11/03/2018
POR TEODORO BOOT
Dos policías tucumanos asesinaron de un disparo en la nuca a un niño
de once años. Que el asesinato haya sido por la espalda y que la víctima
no se encontrara huyendo ni cometiendo ningún delito sino simplemente
paseando y –tal como la inmensa mayoría de los ciudadanos, en especial
cuando son niños– desarmado, constituyen agravantes muy serios. Pero el
que eventualmente hubiera cometido un delito –lo que no ocurrió– no
habría sido un atenuante: nadie está autorizado a asesinar y muchísimo
menos que nadie, un policía. Se supone que su trabajo consiste
exactamente en lo contrario, en impedir los crímenes, de ahí que cuando
un policía perpetre un delito, la pena que se le aplique suela –o deba–
ser mayor: cuando quien debe cuidar las leyes las viola, la sociedad se
encuentra en un grave problema.
“A la muerte del niño –dice Ana Laura Lobo Stegmayer, directora
ejecutiva de Andhes, organización de Derechos Humanos que nuclea a
abogados y abogadas del noroeste argentino– hay que sumarle los casos de
Víctor Robles asesinado por un policía de civil; el de Ángel Alexis
Noguera asesinado de un disparo con bala de goma en la cabeza en un
procedimiento policial realizado en la casa de la víctima; el caso del
comisario Pineda que ingresó al domicilio de un supuesto asaltante, le
disparó y luego falseó el procedimiento, y el caso de Maximiliano Ariel
Tapia, quien perdió una pierna producto de un disparo realizado por
personal policial en Las Talitas”.
¿Tienen responsabilidad las autoridades provinciales en tales hechos
y, en especial, en el monstruoso asesinato de un niño? En efecto, tienen
una enorme responsabilidad política en tanto los asesinos son
funcionarios del estado provincial que ellos conducen, pero esa
responsabilidad es previa, no posterior, al delito (excepto en lo
atinente a la sanción administrativa), y se relaciona con la selección y
formación de sus funcionarios y empleados. En cambio, la
responsabilidad de los jueces y fiscales –posterior al hecho– es mayor,
en tanto todo delito debe ser sancionado, en especial cuando se trata de
un asesinato y en mucha mayor medida cuando el criminal o los
criminales son justamente aquellos cuyo trabajo es proteger del crimen a
la sociedad, que es al cabo, la que les paga el sueldo.
Así parece haberlo entendido el juez Enrique Martínez, titular del
Juzgado Nacional de Primera Instancia de Menores N° 7, quien procesó al
agente de policía Luis Chocobar por “exceso de legítima defensa” a raíz
del asesinato de un presunto delincuente (tal vez convenga que algunas
personas, entre ellas el señor Presidente de la Nación y en particular
ciertos jueces, como el señor Irurzun, recuerden que ya en 1804 el
Código Napoleónico establecía que toda persona es inocente hasta que su
culpabilidad sea demostrada por los jueces y organismos competentes),
así como la Asociación de Magistrados, que advirtió al Presidente de la
Nación por inmiscuirse en áreas que no son las de su competencia.
Sin embargo, el doctor Velázquez ha sido denunciado ante el Consejo
de la Magistratura, que preside el diputado oficialista Pablo Tonelli,
acusado de “mal desempeño, inhabilidad ético moral y prevaricato”.
Debe recordarse que con posterioridad al homicidio del joven
Pablo Kukoc perpetrado por Luis Chocobar, el señor Mauricio Macri, en
ejercicio de la Presidencia de la Nación, recibió al agente de policía
reivindicando el asesinato.
A la condición de asesino, el señor Chocobar añade la de mentiroso:
tras disparar al presunto delincuente en fuga, que cae herido, lo remata
desde tres metros de distancia con el argumento de que se encontraba
dando manotazos armado con un cuchillo, circunstancia que, dicho sea de
paso, calificar de “exceso de legítima defensa” resulta descabellado. La
filmación del homicidio muestra con claridad que el señor Chocobar no
se estaba defendiendo de nada y que el herido al que remató en el suelo
no suponía peligro alguno para nadie, entre otras muchas razones,
porque, a diferencia del señor Chocobar y tal como se comprobó, se
encontraba desarmado.
Evidentemente, tanto el señor Chocobar como los policías tucumanos
que asesinaron al niño Facundo Burgos o Ferreyra (que ya ni apellido
cierto parece tener) son presuntamente (¡de nuevo el Código
Napoleónico!) culpables de un delito tan grave –el más grave de todos–
como el asesinato, razón de más para que guarden prudente, respetuoso y
–quiere uno pensar– acongojado silencio.
Sin embargo muchos medios de comunicación y no pocos irresponsables
–entre ellos quien ejerce transitoriamente la Presidencia de la Nación–
no han tenido mejor ocurrencia que reivindicar el crimen de Luis
Chocobar, tergiversando por completo su naturaleza y su significado,
hasta el punto de que en lenguaje coloquial se haya llegado a hablar de
la existencia de una supuesta “Doctrina Chocobar”.
Corresponde –y corresponde más que a nadie a jueces y fiscales–
recordar que el señor Chocobar no ha elaborado ninguna doctrina:
simplemente se limitó a cometer un asesinato, tras lo que intentó
justificarse con mentiras y falsedades, tal como se desprende de los
registros fílmicos. Quien ha elevado esas justificaciones a la categoría
de “doctrina” ha sido nada menos que el señor Presidente de la Nación,
lo que vuelve esa (siempre gracias al código) presunta apología del
crimen mucho más grave que la de cualquier opinador televisivo o
cagatintas periodístico.
Sería saludable que los señores jueces y fiscales recordaran para qué
diablos cobran sus sueldos y actuaran en consecuencia: la apología del
crimen es también un delito y, dependiendo de quien lo perpetre, muchas
veces de mayor gravedad que el crimen mismo.
*********
JUICIO POLÍTICO.
Guillermo Robledo, coordinador del Observatorio de la Riqueza, informó
que el viermes presento con el patrocinio de Eduardo Barcesat y Carlos
Rozansky “una ampliación del juicio político a Macri por la Nueva
Doctrina de Seguridad Nacional que ha impuesto a la sociedad . El caso
del asesinato del niño de 11 años en Tucumán y el intento ilegal de
fusión de Clarín con Telecom acreditan la necesidad urgente de juicio
político y crear conciencia del huevo de la serpiente que se está
gestando”, señaló.
Fuente:Pajarojo blogspot
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