El
aumento de precios fue muy significativo teniendo en cuenta que la
economía está en recesión, las tarifas congeladas, tasas de interés
altísimas y dólar planchado.
El presidente Mauricio Macri y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, saludando un índice de Inflación muy alto.
Imagen: NA
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La tasa de inflación de junio fue de 2,7 por ciento;
respecto a diciembre de 2018 acumula 22,4 por ciento; y en doce meses,
55,8 por ciento. El inmenso dispositivo de propaganda pública y privada
salió rápido a festejar que el ritmo de aumentos de precios se está desacelerando. Como la estrategia de la mentira planificada es la política más eficaz del macrismo, resulta necesario precisar que ese 2,7 por ciento es un índice de inflación mensual altísimo. No es un éxito; más bien es otra marca del fracaso de la economía macrista
. Presentarlo como un resultado positivo porque se está desacelerando
desde picos del 6,5 por ciento de septiembre pasado, para luego navegar
entre el 3 y el 4 por ciento mensual, sólo puede ser elogiado por
militantes de la causa M.
¿Por qué el 2,7 por ciento de aumento
promedio de precios es un número muy malo? Porque se anotó con una
economía en recesión, tarifas congeladas por la proximidad de las
elecciones, tasas de interés altísimas, salarios y jubilaciones
deprimidos y, fundamentalmente, con un dólar no sólo estable, sino en
descenso, al bajar casi 6 por ciento en el mes. O sea, con todos los
factores impulsores de la inflación neutralizados, el aumento fue de 2,7
por ciento. Sólo hay que estimar qué hubiera sucedido con alguna o con
todas esas variables en otro signo.
Cualquier
análisis desapasionado de macrismo concluirá que es una pésima cifra
para un indicador económico tan sensible para la población. Más aún
cuando ni los salarios ni las jubilaciones aumentan al ritmo del alza de precios,
lo que provoca una pérdida en términos reales del poder adquisitivo del
ingreso de la mayoría. Esto queda en evidencia en la sostenido caída
del consumo privado.
Otra referencia que muestra el mal número de
este junio surge de analizar una serie larga de inflación desde el 2012,
tomando el IPC CABA para evitar estériles discusiones. Sólo en el
primer cuatrimestre de 2014 hubo índices mensuales superiores, que
fueron impulsados por la fuerte devaluación de entonces; luego, cada uno
de los registros hasta diciembre de 2015, cuando asumió la presidencia
Mauricio Macri, se ubicó por debajo de la tasa que hoy festeja el
Gobierno.
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