Como
en el mundo líquido de la política moderna lo que vale es la foto; un
día, alguien encontró a Evita con un niño orejón en brazos y dijo: es el
papa Francisco. Pero Jorge Bergoglio nació en 1936 y al momento de esa
foto debió tener diez u once años y pesar unos 40 kg, mucho niño para
los brazos de una Evita tan menuda. Además, la familia Bergoglio era
cercana al radicalismo y Jorge en su niñez y adolescencia no
tuvo simpatías por el peronismo. Alguna vez contó: “A Evita la vi en una
oportunidad. Fue cuando entré en una Unidad Básica de la calle
Córdoba con mi hermano porque necesitábamos unos folletos para un
trabajo en el colegio. Ella estaba allí y nos saludó, pero nada más”.
El futuro Papa no era peronista, pero Perón y Evita sí eran muy
católicos. Existen entre Evita y Francisco, otros lazos mucho más
profundos y sólidos que una foto.
Evita fue una mujer muy creyente y tuvo una relación muy estrecha con
la Iglesia. Según recuerda su confesor, el jesuita Hernan Benitez, en
la Fundación colaboraban con ella 130 religiosas (muchas de la
congregación Hermanas del Huerto) y 62 clérigos.
En su libro La Razón de mi Vida, Evita expone cuál es su
visión del cristianismo: “La nochebuena es de los pobres, de los
humildes, de los descamisados desde que Cristo, despreciado por los
ricos que le cerraron todas las puertas fue a nacer a un establo… y,
¿acaso los ángeles no llamaron a los pastores, a los hombres más
humildes y pobres de Belen...y únicamente a ellos le comunicaron la
buena nueva que venía a alegrar al mundo?” . Muchos años después, dirá
el Papa Francisco, desde Santa Cruz de la Sierra : “Tengamos siempre
presente en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un
pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin
techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús
con unos pañales y una montaña de ternura. María es signo de esperanza
para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la
justicia”.
En Mi Mensaje, Evita escribe: “El clero de los nuevos
tiempos, si quiere salvar al mundo de la destrucción espiritual, tiene
que convertirse al cristianismo. Empieza por descender al pueblo. Como
Cristo, vivir con el pueblo, sufrir con el pueblo, sentir con el
pueblo.(…) La religión no ha de ser jamas instrumento de opresión para
los pueblos. Tiene que ser bandera de rebeldía”. Dirá Francisco: "¡Cómo
quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!. A los sacerdotes les
pido: sed pastores con 'olor a oveja'...salid a las 'periferias' donde
hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay
cautivos de tantos malos patrones. La Iglesia, sus hijos e hijas, son
una parte de la identidad de los pueblos en Latinoamérica. Identidad que
tanto aquí como en otros países algunos poderes se empeñan en borrar,
tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía
la tiranía del ídolo dinero".
En 1947 el padre Hernán Benítez acompañó a Evita en la gira del Arco
Iris, misión diplomática por España, Italia y Francia. Una gira con alto
contenido religioso. En Roma se entrevistó con el Papa Pio XII y en
París su anfitrión fue Angello Giusepe Roncalli, quien años más tarde se
convertirá en Juan XIII. En este periplo hay un hecho muy poco
conocido que hoy pone a Evita muy cerca del Papa que tomó su nombre de
San Francisco de Asís.
Según relata el Padre Hernán Benítez, en esos días de estadía en
Roma Evita visitó la sede de los franciscanos y su Ministro
General, Pacifico Perantoni, la consagró “hermana de penitencia” o de
“tercera orden”. Esta tercera orden fue ideada por San Francisco como un
tipo de estado intermedio entre el claustro y el mundo para aquellos
que, deseando seguir los pasos del santo, estuvieran impedidos, por
matrimonio u otros compromisos, de entrar ya sea a la primera o a la
segunda orden. “Evita murió franciscana”, contó el padre Benitez. “Por
eso fue enterrada con la túnica de hermana franciscana”, agregó.
Seguramente Evita habrá rezado alguna vez el Cántico de las criaturas
escrito por San Francisco de Asís, con el cual comienza Francisco su
enciclica Laudato Si”.
Pequeñas o grandes coincidencias, pero de mayor valor que una foto.
*Autor del libro “La Lealtad- Los Montoneros que se quedaron con Peron”
Fuente:Pagina/12
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