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Si
el propio Gobierno admite que el FMI no lo autoriza a intervenir hasta
que la cotización del dólar toque 51,45 pesos, ¿por qué los
especuladores dejarían de correr hacia el dólar si están invitándolos a
que lo hagan tranquilamente?
Si los exportadores tienen libertad total para liquidar las divisas
cuando mejor les calce, ¿en nombre de cuál patria se apurarían a
hacerlo?
Si cada vez que habla Macri entrega la imagen de un presidente
maltrecho, justamente en un sistema ultrapresidencialista por
características constitucionales y de consenso masivo, ¿a quién puede
imaginársele confiar en la casi extinta moneda nacional?
Si el Fondo Monetario es en esencia el gobierno de los Estados
Unidos, que ya no controla a las corporaciones del capitalismo
financierizado, ¿cuál es su fortaleza para despertar confianza?
Si el Gobierno rifa en el mercado los dólares de la única fuente que
le prestó para salvarlo del desplome el año pasado, ¿por qué generaría
cordialidad internacional?
Si evaporaron en tiempo récord el colchón que dejó el kirchnerismo,
con una manejable proporción entre la deuda en dólares y el PBI, ¿qué
otro efecto podía esperarse que no fuese un país inerme frente a las
tormentas señaladas por Macri como exclusivamente externas?
Si lo que debe Argentina en una moneda que no emite ya es igual a más
del 75 por ciento de esa deuda, que a su vez ya se acerca al 100 por
ciento del PBI, ¿de qué manera habrá consecuencias que no sean peores
todavía en un modelo que solamente apuesta a continuar endeudándose?
Si hasta las grandes empresas argentinas que cotizan en Wall Street
quedan a precio de saldo, ¿puede pasar otra cosa que su derrumbe
progresivo quizás para que, como en 2001/2002, las corporaciones
extranjeras se queden con varias de ellas?
Si tasas de interés a una altura mundialmente desconocida es todo el
recurso gubernamental para que el dólar baje unos centavos en el día,
después de tocar picos recurrentes, ¿queda algún gurú ortodoxo, que no
sea el humorista Espert o su colega Milei, en estado de ofrecer
soluciones?
Si esas tasas convalidan que una especulación monstruosa se anteponga
a cualquier inversión productiva, ¿por qué se detendría la angurria de
los grandes capitales?
Si nadie habla de regular la fuga porque naturalizaron que todos los
ahorros pueden pasarse a dólares sin límites y de la noche a la mañana,
como acaba de insistir Marcó del Pont, ¿en qué cabeza cabe que la fuga
pueda detenerse?
Si alcanza una encuesta de una consultora preferida del Gobierno para
desatar el pánico del mundo financiero, ¿dónde quedó que ese mundo era
íntimo y militante del cambio?
Si los antecedentes son que el kirchnerismo pagó toda la deuda con el
Fondo y con el Club de París más los juicios en el Ciadi, organismo del
Banco Mundial que resuelve litigios entre Estados e inversionistas
extranjeros, ¿qué cuco estarían mentando?
Si el historial es ése, ¿no es acaso que el neoliberalismo endeuda y el populismo paga, exactamente al revés de como lo relatan?
Si el Gobierno no acierta un solo pronóstico, incluyendo que el
delegado Dujovne predijo hace pocos días el comienzo del descenso
inflacionario, ¿cuál marciano descansaría en que el rumbo es por acá?
Si a Macri ya no le cree nadie, como afirman inclusive muy cerca
suyo, ¿es creíble que los problemas sean adjudicables a Cristina?
Si ni el propio Presidente se dispuso a respaldar el paquetito
estabilizador de precios en segundas y terceras marcas, marchito antes
de nacer según fue advertido por los mismos caballeros del pacto, ¿qué
sensación de autoridad podría sobrevivir?
Si los mercados ya avisaron definitivamente que Macri debe correrse y
lo único que se le ocurre al Gobierno es ratificar su candidatura
indeclinable, ¿estamos hablando de cómo puede ser que no se les ocurra
otra cosa o de que ya no existe alguna cosa que pueda ocurrírseles?
Si otra cosa ya tiene la única figura de Heidi, insinuada o
directamente urgida por el periodismo cambiemita y por la mayoría del
círculo rojo que entronizó a Macri, ¿qué se modificaría del drama
económico presente y estructural que deja el PRO?
Si se supone que Heidi candidata calmaría a los mercados porque
solamente ella está en aptitud de ganarle a Cristina, ¿podría no ser
surrealista el escenario de Macri como pato rengo terminal y la
gobernadora haciendo campaña para diferenciarse de él?
Si lo anterior fuera efectivamente probable, ¿Heidi hablaría de la herencia recibida?
Si tal realismo mágico volviera a atrapar voluntades como en ese 2015
en que lo más fácil era arreglar la inflación, los trabajadores no
pagarían ganancias, lloverían las inversiones, el dólar dejaría de ser
un problema para siempre y habría un millón de créditos hipotecarios
accesibles, ¿cuánto quedaría para seguir analizando qué?
Si la gobernadora mudara a la candidatura nacional, ¿con quién
asegurarían vencer en la provincia de Buenos Aires para despertar qué
tranquilidad que apaciguaría a cuáles mercados?
Si ya se da por descontado que, en cualquier caso, CFK ganará en
primera vuelta y con eso se asegura una tropa parlamentaria de número
decisivo, ¿cuál es la lógica de que las fieras especuladoras se
calmarían?
Si, con el resultado de este domingo en Santa Fe, Cambiemos acumula
siete al hilo pero en sentido inverso, ¿qué reacción puede esperarse de
esos mercados amigazos, que a estar por Macri se asustaban por factores
internacionales y ahora por el miedo a la yegua?
Si los cambiemitas quedaron sorprendidos porque la yegua sacó un
libro, que le basta para haber vuelto a marcar la cancha, ¿no deberían
revisar de una vez por todas a sus fantásticos servicios de
inteligencia?
Si en medio de la corrida cambiaria anuncian la ampliación del
procesamiento a Cristina por la causa de las fotocopias, ¿no es un tanto
burdo?
Si esa causa promovida desde los escritos del que habla como Monzón y
escribe como Borges tuvo el centro de acosar a CFK, para que al cabo se
les vaya de las manos y terminen implicados muchos de los empresarios
aliados del Gobierno, ¿no estaría habiendo una falla grave en el mejor
equipo de los últimos 50 años, del tipo de habérseles escapado la
Embajada?
Si los emporios locales reconocen que estaban muchísimo mejor con los
K y que Macri ratificó ser apenas el hijo desagradecido de Franco, ¿no
les convendría intentar negociaciones con lo que les espanta?
Si en lugar de lo precedente juegan a Heidi, ¿hacen bien o se suicidan?
Si fracasaran los intentos de que Macri se haga a un costado, ¿el establishment va a Schiaretti?
Si fuera el gobernador cordobés, que en unas semanas volvería a ganar
en su provincia sin despeinarse, favorecido por la comedia de los
radicales, ¿también haría campaña nacional diferenciándose de Macri
luego de sostenerlo desde el primer día, como lo hizo el opoficialismo
que le votó todas las leyes?
Si Cristina deberá ser candidata aunque no le sobren las ganas,
porque tiene un liderazgo insustituible y la extrañan hasta muchos de
quienes la insultaban, ¿ya estará en marcha el programa de emergencia
nacional a que obligará esta desgracia que gobierna?
Fuente:Pagina/12
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