Esteban
Viú analiza el discurso del candidato José Luis Espert para explicar
los motivos por los cuales logra adhesión de determinados sectores de la
ciudadanía.
El
título es una frase de un panelista de TV a José Luis Espert. El
periodista hizo referencia a que el candidato presidencial no es la
clase de dirigente tradicional. Y como todo sujeto incorrecto tiene
especial adhesión entre los jóvenes. Según un sondeo de la consultora de
Federico González, la intención de voto de Espert en la franja de 16 a
30 años es del 31 por ciento.
¿Por qué? Si escuchamos sus palabras, podemos arrojar algunos
indicios. En primer lugar, su discurso parece representar un voto
antisistema. Espert asegura que lo realizado hasta acá no sirve, hay que
superarlo y modernizarse. Considera que el atraso económico del país
viene de principios de siglo y coloca a Mauricio Macri y Cristina
Fernández en el mismo lugar; “son la vieja política” dice. La división
peronismo-antiperonismo está llegando a su fin y, en ese reagrupamiento,
Espert aparece como un posible candidato a aglutinar el voto del nuevo
polo conservador y ortodoxo. “Hoy, la revolución es el liberalismo. No
me digas lo que tengo que hacer desde el Estado. Yo quiero decidir mi
vida, no me cobres impuestos abusivos” fue su resumen cuando le
preguntaron por qué parte de los jóvenes se identifican con su proyecto.
Es tan anti-sistema que argumenta a favor de la legalización del aborto
y, para sumar a su rebeldía, el gobierno quiso bajarlo de las
elecciones. La reacción de su núcleo duro no tardó:
“#DejenCompetirAEspert” fue tendencia en Twitter casi 24 horas. Nada de
plazas colmadas o calles copadas, la nueva arena política es Twitter.
Además, la campaña de Espert está montada sobre la utilización de la
verdad cruda. No usa filtros para decir que dejaría sin trabajo a un
millón y medio de trabajadores estatales o que implementaría un sistema
de becas restrictivas para el ingreso a la universidad. Hay que
reconocerle cierta pedagogía para explicar sus medidas. Pero la verdad
es la verdad.
Los que nacimos entre 1990-2000, crecimos, y nuestras subjetividades
se configuraron, bajo el ala del periodismo de guerra y las fake news.
Desde algunos sectores del periodismo y la comunicación se impulsaron e
impulsan mentiras deliberadas para defender intereses particulares e
instalar la idea de la política asociada al prebendismo estatal, la
corrupción y el acomodo.
La falta de verdad en el discurso oficial y mediático dominante
quebraron la confianza en gran parte de los jóvenes con respecto a la
política (hasta hace poco el gobierno nacional quiso eliminar las PASO
por considerarlas un gasto) y las acciones de Macri enterraron las
expectativas de que un político venga a cumplir lo que prometió. Además,
el resto de los candidatos de renombre apostaron a lavar su discurso y
no hablan de medidas concretas ante el gran público. Una muestra de esto
es lo que sucede cuando se googlean los nombres de los candidatos y se
observa lo más buscado de cada uno. Al ingresar el nombre de José Luis
Espert, el buscador arroja en tercer lugar “propuestas”. No sucede con
ningún otro candidato.
Si a todo le agregamos que el economista viene a criticar el sistema
que hoy produce un desempleo juvenil del 21,5 por ciento y no esconde
sus verdaderas intenciones, no es ilógico que tenga imagen positiva en
las juventudes.
Los Espert, Olmedo o Bolsonaro definitivamente no son políticos, pero
mientras el discurso oficial, opositor y mediático continúe su tránsito
de mentira y oportunismo, los Espert, Olmedo y Bolsonaro serán cada vez
más políticos.
* Periodista
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