miércoles, 18 de julio de 2012

Las razones del quiebre


 


Santiago Senén González. Periodista e historiador./ Paula Abal Medina. Socióloga e investigadora./ Roberto Baschetti. Historiador del peronismo./ Pepe Robles. Director del Instituto del Trabajo.

La fractura de la CGT, la división de la CTA y la emergencia de una nueva tipología de trabajadores, que convive con una dirigencia atravesada por la década neoliberal y la revitalización de la actividad político-sindical, abren interrogantes sobre la viabilidad del actual esquema de participación gremial. Una cuestión de fondo marcada por la ruptura de Hugo Moyano con el Gobierno Nacional. Aquí, la opinión de cuatro especialistas.
Pregunta 1: ¿Qué similitudes y diferencias tiene esta nueva fractura de la CGT con otras sucedidas anteriormente?
Pregunta 2: ¿Considera que la división obedece a la existencia de un sindicalismo que busca mayor peso en la política y otro que sólo busca reivindicaciones corporativas?
Pregunta 3: Un viejo axioma peronista señala que el movimiento obrero debe tener un tercio de la representatividad en los espacios que ocupa el partido. ¿Está superada esa instancia?
Pregunta 4: ¿Le conviene al Gobierno tener una CGT partida?
Pregunta 5: Al debilitarse en el ámbito sindical y sin poder dar el salto a la política, ¿cree que esta fractura puede marcar el ocaso de Hugo Moyano como actor político?
Pregunta 6: ¿Por qué, pese a que el trabajador recuperó protagonismo en la escena política, no se produce una renovación en el movimiento obrero? ¿Ve a Hugo Moyano en la oposición?
Santiago Senén González. Periodista e historiador.
“Ni al Gobierno ni al país le convienen una CGT fracturada”
1. Esta fractura tiene algunos condimentos distintos. Tal vez la más traumática haya sido la del ’68, entre la CGT oficial, con Augusto Timoteo Lobo Vandor a la cabeza, y la CGT de los Argentinos, conducida por Raymundo Ongaro, titular del Sindicato Gráfico. La primera era peronista ortodoxa y la otra, además de peronista, era social-cristiana y de izquierda.
La fractura actual, y creo que mucha gente espera como yo que no sea permanente, tiene un carácter personal, dada la relación que Moyano tenía con Néstor y no tiene con Cristina. Otro factor a tener en cuenta es que la fractura se da de cara a las elecciones legislativas de 2013 y presidenciales de 2015 y en momentos en que el movimiento no muestra figuras de recambio, pero además cuando el gobernador de la provincia más importante blanqueó su decisión de participar en los comicios presidenciales.
2. Lo que pide el sindicalismo peronista, que es el único importante, es lo mismo que solicitaba Augusto Vandor: otro campo político. Lo mismo que pedía Lorenzo Miguel, cuando en el ’83 consiguió aumentar la cantidad de legisladores de origen sindical. Me permito cuestionar lo de "corporativo", porque es un tanto peyorativo. ¿Acaso los empresarios, los militares o la Iglesia Católica son corporaciones? Es un grupo que se unifica en su condición de asalariados para contener el avance del capitalismo por sobre los que trabajan.
3. Tener un tercio de la representatividad o aunque sea un poco menos... El único que parece haber logrado un desarrollo destacable en este sentido es el titular de la Juventud Sindical, que es justamente su hijo, Facundo Moyano. Pocos recuerdan ahora que su ascenso fue motorizado en una comida donde estaba Néstor, y por el propio Scioli. El peronismo es una demostración de fuerzas. Y hay que entender que el sindicalismo es algo dinámico.
4. Al Gobierno no le conviene tener una CGT fracturada. No le conviene a nadie… tal vez a alguno que espera el quiebre… pero no le sirve ni al Gobierno ni al país. Este conflicto no se buscó, pero aparece por circunstancias personales, internas. Ahora, resulta que muchos que lo seguían a Moyano se dieron cuenta de que es hegemónico. En cinco años no se dieron cuenta. Y Moyano, más allá de las críticas o reclamos, sostiene que sigue estando adentro. Facundo Moyano dijo: "Somos parte del proyecto". Creo que se están dando grandes cimbronazos y es tiempo de desensillar hasta que aclare.
5. No creo que esta fractura marque el ocaso de Hugo Moyano. Yo creo que ha recibido un golpe fuerte, pero insisto: hay que desensillar hasta que aclare.
6. Moyano no se ha pasado a la oposición, porque cuando apoya a alguien, apoya a un peronista. Guste o no, cuando se reunió con un político, durante sus partidos de fútbol, no lo hizo con Macri o Alfonsín… Moyano no sacó los pies del plato ni salió gritando: "¡Viva Alfonsín!" o "¡Viva Macri!"… ¿Se explica? Hay que dejarse de joder.
Paula Abal Medina. Socióloga e investigadora.
“Lo que está en juego es la hegemonía en el mundo sindical”
1. Pese a la complejidad de cada momento histórico me permito comparar con rupturas, si se quiere, polares. El sindicalismo se encuentra tensionado entre dos principios: el de constituirse en factor de poder (es decir, en un sujeto con capacidad de intervenir en la realidad nacional) y el de actuar como herramienta para la transformación social. Me parece que los mejores momentos de la historia sindical se producen cuando estos principios se vuelven complementarios: ni sindicalismo conservador/corporativo, ni testimonial. Cuando se constituye la CGT de los Argentinos, por ejemplo, la división se origina en la necesidad de reponer el impulso transformador, del sindicalismo. Se trataba de religar con la capacidad de transformación. Algo que el vandorismo había eliminado. En esta ruptura, es evidente, no es esta vinculación la que está en juego.
2. Me cuesta encontrar un fundamento más profundo a esta ruptura. Convergen dirigentes de muy diversas trayectorias e idearios. Recuperando la sabiduría de Amado Olmos podríamos decir que no existe unidad de conceptos, aun cuando construyan una efímera coexistencia. En la plaza de Moyano estaban el PRO, el PO y Camioneros. Es una convergencia espuria, no significa nada. Por otra parte, el Gobierno reitera los problemas de los procesos nacional y populares, pretendiendo estatizar lo popular, arrogándose la función de descorporativizar la conflictividad social.
3. Ese viejo axioma, según el cual el movimiento obrero debe tener un tercio de la representatividad, me resulta problemático. El pasaje de lo corporativo a lo político no debe traducirse linealmente como el pasaje del sindicalismo a la representación político-partidaria. Esta es una interpretación empobrecedora de la política. Por el contrario, lo que está en juego es la construcción de hegemonía al interior del sindicalismo y en la capacidad de este para disputar un proyecto de sociedad. Moyano podría haber consagrado ese pasaje como conductor de la CGT durante todos estos años si hubiera logrado trascender la representación del "camionero", es decir. de un segmento relativamente bien remunerado y registrado. Creo que hubiese podido lograrlo encarnando la programática del MTA. Pero asumió la CGT más como dirigente camionero que como luchador del MTA contra el neoliberalismo.
4. Al gobierno que quiera inscribir su acción en el ideario nacional y popular no le conviene que los actores y movimientos del campo popular pierdan iniciativa, fuerza y capacidad de traccionar transformaciones. Esto se garantiza con unidad de conceptos y unidad de acción. El movimiento obrero se debe un gran debate nacional. Y el Gobierno debe reconocer y dotar con nuevas institucionalidades a los diversos actores y movimientos del campo popular.
5. No necesariamente esta fractura marque el ocaso de Moyano como actor político.
6. Si no se produce una renovación en el movimiento obrero es porque estos procesos son más lentos y algo más erráticos. Además, no se ven los cambios desde lejos. Sin embargo, la creación de más de 3 millones de puestos de trabajo registrados provoca un sacudón en las estructuras sindicales. Los propios dirigentes lo dicen una y otra vez: "Hay un trabajador nuevo". El trabajador joven que llegó a una fábrica donde se volvió a hablar de convenio colectivo, de la paritaria, etc. Para este actor, la exigencia reivindicativa es natural y tiende a ir por más. Y el trabajador cuyo antecedente es el desempleo tiene mucha bronca legítima con ciertas estructuras sindicales. La capacidad de ambos para transformar la trama sindical es muy grande, en eso deben estar en este mismo momento en el cual pensamos que "no pasa nada".
Roberto Baschetti. Historiador del peronismo.
“Hugo Moyano pasó a defender otros intereses”
1. El sindicalismo es una corporación muy fuerte en la Argentina. Perón ganó en el ’46 con el nombre de prestado del Partido Laborista, donde los mayores referentes eran sindicalistas. Cuando los diputados electos lo cuestionaron reclamando un rol más preponderante, Perón los enfrentó y varios terminaron encarcelados. El Partido Laborista pasó a ser el Partido Peronista. Cuando Moyano hace unos años resaltó la figura de Lula para plantear que debería haber un Partido Laborista, hace lo mismo que Vandor, quien tenía como método: aprieto-huelga-aprieto-negocio. Una mecánica para ganar espacio político. Así, llegó a ser el interlocutor válido que encuentra Onganía para detener cualquier movilización en esos primeros años. Las comparaciones son odiosas pero tanto Vandor como Moyano quisieron cuestionar al líder del movimiento detrás de un proyecto propio. A mí me llama la atención que esto ocurra con el gobierno que ha hecho más por los trabajadores. No existe un peronómetro, pero un gobierno es peronista si responde a tres banderas fundamentales e históricas: justicia social, independencia económica y soberanía política. Este gobierno está cumpliendo a rajatabla y con un plus a favor de los trabajadores. Alcanzaría con recordar que, hace unos años, en el tren no viajaba nadie porque no había laburo; y ahora está repleto… y la gente compra cosas, pasea… es una realidad que se le debe a este gobierno.
2.y 3. Creo que Moyano se pasó con todo. El mismo grupo Clarín, que lo acusó de tener las manos ensangrentadas, lo termina entrevistado para que, desde allí, lance un paro general que después disfrazan como una movilización de camioneros porque todos se le empiezan a abrir… Es evidente que Moyano pasó a defender otros intereses.
4. Una fractura de la CGT para un gobierno peronista es una situación complicada. Pero me da la sensación de que este movimiento obrero venía fracturado desde mucho antes y, ahora, lo que hacen estos actores es poner las cartas sobre la mesa. No sólo los que están a favor y en contra de Moyano, sino también un sector ambiguo, como el de Barrionuevo. A su vez, la CTA ya se partió en dos. Creo que se entró en un juego de barajar y dar de vuelta, donde van a quedar dos sectores enfrentados… como hubo siempre en la historia del movimiento obrero. Tenemos claro que los gordos no son una CGT combativa, pero también saben que no pueden enfrentar a este gobierno.
5. Creo que Moyano queda muy debilitado después de esto. El único grado de sustentación que tiene es una CGT unida que le responda, y esto no ocurre. La base de sustentación que era sólida ya no lo es.
6. No tengo dudas de que Moyano está en la oposición, pero no es algo nuevo. Alcanza con chequear que al día siguiente de ganar Cristina Fernández, en un recorte mínimo de un diario aparecía Moyano diciendo: "Este triunfo no es de ella sola, es de todos". Creo que no hay que olvidar que el movimiento obrero fue el que tuvo más exiliados, torturados y desaparecidos. Gran parte de los que quedaron fueron los que terminaron apoyando a Carlos Menem y que, además, hicieron grandes negocios, por ejemplo con las Afjp, desviándose de su rol: la defensa de los trabajadores.
Pepe Robles. Director del Instituto del Trabajo.
“Hay que pensar un nuevo diseño de participación”
1. En la última década hubo un cambio tan fenomenal que presiona por modificaciones dentro del movimiento obrero. Desde hace ocho años hay paritarias y se ha incorporado a los migrantes que no tenían papeles y, ahora, están de vuelta en el mercado del trabajo. La mitad de los trabajadores están registrados y, por lo tanto, afiliados a los sindicatos. Además, se ha incluido a una nueva camada de jóvenes criados en democracia con nuevas ideas y nuevas formas de comunicación. La existencia de la Asignación Universal por Hijo, la baja de la pobreza, también generan otro marco. Un sector propone resistirse al modelo. Otro dice que esa época terminó con el neoliberalismo y propone incluirse. Creo que el debate pasa por ahí. Camioneros se volvió un gremio estratégico, capaz de parar la economía en un solo día, aunque sea relativamente chico. Óptimo para una táctica de resistencia.
2. Creo que Moyano desarrolla una estrategia similar a la que llevó adelante el movimiento obrero argentino durante los últimos sesenta años, basada en la resistencia. Entonces fue correcta, porque debió resistir desde los golpes de Estado hasta las políticas neoliberales impulsadas por el FMI. Existe todo un grupo de sindicalistas que proponen seguir resistiendo desde afuera, no comprometiéndose… Pero al mismo tiempo aparece un sector que está creciendo y sostiene que éste es un modelo con tres patas: gobierno, empresas y sindicatos. Creo que si el movimiento obrero no se compromete se queda afuera. Se corre el riesgo de que la dirección que toma el modelo no es laboral ni sindical.
3. Aquél tercio de representatividad lo terminó Carlos Menem. El debate sobre la cuota sindical donde el sindicalismo tiene que tener un tercio de todo, viene de la forma original que tomó el Partido Peronista después de las elecciones del ’46. Es probable que haya que pensar un nuevo diseño de protagonismo sindical en este modelo con paritarias, donde los sindicatos son fundamentales. Acá, lo que hay que pensar es en un diálogo social tripartito, más que en una cuota sindical con sus ramas femenina, sindical y política. Eso quedó obsoleto.
4. Esta crisis complica a todos. Los trabajadores en lugar de tener una voz van a tener cinco… No puede haber un sindicato en cada central porque los debilita a todos. También perjudica al Gobierno y a los empresarios. Con cinco posturas es imposible llegar a arreglos. En este momento, el conflicto es un retroceso, pero creo que es parte de un proceso de maduración. Un dato central son las elecciones del año pasado, donde el 54 por ciento de la población votó por Cristina y donde, si entramos en el detalle, el apoyo a la Presidenta entre los trabajadores fue del 70%, llegando a ocho de cada diez entre trabajadores más jóvenes, inlcuso entre los de clase media Eso no había pasado nunca. Las bases están presionando para que los gremios abandonen esa posición de presión y adopten una posición de compromiso con las políticas gubernamentales. La gente ratificó dos gobiernos previos, y cada vez con mayor cantidad de votos.
5. Me parece que es prematuro hablar de un "ocaso político" de Moyano. Pienso que con la postura que tomó Moyano en los últimos años se ha ido debilitando. Sectores muy importantes que lo acompañaban ya no lo acompañan. Habrá que ver en los próximos meses qué tan viable es un sindicalismo de oposición. Para eso necesitará respaldo político partidario porque si esta corriente de la CGT que quiere manejar Moyano no encuentra en Macri, Binner o Scioli un espacio como opositor probablemente la corriente se diluya. Pero si encuentra una referencia en alguna línea política capaz de enfrentarse al gobierno de Cristina, tal vez pueda cuajar. Pero hablar de ocaso, ahora, es prematuro.

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