El título es una frase de un panelista de TV a José Luis Espert. El periodista hizo referencia a que el candidato presidencial no es la clase de dirigente tradicional. Y como todo sujeto incorrecto tiene especial adhesión entre los jóvenes. Según un sondeo de la consultora de Federico González, la intención de voto de Espert en la franja de 16 a 30 años es del 31 por ciento. 
¿Por qué? Si escuchamos sus palabras, podemos arrojar algunos indicios. En primer lugar, su discurso parece representar un voto antisistema. Espert asegura que lo realizado hasta acá no sirve, hay que superarlo y modernizarse. Considera que el atraso económico del país viene de principios de siglo y coloca a Mauricio Macri y Cristina Fernández en el mismo lugar; “son la vieja política” dice. La división peronismo-antiperonismo está llegando a su fin y, en ese reagrupamiento, Espert aparece como un posible candidato a aglutinar el voto del nuevo polo conservador y ortodoxo. “Hoy, la revolución es el liberalismo. No me digas lo que tengo que hacer desde el Estado. Yo quiero decidir mi vida, no me cobres impuestos abusivos” fue su resumen cuando le preguntaron por qué parte de los jóvenes se identifican con su proyecto. Es tan anti-sistema que argumenta a favor de la legalización del aborto y, para sumar a su rebeldía, el gobierno quiso bajarlo de las elecciones. La reacción de su núcleo duro no tardó: “#DejenCompetirAEspert” fue tendencia en Twitter casi 24 horas. Nada de plazas colmadas o calles copadas, la nueva arena política es Twitter.  
Además, la campaña de Espert está montada sobre la utilización de la verdad cruda. No usa filtros para decir que dejaría sin trabajo a un millón y medio de trabajadores estatales o que implementaría un sistema de becas restrictivas para el ingreso a la universidad. Hay que reconocerle cierta pedagogía para explicar sus medidas. Pero la verdad es la verdad.
Los que nacimos entre 1990-2000, crecimos, y nuestras subjetividades se configuraron, bajo el ala del periodismo de guerra y las fake news. Desde algunos sectores del periodismo y la comunicación se impulsaron e impulsan mentiras deliberadas para defender intereses particulares e instalar la idea de la política asociada al prebendismo estatal, la corrupción y el acomodo. 
La falta de verdad en el discurso oficial y mediático dominante quebraron la confianza en gran parte de los jóvenes con respecto a la política (hasta hace poco el gobierno nacional quiso eliminar las PASO por considerarlas un gasto) y las acciones de Macri enterraron las expectativas de que un político venga a cumplir lo que prometió. Además, el resto de los candidatos de renombre apostaron a lavar su discurso y no hablan de medidas concretas ante el gran público. Una muestra de esto es lo que sucede cuando se googlean los nombres de los candidatos y se observa lo más buscado de cada uno. Al ingresar el nombre de José Luis Espert, el buscador arroja en tercer lugar “propuestas”. No sucede con ningún otro candidato.

Si a todo le agregamos que el economista viene a criticar el sistema que hoy produce un desempleo juvenil del 21,5 por ciento y no esconde sus verdaderas intenciones, no es ilógico que tenga imagen positiva en las juventudes. 

Los Espert, Olmedo o Bolsonaro definitivamente no son políticos, pero mientras el discurso oficial, opositor y mediático continúe su tránsito de mentira y oportunismo, los Espert, Olmedo y Bolsonaro serán cada vez más políticos. 

* Periodista