El gobierno venezolano informó que la mayoría de los
fallecidos en ataques a sedes y locales oficialistas eran militantes y
simpatizantes del chavismo. Capriles contestó que el gobierno busca la
confrontación para no hablar de la elección.
Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Ocurrió lo peor: hubo siete muertos y al menos 61 heridos en
Venezuela a causa de los disturbios, y el gobierno encabezado por
Nicolás Maduro acusó a la oposición por la violencia desatada entre la
noche y la madrugada de ayer en los estados Barinas, Miranda, Táchira,
Anzoátegui y Zulia, principalmente. A su vez, el líder de la oposición,
Henrique Capriles Radonski, dijo que el gobierno busca la confrontación
en el país para no tener que hablar de los resultados reñidos del
domingo, de los que pidió un recuento total, y canceló la movilización
prevista para hoy rumbo al Consejo Nacional Electoral (CNE), que Maduro
había prohibido horas antes. La oposición llamó a un cacerolazo para la
noche –que se escuchó en esta ciudad a las ocho– y durante la toma de
posesión de Maduro del viernes.
El gobierno venezolano informó que la mayoría de los fallecidos eran
militantes y simpatizantes del chavismo y que fueron atacados en las
sedes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en distintos
estados del país y en la periferia de Caracas. Además, la fiscalía
general informó que hubo agresiones a personas en los centros de salud y
mercados subsidiados –Mercal y Pdval–, creados por el proceso
bolivariano. El proclamado presidente Maduro acusó a la oposición por
los hechos de violencia y denunció a la embajada de Estados Unidos por
“financiar” a los grupos que los promovieron. El heredero político de
Chávez mencionó los nombres de los agregados militares David del Mónaca y
Deblin Costal, quienes fueron expulsados en marzo, acusados de atentar
contra la estabilidad militar y política del país. Maduro dijo que a esa
conspiración se unía el sabotaje eléctrico y recordó que una
funcionaria norteamericana visitó el estado Bolívar con un dirigente del
partido conservador Primero Justicia –el de Capriles–, que caracterizó
como de la burguesía amarilla, para planificar “dejar sin luz a
Venezuela”.
Tras lamentar las muertes, Maduro endureció su postura y dijo que no
iba a permitir la movilización opositora hacia el CNE, prevista para
hoy. “Ahora están planteándose para mañana una marcha al centro de
Caracas. No se va a permitir, ustedes no van a ir para allá a llenarlo
de muerte y sangre. Mano dura voy poner contra el fascismo y la
intolerancia.”
Asimismo, Maduro denunció el rol del canal opositor Globovisión, por
“negar los hechos de violencia, incluidos la muerte de siete personas y
el incendio de casas del PSUV”. Dijo el proclamado presidente
“Globovisión está diciendo que es mentira que hay muertos, lo está
diciendo ahorita en Aló Ciudadano”. Mientras tanto, el presidente de la
Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, ordenaba el inicio de una
investigación sobre los hechos de violencia y, en particular, sobre la
actuación de la dirigencia opositora. “Cuatro niñitos ricos no van a
desordenar el país”, aseguró Cabello.
Con respecto a la votación del domingo y su negativa a auditar el
ciento por ciento de las cajas, Maduro recordó que el rector Vicente
Díez, con tendencia política derechista, aseguró que no era cuestionable
el resultado anunciado por el Consejo Nacional Electoral. El delfín de
Chávez obtuvo 50,75 por ciento de los votos frente a su rival, que
consiguió 48,98 por ciento de los sufragios. Y anteayer fue proclamado
nuevo presidente por un mandato de seis años, respaldado por bloques
regionales como Mercosur, Unasur y Alba. Poco tiempo después, Capriles
convocó a una rueda de prensa en la que acusó al gobierno de instigar la
violencia para no tener que responder a su demanda de auditar todos los
sufragios. “El gobierno está detrás de todos los episodios de
violencia. Conozco su libreto. Le pregunto a Maduro si va a radicalizar
los apagones y la crisis económica.” Consciente de que les había pedido a
sus seguidores que llevaran el reclamo a las calles, y que ese objetivo
podría haberse salido de control, también dijo el líder opositor: “Si
alguna persona ha hecho eso, queda al margen de este proyecto. Yo soy un
pacifista”.
Capriles intentó bajar los niveles de confrontación y dijo que
cancelaba la manifestación al Consejo Nacional Electoral, y en su lugar,
llamó a usar las cacerolas, pero desde las casas. “El gobierno quiere
infiltrar gente en la marcha de mañana (por hoy) para que haya
conflictos en la calle. Mañana no vamos a movilizarnos. El que salga
está del lado de la violencia.” El líder opositor, que el viernes
pasado, en una entrevista del canal Globovisión, señalaba que el sistema
electoral era confiable, ayer presentó las supuestas pruebas de que
hubo fraude y afirmó que en realidad él ganó los comicios del domingo.
Mostrando una pila de papeles, Capriles enumeró algunas de las
irregularidades que ellos constataron: daño a unas 535 máquinas,
testigos de la Mesa de la Unidad retirados de varios centros de votación
y voto asistido.
Capriles afirmó que si el gobierno continuaba con su negativa a
revisar la votación, su alianza enviará misiones a organismos
internacionales como la ONU y la OEA. “Les pedí a los jefes de Estado
con los que conversé que aboguen para que se haga el conteo voto a voto.
Esa fue la posición del secretario general de la OEA, José Miguel
Insulza.”
A propósito del pedido que hizo Cabello para que se investigara a
los instigadores de la violencia, el rival de Maduro optó por la ironía.
“Sería por primera vez en la historia que se le abre una investigación
penal a un líder por llamar al cacerolazo.” Para luego minimizar los
llamados que hizo a manifestarse. “Los casos de muertes de los que habla
el gobierno no son por las protestas. No voy a pisar el peine del
gobierno para distraerme de lo que pedimos.”
Capriles recordó que él ya estuvo preso durante cuatro meses acusado
de haber participado en el acoso a la embajada de Cuba durante el
efímero golpe de Estado de 2002 contra Chávez. En ese momento Capriles
era alcalde del municipio de Baruta, y muchos lo recuerdan como el
hombre que trepó una escalera para entrar en la sede diplomática e
inspeccionar las instalaciones buscando chavistas refugiados.
A once años de los sucesos de abril de 2002, tanto oficialismo como
oposición se acusaron de querer romper las reglas democráticas. Maduro
dijo que lo que estaba en marcha era “un golpismo”, mientras que
Capriles aseveró que “el gobierno quiere otro 11 de abril”.
El analista político Germán Campos señaló a esta enviada el peligro
que representa poner en duda el sistema electoral venezolano. “La
oposición cruzó la raya y obligó a que el otro lado se radicalice.
Existen elementos en común con el golpe de 2002, como ser que Capriles
llamó a sus seguidores a que se movilicen, colocando la crisis política
por delante, y dijo que el gobierno es ilegítimo, un argumento que se
usó hace once años. También hay que contemplar la polarización del país,
que viene de años.”
¿Y lo novedoso de esta coyuntura? Campos, director de la consultora
30/11, dijo que es la ausencia del líder bolivariano. “El liderazgo de
Chávez partió al país en dos pedazos, diría que a la región en dos, hay
un antes y un después de él.”
Elsa Cardozo, politóloga de la Universidad Central de Venezuela, no
cree que pueda haber un golpe de Estado en ciernes. “La situación de
violencia que vivió el país por estas horas le impone a Capriles
cuidarse mucho para que sus seguidores no lo pongan en peligro con
ningún desborde. La jugada del golpe perjudicó muchísimo a la oposición,
que tuvo que recuperarse de aquella fecha. Capriles tiene que mantener
el capital político que ganó respetando las instituciones, y además, su
candidatura avanzó porque creció la conciencia de que se puede producir
una transformación por la vía democrática.”
De acuerdo con la experta, el desafío de la oposición es mantener su
fuerza dentro de las instituciones, y el del oficialismo, apaciguar en
la medida de lo posible. “El gobierno tiene más recursos para jugar en
positivo y tener una actitud de reconocimiento del derrotado. De lo
contrario, jugar a la polarización es peligroso”, afirmó a este diario.
Campos, cuya encuestadora proyectó un triunfo de Maduro entre seis y
diez puntos, explicó que la oposición abrió una caja de Pandora al no
reconocer el resultado. “Cuando Capriles dijo que el resultado era
ilegítimo, activó en la conciencia de un sector el hecho de que el
resultado podía ser fraudulento. Y se colocó él en un lugar muy
peligroso. El sistema electoral es incuestionable, se ha usado para la
elección de gobernadores, diputados, alcaldes, que han ganado por
poquísima diferencia. Chávez perdió el referéndum de 2007 por menos de
treinta mil votos y no pidió pruebas o revisión del cómputo.”
En medio de las acusaciones cruzadas, las advertencias ante
experiencias pasadas y dolorosas y el cacerolazo, siete familias no
encontraban consuelo.
Fuente: Página/12
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