Otra vez la saturación, el tema que se
repite hasta centralizar la agenda. La denuncia contra los testigos
mapuche en el caso Maldonado aparece en medio del desmoronamiento de la
figura de Mauricio Macri, el presidente más protegido por los medios
corporativos, que ahora se lanzan a ese ametrallamiento temático, ese
taladro de cerebros sobre los derechos sagrados de las fuerzas de
seguridad para cortar cabezas o realizar las famosas cirugías de la
dictadura contra la guerrilla y el delito.
La imagen de Macri se viene cayendo desde fines del año pasado. El
blindaje mediático fue perforado. El saqueo a los jubilados con la
reforma previsional, el escándalo Triaca con acomodos de amigos en
sindicatos intervenidos sumados a las amenazas a su personal doméstico y
ahora la alta inflación, los súperaumentos de tarifas, más el precio de
las naftas que las ubica entre las más caras del mundo en un país que
tiene petróleo, todos esos desastres tienen la cara del ingeniero. Fue
imposible de evitar. El asalto a los jubilados ablandó el muro de
protección que Triaca terminó de agujerear y fue desbordado por el
malestar por la carestía de la vida.
Con las defensas frontales caídas, el gobierno abrió otro frente
lateral. Viene disputando el centralismo de la agenda socioeconómica con
una campaña a favor de la mano dura y el gatillo fácil. Cree que la
autopsia de Santiago Maldonado fue desfavorable para los mapuches y el
movimiento de derechos humanos y sabe que con la mano dura fideliza el
voto propio y genera turbulencias en la oposición.
Con ese discurso tratan de desplazar la atención sobre la situación
socioeconómica: Durán Barba habla de instaurar la pena de muerte,
Patricia Bullrich deja trascender que se propondrá una ley por la cual
todas las situaciones de violencia que involucren a fuerzas de
seguridad, ya sean muertes violentas de cualquier manera, deben ser
consideradas como “actos de servicio”. Ahora le tocó el turno a esta
denuncia del gobierno y la gendarmería por falso testimonio contra los
testigos mapuches.
Técnicamente es una denuncia que funciona para el ruido mediático
porque todavía faltan declarar testigos que pueden corroborar lo que
dijeron los ahora acusados. Pero también es una forma de amedrentamiento
a esos testigos que ven cómo son perseguidos quienes los antecedieron.
Ningún juez podrá expedirse hasta que declaren todos los testigos y se
presenten todas las pruebas. No esperaron para hacerla porque aunque
tenga esas fallas de origen, necesitan difundirla ahora como parte de la
campaña para frenar la caída de la imagen presidencial.
Primera sospecha: a los intelectuales orgánicos de la derecha no les
interesa debatir sobre la reforma judicial o sobre la defensa
escandalosa del gobierno al ministro de Trabajo que tenía a su personal
contratado en negro y les pagaba con acomodos en sindicatos
intervenidos. A esos intelectuales no les interesa debatir sobre las
tarifas sobredimensionadas. Pero les interesa que el progresismo, la
izquierda y los sectores populares hagan un debate “democrático” sobre
el derecho a la represión “democrática” por parte de un gobierno
“democrático”. Todos muy democrático. Segunda sospecha: La
sobreactuación en el caso del policía Chocobar fue llamativa. Apareció
como una provocación para que la oposición reaccione con enojo. Y la
frutilla del postre, la confirmación de la maniobra, fueron las
declaraciones de Durán Barba. Todo parece una exageración y esa
característica es la confirmación de que se trata de una maniobra, que
por supuesto también tiene un objetivo específico en el caso de la
muerte de Santiago Maldonado.
El Gobierno abre un nuevo flanco de confrontación. Se siente más
seguro reivindicando la mano dura que defendiéndose de las protestas. No
intenta aparentar que busca la unidad. Sale a provocar y a generar
bronca. Faltan dos semanas para una gran movilización popular y trata de
correr el eje de atención. Busca afectar esa convocatoria. Es la misma
estrategia de la derecha desde que asumió el gobierno. Y la oposición ha
corrido detrás de ella. Los medios abandonan el tema Triaca, el precio
de la nafta y se centran en Chocobar, Durán Barba y Patricia Bullrich.
Aunque lo critiquen, al Gobierno no le interesa porque en el tema de la
mano dura lleva la ofensiva, mientras que en el socioeconómico está
totalmente a la defensiva. La disyuntiva de la oposición es la
contraria: redoblar la ofensiva en el plano en el escenario de los
salarios, las jubilaciones, la inflación y las tarifas sin abandonar el
nuevo flanco que abrió el Gobierno y no permitir que avance en esa línea
de represión.
Fuente:Pagina/12
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