Imagen: Noticias Argentinas
Acaba
de morir, en México, el enorme narrador Fernando del Paso (1935), autor
de varias novelas fundamentales del Siglo Veinte, entre ellas la
magistral Noticias del Imperio (de 1987), seguramente el registro
ficcional más acabado de colonialismo y de resistencia cultural de la
literatura latinoamericana, con una reconstrucción magistral y deliciosa
de la aventura imperialista europea en tierras americanas, llevada a
cabo en ese país entre 1860 y 1865, cuando el indígena Benito Juárez
lideró la imbatible resistencia de los autóctonos.
Esa novela es a la vez un estudio psicológico de la mentalidad –y la
locura– de los conquistadores, representados por el fascinante personaje
que es la emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano de Habsburgo. Y la
referencia cobra sentido entre nosotros y en estos días, cuando en estas
pampas todavía ubérrimas que el régimen macrista degrada a una
velocidad que encandila -y en la que feroces virreyes, malos de verdad,
destruyen vidas y haciendas, y trabajos, dignidades y esperanzas-
acabamos de asistir a un espectáculo de colonialismo circense. Y ello
porque, pretendiendo ser fastuoso y definidor de rumbos planetarios,
apenas fue un ridículo circo mediático en el que el gobierno anfitrión
cumplió el patético rol de lacayo colonial, mientras los visitantes
sonreían y replanificaban sus acuerdos de dominación. El título de esta
novela sería, sin dudas, “Noticias del Virreinato”.
En pleno siglo Veintiuno, y en la que hace más de dos centurias fue
conocida como la “muy noble y leal ciudad de Santa María de los Buenos
Ayres”, hemos asistido a una especie de sepultura de lo que otrora fue
una “nueva y orgullosa nación”, devenida ahora en un renovado, vulgar y
muy servil Nuevo Virreinato del Río de la Plata.
Que duele, sin dudas, tanto como ofende a millones de argentin@s que
se bancaron, azorados, la enésima y energúmena demostración de poder
represivo y de periodismo autoritario que enferman a esta república.
Ese autoritarismo, consecuente con la violencia letal de los esbirros
en las calles, se concentró en mostrar y comentar todo lo
intrascendente, todo lo frívolo, todo lo estúpido y todo lo negador de
la durísima situación de vulnerabilidad en que están hoy millones de
habitantes de este país. Todas sus páginas y coberturas televisivas
fueron expresiones degradadas del extraviado concepto “Periodismo”
reducido a títulos y fotografías, y crónicas televisivas, sobrecargados
de obviedades y elusiones. Así, el muestrario de sonrisas serviles,
vestidos fastuosos, menúes inalcanzables y escenarios desfigurados como
el del Teatro Colón, estuvo al servicio de una esmeradísima labor de
no-información, frivolidad y engaño contumaz.
Más allá de que este vodevil macrista costó una fortuna inútilmente
dilapidada -en grosero contraste con el hambre de millones de
compatriotas- la frívola y estúpida mirada del elenco gubernamental fue
involuntariamente sintetizada en el título principal del diario La
Nación online de ayer domingo: “Una cumbre ‘increíblemente perfecta’ que
Macri sueña proyectar a su futuro”.
Perfección tan irónica como imposible, desde ya, porque la Argentina
carece hoy de relevancia en el concierto internacional, entre otras
cosas porque el macrismo abandonó todas las alianzas continentales
(Unasur, Mercosur) que nos daban alguna fuerza, y porque de hecho el
contexto internacional que este presidente fantasea –su infantil teoría
del derrame supone que siendo serviles a los intereses norteamericanos
van a “abrirnos las puertas” del primer mundo– se asemeja a lo que
suponía Carlos Menem en los 90, y así nos fue.
En realidad la plastificada sonrisa (y el llanto ocasional, que lo
tuvo en el Colón, lo que sólo prueba que es un ser humano) de este
flamante Virrey, no disimuló su confusión en un escenario ni su corta
inteligencia, como por siglos fue estilo de todos los virreyes, al menos
los que España mandaba a estas tierras.
Ahora de lo que se trata es de volver a las luchas por la
Independencia. Hay muchísimos patriotas todavía en estas tierras, como
quedan también vergüenza y dignidad. Y están vivos y nos miran los
espíritus indoblegables de Manuel Belgrano, José de San Martín, Mariano
Moreno, Juana Manuela Gorriti y Martín Miguel de Güemes, entre tantos y
tantas patriotas más. Sólo se trata de recuperar la consigna eterna del
progreso social de la humanidad, y particularmente de los pueblos
latinoamericanos: la lucha continúa.
Y el campo de batalla serán las urnas en las elecciones de 2019,
donde ganar, unidos y fuertes, será la única prioridad si así lo
entienden de una vez tanto la derecha peronista como los restos del
radicalismo y en particular las izquierdas dogmáticas casi siempre
erradas a la hora de votar. Como en 2015.
Lo demás es hojarasca, porque las miradas de casi todos los exégetas
del régimen no son de águilas sino de ranitas, que sólo ven hasta donde
llegan sus lenguas.
Quizás por eso sus sensibilidades no pasan de emociones primarias y,
en casos excepcionales, de culpitas o compasiones. Y es que sus
pregoneros –como el columnista premiado hace años por el dictador Videla
que hoy redacta libretos del actual presidente– celebran alborozados en
sus títulos que “El mundo volvió a la Argentina”, pero sin decir que
volvieron sólo para llevársela en pala, dejando tierra y subsuelo
arrasados y a millones de compatriotas en la miseria, sin trabajo ni
educación ni salud pública, sin sistema jubilatorio y sin industrias ni
esperanzas. Típico de los viejos, despreciables virreinatos que en el
Siglo 18 expoliaban a los pueblos desde el puerto de Buenos Aires.
Estos tipos son iguales y cualquiera de ell@s, como en el símil de la mona, aunque vestida de seda mona queda.
Fuente:Pagina/12
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