El
todo es predecible si se conocen de antemano las partes que lo forman.
Las repasamos, a vuelo de pájaro. Participación de todas las vertientes
de la Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos CTA: una
coincidencia con escasos (o nulos) precedentes desde el gobierno de
Fernando de la Rúa. Cumplimiento altísimo en todo el país. Picos de
ausentismo en los gremios docentes y los de transporte. Sin bancos, ni
recolección de basura, con poca gente en la calle.
El paro general logró los objetivos previstos, fue contundente
conforme se detalla en otras páginas de este diario. Lo saben sus
promotores, la mayoría de la opinión pública, los partidos opositores
que lo acompañaron. Lo deberían saber hasta las autoridades del Fondo
Monetario Internacional (FMI) si le interesaran esas cuestiones del
vulgo. Lo entienden en la Casa Rosada, aunque, como esos boxeadores que
recibieron una piña tremenda, muevan la cabeza negando el impacto.
El Gobierno, claro, elige sobreactuar su rol, repetir el trillado
guion para estos casos. “El paro es político”, “no cambia nada”, “¿qué
va a pasar mañana?”. Macanear es gratis pero apareja el riesgo de
creerse las propias mentiras.
El clima de protesta y malhumor crece semana tras semana. No nació
ayer de un repollo: viene germinando en las sucesivas movilizaciones
exitosas que jalonan todo este año.
***
El presidente Mauricio Macri dispone de poco margen para hacer
política económica porque se ató las manos al acordar con el FMI. La
consecuencia no será la pasividad social que proponen Macri y su
equipazo. Imposible porque en dos o tres meses (por fijar un plazo
cualquiera) habrá tantos o más motivos para protestar que ayer. Se
acrecentará el número de personas damnificadas por el programa
económico. Más desocupados, subocupados, desempleados disimulados. Las
alzas de precios de los alimentos, las tarifas y los remedios agravarán
las penurias de los más humildes.
Dos notas publicadas el último domingo en PáginaI12 pintan la
emergencia que el Gobierno intenta disimular mencionando nombres de
dirigentes, como si ellos fueran la masa de trabajadores que se
manifestó ayer. Una, firmada por la periodista Laura Vales, cuenta como
se organizó una olla popular en una escuela del Bajo Flores, en la
Ciudad Autónoma.
<https://www.pagina12.com.ar/124069-hambre-y-frio-en-la-escuela>.
Lejos de ser una aguja en un pajar próspero, constituye una muestra de
cómo castiga el ajuste en barrios y sectores populares. Pibes y pibas
que se alimentan mal, porque la plata no alcanza. Repercusión en su
estado de ánimo y en el rendimiento escolar.
La otra es la muerte de un chico electrodependiente. Edesur le cortó
la luz a su familia que no pudo afrontar una deuda exorbitante,
impagable. El hogar no estaba inscripto entre los electrodependientes,
lo que hubiera transformado la tragedia en delito. Pero la magnitud de
la tarifa y la falta de respuesta tempestiva o solidaria de la
concesionaria encienden otra señal: seguramente no se tratará de un
hecho aislado.
***
La nómina de sindicatos comprometidos con la medida de fuerza pinta
la postal de época. Las CTA y los docentes en particular, la Corriente
Federal de la CGT y los Camioneros son puntales en la lucha contra el
ajuste. “Están en el inventario” de la oposición, por combatividad y
coherencia.
A su modo, son más significativos los aportes (acaso tardíos pero
decisivos) de gremios muy transigentes con el Gobierno, por usar un
eufemismo. No reaccionan para disfrazarse de revolucionarios, ni de
reformistas. Sencillamente, actúan en defensa propia. La involución de
la política económica interpela a Andrés Rodríguez (Unión de Personal
Civil de la Nación) o a Gerardo Martínez (Unión Obrera de la
Construcción de la República Argentina. Ricardo Pignanelli, titular del
Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata)
despierta de un prolongado letargo.
El compromiso con el FMI exige cesantías masivas en los estados
nacional y provinciales. Los representantes de los empleados estatales
como Andrés Rodríguez algo tienen que responder.
Los recortes en obras públicas exigidos por el FMI motivan el
realineamiento de Gerardo Martínez. Oficialista por vocación más allá de
quién esté en la Rosada, atisba decenas de miles de despidos en su
sector.
La recesión impacta en ramas de actividad que venían zafando o sin caer a pique, como la automotriz.
El huracán macrista fuerza a dirigentes a definirse y, acaso, hasta a patrones y gremialistas a mover módicas fichas juntos.
***
“Convencer a las personas para vivir peor no es sencillo” escribió el
académico Martín Schapiro en la revista Nueva Sociedad. Macri lo
intenta, empero. Convoca a la ciudadanía a una suerte de gesta
masoquista: pide sacrificios cual si ejecutara ordenes de una deidad
pagana. Primero hay que saber sufrir, el bienestar llegará luego, vaya
uno a saber cuándo… no en el segundo semestre.
El frío y la ausencia de políticas regulatorias ahondan los daños de
la economía. El gran empresariado banca al oficialismo, pero no concede
una tregua en su acumulación de ganancias. Las concesionarias de
servicios públicos son arquetípicas.
El paro exitoso enfrenta y desnuda a Macri: su política es
crecientemente impopular. Tonifica a la dirigencia sindical, a
condición de mantener constancia en la oposición. Los discursos de ayer
exigieron cambios de modelo económico y no generalidades como “ser
escuchados”, “que el gobierno entienda”. Un avance que puede mejorar la
legitimidad de la dirigencia, aunque siguen pendientes de resolución las
divisiones internas, la falta de conducción y liderazgos del movimiento
obrero.
¿Qué pasará hoy? Habrá actividad solo hasta las tres de la tarde,
esperando el minimilagro en Moscú. ¿Y los días subsiguientes? Volverá la
actividad tibia, menguante porque la recesión crece, la demanda popular
baja y las pymes, que ayer adhirieron, están con el agua al cuello.
La jornada dejó, pues, vencedores y vencidos. Los perdedores del
modelo avanzaron un par de casilleros. La partida, la historia y las
luchas continuarán.
Fuente:Pagina/12
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