Fuente:Página/12
infografia: Frente Cívico y Social Santa Fe. Diputado Carlos del Frade
La
serenidad y naturalidad del Presidente ante las cámaras cada vez que
anuncia la prolongación y características de la cuarentena son para
admirar. Prácticamente dejan sin argumentos a los "miserables" y sus apoyadores, inconscientes la mayoría, y a los charlatanes de la telebasura. Pero por eso mismo el panorama nacional dista de serenarse, y, al contrario, se recalienta semana a semana. Lo que es harto peligroso y aconseja reflexionar diversas cuestiones.
Una es obvia: los multimillonarios argentinos son
relativamente pocos, pero necios y duros de entendederas porque sólo
"piensan" con el bolsillo, están enfermos de tacañería y egoísmo, y
tienen nulo sentido social. Su accionar es siempre engañoso, incluso
para acompañar en alguna foto al Presidente. Y sus fortunas no
reconocen límites a la ambición de multiplicarse eludiendo impuestos,
que es lo que siempre han hecho.
Otra
cuestión es el papel de los mentimedios y la telebasura, que ya sabemos
que es intrínsecamente miserable porque cada paso tenue o moderado que
dan, o en apariencia "amistoso", es para enseguida apretar con infundios
y editorializaciones incendiarias.
Un tercer punto a reflexionar es el campo propio, y esta columna ya lo ha señalado: los
equipos de prensa y difusión, así como los asesores de la Presidencia
deberían ejercer un rol activo –y para nada silencioso– en defensa de
las posiciones del Estado, que hoy encarnan Alberto y Cristina.
Información verdadera y comprobable son armas seguras para enfrentar a
la canalla infomediática, y de paso así se protegería la imagen
presidencial, ya que por muy sereno y firme que sea Alberto da un poco
de fastidio verlo cada tanto a la defensiva. Son sus adláteres los que
deben enfrentar la basura, y no él solo o algunos pocos medios y
periodistas que lo apuntalan día a día y parecen ser los únicos
encargados de desmentir, aclarar, discutir y explicar. Sobre todo porque
no son "errores" de los mentimedios, sino campañas perfectamente
orquestadas.
Y un cuarto aspecto es la urgencia de dar la
batalla ideológica, que el gobierno no está dando, mientras sí la dan
todos los días y a toda hora los enemigos (que no adversarios, porque
sin eufemismo los "miserables" son enemigos de la democracia, la paz, la
igualdad y la soberanía). Ellos sí libran esa batalla, porque es su
razón de ser dado que es la única manera que tienen de eternizar
explotación y dominación. Ahí está como ejemplo el bluf de la
"liberación masiva de presos".
Esa batalla, sin dudas, es la
decisiva. Porque se juega en el terreno de la gente, los seres humanos
de a pie, los sin trabajo y sin tierra, los millones de jodidos en la
marginalidad, por un lado, y por el otro los clasemedieros de poca alma y
ninguna cabeza, sea que se creyeron el cuento de la superioridad sobre
negros, indios y extranjeros, o sea que se tragaron el cuento
"aspiracional" que les hace creer que pertenecen adonde nunca
pertenecerán. Sobre este campo de juego, y de fuego, que es el país
todo, es necesario y urgente que el gobierno y los millones que lo
votamos y apoyamos hagamos militancia cívica, social y pacífica.
Absurdamente apoyados por muchos, pero muchos, ciudadan@s
engañados e ingenuos –que no inocentes–, los "miserables" delinean y se
aprovechan de un panorama abstruso en el que gruesas porciones de las
explotadas clases baja y media avalan estúpidamente a los ricos, sus
explotadores. Irracionales y gorilizados, expresan a ciertas clases
medias urbanas, sobre todo porteñas y cordobesas, en coincidencia con
lumpemproletarios como esos tractoristas y peones que muestra la tele en
cada pretendido "paro del campo". Seres, en realidad, que representan
la colonización a que fueron sometidos por miserables minorías
décimonónicas.
Somos much@s quienes pensamos estas cosas, y quizás
habría que subrayar que sobre todo quienes vivimos en provincias y
tenemos, diríase, cierta distancia objetiva para observar fenómenos que
se repiten. Por caso, que en los últimos 40 o 50 años el peronismo en el
gobierno es siempre el que cuida las formas y procede con mesura, como
para no ser atacado por lo que igualmente siempre será descalificado:
por autoritario, demagógico y antirepublicano. Lo que no sólo no es
cierto, sino que además dificulta la gobernabilidad y obliga a proceder
casi siempre a la defensiva, mediática, parlamentaria y fácticamente.
Y
eso mientras los supuestamente republicanos, elegantes y finos
productos de la (mala) educación privada, son los que sí proceden y
gobiernan autoritariamente. Campeones del DNU y de atropellos a la
democracia, sin ir muy lejos en el gobierno de Macri agrandaron la Corte
Suprema por decreto, liquidaron y se afanaron empresas públicas,
ejercieron censura mediática, asfixiaron a Aerolíneas Argentinas,
entregaron el río Paraná a las multinacionales agroexportadoras, se
repartieron los peajes entre amigos, no hicieron una sola autopista,
hospital ni escuela, se llevaron carradas de dólares al extranjero,
entregaron el oro del Banco Central y encima ahora la van de fiscales
del gobierno popular.
Los límites, en política, siempre son odiosos. Pero peores
son los que te imponen los adversarios a los que derrotaste en las
urnas. Por eso, parece imperativo no retroceder ni un milímetro y pasar a la ofensiva. Que somos muchos más que ellos, y somos mejores, y encima están con miedo hasta las verijas.
Gracias
a su extraordinaria imagen positiva, nuestro Presidente ha construido
poder, y ése es un crédito valiosísimo. Pero acaso todavía simbólico,
con todo lo que vale. Quizás esté empezando a ser tiempo de tomar
medidas estratégicas, como reformar de una vez la ley de entidades
financieras y restablecer algunos artículos de la ley de medios. Y
también restablecer las juntas nacionales de granos y carnes como acaba
de proponer la senadora rionegrina Silvina García Larraburu, en aras de
crear empresas alimenticias estatales, que fijen precios de referencia.
Más
allá de los aciertos sanitarios, hay que hacerle sentir al gobierno que
tendrá seguro y macizo apoyo toda política oficial en defensa de los
intereses populares.
En política el equilibrio siempre recibe
aplausos, es cierto, pero las caídas son estrepitosas y rompen todo. En la
historia de la Argentina nacional y popular sobran ejemplos. Pero nuestro
pueblo ya no quiere ni merece semejante destino.
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