Por Alfredo Zaiat
El
sábado pasado en esta misma columna se detalló el análisis del Banco
Central sobre la inflación. Una lectura desprejuiciada habría observado
la inclusión de seis indicadores de evolución de precios, relativizando
el polémico IPC Indec cuya variación siempre se ubica por debajo de los
cinco restantes. Detenerse sólo en la cifra del índice de precios al
consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas obtura el despliegue
del debate de argumentos sobre las causas de la inflación. Eludir ese
sendero propuesto por la ortodoxia, que ofrece las mismas medidas de
ajuste fiscal y monetario que ya han fracasado en términos
sociolaborales, es necesario para detectar el origen y la dinámica de
los precios en la economía argentina. El documento “Programación 2013
Banco Central de la República Argentina. Objetivos y planes para el
desarrollo de la política monetaria, financiera, crediticia y cambiaria”
precisa cinco fuentes de base inflacionaria que están operando en la
actualidad: la presencia de desequilibrios en la estructura productiva;
los “cuellos de botella” en determinados sectores; la puja distributiva;
los shocks exógenos de los precios internacionales; y la formación
oligopólica de precios.
Esta última es una de las más interesantes de abordar porque no
queda bajo análisis de gran parte de los economistas y por lo tanto es
una cuestión que permanece oculta en el esfuerzo de entender las causas
de la inflación. Es una opción política minimizar estudios sobre los
niveles de precios que involucra a las empresas y a cada uno de los
eslabones de la cadena de producción. Resulta relevante analizar
entonces la relación entre el alza de los precios y el poder monopólico u
oligopólico en los mercados si la pretensión es hablar de inflación.
También es sustancial determinar los motivos de por qué en algunas
economías el oligopolio tiene más influencia en los precios que en
otras, puesto que la concentración del capital con la posibilidad de
ejercer abusos de posición dominante se desarrolla en todos lados. El
caso argentino es uno donde ese tipo de mercado tiene más impacto
negativo en la inflación.
El estudio del comportamiento de las grandes firmas es importante
debido a que tienen una capacidad notable para definir la evolución de
las principales variables macroeconómicas, en especial la de los
precios. Lo pueden hacer por su poder económico, su lugar central que
ocupan en la dinámica de la generación de riqueza y en el destacado
lobbying que ejercen sobre las autoridades. En Elite empresaria y
régimen económico en la Argentina. Las grandes firmas en la
posconvertibilidad se abordan “las alteraciones en la estructura de
precios relativos de la economía doméstica que se motorizaron a partir
de la ‘salida devaluatoria’ de la convertibilidad y la vigencia de un
escenario internacional sumamente favorable en lo que hace a la demanda y
los precios de los productos exportados”. Investigadores del Area de
Economía y Tecnología de Flacso, Martín Schorr, Pablo Manzanelli y
Eduardo Basualdo explican en ese trabajo que el agotamiento del “modelo
de valorización financiera y ajuste estructural vigente entre 1976 y
2001” y la forma de resolución de la crisis terminal de la
convertibilidad “trajo aparejados cambios significativos en la
organización y el derrotero de las relaciones económicas en la
Argentina”. Mencionan que el principal efecto de la maxidevaluación del
peso fue una inmensa transferencia de ingresos del trabajo al capital,
en especial a sus segmentos más concentrados, como consecuencia directa
de la drástica reducción del salario real.
El documento de Flacso destaca esa fuerte pérdida inicial del poder
adquisitivo como uno de los factores más relevantes para interpretar la
forma que adoptó la salida de la convertibilidad, pero también indica
otro elemento también importante: las transferencias intersectoriales
del ingreso, o sea la alteración en la estructura de precios relativos
de la economía a partir de la maxidevaluación. Apunta que se
beneficiaron los sectores productores de bienes (minería, hidrocarburos,
agropecuario y gran parte de la industria) en detrimentos de los
proveedores de servicios.
Aquí comienza la evaluación sobre cómo aumentaron los precios
domésticos en ese nuevo contexto económico de cambio de régimen de
acumulación, moneda devaluada y escenario internacional con precios y
demanda elevados de los productos de exportación. Entre las ramas que se
ubicaron por encima de la media de la industria se encuentran
actividades donde prevalecen mercados con acentuadas economías de
escala, intensivas en capital y con altas barreras al ingreso que
devienen en estructuras de oferta altamente concentradas. Son los casos,
entre otros, de la industria siderúrgica, aluminio primario,
celulósico-papelera, elaboradora de vidrio plano y de envases de vidrio,
refinación de petróleo, automotriz, producción de neumáticos,
petroquímica y fabricación de fibra óptica, hilos y cables aislados.
Queda de manifiesto de ese modo la asociación entre la evolución de los
precios mayoristas y la respectiva estructura de los mercados.
Una rama sensible que afecta el poder adquisitivo es el rubro
alimentos y bebidas. La investigación de Schorr, Manzanelli y Basualdo
destaca que en ese sector conviven oligopolios con otros mercados de
escasa concentración, y “la variación de precios guarda correspondencia
con esa heterogénea estructura de mercado”. Indican sobre esto último
que
- los datos aportados por la evolución de los precios mayoristas,
que luego se trasladan en gran medida al minorista, de la rama alimentos
y bebidas en el período 2001-2010 permiten concluir que en los rubros
vinculados con mercados concentrados hubo aumentos en los precios
mayoristas por encima del promedio de la industria alimenticia durante
la posconvertibilidad;
- por ejemplo, la producción azucarera (391,0 por ciento), la
aceitera (390,8), la de chocolate y golosinas (333,1), la cervecera
(329,9), la de alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas (287,0) y
la de productos lácteos (284,4 por ciento);
- en los dos años siguientes siguieron subiendo los precios
mayoristas, por ejemplo productos de la industria aceitera aumentaron
35,4 por ciento en noviembre del año pasado respecto del mismo mes de
2011;
- en estas industrias conviven oligopolios con capacidad decisiva en
la fijación de precios en el ámbito local, una elevada presencia en la
cúpula empresaria y, en muchos casos, una considerable inserción en el
mercado mundial a partir de sus exportaciones; y
- que por eso en un contexto de alza de precios y demanda en
expansión (interna y externa), estos segmentos hayan registrado una
mejora sustantiva en sus precios relativos y, en consecuencia, una
considerable captación diferencial de excedentes en el ámbito fabril y
en la economía en su conjunto.
En la mayoría de las ramas industriales en donde prevalecen mercados
con estructura de oferta altamente concentradas los precios de
producción crecieron a un ritmo más acelerado que la media. Aquí irrumpe
la marcada debilidad de la intervención oficial en los últimos años,
teniendo en cuenta que en otros países también existen oligopolios y no
aumentan precios con la intensidad que lo hacen en Argentina. La
estrategia del Gobierno fue negociar acuerdos de precios con los
eslabones más concentrados con el convencimiento de que pactar con las
grandes firmas es más sencillo, seguro y efectivo para garantizar una
tasa de inflación decreciente. El resultado después de varios años de
fijar pautas de aumentos de precios con empresas ejerciendo posición
dominante, que no son cumplidas por diversas prácticas distractivas en
la presentación de los productos, invita a una evaluación con vocación
de revisión de esa política.
Fuente: Página/12
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