jueves, 23 de mayo de 2013

La fuerza de los trabajadores:La década ganada y el movimiento obrero argentino






Por Carlos Marín

La historia del movimiento obrero argentino está ligada al peronismo. Sin embargo, rara vez se lo vio tan comprometido con un modelo de país nacional y popular como el iniciado en 2003 y que significó avances históricos en la situación de los trabajadores. Ante el panorama de fractura actual, la necesidad de unirse nuevamente es condición inexorable para profundizar esta década ganada.

El derrotero del movimiento obrero argentino ha sido de gran riqueza histórico política, pero toma su gran fuerza a partir del primer peronismo.

Tal es así que entre los sindicatos reunidos por la CGT pasaron a tener en su conjunto de 80.000 afiliados en 1943 a 4.000.000 de afiliados en 1955.

Ello nos da una magnitud del crecimiento que obtuvo el movimiento obrero con la llegada de ese primer peronismo, producto de la promoción de las políticas industrializadoras que se aplicaron en ese lapso de tiempo.

Sin embargo, esa fuerza trabajadora no se vio exenta de divisiones, ni aún en su “época dorada”, como podría denominarse a la década 45-55, fundamentalmente, la división estaba dada por aquellos gremios que adherían casi, institucionalmente, a los partidos socialistas y comunista.
"Rara vez el movimiento obrero ha reaccionado ante un movimiento nacional y popular como lo ha hecho durante esta década ganada".

Tal situación, por lo menos en ese momento, no dejaba de ser una expresión en términos cualitativos, minoritaria del Movimiento Obrero, pero división al fin.

Con posterioridad al Golpe de Estado de 1955, el movimiento obrero se erigió como base de lo que, históricamente, se ha dado en denominar “la resistencia peronista”, la que tampoco estuvo exenta de divisiones que se identificaron con la CGT Vandorista y la CGT de los Argentinos.

Las divisiones, por lo tanto, más allá del modelo sindical, siempre han surgido respecto de cuestiones ideológicas y de cómo conducirse ante el conflicto.

Pero rara vez el movimiento obrero ha reaccionado ante un movimiento nacional y popular como lo ha hecho durante esta década ganada.

Es cierto que a la llegada del kirchnerismo existían dos centrales sindicales (CGT y CTA), pero esta dicotomía no estaba centrada en la mirada hacía el Gobierno que a partir del 25 de mayo del 2003 se encaramó en la primera jefatura, sino sobre la visión que cada una de esas confederaciones tenía sobre el denominado “modelo sindical argentino”.

Cualquiera en su sano juicio hubiese proyectado que en un período como lo fue esta última década en donde el desempleo bajó del 25 al 7,9 %; se recuperó la negociación salarial; los salarios de convenio de los trabajadores han superado el 1000 % de aumento; el salario mínimo vital y móvil llega a ser el más alto de Latinoamérica; la pobreza ha bajado a niveles exponenciales; los sindicatos en general han recuperado -afiliación más, afiliación menos- los niveles de 1974; la creación de puestos de trabajo ha sido la más fantástica de la historia en un lapso de diez años; se ha promovido por diferentes acciones -como la promoción de fábricas recuperadas, la reforma de la ley de quiebras- el mantenimiento de las fuentes de trabajo. Que el movimiento obrero estuviera -no sin críticas y propuestas alternativas, por supuesto - en su totalidad y más allá de las visiones sobre el modelo sindical, aportando y construyendo un proyecto de país que necesita de un movimiento obrero estructurado y monolítico comprometido en un proyecto nacional y popular.

Sin embargo, nos encontramos ante un panorama donde la fractura se ha potenciado no ya por su mirada sobre el modelo sindical sino, paradójicamente, sobre la mirada del kirchnerismo.

Esa superestructura del movimiento obrero argentino tiene cuatro versiones: 1) la CGT que comanda Caló y que es reconocida como aquella que tiene legalidad; 2) la CTA que comanda Hugo Yasky;  éstas dos más cercanas al gobierno aunque con diferencias: la segunda más consustanciada con el modelo de país que se propone; la primera más heterogénea hacia adentro con más dosis de oportunismo que de consustanciación ideológica con esta etapa; 3) la CGT comandada por Hugo Moyano quien, hasta el 2011, acompañó lo hecho por el gobierno pero que la falta de inclusión de las listas de integrantes de la CGT hizo que diera un salto copernicano hacia la oposición; y 4) la CTA de Micheli, con expresiones parecidas a las del moyanismo, pero creyéndose más pulcros y limpios.
"Solo esperemos que el espíritu de la CGT de los Argentinos “triunfe” en este escenario y no que el vandorismo se apodere de él."

Es cierto que la profundización de un modelo nacional y popular no tiene fin y siempre va a faltar un modelo de país que democratice todos los estamentos es una utopía, una quimera que propone la constante transformación de las estructuras económicas, sociales y culturales. Ello supone críticas y/o propuestas superadoras, pero no pareciera ser acertado utilizar lo que falta para un salto que puede ser sin retorno.

El camino trazado a partir del 25 de mayo de 2003 merece la unidad de acción -sin que ello necesariamente implique la unión de las centrales- por parte del movimiento obrero argentino en pos de esta transformación continua.

El pararse en la vereda de enfrente es atentar contra los intereses de los propios trabajadores. Rajoy es una sensible y cabal muestra de lo que puede avecinarse si se abandona el camino iniciado el 25 de mayo de 2003.

Solo esperemos que el espíritu de la CGT de los Argentinos “triunfe” en este escenario y no que el vandorismo se apodere de él.

¡Por una nueva década ganada!
Fuente: Telam

Mayo del 68 en la Universidad de Madrid


Estudiantes huyendo de la policía en la Avenida Principal Complutense, 17 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo General Complutense de Madrid.
El domingo 19 de mayo de 1968, la emisora “clandestina” La Pirenaica se hacía eco de una gran manifestación de estudiantes madrileños y el posterior choque con la policía originado tras el recital del cantautor valenciano Raimon en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central, actual Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense. La policía armada y a caballo cargaron contra los estudiantes, que se refugiaron en el interior de las Facultades, numerosos grupos de estudiantes alcanzaron las calles de Princesa, provocando un embotellamiento al levantar una serie de barricadas. La policía que volvió a cargar, practicó un centenar de detenciones. 
Las fotografías que pueden observar, fechadas durante los días 17, 18 y 20 de mayo se encuentran depositadas en el Archivo Central Complutense. Fueron encargadas por la Dirección General de Seguridad (DGS) a un fotoperiodista confidente, para la vigilancia e identificación de alumnos activos en los actos de protesta estudiantil. ¿Qué era una fotografía, después de todo, sino un instante convertido en eternidad?
Estudiantes manifestándose a la salida de la Facultad de Ciencias, 17 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central de la Universidad Complutense de Madrid.
Al ser la realidad compleja y multiforme, es mérito primordial de la recogida de fuentes orales, permitir la recreación de la multiplicidad de puntos de vista. Durante las entrevistas, gracias a las imágenes, sometimos a nuestros informantes a un ejercicio retrospectivo, para que recordasen las jornadas que rodearon el día del recital. Como considera Fraser, a su manera también son historiadores, al mostrarnos una visión teleológica del pasado, que inevitablemente es ignorada por los libros de historia comunes.
En una época donde se decía que los estudiantes iban con un libro bajo el brazo, comenta Javier Maestro, actual profesor del departamento de Historia de la Comunicación Social de la Universidad Complutense. Una época donde se representaba mucho a Beltor Brecht, García Lorca, Jean Paul Sartre se leía mucho al igual que Simone de Beauvoir. Para nosotras, la lectura de “El segundo sexo” fue un libro importantísimo… que a mí me desbarató directamente, confiesa Clara Ballesteros. Hija del catedrático de Historia de América Prehispánica Manuel Ballesteros, de cabello negro y ojos pardos, alternaba la música con su carrera en Ciencias Políticas y Económicas.
En una época donde teníamos ansías de saber y de ver cosas, prosigue nuestra trabajadora en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Una época donde se desarrollaba una actividad cultural muy importante, en los Colegios Mayores, en particular en el San Juan Evangelista, donde podías ver conciertos, obras de teatro, películas que se traían de fuera, con coloquios y debates políticos al finalizar, nos describe Jaime Pastor, delegado en la facultad de Económicas del Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUM) y actual profesor titular en el departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED. Una época donde, pese a existir mucha hambre de lecturas, la gente nos pasábamos los libros, las novelas…, prosigue nuestro informante. Una época donde los librillos se pasaban bajo cuerda, una época donde existían librerías con su trastienda, nos comenta Javier Maestro.
Raimon en DirecteLa juventud parece distanciarse de sus mayores, al no sentirse identificados con sus valores. El reflejo de ese mundo cambiante, se puede observar, en los temas musicales del propio Raimon, como en su canción Diguem no, en una de las estrofas cantaba “nosaltres no som d’eixe món”. Estos anhelos motivaron su elección, por parte de Marta Bizcarrondo y Arturo Mora, delegados del comité actividades culturales del SDEUM. El cantautor Raimon, uno de los representantes de la Nova Canço publicó su primer disco en 1963 en la discográfica Edigsa. Logró cosechar un gran éxito de ventas, con temas como Al vent, Som, La pedra y A colps, y haber protagonizado con anterioridad, varios recitales multitudinarios.
Hall de la Facultad de Económicas, durante el recital de Raimon, 18 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central Complutense.
Hall de la Facultad de Económicas, durante el recital de Raimon, 18 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central Complutense.
A 25 pesetas la entrada, la recaudación iría a parar a los obreros en huelga de la Pegaso y a los representantes estudiantiles encarcelados en Carabanchel. Seis mil estudiantes abarrotaron el vestíbulo de la facultad de Económicas, un sábado por la tarde. Esperanza Yllán, alumna por aquel entonces del primer curso de Historia y actual profesora titular del Departamento de Historia Contemporánea de la Complutense, describe como los conciertos de los cantautores si que eran de lo más modesto, ¡su guitarra y punto!. Cuando entré a la Facultad, no se cabía, las escaleras eran muy débiles y con toda esa gente, vibraba… vibraba la escalera. Clara Ballesteros describe el evento como una gran oportunidad para reencontrarse todos y sentirse unidos. Un concierto donde la música resulta ser liberadora y muy movilizadora, confiesa que resultaba realmente muy emocionante poderse reunir por primera vez tanta gente,… ya que, cada vez que había una asamblea la disolvían.
Estudiantes en la puerta de la Facultad de Económicas, 18 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central de la Universidad Complutense.
Algunos informantes reconocen que claro, el Estado tenía sus propios agentes ¿no?, con la Brigada Político Social, con los confidentes, con la policías secreta ¿no?, es decir, sabíamos que estábamos vigilados dentro de la Facultad. Luis Roncero, hermano de un estudiante de Filología y activista del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), llevaba bajo su abrigo una de las pancartas que podemos observar en las imágenes titulada DEMOCRACIA POPULAR. Comenta como vivió con mucha tensión, con muchos nervios, con mucha ilusión el concierto, al ir cargaditos de octavillas y con la pancarta que pretendíamos colgar.
Manifestación tras el recital de Raimon, 18 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central Complutense de Madrid.
Manifestación tras el recital de Raimon, 18 de mayo de 1968. Fotografía cedida por el Archivo Central Complutense de Madrid.
Al finalizar el recital, la transcripción de la emisora “La Pirenaica” nos comenta como durante los embotellamientos provocados por la manifestación de estudiantes, se encontraron con el coche de la princesa Sofía de Grecia. Los estudiantes la reconocieron y profirieron gritos hostiles a la Monarquía. Luis Roncero, nos describe como quedamos muy sorprendidos porque realmente quien iba en el Mercedes era la princesa Sofía y creo que su hermana. Tras los gritos de rigor, ellas permanecieron tranquilas, mantenían una actitud regia, supongo, ¿no?.
Mayo de 1968, constituyó el despertar de la imaginación y de la utopía en diversos rincones del mundo, dando lugar a la aparición de grandes luchas simbólicas. Frente a la cultura del individualismo, de la apatía, de la atonía, de la no significación, volvió a ser descubierta la dimensión creativa de la socialización comunitaria y de lo colectivo como lugar de encuentro, de expresión y de análisis. La juventud es orgullosa porque aún no fue humillada por la vida, y está llena de esperanzas porque todavía no fue decepcionada. Prefiere la compañía de sus coetáneos antes que cualquier otro trato. Para la juventud el futuro es largo y el pasado breve. (Aristóteles, Retórica).

lunes, 20 de mayo de 2013

"Hemos vuelto a formas del capitalismo salvaje del siglo XIX”


 


Durante su reciente estadía en nuestro país para participar de un seminario organizado por la revista Topía,  el psiquiatra francés dialogó con Tiempo Argentino sobre el sufrimiento y el placer en el ámbito del trabajo.

   Por su escasez o por sobreabundancia, el trabajo influye en forma directa en la salud mental de una persona, atraviesa a la sociedad en su entramado más íntimo y marca la tendencia productiva de una nación. Su impacto es enorme. El psicoanalista francés Christophe Dejours puso en foco estas cuestiones. Dejours es director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia y es autor de libros como Trabajo y desgaste mental, La Banalización de la injusticia social y Trabajo vivo, por lo que fue invitado a Buenos Aires por la revista Topía. Sus conclusiones aportan una nueva mirada sobre los modos de medición del trabajo, una cuestión que, según el galo, modifica la constitución personal de un individuo y genera sufrimiento. 

Dejours está lejos de la inspiración librepensadora que concebía al trabajo como una acción liberadora. Al describir la situación del mercado laboral en los países capitalistas, Dejours habla de un esquema que aprisiona. Con pasión de entomólogo, el investigador francés afirma que "volvimos a una época anterior al acuerdo fordista, a formas del capitalismo salvaje del siglo XIX".
 
–¿Cómo transmutó el trabajo hasta convertirse en una actividad de opresión y control social?
–Desde los años noventa, nuevos métodos de organización del trabajo provocaron un gran deterioro en la salud mental. Hasta el hecho de que ha habido suicidios en lugares de trabajo, como viene ocurriendo en Francia desde 2007. Estos nuevos métodos son los de evaluación individual del desempeño. Esto provoca precarización, con contratos de trabajo de duración indeterminada, por ejemplo. Y nos hablan del desastre que golpea al mundo del trabajo desde hace décadas.
–¿A qué se refiere con "evaluación individual"?
–Es un instrumento inventado por los managers que confunde, de manera intencional, el trabajo con sus resultados. No hay una proporcionalidad entre el trabajo y el resultado del trabajo. En realidad no se puede medir el trabajo. El trabajo no se mide y nunca se va a medir. El trabajo es el resultado de la inteligencia de los trabajadores, si no se moviliza la inteligencia de los trabajadores no hay producción de valor. El sufrimiento en el trabajo, el placer en el trabajo, el reconocimiento, todo eso no pertenece al mundo visible sino que pertenece a la subjetividad. La subjetividad, como el amor, el dolor, el odio, la amargura, la decepción, todo eso no pertenece al mundo de lo visible, no se ve. Y no se puede medir más que lo que se ve o lo que puede hacerse visible. Cuando se hace una evaluación individualizada del rendimiento se mide algo, pero no se mide el trabajo. En el mejor de los casos lo que se está midiendo son los resultados del trabajo. Es decir, lo que se llama el desempeño, el rendimiento, la performance. Pero no existe ninguna proporcionalidad entre el resultado del trabajo y el trabajo mismo. Por ejemplo, un maestro con niños pobres trabaja más y obtiene resultados menos aceptables que un maestro con niños burgueses preparados, que trabaja menos. Esa dedicación exhaustiva no se puede medir y sin embargo, los resultados son peores que los del docente con chicos burgueses.
–¿Qué efectos tiene este método en los trabajadores?
–La evaluación individualizada del rendimiento lleva a todos los trabajadores asalariados a un proceso de competencia generalizado, y si a ello se agrega una amenaza al puesto de trabajo, entonces la competencia se vuelve más grave aún y hay una lucha individual donde el éxito de un colega resulta malo para otro. Entonces todo está permitido. Finalmente la solidaridad se va destruyendo, uno está solo y en un mundo hostil. Para invertir esa evolución negativa hay que dejar un poco de lado la evaluación individualizada e interesarse por el trabajo colectivo y por las condiciones de posibilidad de la formación de una cooperación. La vulnerabilidad psicológica frente a la injusticia está sin duda exacerbada por la sensación que tienen los individuos de ya no estar formalmente protegidos por las instituciones. La cooperación no es posible si la gente no se habla, para cooperar hay que escuchar al otro, hay que expresar el punto de vista de uno, aceptar el debate, buscar soluciones intermedias y acuerdos y esa dinámica que es necesaria para construir la cooperación, también es una dinámica que reconstruye al mismo tiempo el saber vivir juntos, la convivencia y la solidaridad. Antes no se registraban suicidios en los lugares de trabajo porque existía ese "vivir juntos", había solidaridad y nunca se habría dejado que un colega cayera en la depresión, los colegas se habrían interesado por él, le habrían hablado, y le habrían exigido que él hablara, no lo hubieran dejado solo.
–¿Qué responsabilidad le cabe a los sindicatos?
–Los sindicatos no entendieron la importancia de este giro hacia los managers, incluso lo apoyaron y ese fue un error histórico muy grave. Le puedo explicar en dos palabras el análisis que ellos hacían: ellos pensaban que la evaluación del rendimiento, que se volvió individual, objetivo y cuantitativo a través de la medición, era una cuestión de justicia. Permitiría alcanzar, incluso, más justicia porque todos iban a ser medidos con las mismas herramientas. También la comunidad científica tiene responsabilidades. Desde ese sector se apoyó a la ideología de la evaluación al sostener que todo en este mundo puede ser evaluado y puede ser medido. La responsabilidad de los científicos es mayor; creyeron que la automatización iba a reemplazar el trabajo humano. Y creyeron en esa tesis absurda del fin del trabajo. Todo el mundo aceptó la tesis del fin del trabajo, que es un absurdo intelectual como si se pudiese producir valor, producir riqueza, sin pasar por el trabajo humano. Todos creyeron en eso.
–No hablamos del control social que usted plantea en algunos de sus libros…
–Primero fueron experimentadas en las empresas, que debido a la centralidad política del trabajo tienen un impacto enorme en el funcionamiento de la comunidad. Esas nuevas formas de dominación están muy ligadas a la evaluación individualizada del rendimiento, que es un formato muy poderoso y que fue posibilitado por los managers de un lado y la informática del otro. Ese fue un momento histórico. Hace treinta años era impensable que hubiese una computadora en cada puesto de trabajo, pero los managers comprendieron que el ordenador podía funcionar como una plataforma que graba todo. Eso fue algo totalmente imprevisible y se perfilaba como un nuevo método de dominación. Ahora hay computadoras en todos lados. La evaluación individual de la performance logró destruir la solidaridad sindical. El sindicalismo en Francia, por ejemplo, siempre fue muy poderoso, era el país más sindicalizado de Europa. Hoy sólo el 6 por ciento de los trabajadores pertenecen a un sindicato, la transformación ha sido enorme. Los sindicatos aceptaron masivamente la evaluación individualizada y en la sociedad crecen las personas que adoptan comportamientos individuales, desleales respecto de los otros, donde la desconfianza ocupa el lugar de la confianza. Entonces, la solidaridad se destruye también en el seno de la sociedad. La civilidad se destruye, los valores del vivir juntos desaparecen; en ese sentido la justicia misma se ve desestabilizada. La sociedad va mal. Ahora bien, el individualismo no cayó del cielo, fue fabricado por métodos muy poderosos y la base de experimentación fue la empresa y luego toda la sociedad. Al mismo tiempo las instituciones,  y en particular el estado, soltaron la conducción a los managers y así aceptaron reducir la intervención del estado, promoviendo en todo el mundo la empresa como modelo de la sociedad.
–Usted sabe que Europa está sumergida en una crisis descomunal, y sus condiciones socioeconómicas no son las mejores para generar una situación de solidaridad que evite tanto sufrimiento en el trabajo, como usted describe. ¿Se profundizó la situación de sufrimiento en el trabajo?
–No estoy tan seguro que la crisis sea una causa del agravamiento de las patologías mentales, tal vez voy a ser un poco provocativo, pienso que es todo lo contrario. Es la transformación del trabajo la que provocó la crisis. Se introdujeron nuevos métodos, la primacía de la gestión particularmente, que permitió aplicar un proceso de reducción de personal y que significa una transformación de los métodos de dominación. La llegada de las ciencias de la gestión ha permitido un proceso de reducción de personal. En Francia en particular y también en toda Europa es necesario analizar las causas de esa derrota que hoy en día tiene consecuencias trágicas y provoca la crisis. Los directivos de empresas y los managers nunca han sido tan ricos como ahora, sería como un retroceso histórico que vuelve a poner en cuestionamiento el compromiso social con el nombre de acuerdo fordista. Volvimos a una época anterior a ese acuerdo fordista y volvemos a formas del capitalismo salvaje del siglo XIX. « 
 
Perfil
Investigador
Christophe Dejours es director del Laboratorio de Psicología del Trabajo de Francia.
Fuente: Tiempo Argentino
 

Crujen los pilares del modelo chileno ? parece no?


A la insatisfacción creciente con el sistema educativo que moviliza a cientos de miles de estudiantes contra el gobierno de Piñera, se suma ahora el repudio al sistema privado de jubilación. 
Sistema de pensiones chileno: blanco de críticas por no asegurar una vejez tranquila
Según Joaquín Vial, consejero del Banco Central, cerca del 60% de cotizantes que comenzaron a ahorrar en 1980 recibirán una pensión de sólo CH$150.000 mensuales (US$314).
El sistema fue implantado en noviembre de 1980 por la dictadura de Augusto Pinochet.

El sistema chileno de pensiones, administrado por compañías privadas, está en discusión por los bajos montos que ofrece, inferiores al 70% del sueldo de los trabajadores, lo que ha arreciado el debate sobre la revisión de este mecanismo, vigente desde 1980.

Los trabajadores critican las ingentes ganancias de las administradoras de fondos de pensiones (AFP), que en 2012 sumaron US$582 millones, mientras éstas creen que la solución está en aumentar la aportación (10% del salario) y los años de cotización.

"Yo estuve imponiendo hasta los 60 años, me jubilé con 30 años de cotización y a estas alturas gano 104.000 pesos (US$218)", cuenta a Efe Norma Vargas, de 75 años, que trabajó como operaria en una industria y como lavandera y planchadora.
Con esa pensión, es su hijo quien se encarga de pagar 35.000 pesos (US$73) mensuales por un crédito que pidieron para pagar 1,8 millones de pesos (US$3.773) por una operación del nervio trigémino en el sistema público de salud, que es de copago, dijo Norma, que cocina cada tres días para ahorrar gas.
Según Joaquín Vial, consejero del Banco Central, cerca del 60% de cotizantes que comenzaron a ahorrar en 1980 recibirán una pensión de solo 150.000 pesos mensuales (US$314).
Se estima además que la tasa de reemplazo (monto de la pensión comparada con los últimos sueldos), llega al 64% promedio entre los hombres y al 50% entre las mujeres.
Las AFP achacan las bajas pensiones a que muchos trabajadores cotizan pocos años o lo hacen de forma interrumpida, y piden elevar la edad de jubilación o subir el porcentaje de cotización, del actual 10% del sueldo hasta el 13%.
En estas condiciones, no es extraño ver a personas de hasta 75 u 80 años en activo, pues aunque los hombres se pueden retirar a los 65 años y las mujeres a los 60, muchos deciden seguir trabajando sin jubilarse o bien compatibilizar el trabajo con la pensión, como hizo la propia Norma hasta después de los 70 años.
Según la página de la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones, el valor de los Fondos de Pensiones alcanzó a 80,19 billones de pesos (unos US$168.000 millones), al 30 de abril de 2013, 7,9% más respecto a igual fecha del año anterior.
"De acuerdo con las estadísticas del propio sistema, 1 de cada 3 pesos cotizados va a los bolsillos de los administradores", aseguró a Efe el economista Manuel Riesco.
"Los otros 2 pesos se usan para prestarlos a los grupos financieros o para jugarlos en la ruleta de los mercados internacionales", donde las AFP depositan los ahorros de los cotizantes para obtener rentabilidad, añadió.
El sistema, basado en la capitalización individual, en la que cada empleado tiene una cuenta personal de ahorro con miras a su vejez, fue implantado en Chile en noviembre de 1980 por la dictadura de Augusto Pinochet.
Los trabajadores que ya estaban en activo pudieron decidir entonces si continuaban en el antiguo sistema o se cambiaban al nuevo, que hoy tiene diez millones de afiliados.
En él, cada trabajador puede elegir la administradora y el fondo en que depositará su dinero, con cinco opciones, desde el A, que es el de mayor riesgo, hasta el E, el más conservador.
Las AFP achacan las bajas pensiones a que muchos trabajadores cotizan pocos años o lo hacen de forma interrumpida, y piden elevar la edad de jubilación o subir el porcentaje de cotización, del actual 10% del sueldo hasta el 13%.
El gobierno de Sebastián Piñera propuso el pasado 1 de mayo reducir la aportación al seguro de cesantía (desempleo) para aumentar un punto, hasta el 11%, la cotización a las AFP.
"Con ello se estaría dando un paso en la dirección correcta", respondió la empresarial Asociación de AFP, que considera que la tasa del 10% "es una de las más bajas a nivel internacional, en especial por el aumento en la expectativa de vida".
Según el presidente de la Asociación, Guillermo Arthur, si la cotización alcanzara el 20%, que sería similar al promedio de los países de la OCDE (19,6%), las tasas de reemplazo llegarían al 120%.
Otros expertos y políticos, como la ex mandataria Michelle Bachelet (2006-2010) apuestan por la creación de una AFP estatal.
Pero otros van más allá, y piden acabar con el actual mecanismo y volver al antiguo sistema de reparto, como defiende la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la principal central sindical del país.
"Urge terminar con las AFP y avanzar hacia un sistema público de reparto solidario, de carácter tripartito y con garantía estatal, que devuelva la dignidad a los trabajadores al momento de jubilarse", reclamó su presidenta, Bárbara Figueroa, durante una protesta el pasado 29 de abril.
El economista Manuel Riesco ve factible esta solución.
"Si se termina el sistema de AFP, el Estado se tendría que hacer cargo de las pensiones, que tienen un costo de CH$2 billones anuales (unos US$4.192 millones), pero el Estado ya está poniendo un billón para compensar, entre otros, a los que cotizaron en el antiguo sistema", explicó.
"Por tanto, el Estado tendría que asumir como gasto adicional un billón de pesos anuales, y se quedaría con los fondos, que suman CH$80 billones, y con la administración de las cotizaciones, que fueron CH$4,7 billones en 2012", añadió el experto.
De esta manera, el Estado obtendría un ingreso adicional de más de CH$3 billones anuales, lo que -aseguró- le permitiría duplicar las pensiones actuales. 
Fuente: Ramble tamble

viernes, 17 de mayo de 2013

Videla y el desembarco del neoliberalismo en el país



 





 En la senda de José Alfredo Martínez de Hoz hace un par de meses, el que murió hoy es Jorge Rafael Videla, por lo que resulta entonces un buen momento para recordar las consecuencias socioeconómicas que trajo la última dictadura cívico militar.


Para oprobio de mi tan valerosa generación a la que masacró decenas de miles de veces a voluntad, hoy ha muerto Videla, de viejo. Les deseo a los más jóvenes que nunca sufran otro Videla y si lo peor sucediera, que no dejen que muera de viejo.


Se trata de observar parte del impacto del modelo neoliberal sobre la estructura social de mediados de los años setenta, modelo que encarnado en Martínez de Hoz, tuvo en Videla a su principal jefe político en los años de plomo. Un recordatorio oportuno que muestra que tras la barbarie se movía una trama de una racionalidad económica de hierro que como paradigma socioeconómico aún está activo en el país.

Como señalara el economista Eduardo Basualdo: "En marzo de 1976, la dictadura militar modificó el régimen social interrumpiendo la industrialización basada en la sustitución de importaciones que en ese momento se encontraba en los albores de su consolidación .El nuevo régimen estuvo en consonancia con el orden neoliberal que acabó con la economía mundial surgida de la posguerra y se sustentó en la valorización financiera, cuyo predominio en el país se prolongó hasta el año 2001". (Basualdo, Eduardo, 13 de marzo de 2006, Suplemento Cash de Página 12).

Esta columna se propone analizar la estructura social metropolitana y alguna de sus transformaciones sustantivas acontecidas desde el año 1974 hasta el año 1980, en base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC. Se trata de observar el impacto que sobre la morfología social argentina tuvieron las decisiones de política económica que, centrada en la valorización financiera del capital, fue impuesta por la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla.

El análisis se circunscribe a la región metropolitana porque es la única que posee memoria estadística oficial desde mediados de los años setenta, pero por el peso de esta región donde reside el 36% de la población y se realiza más del 50% del ingreso nacional, resulta representativo de lo ocurrido en todo el país. Analizando específicamente las transformaciones acontecidas en la estructura social nacional entre los años 1974 y 1980, el gráfico Nº1 muestra la estructura social correspondiente a la zona metropolitana, representativa del conjunto nacional para Octubre de 1974, desagregado los diversos sectores sociales en orden a sus ingresos por hogar.





Como se observa, la estructura social configurada en el mes de octubre del año 1974 en las postrimerías del modelo industrial sustitutivo inaugurado en su segunda fase en la segunda mitad del siglo pasado, y según los datos de aquella Encuesta Permanente de Hogares, mostraba características de muy bajos niveles de pobreza e indigencia que apenas impactaban sobre el 4 % y el 2% de la población respectivamente.

Por otra parte se constituía un muy amplio sector de clase media plena y media alta equivalente en conjunto al 78% de la población metropolitana total que, a pesos actuales, residía en hogares con ingresos comprendidos entre los $1.900 y $13.700 mensuales en particular de este amplísimo tramo poblacional medio y medio alto, el 50% residía en hogares que en su equivalente actual percibían ingresos comprendidos entre los $3.420 y los $13.700 mensuales.

El 15% de la población superaba la línea de pobreza aunque no la duplicaba, por lo cual se ubicaba en el segmento medio bajo en riesgo de empobrecimiento, con ingresos por hogar que van desde los $950 hasta los $1.900 mensuales en su equivalente monetario actual.

Cabe acotar por último que la totalidad de los segmentos indigentes, pobres y medios bajos en riesgo inminente de pobreza, agregaban además en el año 1974, pobreza estructural o de Necesidades Básicas Insatisfechas, en particular por la insatisfacción de las condiciones de hábitat (casa con paredes y piso de material apta para vivienda) y saneamiento (ausencia de baño o retrete con descarga de agua al interior de la vivienda).

La brecha de ingresos entre el 10% más pobre y más rico superaba apenas las 12 veces, el coeficiente GINI era muy bajo, 36,42, en tanto el desempleo abierto apenas alcanzaba al 2,8% y el trabajo informal al 17,2% En el gráfico Nº2 se observa la transformación impresa a la estructura social metropolitana por las prácticas económicas neoliberales impulsadas al calor de la última dictadura militar encabezada por el hoy fallecido Videla , ya en la madurez del proceso de cambio estructural, mediante la información de la Encuesta Permanente de Hogares de la región metropolitana realizada en Octubre de 1980 por el INDEC.



Como se observa, la desarticulación del régimen industrial sustitutivo y su reemplazo por el de valorización financiera por parte de la última dictadura militar supuso en sus orígenes quintuplicar y triplicar los niveles de pobreza e indigencia hasta alcanzar el 20% y el 4,3% respectivamente, al tiempo que desmoronó a los estratos medios altos y medios plenos que, si en el año 1974 representaban el 78% de la población, en el año 1980 apenas expresaban el 38% de los residentes en la región metropolitana.

En sentido contrario, la clase media baja, en riesgo de empobrecimiento, creció complementariamente 130% en apenas un lustro, pasando de representar el 16% al 37% de la población metropolitana, mostrando el derrotero de empobrecimiento de las franjas medias plenas y medias altas durante la dictadura que en un 52% descendieron al estamento medio bajo.

Retomando el análisis de la estructura social metropolitana del año 1980 y como modalidad específica del colosal proceso de transformación social con vértice en la desarticulación de la clase media que indujo la última dictadura militar, considérese que mientras la brecha de ingresos polar ente el 10% más rico y más pobre de los perceptores de ingresos se mantuvo constante, el desmoronamiento de los sectores medios plenos y altos se patentiza en el enorme crecimiento del coeficiente GINI en dirección a mayor desigualdad.
"Se puede afirmar sin dudas que la dictadura militar de mediados de los años setenta, a la par de practicar el terrorismo estatal con sus secuelas de desapariciones, exilios, represión y muertes; puso fin al perfil socioeconómico tradicional de país integrado con amplios segmentos de ingresos medios."

El GINI pasa de 0,3642 a 0,4134 en tan sólo cinco años, producto fundamental del nivel inflacionario superior al 87% anual promedio, sin correcciones salariales por clausura de toda actividad sindical como medida de disciplinamiento ampliada a todos los trabajadores que estaban efectivamente sindicalizados, puesto que el trabajo informal alcanzaba al 15,8%, sin modificaciones sustantivas respecto a la etapa anterior e incluso con leve descenso.

En este contexto de brecha estable, un crecimiento del 13% en el coeficiente GINI en sólo cinco años, señala claramente la enorme magnitud de la concentración de ingresos con correlato en el empobrecimiento acelerado y profundo de los sectores medios.
El mecanismo de deterioro social masivo resultó el proceso inflacionario que registró en promedio entre los años 1976 y 1980 un 181% acumulado anual con un mínimo de 87,6% y un máximo de 347,5%.

La sistematicidad y profundidad de la inflación se constituyó rápidamente en el dispositivo central de empobrecimiento de vastos sectores comunitarios, asalariados, empleados, profesionales bajo relación de dependencia, en un contexto político de clausura sindical, disolución de la CGT, intervención de los sindicatos, clausura de las actividades gremiales y la eliminación del derecho de huelga en el que no existían, entre tantas otras cosas, discusiones salariales a punto que como señala Adolfo Canitrot, el salario real cayó entre 1974 y 1983 un 18%.

En rigor, queda claro con datos de Encuesta Permanente de Hogares que desde el punto de vista socioeconómico, la dictadura militar inició el ciclo de empobrecimiento masivo de sectores medios vía congelamiento de salarios viabilizado por la clausura absoluta de toda actividad sindical , combinada con altos niveles de inflación

Se puede afirmar sin dudas que la dictadura militar de mediados de los años setenta, a la par de practicar el terrorismo estatal con sus secuelas de desapariciones, exilios, represión y muertes; puso fin al perfil socioeconómico tradicional de país integrado con amplios segmentos de ingresos medios en su composición social que distinguieron a la Argentina del resto de los países latinoamericanos, desde mediados del siglo XX.

Son Jorge Rafael Videla y el conjunto de la conducción militar y sus cómplices civiles los padres fundadores contemporáneos del tipo de país socialmente desintegrado, empobrecido y asimétrico que se consolidó con la recuperación democrática y cuyos rasgos fundamentales, en particular el nivel de empobrecimiento, perduran.

Así las cosas, ya no solo los ensayos teóricos y análisis particulares de la etapa, sino los datos empíricos oficiales suministrados por la Encuesta Permanente de Hogares del año 1980, prueba la centralidad de la última dictadura en las transformaciones socioeconómicas de los últimos treinta años en particular la declinación de los segmentos de ingresos medios y muestra de manera inequívoca el tipo de formato estatal terrorista que requirió originalmente la implantación y desarrollo del modelo neoliberal que dominó las últimas tres décadas de nuestro país.

Si bien es indudable el carácter de “revancha clasista” dado por diversos autores al formato de estado terrorista expresado en la clausura de toda actividad gremial y la persecución a sangre y fuego de las organizaciones de trabajadores junto al secuestro y muerte de miles de dirigentes gremiales, es conceptualmente sólo parte de la verdad suponer que los efectos de esta política afectaron con mayor intensidad a los sectores populares en general y a los trabajadores en particular ubicados en 1974 en los segmentos medios plenos y bajos dominantemente.

En efecto esta situación de deterioro de las condiciones materiales de existencia del los trabajadores existió sin duda pero, el análisis de las modificaciones en la estructura social mostró que el sector de mayor transferencia de ingresos hacia la cúpula de la pirámide social fue el sector medio en general y en particular el medio alto, compuesto a mediados de los años setenta por pequeños y medianos comerciantes e industriales, profesionales independientes y un segmento minoritario de los trabajadores industriales mejor pagos, que de representar el 38% de la estructura social metropolitana en 1974, se angostó a sólo al 10% en
1980, en pleno desarrollo de las prácticas económicas de la dictadura.

Paradojas de los procesos históricos, este sector medio alto, mayoritariamente urbano, con altos niveles educativos y bien informado que resultó el de mayor deterioro socioeconómico durante el proceso dictatorial, fue el que inicialmente y por un largo tiempo ofertó los mayores niveles de legitimidad social a la dictadura, cuyo pensamiento como sector social , más allá de la edad de sus integrantes, en líneas generales aún asigna legitimidad al golpe de estado del año 1976 y en particular a la vieja "madre de todas las batallas" del plan de la última dictadura anunciada con claridad por Alfredo Martínez de Hoz bajo la jefatura política de Videla, en el video de cierre: Contra el intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica.
Fuente: Telam

miércoles, 15 de mayo de 2013

Otoño del imperio y del capitalismo


Alberto Rabilotta


Cuando el imperio es incapaz de mantener su hegemonía aportando soluciones a las crisis sistémicas recurre a la “hegemonía explotadora”, con toda la violencia y la destrucción que la acompaña. Así sucedió en la decadencia de la hegemonía imperial de Holanda.

Fue tratando de salvarse imponiendo el libre comercio con una hegemonía explotadora que terminó el imperio británico, y algo similar pero de naturaleza diferente es lo que desde hace ya unas tres décadas estamos presenciando en la decadencia de la hegemonía mundial de Estados Unidos (EE.UU.).

Hegemonía explotadora suena muy bien como apellido del neoliberalismo, de esa extraordinaria expansión financiera, comercial e industrial que el imperialismo estadounidense quiere llevar a sus límites extremos, que ya no puede controlar ni remediar sus terribles secuelas de disolución social y desastre económico, ni la concentración del poder y riqueza en las cuentas de la oligarquía que poseen los monopolios ya presentes en prácticamente todas las ramas de los sectores económicos, sin hablar de la destrucción ambiental y el recalentamiento global que amenaza la vida del planeta.

En los casos de Holanda y Gran Bretaña las fases de hegemonía explotadora fueron en efecto el “otoño” de esos imperios, pero también las “primaveras” en el proceso de desarrollo del capitalismo, y en particular del modo de producción del capitalismo industrial.

En el caso del imperio estadounidense hay razones para pensar que la hegemonía explotadora no solo es el “otoño” del imperio sino también del modo de producción capitalista, que ya se encuentra ante la “barrera insalvable” que anticipaba Karl Marx.

Bajo el imperio estadounidense el capitalismo industrial adquiere su forma más perfeccionada y desarrolla –no solo en EE.UU.- las bases de un modo de producción basado en la automatización, logrando concretar una parte del gran objetivo del gran capital, o sea la de producir de manera continua y prescindiendo de la mayor parte o la totalidad de la fuerza de trabajo asalariada.

Desde hace más de medio siglo, por las transformaciones que la automatización produjo en el modo de producir, el desenvolvimiento de las estructuras empresariales transnacionales y el creciente papel del capital financiero en la determinación de las inversiones a efectuar, lo que fue posible vía las inversiones directas, los flujos financieros y la deslocalización de la producción, el sistema capitalista se universalizó, o sea que completó la segunda parte del objetivo del gran capital.

El gran sueño del capital, de liberarse de la fuerza de trabajo asalariada o de pagar los salarios más bajos posibles, y de universalizarse, se hizo realidad con la automatización y la deslocalización. Pero esta transformación implicó un creciente reemplazo de la extracción de plusvalía, el uso de la fuerza de trabajo asalariado en las sociedades avanzadas –que crean los imprescindibles “puntos de consumo” para la realización del capital, de que hablaba Marx-, por la plusvalía extraída en el exterior, en otras sociedades, y que llega a las casas matrices en el centro imperial como renta diferencial, o sea como ganancias que van a parar a los accionistas y ejecutivos de las empresas.

Es a partir de este desenvolvimiento, en mi opinión, que es posible explicar tanto la naturaleza de la crisis estructural del capitalismo como la relativamente irreversible realidad actual en las sociedades del capitalismo avanzado.

Así sería posible explicar esta crisis de sobreproducción y subconsumo, el creciente y cada vez más crónico desempleo tecnológico –como definía John M. Keynes al reemplazo de los trabajadores por las maquinas- en un contexto de mayor creación de riquezas que se concentra en las pocas manos de los monopolios y los financieros, y que ya no entra sino marginalmente en la reproducción del capital en los países avanzados.

Asimismo explica que el subconsumo tiende a volverse crónico por la disminución del empleo y la masa salarial total, factor que a su vez amplia la espiral del desempleo y el subempleo, que termina poniendo en crisis las ramas de la economía aun no automatizadas.

Esto también explica el aumento de la deuda familiar –falta de empleos y bajos salarios-, y el endeudamiento de los Estados por la contracción de la recaudación fiscal –la carga tributaria descansa fundamentalmente sobre los ingresos de los trabajadores-, y el aumento del gasto público para paliar el desempleo, entre otros aspectos más.

Y, no olvidemos, esta universalización del capitalismo y de las nuevas tecnologías también permite explicar la rápida emergencia de las nuevas potencias industriales en Asia, donde las transnacionales tuvieron que integrarse a un sistema capitalista parcialmente regulado por Estados que no cedieron toda su soberanía ante el neoliberalismo.

Quizás puede también explicar que a la luz de las experiencias asiáticas y por la falta de verdadero desarrollo económico, se esté dando en los países en desarrollo que primero sufrieron la experiencia neoliberal, los de América latina, la búsqueda de nuevas estrategias de desarrollo para reparar la herencia neoliberal, como el desempleo y el subempleo, la pobreza y extrema pobreza, la destrucción de los sistemas estatales y de los programas sociales de salud, educación y de pensión.

El anzuelo sin carnada

Según los sociólogos Giovanni Arrighi y Beverly J. Silver, no es posible saber cuándo, pero es seguro que esta hegemonía explotadora del imperio estadounidense terminará muy mal (2).

Por el momento constatamos que ante su impotencia para salir de estas crisis el imperialismo ha retornado y se aferra a las políticas depredadoras –como una más pérfida institucionalización del libre comercio que permita aumentar la extracción de rentas-, y junto a sus aliados retorna a las políticas guerreristas y colonialistas del pasado, con sus terribles consecuencias sociales, económicas y políticas para todos los pueblos afectados.

Con la automatización y la deslocalización reemplazando a los trabajadores, y habiendo desaparecido la “amenaza” comunista con el desmembramiento de la URSS, el capitalismo estadounidense desmanteló totalmente el programa básico que describía Immanuel Wallerstein: “satisfacer las demandas combinadas del Tercer Mundo (relativamente poco para cada uno, pero para mucha gente) y de la clase obrera occidental (para relativamente poca gente, pero mucho para cada uno)”.

En realidad, como bien observaba Wallerstein hace casi dos décadas, el capitalismo emprendió un retornó a “la situación anterior a 1848, en la que, en los focos del Estado liberal {…} los obreros estarían mal pagados y fuera del ámbito de los derechos políticos y sociales” (3).

Sin posibilidad real a corto, mediano y largo plazo, de una vigorosa recuperación económica, las empresas transnacionales y los bancos de los países avanzados siguen “sentadas” en billones de dólares y no utilizan los préstamos casi gratuitos que los bancos centrales han puesto a su disposición. Como apunta el columnista canadiense Thomas Walkom, del diario Toronto Star, esas empresas y financieros no invertirán en la producción que creará empleos “a menos que tengan un mercado para sus productos”.

Esta situación general y las políticas de austeridad para mantener la deflación que favorece al sistema financiero ya incuban crisis políticas e importantes protestas sociales, que en la UE empiezan a meter miedo en la clase política, como muestra el forcejeo de algunos gobiernos para que se extiendan –y no para extinguir- los plazos para cumplir con las metas de austeridad fiscal.

Y en medio de estas crisis simultáneas el principal objetivo de EE.UU. es expandir y profundizar la liberalización con el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, en su sigla en inglés), mientras que la UE se esfuerza en cerrar un acuerdo de liberalización económica y financiera con Canadá, para comenzar a negociar uno similar con EE.UU.

Ni siquiera cabe preguntarse si al negociar estos acuerdos los gobiernos están respondiendo a los intereses de sus países o simplemente a las trasnacionales y monopolios que poco o nada contribuirán en esos países desde el punto de vista fiscal, en materia de creación de empleos y de demanda interna.

Es bien conocido que EE.UU. dejó de ser la “fábrica” del mundo, que ahora está en China y el resto de Asia oriental, y también ha perdido –como señalan Arrighi y Silver- el papel del único “cajero” de las finanzas mundiales. Y por si fuera poco la baja del consumo en EE.UU. lo inhabilitó para seguir siendo la “locomotora” de la expansión económica mundial.

Si la realidad cambió hay que cambiar la manera de pensar

En febrero pasado el historiador y economista Robert Skidelsky describía la ola de automatización en la manufactura en los países occidentales –que está llegando a China-, y que la substitución del trabajo asalariado por capital (la automatización) está yendo más allá de la manufactura y no solo se está “comiendo” los trabajos poco pagados, sino también “los mejores trabajos”, de nivel técnico y que parecían seguros (4).

Haciendo referencia al “desempleo tecnológico” de John M. Keynes, Skidelsky opina que la solución es reducir la jornada laboral: “Si una máquina puede reducir a la mitad la necesidad de mano de obra humana, ¿por qué en vez de prescindir de la mitad de los trabajadores no los empleamos a todos durante la mitad del tiempo? ¿Por qué no aprovechar la automatización para reducir la semana laboral media de 40 horas a 30, después a 20 y después a diez, contabilizando esa jornada laboral decreciente como un empleo a tiempo completo? Esto sería posible si el rédito de la automatización, en vez de quedar exclusivamente en manos de los ricos y poderosos, se distribuyera equitativamente.”

Y concluye señalando que hay que prepararse “para un futuro en el que la automatización nos dejará más tiempo libre. Pero para ello será necesaria una revolución del pensamiento social.”

En 1996 la recientemente desaparecida ensayista y escritora francesa Vivianne Forrester (5) afirmaba, en entrevista con el diario L’Humanité, que “el horror económico (de la sociedad neoliberal) se debe en gran parte al hecho de que vivimos con los criterios del siglo 19 en lo tocante al empleo”, subrayando que ella no confundía “la idea del trabajo, valor fundamental, con la idea del empleo”.

Pero al conservar los criterios del siglo 19 –decía Forrester-, culpabilizamos a quienes sufren la situación. Toda la argumentación se funda sobre la necesidad de encontrar un empleo. Terminemos de decirles constantemente a las personas –en particular a los jóvenes- que no pueden encontrar un salario para sobrevivir, que el solo modelo de vida autorizado es la vida asalariada. Los programas de los partidos políticos son sensiblemente idénticos a lo que eran cuando creían temporaria la crisis del empleo. Las políticas deben tomar en consideración la mundialización, las tecnologías de punta, y no dejar esas realidades ser la propiedad de la sola economía.

Para la brillante analista ya estaba planteada la cuestión de “qué hacer en una sociedad en la cual el trabajo asalariado, el empleo asalariado” se reduce constantemente, y que era hora de preguntarse si “continuaremos diciendo que la dignidad depende del hecho de tener un empleo”.

Preguntada por L’Humanité si esperaba algo de “un partido como el Partido Comunista” francés, la ensayista respondió que no era adherente de ese partido, pero que “yo espero de todos los partidos, incluyendo el suyo, que consideren la situación de manera realista, moderna y actual. Que se ocupen más de la mundialización y de las tecnologías de punta, y de la consiguiente reducción del empleo, de manera a dejar de pretender que se puede arreglar una era industrial ya superada, y a no seguir alimentando la vergüenza que padecen muchos de los cesanteados por estar desempleados, o el miedo que quienes aun trabajan tienen de perder sus empleos”.

Entonces, por qué y para qué el TPP y demás acuerdos…

Una característica del TPP y de los acuerdos de liberalización económica y financiera que la UE negocia con Canadá y próximamente con EE.UU. es que esas negociaciones son secretas, tienen lugar entre los tecnócratas gubernamentales y los representantes de las transnacionales, y que no serán presentadas ante los parlamentos para ser discutidas, enmendadas y puestas a votación (6).

Acerca del por qué de estas negociaciones hay que mencionar lo que Arrighi y Silver destacan en el libro citado, sobre la integración económica transnacional lanzada por EE.UU., que en Asia oriental fue “menos institucionalizada y sustantivamente más abierta” que la producida por la integración en la UE.

Ambos observaban que EE.UU. había tenido poco éxito en “utilizar su declinante pero todavía considerable poder político-económico para reorientar la integración económica regional hacia formas institucionalizadas, que crearían un ámbito más favorable para sus exportaciones e inversiones”.

Por otra parte, las transnacionalizadas corporaciones estadounidenses, en particular las industrias de alta tecnología, no se comportaban efectivamente como “cuñas para mantener abiertas” a la influencia de EE.UU. las puertas de Asia oriental, y que hasta podían estar actuando en sentido contrario. Por esto mismo, agregaban, “las fuerzas de la economía transnacional están claramente minando el poder de los Estados pero, en este proceso, el de algunos está creciendo”, como el de Japón y otros países asiáticos.

Más adelante señalan la sorprendente velocidad con la que esta formación regional se ha convertido en el nuevo taller y cajero del mundo bajo el liderazgo ‘invisible’ de un Estado empresarial (Japón) y una diáspora empresarial (la china)”, que ha contribuido a generalizar el ‘temor a la caída’ en los principales centros de la civilización occidental.

En efecto, si la deslocalización industrial occidental en Asia es un fenómeno conocido y estudiado, menos se habla de los “cajeros” asiáticos, los importantes centros financieros (Hong Kong, Singapur y otros más) donde operan las transnacionales y en los cuales importan las decisiones regionales tanto como las de Wall Street, de la City de Londres o de Francfort.

Y también está el papel clave que han jugado y están jugando las autoridades monetarias y los bancos centrales, públicos y privados de Japón, de China y Corea del Sur.

Imperio en decadencia queriendo vivir de rentas

La transnacionalización y deslocalización de la producción industrial y de las finanzas en el contexto del Asia oriental, y particularmente de China, aumentó el poder de los Estados de esa región y redujo el poder hegemónico de EE.UU., lo que explica el afán de Washington y los monopolios en recuperarlo mediante la institucionalización de las reglas (el chaleco de fuerza) del neoliberalismo, que comprenden aspectos económicos, financieros, y comerciales, como el crucial respeto al derecho de propiedad intelectual que figura en el TPP.

En cuanto al “para qué servirá el TPP”, es claro que una institucionalización implica un intento de imponer esta hegemonía explotadora mediante la aplicación extraterritorial de las leyes estadounidenses en los mercados de los países signatarios, para aplicar estrictamente la protección al derecho de propiedad intelectual, entre otros aspectos más, y así aumentar la captación de la renta por parte de las empresas transnacionales.

Tal institucionalización proporcionaría a Washington y a los intereses estadounidenses una poderosa palanca –vía el arbitraje obligatorio fuera de las cortes- para operar en el marco político y legal de los demás países signatarios y disponer así de un poder de veto en materia de cambios políticos o económicos que afecten a sus intereses. Eso es lo que Washington y Ottawa querían con el ALCA, pero que no pudieron obtener.

La negociación del TPP aceleró el interés de la UE en negociar con Canadá y EE.UU., y eventualmente con los países de América latina.

Los objetivos son similares: avanzar en la institucionalización que constituya el chaleco de fuerza que mantenga el orden establecido para impedir que se fortalezcan en Asia los poderes estatales que restringen el neoliberalismo, y se consolide en América latina el camino de una integración regional basada en los principios de nuestras instituciones, como el ALBA, UNASUR, MERCOSUR y CELAC.

En fin, todo esto define la hegemonía explotadora que puso en marcha el imperialismo estadounidense, y que muy bien puede estar señalando tanto el ocaso del imperio como el del capitalismo.

La Vèrdiere, Francia.


Fuente: IADE-ALAI, América Latina en Movimiento - 7 de mayo de 2013

Terror Económico: Dicen que Holanda acabará con el euro


Holanda, el país que hará estallar el euro

Matthew Lynn* / El Economista

¿Qué país de la eurozona está más endeudado? ¿Los griegos derrochadores, con sus generosas pensiones estatales? ¿Los chipriotas y sus bancos repletos de dinero sucio ruso? ¿Los españoles tocados por la recesión o los irlandeses en quiebra? Pues curiosamente son los holandeses sobrios y responsables.
La deuda de los consumidores en los Países Bajos ha alcanzado el 250% de la renta disponible y es una de las más altas del mundo. Como comparación, España nunca ha superado el 125%.
Holanda es uno de los países más endeudados del mundo. Está sumido en una recesión y demuestra pocos signos de salir de ella. La crisis del euro se lleva arrastrando tres años y hasta ahora sólo había infectado a los países periféricos de la moneda única. Holanda, sin embargo, es un miembro central tanto de la UE como del euro. Si no puede sobrevivir en la Eurozona, se habrá acabado todo.
El país ha sido siempre uno de los más prósperos y estables de Europa, además de uno de los mayores defensores de la UE. Fue miembro fundador de la unión y uno de los partidarios más entusiastas del lanzamiento de la moneda única. Con una economía rica, orientada a las exportaciones y un gran número de multinacionales de éxito, se suponía que tenía todas las de ganar con la creación de la economía única que nacería con la introducción satisfactoria del euro. En vez de eso, ha empezado a interpretar un guión tristemente conocido. Está estallando del mismo modo que Irlanda, Grecia y Portugal, salvo por una mecha algo más larga.

Burbuja inmobiliaria

Los tipos bajos de interés, que obedecen a los intereses de la economía alemana ante todo, y mucho capital barato han creado una burbuja inmobiliaria y la explosión de deuda. Desde el lanzamiento de la moneda única hasta el pico del mercado, el precio de la vivienda en Holanda se duplicó, convirtiéndolo en uno de los mercados más sobrecalentados del mundo. Ahora se ha estrellado estrepitosamente. Los precios de la vivienda caen con la misma velocidad que en Florida cuando el auge inmobiliario americano se marchitó.
Actualmente, los precios son un 16,6% más bajos que en lo más alto de la burbuja de 2008 y la asociación nacional de agentes inmobiliarios predice otra caída del 7% este año. A menos que haya comprado su casa en el siglo pasado, ahora valdrá menos de lo que pagó e incluso menos todavía de lo que pidió prestado por ella.
Por todo ello, los holandeses se hunden en un mar de deudas. Por encima del 250%, la deuda de los hogares es mayor aún que la de Irlanda, y 2,5 veces el nivel de la de Grecia. El Gobierno ya ha tenido que rescatar a un banco y, con unos precios de la vivienda en caída continua, lo más probable es que le sigan muchos más. Los bancos holandeses tienen 650.000 millones de euros pendientes en un sector inmobiliario que pierde valor a toda máquina. Si hay un dato demostrado sobre los mercados financieros es que cuando los mercados inmobiliarios se hunden, el sistema financiero no se hace esperar.

Profunda recesión

Las agencias de calificación crediticia (que no suelen ser las primeras en estar al tanto de los últimos acontecimientos) ya se empiezan a dar cuenta. En febrero, Fitch rebajó la calificación estable de la deuda holandesa, que sigue con su triple A, aunque sólo por los pelos. La agencia culpó a la caída de los precios de la vivienda, el aumento de la deuda estatal y la estabilidad del sistema bancario (la misma mezcla tóxica de otros países de la Eurozona afectados por la crisis).
La economía se ha hundido en una recesión. El desempleo aumenta y alcanza máximos de hace dos décadas. El total de parados se ha duplicado en sólo dos años y en marzo pasó del 7,7 al 8,1% (una tasa de aumento todavía más rápida que la de Chipre). El FMI predice que la economía encogerá un 0,5% en 2013, pero los pronósticos tienen la mala costumbre de pasarse de optimistas. El Gobierno incumple sus déficits presupuestarios pese a haber impuesto unas medidas severas de austeridad en octubre. Como otros países de la Eurozona, Holanda parece encerrada en un círculo vicioso de paro en aumento e ingresos fiscales en descenso, que conduce a todavía más austeridad e incluso más recortes y pérdida de empleo. Cuando un país se sube a ese tren, cuesta mucho salirse de él (sobre todo dentro de los confines del euro).
Hasta ahora, Holanda había sido el gran aliado de Alemania en la imposición de la austeridad por todo el continente como respuesta a los problemas de la moneda. Ahora que el bajón se agrava, el apoyo holandés a una receta sinfín de recortes y recesión (e incluso al euro) empezará a esfumarse.
Los demás colapsos de la Eurozona siempre han ocurrido en la periferia de la divisa. Eran países marginales y sus problemas se presentaban como accidentes, no como pruebas de los fallos sistémicos de la forma en que se armó la moneda. Los griegos gastaban demasiado. Los irlandeses dejaron que su mercado inmobiliario se descontrolase. Los italianos siempre tuvieron demasiada deuda para empezar. Para los holandeses no hay ninguna excusa: ellos obedecieron todas las reglas.
Desde el principio ha quedado claro que la crisis del euro llegaría a su fase terminal cuando alcanzase el centro. Muchos analistas suponían que sería Francia y, aunque Francia no está precisamente falta de problemas (el paro crece y el Gobierno hace todo lo que puede, restando competitividad a la economía), no deja de seguir siendo un país rico. Sus deudas serán altas pero no están fuera de control ni han empezado a amenazar la estabilidad del sistema bancario. Holanda está llegando a ese punto.
Tal vez hay que esperar un año más, quizá dos, pero la caída cobra ritmo y el sistema financiero pierde estabilidad cada día. Holanda será el primer país central en estallar y eso será demasiada crisis para el euro.
Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.
Fuente: Pajaro Rojo Blogspot

martes, 14 de mayo de 2013

El movimiento de la humanidad


 

 Por Ignacio Jawtuschenko

 La población mundial tiende cada vez más a migrar a las ciudades y a incrementar su movilidad. Para el año 2050 ocho de cada diez personas vivirán en espacios urbanos. En esta edición Futuro pone atención en la migratología, o la necesidad de que la ciencia estudie a la humanidad y sus desplazamientos.

Las migraciones son el hormigueo del mundo. Un hormigueo antiguo, como antigua es la búsqueda de valles de climas templados, donde abunda el agua y los suelos fértiles. Sabemos que los seres humanos ocuparon Africa hace 150 mil años, salieron de allí hace 70 mil años e ingresaron a Europa para luego colonizar Asia y Australia hace unos 40 mil. En América ingresaron hace 20 mil años, y ya 2 mil años atrás todas las islas del Pacífico estaban ocupadas. La Edad Media fue cruzada por tres procesos migratorios masivos: las invasiones bárbaras, la expansión del Islam y la formación del Imperio Bizantino. Entre 1800 y 1950 la gran emigración europea, relacionada con el éxodo rural, y las posguerras involucraron a unos 55 millones de europeos que emigraron hacia América y Australia.

Claro que la historia es una marea que no termina allí. Hace unos días, por caso, pudo saberse que sólo en 2012, 82 mil españoles abandonaron su país para buscar empleo en otras latitudes ante la crisis de ocupación que sufre España, cifra que representa un aumento de 5,5 por ciento en comparación con el 2011.

Las migraciones y sus derivas constituyen en la actualidad uno de los principales temas de las agendas internacionales, y seguirán siendo una constante de la humanidad. Detrás de todo poblamiento hay un recorrido que difícilmente se detiene. La condición migratoria, la procedencia, resuena (y siempre) en las identidades de los sujetos y en los imaginarios colectivos.

Cada vez más los demógrafos indagan en la relación de las poblaciones y el espacio, y en los conflictos de desigualdad territorial. Por ello dialogamos con Hervé Domenach, uno de los referentes mundiales en análisis demoespacial y evolución de usos del territorio. Domenach es director honorario del Instituto de Investigación para el Desarrollo I. R. D., profesor en el Instituto de Urbanismo y Planificación la Universidad Aix Marseille (Francia) y docente en el Doctorado en Demografía que la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) dicta en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

“En realidad –señala Domenach– el hecho migratorio está cambiando profundamente de naturaleza, y la ciencia debe sacar conclusiones de ello. Se está imponiendo gradualmente una aproximación más ‘migratológica’, inspirada en el contexto global de las mutaciones societales.”

La aparición de un vocabulario migratorio ilustra su evolución: “las minorías étnicas”, “las segundas generaciones”, “la asimilación abierta”, “la reemigración”, “el derecho a la diferencia”, “diásporas como factor de desarrollo” son ejemplos.

¿LA MOVILIDAD SUSTITUYE A LA MIGRACION?

¿Existe una ciencia de las migraciones? Al parecer el estudio de la migración no tiene hasta el momento una identidad académica fuerte y aparece más bien como un tema secundario. Los criterios de clasificación de la disciplina no han sido jamás muy claros y el fenómeno aparece, según el país, como un aspecto de la geografía, como un aspecto de la economía, o incluso como un subtema del tema población, este último parcialmente ligado a la sociología.

Para Domenach ha llegado el momento de renovar el estudio de las migraciones, o sea –literalmente– bregar por una “migratología”, que permita entender la modernidad migratoria según las mutaciones societales contemporáneas y la evolución consecuente de sus dos dimensiones analíticas fundamentales: “espacio-tiempo” y “flujos-stocks”.

No es una tarea trivial. En el actual contexto de crisis internacional, varios países consideran a los migrantes una amenaza a la seguridad de Estado.

Sin dudas, el trato que un país les da a sus migrantes es una prueba del modelo de sistema político que intenta construir. En la Argentina, según el Censo 2010, los inmigrantes representan el 4,5 por ciento de la población (1.805.957 personas). De ellas, las comunidades paraguaya, boliviana y, en menor medida, peruana, son las que muestran mayor vitalidad por su persistencia y crecimiento. Nunca en la historia vivieron en la Argentina tantos oriundos de países limítrofes, 3,1 por ciento del total. El 62,2 por ciento del total de extranjeros reside en el Area Metropolitana de Buenos Aires. Esta consolidación se explica por medidas fundantes como la nueva Ley de Migraciones N° 25.781 y el Plan Nacional de Normalización Migratoria “Patria Grande”, que desde el 2004 cambiaron el abordaje sobre la cuestión poniendo el foco en la integración del migrante a la sociedad, teniendo en cuenta sus derechos humanos. Tres de cada diez extranjeros llegaron al país entre 2002 y 2010.

Por otra parte los últimos datos censales indican que se revirtió la histórica tendencia decreciente de población extranjera, que venía en disminución desde el año 1914 (cuando llegó a representar el 29,9 por ciento del total de habitantes). La Argentina, junto a Brasil y Estados Unidos, son los mayores países receptores de la migración transatlántica de principios del siglo XX.

CAMBIOS DEMOGRAFICOS Y DESRURALIZACION

En todo el mundo cada día se producen 395 mil nacimientos y 170 mil muertes, o sea hay 225 mil habitantes suplementarios diarios. Alrededor de 6,7 millones de individuos suplementarios al mes y cerca de 81 millones suplementarios al año.

Los cambios demográficos presentan tres características fuertes: envejecimiento general de la población, urbanización creciente y desruralización.

Si bien la desruralización tiende a acelerarse (entre siete y ocho mil nuevos habitantes urbanos por hora, aproximadamente 180 mil al día y 65 millones al año), es un proceso de larga data. En el año 1800 sólo el 2 por ciento de la población mundial vivía en ciudades, unos 20 millones de habitantes. En 1900 era el 10 por ciento, unos 185 millones de personas. Y para el año 2007 la población urbana alcanzó el 50 por ciento de la población, más de 3300 millones de personas. Es decir que la mitad de la población del planeta se concentra en menos del 3 por ciento de la superficie emergida. Y para el 2050 el 80 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades, es decir, las ciudades deberán albergar unos 3 a 4 mil millones de habitantes más. En la Argentina, 9 de cada 10 viven en ciudades de más de 2 mil habitantes.

VAGAR SIEMPRE, NO ESTABLECERSE

Según una hipótesis media, la población mundial crecerá un 50 por ciento en los próximos 25 años, para pasar de 6 mil millones a 9 mil millones de habitantes. Y las nuevas líneas de investigación analizan ya su impacto sobre fenómenos como la transformación de los espacios rurales, la identidad cultural, las redes, las nacionalidades y las minorías étnicas.

La noción de movilidad (en el sentido de libertad de circular) torna cada vez más confuso el concepto de migración en su sentido clásico de cambio de residencia. De desplazamientos cotidianos a estadías de larga duración, de instalaciones momentáneas a otras más permanentes, la frontera entre la movilidad alternante y las migraciones temporales o definitivas se vuelve muy incierta.

La movilidad se ha acrecentado y si bien el factor migratorio cobra importancia y afecta a las sociedades en sus cimientos, y los migrantes internacionales podrían ascender a 405 millones en 2050, las herramientas de análisis no han evolucionado al mismo ritmo.

Frente a este panorama, una de las novedosas líneas de investigación se inclina por estudiar “biografías migratorias”, es decir la sucesión de acontecimientos migratorios, y su duración en la historia de los individuos. Desde esta perspectiva, la distancia es un parámetro secundario; el proceso migratorio comienza de hecho mucho antes que el desplazamiento físico, con la toma de conciencia por parte del individuo de un espacio ensanchado que le es accesible.


Página/12 - 4 de mayo de 2013

lunes, 13 de mayo de 2013

Ortodoxia contra pymes


Alfredo T. García

La Fundación Observatorio Pyme (FOP) ha producido recientemente un informe especial sobre “Acceso al crédito y crecimiento económico”. Todo aquel que se preocupe por la problemática de las pymes leerá este documento teniendo en cuenta los interesantes datos que ha procesado históricamente la FOP. Sin embargo, se encontrará con un material que tiene por principal objetivo criticar la política de asignación del crédito del Banco Central, en especial la Línea de Crédito para la Inversión Productiva (LCIP). Llama la atención que la herramienta más impactante que se ha instrumentado para crédito a pymes, por sus ventajosas condiciones de tasa y de plazo, además del destino de los fondos, sea tan duramente criticada.

El documento comienza haciendo un estricto análisis del bajo nivel de financiamiento en nuestro país en general, y para las pymes en particular. Establece que gran parte de esa deficiencia se debe principalmente a la escasez de depósitos derivada de la pérdida del peso como moneda de valor, y establece que su recuperación es una condición esencial para poder financiar a las pymes. Es decir, mayores depósitos para poder dar más crédito.

El análisis de cómo arriban a estas conclusiones puede descifrarse a partir de las razones que el Observatorio Pyme sustenta para tildar de ineficiente la orientación del crédito por parte del BCRA. Se abordará el tema citando párrafos del informe y reflexionando sobre ellos.

El informe aludido expresa que “La LCIP apunta a regular al mismo tiempo la cantidad y el precio del crédito dirigido hacia las PyME, y por esta razón no es compatible con un enfoque que apunte a la bancarización rentable de las PyME, estimulando la eficiente utilización de la asignación de los escasos depósitos nominados en pesos hacia los proyectos más productivos. Al impedir que los bancos puedan actuar con una política comercial de utilización de la tasa de interés de los préstamos de acuerdo con la rentabilidad y riesgo de cada proyecto de inversión presentado por las PyME, se limita el rol del sistema bancario como un seleccionador de los mejores proyectos productivos existentes en el país y a la búsqueda de financiamiento”.

La primera observación de esta frase es que aparece la preocupación por la dificultad de una “bancarización rentable de las pymes”, una cuestión que debe ponerse en discusión, puesto que no indican por qué la LCIP no es rentable. Es una aseveración que puede ser discutida. Si se analizan los costos bancarios surgirá que es rentable, aunque por supuesto menos que la obtenida con las tasas mucho más altas que los bancos cobran por esa supuesta eficiencia en la selección de riesgo y rentabilidad que propone la FOP. Sin embargo, hasta la existencia de la LCIP, en estos últimos años los depósitos crecieron significativamente y los bancos pudieron realizar la asignaciones entre riesgo y rentabilidad que desearon, pero ello no derivó en un mayor financiamiento a las pymes como el propio informe lo sustenta. Tampoco la experiencia parece avalar que el sector bancario argentino haya sido el mejor seleccionador de los mejores proyectos productivos existentes en el país. Si así fuera, sería interesante que la FOP respaldara con datos esta afirmación tan tajante.

El informe expresa también que “esta doble regulación, de cantidad y de precio, impulsó a los bancos a concentrar principalmente los esfuerzos de colocación del crédito entre sus propios clientes ya bancarizados, mejorando prioritariamente entre ellos la condición de acceso al crédito a mejores tasas. Sin embargo, a menos que los mejores proyectos de inversión existan sólo entre las pymes ya bancarizadas, el sistema bancario no estaría cumpliendo uno de sus roles claves en el desarrollo económico: seleccionar los mejores proyectos de inversión (aquellos cuya rentabilidad esperada es mayor)”.

Efectivamente, todavía queda mucho por avanzar para incorporar a muchas pymes como sujetos de crédito, pero ello no es una razón válida para criticar a la LCIP, que genera una gran oportunidad para las pymes que de otra forma no hubieran accedido a esos préstamos. Además, debe ponerse en cuestión la aseveración de que la mejor selección es de aquellos proyectos de inversión que producen una rentabilidad esperada mayor. Desde un punto de vista del desarrollo, los más elegibles deberían ser aquellos con una rentabilidad suficiente para ser sustentables y que produzcan la mayor generación de empleo. Por ejemplo, el movimiento cooperativo se caracteriza por no perseguir altas tasas de rentabilidad y precisamente por ello resulta altamente eficiente en la solución de gran cantidad de problemas productivos. Tema que ha sido reconocido por la ONU al nombrar al 2012 como el Año de las Cooperativas bajo el lema “las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor”.

En Acceso al Crédito, la FOP subraya que “además del problema de la pérdida la eficiencia del sistema bancario (que provoca esta doble regulación), existe un problema de eficacia de la misma para solucionar la demanda insatisfecha de crédito bancario de las PyME. Las estadísticas del BCRA sobre el resultado de esta regulación indican que los bancos han logrado cumplir con la doble regulación, es decir, han logrado colocar el 5 por ciento de sus depósitos a una tasa del 15 por ciento entre las empresas, lo cual es de alguna manera un indicador de la magnitud de la demanda de crédito insatisfecha de esta economía”.

No obstante, a renglón seguido reconocen que los bancos sobrepasaron en más de 1500 millones de pesos el cupo original. Para la Fundación, la LCPI es ineficiente porque no logró agotar toda la demanda: no parece un razonamiento de peso para criticar la línea de crédito del Central. Más adelante se habla de las pymes industriales, y el informe estima que recibieron 2250 millones de pesos en créditos productivos, pero que aún quedan 5000 millones de pesos de demanda insatisfecha por parte de las pymes industriales “no suficientemente bancarizadas”. El informe no tiene en cuenta la extensión de la LCPI al primer trimestre de 2013, que al menos colocaría unos 2500 millones de pesos en las pymes industriales, siguiendo similar método de estimación al utilizado. Incluso, muchas pymes podrían pasar a ser “suficientemente bancarizadas” debido a la necesidad de los bancos de colocar nuevos préstamos hacia el sector, que los hará ser más receptivos a las modalidades de las pymes.

La FOP reconoce que la disminución del Efectivo Mínimo exigible por el BCRA sobre los créditos otorgados a PyME “es acertada y compatible con el objetivo de bancarizar de forma rentable a las pymes”, un criterio llamativo para evaluar tan importante política.

Cabe observar las siete menciones positivas a la “bancarización rentable” de las pymes en el transcurso del informe sobre acceso al crédito, así como la gran cantidad de oportunidades en que se menciona negativamente a la “doble regulación” (costo y volumen) que implica la LCPI.

Se coloca a la inflación como el gran problema para el financiamiento pyme. Sin duda que cuanto menor sea la inflación la economía funcionará mejor, siempre que este menor crecimiento de los precios no se consiga a costa del enfriamiento de la economía y de la reducción de los salarios e incluso del empleo. Pero llama la atención que el informe de la Fundación Observatorio Pyme no tenga en cuenta que ese nivel inflacionario es el que hace que las tasas de la LCIP sean altamente atractivas y beneficiosas para las pymes. Tampoco existe crítica u observación alguna al escaso interés que han demostrado los bancos en otorgar créditos a las pymes en estos años de gran crecimiento de la economía, del sistema financiero y de la rentabilidad de sus entidades.

En definitiva, el texto aboga por una total liberalización de las condiciones de crédito, adhiriendo a la más estricta doctrina ortodoxa, un enfoque que se ha puesto en discusión a partir del estallido de la crisis financiera internacional, y que esconde un elevado rechazo a las políticas de direccionamiento del crédito y, por lo tanto, a la última modificación de la Carta Orgánica del Banco Central. Una Carta Orgánica que faculta a la autoridad monetaria a utilizar políticas de fomento para las pymes, para que consigan mayores plazos y menores tasas, que es lo que logra la LCIP. A partir de estas observaciones, puede concluirse que el informe de la Fundación Observatorio Pyme posee un enfoque muy peculiar sobre el financiamiento a las pymes


Suplemento CASH de Página/12 - 5 de mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre la corrupción


 


 

 El periodista y columnista de 678 escribió una nota de opinión en la que señala a “los poderes mediáticos dominantes” de “pudrir e impurificar el ambiente” político. Leé el texto completo.

El periodista y columnista de 678 Orlando Barone escribió una columna en Diario Registrado sobre la corrupción en la politica. Bajo el título “Corrupción corrupta”, sostuvo que “los abanderados de la anticorrupción tienen el culo sucio corrompido y corrompen el sentido de esa palabra, dotándola de un hedor antipolítico”. Y lanzó: “Fácil de decir, de inventar y de derramar, la histeria anticorrupción es una obscenidad ideológica disimulada de retórica ética”.

A continuación, el texto completo de “Corrupción corrupta”:

Corrupción significa eso que se sabe, aunque no se sepa nada de etimología, lingüística, lexicología ni de semiótica. Los abanderados de la anticorrupción tienen el culo sucio corrompido y corrompen el sentido de esa palabra, dotándola de un hedor antipolítico. Es la forma banal más influyente para erosionar y voltear gobiernos populares, no adecuados al mapa de negocios globales establecidos.
“Corrupción”-y se copia aquí la enciclopedia sin incluir las clásicas significaciones sexuales- es: “Descomponer, cambiar la naturaleza de una cosa volviéndola mala. Pudrir, impurificar el ambiente.. Quebrantar la moral de la administración pública o de los funcionarios. Hacer con dádivas que un juez o un empleado obren indebidamente. Cohechar, sobornar, traficar. Hacer moralmente malas a las personas o las cosas…”

¿Pero quién- el Gobierno o los poderes mediáticos dominantes descompone la naturaleza de una cosa volviéndola mala? ¿Quién, el Gobierno o los de lengua fácil y medios poderosos pueden pudrir e impurificar el ambiente?¿Quién, el Gobierno o las difamaciones opositoras quebranta la moral de la administración pública o de los funcionarios? ¿Quién, el Gobierno o las corporaciones destituyentes, consiguen mediante dádivas que un juez o un empleado judicial obren torcidamente? ¿Quién el Gobierno o los opositores corrompen las políticas de inclusión y sociales de la patria y manifiestan deseos de detenerlas y cambiarlas por lo contrario? ¿Quién el Gobierno o sus contrarios corrompen el diálogo parlamentario con consignas de odio incubadas en la fantasía de que enfrentan a una dictadura? ¿Quién, el Gobierno o los conspiradores pugnan por corromper el ánimo con el miasma del desánimo? ¿Quién, el Gobierno o quienes quieren el desgobierno corrompen su naturaleza sudamericana en pro de antiguas y futuras sumisiones a las bancas mundiales? ¿La corrupción es estatal o es opositora, es gubernamental o corporativa, es de los argentinos con memoria o es de los argentinos voluntariamente desmemoriados? Si no lo sabe, cante.
Palabra –corrupción- usada contra la política por los Medios dominantes como arma de destrucción masiva. La lanzan sin o con el prefijo “anti” y no importa si al caer y detonar causa daños colaterales sin retorno. Ni si la democracia se rompe o se fractura o se somete y vacía. Su efecto no necesita pruebas inmediatas, aunque su destinatario es inmediatamente víctima y deja de ser inocente desde el momento de la denuncia. No sepulten tan brutal y apuradamente a Lázaro, para que arrastre al fondo a Néstor Kirchner, porque en la Biblia resucita desde hace dos mil años. El simbolismo bíblico vale habiendo por ahí tan diligentes crucificadores y sepultureros de rating fácil. Cunde la moda de denunciadores, denunciantes, y denunciópatas extraordinariamente pagos por sobar corruptamente corrupciones abstractas desde tribunas de corrupción concretas.

Fácil de decir, de inventar y de derramar, la histeria anticorrupción es una obscenidad ideológica disimulada de retórica ética. Y es paradójicamente denunciada por los corruptos impotentes políticos. Los mismos que ante el espejo histórico y derrotista que los refleja no quieren verse. Porque ese espejo duplica sus vergüenzas. Las verifica. También las verifican las urnas.
FUENTE