Los
científicos resisten la decisión oficial de dejar fuera del sistema a
dos mil doctorados formados por universidades públicas. “Barañao es un
cínico”, criticó el reconocido biólogo molecular Alberto Kornblihtt el
ocultamiento que hace el ministro de la reducción del presupuesto
Los investigadores exigen la renuncia de Lino Barañao, secretario de Ciencia.
Imagen: Guadalupe Lombardo
Imagen: Guadalupe Lombardo
Los
resultados de la última convocatoria a ingresos al Conicet alarmaron a
la comunidad científica: tan solo el 17,7 por ciento de los postulantes
lograron acceder a la Carrera del Investigador Científico (CIC), lo
cual, implica que dos mil doctores se quedaron afuera del sistema luego
de haber sido formados durante más de diez años por instituciones
públicas argentinas de calidad. Como es natural, ante este escenario,
las tintas se cargan sobre Lino Barañao, el máximo representante del
área que, durante los últimos días protagonizó escenas mediáticas
desafortunadas al desligarse de sus culpas y ocultar las cifras
oficiales que son bien conocidas y dominan el pulso del sector. “Barañao
es un cínico. No puede decir que no sabe cuál es el porcentaje del PBI
destinado a ciencia y técnica. El porcentaje es del 0,256 por ciento, lo
sabemos con una precisión de tres decimales. No puede decir nunca que
lo desconoce. En 2015 estábamos en 0,35 por ciento y era bajo, pero
ahora estamos peor”, describe Alberto Kornblihtt, doctor en Ciencias
Químicas por la Universidad de Buenos Aires e investigador superior del
Conicet.
Por Adriana Meyer
De
igual manera lo considera Miguel Leone, delegado de la Red Federal de
Afectados por el ajuste sobre el Conicet, y referente de la
concentración que este miércoles los científicos realizarán en el ex
Ministerio de Ciencia. “Barañao es el primer responsable de todo esto.
No hay justificación posible, él es la máxima responsabilidad del área.
Pedimos su renuncia, de hecho, solo exigimos el curso natural de las
cosas. Él firmó el Plan Argentina Innovadora 2020 durante el
kirchnerismo, por el cual hoy deberían estar ingresando 1366
investigadores y ya vemos lo que ocurre”, plantea.
Para poder comprender estos números es necesario revisar la historia.
El Plan Argentina Innovadora 2020, presentado en 2013, preveía un
crecimiento anual del 10 por ciento de los ingresos de científicos al
Conicet, con el objetivo de que Argentina pudiera acercarse a los
estándares internacionales (respecto de la cantidad de científicos por
habitante). Así, para este 2019 tan solo entraron 450 personas cuando
deberían haberlo hecho 1366. En paralelo, a este fenómeno se sumó otra
variable más: durante el último tiempo el Estado estimuló la formación
de estudiantes en posgrados a partir de la creación de becas. Desde 2012
hasta la actualidad 8461 culminaron su doctorado; individuos que, como
puede advertirse, hoy no tienen espacio.
De esta manera, es posible observar cómo un Estado que invirtió
durante muchos años para formar cuadros intelectuales de excelencia en
las más diversas disciplinas, a partir de la gestión de Mauricio Macri
en el Ejecutivo Nacional, bloquea las salidas y les da la espalda. Como
golpe de efecto, se produce la merma de repatriaciones (los científicos
del exterior ya no quieren regresar) y se incentiva la fuga de cerebros
(pues, muchos de los que están, ante la falta de posibilidades, también
planean emigrar).
“La situación general del sistema científico y tecnológico se
caracteriza por un desfinanciamiento agudo. Si uno compara lo que se
gastaba en el área en 2015 respecto de la actualidad, estamos afrontando
un 40 por ciento de reducción. Los investigadores no tienen fondos para
trabajar, no hay plata para equipos, computadoras ni libros”, señala
Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
de la UBA. Y luego completa: “Los que tienen trabajo poseen sueldos muy
deprimidos y cada vez más pibes se quedan afuera. De repente, a los
becarios se les cierran todas las ventanillas que estaban abiertas y en
paralelo se reducen a la mitad los ingresos al Conicet. Se forma un
embudo, un cuello de botella que se transforma en una tormenta
perfecta”, completa.
De la misma manera lo comprende Kornblihtt: “El número de vacantes ya
se conocía (450), pero lo que resulta muy decepcionante es saber el
número de postulantes. Se deja afuera a mucha gente muy bien capacitada
cuando tampoco hay tantas alternativas; la pequeña y la mediana
industria están en bancarrota”, apunta. Y, luego, remata con una
experiencia individual que lo toca bien de cerca: “Presenté a un
investigador que hizo 7 años de posdoctorado en Estados Unidos, con muy
buenos trabajos publicados y no ingresó. Está muy desilusionado porque
tenía buenas chances de trabajar en el exterior y quiso volver, pero el
Estado le cierra sus puertas”.
De este modo, el Conicet no tiene presupuesto suficiente para crear
nuevas líneas de desarrollo y tampoco le alcanza para mantener las
vigentes. No solo los becarios se quedan sin posibilidades, sino que los
que se encuentran consolidados en el campo y son investigadores de
carrera cuentan con muy pocos recursos para poder llevar adelante sus
trabajos. “En 2016 ya hubo un serio ajuste de los ingresos pero muchos
pensaban que ello serviría para que el Conicet mejorara su dinámica
porque habría más dinero para funcionamiento. Ahora, en 2019, nos damos
cuenta de que no se cumplió ni una cosa ni la otra. Los que ya estamos
adentro también estamos mucho peor”, dice Kornblihtt que, como si fuera
poco, pese a haber sido escogido por sus pares para formar parte del
Directorio del Conicet, aún no fue designado por el Poder Ejecutivo
Nacional. Algo similar le ocurrió a Roberto Salvarezza, hoy diputado
nacional por la Provincia de Buenos Aires.
En
este marco, este miércoles los científicos se movilizarán al Polo
Científico-Tecnológico y se concentrarán allí cerca de las 12 del
mediodía. Asistirán las columnas de diversas agrupaciones y gremios del
sector, como la Red Federal de Afectados, ATE Conicet y Jóvenes
Científicos Precarizados, que reclaman por la parálisis del Conicet (y
de las demás instituciones del sector), la disminución de los ingresos a
la Carrera del Investigador y la baja en los salarios. El evento
coincidirá con el Día del Investigador Científico, que se conmemora
todos los 10 de abril como aniversario de la fecha de nacimiento (en
1887) del Premio Nobel Bernardo Houssay.
“Nos vamos al exterior con un dolor en el alma porque queremos
trabajar en Argentina pero no es posible. Sin embargo, no solo se
alienta el exilio a otros países sino también se produce lo que llamamos
exilio interno: los científicos se terminan dedicando a otras tareas
que no guardan ninguna relación con aquellas para las cuales se
prepararon. Algo similar a lo que sucedía en otra época nefasta, el
2001”, afirma Leone, quien se postuló en 2017 a la CIC y no ingresó pese
a la doble recomendación del Conicet en la comisión de Sociología. Se
volvió a presentar el año pasado y a pesar de obtener una calificación
muy alta (91,96/100) otra vez quedó afuera.
A 47 años del fallecimiento de Houssay sus frases hacen eco y rebosan
de actualidad. Será necesario, una vez más, leer al maestro: “La
disyuntiva es clara, o bien se cultiva la ciencia y la investigación y
el país es próspero y adelanta, o bien no se la practica debidamente y
el país se estanca y retrocede. Los países ricos lo son porque dedican
dinero al desarrollo científico-tecnológico y los países pobres lo
siguen siendo si no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la
ignorancia”.
Fuente:Pagina/12
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