Si
el propio Gobierno admite que el FMI no lo autoriza a intervenir hasta
que la cotización del dólar toque 51,45 pesos, ¿por qué los
especuladores dejarían de correr hacia el dólar si están invitándolos a
que lo hagan tranquilamente?
Si los exportadores tienen libertad total para liquidar las divisas
cuando mejor les calce, ¿en nombre de cuál patria se apurarían a
hacerlo?
Si cada vez que habla Macri entrega la imagen de un presidente
maltrecho, justamente en un sistema ultrapresidencialista por
características constitucionales y de consenso masivo, ¿a quién puede
imaginársele confiar en la casi extinta moneda nacional?
Si el Fondo Monetario es en esencia el gobierno de los Estados
Unidos, que ya no controla a las corporaciones del capitalismo
financierizado, ¿cuál es su fortaleza para despertar confianza?
Si el Gobierno rifa en el mercado los dólares de la única fuente que
le prestó para salvarlo del desplome el año pasado, ¿por qué generaría
cordialidad internacional?
Si evaporaron en tiempo récord el colchón que dejó el kirchnerismo,
con una manejable proporción entre la deuda en dólares y el PBI, ¿qué
otro efecto podía esperarse que no fuese un país inerme frente a las
tormentas señaladas por Macri como exclusivamente externas?
Si lo que debe Argentina en una moneda que no emite ya es igual a más
del 75 por ciento de esa deuda, que a su vez ya se acerca al 100 por
ciento del PBI, ¿de qué manera habrá consecuencias que no sean peores
todavía en un modelo que solamente apuesta a continuar endeudándose?
Si hasta las grandes empresas argentinas que cotizan en Wall Street
quedan a precio de saldo, ¿puede pasar otra cosa que su derrumbe
progresivo quizás para que, como en 2001/2002, las corporaciones
extranjeras se queden con varias de ellas?
Si tasas de interés a una altura mundialmente desconocida es todo el
recurso gubernamental para que el dólar baje unos centavos en el día,
después de tocar picos recurrentes, ¿queda algún gurú ortodoxo, que no
sea el humorista Espert o su colega Milei, en estado de ofrecer
soluciones?
Si esas tasas convalidan que una especulación monstruosa se anteponga
a cualquier inversión productiva, ¿por qué se detendría la angurria de
los grandes capitales?
Si nadie habla de regular la fuga porque naturalizaron que todos los
ahorros pueden pasarse a dólares sin límites y de la noche a la mañana,
como acaba de insistir Marcó del Pont, ¿en qué cabeza cabe que la fuga
pueda detenerse?
Si alcanza una encuesta de una consultora preferida del Gobierno para
desatar el pánico del mundo financiero, ¿dónde quedó que ese mundo era
íntimo y militante del cambio?
Si los antecedentes son que el kirchnerismo pagó toda la deuda con el
Fondo y con el Club de París más los juicios en el Ciadi, organismo del
Banco Mundial que resuelve litigios entre Estados e inversionistas
extranjeros, ¿qué cuco estarían mentando?
Si el historial es ése, ¿no es acaso que el neoliberalismo endeuda y el populismo paga, exactamente al revés de como lo relatan?
Si el Gobierno no acierta un solo pronóstico, incluyendo que el
delegado Dujovne predijo hace pocos días el comienzo del descenso
inflacionario, ¿cuál marciano descansaría en que el rumbo es por acá?
Si a Macri ya no le cree nadie, como afirman inclusive muy cerca
suyo, ¿es creíble que los problemas sean adjudicables a Cristina?
Si ni el propio Presidente se dispuso a respaldar el paquetito
estabilizador de precios en segundas y terceras marcas, marchito antes
de nacer según fue advertido por los mismos caballeros del pacto, ¿qué
sensación de autoridad podría sobrevivir?
Si los mercados ya avisaron definitivamente que Macri debe correrse y
lo único que se le ocurre al Gobierno es ratificar su candidatura
indeclinable, ¿estamos hablando de cómo puede ser que no se les ocurra
otra cosa o de que ya no existe alguna cosa que pueda ocurrírseles?
Si otra cosa ya tiene la única figura de Heidi, insinuada o
directamente urgida por el periodismo cambiemita y por la mayoría del
círculo rojo que entronizó a Macri, ¿qué se modificaría del drama
económico presente y estructural que deja el PRO?
Si se supone que Heidi candidata calmaría a los mercados porque
solamente ella está en aptitud de ganarle a Cristina, ¿podría no ser
surrealista el escenario de Macri como pato rengo terminal y la
gobernadora haciendo campaña para diferenciarse de él?
Si lo anterior fuera efectivamente probable, ¿Heidi hablaría de la herencia recibida?
Si tal realismo mágico volviera a atrapar voluntades como en ese 2015
en que lo más fácil era arreglar la inflación, los trabajadores no
pagarían ganancias, lloverían las inversiones, el dólar dejaría de ser
un problema para siempre y habría un millón de créditos hipotecarios
accesibles, ¿cuánto quedaría para seguir analizando qué?
Si la gobernadora mudara a la candidatura nacional, ¿con quién
asegurarían vencer en la provincia de Buenos Aires para despertar qué
tranquilidad que apaciguaría a cuáles mercados?
Si ya se da por descontado que, en cualquier caso, CFK ganará en
primera vuelta y con eso se asegura una tropa parlamentaria de número
decisivo, ¿cuál es la lógica de que las fieras especuladoras se
calmarían?
Si, con el resultado de este domingo en Santa Fe, Cambiemos acumula
siete al hilo pero en sentido inverso, ¿qué reacción puede esperarse de
esos mercados amigazos, que a estar por Macri se asustaban por factores
internacionales y ahora por el miedo a la yegua?
Si los cambiemitas quedaron sorprendidos porque la yegua sacó un
libro, que le basta para haber vuelto a marcar la cancha, ¿no deberían
revisar de una vez por todas a sus fantásticos servicios de
inteligencia?
Si en medio de la corrida cambiaria anuncian la ampliación del
procesamiento a Cristina por la causa de las fotocopias, ¿no es un tanto
burdo?
Si esa causa promovida desde los escritos del que habla como Monzón y
escribe como Borges tuvo el centro de acosar a CFK, para que al cabo se
les vaya de las manos y terminen implicados muchos de los empresarios
aliados del Gobierno, ¿no estaría habiendo una falla grave en el mejor
equipo de los últimos 50 años, del tipo de habérseles escapado la
Embajada?
Si los emporios locales reconocen que estaban muchísimo mejor con los
K y que Macri ratificó ser apenas el hijo desagradecido de Franco, ¿no
les convendría intentar negociaciones con lo que les espanta?
Si en lugar de lo precedente juegan a Heidi, ¿hacen bien o se suicidan?
Si fracasaran los intentos de que Macri se haga a un costado, ¿el establishment va a Schiaretti?
Si fuera el gobernador cordobés, que en unas semanas volvería a ganar
en su provincia sin despeinarse, favorecido por la comedia de los
radicales, ¿también haría campaña nacional diferenciándose de Macri
luego de sostenerlo desde el primer día, como lo hizo el opoficialismo
que le votó todas las leyes?
Si Cristina deberá ser candidata aunque no le sobren las ganas,
porque tiene un liderazgo insustituible y la extrañan hasta muchos de
quienes la insultaban, ¿ya estará en marcha el programa de emergencia
nacional a que obligará esta desgracia que gobierna?
Tras
ratificar la huelga del martes próximo, las organizaciones sindicales
llamaron a una movilización a partir de las 13:00. El miércoles, Día del
Trabajador, habrá más de 300 ollas populares en la Ciudad.
26 de Abril de 2019
Los
dirigentes del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FreSiMoNa)
anunciaron este viernes la convocatoria a una movilización en la Plaza
de Mayo en el marco de la jornada de paro nacional del próximo martes
30.
Además, las diferentes organizaciones sindicales que integran el
espacio realizarán ollas populares y otras actividades de protesta
durante el miércoles, Día del Trabajador.
La convocatoria a la movilización frente a la Casa Rosada quedó
formalizada durante una conferencia de prensa encabezada por el titular
de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo; Pablo Moyano (Camioneros);
Hugo Yasky y Ricardo Peidró, de las CTA; y Roberto Baradel, de SUTEBA,
entre otros.
"Este es un gobierno autista, política y socialmente. Consolidaron la
concentración en pocas manos y hoy tenemos una inflación
descontrolada", puntualizó Palazzo.
Por su parte, Moyano confirmó para las 13:00 la movilización hacia la
Plaza de Mayo, y cuestionó la falta de respuestas del Gobierno nacional
a la crisis económica y el impacto de la inflación. "La decadencia del
país se profundiza y hablar con el Gobierno es como reunirse con un
muñeco", argumentó.
El dirigente camionero precisó que el 1 de Mayo, las organizaciones
sindicales instalarán en la Ciudad "300 ollas populares". Y explicó: "No
hay nada para festejar".
INFORME ESPECIAL. Inflación y crisis Por Santiago Fraschina
Fuente:Pagina/12
La
política antiinflacionaria del Gobierno es un fracaso rotundo. La
estrategia fue poner el foco en la cuestión monetaria, acorde a los
preceptos neoliberales. Después de seis meses de torniquete monetario,
el resultado dejó en evidencia las limitaciones de la teoría ortodoxa,
con una recesión inducida y una inflación que continúa en niveles
alarmantes. En las actuales condiciones económicas, cualquier salto del
dólar se traslada de manera inmediata a los precios.
La
política antiinflacionaria del Gobierno fue un fracaso rotundo. Desde
octubre de 2018 hasta el presente, los precios han subido casi 25 por
ciento. El arranque de 2019, lejos de mostrar una desaceleración en los
precios, consolidó un efecto de espiralizarían difícil de revertir en el
corto y mediano plazo, situando las expectativas para este año por
arriba del 40 por ciento. La suba del IPC del primer trimestre es del
11,8 por ciento, con una inflación anualizada del 54,7 por ciento.
En
febrero, la canasta básica de pobreza para una familia tipo se situó en
27.570 pesos, 57,2 por ciento más alta que el año anterior (frente a un
salario mínimo de 11.900 pesos para marzo de 2019). El comienzo del
segundo trimestre tampoco dio respiro, con subas de 29 por ciento en el
gas (en tres etapas), hasta 10 por ciento en combustibles, 15 por ciento
en el pasaje de subte y del 7,5 por ciento en las prepagas (a partir de
mayo).
Los alimentos subieron fuertemente en las dos últimas semanas de
marzo y siguieron su escalada en la primera quincena de este mes, a la
par del tipo de cambio. El salto del dólar puso en alerta a los dueños
de las principales marcas del rubro de alimentos. La suba de los
combustibles, que aumentaron quince veces en los últimos 14 meses, y de
los servicios públicos regulados realimentan la inercia inflacionaria ya
que encarecen los costos de logística y de producción.
Híper
Las normas contables internacionales definen a la hiperinflación
cuando los precios suben más del 100 por ciento en tres años. Siguiendo
esa línea, Argentina se encuentra en hiperinflación de alimentos, con
fuertes remarcaciones en el caso de productos básicos como harina,
aceite comestible, carne vacuna, arroz, huevos y fideos.
En un país cuya producción puede alimentar a 400 millones de
personas, la pobreza e indigencia no paran de crecer, con situaciones
alarmantes de falta de productos en las góndolas de supermercados,
limitaciones en las compras para algunos productos esenciales y
sustitución de alimentos básicos por opciones de menor calidad
nutricional.
A la deriva
El naufragio de la política económica del oficialismo pone en vilo a
todo el país. Incluso puertas adentro, los cuestionamientos al esquema
de medidas para combatir la inflación están a la orden del día. Este
barco a la deriva es el resultado de la absoluta sumisión de las
decisiones económicas a los intereses de los sectores económicos más
concentrados, que lejos de realizar inversiones productivas en el país,
sistematizan sus actividades para fugar capitales y acumular activos
financieros en el exterior o vuelcan sus excedentes a sectores que les
garanticen rentabilidades extraordinarias con escaso nivel de
competencia internacional y casi nula creación de puestos de trabajo.
La dolarización de las tarifas de los servicios públicos y los
constantes tarifazos que golpean a la población también son parte de la
explicación.
Si se analiza puntualmente las acciones del Gobierno, la política de
desinflación de la economía puso el foco en la cuestión monetaria,
acorde a los preceptos neoliberales y monetaristas que sustentan la
ideología de los funcionarios. La persistencia de la idea de concebir a
la inflación como un fenómeno puramente monetario llevó al Banco Central
a secar el mercado de dinero en los últimos seis meses, controlando la
expansión de la base monetaria en términos reales con una rigurosidad
estricta, incluso superando sus propias metas.
Tasa de interés
Esta política elevó la tasa de interés a niveles asfixiantes para la
inversión productiva, ocasionando una contracción de la economía que en
2018 fue del 2,5 por ciento y en enero de este año llegó al 5,7 por
ciento interanual.
Los sectores productivos primarios agroexportadores,
fundamentalmente, energéticos y de intermediación financiera, los
grandes beneficiados por el modelo vigente, contrapesaron un poco la
balanza. Pero como los sectores más afectados fueron las pymes
industriales y el comercio, dos grandes generadores de puestos de
trabajo, la sociedad se vio muy impactada por un modelo económico
regresivo, cuyos efectos fueron la destrucción de más de 200.000 puestos
de trabajo registrados, el aumento del desempleo y una mayor
precariedad laboral.
Después de seis meses de torniquete monetario, el resultado dejó en
evidencia las limitaciones de la teoría ortodoxa y los instrumentos
utilizados, con una recesión inducida por medidas internas y una
inflación que continúa en niveles alarmantes.
Costos
El desconocimiento de otros factores que influyen en el tema, como el
dólar, la inercia inflacionaria, la desregulación de mercados y el
poder económico concentrado en distintos sectores de la cadena
productiva, está teniendo un costo muy elevado. Tan evidente es la
situación, que no son pocos los analistas que, en lugar de pensar en la
palabra “fracaso”, sostienen que el Gobierno es quien deliberadamente
fogonea la inflación, como método eficaz para redistribuir la riqueza
desde los sectores mayoritarios (trabajadores, jubilados, pensionados) a
los sectores concentrados.
El control del dólar también está plagado de inconsistencias. La
evolución de la divisa muestra saltos seguidos de una calma relativa. En
momentos de calma, el Gobierno se apresura en comunicar que sus medidas
están teniendo efecto, mientras el dólar vuelve a retomar impulso y se
renueva la inestabilidad y la desconfianza sobre la política oficial.
El trasfondo de este proceso es la existencia de una enorme
concurrencia de activos en pesos y en dólares, que van desde las Leliq
(que superan el billón de pesos), pasando por los plazos fijos y los
depósitos en dólares. Esto, conforma una masa de dinero que suma
inestabilidad al sistema, más aún en la actual coyuntura, ya que las
elevadas tasas tienen el efecto de “bola de nieve”.
Los dólares del FMI que se subastarán a razón de 60 millones por día
pueden descomprimir un poco la situación del tipo de cambio. Además, los
fondos aportados para el vencimiento de la deuda pública ampliarían la
oferta. No obstante, lo que se observa es parte del plan de estirar la
situación lo máximo posible y llegar a las elecciones.
Si bien no implica que no puedan volver corridas en el corto plazo,
en el mediano ninguna de las variables insustentables se habrá
modificado y habrá que prestar atención a lo que puede llegar a pasar
después de las elecciones. Lo mismo ocurre con los dólares que pueden
venir de la buena cosecha que se espera. La desregulación, que quitó la
obligación de liquidar las divisas a los exportadores, abre un signo de
interrogación sobre si habrá un aumento importante de la oferta de
dólares.
En las actuales condiciones económicas, cualquier salto del dólar se
traslada de manera inmediata a los precios. El Gobierno no puede
desconocer la importancia de esta variable y su impacto sobre la
inflación, que es un fenómeno claramente multicausal.
* Director de la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda e integrante de EPPA
Acaban
de entrar en vigencia en Brunéi, pequeño estado de mayoría musulmana
situado en el sudeste asiático, las leyes que castigan las relaciones
homosexuales con la pena de muerte por lapidación. La avanzada
neoconservadora no es un fenómeno privativo de culturas islámicas. SOY
analiza desde el punto de vista del Derecho hasta qué punto los derechos
adquiridos en las zonas más progresistas del mundo corren el riesgo de
desdibujarse.
Daniel Borrillo, especialista en Derecho, Bioética y Derecho lgbti. Imagen: Sebastián Freire
Daniel
Borrillo es profesor de derecho privado en la Universidad de París
Oeste Nanterre La Défense y miembro del Centro de Investigación y
estudios de los derechos fundamentales. La biografía de Borrillo se liga
tempranamente a su producción y militancia: forjó una obra que pudiera
pensar estrategias contra los prejuicios sociales. Proveniente de
sectores populares, se recibió de abogado en los años ochenta,
resistiendo desde la facultad de derecho de la UBA en los años de la
dictadura militar. Algunos años antes se había enamorado de un compañero
de colegio.
“Fue una historia de amor truncada en esa época. Lo más desesperante
era la ausencia de referencia. Que el hecho de enamorarse aparezca como
maravilloso por un lado y terrible por el otro. Yo vengo de una familia
católica. Y él también. Fernando se llama. En ese momento las cosas no
se podían vivir de la misma manera. No había acceso a nada, no había
lugares de encuentro, no había revistas no había novelas, no había
cine”. En febrero de 1988, mientras hace su tesis en Estrasburgo, Pablo,
su mejor amigo, muere por complicaciones por el VIH: “Para mí fue un
shock. No me pude despedir de él ni ir a su entierro y fue muy
traumático no poder verlo por última vez. Pablo pertenecía a una familia
burguesa homófoba que siempre lo negó, que ocultó todo, que quiso
incluso fraguar el certificado de defunción para que no apareciera la
causa de su muerte. Es entonces cuando decido abrir un espacio académico
en la universidad de Estrasburgo para reflexionar sobre el sida. Eso me
conectó con discípulos de Foucault y con el compañero de Foucault,
Daniel Defert, que acaba de crear la asociación AIDES de investigación y
lucha con el Sida”.
Desde entonces sus investigaciones se centran en la homofobia, el
sexismo, el antisemitismo, el racismo y otras formas de marginación
social y cultural lo cual lo constituye en referente ineludible de esos
temas. Años más tardes junto a Didier Eribon fue además uno de los
promotores de las luchas que culminaron en la sanción del matrimonio
igualitario en Francia.
¿Es un disparate desde el punto del Derecho pensar que los
logros adquiridos en cuestión de derechos humanos pudieran retroceder?
–No. La historia no es lineal y siempre se puede volver atrás. La
bisexualidad era normal en la Antigüedad greco-romana y se convirtió en
un crimen abominable durante la Edad media (la sodomía). Berlín era la
ciudad más gay friendly y cosmopolita del mundo hasta la llegada de los
nazis que han deportado y matado millares de homosexuales hombres y
mujeres. En los últimos años se ha penalizado la homosexualidad en
varios países africanos y en América Latina los evangélicos consideran
la homosexualidad como una perversión que hay que erradicar de la
sociedad.
¿Y eso se traduce en reforma de leyes?
–En las Bermudas, un año después de haberse adoptado el matrimonio
igualitario por la Corte Suprema, el gobernador ha firmado una ley
prohibiéndolo. A penas asumió el poder Bolsonaro suprimió la Secretaria
de la Diversidad y la Inclusión, dejando sin crédito a las políticas
LGBTI y de género. Estamos viviendo momentos inquietantes. Un clima que
hace pensar a los años 30… El comisario para las cuestiones LGBT de
Naciones Unidas, la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, el
Parlamento Europeo y las ONG (Amnesty, ILGA…) no cesan de alertarnos
acerca de la homofobia creciente…. La intolerancia se expande en Europa y
no es un fenómeno nuevo. A inicios de los 70, la extrema derecha se
convierte en el segundo partido de Dinamarca y en los 80 llega el Frente
Nacional de Le Pen al parlamento francés. El caso de Austria es
paradigmático: el Partido de la Libertad de Jörg Haider pasa del
liberalismo económico al nacionalismo identitario. Luego asistimos con
estupor al Brexit, la victoria de Trump y la llegada al poder de Salvini
y Bolsonaro. Jean Wyllys, el primer diputado abiertamente gay de
Brasil, renunció a su mandato y tuvo que dejar el país por las amenazas y
violencias de la que es víctima. El sexismo y su corolario, la
homofobia, no son más que la reactualización de las formas más arcaicas
de la dominación. El nacionalismo convirtió a Europa en el principal
cementerio del siglo XX, el ultraconservadurismo puede hacer lo mismo en
el siglo XXI…
¿Qué lugar ocupa el nacionalismo en la avanzada reaccionaria?
Todos estos movimientos conservadores consideran que las cuestiones
de género y orientación sexual son contrarias al nacionalismo. Viktor
Orban en Hungría, por ejemplo, inventó el concepto de “democracia
iliberal” en la que el feminismo y el movimiento LGBTIQ aparecen como
los principales enemigos de los valores cristianos de la nación húngara.
Se han cerrado universidades y censurado programas de estudios sobre
género. En Polonia, el ejecutivo conservador intenta controlar la Corte
Suprema para garantizar la restricción del aborto. El ministro de la
familia italiano, Lorenzo Fontana, que idolatra a Putin, ha declarado
que el matrimonio igualitario y la inmigración destruyen al Pueblo
italiano. Es evidente que ha comenzado un proceso de regresión primero
en el discurso y luego vendrán los hechos (supresión de subvenciones
para las asociaciones LGBTIQ, abrogación de las leyes contra la
homofobia, supresión de programas escolares, obligación de la condición
de diferencia de sexos para el matrimonio….). En Verona se prohibió un
congreso universitario sobre el asilo para gays y lesbianas. Putin es el
modelo (así como su marioneta musulmana, el presidente checheno Ramzan
Kadyrov) y aunque sea difícil adoptar en Europa occidental leyes contra
la “propaganda homosexual” como ha hecho el dictador ruso, se trata de
crear un clima de hostilidad, no solo contra el colectivo LGBTQI sino
contra las mujeres, los inmigrantes, los judíos. La homofobia va
acompañada siempre de xenofobia, sexismo y antisemitismo…
¿Y estas políticas tienen su eco en las calles?
–En los países gobernados por la extrema derecha se constata un
aumento de la violencia contra las personas LGBTI resultado directo de
la incitación al odio proveniente del Estado. Desde la toma de poder de
Bolsonaro no han cesado de aumentar los insultos, las agresiones, las
intimidaciones y la persecución. Recordemos que en el día de su
nominación, la ministra de la familia del Brasil, Damares Alves, pastora
evangélica, ferviente opositora al matrimonio igualitario y a la IVE
exclamó: “atención, atención, una nueva era se abre en Brasil: los nenes
se visten de celeste y las nenas de rosa”. Bajo la presión de los
evangélicos, en Brasil se han eliminado de los manuales escolares todas
las referencias a la diversidad sexual y el pastor Marcelo Crivella,
intendente homófobo de Río de Janeiro, ha suprimido las subvenciones
para las asociaciones LGBTIQ, sin embargo las manifestaciones del
orgullo gay siguen siendo numerosas. Como decía Foucault: donde hay
poder hay resistencia al poder. Por eso, no quiero dar la impresión que
todo está perdido…. Pienso también en ONGs como Helem, en el
Líbano; Shams, en Túnez o Iraqueer, en Irak, donde los militantes corren
peligro de vida pero siguen luchando.
¿Les conviene a los gobiernos neoconservadores dar pasos atrás?
–La cuestión es más compleja de lo que parece. El neofascismo en
Europa cambió de estrategia y ahora instrumentaliza la cuestión LGBTIQ a
su favor. En Francia, por ejemplo, Marine Le Pen ha utilizado un
argumento gay friendly y el apoyo al feminismo contra la “cultura
musulmana” a la que presenta como esencialmente homófoba y machista…
Trump, menos sutil que Le Pen, ha nombrado como jefe de gabinete
interino a Mick Mulvaney, personaje abiertamente homófobo que participó
de muchas propuestas legislativas anti-lgbt en los últimos diez años.
Trump ha prohibido a las personas transgénero integrar el ejército y la
batalla judicial al día de hoy ha confirmado dicha decisión. Los jueces
de la Corte de Columbia se hacen de ese modo cómplices de la política
anti-trans del presidente estadounidense. Al mismo tiempo se considera
la cuestión LGBTI contraria a los valores morales pero cuando se trata
de atacar a la minoría musulmana se instrumentaliza aquella en contra de
ésta.
¿Qué relación o puntos en común podés encontrar en cuanto a
estrategias de los gobiernos neoconservadores con respecto a
inmigrantes, a clase social (pobres) y a género e identidades sexuales?
–Asistimos a una verdadera revolución conservadora, a una alianza de
la extrema derecha con la religión. Fíjate el papel fundamental que ha
jugado la iglesia ortodoxa rusa para despenalizar la violencia doméstica
en Rusia. Del otro lado del mundo, el sandinista Daniel Ortega, le
prometió a los evangélicos y a la iglesia católica mantener la
prohibición total del aborto en Nicaragua. En la Turquía islamista de
Erdogan, los derechos de las mujeres y las minorías sexuales son
violados permanentemente. La religión cualquiera fuere es
instrumentalizada por los extremistas que la ponen al servicio del odio.
El Vaticano ha orquestado una verdadera contrarrevolución sexual contra
todos los avances sociales y lingüísticos de las mujeres y las personas
LGBTIQ. Los estudios de género han sido calificados como doctrina
diabolicum… En Europa y Estados Unidos la cuestión es más bien
identitaria que económica. La extrema derecha alimenta el miedo a la
“invasión musulmana”. La cuestión del peligro de la pérdida de la
identidad cristiana de Occidente aparece como más grave, en los
discursos de la extrema derecha, que el desempleo y la pobreza. Es, sin
embargo, paradójico que las asociaciones musulmanas francesas no dudaron
en asociarse a los cristianos e incluso a la extrema derecha para
luchar contra el matrimonio igualitario y la homoparentalidad (¡para las
autoridades musulmanas el enemigo es el homosexual!)
¿Qué papel juegan las izquierdas en este contexto?
–Sería deshonesto no advertir que una parte de la izquierda ha
responsabilizado a las políticas profeministas y prolgbt de la victoria
de la extrema derecha, diciendo que como la izquierda en el poder se
ocupó más de los gay que de los obreros es obvio que estos últimos ahora
votan por la extrema derecha y no por el Partido Comunista. Oponer la
cuestión social a las cuestiones de género y sexualidad me parece
extremadamente peligroso. Las dos están imbricadas y son
complementarias. También la izquierda es responsable al poner en la
misma bolsa (de basura) al neoliberalismo y al liberalismo, cuando en
realidad la filosofía liberal fue la que permitió al individuo
emanciparse del poder absoluto del monarca y proclamar la libertad
soberana del individuo. Se ha pasado muy rápido de la crítica al
liberalismo económico (que me parece legítima) al rechazo del
liberalismo moral olvidando que fue este último la conditio sine qua
non, de la privacy, que permitió la emergencia de derechos para la
mujer, primero, y para las minorías sexuales luego.
¿Por qué obtiene votos la extrema derecha? ¿Quién los vota?
–Yo no puedo conformarme cuando veo que el electorado pobre que más
ha sufrido del neoliberalismo vote por candidatos de extrema derecha que
proponen suprimir subvenciones, cerrar hospitales y escuelas públicas.
Vemos resurgir nuevamente la vieja alianza del liberalismo económico más
salvaje con el conservadurismo moral más reaccionario, algo que
conocemos muy bien en América Latina, basta pensar en las dictaduras de
los años 1970 y 1980… Milton Friedman convivió muy bien con el Opus Dei…
Otra explicación es el resentimiento, la frustración, el machismo y
quizás también la miseria sexual explican el voto en favor de la extrema
derecha pero esos elementos psicológicos no deben hacernos olvidar que
el neofascismo es una ideología política que ha mostrado su nocividad.
Parece que no aprendemos nada de la historia, aunque toma ribetes nuevos
el fondo es siempre el mismo.
¿Cómo consiguen conquistas justamente a los sectores más
marginados de la población, víctimas tanto de la exclusión social de las
políticas neoliberales, así como parte de las llamadas diversidades
sexuales?
–Los ultraconservadores actuales, contrariamente a los militares, han
sabido manipular la situación política para ganarse el voto popular.
Por un lado instrumentalizaron el odio, orientándolo hacia las élites
(Washington, para Trump, los tecnócratas de la Unión Europea para el
Brexit o para Salvini) y por otro, han substituido la lucha de
clases por la guerra cultural en la que los valores morales priman…. El
puritanismo ha ocupado el lugar del humanismo. La decadencia está
asociada a la feminización de la sociedad por eso el neofascismo
considera al feminismo y el movimiento LGBTIQ como sus principales
enemigos. Hoy día los dictadores llegan al poder por el voto popular.
Pero ¿podemos considerar democráticos los gobiernos de Hungría, Polonia,
Italia, EEUU, Brasil, Egipto…. que cotidianamente violan los Derechos
Humanos? Yo creo que la gente que vota a la extrema derecha no son
víctimas que hay que disculpar sino responsables a los que habrá que
pedirles que comiencen a rendir cuentas del retroceso de derechos
fundamentales de las minorías antes de que sea demasiado tarde.
Sebastián Freire
Las leyes homofóbicas aprobadas en Brunei que habilitan la pena de muerte generaron repudio en todo el mundo.
LOS SUJETOS DE LA RESISTENCIA
Si no son las izquierdas, si no son los sectores o las clases
sociales más vulnerables, ¿quiénes te parecen hoy los sujetos o actores
políticos de la resistencia?
–La resistencia a los nuevos autoritarismos pasa por la gente, por
formas de democracia participativa en la que la que no se espere un
hombre o una mujer providencial sino que cada uno se sienta actor de la
política. Entonces la resistencia a la “democracia iliberal” de Orban o a
los denominados “autoritarismos competitivos” como China, Rusia o
Turquía, sea justamente volver a la raíz de la democracia, a la
soberanía popular de todos y no solo de una parte: la resistencia en
esos países pasa por la afirmación de un principio que a menudo
olvidamos: nada es superior a la libertad individual, a la singularidad
del sujeto político.
En este sentido, ¿qué opinás del papel que están jugando hoy los feminismos?
–Justamente, el feminismo hace a la democracia realmente universal.
Fijate que la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789
se pretendía universal pero la mitad de la humanidad no participaba, lo
mismo sucedía con los esclavos o los habitantes de las colonias. Las
nuevas formas de fascismo emergentes tienen en común una política
antigénero, son profundamente reaccionarios pues pretender volver a
formas arcaicas de dominación y la dominación de género es la más
primitiva.
Sigamos con otros posibles actores de resistencia, ¿qué
ejemplos en el mundo hay de organizaciones queer que han logrado a
partir de sus luchas las despenalizaciones de la homosexualidad o del
aborto?
–Pienso en el Festival de Cine Queer de Mawjoudin en Tunés, Mawjoudin
significa existimos, me parece una de las manifestaciones más valientes
en un mundo homófobo como es el mundo árabe. Pienso también en el
referéndum histórico en Irlanda donde casi 65% de la población de uno de
los países más católicos del mundo dijo si al aborto legal y por
supuesto a los pañuelos verdes de Argentina.
Para Foucault, las prácticas BDSM eran prácticas liberadoras. ¿Qué opinás al respecto?
–Tuve la suerte de militar con Daniel Defert, el compañero de
Foucault durante varios años y me contó cómo veía él esas
prácticas... Lo que le interesaba a Foucault no era el morbo pues lo
mismo le daba ir a un templo budista en Kyoto que a un dark room en San
Francisco. Lo que le interesaba eran las experiencias límites, poder
observar del mismo modo un monje que un adicto al sadomasoquismo sin
juzgar con las categorías morales tradicionales, en ese sentido Foucault
era profundamente nietzscheano, estaba más allá del bien y del mal en
el sentido literal del término. Foucault en el fondo ha intentado
desacralizar la sexualidad, ponerla en el lugar que corresponde es decir
en el que no hay una verdad del sexo por eso nunca creyó en la
liberación sexual ya que no pensaba con las categorías del marxismo o
del psicoanálisis que son en el fondo categorías morales sino a partir
de la noción de subjetivación es decir cómo nos construimos como
protagonistas de nuestras propias vidas: lo que aprendí de Foucault es
que el punto de apoyo de la resistencia es el de convertirse en sujeto
de su propia existencia, ser el escultor de su propia vida (como una
obra de arte), construir su propio estilo de vida, una ética y estética
propias sin consumir los tantos estilos impuestos por la sociedad de
consumo y los libros de autoayuda que son algunas de las formas que toma
el capitalismo para asimilar la subversión, mercantilizarla y hacerla
entrar dentro de su órbita.
Examinó
más de 200 experiencias de vinculación entre equipos de 39
universidades argentinas y sus comunidades. ¿Por qué la extensión tiene
menor jerarquía? ¿Por qué no es reconocida como la docencia y la
investigación?
Daniel
Mato es Doctor en Ciencias Sociales (Universidad Central de Venezuela) e
Investigador Principal del Conicet en el Centro Interdisciplinario de
Estudios Avanzados de la Universidad Nacional Tres de Febrero. Desde
hace casi 30 años, se concentra en analizar los vínculos entre las
instituciones universitarias y los grupos sociales. Sostiene la defensa
de una perspectiva integral capaz de reunir y aprovechar las
potencialidades de las actividades de docencia, investigación y
extensión –ésta última tradicionalmente devaluada respecto de las
otras–. La tarea representa un verdadero desafío porque implica
redefinir nada menos que los modelos de evaluación, así como también
rever los procesos de legitimación social que hace que, en definitiva,
algunos conocimientos sean legítimos y otros descartables.
–¿Por qué, todavía, se piensan las relaciones entre universidad y sociedad en términos de extensión?
–Las personas que nos dedicamos a analizar el concepto,
habitualmente, nos dividimos en dos grupos: los que emplean la palabra
“extensión” porque así está expresado en la Ley de Universidades y en
los estatutos, y los que preferimos el empleo de otras nociones como
“vinculación social”. El problema con el término extensión es que
prescribe una situación en que la institución universitaria extiende su
brazo protector y brinda sus conocimientos hacia la masa social, pero
nunca se produce en el sentido inverso. Sin embargo, como en otras
esferas, se crearon grises que se ajustan más a la actualidad como
“extensión de nuevo tipo”, “extensión de doble vía”, o bien, “compromiso
universitario”. De cualquier modo, el asunto no es de terminología sino
de jerarquía.
–¿Son más, o menos reconocidas que las prácticas de investigación y docencia?
–Se produce una paradoja: pese a que las oficinas de extensión, en
general, están muy desatendidas –especialmente desde el financiamiento–,
las personas que desarrollan estas actividades muestran un compromiso
increíble con las comunidades en las que se involucran. No es un trabajo
reconocido por las universidades ni tampoco por otros organismos como
el Conicet, de modo que los docentes-investigadores privilegian la
realización de otras tareas. Es algo así como “la cenicienta de las
funciones universitarias”, un conjunto de obligaciones que las
instituciones desarrollan solo si pueden y cuando las otras ya fueron
cubiertas. No obstante, se produjeron cambios saludables en el último
tiempo: el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) incluyó el tema de
las secretarías de extensión como uno de los puntos fundamentales a
revalorar.
–¿Por qué el Conicet no reconoce las actividades de extensión que desarrollan sus investigadores?
–En realidad, las agencias de investigación en toda Latinoamérica
ignoran la centralidad de aquellas actividades que los investigadores
practican en estrecho vínculo con las comunidades. La extensión no tiene
el reconocimiento que posee la investigación, pese a que los modos de
evaluación de esta última deberían ser interrogados y cuestionados.
–¿En qué sentido?
–Medir el impacto de algunas investigaciones a partir de la
publicación de papers no es adecuado. Si la productividad de un trabajo
solo puede calcularse a partir de la cantidad de veces que es citado en
otras revistas académicas estamos complicados. También deberían
contemplarse, por ejemplo, en función de su capacidad para resolver
problemas concretos de las poblaciones. Ni siquiera las patentes son
muestra de ello, porque no todo lo que se patenta se utiliza ni tampoco
asegura un empleo con fines benéficos. Sin ir más lejos, las armas
también se patentan. En definitiva, la publicación en revistas puede
funcionar como un indicador válido, pero uno más entre tantos. Hace dos
años el Conicet habilitó un lugar para anotar las actividades de
extensión que los científicos realizan pero no otorgan puntaje. Los
sistemas de evaluación de las universidades, asimismo, espejan lo que
ocurre en este organismo y reproducen los mismos problemas.
–¿De qué manera habría que medir el impacto de la extensión?
–No pueden ser examinadas con las mismas herramientas con las que se
mide la calidad de las investigaciones. Los mecanismos de control
requieren de evaluaciones contextuales, a partir del monitoreo de
resultados parciales y finales. El mejor instrumento es consultar la
opinión de los miembros de los grupos sociales en los que se intervino.
La universidad debe habilitar esas voces y otorgarles la importancia que
se merecen, a partir de la creación (algunas ya los tienen) de consejos
sociales, encargados de auditar los resultados de los proyectos en el
área. Por supuesto que es mucho más trabajoso medir el impacto en los
grupos sociales que contar citas en artículos, pero es un desafío que
debe tomarse porque la única vía de obtener más presupuesto para
desarrollar las tareas de extensión es a partir de su legitimación
social.
–¿Se cree que las actividades con las comunidades no son complementarias con la investigación?
–Por el contrario, las prácticas de extensión enriquecen los trabajos
de investigación y docencia que realizan los científicos. Debemos
cambiar la perspectiva y comprender el conjunto a partir de un enfoque
integral. Mi propio trabajo se ha beneficiado ampliamente de mis tareas
en colaboración con universidades indígenas interculturales, creadas por
organizaciones sociales y también por los Estados para estas
poblaciones. La Universidad Maya-Chachiqué, Maya-Ixil (ambas de
Guatemala) y la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (Colombia)
corresponden al primer grupo; mientras que en el segundo se podría
incluir a las 12 universidades mexicanas que, a partir de 2007,
surgieron gracias al trabajo de la Secretaría de Educación Pública de
aquel país y también a las gestionadas en Bolivia bajo la denominación
“Universidades Interculturales Indígenas Productivas de Bolivia”.
–¿Y qué ocurre con los modelos de aprendizaje?
–En las de modelo estatal existe una adaptación del régimen
universitario convencional (es decir, el de las universidades
nacionales) y se realizan esfuerzos legítimos de colocar a las
instituciones en diálogo con las demandas y las necesidades de las
comunidades. En el caso de las creadas desde las organizaciones
indígenas, directamente, se parte de sus modos de aprendizaje para
construir los programas pedagógicos. Los saberes y conocimientos surgen
de la experiencia y en contexto: la sensibilidad que se debe adquirir al
momento de pescar o la precisión para preparar los analgésicos
artesanales requieren de muchísima práctica y destreza.
–A menudo, se critica el aprendizaje por experiencia como si fuera un modo devaluado de producir y adquirir conocimientos.
–Es por mera ignorancia, ya que algo muy similar ocurre en las
Escuelas de Negocios de la Universidad de Harvard que todos veneran:
allí también los estudiantes aprenden con la solución de casos que se
elaboran a partir de experiencias concretas; no solo de las exitosas
sino también de los fracasos. Lo mismo sucede en las escuelas de
medicina: más allá de las clases teóricas, los médicos no se forman de
manera completa sin los ejercicios prácticos. Constituye, todavía, un
grave error de la academia subestimar a las clases populares.
Envuelta
en conflictos por desconocer los derechos laborales de sus
trabajadores, Rappi anunció un acuerdo con el laboratorio Sanofi para
hacer delivery de medicamentos y, próximamente, enviar médicos a
domicilio. El plan arranca en Colombia y en breve llega a la Argentina.
21 de Abril de 2019
“Rappi
Argentina: entregas a domicilio en minutos”, promueve el eslogan de una
de las plataformas de envíos rápidos que llegaron para quedarse en los
vientos de cambio de la Argentina actual. Como Uber y Glovo, son
empresas que hacen de “nexo” entre el usuario y quienes ofrecen un
producto o servicio, y que consideran a sus trabajadores meros
“colaboradores” independientes, sin derechos laborales, en un limbo sin
regulación ni exigencias del pago de impuestos o cargas patronales. La
novedad es que la ola de los delivery empieza a alcanzar áreas hasta hoy
inimaginables, como la medicina: según anunciaron los propios
directivos de Rappi, planean llevar médicos a los hogares. Desde las
asociaciones de profesionales denuncian que se está ante “un caso
obsceno de precarización laboral”, y alertan que “los pacientes estarán
expuestos a situaciones de fraude”.
Hace casi un año, Rappi, de origen colombiano, anunció un convenio
con el gigante biofarmacéutico francés Sanofi para ofrecer servicios de
asistencia en América Latina. En principio, repartirán productos de
atención médica de venta libre. Pero en una segunda etapa quieren sumar
otros servicios como “suscripciones para medicamentos recetados,
interacciones en tiempo real con proveedores médicos y visitas de
médicos a domicilio”, según detallaron en un comunicado. Ante las
críticas, alegaron que todo el procedimiento respetará las normativas
vigentes. “Vamos a revolucionar el mercado del cuidado de la salud.
Hacer la vida más fácil es permitir el acceso a medicamentos con tiempos
de entrega eficientes, promover la creación de modelos de suscripción,
conectar médico y paciente de manera ágil”, añadió Sebastián Jaramillo,
director del departamento Pharma de Rappi para Latinoamérica.
El sistema arranca este mes en Colombia, y la idea es extenderlo
luego a otros seis países, entre ellos la Argentina, donde la app tuvo
un salto enorme en apenas un año. Mientras suma conflictos por su planta
laboral, entre la negativa a sindicalizar a sus trabajadores y la
primera muerte de uno de ellos arriba de su bici, la firma acumula
ganancias. En los últimos 12 meses realizó 2,5 millones de envíos a
domicilio y facturó 30 millones de dólares. Posee unos 4000 repartidores
que, según la información oficial, recorren un promedio de 25 cuadras
para realizar la entrega. Pero los propios trabajadores afirman que
comenzaron a asignar pedidos a más de tres kilómetros en bici. Si se
niegan, suelen ser bloqueados por media o una hora.
“Queremos devolverle el tiempo a la gente”, declaró Matías Casoy, general manager
de Rappi Argentina. Y dijo que la meta es “ser la súper app que te
permite hacer cualquier cosa”. Desde productos de supermercado y dinero
en efectivo, hasta doctores a domicilio.
Medicamentos en la espalda
La propuesta de los Rappimédicos despertó el reclamo de las
asociaciones de profesionales, sobre todo la de los médicos privados
(AMAP), que la definió como un caso testigo de “uberización” del
trabajo. Sostienen que la iniciativa “demuestra cómo la prevalencia del
pluriempleo y los magros salarios que hoy perciben los médicos habilitan
a las empresas que se basan en la flexibilización laboral a incursionar
en la salud”. Los pacientes, agregan, estarán expuestos a situaciones
de fraude, “ya que no habrá otra entidad médica más que Rappi que
confirme que quien fue a su domicilio es efectivamente un profesional de
la medicina”.
“De concretarse esta amenaza para la salud será la forma más indigna
de precarización laboral, implica lo peor de lo peor para la salud de
los argentinos”, manifiesta el doctor Antonio Di Nanno, secretario
gremial de AMAP. “Primero porque no se sabe cuál es la entidad que
respalde desde el punto de vista sanitario la actividad de estos
rappimédicos. Segundo, ni siquiera está claro cómo va a desempeñarse: si
va a llevar una caja con medicamentos en la espalda, si va a andar en
bicicleta… Y tercero, los médicos que trabajen en esa condición van a
estar absolutamente desvinculados de cualquier organización sindical que
pueda apoyarlos y defenderlos. Es la forma más indigna de trabajo que
se nos pueda ocurrir, con los médicos como un servicio más, como si
repartieran empanadas; habla muy mal de las autoridades de un país que
piensa la salud en términos del ‘qué me importa’, es casi perverso".
El antecedente más cercano es la telemedicina, en constante
crecimiento, sobre todo al amparo de las principales prepagas y
aseguradoras de salud. En este sistema, el médico atiende pacientes a
distancia, por celular o Skype, abaratando costos a las patronales y
evitándoles consecuencias, ya que el profesional asume en la declaración
jurada cualquier hecho de mala praxis o diagnóstico errado.
La flexibilización laboral (asociada desde lo discursivo a la
“modernidad” y al “progreso individual”) es directamente proporcional al
ajuste. Así, mientras promueve el acuerdo con Rappi, en Sanofi se
intensifican los despidos. Desde la Asociación Agentes de Propaganda
Médica (AAPM) enfatizaron que en el último tiempo, a pesar de ganancias
superiores al 35%, “la compañía suiza Novartis y la francesa Sanofi han
hecho públicas sus intenciones de efectuar despidos masivos. Además,
varios laboratorios, entre ellos Elea, contaron con la complicidad del
Gobierno para lograr herramientas de ajuste como el roceso Preventivo de
Crisis, para maximizar sus ingresos a costa de los trabajadores”. «
Una muerte que apunta a la Ciudad
Varios de los trabajadores de estas plataformas son de origen
extranjero. Uno de ellos era Ramiro Cayola Camacho (foto), joven de 20
años, boliviano, que el viernes 12 de abril circulaba a bordo de su
bicicleta con su caja de Rappi, por la Avenida Eduardo Madero, entre las
calles San Martín y Córdoba, del barrio de Retiro. Debido a la mala
señalización de una obra del Gobierno de la Ciudad, que redujo
considerablemente la calzada, Ramiro terminó chocando con un camión, lo
que le provocó la muerte. Tras el hecho llovieron las críticas a la
empresa y al Ejecutivo porteño, que se desligaron del hecho.
El pasado miércoles, los abogados Gabriela Carpineti y Juan Grabois
denunciaron al secretario de Transporte porteño, Juan José Méndez, por
los delitos de “estrago culposo seguido de muerte en concurso ideal con
el delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público” por
el fallecimiento de Ramiro. La Asociación de Personal de Plataformas
(APP) agregó que lo ocurrido fue "una tragedia anunciada", porque estas
empresas "no se hacen cargo de la protección de sus trabajadores".
Una compañera del joven fallecido, Antonella, le escribió a Rappi
reclamando por la muerte. Recibió como respuesta: "Gracias por
comunicarnos esta triste noticia, que será una gran pérdida para su
familia".
Uno
de cada dos chicos es pobre. Pero no alcanza con la estadística. Doce
millones se dice fácil. Pero esos millones son seres humanos y están
condenados desde la infancia. El pibe que se desmaya en el aula, que
come mal, que no ingiere proteínas está condenado a eso que llamamos
existencia-destino. La pobreza lo condiciona tan extremadamente que no
tiene cómo librarse de un decurso vital que le viene impuesto por el
entorno en que ha nacido. El que nace en la pobreza –dijo implacable la
gobernadora de la provincia de Buenos Aires– no llega a la universidad.
Los hacedores de la pobreza conocen de primera mano, pues los crean, los
efectos devastadores del hambre. También los grandes artistas. Hay un
film que en México hizo Luis Buñuel, que se llama Los olvidados y
reconstruye la breve vida de un chico pobre. Lo terminan arrojando,
muerto, a un basural. No es un ser humano, es un desperdicio, una basura
más que debe engrosar el basural.
Macri y su gente han decidido lanzar un paquete de medidas para
paliar la pobreza. Empezó tan mal como va a terminar. Visitó a una
señora para que le dijera su opinión sobre la situación del país. Estaba
pálido, soñoliento, hasta vacilante. Dijo las banalidades de siempre.
Días antes, en el Congreso, un furibundo Marcos Peña había asegurado que
no habría control de precios. Está en contra de la naturaleza del
gobierno. Es como el escorpión con la rana. No cruzamos el río, nos
hundimos, pero yo te clavo igual mi aguijón mortal porque “está en mi
naturaleza”. Con cara de velorio, Nicolás Dujovne anunció las medidas
porque el jefe estaba de visita. Anunció el parche populista. Anunció
medidas en las que no cree. Que esencialmente implican consagrar la
intervención del Estado en el mercado. Congelar precios, dar créditos,
efectuar controles. Si algo define a un neoliberal es el Estado no
intervencionista y el mercado libre. Dujovne se vería más feliz si
abandonara un cargo que ejerce contra sus ideas y volviera a la
televisión. También le haría menos daño al país.
El círculo rojo empieza a abandonarlos. El plan de Cambiemos es
llegar a las elecciones. De aquí que el plan parche sea el plan llegar.
Son obstinados. Si llegan, ¿piensan ganar? Si ganan, ¿qué país recibirán
de sus propias y torpes manos? Aquí ya juega un componente
autodestructivo. Macri ha destruido su presidencia en tiempo record. Con
su presidencia se cargó la ruina del país. Pero no importa, él sigue.
Su compadre Vargas Llosa le preguntó qué haría en un posible nuevo
mandato. Macri puso sus manos trazando un rumbo y dijo: “Lo mismo, pero
más rápido”. Luego, desafiante, soberbio, lo miró al Nobel del
establishment y añadió: “¿Está bien?”
El campo no lo apoya. No le entregará los dólares que tanto reclama. O
los irá liquidando de a poco. Macri se queda con un sesenta por ciento.
El Fondo piensa más en cómo cobrarle (a él o a quien venga) que en
prestarle más dólares. Los radicales buscan despegarse. Stornelli no va a
demorar en caer. Por más que lo defienda el establishment. Cada vez
menos, es cierto. El fiscal lleva más de veinte días sin presentarse. Es
un escándalo, una burla. Como dijo el juez Rozanski: “Si Stornelli
entrega el celular hay que adelantar las elecciones”.
Curiosamente o no, la carta más sólida y a la que más acuden Macri y
los suyos es el cuco Cristina. Nosotros o ella, dicen. Y buscan decir:
nosotros o el desastre, el populismo, la corrupción. Pese a toda la
artillería que le arrojan cotidianamente Cristina sigue midiendo cada
vez más en las encuestas. No van a detenerse. Se le meten con los hijos.
Le pegan donde más le duele. Sucede algo simple y poderoso: son malos.
Están tramados por un enorme odio. No sólo quieren ganar, sobre todo no
quieren que ganen los otros. Tienen miedo. Sembraron vientos, cosecharán
tempestades. Si es que algo queda para cosechar, porque tienen hasta
octubre para seguir destruyendo el país. Y ellos van rápido.
Nelson
Cardoso sostiene que hace casi cuatro años la ciudadanía eligió una
marca: Mauricio. Y que esa marca hoy ya se está agotando y vende cada
vez menos, para dejar lugar a segundas marcas.
A
esta altura de los acontecimientos políticos, afirmar que el gobierno
de Mauricio Macri ganó las elecciones gracias al diseño de una muy buena
campaña de marketing, no es una novedad; pero también encierra en sí
misma la omisión de otros factores culturales, sociales,
comunicacionales y políticos que también contribuyeron a ese triunfo.
Intentaré develar algunas de esas estrategias y mecanismos de
marketing como la marca “Mauricio” fue creada en 2015; y de cómo ésta
fue instalada, hasta ser “comprada” por gran parte de los argentinos
para llevarlo a la presidencia.
Estrategia diseñada por los arquitectos de la comunicación del PRO,
que seguramente emuló el mismo modelo seguido por Donald Trump para ser
presidente de los EUA.
De un día para el otro, Macri pasó a llamarse Mauricio. Acaso los
primeros pasos de una estrategia de comunicación política basada
fuertemente en el marketing más ortodoxo. El significante “Mauricio”
intentaba ocultar el significado “Macri”.
Mauricio Macri llegó a la presidencia habiendo creado e instalado una
marca de sí mismo. Su imagen se fue creando basada en su trayectoria
como ingeniero y empresario millonario “exitoso”, líder de las empresas
de su padre Franco. Limpio de toda impureza que ensucia a los políticos,
ya que venía del mundo de las empresas.
Comenzó siendo presidente de Boca, luego avanzó en su carrera
catapultado a jefe de Gobierno del distrito más rico de la Argentina
(CABA), para luego ser diputado de la Nación; para que en 2015 la marca
llegue al máximo de poder y posicionamiento: la presidencia de la Nación
(la góndola mejor ubicada).
El verdadero producto que vendió el PRO en su campaña, fue la marca Mauricio, más que sus atributos o promesas.
De hecho, francamente era difícil creer que un político termine con
el hambre y el narcotráfico y una a los argentinos en un mandato. La
gente compró la marca, más que su contenido.
Esa marca prometía un plus (simbólico) muy fuerte ligado al
marketing; un profundo deseo humano de formar parte de una tribu o
círculo de pertenencia: la revolución de la alegría. Macri prometía la
ilusión de vivir dentro de la vida de la marca Mauricio, la de los
ganadores (una marca que vende un estilo de vida al igual que su amigo
Trump). Y supo vender una visión profundamente optimista del futuro con
el eslogan “si se puede”.
Como afirma Naomi Klein en su libro Decir no, no basta, “fiel a las
reglas de una imagen corporativa creada en el producto, no hace falta
ser bueno u honrado, solo hace falta que seas fiel y coherente con la
marca que estás representando. Una vez que has definido la esencia de tu
marca, tu único trabajo es personificar esa marca, proyectar esa marca y
repetir su mensaje”.
Los momentos de crisis económica son tiempos de salidas políticas (económicas). Con el marketing ya no alcanza.
Estamos asistiendo a verdaderas puestas en escena donde la marca
Mauricio intenta sostenerse en la coherencia del camino económico que
adoptó desde el inicio de su gobierno. Mostrándose firme y decidido y
fiel a su marca de origen. Acaso un signo de debilidad, aferrarse a toda
costa y costo, al personaje que lo llevó a ser una marca de primera
línea.
Tal vez la marca Mauricio se está agotando. Ahora se vende cada vez
menos. Sin embargo, por ahora aparece en góndola. Pero el poder de la
ilusión originaria se está acabando. Cuando el dinero no alcanza, los
argentinos dejamos de comprar primeras marcas. En el supermercado de la
política de Cambiemos ya aparecen segunda marcas en góndola.
Fuente: .elsaltodiario.com
El profesor de la New School de Nueva York, Trebor Scholz, ha presentado batalla a la mal llamada economía colaborativa. Con su platform cooperativism [cooperativismo de plataforma] pretende ofrecer una alternativa a la explotación laboral de empresas como Uber o Deliveroo.
Trebor Scholz minutos antes de la entrevista, en la cafetería del Museo Reina Sofía, Madrid Álvaro Minguito
Nunca antes el adjetivo “colaborativa” había tenido unas connotaciones tan negativas como en la actualidad. Las protestas contra Uber, la explotación laboral de Deliveroo
o las acusaciones de gentrificación a Airbnb, han puesto en el punto de
mira de la crítica social a la nueva economía digital. Entre toda la
maraña de nombres (sharing economy, gig economy, economy on demand,
etc.) aparece una nueva opción que quiere irrumpir y, por qué no,
suplantar a todas las demás: las cooperativas de plataforma. Trebor
Scholz es uno de sus principales impulsores.
Profesor asociado de cultura y medios de comunicación en la New
School de la ciudad de Nueva York, Scholz es unos de los principales
críticos y analistas de la mal llamada economía colaborativa y de las
nuevas de formas de “explotación, según la definición marxista”. Su
libro Uber-worked and underpaid. How workers are disrupting the digital economy
ha teorizado sobre el concepto del trabajo en la era digital y sobre
cómo el capitalismo de plataforma ha fragmentado y atomizado los puestos
de trabajo hasta convertirlos en esclavos del siglo XXI que no son
capaces de defender sus derechos. Visita Madrid para participar en el
ciclo de conferencias Seis contradicciones y el fin del presente que se celebra en el museo Reina Sofía y en El Salto aprovechamos para charlar con él.
Estamos viendo cómo el capitalismo de plataforma lo está cambiando
casi todo en solo unos años. ¿Estamos presenciando el final del
capitalismo? ¿Está cambiando? No creo que todo haya cambiado, pero sí que pienso que el
sentimiento es diferente. Ya no se siente como si fuera capitalismo, se
siente como algo peor. En los 40 últimos años hemos visto cómo el
capitalismo ha ido cambiando rápidamente. Ha ido abandonando esa
relación laboral con el empleado para ir hacia un modelo por contrato y
autónomos independientes. Va a diferentes marchas según el país, empezó
en Estados Unidos pero ahora también está ocurriendo en Europa. Pero,
desde 2005, con el comienzo de la mecanización de Amazon, la posterior
crisis financiera y la aparición de este tipo de plataformas, se ha
acelerado este proceso. Creo que la explotación del trabajador, desde el
punto de vista marxista, ha cambiado también, aunque continúa siendo
explotación igual. Es verdad que han cambiado muchas cosas. Por ejemplo,
nunca antes habíamos tenido a millones de personas trabajando en todo
el mundo de manera sincronizada bajo una misma plataforma.
Volviendo a tu pregunta, está claro que el capitalismo ya no es lo
que era y lo actual parece mucho peor. Nadie sabe decir exactamente qué
es, pero tiene pinta de ser algo drásticamente más abrupto. La gig economy
[término anglosajón usado para la economía por “bolos” como Uber o
Deliveroo] y la economía colaborativa tiene mucho que ver, aunque
tampoco quiero sobredimensionarlo porque hay muchos otros factores. Pero
está claro que ha acelerado ese cambio hacia el tipo de empleo en el
que no se cobra y se ha roto el poder de negociación que los sindicatos
tenían en décadas pasadas. Todos estos factores unidos han resultado en
el sistema que tenemos actualmente.
Por otro lado, si queremos poner una mirada positiva, desde 2008
también hemos visto un renacimiento de los movimientos solidarios, de
las cooperativas y de los sistemas p2p. En el momento en el que hay una
mayor precariedad, este tipo de movimientos cobran mucho más significado
para la gente.
Hablas de un nuevo sistema de explotación laboral, como el caso de Deliveroo, peor que lo que había anteriormente, ¿cómo puede ser peor que, por ejemplo, la esclavitud? Puede que el ejemplo de Deliveroo no sea el más idóneo. El trabajo
invisible que se hace online es un ejemplo mejor. Estamos consumiendo
muchas cosas online que creemos que hace una máquina, pero la gente no
ve que detrás hay miles de personas invisibles que han trabajado en
ello. Y esto ocurre en pleno siglo XXI. Hay gente que trabaja para
Amazon Mechanical Turk que recibe dos dólares a la hora. Esto es algo
que en un contexto normal estaría prohibido, pero las condiciones
actuales de internet han creado una especie de zona gris que lo permite y
la gente no sabe en qué medida hay fuerza de trabajo detrás de ello.
Esto es lo que llevan haciendo muchas de estas empresas desde hace ya
bastante tiempo y ahora se está acelerando con las técnicas de
inteligencia artificial (IA), que ha mejorado mucho desde 2005. Entonces, ¿estamos presenciando el fin del concepto trabajo tal y como lo conocemos hoy? Está claro que estamos ante un cambio en el modo de emplear y en el
modo en el que se hace carrera en un empleo. La idea de tener un trabajo
y hacer carrera en ese sector o en una misma empresa durante toda la
vida es cada vez más raro. Sobre este tema se está hablando mucho, la
mecanización del empleo, la sustitución de más y más trabajos por la IA.
El cambio de roles y responsabilidades. Está claro que va a cambiar el
escenario y el trabajo, pero no creo que vaya a dejar al 47% de la población sin empleo,
tal y como dicen algunos estudios. Creo que hay mucha gente que cree en
escenarios en los que los robots se harán con todo el empleo, pero ese
desarrollo tecnológico nunca va a funcionar con una especie de piloto
automático. Es la sociedad, la ciudadanía, quien tiene el poder de
controlar y dirigir ese desarrollo tecnológico. Hay un escenario posible
en el que la gente es la que controla ese desarrollo tecnológico y nos
guía hacia una sociedad próspera.
Y ese nuevo concepto que tanto se escucha últimamente: prosumidor. Esto es algo de lo que llevamos hablando desde 2009. Recuerdo un
artículo que escribí en 2008 en el que explicaba que la gente que usaba
MySpace estaba trabajando. La gente pensó en aquel entonces que estaba
loco. Hoy no creo que piensen lo mismo. Es lo que llamo datalabour [trabajo
de datos], que es eso que hace la gente cuando crea datos que añaden
valor a las grandes empresas tecnológicas y redes sociales mediante su
uso o las búsquedas que hacen. Y no es una cuestión de aquello que lo
que tanto se temía en los 90 sobre que iban a controlar lo que
escribimos, no es eso. Se trata del beneficio que obtienen mediante el
mapeo de tu vida social, de tu amigos. Lo que, sumado a los nuevos usos
de la IA, nos puede llevar a escenarios que pueden dar tanto miedo como
los capítulos de Black Mirror. Lo que ocurre en uno de esos
episodios está ocurriendo ya en China, donde la ciudadanía va a ser
valorada por un sistema de puntuación donde si tú te retrasas pagando tu
alquiler puede que te sea imposible alquilar un coche por tu
puntuación. Porque es imposible ver todos estos factores como
desconectados. Están totalmente conectados. No es una cuestión solo de
cosas online, es un tema de seguros de hogar o todas esas cosas que
rodean nuestras vidas.
Vemos como la atomización del trabajo por este capitalismo de
plataforma está matando el poder sindical. ¿Cuál es el papel de los
sindicatos en este nuevo escenario? ¿Tienen que cambiar ellos también? Exacto. Ese es un enorme problema. Creo que tradicionalmente los
sindicatos han tenido un gran problema para adaptarse. En Estados Unidos
hay un sindicato de autónomos que, bueno, está intentando existir en
este contexto en el que ya no existen esos grandes centros de trabajo en
los que había cientos de trabajadores juntos. En el escenario actual
puedes tener a un individuo que tenga diez o quince empleos al año y
entonces, ¿cómo se supone que los vas a representar? Por lo que lo que
están haciendo es ejercer de grupo de presión. Hacer lobby para defender
los derechos de ese tipo de empleados autónomos. Y, de hecho, han
tenido algún éxito. Como hacer que las empresas no puedan retrasar sus
pagos a los autónomos más de 30 días.
Las cooperativas ofrecen soluciones mucho más tangibles y valiosas que los sindicatos
Pero también creo que hay soluciones mucho más sustanciosas y
estructurales para este sector ofertadas por cooperativas. Como por
ejemplo la cooperativa de autónomos Smart, que actualmente se encuentra
en nueve países europeos. Esta cooperativa ofrece a los autónomos
seguros de hogar, de vida y, en algunos países, incluso se encargan de
sus bajas por maternidad. También están ofreciéndo a los autónomos un
mayor acceso a sus derechos básicamente empleándoles en la cooperativa
durante el tiempo que ese autónomo está haciendo el trabajo para una
gran empresa. Podemos ver que,
sorprendentemente, las cooperativas ofrecen soluciones mucho más
tangibles y valiosas que los sindicatos, por lo que creo que
cooperativas y sindicatos deberían trabajar juntos. Además, si miramos
la historia, podemos ver que, en 1844, en Reino Unido, las cooperativas y
los sindicatos aparecieron en la misma región geográfica. Acabo de
estar en India y he visto lo mismo. Un sindicato con más de un millón y
medio de miembros ha creado 106 cooperativas que apoyan económicamente a
los trabajadores, porque se dieron cuenta de que los sindicatos tienen
limitaciones. Uno de los temas claves, entre
cooperativas y sindicatos, es el reparto y organización de la toma de
decisiones. Es muy importante pensar cómo vamos a organizar el empleo.
Por que ¿cómo podemos hacer, sobre todo cuando hablamos de trabajadores
pobres y esparcidos, para que estos puedan votar un tema en un sindicato
o puedan realizar una acción política conjunta? Es un tema de
organización social, está claro, pero también ayudan mucho las
herramientas. Por ejemplo, un grupo de neozelandeses ha creado la
herramienta de software libre Loomio que está ayudando mucho en la toma
de decisiones de este tipo de organizaciones.
Ese reparto de la propiedad mejora la productividad y
también la resiliencia cuando se enfrenta a una época económica adversa,
además de mejorar las condiciones de trabajo
Tú planteas una solución a la que has llamado 'cooperativismo de plataforma', ¿qué es exactamente? No es una solución. Yo suelo rechazar el solucionismo [ríe]. No
existe una sola solución para esto. Pero sí que creo que es una
alternativa económica para mucha gente. Es importante trabajar junto a
poderes legislativos y reguladores para pensar en un nuevo marco
legislativo en el que los sindicatos puedan funcionar, tal y como hemos
dicho antes; que active la economía social y solidaria. Y también se
trata de introducir el modelo de la cooperativa en la nueva economía
digital, lo cual creo que puede crear un gran cambio. Y digo esto porque
creo que responde a ese aislamiento que produce la economía digital, a
esos a los que ahora llaman los emprendedores solitarios, que en mi
opinión no son para nada emprendedores pero sí están aislados. El
cooperativismo cambia eso. También cambia la propiedad de la empresa,
que se reparte entre los socios. Ese reparto de la propiedad mejora la
productividad y también la resiliencia cuando se enfrenta a una época
económica adversa, además de mejorar las condiciones de trabajo. Por lo
que creo que es una genial intervención en la economía.
Lo que yo llamo cooperativa de plataforma se basa en cuatro ideas
clave. La primera sería la posesión democrática de la empresa. Imaginad,
por ejemplo, que Uber fuera de todos sus conductores o Airbnb de
los dueños de las residencias, pero también de otras personas
comprometidas con la cooperativa, como los consumidores. Así se logra
una cooperativa más igualitaria. Lo segundo es que se base en
programación de software libre, de manera que las cooperativas se pueden
reinventar y desarrollar una y otra vez. Esto permite que se puedan
crear licencias para que otras cooperativas similares las utilicen. La
tercera es el co-diseño, o sea, que todos participen en el diseño de la
plataforma. Tú no produces un pedazo de software y se lo pasas a los
trabajadores, sino que ellos participan en el proceso de diseño para que
sea como ellos quieren. Y, por último, la gobernanza democrática,
porque el reparto de la posesión de la compañía no es suficiente, los
trabajadores deben ser parte de todo el proceso de la plataforma.
Mientras luchamos por cosas como la renta básica universal u
otras cosas de ese imaginario, necesitamos ver qué es lo que hacemos
ahora mismo
¿Crees que es una verdadera alternativa al capitalismo? ¿O servirá
para pequeños grupos que se aíslan o funcionan dentro del mismo
capitalismo? Bueno, entiendo la preocupación y creo que hay que luchar, pero
tampoco estoy de acuerdo con ese argumento de que si un nuevo proyecto
no va a sustituir a Facebook o Google, no sirve de nada. No estoy nada
de acuerdo. Primero, porque no sabemos si lo sustituirá o no. Toda estas
ideas de las cooperativas de plataforma o nuevos sindicatos de
autónomos son muy nuevas y nadie sabe todavía hasta dónde pueden llegar,
ni qué pasará. Puede que un día llevemos todos estos proyectos online,
consigan escalar en tamaño y expandirse como setas. No lo sabemos. Pero,
mientras tanto, creo que es una buena solución a corto plazo. Porque
este es el típico problema que aparece cuando trabajas con el mundo
académico o con muchos de los movimientos sociales, que son muy buenos
proyectando metas a largo plazo y desarrollando imaginarios futuros, lo
cual es extremadamente importante porque necesitamos esos imaginarios,
pero el problema es que, mientras luchamos por cosas como la renta
básica universal u otras cosas de ese imaginario, necesitamos ver qué es
lo que hacemos ahora mismo. Creo que ese escenario más a corto plazo es
muy importante y ahí es donde podemos ofrecer algo, porque las
cooperativas ya existen en todo el planeta y son una enorme fuerza. No
siempre es tan progresiva como la historia sugiere, pero es un gigante
dormido que podría despertar en cualquier momento.
Uno de los principales problemas que podría tener este modelo es la
financiación. ¿Cómo pueden estas cooperativas de plataforma escalar su
tamaño y crecer sin caer en los grandes fondos de inversión? Yo creo que las cooperativas no van a recibir dinero de esos grandes
fondos porque estos no van a entender el modelo. Ni creo que ellas
tengan que aceptarlo en caso de que ocurra. Pero alternativamente se
puede obtener dinero de las mismas personas que quieren formar parte de
una cooperativa. Hay una plataforma de venta online cooperativista en
Berlín que ha recaudado un millón de euros de sus usuarios. Más de dos
mil personas aportaron ese dinero en tan solo unas pocas semanas. Un
millón no es una barbaridad para un proyecto como ese, pero ya es un
comienzo. También se han creado algunas mediante el sistema de crowdfunding.
Además también podría pasar que grandes cooperativas puedan impulsar a
otras. Aquí en España tenéis un ejemplo perfecto: Mondragón es la mayor
cooperativa del mundo. Creo que esas grandes cooperativas deben pensar
en su futuro a base de apostar por apoyar y financiar otras
cooperativas. Luego hay gente investigando otras vías. Hay gente
probando con bitcoins u otros métodos con blockchain.
Algunos de estos métodos están funcionando, otros no tanto, pero creo
que es una época muy interesante para este tipo de vías de financiación.
Si entras en esa lógica de inversores y accionistas, tienes
que acabar actuando como ellos. Actuar como una aspiradora que absorbe
todo el valor posible de los usuarios y correr
Dices que el capitalismo no estará interesado en meter dinero en esas
cooperativas, pero el capitalismo suele entrar en todo aquel sector o
innovación donde puede sacar beneficio. Bueno, la verdad es que lo importante es que no lo cojan. Porque si
cogen ese dinero, toda su lógica se hunde. Por ejemplo, tengo amigos que
son muy cercanos a los fundadores de Airbnb y son buena gente, pero
cogieron el dinero. Con este dinero viene la paradoja de que tienes que
acabar sirviéndoles. Porque ellos te dejan el dinero, pero lo que
significa es que, después de 18 meses, ellos quieren recibir de vuelta
su inversión. Si no eres capaz de hacerlo —18 meses no es mucho tiempo—,
tendrás que hacer todo lo que te digan, lo que significa que pierdes tu
idea y pierdes tu empresa. Eso ha pasado con muchísimos proyectos. No
le ha pasado a Facebook ni a Google,
pero son realmente dos excepciones. Si entras en esa lógica de
inversores y accionistas, tienes que acabar actuando como ellos. Actuar
como una aspiradora que absorbe todo el valor posible de los usuarios y
correr. Luego esperar a que te compre algún Google o Apple. Pero esa
gente nunca ha tenido interés en las ideas o en el negocio en sí. No es
lo mismo en el caso de las cooperativas, donde la cosa trata sobre crear
ideas, sobre la gente, sobre crear empleos para un largo periodo de
tiempo. No es algo cosmético. Pero todo esto depende y funcionará si el
dinero viene de otro lugar, porque si coges ese dinero, detrás viene un
reacción en cadena.
Trebor Scholz en el Museo Reina Sofía de Madrid Álvaro Minguito
Me preocupa mucho la batalla lingüística por ciertos términos. ¿Crees
que la izquierda o el mundo cooperativista está perdiendo la batalla
por las palabras “colaborar” o “compartir” [en referencia a lo que se
llama sharing economy]? No, no, no. Las estamos recuperando. Estoy seguro. Pero es eso, las
tienes que recuperar, porque las perdimos. Porque desde el 2005, cuando
aparecieron estos proyectos disruptivos, como CouchSurfing o BlaBlaCar
aquí en Europa, que eran de hecho verdaderos proyectos de sharing economy, ha
cambiado y lo habíamos perdido. Además es algo que ya pasó en los 70,
cuando las grandes empresas se apoderaron del capital social que es el
lenguaje de la intimidad y el amor, y lo utilizaron para vender más.
También estas empresas se han apoderado del lenguaje y el discurso
ecologistas. Ya sabes, que si esto es más sostenible, que si menos
personas usan el coche... lo cual siempre me ha parecido una mentira.
Hay estudios que prueban que gran parte de la congestión del tráfico en
la ciudad de Nueva York es por culpa de Uber. Pero es complicado, ya que sí que hay empresas que lo están haciendo muy bien.
Cierto, pero en España, cuando hablas de 'economía colaborativa', la
gente piensa en ese repartidor de Deliveroo explotado y precario. Creo
que cada vez es más difícil darle la vuelta y recuperar ese término de
colaborar. Bueno, pero ahora mismo hay mucha literatura sobre ello. Se puede
leer mucho sobre el tema. Nosotros estamos trabajando en un proyecto
sobre un kit para el desarrollando de plataformas cooperativas y estamos
dando forma a una narrativa global que está expulsando ese otro uso de
la palabra.
¿Cómo crees que será la economía en diez años? No lo sé, pero si me obligas a contestar te diré que creo que las
cooperativas de plataforma seguirán aquí. Depende de nosotros. Depende
de a cuantos legisladores podamos convencer. A cuantos pongamos de
nuestro lado. Y, por supuesto, hay que ponernos de acuerdo con el mundo
académico, con los movimientos sociales, con los informáticos y otros
expertos en tecnologías. Necesitamos atraer a esos jóvenes que trabajan
en tecnología para Google y otras grandes empresas, donde les pagan muy
bien pero donde no sienten que estén aprovechando sus vidas en nada
positivo, además de estar aburridos hasta la muerte. Poder atraer a esa
gente sería un gran punto, por eso normalmente no tengo problemas con
dar charlas para empresas como Google o Microsoft, aunque sea solo por
poder influenciar a esa gente.
Pero el neoliberalismo tampoco va a dejar su lugar hegemónico
fácilmente. Seguramente pretenda expulsar a todo lo que le moleste. Las investigaciones no dicen eso. De hecho, las cooperativas y las
grandes corporaciones han convivido mucho tiempo. Las corporaciones
nunca han acabado con las cooperativas, ni tampoco ha pasado al
contrario. Parece que se respetan la una a la otra. Esto puede cambiar
debido a la tecnología. Tal vez la próxima Wikipedia colaborativa o el
Deliveroo colaborativo se expanda por todo el mundo y se quite de encima
a todas las otras empresas. No lo sabemos. Ya veremos.
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