jueves, 31 de enero de 2013

La Asamblea del Año XIII y el Himno Nacional


 


Por Pacho O’Donnell Presidente del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico “Manuel Dorrego”

El 24 de mayo de 1812 se presentaba en la Casa de Comedia de la ciudad de Buenos Aires una pieza teatral, El 25 de Mayo, de Luis Ambrosio Morante, que terminaba con un himno coreado por los actores. Un espectador, Vicente López y Planes, se sintió inspirado y compuso esa noche la primera estrofa de un himno para reemplazar el de Morante, al que Blas Parera había puesto música.
La letra era inflamadamente independentista, como correspondía al espíritu de la época. La Asamblea del año XIII había sido convocada para declarar la independencia de España y dictar una Constitución. Tal era la decisión, que el Primer Triunvirato y su hombre fuerte, Bernardino Rivadavia, fueron derribados debido a su morosidad en la convocatoria. Sin embargo, la Logia Lautaro, cuyos “hermanos” integraban la mayoría de los delegados, da marcha atrás: Inglaterra se opone vigorosamente a todo arresto de autonomía en las colonias de España –su aliada en la guerra contra Napoleón–, obtenido ya su principal objetivo que era abrir un nuevo mercado en el Río de la Plata. El embajador británico lord Strangford había hecho saber al gobierno de Buenos Aires “lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura”.
Aparece entonces lógico modificar la letra del Himno, que no se llamaría así sino “Canción patriótica”; y desaparecen estrofas entusiastamente independentistas que anunciaban que “se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa nación”.
Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga entonces; es que los políticos porteños, desconfiados de la capacidad de nuestras armas de imponerse o, por el contario, alertados de que si eso sucediese sus privilegios vacilarían, parecían competir en candidaturas de príncipes europeos para gobernarnos.
No extraña entonces el “ved en trono a la noble igualdad”, relacionado con el propósito de coronar al hermano de Fernando VII. O: “sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad”, estrofa desaparecida en la versión definitiva. O: “ya su trono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur”, sobreviviente en la versión actual y que cantamos sin comprender su sentido.
Todo indica que cuando la Asamblea del Año XIII sancionó nuestra canción patria lo hizo sobre una copia defectuosa del texto de López y Planes. Su autor, cuando era consultado, indicaba como correcto lo de “alzaron”. Pero finalmente terminó por inclinarse ante la fuerza del uso, y en 1847 declaró en testimonio que se encuentra en el archivo Mitre, autenticado por su hijo Vicente Fidel López, que el término adecuado era el incomprensible: “abrieron” .
El Himno sufrió en 1860 otra lamentable modificación encomendada a Juan Pablo Esnaola: la marcha vibrante y guerrera se transformó en una pieza pretenciosamente majestuosa, tan estirada que va en camino de convencernos de que nuestra canción patria consta solamente de su introducción, que es lo que habitualmente se ejecuta en las justas deportivas.
Para colmo de males, por razones diplomáticas, el texto fue mutilado devastadoramente durante la segunda presidencia de Roca, suprimiendo las estrofas denigrantes respecto de España. Se evaporaron así marciales referencias a “los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer”. Tampoco cantaremos: “son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria, su cerviz orgullosa dobló”.
De allí en más, los escasos retazos sobrevivientes nos harán repetir absurdamente hasta tres veces “y los libres del mundo responden...”.
Fuente: Miradas al Sur

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