El
manoseo de las estadísticas públicas, como la del déficit fiscal
heredado y el actual, está al servicio de construir el relato de la
economía macrista, maquillando el descalabro productivo y social de las
medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva
del ingreso.
El precandidato a Presidente Alberto Fernández le explicó a Joaquín Morales Solá que el déficit fiscal de 2015 fue de 1,8 por ciento, que no es la cifra que publicita el macrismo pero sí figura en documentos oficiales (por ejemplo, en el prospecto de venta del bono a 100 años). El periodista le dijo que economistas que concurren a su programa de TN informan que era de 7 u 8 por ciento. Fue un cruce que se viralizó en las redes dejando en una posición incómoda a Morales Solá
, quien en su columna del domingo en La Nación buscó recomponer
su posición, repitiendo la versión oficial para concluir que Fernández
le mintió. Lo que uno y otro no mencionaron en este intercambio, y que
es fundamental para abordar la cuestión fiscal con rigurosidad, es que el
macrismo ha manipulado la metodología de medición del déficit fiscal,
no una vez, sino en dos oportunidades a lo largo de estos tres años y
medio de gestión. Manipulación para ocultar el descalabro provocado
en las cuentas públicas por la inicial pérdida de recursos al bajar
impuestos y por el crecimiento explosivo del pago de intereses por el
endeudamiento desaforado.
Como se sabe, en estos años de debate acerca de las estadísticas,
existen manipulaciones "malas", que corresponden a los gobiernos
kirchneristas, y manipulaciones "buenas", las que realizó el macrismo
sin ningún costo político ni simbólico. Para reflexionar acerca de la
crisis del Indec durante el kirchnerismo se acaba de publicar un
ilustrativo libro “Claroscuros. 9 años de datos bajo sospecha” de Sol
Minoldo y Diego Born, que ofrece varios matices para el análisis de ese
período.
El Gobierno ha tenido
una prolija estrategia de manipulación de las estadísticas, subestimando
las negativas, sobreestimando las positivas y alterando metodologías de
indicadores y de balances. El Indec, los ministerios de Trabajo y
Hacienda y el Banco Central han estado acomodando la elaboración y
difusión de estadísticas públicas para fortalecer el relato económico
macrista. Aquí van algunos casos –no todos- de manipulación:
· El Indec de Macri dispuso de un inédito apagón estadístico en
el primer semestre de 2016 de todos los indicadores -no sólo de los que
estaban cuestionados- para entorpecer la comparación de variables que
expondría el ajuste regresivo de la política económica.
· El
titular del Indec, Jorge Todesca, despidió a quien se había convertido
en un emblema de resistencia al período de administración del Instituto
durante el kirchnerismo, Graciela Bevacqua, técnica que había
cuestionado la tarea y los tiempos de elaboración del nuevo Índice de Precios al Consumidor de Macri
. Este subestima la inflación al medirla con una canasta de consumo desactualizada, que minimiza el impacto de los tarifazos
.
· Se realizó una revisión de la serie del PIB de los años del kirchnerismo,
sobre la cual existían pequeñas discrepancias en las cifras, pero
ninguna tan pronunciada como la realizada para el 2009. En esa tarea de
revisionismo histórico, el Indec fue más lejos que cualquier estimación
privada (que indicaba retrocesos del 2 al 3 por ciento) para ese año y
calculó una caída del 6 por ciento. Para alcanzar esa cifra, se
eliminaron los subsidios a los servicios públicos en el cálculo y se
utilizaron índices alternativos para mostrar que no hubo tanto
crecimiento económico en el ciclo kirchnerista. La obviedad que expone la
dimensión de esa manipulación es que una caída del 6 por ciento del PIB
en 2009 hubiera derivado en un descalabro social y laboral, lo que no
sucedió
.
· El Indec sobreestimó la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza
, siendo más elevada en comparación a otros países de la región y a
cualquier estudio privado. Determinó así que la cantidad de pobres era
32,2 por ciento de la población –en línea a lo que marcaba la UCA- cifra
que le permitió al macrismo decir que el kirchnerismo dejó una cantidad
enorme de pobres.
· El Banco Central también hizo su aporte.
Modificó las normas de elaboración de su balance para ocultar la
debilidad patrimonial de la gestión Sturzenegger. En el informe
Política Monetaria, en uno de sus anexos, se descubre la manipulación:
descuenta las Letras Intransferibles del Tesoro y los Adelantos
Transitorios al Tesoro, activos no negociables en el mercado, para
encubrir que Sturzenegger recibió un Banco Central con un patrimonio
neto equivalente a 14 mil millones de dólares y que lo hizo descender a
la mitad.
· Cuando había un Ministerio de Trabajo, esa cartera modificó la forma de contabilizar el empleo privado registrado para subestimar la destrucción de empleo,
porque pasó a tomar en cuenta la persona ocupada y no la cantidad de
puestos, ya que una persona puede tener más de un trabajo o, en otros
términos, la destrucción de un puesto puede no significar necesariamente
que esa persona quede desocupada.
· El macrismo también metió mano en los datos de la evolución de la deuda externa
–nueva serie de la Balanza de Pagos- para reducir la contabilidad del
endeudamiento vertiginoso de los dos primeros años de gestión, al
imputar la emisión y pago a fondos buitre como “atrasos” en la cuenta
del 2015. Así no la sumaron a la cuenta del macrismo.
· Finalmente, el Ministerio de Hacienda modificó en dos oportunidades el método de medición del déficit fiscal
, primero con Alfonso Prat Gay y luego con Nicolás Dujovne. Lo alteraron
para abultar el déficit de 2015 correspondiente al último año del
gobierno de CFK; y lo volvieron a modificar para disminuir el
desequilibrio de 2017, incluyendo ingresos tributarios extraordinarios
del blanqueo y sumando nuevamente los ingresos primarios de las rentas
del FGS-Anses (Prat Gay los había excluido).Estos cambios en la metodología de medición de ingresos y egresos fiscales provocó que economistas con simpatías con el oficialismo, como Oscar Cetrángolo y Julián Folgar, escribieran que “creemos conveniente que la información oficial siga los criterios aceptados internacionalmente y evite frecuentes innovaciones metodológicas” (blog Alquimias Económicas).
El manoseo de las estadísticas públicas, como la del déficit fiscal heredado y el actual, está al servicio de construir el relato de la economía macrista , maquillando el descalabro productivo y social de las medidas económicas que implicaron una impactante transferencia regresiva del ingreso.
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