Holanda, el país que hará estallar el euro
Matthew Lynn* / El Economista
¿Qué
país de la eurozona está más endeudado? ¿Los griegos derrochadores,
con sus generosas pensiones estatales? ¿Los chipriotas y sus bancos
repletos de dinero sucio ruso? ¿Los españoles tocados por la recesión o
los irlandeses en quiebra? Pues curiosamente son los holandeses
sobrios y responsables.
La deuda de los consumidores en los
Países Bajos ha alcanzado el 250% de la renta disponible y es una de
las más altas del mundo. Como comparación, España nunca ha superado el
125%.
Holanda es uno de los países más endeudados del
mundo. Está sumido en una recesión y demuestra pocos signos de salir
de ella. La crisis del euro se lleva arrastrando tres años y hasta
ahora sólo había infectado a los países periféricos de la moneda
única. Holanda, sin embargo, es un miembro central tanto de la UE como
del euro. Si no puede sobrevivir en la Eurozona, se habrá acabado
todo.
El país ha sido siempre uno de los más prósperos y
estables de Europa, además de uno de los mayores defensores de la UE.
Fue miembro fundador de la unión y uno de los partidarios más
entusiastas del lanzamiento de la moneda única. Con una economía rica,
orientada a las exportaciones y un gran número de multinacionales de
éxito, se suponía que tenía todas las de ganar con la creación de la
economía única que nacería con la introducción satisfactoria del euro.
En vez de eso, ha empezado a interpretar un guión tristemente
conocido. Está estallando del mismo modo que Irlanda, Grecia y
Portugal, salvo por una mecha algo más larga.
Burbuja inmobiliaria
Los
tipos bajos de interés, que obedecen a los intereses de la economía
alemana ante todo, y mucho capital barato han creado una burbuja
inmobiliaria y la explosión de deuda. Desde el lanzamiento de la
moneda única hasta el pico del mercado, el precio de la vivienda en
Holanda se duplicó, convirtiéndolo en uno de los mercados más
sobrecalentados del mundo. Ahora se ha estrellado estrepitosamente.
Los precios de la vivienda caen con la misma velocidad que en Florida
cuando el auge inmobiliario americano se marchitó.
Actualmente,
los precios son un 16,6% más bajos que en lo más alto de la burbuja
de 2008 y la asociación nacional de agentes inmobiliarios predice otra
caída del 7% este año. A menos que haya comprado su casa en el siglo
pasado, ahora valdrá menos de lo que pagó e incluso menos todavía de
lo que pidió prestado por ella.
Por todo ello, los holandeses se
hunden en un mar de deudas. Por encima del 250%, la deuda de los
hogares es mayor aún que la de Irlanda, y 2,5 veces el nivel de la de
Grecia. El Gobierno ya ha tenido que rescatar a un banco y, con unos
precios de la vivienda en caída continua, lo más probable es que le
sigan muchos más. Los bancos holandeses tienen 650.000 millones de
euros pendientes en un sector inmobiliario que pierde valor a toda
máquina. Si hay un dato demostrado sobre los mercados financieros es
que cuando los mercados inmobiliarios se hunden, el sistema financiero
no se hace esperar.
Profunda recesión
Las
agencias de calificación crediticia (que no suelen ser las primeras
en estar al tanto de los últimos acontecimientos) ya se empiezan a dar
cuenta. En febrero, Fitch rebajó la calificación estable de la deuda
holandesa, que sigue con su triple A, aunque sólo por los pelos. La
agencia culpó a la caída de los precios de la vivienda, el aumento de la
deuda estatal y la estabilidad del sistema bancario (la misma mezcla
tóxica de otros países de la Eurozona afectados por la crisis).
La economía se ha hundido en una recesión. El desempleo aumenta y alcanza máximos de hace dos décadas. El total de parados se ha duplicado en sólo dos años
y en marzo pasó del 7,7 al 8,1% (una tasa de aumento todavía más
rápida que la de Chipre). El FMI predice que la economía encogerá un
0,5% en 2013, pero los pronósticos tienen la mala costumbre de pasarse
de optimistas. El Gobierno incumple sus déficits presupuestarios pese
a haber impuesto unas medidas severas de austeridad en octubre. Como
otros países de la Eurozona, Holanda parece encerrada en un círculo
vicioso de paro en aumento e ingresos fiscales en descenso, que
conduce a todavía más austeridad e incluso más recortes y pérdida de
empleo. Cuando un país se sube a ese tren, cuesta mucho salirse de él
(sobre todo dentro de los confines del euro).
Hasta ahora,
Holanda había sido el gran aliado de Alemania en la imposición de la
austeridad por todo el continente como respuesta a los problemas de la
moneda. Ahora que el bajón se agrava, el apoyo holandés a una receta
sinfín de recortes y recesión (e incluso al euro) empezará a
esfumarse.
Los demás colapsos de la Eurozona siempre han
ocurrido en la periferia de la divisa. Eran países marginales y sus
problemas se presentaban como accidentes, no como pruebas de los
fallos sistémicos de la forma en que se armó la moneda. Los griegos
gastaban demasiado. Los irlandeses dejaron que su mercado inmobiliario
se descontrolase. Los italianos siempre tuvieron demasiada deuda para
empezar. Para los holandeses no hay ninguna excusa: ellos obedecieron
todas las reglas.
Desde el principio ha quedado claro que la
crisis del euro llegaría a su fase terminal cuando alcanzase el
centro. Muchos analistas suponían que sería Francia y, aunque Francia
no está precisamente falta de problemas (el paro crece y el Gobierno
hace todo lo que puede, restando competitividad a la economía), no
deja de seguir siendo un país rico. Sus deudas serán altas pero no
están fuera de control ni han empezado a amenazar la estabilidad del
sistema bancario. Holanda está llegando a ese punto.
Tal
vez hay que esperar un año más, quizá dos, pero la caída cobra ritmo y
el sistema financiero pierde estabilidad cada día. Holanda será el
primer país central en estallar y eso será demasiada crisis para el euro.
Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.
Fuente: Pajaro Rojo Blogspot
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