A LOS 58 AñOS, FALLECIO EL PRESIDENTE DE VENEZUELA, HUGO CHAVEZ, TRAS UNA LARGA BATALLA CONTRA EL CANCER
Desde su niñez en Barinas hasta la academia militar,
el golpe fallido que encabezó, su llegada a la presidencia, el intento
de golpe sufrido, las peleas con EE.UU., la integración regional, las
reelecciones y reformas: una vida memorable.
Por Mercedes López San Miguel
El
presidente venezolano Hugo Chávez murió ayer, después de darle pelea a
un cáncer que se le detectó en 2011. Eran las siete de la tarde en la
Argentina cuando el vicepresidente venezolano Nicolás Maduro informó la
noticia más dura y trágica para él, según sus propias palabras. “A las
16.25 de la tarde de hoy, 5 de marzo, ha fallecido nuestro comandante
presidente Hugo Chávez Frías luego de batallar duramente con una
enfermedad casi dos años”, dijo Maduro con ojos vidriosos y la voz
entrecortada. La muerte del líder venezolano deja al país a las puertas
de una elección anticipada, al chavismo ante el reto de cumplir el sueño
de Chávez de que continúen encendidos los motores de la Revolución
Bolivariana y a la oposición ante el desafío de superar las derrotas
electorales del 7 de octubre –cuando Chávez ganó las presidenciales– y
del 16 de diciembre, cuando el oficialismo obtuvo 20 de las 23
gobernaciones.
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La noche del 6 de diciembre de 1998 Hugo Chávez cumplía un sueño que
desde hacía tiempo venía madurando en su interior: a sus 44 años era
elegido presidente con la promesa de lograr una Venezuela sin pobres.
Esa noche, la mayoría de los venezolanos llevó al poder a un debutante
de la política electoral y castigó a los partidos tradicionales Acción
Democrática y Copei. Esa noche, un ex militar recordaba que el Estado
arrastraba una deuda histórica con los excluidos y se proponía saldarla.
Y Chávez regresó como líder a la tierra que lo vio nacer, el 28 de
julio de 1954. Sabaneta de Barinas era una fiesta y Huguito, el hijo del
maestro, el muchachito delgado, prometía cumplir los idearios de Simón
Bolívar.
Seis años antes, el 4 de febrero de 1992, Chávez había liderado un
grupo de trescientos paracaidistas de boinas rojas en un golpe frustrado
contra el entonces presidente, Carlos Andrés Pérez. Chávez se rindió
con la condición de poder dirigirse al pueblo por televisión. Dijo una
frase que quedó grabada en la historia: “No logramos los objetivos...
por ahora”. Por el levantamiento militar acabó preso y dos años después
el gobierno de Rafael Caldera lo indultó. Pero tuvo que abandonar el
uniforme, él que con 21 años se había recibido de subteniente, había
estudiado Ciencias y Artes Militares en el área de ingeniería y había
logrado alcanzar el máximo grado de teniente coronel.
En el salto a la política, Chávez creó el Movimiento Bolivariano
Revolucionario, con el que en 1997 decidió presentarse a las elecciones.
Sus lemas de entonces fueron: “Por la Asamblea Constituyente, Contra la
corrupción, Por la defensa de las prestaciones sociales, Gobierno
bolivariano ahora”. Chávez llegó a la presidencia con el mayoritario
voto de los pobres, las clases medias empobrecidas y los eternos
excluidos, promoviéndose como el líder que cambiaría el clásico sistema
bipartidista que se alternó en el poder en Venezuela desde 1958. Un ex
asesor suyo, Juan Carlos Monedero, lo describió ante Página/12 como “una
persona muy comprometida con su pueblo, un pueblo que no tuvo cien años
de soledad, tuvo quinientos”.
De cuerpo macizo, rasgos indígenas y admirable facilidad de palabra,
su figura es seguida por simpatizantes dentro y fuera de su país. Esa
elocuencia puede tener que ver con su crianza en el pueblo de Sabaneta:
sus padres eran maestros y de ellos aprendió a enseñar. “Chávez habría
sido un comunicador de primer orden. Aquí, en el mundo de la televisión,
del cine, no hay un tipo como él”, dijo su ex jefe de campaña Alberto
Muller Rojas en la biografía Hugo Chávez sin uniforme, escrita por
Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka. En su discurso siempre
abundaron las citas de Simón Bolívar y otros próceres de la
independencia como Ezequiel Zamora, siempre subrayó la necesidad de la
integración latinoamericana y siempre se opuso al neoliberalismo en
todas sus formas.
El proceso de cambio que encarnó Chávez desde 1998 apuntó a
democratizar y redistribuir el ingreso petrolero. “Por allá, en los años
’60, comenzaron a repartir tierras y títulos. No llegó a los campesinos
el beneficio del petróleo. No puede ocurrir más: ése es uno de los
principios de la Constitución Bolivariana y Revolucionaria”, dijo Chávez
en un discurso sosteniendo una Carta Magna tamaño miniatura. En un
referéndum, la mayoría de los venezolanos aprobó la nueva constitución
en 1999. Era la primera de una serie de consultas populares que el
gobierno de Chávez ganaría.
Lo que sucedió en Venezuela entre el 11 y el 14 de abril de 2002 fue
un punto de inflexión en la vida política del líder bolivariano:
fracasó un golpe de Estado, la Fuerza Armada lo destituyó y restituyó en
el cargo, hubo veinte muertos y más de 110 heridos. Chávez cree que
fueron tres los disparadores de lo sucedido: la actitud de la embajada
de Estados Unidos, alentando a la oposición venezolana, la aprobación de
unas leyes que legislaban sobre recursos esenciales del país como
hidrocarburos y tierras y la conformación de un grupo de militares que
se alió con la oposición. Los autores de Chávez sin uniforme señalaron
otro aspecto: la pelea de Chávez con los medios de comunicación. Grandes
medios privados como VeneVisión, Radio Caracas TV (RCTV) y Globovisión
se destacaron por legitimar la ruptura democrática. A fines de 2002,
Chávez también enfrentó y venció un paro petrolero que llevó al mínimo
la producción de crudo.
A nivel latinoamericano, Chávez se lanzó a la política de
integración. La Cumbre de Mar del Plata de 2005 resultó en un hito en la
historia reciente por el contundente rechazo de los países de la región
al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que proponía el
republicano George W. Bush. “ALCA... al carajo” dijo Chávez a una
entusiasta multitud, parado junto a su par boliviano Evo Morales. Al año
siguiente, Chávez, con su habitual desparpajo, dijo desde el podio de
la Asamblea General de la ONU que olía a “azufre”, en alusión a que
había estado allí Bush hijo. A esa altura su enemistad con Washington
formaba parte de su retórica habitual.
Las misiones sociales impulsadas por el chavismo a partir de 2003,
en estrecha alianza con Cuba, mejoraron la salud y la educación de los
venezolanos y redujeron notablemente la pobreza. El concepto de
socialismo del siglo XXI es una de las fases de la Revolución
Bolivariana de mayor aceptación entre los seguidores del proceso de
cambio. Fue en mayo de 2005 cuando Hugo Chávez anunció que se dirigía
hacia la construcción de un socialismo. Durante ese período, la Asamblea
Nacional, entonces monolítica dado que la oposición no se había
presentado a las legislativas, aprobó leyes de nacionalización de todos
los proyectos petroleros en el país.
El líder bolivariano, que la oposición tilda de antidemocrático, se
presentó ante el electorado unas quince veces y sólo perdió en el
referéndum de 2007 sobre la reforma constitucional. Ese año el gobierno
no le renovó la licencia a Radio Caracas Televisión –RCTV– por violar la
ley que regula el ejercicio del periodismo (Ley Resorte). A esa altura,
su pelea con los grandes medios de comunicación se le había vuelto una
obsesión.
Con el tiempo, la imagen de Chávez en su país pasó a ser casi
omnipresente. Surgió otro sueño: el de trascender. “Es siempre cómodo
para los ciudadanos elevar a un dirigente a la categoría de santo
–afirma su otrora asesor, Monedero–. Esa condición de liderazgo orienta
al país, refuerza conseguir que las cosas funcionen, pero también
alimenta la pereza de la ciudadanía, que no asume su responsabilidad. El
proceso no puede recaer en los hombros de una sola persona.”
Eso se volvió más evidente cuando comenzó a tener problemas de
salud. El 9 de mayo de 2011 suspendió una gira internacional por la
región con el anuncio de que tenía una lesión en una rodilla. Al mes,
retomó esa gira, pero nuevamente le surgieron otras afecciones por las
que terminó pasando por el quirófano dos veces en Cuba: una para
extraerle un absceso pélvico y otra para intervenirlo de un tumor en la
pelvis.
Desde principios de 2012 Chávez siguió yendo a La Habana para
realizarse un tratamiento de radioterapia al que debió someterse después
de ser operado en febrero para que se le extrajera un nuevo tumor
cancerígeno, recurrencia de la enfermedad. La poca información difundida
sobre su estado de salud no hizo más que alimentar la morbosidad de los
periodistas de los medios y blogs opositores, quienes anunciaban el
peor de los pronósticos.
Pero la enfermedad no fue un impedimento para que Chávez continuara
con la campaña para la reelección que le asegurara un nuevo período
hasta 2020, año en el que alguna vez proyectó su retiro. Sus apariciones
públicas no eran tan asiduas como lo eran las de su joven rival
Henrique Capriles Radonski, candidato de una oposición que se presentó
unida. Los medios de comunicación opositores tuvieron claro qué mensaje
dar: mostraban a un Capriles vital, que recorría el país de punta a
punta, frente a un candidato presidente que agonizaba. Sin embargo,
Capriles no logró conectar con la mayoría de los venezolanos, sobre todo
las clases bajas, y el 7 de octubre Chávez volvió a ganar con la
promesa de profundizar el proceso revolucionario.
Sin embargo, dos meses después debió viajar otra vez a La Habana
para realizarse un tratamiento hiperbárico. Y regresó a los pocos días
con el anuncio menos esperado por el 55 por ciento de venezolanos que lo
votó: dijo que era imprescindible volver a operarse porque habían
reaparecido células malignas en la misma zona afectada. Más aún, admitió
por primera vez que podría tener dificultades para continuar en el
cargo y, al encomendarse a Dios, le pidió a su pueblo que en el caso de
no estar, eligieran a Nicolás Maduro. “Se los pido de corazón”, dijo.
La operación se realizó el 11 de diciembre y el gobierno anticipó
que a Chávez le esperaba un proceso post-operatorio duro y complejo. Una
semana después, el presidente padeció una infección respiratoria. Al
mismo tiempo, los venezolanos se preguntaban si el presidente electo iba
a poder asumir el nuevo mandato el 10 de enero. No fue posible. Poco
después, el 18 de febrero, Chávez regresó a Caracas, para continuar con
el tratamiento, pero su estado de salud no evolucionaba como se
esperaba. En la noche del 4 de marzo, el gobierno informó que el líder
bolivariano sufría una segunda infección respiratoria y su estado era
“muy delicado”. Menos de veinticuatro horas después, Maduro anunciaba su
fallecimiento.
Nils Castro, escritor y ex asesor del general de Panamá Omar
Torrijos, considera que Chávez tuvo la virtud de ser el primero que puso
en marcha un proceso de cambio y aclara que ese proceso ya venía
gestándose. “Chávez fue el primer dirigente outsider que confrontó el
sistema. La alta popularidad le permitió llevar adelante un proceso de
transformación. Ser el primero lo pone como un bicho raro: el que hizo
lo que no se suponía. Pero no hay que confundir la personalidad con la
legitimidad del proceso sociopolítico que se está dando, que ha venido
desde antes de Chávez.”
Nils ubica el antecedente de este proceso en el Caracazo, la
imparable reacción popular a las medidas de ajuste decretadas por Carlos
Andrés Pérez, en 1989. “Había un sistema político, que se agotó, que
impedía cambios cuando la gente ya no estaba dispuesta a sostenerlo. Con
el Caracazo comenzó a prepararse un proceso de protesta y reforma de la
sociedad venezolana. Chávez no había entrado en escena todavía. El
proceso es mayor que el individuo.” Un individuo que cumplió muchos de
sus sueños.
Fuente: Página/12
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