jueves, 8 de noviembre de 2012

El bloque de clases dominantes no parió un programa para el nuevo ciclo histórico: esa es la tarea pendiente. (?) ,( el problema es que esos sectores sin representaciòn terminan siendo violentos y su odio se expresa en los genocidios que sufrieron en nuestra nación las clases obreras )



El golpe del '30 fue precedido por importantes movilizaciones opositoras. Por cierto, el radicalismo también estaba en condiciones de poner gente en las calles, y por momentos lo hizo, pero el doctor Hipólito Yrigoyen no estaba dispuesto a enfrentar a los golpistas. El radicalismo gobernó siempre y cuando el bloque de clases dominantes aceptara que así fuera. No bien pierde esa "confianza", se retira del puente de mando.
Recordemos. El general Uriburu da el golpe con los cadetes del Liceo, porque carece de verdadero respaldo militar. El ministro de Guerra renuncia unos pocos días antes de la intentona, porque el presidente le impide arrestar a la cúpula golpista. Yrigoyen contaba con el apoyo de las Fuerzas Armadas, por tanto, estaba en condiciones de reprimir. No se trataba por cierto de masacrar peones chilenos, como durante el conflicto en la Patagonia, ni obreros mayoritariamente extranjeros, como en la Semana Trágica hiciera el propio general Dellepiane (por ese entonces jefe del Primer Cuerpo de Ejército), sino cajetillas del Jockey Club. Entonces Yrigoyen renunció.

Otro tanto sucedió con el presidente Arturo Frondizi en 1962; Frondizi fue depuesto aunque los azules eran mayoría en la FF AA y era el segmento proclive al desarrollismo. Campo de Mayo estaba dispuesto a reprimir, Frondizi no. Es que no se trataba del frigorífico Lisandro de la Torre, donde aplasta la huelga Plan Conintes  mediante,
sino de diferencias al interior del bloque de clases dominantes. 

Arturo Illia, en 1966, no hizo absolutamente nada para evitar el golpe. Oficiales leales le comunicaron qué estaba pasando, y no sólo no los escuchó sino que les dio la espalda.
Recordemos, Raúl Alfonsín, en Semana Santa del '85, tampoco reprime el levantamiento carapintada ("la casa está en orden") pese al compacto respaldo de la sociedad argentina. Desde la Sociedad Rural hasta la Unión Industrial, todo el arco de partidos parlamentarios y la CGT apoyaron al presidente. Y aun así no se atrevió a reprimir. Ese no es por cierto el comportamiento peronista, vale la pena establecer la diferencia específica. 

El peronismo espera que la lógica institucional le permita capear la crisis militar. Tanto en 1951 como en 1955 el General Perón se puso en manos de las Fuerzas Armadas. No vaciló en ordenar la represión, pero no estaba dispuesto a encabezarla personalmente, sino en su abstracto carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y muchísimo menos convocar a la ciudadanía a armarse en defensa de la Constitución. Entonces,
cuando la CGT ofrece formalmente sus millones de afiliados, el ministro de Guerra rechaza la propuesta. Recordemos, en septiembre de 1955 el gobierno contaba con absoluta mayoría en el cuadro de oficiales, y el golpe no fue derrotado. Perón dijo más tarde que pudo haber sido el "primer Fidel Castro"; decidió no serlo. 
Vale la pena, como contrapartida, observar movilizaciones conservadoras. Tres ejemplos: la Marcha de la Libertad de septiembre de 1945, la movilización de Corpus Christhi de junio del '55, y el lockout patronal de febrero de 1976. 

Recordemos, el 16 de septiembre de 1945 las "fuerzas vivas", con el respaldo de los grandes diarios, convocaron a una marcha contra el gobierno de Edelmiro Farrell. Exigían el poder para la Suprema Corte, que se convocara inmediatamente a elecciones y que la legislación "obrerista" y "demagógica" (aguinaldo, vacaciones pagas, convenciones colectivas de trabajo) fuera anulada. ¿La marcha?
Una espectacular exhibición convocada por la oposición política. Por cierto, la base social era inequívoca: el bloque de clases dominantes, sus apoyaturas tradicionales. El impacto de la marcha desencadenó una serie de asonadas militares que modificaron la relación de fuerzas. El entonces coronel Perón quedó en minoría. El jefe de Campo de Mayo, general Ávalos, no sólo impuso su renuncia, sino que se transforma en ministro de Guerra. El coronel es arrestado, y el 17 de Octubre (movilización pacífica de masas obreras) lo arranca de Martín García, e impone la solución electoral de febrero del '46. Esto es, la marcha de la Libertad fue contestada por la movilización obrera, y a caballo de la irrupción proletaria se funda el peronismo político. El movimiento plebeyo impuso, por primera y única vez, candidato presidencial, y para lograr la victoria fue preciso derrotar al sistema político alineado en un solo bloque: la Unión Democrática. 

Algo estaba claro: el apoyo electoral que el primer peronismo suscitaba garantizaba la victoria en comicios libres. Derrotarlo equivalía a salir de la arena parlamentaria. Como las FF AA respondían al presidente constitucional, derrocarlo imponía modificar la lealtad militar.
Esa operación quedó en manos de la Iglesia Católica; sin ella, septiembre de '55 hubiera sido mucho más difícil (y no fue simple) o directamente imposible. 
La marcha de Corpus Christi del 11 de junio fue el punto de partida. Asistieron los mismos que una década antes pasearon por Avenida Santa Fe. Desde el radicalismo hasta el PC. La respuesta militar, previamente organizada, esperaba ser legitimada por la multitud. El bombardeo de Plaza de Mayo, el intento de asesinar al presidente mediante un impacto directo fracasó. Esto no impidió la salvajada final, decenas de civiles asesinados mientras concurrían al trabajo. La Marina de Guerra, arma gorila por excelencia, ejecutó la pedagógica  masacre. La entente Marina-Iglesia Católica no era precisamente un secreto. Y la quema de iglesias, sin víctimas mortales, fue la limitada réplica. El clima político del golpe septembrino estaba instalado. Y todo concluyó con Perón en la cañonera paraguaya.
El regreso de Perón a la Argentina demoró más de 17 años. Y sin el Cordobazo del '69 no hubiera resultado posible. En el transcurso de su tercera presidencia muere, y el programa que lo llevó al poder fracasa. María Estela Martínez de Perón arrió todas las banderas, y el programa que el ingeniero Celestino Rodrigo implantó en el gobierno, elaborado por la APEGE, produjo masiva resistencia obrera. El 28 de enero del '76, la APEGE, construida sobre los escombros de la Confederación General Económica, reunida en asamblea con la presencia de más de 700 delegados, bajo la presidencia de Federico Peña, lanzó un lockout patronal. Hasta los kiosqueros pararon, el clima requerido por la dictadura burguesa del '76 había sido instalado, sólo faltaba que actuaran las FF AA.
La dictadura burguesa terrorista destruyó las FF AA. El brazo armado del Estado vive en crisis permanente desde que rompió la cadena de mandos (grupos de tareas), y otro tanto sucedió con el sistema de partidos políticos. Los grandes diarios comerciales perdieron su carácter de partidos inorgánicos. Es decir, perdieron la aptitud de escenificar el abanico de propuestas alternativas, dejaron de ser punto de recomposición política como en el '55 y el '76. A partir de 2001 básicamente remiten al pasado. Y eso es así porque el bloque de clases dominantes no parió un nuevo programa para el nuevo ciclo histórico: esa es la tarea pendiente. En ese contexto, miles de hombres y mujeres, con los argumentos más bostiferantes ("La libertad es hacer lo que quiero") salieron a la calle. No nos equivoquemos, no hacen política conservadora, sólo pretenden impedir que la sociedad argentina decida un nuevo rumbo. Es que durante un rato demasiado largo la libertad no fue otra cosa que la satisfacción de su patético deseo.   -

Fuente : Tiempo Argentino 

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