El
programa Raíces, creado por el gobierno anterior para repatriar
científicos, logró hasta 2016 el retorno de casi 1300 investigadores, a
un promedio de 102 por año. Con el macrismo, en 2017 y 2018, sólo
regresaron seis. Y muchos emigraron de nuevo. Dos biólogos que volvieron
a irse cuentan su experiencia
Una protesta de científicos en la era macrista por el recorte de presupuesto en el sector.
Imagen: Leandro Teysseire
Imagen: Leandro Teysseire
Gracias
al programa Raíces, impulsado por los gobiernos de Néstor y Cristina
Kirchner, entre 2003 y mediados de 2016 fueron repatriados 1299
científicos, que se distribuyeron en dependencias públicas y privadas.
Hubo entonces un promedio de 102 investigadores que volvían por año.
Desde la asunción de Mauricio Macri, la caída fue abrupta. Las cifras
muestran el lugar residual en que fue colocado ese plan durante la
gestión Cambiemos. En 2017, los repatriados fueron dos y en 2018,
cuatro. Ahora, los científicos que están afuera extienden sus estadías
por tiempo indeterminado, algunos de los que retornaron al país ya
volvieron a emigrar y los jóvenes que no tienen oportunidades aquí
evalúan marcharse.
Por Pablo Esteban
A
fines de 2001, la situación parecía irreversible. El país estaba
quebrado y los horizontes de progreso se difuminaban. El 25 por ciento
de los argentinos no tenía empleo y, aproximadamente, un millón de
personas compró pasajes al exterior en busca de salidas de emergencia.
Muchos de ellos eran científicos, como Rolando González-José. Aunque hoy
es investigador principal del Conicet y director del Instituto
Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas, se fue a fines de los ‘90
para seguir su profesión en Europa. “En 2003 me enteré de Raíces porque
un colega estaba haciendo los trámites para volver. Regresé porque se
abría un proceso político más interesante del que se venía
experimentando. Néstor Kirchner reconocía a los científicos como nunca
lo había hecho nadie; aparecían figuras como Adrián Paenza que nos
motivaban mucho a los que estábamos afuera”, comenta el experto en
biología, diversidad y evolución en Latinoamérica.
Una experiencia similar afrontó Leticia Bentancor, que en 2012, luego
de vivir en Boston (EE.UU.) y trabajar en la Universidad de Harvard,
regresó a Argentina con el programa de repatriación e ingresó al Conicet
como investigadora adjunta. “Volví porque quería hacer ciencia en el
país y estaban dadas las condiciones. No buscaba trabajar afuera, me
parecía injusto; debía devolver al Estado tantos años de educación
pública brindada. Raíces, en aquel entonces, facilitaba los pasajes en
avión y los costos de la mudanza”, explica la especialista del
Laboratorio de Ingeniería Genética y Biología Celular y Molecular de la
Universidad Nacional de Quilmes.
Durante
la gestión anterior, se advertía una recomposición del sector que se
reafirmaría con la creación del Ministerio (diciembre de 2007) y todas
las políticas públicas que robustecieron el área. De hecho, fue tal la
impronta de Raíces que el 2 de diciembre de 2008 fue declarado política
de Estado y se convirtió en ley. No obstante, como plantea González-José
lo que en el pasado era un “efecto llamada”, hoy se constituye en
“efecto expulsión”. “La mística laboral que para nosotros es muy
importante se cortó: a ningún joven investigador lo vas a convencer de
que se va a llenar de guita con la ciencia porque eso no existe. Sin
embargo, es muy distinto tener salarios de hambre como tenemos: hay
mucho temor de que los pibes se vayan porque en estas condiciones no hay
manera de retenerlos. Hoy existe el mismo escenario expulsivo que
existía a fines de los ‘90”, apunta. En este sentido coincide Bentancor
cuando plantea: “Los que más sufren esta situación son los becarios que
recién comienzan a investigar. Con los subsidios congelados, las
posibilidades de mejorar los CV desaparecen por completo. Algunos
cuentan con diez años de formación, pero este gobierno no les brinda
ninguna oportunidad y nosotros vemos cómo se marchan a otros países
donde son bien recibidos y aprovechados”.
Agueda Menvielle fue la mentora principal del programa Raíces. Y
aporta un dato que grafica el lugar donde el macrismo puso a la ciencia:
“Lo que la gente quizás no sabe es que el Estado no necesita mucho
dinero para dinamizar el sector; de hecho, el presupuesto total del
Programa en comparación con cualquier otra partida representa apenas
unas monedas”.
–Según
el sitio oficial, hasta la fecha son 1323 los científicos repatriados. A
simple vista es posible advertir una caída abrupta desde 2016, cuando a
partir de la gestión de Mauricio Macri comenzó a desmantelarse el
sector de CyT.
–Nosotros repatriábamos un promedio de 100 científicos por año. Las
redes de vinculación con países como Alemania o Francia (fundamentales
en el pasado reciente) están sin respuesta. Existe un desfinanciamiento
absoluto. Se advierte en el humor cotidiano de los científicos que al no
ser valorados, nuevamente, comienzan a marcharse.
Fuente:Pagina/12
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