Fuente:Pagina/12
Académicos y analistas opinan sobre la situación en Venezuela
La
autoproclamación de Guaidó dejó en evidencia el seguidismo político del
gobierno de Macri que, en su apuro por alinearse con Washington, rompió
con la tradición democrática de no injerencia en los asuntos internos
de los Estados.
“Este es un problema venezolano que no puede aislarse de la trama global.”
La
situación desatada en Venezuela, tras la autoproclamación de Juan
Guaidó como Presidente Encargado de ese país, activó la alarma en toda
la región. Además, dejó en evidencia el seguidismo político del gobierno
de Mauricio Macri que, en su apuro por alinearse con Washington, rompió
con la tradición democrática de no injerencia en los asuntos internos
de los Estados. PáginaI12 dialogó con académicos y analistas
internacionales para dar cuenta de los actores centrales, el rol de las
potencias mundiales, los aspectos novedosos y las claves de este
conflicto, cuyas consecuencias son impredecibles.
- Alejandro Grimson, antropólogo social:
Está claro que en Venezuela hay graves problemas
económicos, políticos e institucionales, pero jamás la solución a esos
problemas puede ser un golpe de Estado, y menos uno promovido por los
Estados Unidos. En ese sentido, todos los países de la región que
reconocieron inmediatamente a Guaidó como Presidente Encargado son de
carácter semicolonial en su política exterior, es decir, se trata de
gobiernos que son apéndices de la estrategia geopolítica norteamericana
para la región. Con respecto a esto, sirve pensar en los dispositivos
que supo crear América del Sur y que hoy se encuentran desarticulados,
como la Unasur, un espacio de discusión que hoy podría ser una palanca
extraordinaria para generar la única solución que tiene Venezuela, que
es que se forme una mesa de diálogo entre el oficialismo y la oposición
para encaminar una salida pacífica y democrática del conflicto. Es
preocupante la actitud del Gobierno nacional y de varios dirigentes
políticos, que no tuvieron en cuenta procesos muy relevantes que hacen a
la soberanía nacional, a la autodeterminación y a los principios
básicos de una diplomacia desde América Latina, y salieron corriendo a
hacer algo absurdo. ¿Cómo un dirigente que se presume democrático va a
apoyar un golpe de Estado? Hay un uso instrumental de la veloz adhesión a
la acción golpista de los Estados Unidos, con el fin de obtener tres o
cuatro votos más, ignorando cualquier principio ético y democrático.
- Amilcar Salas Oroño, politólogo
Hay una cuestión, más del orden estructural capitalista,
vinculada con algo que aparece en determinados períodos históricos como
fundamento de invasiones, guerras u ocupaciones territoriales: la noción
de “comunidad internacional”. ¿Hay realmente una comunidad
internacional apoyando el golpe en Venezuela? Si son más los países que
reconocen la legitimidad presidencial de Maduro que los que no. ¿Qué
potestad constituyente tiene esta comunidad internacional? Hoy el
capitalismo entra en una fase donde esta noción no significa más que
determinados intereses específicos. La reproducción y repetición de este
actor constituyente como maniobra propagandística no deja de ser más
que un claro ejemplo de cómo, para ciertos países, deben ser
cuestionadas las legitimidades internas.
Uno de los aspectos desagradables de esta circunstancia, observándola
desde la Argentina, es que se simplifican y degradan los términos de
referencia hacia Venezuela, su opción por una forma diferente de
República, lo institucional comunal o la misma noción de socialismo. Hay
una disputa interpretativa que, en torno de lo de Venezuela, desnuda
una pobreza enorme por la comprensión de los problemas sociales y
políticos que, como latinoamericanos, sabemos que son muchos.
- Julio Burdman, politólogo especializado en geopolítica
En primer lugar, hay que entender que este es un problema
venezolano que, sin embargo, no puede aislarse de la trama global, en el
que se vuelve central el apoyo a Guaidó por parte de Estados Unidos,
Brasil –aunque el pronunciamiento de Bolsonaro no fue bien recibido por
todos los sectores de su gobierno– y Colombia, y en el que también
adquieren relevancia Rusia y China con su respaldo a Nicolás Maduro. La
actitud del gobierno argentino ante el conflicto en Venezuela no
sorprende, si se piensa en los posicionamientos que viene manifestando
en el último tiempo, debido al alineamiento con los Estados Unidos de
Donald Trump. Sin embargo, se puede hablar de un salto metodológico.
Recordemos que durante los primeros meses del gobierno de Macri, cuando
el país junto al México de Enrique Peña Nieto conformó el Grupo de Lima,
la posición oficial representada por Susana Malcorra tenía que ver con
una salida pacífica y democrática del conflicto. Hoy la situación es
otra, y Argentina tomó partido sin tener en cuenta el contexto general,
donde la hipótesis del conflicto militar es posible.
- Sebastián Etchemendy, politólogo
Cualquier posición que vaya hacia el reconocimiento de Guaidó es
no solo inadmisible por el precedente de intervención directa de
Estados Unidos en la región, sino también porque es totalmente ineficaz
para una salida negociada, que es a lo que hay que apuntar. En Venezuela
es difícil encontrar actores democráticos, en el sentido de que acepten
la legitimidad del otro, y eso hay que construirlo. Por parte del
gobierno argentino ha habido un seguidismo que, además de retrotraernos a
las peores épocas de relaciones carnales, es absolutamente ineficiente
para lograr cualquier solución y configura una prueba más de la poca
sofisticación de Macri en políticas públicas. Es patético que ante este
problema serio, que exige mediación, no haya ningún análisis y se
termine apoyando la posición intervencionista de Trump. Esa posición de
alentar sólo un bando, que además es el bando más duro y más extremo de
la oposición venezolana, no tiene perspectivas de traer una solución al
problema.
- Mariano Fraschini, politólogo
Lo que está pasando hoy es un punto más, tal vez decisivo o
parteaguas, de esta situación de guerra contra Venezuela. Con las
elecciones de mayo del 2018, se profundiza el proceso de deslegitimación
del nuevo mandato de Maduro pero lo cierto es que, en los hechos, la
oposición hasta hoy no aceptó su derrota en las elecciones
presidenciales del 2013. Entonces, ya desde ese momento es considerado
ilegítimo, dictatorial o usurpador, como lo están llamando ahora. La
clave para comprender este proceso, sin lugar a dudas, es el rol de
Estados Unidos en el tablero político internacional y en el caso
específico de América del Sur. Es vital para Estados Unidos recuperar el
petróleo venezolano, y eso hace que hoy ocurra un hecho inédito: que,
en ese objetivo, está siendo acompañado no por sus aliados de siempre,
sino por los gobiernos neoliberales de la región. Otra de las novedades
es el lugar que ocupan China, en términos geopolíticos y económicos, y
Rusia en términos militares. Es decir, se trata de un proceso que tiene
su punto más cúlmine y central en el exterior; la propia oposición
venezolana va detrás de los deseos y las estrategias de los Estados
Unidos. En ese sentido, la resolución va a depender mucho de lo que
ocurra en las grandes potencias y la posibilidad de una salida negociada
va a involucrar algún tipo de acuerdo entre ellas. La acción del
Ejército venezolano es determinante como lo fue siempre. Ir a Venezuela y
entenderla a partir del sistema de partidos o del rol de la oposición y
del oficialismo no tiene sentido: hay que analizar el rol de los
militares, que ocupan no sólo el rol de gendarmes de la Revolución
Bolivariana, sino también espacios de poder, gobernaciones, alcaldías y
ministerios. Por eso la oposición entra en desesperación por ir a
quebrar ese frente interno en el Ejército. Si no, es muy difícil que
estos zarpazos exteriores, con el respaldo minoritario interno, puedan
tener un resultado positivo.
- Mario Toer, sociólogo
Desde Washington están tanteando y midiendo cómo pueden
persistir en un proceso que pretende terminar con el gobierno de
Venezuela. Esto no es sorprendente, pero hay que destacar que es un
hecho que se pone en movimiento cuando la oposición venezolana venía
desgastada, desmembrada, sin capacidad de unificar un curso de actividad
política más o menos previsible. Esto le da un contorno a la cuestión,
porque reunifica a la oposición en torno a un objetivo, que es el de
legitimar otro poder al interior de Venezuela, que podría convocar en su
ayuda una presencia desde el exterior. El dato agregado es que la
oposición converge desde un estado de cierta debilidad, lo que le resta
certezas al plan general y genera complicaciones para un eventual
diálogo que el Gobierno pudiera establecer, al menos, con el sector que
concurrió a la disputa presidencial.
La centralidad del plan, como objetivo estratégico de la política
exterior de Washington para este período, es muy evidente: están
buscando el modo de generar un golpe que va a ser “a lo Pinochet”, es
decir, que pretende terminar con muchas vidas. En ese sentido, esta
oposición democrática no es más que un mascarón de proa de intereses que
son implacables.
En este contexto, lo importante no es defender una política
específica, sino algo que está por encima, que es la autodeterminación y
la paz.
Informe: Sibila Gálvez Sánchez.
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