La denuncia del acto que realizó el Ministerio de
Justicia en la ex ESMA durante el cual se realizó un asado genera
posiciones cruzadas entre Guillermo Lorusso, Osvaldo Barros y Margarita
Cruz, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, y el columnista de
Página/12, Luis Bruschtein.
La denuncia por la ex ESMA
Guillermo Lorusso, Osvaldo Barros y Margarita Cruz *En los últimos días, hemos asistido a distintos intentos por cambiar el eje en lo que implica nuestra denuncia sobre el asado promovido por el Ministerio de Justicia de la Nación en el lugar donde funcionara el centro clandestino de detención de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).
Cronistas del proclamado “progresismo” se llenaron la boca denunciando los medios por donde circuló la denuncia y dijeron bastante poco sobre el hecho en sí, que es lo que nosotros queremos discutir de cara a nuestro pueblo. Digámoslo con todas las letras: a la ESMA llegaron el 27 de diciembre los micros con trabajadores para asistir al lanzamiento del Plan Estratégico de Justicia. La actividad terminó con un asado en la ESMA, en el mismo lugar donde décadas antes un “asado” significaba incinerar los cuerpos de los desaparecidos que habían muerto y que no podían ser “trasladados” el día en que los aviones de los “vuelos de la muerte” levantaban vuelo.
Para quienes sabíamos lo que esa palabra significaba, lo que ese horror nos producía, lo que hacían con nuestros compañeros, un “asado” en la ESMA es siempre un “asado” en la ESMA. No hay “resignificación” posible. No nos compete proponer alternativas de lugar al desafortunado “cierre del año” de la cartera que dirige Julio Alak, simplemente denunciar el acto y exigir que se pague las consecuencias de tal ignominiosa acción.
Hemos visto cómo nuestra denuncia intenta ser encuadrada en la disputa entre el gobierno nacional y el Grupo Clarín. Tal “encuadramiento” pretende simplificar una discusión que nosotros queremos complejizar, y borrar de un plumazo el hecho de que, al ser voces disidentes de cara al proyecto gubernamental, no encontramos ningún eco en los medios “progresistas”. Se trata de hacer oír nuestra voz en los debates sobre la deconstrucción de los efectos que el genocidio llevado a cabo por la última dictadura imprimió sobre el cuerpo social argentino. Si los centros clandestinos de detención (CCD) fueron un dispositivo para irradiar terror y modificar así las relaciones sociales, discutir qué sucede hoy con ellos no nos parece una tarea menor, aunque el periodista Luis Bruschtein afirme en su nota del pasado viernes 4 que no tenemos derecho ya que quedamos en minoría en la discusión sobre qué hacer con el CCD ESMA. Lo que el periodista impugna no es nuestra participación en ese debate sino nuestra voz en calidad de sobrevivientes del genocidio, de sobrevivientes organizados, porque la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos tiene esa condición, que nos caracteriza y nos legitima. Nos organizamos desde hace más de 28 años e hicimos una elaboración colectiva de nuestra experiencia. Somos la figura incómoda del “aparecido”, que no sólo es sobreviviente del horror sino también de una historia anterior y posterior de lucha, aunque se omita prolijamente ese dato de nuestra caracterización periodística.
Hay un elemento que el periodista y el progresismo oficialista olvidan mencionar y que puede explicar el porqué de la decisión de “resignificar” la ESMA con las murgas, los festivales, los cursos de cocina, el entrenamiento de Fuerza Bruta, los payasos, en vez de que, ya que es un espacio “muy grande”, con “muchos pabellones”, se cuente la historia de los desaparecidos en la ESMA: quiénes eran, qué pensaban, qué hacían, sus militancias; que se relate la historia de la Armada como fuerza represora y de las Fuerzas Armadas como ejecutoras de varios genocidios en la historia argentina. El tejido de este relato, hoy ausente, había sido acordado oportunamente por todos los organismos pero nunca fue concretado. Al no mencionar este elemento, termina atentando contra la identidad de nuestros compañeros detenidos-desaparecidos, que luchaban por construir una sociedad sin ninguna forma de explotación y no por un modelo de opresión como el actual.
Sostiene Bruschtein que aunque sea “por vergüenza” debemos callar por estar en deuda con las Madres y las Abuelas. No dejamos nunca de reivindicar la lucha de ellas ni de todos los sectores de nuestro pueblo que se levantaron contra la dictadura y después, contra la impunidad. Y que hoy se siguen levantando contra todas las injusticias, que no se olvidan de que Julio López está desaparecido ni de los pibes que caen bajo las balas del “gatillo fácil” ni de los que son criminalizados por luchar o por el hecho de ser pobres. No vamos a pedir que nos cuelguen medallas por nuestra lucha: hicimos lo que prometimos a los compañeros que vimos en los CCD y que no salieron de allí. Fuimos su dedo acusador y lo seguiremos siendo. Y nos sentimos agraviados por el “asado” y lo hacemos por su memoria y por el futuro. No nos disfrazamos de ofendidos, como sugiere el periodista. Decimos que hacer un “asado” en la ESMA es condenable, más allá de quien sea el “autor”.
* Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
Una denuncia mal formulada
Luis BruschteinDos cuestiones para aclarar. Es una lectura muy forzada o una versión mentirosa del artículo que escribí afirmar, como lo hace la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, que negué a alguien el derecho a opinar sobre este asunto o cualquier otro. Como periodista, muchas veces he opinado en minoría, incluso en muchas discusiones sobre derechos humanos. Además de falso, es de mala leche afirmar que negué el derecho a intervenir en un debate a alguien porque quedó en minoría en ese debate o por su condición de sobrevivientes de los campos. Muchos de los sobrevivientes me conocieron cuando apenas salieron de su prisión y saben que di la cara y me comprometí junto a ellos. Y lo hice en absoluta minoría, cuando eran muy poquitos los que les abrían los brazos, incluso dentro del movimiento de derechos humanos. Hacerlo implicó también que se me difamara o me acusaran de “blando”, “progre”, “pequebu” o cosas peores.
Creo que es deformar la realidad presentar el debate sobre el destino de la ex ESMA como si nunca se hubiera dado y como si todo fuera una decisión del Gobierno. Lo real es que el Gobierno cedió esas instalaciones y los organismos de derechos humanos dieron esa discusión sobre el destino de las 17 hectáreas del predio, lo cual no estaba dicho, estaba omitido en las denuncias que se hacían sobre el famoso asado.
Nadie puede considerarse dueño de la carga simbólica de los centros clandestinos de detención, todos tienen derecho a opinar y decidir y nadie honestamente puede asumirse como representante (o dedo acusador) de los desaparecidos como dicen en su texto. En la denuncia sobre el acto del Ministerio de Justicia en la ex ESMA que formularon miembros de esta asociación de ex detenidos desaparecidos no se aclaró nunca que los otros organismos de derechos humanos tenían opiniones diferentes. Presentaban así a la sociedad un escenario esquemático y parcial.
Pero si bien mi opinión personal no coincide con la de esta agrupación de ex detenidos desaparecidos, y estoy más de acuerdo con lo que hizo la Revolución Cubana con la cárcel de Isla de Pinos, creo que el debate sobre este tema es muy rico y es necesario y permanente. Siempre lo creí así en la temática de los derechos humanos y traté de reflejarlo en estos casi 26 años del diario. En Isla de Pinos eran recluidos los prisioneros políticos en Cuba desde la década del ’40. Allí estuvieron presos Fidel y varios de sus compañeros. Allí murieron decenas de prisioneros por las penurias y torturas que sufrían. La Revolución Cubana transformó (resignificó) parte del edificio de la prisión en un colegio, y alojó en la isla (que rebautizó como Isla de la Juventud) a miles de jóvenes latinoamericanos que llegan a estudiar medicina. Y los jóvenes hacen asados y cosas peores.
Repito: ese debate es muy rico y aunque no coincida con esta posición que se inclina por un modelo más parecido al de Auschwitz, me parece muy importante que todos participen en él, sabiendo que para todos, tanto para los sobrevivientes como para Madres, Abuelas, Hijos y Familiares, esos debates y esos lugares están impregnados de mucho dolor. Pero es importante aclarar que ese debate no empezó ahora y que la mayoría de los organismos se inclinó por resignificar el lugar. Y que incluso muchos sobrevivientes de los campos clandestinos de detención respaldan esa posición diferente de la de la Asociación. Incluso muchos de ellos firmaron una solicitada hace pocos días.
Es falso afirmar que en el Instituto Espacio de la Memoria (ex ESMA) no se cuenta la historia de los desaparecidos en la ESMA porque yo, que he ido muy pocas veces, he participado en homenajes a Rodolfo Walsh y a otros militantes desaparecidos y he participado en seminarios sobre el rol de los medios en la dictadura. Estas son actividades permanentes y hay paneles con fotos de los desaparecidos y con sus historias, hay visitas guiadas en la zona reservada a museo por donde circulan decenas de escolares, se filman testimonios sobre la vida de los desaparecidos, charlas y demás. Realmente, pareciera que esta asociación hablara de otro lugar.
Finalmente, la cuestión política. La Asociación tiene 28 años. Entonces sabe que cada quien tiene que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos. Página/12 nunca rechazó artículos sobre este tema. Si eligieron los medios del Grupo Clarín y pusieron como reclamo central la renuncia del ministro de Justicia, Julio Alak, el eje lo cambiaron ellos mismos, o sea el Grupo Clarín y los partidos de oposición, todos ellos en deuda con los derechos humanos. E incluso la Asociación cambió el eje que supuestamente quiere instalar al optar por esa vía y por esa consigna. No les echen la culpa a periodistas progresistas, peronistas o izquierdistas. Se ofenden por el asado (cosa que es muy entendible), pero no les molesta hacer política con estos sectores, cuyos pecados son bastante más graves que un asado. Sin ánimo de ofender, me parece que hay una contradicción grave. Sé que la intención estuvo muy lejos de buscar esas compañías, pero hay un tweet de Cecilia Pando muy ilustrativo: “El asado del ministro Alak en la ESMA demuestra que al Gobierno no le interesan nada los derechos humanos”. La Asociación plantea que quieren hacer este debate de cara al pueblo y está bien. Sin embargo, de esa manera lo hacen de cara al pueblo, pero junto a todos esos impresentables. Tendrían que reflexionar sobre ese punto.
En este sentido, coincido plenamente en la necesidad de recordar la desaparición de Julio López y de reclamar su esclarecimiento y el castigo a los culpables. Y también creo que junto con eso hay que recordar que la desaparición de Julio López tuvo dos objetivos: atemorizar a los testigos de las causas por violaciones a los derechos humanos y desestabilizar al Gobierno que había impulsado esos juicios.
Fuente: Página/12
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