millón y el parate de la actividad económica se ha extendido. Las pérdidas globales en los ingresos salariales se calculan en cifras que oscilan entre los 860.000 millones y los 3,44 billones de dólares.
Los datos del desempleo en Estados Unidos son los que posiblemente brindan una visión más realista de la forma en que se está desarrollando la crisis. Lo más impactante: solo en la semana que cerró el 28 de marzo 6,65 millones de personas pidieron seguro de desempleo. En la semana anterior, que cerró el 21/03, lo habían solicitado 3,3 millones. En la siguiente, como vimos, fue el doble. Además, en la semana terminada el 21/03 la mayoría de los que llenaron la solicitud eran trabajadores de hoteles, restaurantes y otros servicios. En la que terminó el 28/03 muchos pertenecen a la industria y el transporte. Es que en petróleo, energía, construcción de automóviles, entre otras actividades, el freno ha sido muy fuerte. Los proveedores de estas industrias también sienten la crisis. Boeing ya hace varias semanas paró su producción; lo cual pega de lleno no solo a sus trabajadores, sino a los de otras 17.000 empresas que son sus proveedoras. Varias acerías también pararon altos hornos, ya que no reciben pedidos de la industria del automóvil o de la petrolera. Muchas empresas han licenciado a los trabajadores, y muchas reducen el pago del salario; según Bloomberg, 623.000 trabajadores del automóvil y partes componentes están con licencia. Como dato más general señalamos que analistas del JP Morgan consideran que el producto bruto de Estados Unidos caería hasta el 14% en el segundo trimestre (aunque en realidad, nadie sabe cuánto puede caer).
Goldman Sachs, a su vez, prevé una tasa de desempleo del 15% hacia mitad de año. La Casa Blanca dice que podría llegar al 20%. Por último, Faria e Castro, economista de la Reserva Federal de San Luis, tiene un pronóstico incluso peor: estima que se perderán 47 millones de puestos de trabajo, lo que elevaría el desempleo a 52,8 millones de personas. Representaría el 32% de desocupados. En los 1930 el desempleo en Estados Unidos llegó al 25%, su récord histórico.
Al margen de las proyecciones, en cualquier caso es indudable que se trata de un crecimiento explosivo del desempleo, a una velocidad como no se ha visto en anteriores crisis. Y la situación en otros países adelantados (Italia o España, entre ellos) no parece tan distinta en lo que respecta a la gravedad de la caída.
En conclusión se dan los elementos para que asistamos a una espiral fuertemente descendente de la economía de Estados Unidos y de las economías europeas, lo que arrastraría a la economía global. La Reserva Federal ha inyectado dinero en el mercado, y lo mismo hacen otros bancos centrales, pero esto difícilmente revierta la caída de la producción y la demanda. Lo importante es tener presente la interacción entre caídas de la producción y la demanda, la agudización de las dificultades financieras y la repercusión de estas de nuevo sobre la producción y la demanda, agudizando la crisis. Este es un escenario, por lo menos, posible; y la caída o desaceleración de la economía mundial más que una especulación, ya es un hecho.

domingo, 12 de abril de 2020

El gobernador de la provincia de Buenos Aires adelanta sus propuestas para esta etapa de la cuarentena

Axel Kicillof: “Vamos a impulsar más cuidados para los adultos mayores y en el transporte”

El gobernador anticipa que implementará una red de ayuda y acompañamiento y un protocolo más estricto para la población en riesgo. Luego de la emergencia sanitaria, su principal preocupación es la economía.  “Buscamos que a pesar de esta circunstancia no haya gente que pase necesidad”, asegura.  
Imagen: Joaquín Salguero
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se reunió el sábado con su gabinete y con el Comité de Emergencia para evaluar el escenario ante esta nueva etapa de la cuarentena y los pasos a seguir. Cuenta a Página 12 que entre lunes y martes dialogará con los intendentes y los especialistas sanitarios para definir las propuestas que llevará al presidente Alberto Fernández, quien el viernes anunció que recibirá sugerencias de los gobernadores sobre posibles cambios en el aislamiento. La provincia de Buenos Aires incluye realidades muy distintas, no sólo en términos socioeconómicos sino también porque hay zonas con alta propagación del coronavirus y otras en las que la epidemia casi no ha llegado. Por eso, mientras que en estos últimos lugares podría haber modificaciones que aligeren la cuarentena, en el resto los controles serán incluso más estrictos.

Las principales preocupaciones son los adultos mayores y la situación que genera el transporte. Para la población en riesgo, anticipa Kicillof, se implementará una red de ayuda y acompañamiento y un protocolo más estricto. Luego de la emergencia sanitaria, la economía es la situación más conflictiva. “Buscamos que a pesar de esta circunstancia no haya gente que pase necesidad”, señala, aunque sabe que es difícil. Afirma que hay que extender medidas de ayuda que se tomaron en forma transitoria y llegar a sectores que todavía no recibieron asistencia. “No hay duda y ya no hay debate que ante el coronavirus la única respuesta que puede haber es un Estado que esté presente. Los cultores del Estado mínimo deberían reflexionar”, afirma.
--¿Cómo evalúa el anuncio del viernes del Presidente?
--Me parece que era lo que había que hacer.  Mostró muy bien que el efecto de la cuarentena fue el que se buscaba: demorar el momento en el que, como pasó en otros países, empiezan a reproducirse y multiplicarse los contagios y eso implica un desborde de los sistemas de salud. Hablamos de sistemas de salud mucho más sofisticados y con más capacidad tecnológica que los que tenemos en el país y particularmente en la provincia de Buenos Aires. En la Provincia pudimos ampliar la capacidad de atención y  más que duplicamos la capacidad de camas de terapia intensiva disponibles. Las estimaciones que manejaba el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decían que el pico de la epidemia iba a ocurrir a mediados de abril y hoy nadie duda de que eso se desplazó a como mínimo a mediados de mayo, así que ganamos un tiempo valiosísimo. Según los patrones de expansión de los contagios vemos que afectó muy distinto en diferentes zonas del país e incluso hacia dentro de la provincia de Buenos Aires y del AMBA. En algunas regiones tenemos muy poquitos casos gracias al aislamiento.
--El Presidente dijo que la administración de esta etapa de la cuarentena va a ser diferente según las regiones. ¿Qué cambios evalúan en la provincia de Buenos Aires?
--De momento la cuarentena sigue como venía. Cada gobernador va a poder elevar propuestas para generar nuevas excepciones.  Voy a comenzar una ronda de consulta con intendentes, tanto del conurbano como del interior de la Provincia para actualizar el parte de la situación y ver diferentes alternativas y propuestas. Vamos a tener una reunión el martes con especialistas, epidemiólogos, médicos y en base a toda la información que recabemos vamos a dialogar con la Nación para proponer algunos cambios.
--¿Qué cambios se inclinaría a proponer en base a la experiencia acumulada hasta ahora?
--Creo que en algunos puntos hay que hacer más extremas las medidas de aislamiento. Sabemos que los adultos mayores son población de alto riesgo, así como los que tienen enfermedades preexistentes. Seguramente vamos a plantear un protocolo especial y cuidados especiales para adultos mayores que viven acompañados o solos. Ya en cierta medida lo estamos haciendo. Hay también diferencias según las condiciones socioeconómicas, la situación diferencial de las viviendas. Hay lugares donde al aislamiento lo llamamos comunitario porque no hay condiciones para hacerlo como en buena parte de la Capital o zonas más prósperas de la Provincia. Entonces, una cuestión es mayores y más rigurosos cuidados para los adultos mayores.
Otro tema es que vamos a poner el ojo en el transporte. Hay zonas en las que se concentraron muchísimos contagios y otras que no y hay que tratar de no desplazar al virus de una zona a otra. Hay que extremar las medidas de distanciamiento en el transporte. Después, hay zonas en el interior de la provincia donde la enfermedad no llegó y ahí vamos a ver si hay acuerdo de las comunidades para poder hacer circulación local. Pero eso lo vamos a charlar con los intendentes de toda la Provincia y después vamos a elevar una propuesta a la Nación. Porque hay cuestiones que tienen vinculación con otras provincias, buena parte del la producción sale por puertos del Paraná y  hay que coordinarlo con los gobernadores.
-¿Hay reclamos puntuales de sectores de la producción que le parezcan particularmente atendibles?
--La situación económica en amplios sectores se vio directamente interrumpida. En algunos casos piden excepciones, en otras más asistencia, pero las situaciones son reales. Obviamente toda decisión tiene que estar ponderada por la cuestión epidemiológica. En toda la provincia observo un grado de acatamiento muy alto, hay excepciones por supuesto, pero en general hay mucho respeto. Más allá de las dificultades obvias que trae, veo apoyo y acompañamiento. Creo que cuando cualquiera prende la televisión y ve lo que está ocurriendo en países que no tomaron estas medidas o las tomaron tardíamente toma conciencia del peligro que hay.  Y los que no cumplen con la norma saben que hay un control, tanto en lo que hace al aislamiento como en abusos con los precios o con el abastecimiento.
--En las recorridas que hace por la provincia ¿cuál es el pedido que más se repite?
--Evidentemente la economía es una preocupación. Hay quienes perdieron sus fuentes de ingreso, quienes no pueden ir a trabajar. También la incertidumbre de la duración, pero la magnitud del peligro que se corre sirve para hacer un análisis racional, no vi a nadie que no comprenda lo que está pasando. Vemos imágenes espeluznantes en países mucho más desarrollados que Argentina. Creo que eso sirve para comprender que hay que tomar medidas colectivas. Como dice Alberto “nadie se salva solo” o, dicho de otra manera, si cada uno se conduce con egoísmo o inconciencia esto termina muy mal.
--¿Va a haber nuevas medidas para los sectores más vulnerables?
--Muchas medidas se tomaron de forma transitoria porque no se sabía cuál iba a ser la duración del aislamiento, me parece que ahora va a haber que extenderlas. También hay que buscar cómo llegar a sectores a los que no se les aplican los programas que se diseñaron. Son sectores a los que el Estado no tenía que asistir en condiciones más normales pero en esta situación hay que hacerlo. Se tomaron medidas muy amplias pero hay casos que van quedando afuera y hay que buscar abarcarlos. Desde la provincia de Buenos Aires estamos trabajando con el ministerio de Producción y con el ministerio de Trabajo por aquellos a quienes no se les quiere pagar el sueldo porque están tratando de producir una situación de despidos, que no se puede hacer, pero también buscamos asistir a las empresas que obviamente tienen dificultades, sobre todo Pymes, pequeñas. Hay un grado de informalidad en ciertos sectores que hace difícil llegar, pero hay que seguir trabajando. Están ayudando mucho los intendentes, que son el primer mostrador, como suele decirse.
--Esta semana se reprimió a trabajadores que protestaban en Quilmes…
--Se actuó inmediatamente con determinación, se apartó a los efectivos que habían tenido esta conducta porque tenían orden de no reprimir. Se dio una señal muy clara de que si no se cumplen las directivas se toman medidas.
--¿Cómo se manejan ante posibles incidentes en comercios, a veces surge el fantasma de los saqueos?
--Con respecto a lo que pueden ser cuestiones que se mencionan sobre los comercios lo que hay que hacer es atacar la causa. Estamos trabajando no sólo de manera rápida sino en coordinación con los municipios para que no haya falta de alimentos, situaciones de no acceso a la comida. Desde la Provincia prácticamente triplicamos lo que destinamos a los comedores escolares. Eso requirió no cerrar las escuelas para que los chicos y chicas puedan ir a buscar el alimento y se decidió darles a todos los beneficiarios un bolsín para quince días. Se reforzó muchísimo la ayuda. Y ahí contamos con la colaboración de los maestros y maestras, auxiliares y directivos de las escuelas. De las misma manera, Nación tomó varias medidas de reforzar la AUH, el Ingreso Familiar de Emergencia. El tema es atacar las causas, que no haya gente que a pesar de esta circunstancia pase necesidades.
--¿Qué opina del proyecto para gravar las grandes riquezas?
--En todo el mundo se está buscando que los que tienen capacidad para hacer un esfuerzo adicional lo hagan para asistir a los que se han quedado sin nada. No hay duda y ya no hay debate que ante el coronavirus la única respuesta que puede haber es un Estado que esté presente, que se ocupe por un lado de combatir los efectos sobre la salud y por otro lado sosteniendo a aquellos que por las medidas sanitarias pierden su ingreso. Después cómo financiarlo… hemos visto ejemplos de algunos empresarios internacionales que han decidido hacer donaciones, grandes fortunas que han optado por ayudar. En Argentina también ha habido un montón de actos de solidaridad y donaciones a la propia provincia de Buenos Aires de personas que pidieron mantener en reserva su nombre, empresarios, gente con altos ingresos. Es obvio que hay que sostener a un Estado que tiene que estar brindando no menos sino más asistencia y eso hay que financiarlo y me parece lógico pensar que hay que hacerlo en proporción a las posibilidades que tiene cada uno.
--¿Lo sorprendió, para bien o mal, la reacción de la oposición?
--En la provincia de Buenos Aires los intendentes y los legisladores de la oposición se manifestaron absolutamente a disposición para ayudar, para acompañar las medidas. Es una situación muy excepcional y creo que la gran mayoría del arco político se ha mostrado a la altura. No sé si me sorprendió, porque es una situación que era difícil de imaginar, pero afortunadamente la gran mayoría de los dirigentes tomó nota de lo compleja que es la situación. Los que tenemos responsabilidades en el Ejecutivo tenemos que tomar decisiones a una velocidad vertiginosa, estamos trabajando a contrarreloj para abordar los hechos que aparecen y después los efectos de esas decisiones. Es importante contar con una oposición que se ponga en papel constructivo y en su gran mayoría es lo que está pasando. Hay algunos que no están en esa sintonía, pero creo que no hay espacio en la ciudadanía. La sociedad está esperando que, cada uno en su papel, tenga una posición constructiva, de proporcionar soluciones.
--Los filósofos que se preguntan si está situación traerá cambios duraderos en la sociedad y en qué sentido ¿Cree que puede haber cambios duraderos en el diálogo político o esto es sólo una situación excepcional?
--Esta situación tan inesperada y dramática debería generar una reflexión. Es difícil pensar hoy qué pasa después, porque no tenemos plazos, pero sí vemos que algunas certezas que había sobre política económica y el papel del Estado en algunos sectores se derrumbaron. Creo que los cultores del Estado mínimo o ausente, que incluso acompañaron un deterioro del sistema público de salud, deberían estar reflexionando. Después de esto va a haber un daño muy grande en todas las economías del mundo y el comercio internacional está por el suelo. Va a venir una etapa de puesta en marcha y reconstrucción que también va a requerir una fuerte participación del Estado. En ese sentido, el cambio de mentalidad va a ser bastante duradero porque lo exige la situación, es una mirada en las antípodas de las ideas del Estado ausente. Durante bastante tiempo va a haber consenso en la necesidad de que el Estado planifique, actúe, ayude, asista a los que menos tienen, genere mejores condiciones de acceso al trabajo e incluso a las finanzas.
--¿También el cambio que parece haber habido en la relación entre las distintas fuerzas políticas puede ser duradero?
--No lo sé. No está mal que haya opiniones distintas, pero veo que ciertas cuestiones que estaban en discusión van a ser difíciles de cuestionar y atacar. Veremos.

La situación de los niños 

--Hay madres y padres con hijos chiquitos que plantean poder salir a dar una vuelta ¿se puede evaluar o sería contraproducente?
--Se están evaluando muchísimas excepciones. El Presidente mencionó el tema de las personas discapacitadas o con autismo, a quienes la situación de encierro puede hacer mucho daño. Si se pudieran generar protocolos o reglas que se cumplieran, se podría pensar en nuevas excepciones, pero hay que ver cómo se cumplen. Si no hay una toma muy fuerte de conciencia, podría dar lugar a un incumplimiento peligroso. Hay que buscar un balance y equilibro. En otros países dejan salir a la gente según el número de su documento, pero son reglas más complejas y difíciles de verificar. Lo que estamos tratando de evitar es el contacto entre las personas para que no haya contagio directo, que es el modo en que se expande el virus. Hay muchas cosas para pensar en teoría, pero cuando se aplican tienen que cumplirse y ahí se pone más complejo. Este tiempo me pone optimista porque veo que conscientemente ha habido mucho cumplimiento, tal vez se puede ensayar y probar si funciona. Habría que probar en zonas o comunidades pequeñas. Lo que hay que evitar es que las personas estén en riesgo y pongan en riesgo a otros.

La cuarentena de los Kicillof

--Si me permite una pregunta doméstica, en su caso sigue trabajando pero su familia también está en aislamiento y tiene hijos chicos. ¿Cómo lo lleva?
--Estamos viviendo en la residencia del Gobernador en La Plata. Creo que lo vivimos como muchos, en parte con una sensación de encierro y buscando actividades, con la continuidad pedagógica que pone a todos los papás y mamás un poco de maestros de sus hijos. En términos familiares estamos como todos, viviendo esto con la gravedad que tiene y las preocupaciones que trae, con la particularidad que yo tengo muchísimo trabajo, no tengo horarios, ni fines de semana, ni nada. Ayudo… no, esta palabra no,… estoy lo más que puedo, trato de acompañar a los chicos cuando puedo con la tarea de la escuela y de estar presente. La familia está en aislamiento pero yo tengo que salir así que hay todo un ritual cuando vuelvo de la calle, cuidado de sacarse la ropa, lavarse mucho las manos para cuidarlos a ellos a pesar de que estoy con mucho contacto con el mundo exterior.   

El ocaso del Imperio americano

Coronavirus en Estados Unidos: El miedo de Kissinger

Imagen: AFP
Hace muchos años que se pronostica el ocaso inevitable de la supremacía norteamericana. Pero ¿cómo probarlo? Muchos argumentos parecían nacidos más de una expresión de deseos que de una posibilidad real. Hoy, ya no hay dudas. Estrategas como Henry Kissinger, político clave en la construcción del imperio y experto como pocos en los laberintos del poder, reconocen el irremediable fin de la hegemonía estadounidense.

Las postales dramáticas que el Covid-19 está sembrando en distintas partes del territorio norteamericano confirman esa hipótesis. Y no por las altísimas cifras de muertos, ni por la imperdonable falta de insumos básicos en un país de semejante riqueza, ni por la deficiencia y crueldad de su sistema de salud pública. Estas no son más que consecuencias del capitalismo salvaje que tienen muy sin cuidado al establishment mundial, partidario, como se sabe, del darwinismo social y la sobrevivencia de los ricos.
En su último artículo “La pandemia del coronavirus va a alterar para siempre el orden mundial”, publicado el pasado 3 de abril en el diario The Wall Street Journal, Kissinger expresa abiertamente sus dos grandes temores. Después del Covid-19 ¿se podrán “salvaguardar los principios del orden mundial liberal”? “Un país dividido como Estados Unidos ¿será capaz de liderar la transición al orden posterior al coronavirus?”
No por casualidad, el texto comienza añorando aquel “lejano tiempo” del Plan Marshall y el Proyecto Manhattan los programas que, justamente, permitieron a EEUU catapultarse como potencia mundial en la segunda mitad del siglo XX. El primero de auxilio para el crecimiento de Europa Occidental y el segundo para el desarrollo de la bomba atómica.
El contraste con la actualidad se hace patente. A diferencia de entonces hoy EEUU no puede ofrecer, al resto del planeta, ningún ideal civilizatorio salvo la depredación financiera y medioambiental. En plena crisis de coronavirus, carece de líderes capaces de hacer buenos diagnósticos y, por lo tanto, de una voz autorizada que proponga una salida colectiva. Lo que percibe Kissinger es la pérdida, incluso, de esa fuerza simbólica, propia de los liderazgos, que durante décadas hizo creer al mundo que los norteamericanos eran los únicos capaces de resolver el caos.
Ahora, países demonizados (y rivales) como Rusia y China tiene que asistir a EEUU y ¡¡el presidente Donald Trump en persona –no por twitter- tuvo que salir a agradecerlo!!
Kissinger, cómplice de tantos genocidios, apunta al corazón del dilema. El imperio se edificó en “la creencia de que sus instituciones pueden prever calamidades, detener su impacto y restaurar la estabilidad. Cuando termine la pandemia de Covid-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado”, escribió. “La prueba final será si se mantiene la confianza pública en la capacidad de los estadounidenses para gobernarse a sí mismos.”
Sin ser explícito, el estratega de 96 años, admite el fin de la supremacía y baraja, como mal menor, un co-gobierno mundial donde EEUU mantenga alguna voz. La “agitación política y económica que ha desatado el virus podría durar generaciones y ni siquiera EEUU puede hacerlo solo. Debe combinarse una visión y un programa de colaboración global”, arriesga. Entretanto existe un enorme peligro.
El intento de ocultar el derrumbe imperial –como parece estar haciéndolo el presidente Donald Trump en estos días- puede adoptar formas criminales. En medio de una catástrofe pandémica sin precedentes, el Pentágono anunció el lanzamiento de una peligrosa operación militar contra Venezuela, que se suma al severo bloqueo que ya sufre ese país por parte de EEUU y sus aliados.
Si el invento de proclamar a Juan Guaidó como presidente trucho fue acompañado por 50 de los 200 países que hay en el mundo, esta aventura, según cifras de EEUU, cuenta con el aval de apenas 20 naciones. Un acto de bravuconería que no hace más que confirmar el ocaso del liderazgo norteamericano y que fue duramente criticada por Rusia el pasado 9 de abril. “Después de estudiar el contenido de la iniciativa de Washington –dice el comunicado de la cancillería rusa- creemos que no merece una respuesta seria”.
El texto de Kissinger es un llamado desesperado a los dueños del mundo por temor a que algo se vaya de las manos. Nos toca al resto, a los países poderosos y no tanto, ser campo de contención al pánico del establishment global. Es hora de defender, hasta las últimas consecuencias, los principios de paz, humanismo y no injerencia. Es la hora de la cordura.
Fuente:Pagina/12

jueves, 2 de abril de 2020

Malvinas y el Atlántico Sur: Posguerra y geopolítica

 
 
Fuente:Pagina12
Referirse a la cuestión Malvinas, en general, presenta dos dificultades. La primera radica en hacer el esfuerzo por desanclar la problemática del conflicto bélico de 1982. No para quitarle a aquel su importancia, sino porque en tal asociación se desdibuja la verdadera dimensión del problema.
Si desanclar el conflicto de la guerra es recuperar los intereses detrás de un despojo que lleva 187 años; analizar la cuestión Malvinas en su verdadera dimensión territorial es, a su vez, no ver allí una disputa de 11 mil kilómetros cuadrados -–correspondientes a las dos islas mayores y al conjunto de islotes que de ellas se desprende-- sino un conflicto de más de 3 millones de kilómetros cuadrados, en un océano que rebasa de recursos junto el sector antártico en reclamación.
Desde esa concepción, en el año 2010, durante la presidencia de Cristina Fernández, se promulgó la Ley 26.651, que establece oficialmente el mapa bicontinental de la República Argentina. Este muestra, además del sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular, la verdadera extensión de una disputa en el Atlántico Sur, que lleva a las islas Malvinas en el centro de la misma.
¿Por qué es importante aquello? Porque si bien en el sector del océano Atlántico Sur correspondiente a Suramérica, Argentina y Brasil detentan casi la totalidad del litoral marítimo; potencias extrarregionales con fuerte presencia como Estados Unidos y el Reino Unido, mantienen la posesión de la cadena de islas que se encuentran entre América y África, ejerciendo un destacado poder naval de la zona.
Luego de la guerra, en 1985 Gran Bretaña inició la construcción de la Fortaleza Malvinas, incluyendo la Base Aérea en Monte Agradable, en la parte llana de la Isla Soledad. La misma cuenta con una pista de 2590 metros y otra de 1525, que posibilita el desplazamiento de aviones de gran porte y helicópteros. A esto se suma el puerto de aguas profundas Mare Harbour utilizado por la Marina Real para el amarre de buques y submarinos, donde Londres ha enviado submarinos de última generación y de propulsión nuclear, además de los silos y rampas para lanzamiento de armas nucleares.
Actualmente, este enclave militar tiene entre 1.500 y 2.000 efectivos (entre temporales y permanentes). Muchos de los temporales, conforman contingentes rotativos que arriban para ser sometidos a entrenamiento y posteriormente son enviados a escenarios bélicos como, por ejemplo, Irak o Afganistán.
Esta base cuenta con aviones de quinta generación, característica que no cuenta ninguna fuerza aérea en Latinoamérica.
Una de las dimensiones que da cuenta de la importancia geoestratégica de las Malvinas es la conexión que establece con la Antártida, territorio codiciado por las potencias hegemónicas por ser reservorio de minerales y biodiversidad; o por almacenar en forma de hielo más de las tres cuartas partes de agua dulce existente en el planeta y también de suma importancia para la actividad espacial. El Estrecho de Magallanes, los Pasajes de Beagle y Drake posibilitan la comunicación interoceánica Atlántico-Pacífico y son fundamentales para el monitoreo e intervención en el comercio mundial. Se estima que alrededor de 200.000 buques de carga transitan anualmente el Atlántico Sur: el 80 por ciento del petróleo que demanda Europa Occidental y el 40% de las importaciones de EE.UU. representan parte importante de este flujo comercial.
Es imprescindible observar el hecho de que otros asentamientos coloniales británicos pendientes de descolonizar sirven para establecer un sistema interconectado de bases militares (e infraestructura británica) que incluyen a Tristán de Acuña, Santa Elena y Ascensión (además de Georgias y Sandwich del Sur); las cuales pueden transformarse rápidamente en bases útiles para el transporte y apoyo logístico, en tanto una “columna vertebral” que permite el abastecimiento y traslado de fuerzas de combate rápidamente.
No podemos entender la estrategia del Reino Unido en el Atlántico Sur, si no es asociada a la de EE.UU, por ende al esquema de despliegue militar de la OTAN. Por ejemplo, en 2004, Londres traslada la Comandancia Naval del Atlántico Sur a Mare Harbour y Monte Agradable. En 2008, EE.UU. anuncia la reactivación de la IV Flota, para patrullar el Caribe, América Central y América del Sur con fines “humanitarios”. Diez años después, en agosto de 2018, el secretario de Defensa británico, Gavin Williamson, resaltó la fortaleza de la relación entre el Reino Unido y los EE.UU. de la siguiente manera: “(…) Estamos listos para responder a cualquier situación en cualquier momento. Hemos desplegado fuerzas en todo el mundo, podemos recurrir a nuestros territorios de ultramar en Gibraltar, las Áreas de la Base Soberana en Chipre, la Isla Ascensión, las Islas Falklands y el Territorio Británico del Océano Índico. Estos a menudo proporcionan instalaciones clave no solo para nosotros, sino también para EE.UU.”
Los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, que habían regionalizado el conflicto por interpretar el carácter geopolítico real, centraron el reclamo por Malvinas en las denuncias por militarización del Atlántico Sur y depredación de recursos naturales, materializadas en la decisión de limitar la explotación de los recursos por parte de Gran Bretaña y otros países y de empresas multinacionales adjudicatarias de licencias comerciales.
Si una herencia nos dejó el macrismo con relación a Malvinas -–además de quitar el conflicto de las instancias regionales-- fue el acuerdo firmado el 13 de septiembre 2016, conocido como “Acuerdo Foradori-Duncan”. El mismo buscó levantar las restricciones económicas impuestas por leyes argentinas, sancionadas por el Congreso Nacional sobre protección de recursos ictícolas y de explotación de recursos hidrocarburíferos; entre otras medidas para fortalecer las condiciones de este enclave neocolonial-militar.
Cada 2 de abril. homenajear a nuestros soldados que defendieron la soberanía del Atlántico Sur nos exige recordar que Malvinas debe volver a ser concebida en el contexto de una política oceánica y antártica. Hablar de las Islas Malvinas no es sino hablar de recursos en disputa como el petróleo, la pesca, los cuantiosos recursos en la plataforma continental o los minerales estratégicos de fondos marinos oceánicos; cuya condición sine qua non, es pensar la política de defensa nacional en tanto país marítimo y antártico.
El autor es sociólogo e investigador.

Somisa y el origen de Techint


  De SOMISA a Ternium-Siderar: Una perspectiva histórica de la ...


 EL GRUPO ITALO-ARGENTINO SE BENEFICIO DE LA PRIVATIZACION MENEMISTA

Fuente:La Arena

Techint quedó en el centro de la polémica luego de que la empresa italo-argentina, que dirige Paolo Rocca, despidiera en plena cuarentena obligatoria a 1.450 trabajadores, alegando que el aislamiento frenó la economía y era necesario prescindir del personal. El gobierno nacional criticó esta medida, teniendo en cuenta que el grupo, cuyo crecimiento estuvo siempre estrechamente ligado al Estado y del cual se benefició, es una de las que más factura en el país.
¿Cuál es la historia detrás de Techint? Pocos recordarán, pero este holding empresarial que dirige Paolo Rocca se vio directamente beneficiado con el proceso de privatización de las empresas del Estado durante el gobierno menemista: en 1991, Techint compró a un 10% de su valor real Somisa, la empresa siderúrgica que fue creada por durante el peronismo que, en su apogeo, llegó a tener más de 11 mil empleados.
Los inicios de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (Somisa) se remontan al primer gobierno de Juan Domingo Perón, que tras la aprobación del Plan Siderúrgico Nacional (Ley 12.987) propuesta por el general Manuel Salvio, creó en 1947 esta firma estatal con la intención de abastecer de acero y diferentes tipos de metales a las empresas argentinas. Esto, como parte del proceso de industrialización que se profundizó durante la década del 50′.
En este contexto, precisamente en la ciudad de Córdoba, comenzaron a instalarse grandes fábricas metal-mecánicas, para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Entre ellas se encuentran la fábrica Fiat (1955), IKA (Industrias Kaiser Argentina- 1955) y la transformación de la Fábrica Militar de Aviones en I.A.M.E. (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas). Firmas que Somisa abastecía diariamente con su producción.
La Planta General Savio, tal como fue concebida originalmente y construida en su primera etapa durante la presidencia de Arturo Frondizi, y que quedó esencialmente completada en 1962/63. Esta tenía una capacidad de producción de 632.000 t/a de acero líquido, equivalente a 450.000 t/a de productos para la venta.
Desguace neoliberal.
Para diciembre de 1990, la planta sumaba 11.600 empleados y Somisa se ubicaba entre las empresas de mayor facturación anual del país, era la principal productora de acero a nivel nacional y también tenía una presencia importante en la fabricación de bienes finales. Pese a esto, lamentablemente, fue víctima de las políticas neoliberales impulsadas por el Gobierno de Carlos Menem.
El entonces mandatario procedió a reducir la plantilla laboral: para diciembre de 1991, sólo quedaban 5.285 empleados. Paralelamente, la empresa, que históricamente había registrado buenos desempeños económicos, repentinamente con la gestión de Juan Carlos Cattáneo, primero, y de Jorge Triaca, después, comenzó a contabilizar un déficit operativo de cerca de un millón de dólares por día, acumulando así una deuda de unos 500 millones de dólares en apenas dos años. ¿El resultado? La firma se vendió a un 10% de su valor real.
Oligopolio.
El proceso final de la privatización de Somisa fue encarado por la interventora estatal María Julia Alsogaray. Las bases de la venta fijaron que el 80 por ciento del paquete accionario pasaría a manos privadas, mientras que el 20 por ciento restante se destinaría al «Programa de Propiedad Participada» (PPP) de los trabajadores, que fueron un elemento primordial al momento de lograr el acompañamiento de los sindicatos en las privatizaciones.
En 1992 Somisa pasó a manos de un consorcio liderado por el grupo ítalo-argentino Techint, acompañado por las empresas brasileñas Usiminas y Campanhia Vale do Río Doce y la chilena CAP. Desde entonces la compañía paso a llamarse Aceros Paraná unos años después fue rebautizada como Siderar y hoy en día se llama Ternium Siderar dado que forma parte de un grupo formado por otras dos plantas internacionales ubicadas en México y Brasil (antes Sidor, Venezuela).
Con la enajenación de Somisa se consolidó un oligopolio siderúrgico local: el grupo Techint y Acindar pasaron a ejercer una posición dominante en ese mercado. Empresas de Techint monopolizaron la producción local de productos planos y de tubos sin costura, mientras que Acindar desplegó su hegemonía en el mercado de los no planos excluidos los tubos sin costura.