EL GRUPO ITALO-ARGENTINO SE BENEFICIO DE LA PRIVATIZACION MENEMISTA
Fuente:La Arena
Techint quedó en el centro de la polémica luego de que la
empresa italo-argentina, que dirige Paolo Rocca, despidiera en plena
cuarentena obligatoria a 1.450 trabajadores, alegando que el aislamiento
frenó la economía y era necesario prescindir del personal. El gobierno
nacional criticó esta medida, teniendo en cuenta que el grupo, cuyo
crecimiento estuvo siempre estrechamente ligado al Estado y del cual se
benefició, es una de las que más factura en el país.
¿Cuál es la historia detrás de Techint? Pocos recordarán, pero este holding empresarial que dirige Paolo Rocca se vio directamente beneficiado con el proceso de privatización de las empresas del Estado durante el gobierno menemista: en 1991, Techint compró a un 10% de su valor real Somisa, la empresa siderúrgica que fue creada por durante el peronismo que, en su apogeo, llegó a tener más de 11 mil empleados.
Los inicios de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (Somisa) se remontan al primer gobierno de Juan Domingo Perón, que tras la aprobación del Plan Siderúrgico Nacional (Ley 12.987) propuesta por el general Manuel Salvio, creó en 1947 esta firma estatal con la intención de abastecer de acero y diferentes tipos de metales a las empresas argentinas. Esto, como parte del proceso de industrialización que se profundizó durante la década del 50′.
En este contexto, precisamente en la ciudad de Córdoba, comenzaron a instalarse grandes fábricas metal-mecánicas, para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Entre ellas se encuentran la fábrica Fiat (1955), IKA (Industrias Kaiser Argentina- 1955) y la transformación de la Fábrica Militar de Aviones en I.A.M.E. (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas). Firmas que Somisa abastecía diariamente con su producción.
La Planta General Savio, tal como fue concebida originalmente y construida en su primera etapa durante la presidencia de Arturo Frondizi, y que quedó esencialmente completada en 1962/63. Esta tenía una capacidad de producción de 632.000 t/a de acero líquido, equivalente a 450.000 t/a de productos para la venta.
¿Cuál es la historia detrás de Techint? Pocos recordarán, pero este holding empresarial que dirige Paolo Rocca se vio directamente beneficiado con el proceso de privatización de las empresas del Estado durante el gobierno menemista: en 1991, Techint compró a un 10% de su valor real Somisa, la empresa siderúrgica que fue creada por durante el peronismo que, en su apogeo, llegó a tener más de 11 mil empleados.
Los inicios de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (Somisa) se remontan al primer gobierno de Juan Domingo Perón, que tras la aprobación del Plan Siderúrgico Nacional (Ley 12.987) propuesta por el general Manuel Salvio, creó en 1947 esta firma estatal con la intención de abastecer de acero y diferentes tipos de metales a las empresas argentinas. Esto, como parte del proceso de industrialización que se profundizó durante la década del 50′.
En este contexto, precisamente en la ciudad de Córdoba, comenzaron a instalarse grandes fábricas metal-mecánicas, para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Entre ellas se encuentran la fábrica Fiat (1955), IKA (Industrias Kaiser Argentina- 1955) y la transformación de la Fábrica Militar de Aviones en I.A.M.E. (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas). Firmas que Somisa abastecía diariamente con su producción.
La Planta General Savio, tal como fue concebida originalmente y construida en su primera etapa durante la presidencia de Arturo Frondizi, y que quedó esencialmente completada en 1962/63. Esta tenía una capacidad de producción de 632.000 t/a de acero líquido, equivalente a 450.000 t/a de productos para la venta.
Desguace neoliberal.
Para diciembre de 1990, la planta sumaba 11.600 empleados y Somisa se ubicaba entre las empresas de mayor facturación anual del país, era la principal productora de acero a nivel nacional y también tenía una presencia importante en la fabricación de bienes finales. Pese a esto, lamentablemente, fue víctima de las políticas neoliberales impulsadas por el Gobierno de Carlos Menem.
El entonces mandatario procedió a reducir la plantilla laboral: para diciembre de 1991, sólo quedaban 5.285 empleados. Paralelamente, la empresa, que históricamente había registrado buenos desempeños económicos, repentinamente con la gestión de Juan Carlos Cattáneo, primero, y de Jorge Triaca, después, comenzó a contabilizar un déficit operativo de cerca de un millón de dólares por día, acumulando así una deuda de unos 500 millones de dólares en apenas dos años. ¿El resultado? La firma se vendió a un 10% de su valor real.
Para diciembre de 1990, la planta sumaba 11.600 empleados y Somisa se ubicaba entre las empresas de mayor facturación anual del país, era la principal productora de acero a nivel nacional y también tenía una presencia importante en la fabricación de bienes finales. Pese a esto, lamentablemente, fue víctima de las políticas neoliberales impulsadas por el Gobierno de Carlos Menem.
El entonces mandatario procedió a reducir la plantilla laboral: para diciembre de 1991, sólo quedaban 5.285 empleados. Paralelamente, la empresa, que históricamente había registrado buenos desempeños económicos, repentinamente con la gestión de Juan Carlos Cattáneo, primero, y de Jorge Triaca, después, comenzó a contabilizar un déficit operativo de cerca de un millón de dólares por día, acumulando así una deuda de unos 500 millones de dólares en apenas dos años. ¿El resultado? La firma se vendió a un 10% de su valor real.
Oligopolio.
El proceso final de la privatización de Somisa fue encarado por la interventora estatal María Julia Alsogaray. Las bases de la venta fijaron que el 80 por ciento del paquete accionario pasaría a manos privadas, mientras que el 20 por ciento restante se destinaría al «Programa de Propiedad Participada» (PPP) de los trabajadores, que fueron un elemento primordial al momento de lograr el acompañamiento de los sindicatos en las privatizaciones.
En 1992 Somisa pasó a manos de un consorcio liderado por el grupo ítalo-argentino Techint, acompañado por las empresas brasileñas Usiminas y Campanhia Vale do Río Doce y la chilena CAP. Desde entonces la compañía paso a llamarse Aceros Paraná unos años después fue rebautizada como Siderar y hoy en día se llama Ternium Siderar dado que forma parte de un grupo formado por otras dos plantas internacionales ubicadas en México y Brasil (antes Sidor, Venezuela).
Con la enajenación de Somisa se consolidó un oligopolio siderúrgico local: el grupo Techint y Acindar pasaron a ejercer una posición dominante en ese mercado. Empresas de Techint monopolizaron la producción local de productos planos y de tubos sin costura, mientras que Acindar desplegó su hegemonía en el mercado de los no planos excluidos los tubos sin costura.
El proceso final de la privatización de Somisa fue encarado por la interventora estatal María Julia Alsogaray. Las bases de la venta fijaron que el 80 por ciento del paquete accionario pasaría a manos privadas, mientras que el 20 por ciento restante se destinaría al «Programa de Propiedad Participada» (PPP) de los trabajadores, que fueron un elemento primordial al momento de lograr el acompañamiento de los sindicatos en las privatizaciones.
En 1992 Somisa pasó a manos de un consorcio liderado por el grupo ítalo-argentino Techint, acompañado por las empresas brasileñas Usiminas y Campanhia Vale do Río Doce y la chilena CAP. Desde entonces la compañía paso a llamarse Aceros Paraná unos años después fue rebautizada como Siderar y hoy en día se llama Ternium Siderar dado que forma parte de un grupo formado por otras dos plantas internacionales ubicadas en México y Brasil (antes Sidor, Venezuela).
Con la enajenación de Somisa se consolidó un oligopolio siderúrgico local: el grupo Techint y Acindar pasaron a ejercer una posición dominante en ese mercado. Empresas de Techint monopolizaron la producción local de productos planos y de tubos sin costura, mientras que Acindar desplegó su hegemonía en el mercado de los no planos excluidos los tubos sin costura.
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