Imagen: Jorge Larrosa
Como
ha escrito la investigadora Lidia Rodríguez, las primeras escuelas
nocturnas para adultos de nuestro país datan de fines del siglo XIX y
señala antecedentes como la escuela San Francisco del Monte, donde
enseñaba Sarmiento en 1826 a un grupo de adultos y el colegio Santa Rosa
de América, que funda en San Juan en 1839. Siendo jefe del Departamento
de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires (1856-1861) Sarmiento
anunció la necesidad de crear escuelas nocturnas y dominicales para
adultos, y creó el primer establecimiento destinado a los adultos en la
Escuela Catedral del Sud. Analizando una detallada recopilación de
experiencias y de desarrollo formal de la educación de adultos, la
investigadora menciona la existencia de distintas orientaciones que
ponen mayor énfasis en la vinculación con el trabajo, la acción
disciplinadora y homogeneizadora del Estado, la participación de la
Sociedades Populares de Educación. Estas últimas fueron protagonistas de
la extensión de la educación en amplias capas de inmigrantes adultos y
realizaron históricos congresos. Como concluye la Dra. Rodríguez, el
conflicto entre las diversas posturas no impidió que compartieran
algunos elementos fundamentales. Parece increíble, pero en diciembre de
2018, ante un gobierno que cierra las escuelas para adultos, debemos
destacar que compartían la necesidad de la educación de adultos, la
responsabilidad y el deber del Estado de proporcionarla, y su prioridad
social.
El gobierno de la CABA sostiene que las escuelas de adultos
son ineficientes, tienen pocos alumnos y escasos graduados, y por lo
tanto las cierran. Especialmente las de orientación comercial, también
de larga tradición. El lector comprenderá que la causa del cierre no es
resultado del ahorro al que se ve autoobligado el gobierno, dada su
desastrosa política económica, porque el costo de las insuficientes
escuelas para adultos, de los miserables sueldos docentes y los
desgastados edificios escolares (casi siempre compartidos o prestados)
no hace mella en las finanzas de la ciudad más rica del país. La razón
es más grave porque se trata de una convicción profunda, que se da de
bruces con aquel acuerdo que mencioné, que manifestaba la voluntad de
compartir una sociedad. Quitar la posibilidad de cursar o terminar el
secundario, y más aún uno con salida laboral, es oponerse a la educación
de miles de jóvenes y adultos que anhelan estudiar, recibirse y contar
con una preparación que les permita un trabajo mejor y un mejor acceso a
la cultura. La medida de cierre es excluyente, discriminatoria, y
despreciativa del que no tuvo la oportunidad de cursar la secundaria en
tiempos, instituciones y edades establecidos, lo cual tiene siempre un
alto grado de arbitrariedad. En este caso se suma la plena participación
del gobierno de Rodríguez Larreta de la idea de educación que rige la
política educativa de Cambiemos, coherente con la concepción de la
educación como un insumo del mercado. Desde esa postura, no solamente
debe eliminarse toda inversión en educación (o en salud, o previsión
social, o en alegría de la gente) que dé “pérdidas”, sino aquella que no
proporcione la posibilidad de tercerizarla haciendo un buen negocio.
Las escuelas comerciales requieren ser modernizadas y reequipadas, como
lo fueron las escuelas técnicas durante el período kirchnerista. Sus
docentes necesitan recibir la capacitación que les corresponde por ley.
Los alumnos que tienen dificultades o abandonan deben ser convocados,
los planes de estudios y modalidades de cursado adaptados a las
difíciles condiciones personales en que cursan sus estudios. quienes
quieren estudiar no deben ser desechados, como han quedado los 10 mil
alumnos y los 1200 docentes que pierden su puesto de trabajo.
La ilegitimidad de la Resolución 4055/18 tomada por la ministra de
Educación de la CABA, Soledad Acuña, que determina el cierre de 14
escuelas comerciales, cursos para adultos de 9 liceos y de bachilleratos
nocturnos, es evidente. Cabe preguntarse cuál es su legalidad. Si bien
la CABA no cuenta con una ley jurisdiccional de educación, pertenece a
la República Argentina (más aún, es distrito de residencia de su
Capital) con lo cual sigue bajo la legislación nacional. Por lo tanto,
debe cumplir con la Ley de Educación Nacional 26206/06, vigente. Dicha
ley establece en su artículo 17, Capítulo IX, la Educación permanente de
jóvenes y adultos y la Educación técnica profesional. Destina la
primera a “quienes no la hayan completado (la educación obligatoria
ahora de 14 años) en la edad establecida reglamentariamente, y a brindar
posibilidades de educación a lo largo de toda la vida”.
Nuestro sistema de educación pública fue un ejemplo internacional
durante más de un siglo. Pero los funcionarios actuales se muestran
ansiosos por mostrar su capacidad de reducción de la educación estatal
ante el FMI y se complacen en abrir la puerta a quienes se intereses por
hacer negocios con nuestra educación. Afortunadamente, la lucha contra
el cierre de las escuelas que encabeza el gremio docente cuenta con uno
de los más extensos apoyos de la población. La lucha por la educación
pública es un tema más que convoca a la indispensable unidad de las
fuerzas populares y nacionales.
* Doctora en Pedagogía, ex diputada nacional.
Fuente:Pagina/12
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