Sus
aportes se concentran en el estudio del Parkinson, esclerosis múltiple y
epilepsia. Y acaba de ser incorporado a la Organización Europea de
Biología Molecular. El diálogo con Página/12.
Fernando Pitossi está a cargo del Laboratorio de Terapias Regenerativas del Instituto Leloir.
La
semana pasada le tocó a Sandra Díaz que, gracias a sus avances en
biología de plantas, obtuvo el Premio Princesa de Asturias. Esta vez fue
el turno de Fernando Pitossi, bioquímico (UBA) y doctor en Ciencias
Biológicas (Universidad Albert Ludwig, Alemania), que en la actualidad
está a cargo del Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del
Sistema Nervioso del Instituto Leloir. Este investigador principal del
Conicet fue incorporado a la Organización Europea de Biología Molecular
(EMBO, por sus siglas en inglés) y, con esta designación, es el tercer
científico local que alcanza el privilegio (los otros dos son Alfredo
Cáceres y Alberto Kornblihtt). La organización, compuesta por 1800
investigadores, cuenta con nada menos que 88 premios Nobel entre sus
filas. En esta oportunidad, describe de qué se tratan sus desarrollos
medicina traslacional y cómo se contradicen los galardones que llegan
del extranjero con la penosa situación fronteras adentro: mientras las
organizaciones internacionales distinguen a los talentos domésticos,
desde fines de 2015 la ciencia y tecnología sufrió retrocesos y ajustes
presupuestarios en todos sus órdenes.
–¿Qué significa la incorporación a EMBO?
–Es una institución que cuenta con mucha historia, se creó antes de
la Unión Europea y reúne los esfuerzos de 14 naciones que decidieron
hacer la mejor ciencia posible. Como es un espacio mancomunado, cuando
uno se dirige a su sede en Heidelberg (Alemania) advierte que tiene
status de embajada. También hay países asociados e incorporan a sus
filas a científicos de todas partes del mundo; en años pasados fueron
designados Alberto Kornblihtt y Alfredo Cáceres. Mi incorporación es un
mimo a la trayectoria, ya que uno comienza a formar parte de un espacio
muy prestigioso en el área de la biología molecular.
–¿Cómo hacer la mejor ciencia posible en un país como Argentina?
–De manera cotidiana sufrimos un problema de financiamiento muy
fuerte, sin embargo, el conflicto que más me preocupa es el futuro de
los pibes y pibas. Resulta muy difícil retenerlos porque cada vez cuesta
más hallar un futuro para ofrecerles. La desmotivación en estos jóvenes
hipercalificados comienza a calar hondo, entonces, muchos deciden
dedicarse a otra cosa y otros, que tienen una vocación muy fuerte,
emigran con la esperanza de volver cuando la cosa vuelva a estar mejor.
Muchos chicos están pensando en irse y algunos ya se están yendo.
–¿Por qué el Gobierno no apoya al sector?
–La verdad que es una pregunta difícil de responder porque nos
estamos refiriendo a un impacto presupuestario minúsculo para el Estado.
En la actualidad el porcentaje del PBI para el área es de 0,25 y el
objetivo de mínima sería que alcance el 1 por ciento. Por un tema de
desidia, ignorancia, o bien, con verdadera intención, la realidad indica
que al gobierno no le importa el robustecimiento de la CyT; no lo ve
como algo necesario que forme parte de su agenda de políticas públicas.
El país necesita tener personal bien preparado para poder responder y
sortear las necesidades más acuciantes y los conflictos que vayan
emergiendo. La ciencia y la tecnología conforman un espacio que siempre
ha tenido mucho para aportar y debe seguir haciéndolo. Claro que es
difícil en condiciones como éstas. Cavallo nos mandó a lavar los platos y
este gobierno a los concursos de televisión.
–Hablemos un poco sobre su investigación en terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso. ¿De qué se trata?
–Nuestro laboratorio se define como de medicina traslacional, es
decir, nos interesa que en algún momento podamos darle letra al médico
para que no le tenga que decir a sus pacientes “no podemos hacer nada
con tu enfermedad”. Nos focalizamos en Parkinson, esclerosis múltiple y
epilepsia, a partir de un trabajo con células madre, unidades que
constituyen universos fascinantes; en los adultos, por ejemplo, tienen
la propiedad de generar nuevas células específicas todo el tiempo. En
este preciso momento estamos desarrollando 2 millones de glóbulos rojos y
un millón de neutrófilos (tipo de glóbulo blanco) por segundo. En
nuestro equipo buscamos aprovecharnos de estas potencialidades a partir
de la tecnología de reprogramación celular.
–¿A qué se refiere?
–Fue creada por Shinya Yamanaka, un científico japonés que obtuvo el
Nobel de Medicina en 2012. A partir de su invento, desde el laboratorio,
una célula adulta puede convertirse en célula madre –denominada
“pluripotente”– y permitir obtener neuronas y muchos de los 200 tipos de
células del organismo. Esto tiene tres aplicaciones directas en las que
intervenimos. La primera se vincula a epilepsia: tomamos muestras de
sangre de algunos pacientes del Hospital Ramos Mejía y de individuos sin
la patología, las reprogramamos (es decir, crearon células madre) para
luego obtener neuronas. De esta manera, comparamos qué diferencias
existían entre las que forman parte de sistemas nerviosos sanos y otros
con la enfermedad.
–¿Con qué objetivo?
–Creemos que si podemos analizar ambas neuronas podemos establecer
tratamientos más específicos y dirigidos. La segunda aplicación es que
producimos neuronas “dopaminérgicas” –son las que tradicionalmente se
apagan en individuos con Parkinson– con el propósito de inyectarlas para
reemplazar a las que se están muriendo en el cerebro de estas personas.
La tecnología ya se emplea en Japón, ha demostrado su seguridad y
eficacia, y desde nuestro Laboratorio estamos explorando sus
potencialidades para utilizarla en el corto plazo.
–¿Y la última aplicación?
–Tenemos un proyecto para crear un banco que coleccione estas células
madre reprogramadas y represente a la población argentina. Como EE.UU.,
Gran Bretaña y Francia persiguen la misma meta, realizamos encuentros
anuales para fijar los estándares de calidad. De concretarse sería
revolucionario porque constituiría la base celular de todo aspecto
vinculado a medicina regenerativa. Así tendríamos catalogadas a las
células madre que después tienen la facultad de originar cualquier otro
tipo de células y ello sería una excelente noticia al momento de pensar
en trasplantes.
Fuente:Pagina/12
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