La raíz de la carestía surge de la debilidad en los mecanismos para transparentar la cadena de producción y venta combinada con una fuerte cartelización. Esas condiciones sirven de pilar a los abusos de los monopolios que existen en todos los sectores.
El
primer discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner luego
de su extensa gira por el Medio Oriente tuvo un blanco muy definido de
cara al año que ya esta en curso. En un acto en la casa de gobierno, la
presidenta, llamó a hacer uso de nuestro poder como usuarios y
consumidores y a "hacerle el vacío" a las empresas que suben los
precios.
La estocada coincide con el desarrollo de la paritaria del gremio
bancario que ha dado inicio a la ronda de negociaciones para la
recomposición salarial de 2013. El acuerdo, que todavía se encuentra a
la espera de ser homologado por el Ministerio de Trabajo, reabrió un
debate que, en rigor, existe desde que el sistema capitalista rige los
destinos de la humanidad: ¿qué relación existe entre salario, ganancia e
inflación?
Las patronales, claro, piden mesura en los reclamos salariales y
aseguran que un "desborde" podría incrementar los índices inflacionarios
para el año que comienza impactando, a su turno, en la competitividad
de la economía y el tipo de cambio.
En rigor, detrás de un discurso escolástico (y ortodoxo), buscan
ocultar que la remarcación de precios no es una fatalidad impuesta desde
el más allá sino que, por el contrario, se trata de una política
deliberada desenvuelta por ellos mismos que, además de patrones, son
formadores de precios.
Ya a principios del siglo XIX, el economista clásico David Ricardo,
explorando sobre el origen del valor, objeto de estudio central de su
disciplina, explicaba que, el mismo, estaba objetivado en la propia
mercancía y que no emergía de los "costos de producción" (salarios,
materias primas y herramientas) como se sostenía hasta entonces sino
que estaba determinado por el trabajo socialmente necesario para
producirlo y que, una vez realizado, deduciendo las materias primas y el
desgaste de la maquinaria, se distribuiría entre salario y ganancia. De
este modo, el valor, establecía una relación inversa entre salario y
ganancias: si sube el primero baja la segunda, y viceversa.
Así, el dilema de la suba de precios, contiene la disputa por la
distribución del ingreso y las ganancias. En esa "puja distributiva" las
patronales, sin embargo, tienen las de ganar porque son ellas mismas
las que fijan los precios de venta y, por lo tanto, su propia ganancia.
En épocas de Ricardo el capitalismo en ascenso todavía no había sufrido
aún el proceso de concentración que condujo al monopolio. Entonces, la
libre competencia entre los propios capitalistas, servía para poner un
límite objetivo a los aumentos de precios y las ganancias de los
capitalistas.
En la Argentina de hoy existe, como resultado de una estructura
productiva atrasada (agravada por el proceso de desmantelamiento
industrial), un proceso de concentración en prácticamente todos los
sectores de la economía donde, entre 2 y 4 grandes empresas, controlan
hasta el 100% del mercado y, por lo tanto, fijan a su antojo los precios
y la envergadura de sus ganancias (ver cuadro).
La idea que se pretende instalar acerca de que un desborde en los
reclamos salariales provocaría una suba de precios, bien leída,
constituye una extorsión a los asalariados y, principalmente, al
gobierno. Eso explica la reacción presidencial y la velada convocatoria a
un boicot a los formadores de precios.
Es bueno recordar que la recuperación de las paritarias anuales se
generalizó a todo el movimiento obrero allí por los años 2005 y 2006, y
los aumentos y recomposiciones se fijaron en función de la suba de
precios ya ocurrida durante los años anteriores. Un argumento simple y
muy concreto que sirve para dejar en claro el orden de los factores y
las responsabilidades en lo que se dio en llamar "la puja
distributiva".
La concentración de la cadena de ventas y producción ha sido (y
todavía es) un recurso del que se valieron los grandes formadores de
precios para repropiarse por la vía de la remarcación lo que el Estado
distribuye a través de los planes sociales, jubilaciones, aumentos de
salarios y gasto social en general.
Consultado por Tiempo Argentino Claudio Boada, titular de la Unión
de Consumidores, confirmó que "existe una fuerte puja distributiva donde
los salarios vienen desde atrás". El especialista aseguró que la
asociación "cuenta con estudios que demuestran que hay sectores como las
prepagas donde los aumentos se dan de manera cartelizada y siempre por
arriba (entre un 80% o 100%), del aumento acumulado por las estimaciones
privadas". En lo que se refiere a los sectores más sensibles, la
asociación asegura que "los supermercados e hipermercados, que son un
sector sumamente concentrado, ofrecen descuentos que llegan hasta el 70
por ciento. Eso demuestra que el argumento de que trabajan con un margen
de apenas el 4% y que sus fortaleza pasa por el volumen de productos es
un mito. Existe un margen muy grande. Hay una incidencia notable en la
concentración de la oferta y el manejo del precio final. Es necesario
transparentar toda la cadena productiva para que sepamos qué pasa y
quién se lleva la tajada del león. Los consumidores somos los únicos que
no tenemos conciencia sobre nuestro poder", remató en coincidencia con
las declaraciones de la presidenta.
Con todo, la resolución de fondo del dilema de los "formadores de
precios" debiera apuntar a desmantelar la concentración económica. Sin
embargo, también es posible establecer un coto a la manipulación de los
precios sobre la base de una fuerte reforma tributaria que, de manera
progresiva, ponga límites taxativos a las ganancias capitalistas.
El diputado nacional de Nuevo Encuentro Carlos Heller, en diálogo
con Tiempo Argentino, explicó que "los formadores de precios buscan
apropiarse gran parte del mayor poder de compra de la población. En vez
de producir más incrementan los precios y sus márgenes de rentabilidad.
Hay que limitar la capacidad de apropiación que tienen a través de una
progresividad de impuestos. Un mecanismo similar a las retenciones
móviles: cuando la rentabilidad pasa de una determinada raya, la
alícuota impositiva crecer de manera vertical", propuso.
Consultado sobre los argumentos patronales tendientes a atribuir la
carestía a los incrementos salariales, tajante, aseguró que "descarto
que los aumentos de precios estén asociados a los salarios. El problema
argentino no es el alto costo laboral sino la alta concentración
económica y la alta rentabilidad de esos sectores concentrados y su
resistencia a ceder cuotas de rentabilidad. La cosa está ahí." concluyó.
«
Chinos contra los súper
A través de un comunicado de prensa la Federación de Supermercados y
Asociaciones Chinas de la República Argentina denunció que en el país
"tres grupos de supermercados concentran más del 50 % de las ventas".
El comunicado recuerda que “en algún momento en nuestro país había
más de 20 cadenas de supermercados pero se fueron concentrando y ahora
sólo existen tres grandes grupos que pueden comprar grandes cantidades
de mercadería a bajo precio, logrando también establecer los precios que
quieren”.
Además, la organización asegura que “los consumidores y las pymes
son rehenes de estos grupos económicos y no pueden migrar hacia otros
estratos”.
Por este motivo, la asociación reclama la inmediata intervención
del gobierno nacional para "equiparar derechos" y, de este modo, "evitar
la desaparición de las Pymes y garantizar precios justos a los
consumidores".
Fuente: Tiempo Argentino
No hay comentarios:
Publicar un comentario