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Sabina Frederic participó junto a un equipo de expertos de la elaboración de un plan de seguridad para el futuro gobierno. En diálogo con Ámbito, opinó sobre la idea de crear un Consejo Nacional de Seguridad con mando político, sobre las bandas narco y cárteles mexicanos, el rol de EEUU en Argentina y la gestión saliente de Cambiemos.
Sabina
Frederic brindó una entrevista a Ámbito a principios de noviembre.
Durante la charla, dio precisiones sobre los posibles lineamientos en
Seguridad del nuevo gobierno de Alberto Fernández.
La idea de instalar un Consejo de Seguridad recuerda a los esquemas de gobernabilidad de la Universidad de Buenos Aires -con consejos superiores, un rector, un estatuto- o la estructura que actualmente funciona en el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia.
En diálogo con Ámbito, la antropóloga autora del libro “Las Trampas del Pasado”, que desnuda la integración de las FFAA tras el retorno de la democracia, habló sobre los futuros lineamientos de la seguridad. Cómo funcionaría el Consejo; quiénes lo integrarían; por qué se dice que los “carteles narcos no existen”; qué debe hacer el próximo gobierno con la reforma de la ley de defensa de Cambiemos; y qué vinculo habrá que tener en esta materia con los Estados Unidos. Una charla y decenas de definiciones.
Periodista: ¿Cómo evalúa la posibilidad de instalar un Consejo Nacional de Seguridad en la Argentina?
Sabina Frederic: La propuesta la conozco por lo que dijo Alberto Fernández en el debate y lo que salió en los medios. En un principio se dijo que iba a ver Agencias del Estado involucradas, pero se está definiendo el Consejo, entre orientaciones llamadas garantistas y mano dura, para que no se vaya de un extremo al otro. Alberto parece que quiere que aparentemente tenga representación federal, que ya existe en el Consejo de Seguridad Interior.
P.: ¿Cómo se imagina que funcionará el organismo?
S.F.: Sin conocimiento concreto de cómo va a funcionario el Consejo, es difícil emitir opinión. Si va a haber un coordinar de la mesa, ya sea secretario o un ministro, se deberán definir bien cómo se toman las decisiones en el Consejo, por mayoría o con qué criterio. Si las fuerzas de seguridad van a estar conducidas por una mesa, hay que ser muy estricto en saber cómo se tomarán las decisiones. La idea es interesante para no politizar tanto la seguridad. El propósito parece ser ese: sacar la política de seguridad de una politización banal.
P.: ¿Eso es una crítica a la actual gestión en seguridad?
S.F.: En los últimos cuatro años el gobierno de Cambiemos ha sobreactuado y tomaron una distancia de las políticas anteriores que creo que no ha sido tal, no hubo criterios tan diferentes, fue algo más del discurso. La diferencia más clara fue en el aumento de la población del sistema carcelario, ahí Cambiemos hizo un desastre, metieron miles de personas en las cárceles en condiciones pésimas. En muchas otras cosas en distancia entre el discurso gubernamental y lo que los miembros de las fuerzas de seguridad efectivamente hicieron, porque los integrantes de las fuerzas tienen límites.
P.: ¿Fue más lo que se dijo que lo se hizo?
S.F.: Si, claramente. Sacando a los miembros desquiciados, como los efectivos que disparan por la espalda, que son casos dispersos con un discurso que los habilita, en general cuando salen los protocolos de derribo de aviones o para la manifestaciones, dentro de la fuerza dicen que no se pueden hacer y que son una locura. Por abajo ocurrieron menos cosas de las que por arriba se promovieron. En el plan discursivo hubo una sobreactuación de las diferencias respecto del Gobierno anterior y la idea del próximo presidente creo que será bajar el tono y tener una política de Estado, y no una política banal, sin caer en manipulaciones.
P.: ¿El Consejo debería estar integrado solo por personal civil?
S.F.: Dependerá de cómo se define la toma de decisiones. Si el Consejo es parte de la decisión, y se define por mayoría o unanimidad, no debería tener integrantes de las fuerzas de seguridad. Es más, las fuerzas deberían estar por debajo de esa escala de decisión. Tal vez podría haber asesores del Consejo que sean exintegrantes de las fuerzas.
P.: ¿Por qué en México se dice que los “cárteles de droga no existen”?
S.F.: Es una orientación que acá no llega y que hoy con el gobierno de AMLO (Andrés Manuel López Obrador) tiene más repercusión, que está asociada a cómo en los últimos 30 años la política de lucha contra el narcotráfico no solo en México, ha estado marcada por una coproducción entre el estado mexicano y el estadounidense. Lo que se pone en discusión es cómo esas narrativas fueron alimentadas por los medios de comunicación, la ficción, las series televisivas (de Netflix), la literatura y las novelas, que construyeron una imagen, una representación del narco y el cartel de drogas, como si fuera externa al Estado. Autores como Oswaldo Zavala y John Ackerman coinciden que el Estado mexicano fue un gran productor de las drogas, no es que los carteles existen como organizaciones criminales externas, sino que son grupos alimentados por las propias decisiones de los estados mexicano y norteamericano. La tesis central es que la guerra contra las drogas después de la caída del muro de Berlín fue la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos para intervenir en gobiernos latinoamericanos. Hay una fabricación, espectacularización y sobreactuación de los grupos criminales, las mafias y las bandas narco. Sin negar la violencia en México, ni la violencia de estado, hay que empezar a ver de qué se habla cuando se dice banda criminal, cuántos son, quiénes las integran.
P.: ¿En la Argentina también se sobreactúa a las bandas narco?
S.F.: Se construyen imágenes que son incontrastables. No hay ninguna evidencia empírica que lo se habla sea crimen organizado o narcocriminalidad. Hay una ausencia de datos concretos. Muchas son incautaciones de gente que transita la droga, son redes de transporte, como camioneros. Son decomisos en tránsito. Mucho es marihuana, que también hay que debatir si tiene sentido seguir penalizando el consumo, o no ir a otro forma de regulación. La cantidad de dinero que se pierde por perseguir el tráfico de una droga blanda, que en muchos casos produce menos efectos que el alcohol, es una locura. También hay cocinas de drogas o bunker de droga, que son de gente que vive en condiciones paupérrima. Si hay que buscar a grupos que le hacen daño al Estado es en lavado de dinero, no en el transporte.
P.: ¿Y qué se necesita, entonces?
S.F.: Se necesita policía de investigación, con este gobierno la policía federal quedó estancada. Falta inteligencia e investigación criminal para prevenir el delito, que es distinto de la AFI, que hace inteligencia de Estado. Si hay organizaciones criminales hay que encontrarlas y desalentarlas, si es que realmente las hay. Y además, hay que informar a la ciudadanía de qué estamos hablando, porque estamos alimentando un enemigo que ni sabemos qué es. Lo único que vemos en los procedimientos son personas detenidas, pero no sabemos quiénes son, de dónde, quiénes están atrás. No sabemos qué se está persiguiendo. Que haya más decomisos no significa que haya menos drogas. Según Sedronar, se triplicó el consumo en los últimos años de todas las sustancias y los chicos dicen que es más fácil conseguirlas que antes. No estamos resolviendo el problema de las drogas.
P.: ¿Coincide que la decisión de este Gobierno de que las Fuerzas Armadas intervenga en casos de narcotráfico?
S.F.: No, creo que se deben mantener al margen.
P.: Usted anularía los cambios al decreto que reglamentó nuevamente la ley de defensa...
S.F.: Ni los militares están de acuerdo. Sé que no están a favor de eso. Respecto de la intervención en terrorismo hay más divergencia de opiniones en el ámbito militar, pero hoy eso no es una amenaza para la Argentina. Es un invento de este Gobierno creer que el terrorismo internacional es una amenaza para nosotros. De hecho, se detuvo a gente que no tenía nada que ver. Otras naciones que sí tienen problemas con el terrorismo, arrastran al país. Las fuerzas del Operativo de Integración Norte desplegada hace un año a partir de la reglamentación de la ley de defensa de julio de 2018 van a la frontera a hacer tareas de adiestramiento, no tiene tareas operativas, y eso es porque los militares se negaron.
P.: ¿Cómo que se negaron?
S.F.: Si, se negaron en un contexto de baja presupuestaria muy fuerte, que terminó con la negativa de los militares a desfilar el 9 de Julio de 2018. Hubo amenazas de retiros masivos de los organismos hacia arriba. El contexto en que se tomó esa decisión (usar las FFAA para combatir el narcotráfico) hizo que los militares decidieran no ir en las condiciones nisiquiera de Fortín 1 y 2 del gobierno anterior, que sí fue una operación de logística, donde cobraron viáticos. En este caso, no.
P.: ¿Está de acuerdo con calificar a Hezbollá como una organización terrorista?
S.F.: Es comprarnos un problema que no tenemos. Fue una exigencia de Estados Unidos al Gobierno. El terrorismo es un problema de los países de la OTAN, no es nuestro.
P.: ¿La seguridad regional debe volver a tener una tarea coordinada entre los países de América Latina?
S.F.: Hubo una experiencia muy importante entre las fuerzas armadas de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Bolivia que creó una relación de cooperación, con el operativo Cruz del Sur. Se alcanzaron relaciones de solidaridad increíbles y eso hay que recuperarlo. Es muy difícil hoy con la situación con Brasil, pero hay que intentar reflotarlo o extenderlo, incluso con México.
P.: ¿Cuál será el vínculo en materia de seguridad con Estados Unidos?
S.F.: Tenemos que aprender y tomar algunas cosas de los Estados Unidos, no comprar modelos, recetas o negocios. Hay que tener una relación inteligente, mucho dependerá de cuál es la autonomía o soberanía del próximo gobierno en esta materia. Cambiemos perdió soberanía. Sin comprar rectas de tolerancia cero, se puede ver qué instrumentos tienen y adaptarlos a la realidad argentina. Hay que ser inteligente, no quedar encandilados con lo que vende Estados Unidos, ni ser mercenario, ni cortar la conexión, eso no tiene sentido. Hay cosas que se pueden aprender de ellos y de otros países, como Francia o Portugal.
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