Desde Caracas
La oposición al gobierno de Nicolás Maduro tiene como uno de sus caballitos de batalla la tan mentada crisis humanitaria. Sostiene que existe una alarmante falta de alimentos y de medicamentos, entre otros. Sin embargo, un recorrido por las principales avenidas de la capital venezolana muestra un imagen que está lejos del escenario que plantean los opositores. Movimiento intenso de gente, automóviles, colectivos y motos, muchas motos hacen de Caracas una capital ruidosa. Los supermercados muestran sus góndolas completas y en las farmacias, algunas ya transformadas en esa especie de boutique donde se consigue de todo,  también hay medicamentos. El problema está en los precios, muchos de los cuales son extremadamente altos, fruto de la especulación propia del comerciante que está pegada como una rémora al proceso inflacionario que se retroalimentan entre sí sin solución de continuidad. Sin embargo, Irimaira, una mujer de unos setenta y pico de años, asegura a PáginaI12 que la gente vive, viste y se alimenta porque está “la magia” del venezolano pero también por la fuerte presencia del Estado que ha logrado amainar los embates especulativos y el bloqueo económico que vive el país.
“Por suerte está Nicolás que es el hijo de Chávez, tú sabes”, dice Irimaira desnudando sus preferencias políticas. Camina lento por la avenida Urdaneta, una de las principales vías de comunicación de Caracas, hacia una de las sede de lo que se conoce como Comité Local de Abastecimiento y Producción (Clap), una suerte de caja que contiene alimentos para que una familia se sostenga durante unos 25 días. La CLAP se compra por unos 150 bolívares soberanos, un valor prácticamente simbólico si se considera que un kilo de azúcar se vende en la calle a 2500 bolívares. La caja contiene dos kilos de harina de maíz, dos kilos de caraotas (frijol) negras, un kilo de lenteja, tres kilos de arroz, dos kilos de fideos, un kilo de azúcar, un litro de aceite, cuatro latas de atún, salsa de tomate, mayonesa y un kilo de leche en polvo. Todo eso debe durar unos 25 días para una familia. En la casa de Irimaira hay tres cajas porque allí viven sus dos hijos con sus respectivas familias. “Vivimos, claro que vivimos con la Clap”, dice la mujer que además suma el dinero de los trabajos de sus hijos y un yerno. Reconoce que la situación está difícil pero afirma que “no es culpa de Nicolás”, así llama al presidente, y señala a la oposición como la responsable de los males que vive Venezuela. Cuando se le pregunta si el gobierno no tiene una cuota de responsabilidad ella sonríe. “Nicolás sigue los pasos del comandante Chávez, se puede equivocar pero, coño, es humano. Acá el peo (problema) lo hacen los del Este y el señor Trump”, afirma. ¿Pero qué es la magia a la que hizo referencia al principio? Irimaira sostiene que la magia está en las diferentes formas de ahorrar, de gastar en lo indispensable, de no derrochar y “agradecer a Dios que nos dio al gran mago que fue el comandante Chávez”.
En Caracas también hay supermercados chinos. Una mujer recorre las góndolas y se detiene frente a una caja de 15 huevos. La caja tiene escrito a mano el precio: cinco mil bolívares. Duda y mira su celular. De repente una llamada salvadora porque desde el otro lado de la línea le dicen que encontraron la misma caja a 4200. La mujer dice que está siempre comunicada con su hija y se pasan datos de dónde comprar. Es parte de la magia que decía antes Irimaira pero esta mujer no cree en eso y mucho menos en las bondades del gobierno. Isabel es opositora aunque reconoce que no participa en las marchas y acciones de la oposición porque “no les creo nada”. Es lo que acá denominan una “ni-ni”. Claro que compra las caja CLAP “a pesar de que vengan de Turquía”, dice como refunfuñando. En su casa compran dos porque su hija y su nieto viven con ella. A pesar de la molestia que le genera hablar del gobierno reconoce que las CLAP lograron resolver el momento de desasosiego que se vivió en 2016 cuando las empresas de alimentos y las grandes cadenas prácticamente boicoteaban la economía venezolana. Estas cajas resolvieron ese momento de crisis que todavía hoy la oposición afirma que continúa. La crítica, como la que hizo Isabel, es que las cajas contienen muchos alimentos importados como si fuera una novedad cuando Venezuela importa gracias al petróleo y eso es sinónimo de Pdvsa.
Ayer, las avenidas de Caracas fueron la ruta de una gran movilización de los trabajadores de la petrolera estatal que concluyó frente al Palacio de Miraflores. La empresa fue objetivo de sanciones que aplicó el gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela. El petróleo es la principal fuente de la riqueza, ahora y desde siempre, y es lo que le permite al gobierno financiar, por ejemplo, los programas sociales. En ese contexto los trabajadores salieron a la calle a repudiar la medida de la administración de Donald Trump. Edynnsonn, con cuatro enes, enfundado en una camisa roja y Pdvsa bordado en el bolsillo, aseguró que marcha “por la soberanía de Venezuela y por la no injerencia en nuestra patria de los gringos”.
Fuente:Pagina/12