Atilio Boron
Este 8 de Marzo, día internacional de la mujer en
recuerdo de aquellas que murieron en el incendio de la fábrica de
camisas de Nueva York, debe hacernos reflexionar sobre la condición del
grupo social de más larga historia de opresión, explotación y
discriminación del planeta. Ninguna otra formación social ha padecido
estas infamias durante tanto tiempo y tan profundamente. Por eso su
emancipación es condición necesaria de la emancipación de todas las
clases, grupos y categorías sociales. El
proletariado sólo se librará de sus cadenas si al mismo tiempo lo hace
la mujer. De no ser así su liberación será más ilusoria que real. Por lo
tanto, si un proyecto socialista no instala la emancipación de la mujer
como el primer ítem, no negociable, de su agenda revolucionaria estará
condenado al fracaso. Lo que construirá será una caricatura de
socialismo, pero no el verdadero socialismo.
Una breve referencia histórica puede ayudar a comprender este
argumento. Entre los siglos XVI y XVIII se estima, de manera muy
conservadora, que sólo en Europa fueron condenadas a la hoguera unas
60.000 mujeres. Sospecho que la cifra real de la “caza de brujas”
seguramente fue bastante mayor debido al subregistro que caracteriza
esta clase de crímenes. Es decir, prácticamente una mujer por día fue
quemada viva durante dos siglos en el afán de someter y disciplinar a
las clases y capas subalternas al naciente orden social burgués. No se
conoce que lo mismo hubiera ocurrido con los varones, decapitados o
ahorcados con esa estremecedora frecuencia cotidiana. Ese período de la
acumulación originaria del capitalismo logró someter al naciente
proletariado a su dominio en gran medida con el castigo ejemplar que se
les aplicaba a las mujeres. Y es que para el capital, ayer tanto como
hoy, el potencial subversivo, contestatario, transgresor que amenaza al
orden burgués se encuentra mucho más en la mujer que en en el varón. Y
los capitalistas actuaron, y actúan hoy, en consecuencia: por eso la
perdurabilidad del patriarcado, reforzado con el advenimiento del
capitalismo pese a que muchos pensaron que ocurriría lo contrario. De
ahí nuestro homenaje a la mujer que porta en su seno las semillas de la
revolución, la esperanza y la utopía de una nueva sociedad.
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