Fuente: .elsaltodiario.com
El profesor de la New School de Nueva York, Trebor Scholz, ha presentado batalla a la mal llamada economía colaborativa. Con su platform cooperativism [cooperativismo de plataforma] pretende ofrecer una alternativa a la explotación laboral de empresas como Uber o Deliveroo.
Trebor Scholz minutos antes de la entrevista, en la cafetería del Museo Reina Sofía, Madrid Álvaro Minguito
Nunca antes el adjetivo “colaborativa” había tenido unas connotaciones tan negativas como en la actualidad. Las protestas contra Uber, la explotación laboral de Deliveroo
o las acusaciones de gentrificación a Airbnb, han puesto en el punto de
mira de la crítica social a la nueva economía digital. Entre toda la
maraña de nombres (sharing economy, gig economy, economy on demand,
etc.) aparece una nueva opción que quiere irrumpir y, por qué no,
suplantar a todas las demás: las cooperativas de plataforma. Trebor
Scholz es uno de sus principales impulsores.
Profesor asociado de cultura y medios de comunicación en la New
School de la ciudad de Nueva York, Scholz es unos de los principales
críticos y analistas de la mal llamada economía colaborativa y de las
nuevas de formas de “explotación, según la definición marxista”. Su
libro Uber-worked and underpaid. How workers are disrupting the digital economy
ha teorizado sobre el concepto del trabajo en la era digital y sobre
cómo el capitalismo de plataforma ha fragmentado y atomizado los puestos
de trabajo hasta convertirlos en esclavos del siglo XXI que no son
capaces de defender sus derechos. Visita Madrid para participar en el
ciclo de conferencias Seis contradicciones y el fin del presente que se celebra en el museo Reina Sofía y en El Salto aprovechamos para charlar con él.
Estamos viendo cómo el capitalismo de plataforma lo está cambiando
casi todo en solo unos años. ¿Estamos presenciando el final del
capitalismo? ¿Está cambiando? No creo que todo haya cambiado, pero sí que pienso que el
sentimiento es diferente. Ya no se siente como si fuera capitalismo, se
siente como algo peor. En los 40 últimos años hemos visto cómo el
capitalismo ha ido cambiando rápidamente. Ha ido abandonando esa
relación laboral con el empleado para ir hacia un modelo por contrato y
autónomos independientes. Va a diferentes marchas según el país, empezó
en Estados Unidos pero ahora también está ocurriendo en Europa. Pero,
desde 2005, con el comienzo de la mecanización de Amazon, la posterior
crisis financiera y la aparición de este tipo de plataformas, se ha
acelerado este proceso. Creo que la explotación del trabajador, desde el
punto de vista marxista, ha cambiado también, aunque continúa siendo
explotación igual. Es verdad que han cambiado muchas cosas. Por ejemplo,
nunca antes habíamos tenido a millones de personas trabajando en todo
el mundo de manera sincronizada bajo una misma plataforma.
Volviendo a tu pregunta, está claro que el capitalismo ya no es lo
que era y lo actual parece mucho peor. Nadie sabe decir exactamente qué
es, pero tiene pinta de ser algo drásticamente más abrupto. La gig economy
[término anglosajón usado para la economía por “bolos” como Uber o
Deliveroo] y la economía colaborativa tiene mucho que ver, aunque
tampoco quiero sobredimensionarlo porque hay muchos otros factores. Pero
está claro que ha acelerado ese cambio hacia el tipo de empleo en el
que no se cobra y se ha roto el poder de negociación que los sindicatos
tenían en décadas pasadas. Todos estos factores unidos han resultado en
el sistema que tenemos actualmente.
Por otro lado, si queremos poner una mirada positiva, desde 2008
también hemos visto un renacimiento de los movimientos solidarios, de
las cooperativas y de los sistemas p2p. En el momento en el que hay una
mayor precariedad, este tipo de movimientos cobran mucho más significado
para la gente.
Hablas de un nuevo sistema de explotación laboral, como el caso de Deliveroo, peor que lo que había anteriormente, ¿cómo puede ser peor que, por ejemplo, la esclavitud? Puede que el ejemplo de Deliveroo no sea el más idóneo. El trabajo
invisible que se hace online es un ejemplo mejor. Estamos consumiendo
muchas cosas online que creemos que hace una máquina, pero la gente no
ve que detrás hay miles de personas invisibles que han trabajado en
ello. Y esto ocurre en pleno siglo XXI. Hay gente que trabaja para
Amazon Mechanical Turk que recibe dos dólares a la hora. Esto es algo
que en un contexto normal estaría prohibido, pero las condiciones
actuales de internet han creado una especie de zona gris que lo permite y
la gente no sabe en qué medida hay fuerza de trabajo detrás de ello.
Esto es lo que llevan haciendo muchas de estas empresas desde hace ya
bastante tiempo y ahora se está acelerando con las técnicas de
inteligencia artificial (IA), que ha mejorado mucho desde 2005. Entonces, ¿estamos presenciando el fin del concepto trabajo tal y como lo conocemos hoy? Está claro que estamos ante un cambio en el modo de emplear y en el
modo en el que se hace carrera en un empleo. La idea de tener un trabajo
y hacer carrera en ese sector o en una misma empresa durante toda la
vida es cada vez más raro. Sobre este tema se está hablando mucho, la
mecanización del empleo, la sustitución de más y más trabajos por la IA.
El cambio de roles y responsabilidades. Está claro que va a cambiar el
escenario y el trabajo, pero no creo que vaya a dejar al 47% de la población sin empleo,
tal y como dicen algunos estudios. Creo que hay mucha gente que cree en
escenarios en los que los robots se harán con todo el empleo, pero ese
desarrollo tecnológico nunca va a funcionar con una especie de piloto
automático. Es la sociedad, la ciudadanía, quien tiene el poder de
controlar y dirigir ese desarrollo tecnológico. Hay un escenario posible
en el que la gente es la que controla ese desarrollo tecnológico y nos
guía hacia una sociedad próspera.
Y ese nuevo concepto que tanto se escucha últimamente: prosumidor. Esto es algo de lo que llevamos hablando desde 2009. Recuerdo un
artículo que escribí en 2008 en el que explicaba que la gente que usaba
MySpace estaba trabajando. La gente pensó en aquel entonces que estaba
loco. Hoy no creo que piensen lo mismo. Es lo que llamo datalabour [trabajo
de datos], que es eso que hace la gente cuando crea datos que añaden
valor a las grandes empresas tecnológicas y redes sociales mediante su
uso o las búsquedas que hacen. Y no es una cuestión de aquello que lo
que tanto se temía en los 90 sobre que iban a controlar lo que
escribimos, no es eso. Se trata del beneficio que obtienen mediante el
mapeo de tu vida social, de tu amigos. Lo que, sumado a los nuevos usos
de la IA, nos puede llevar a escenarios que pueden dar tanto miedo como
los capítulos de Black Mirror. Lo que ocurre en uno de esos
episodios está ocurriendo ya en China, donde la ciudadanía va a ser
valorada por un sistema de puntuación donde si tú te retrasas pagando tu
alquiler puede que te sea imposible alquilar un coche por tu
puntuación. Porque es imposible ver todos estos factores como
desconectados. Están totalmente conectados. No es una cuestión solo de
cosas online, es un tema de seguros de hogar o todas esas cosas que
rodean nuestras vidas.
Vemos como la atomización del trabajo por este capitalismo de
plataforma está matando el poder sindical. ¿Cuál es el papel de los
sindicatos en este nuevo escenario? ¿Tienen que cambiar ellos también? Exacto. Ese es un enorme problema. Creo que tradicionalmente los
sindicatos han tenido un gran problema para adaptarse. En Estados Unidos
hay un sindicato de autónomos que, bueno, está intentando existir en
este contexto en el que ya no existen esos grandes centros de trabajo en
los que había cientos de trabajadores juntos. En el escenario actual
puedes tener a un individuo que tenga diez o quince empleos al año y
entonces, ¿cómo se supone que los vas a representar? Por lo que lo que
están haciendo es ejercer de grupo de presión. Hacer lobby para defender
los derechos de ese tipo de empleados autónomos. Y, de hecho, han
tenido algún éxito. Como hacer que las empresas no puedan retrasar sus
pagos a los autónomos más de 30 días.
Las cooperativas ofrecen soluciones mucho más tangibles y valiosas que los sindicatos
Pero también creo que hay soluciones mucho más sustanciosas y
estructurales para este sector ofertadas por cooperativas. Como por
ejemplo la cooperativa de autónomos Smart, que actualmente se encuentra
en nueve países europeos. Esta cooperativa ofrece a los autónomos
seguros de hogar, de vida y, en algunos países, incluso se encargan de
sus bajas por maternidad. También están ofreciéndo a los autónomos un
mayor acceso a sus derechos básicamente empleándoles en la cooperativa
durante el tiempo que ese autónomo está haciendo el trabajo para una
gran empresa. Podemos ver que,
sorprendentemente, las cooperativas ofrecen soluciones mucho más
tangibles y valiosas que los sindicatos, por lo que creo que
cooperativas y sindicatos deberían trabajar juntos. Además, si miramos
la historia, podemos ver que, en 1844, en Reino Unido, las cooperativas y
los sindicatos aparecieron en la misma región geográfica. Acabo de
estar en India y he visto lo mismo. Un sindicato con más de un millón y
medio de miembros ha creado 106 cooperativas que apoyan económicamente a
los trabajadores, porque se dieron cuenta de que los sindicatos tienen
limitaciones. Uno de los temas claves, entre
cooperativas y sindicatos, es el reparto y organización de la toma de
decisiones. Es muy importante pensar cómo vamos a organizar el empleo.
Por que ¿cómo podemos hacer, sobre todo cuando hablamos de trabajadores
pobres y esparcidos, para que estos puedan votar un tema en un sindicato
o puedan realizar una acción política conjunta? Es un tema de
organización social, está claro, pero también ayudan mucho las
herramientas. Por ejemplo, un grupo de neozelandeses ha creado la
herramienta de software libre Loomio que está ayudando mucho en la toma
de decisiones de este tipo de organizaciones.
Ese reparto de la propiedad mejora la productividad y
también la resiliencia cuando se enfrenta a una época económica adversa,
además de mejorar las condiciones de trabajo
Tú planteas una solución a la que has llamado 'cooperativismo de plataforma', ¿qué es exactamente? No es una solución. Yo suelo rechazar el solucionismo [ríe]. No
existe una sola solución para esto. Pero sí que creo que es una
alternativa económica para mucha gente. Es importante trabajar junto a
poderes legislativos y reguladores para pensar en un nuevo marco
legislativo en el que los sindicatos puedan funcionar, tal y como hemos
dicho antes; que active la economía social y solidaria. Y también se
trata de introducir el modelo de la cooperativa en la nueva economía
digital, lo cual creo que puede crear un gran cambio. Y digo esto porque
creo que responde a ese aislamiento que produce la economía digital, a
esos a los que ahora llaman los emprendedores solitarios, que en mi
opinión no son para nada emprendedores pero sí están aislados. El
cooperativismo cambia eso. También cambia la propiedad de la empresa,
que se reparte entre los socios. Ese reparto de la propiedad mejora la
productividad y también la resiliencia cuando se enfrenta a una época
económica adversa, además de mejorar las condiciones de trabajo. Por lo
que creo que es una genial intervención en la economía.
Lo que yo llamo cooperativa de plataforma se basa en cuatro ideas
clave. La primera sería la posesión democrática de la empresa. Imaginad,
por ejemplo, que Uber fuera de todos sus conductores o Airbnb de
los dueños de las residencias, pero también de otras personas
comprometidas con la cooperativa, como los consumidores. Así se logra
una cooperativa más igualitaria. Lo segundo es que se base en
programación de software libre, de manera que las cooperativas se pueden
reinventar y desarrollar una y otra vez. Esto permite que se puedan
crear licencias para que otras cooperativas similares las utilicen. La
tercera es el co-diseño, o sea, que todos participen en el diseño de la
plataforma. Tú no produces un pedazo de software y se lo pasas a los
trabajadores, sino que ellos participan en el proceso de diseño para que
sea como ellos quieren. Y, por último, la gobernanza democrática,
porque el reparto de la posesión de la compañía no es suficiente, los
trabajadores deben ser parte de todo el proceso de la plataforma.
Mientras luchamos por cosas como la renta básica universal u
otras cosas de ese imaginario, necesitamos ver qué es lo que hacemos
ahora mismo
¿Crees que es una verdadera alternativa al capitalismo? ¿O servirá
para pequeños grupos que se aíslan o funcionan dentro del mismo
capitalismo? Bueno, entiendo la preocupación y creo que hay que luchar, pero
tampoco estoy de acuerdo con ese argumento de que si un nuevo proyecto
no va a sustituir a Facebook o Google, no sirve de nada. No estoy nada
de acuerdo. Primero, porque no sabemos si lo sustituirá o no. Toda estas
ideas de las cooperativas de plataforma o nuevos sindicatos de
autónomos son muy nuevas y nadie sabe todavía hasta dónde pueden llegar,
ni qué pasará. Puede que un día llevemos todos estos proyectos online,
consigan escalar en tamaño y expandirse como setas. No lo sabemos. Pero,
mientras tanto, creo que es una buena solución a corto plazo. Porque
este es el típico problema que aparece cuando trabajas con el mundo
académico o con muchos de los movimientos sociales, que son muy buenos
proyectando metas a largo plazo y desarrollando imaginarios futuros, lo
cual es extremadamente importante porque necesitamos esos imaginarios,
pero el problema es que, mientras luchamos por cosas como la renta
básica universal u otras cosas de ese imaginario, necesitamos ver qué es
lo que hacemos ahora mismo. Creo que ese escenario más a corto plazo es
muy importante y ahí es donde podemos ofrecer algo, porque las
cooperativas ya existen en todo el planeta y son una enorme fuerza. No
siempre es tan progresiva como la historia sugiere, pero es un gigante
dormido que podría despertar en cualquier momento.
Uno de los principales problemas que podría tener este modelo es la
financiación. ¿Cómo pueden estas cooperativas de plataforma escalar su
tamaño y crecer sin caer en los grandes fondos de inversión? Yo creo que las cooperativas no van a recibir dinero de esos grandes
fondos porque estos no van a entender el modelo. Ni creo que ellas
tengan que aceptarlo en caso de que ocurra. Pero alternativamente se
puede obtener dinero de las mismas personas que quieren formar parte de
una cooperativa. Hay una plataforma de venta online cooperativista en
Berlín que ha recaudado un millón de euros de sus usuarios. Más de dos
mil personas aportaron ese dinero en tan solo unas pocas semanas. Un
millón no es una barbaridad para un proyecto como ese, pero ya es un
comienzo. También se han creado algunas mediante el sistema de crowdfunding.
Además también podría pasar que grandes cooperativas puedan impulsar a
otras. Aquí en España tenéis un ejemplo perfecto: Mondragón es la mayor
cooperativa del mundo. Creo que esas grandes cooperativas deben pensar
en su futuro a base de apostar por apoyar y financiar otras
cooperativas. Luego hay gente investigando otras vías. Hay gente
probando con bitcoins u otros métodos con blockchain.
Algunos de estos métodos están funcionando, otros no tanto, pero creo
que es una época muy interesante para este tipo de vías de financiación.
Si entras en esa lógica de inversores y accionistas, tienes
que acabar actuando como ellos. Actuar como una aspiradora que absorbe
todo el valor posible de los usuarios y correr
Dices que el capitalismo no estará interesado en meter dinero en esas
cooperativas, pero el capitalismo suele entrar en todo aquel sector o
innovación donde puede sacar beneficio. Bueno, la verdad es que lo importante es que no lo cojan. Porque si
cogen ese dinero, toda su lógica se hunde. Por ejemplo, tengo amigos que
son muy cercanos a los fundadores de Airbnb y son buena gente, pero
cogieron el dinero. Con este dinero viene la paradoja de que tienes que
acabar sirviéndoles. Porque ellos te dejan el dinero, pero lo que
significa es que, después de 18 meses, ellos quieren recibir de vuelta
su inversión. Si no eres capaz de hacerlo —18 meses no es mucho tiempo—,
tendrás que hacer todo lo que te digan, lo que significa que pierdes tu
idea y pierdes tu empresa. Eso ha pasado con muchísimos proyectos. No
le ha pasado a Facebook ni a Google,
pero son realmente dos excepciones. Si entras en esa lógica de
inversores y accionistas, tienes que acabar actuando como ellos. Actuar
como una aspiradora que absorbe todo el valor posible de los usuarios y
correr. Luego esperar a que te compre algún Google o Apple. Pero esa
gente nunca ha tenido interés en las ideas o en el negocio en sí. No es
lo mismo en el caso de las cooperativas, donde la cosa trata sobre crear
ideas, sobre la gente, sobre crear empleos para un largo periodo de
tiempo. No es algo cosmético. Pero todo esto depende y funcionará si el
dinero viene de otro lugar, porque si coges ese dinero, detrás viene un
reacción en cadena.
Trebor Scholz en el Museo Reina Sofía de Madrid Álvaro Minguito
Me preocupa mucho la batalla lingüística por ciertos términos. ¿Crees
que la izquierda o el mundo cooperativista está perdiendo la batalla
por las palabras “colaborar” o “compartir” [en referencia a lo que se
llama sharing economy]? No, no, no. Las estamos recuperando. Estoy seguro. Pero es eso, las
tienes que recuperar, porque las perdimos. Porque desde el 2005, cuando
aparecieron estos proyectos disruptivos, como CouchSurfing o BlaBlaCar
aquí en Europa, que eran de hecho verdaderos proyectos de sharing economy, ha
cambiado y lo habíamos perdido. Además es algo que ya pasó en los 70,
cuando las grandes empresas se apoderaron del capital social que es el
lenguaje de la intimidad y el amor, y lo utilizaron para vender más.
También estas empresas se han apoderado del lenguaje y el discurso
ecologistas. Ya sabes, que si esto es más sostenible, que si menos
personas usan el coche... lo cual siempre me ha parecido una mentira.
Hay estudios que prueban que gran parte de la congestión del tráfico en
la ciudad de Nueva York es por culpa de Uber. Pero es complicado, ya que sí que hay empresas que lo están haciendo muy bien.
Cierto, pero en España, cuando hablas de 'economía colaborativa', la
gente piensa en ese repartidor de Deliveroo explotado y precario. Creo
que cada vez es más difícil darle la vuelta y recuperar ese término de
colaborar. Bueno, pero ahora mismo hay mucha literatura sobre ello. Se puede
leer mucho sobre el tema. Nosotros estamos trabajando en un proyecto
sobre un kit para el desarrollando de plataformas cooperativas y estamos
dando forma a una narrativa global que está expulsando ese otro uso de
la palabra.
¿Cómo crees que será la economía en diez años? No lo sé, pero si me obligas a contestar te diré que creo que las
cooperativas de plataforma seguirán aquí. Depende de nosotros. Depende
de a cuantos legisladores podamos convencer. A cuantos pongamos de
nuestro lado. Y, por supuesto, hay que ponernos de acuerdo con el mundo
académico, con los movimientos sociales, con los informáticos y otros
expertos en tecnologías. Necesitamos atraer a esos jóvenes que trabajan
en tecnología para Google y otras grandes empresas, donde les pagan muy
bien pero donde no sienten que estén aprovechando sus vidas en nada
positivo, además de estar aburridos hasta la muerte. Poder atraer a esa
gente sería un gran punto, por eso normalmente no tengo problemas con
dar charlas para empresas como Google o Microsoft, aunque sea solo por
poder influenciar a esa gente.
Pero el neoliberalismo tampoco va a dejar su lugar hegemónico
fácilmente. Seguramente pretenda expulsar a todo lo que le moleste. Las investigaciones no dicen eso. De hecho, las cooperativas y las
grandes corporaciones han convivido mucho tiempo. Las corporaciones
nunca han acabado con las cooperativas, ni tampoco ha pasado al
contrario. Parece que se respetan la una a la otra. Esto puede cambiar
debido a la tecnología. Tal vez la próxima Wikipedia colaborativa o el
Deliveroo colaborativo se expanda por todo el mundo y se quite de encima
a todas las otras empresas. No lo sabemos. Ya veremos.
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