LARGO RODEO INICIAL
Cuando originalmente escribí este breve texto, intentaba la "puesta en acto" de conocimientos teóricos adquiridos en épocas dictatoriales en parte en el ámbito universitario, pero mayoritariamente en variados grupos de estudio por fuera del espacio académico, grupos de lecturas y reflexión, con debates teóricos y políticos de enorme interés y significación, por lo menos para mí .
El que más recuerdo y el que nos influyó definitivamente a todos los que participamos era “el grupo de Raúl” de orientación epistemológica , donde el eje vertebrador del estudio y las reflexiones grupales eran los textos de Louis Althusser y su pandilla (Badiou, Ranciere, Poulantzas, Balibar, etc.), incluidos entre otros invitados especiales obviamente Bachelard, Levi Strauss, Lacan, Koyré, Derrida, y menos, bastante menos, Foucault.
Eran los años de la lucha entre “ciencia e ideología” sujetos al mandato de hierro de lograr formalizar lo más posible el conocimiento regional correspondiente a las denominadas “ciencias sociales” - paparruchadas burguesas - bajo el paradigma del no menos famoso “materialismo histórico”, la pretenciosa “ciencia de la historia” en su versión althusseriana, donde a pesar de los intentos retóricos del viejo Louis, las referencias a las clases y la famosa “lucha de clases” había perdido centralidad o simplemente había desaparecido de la mano del concepto de “estructura” que, en rigor, era el dominante y resultaba, debe admitirse, algo bastante parecido a una combinatoria matemática.
“Una mañana bastante temprano, me llaman a la puerta de la Ecole. Era Lacan irreconocible en un estado atroz. Apenas me atrevo a contar lo que pasó. Venía para “anunciarme antes que me enterara por rumores que le implicaban personalmente a él, Lacan”, el suicidio de Lucien Sebag a quien él analizaba, pero cuyo análisis había tenido que abandonar porque él, Lacan, se había enamorado de Judith, la hija de Sebag. Me dice que acababa de hacer la “ronda de Paris” para explicar la situación a todos los que pudo encontrar a fin de terminar de cortar de raíz todas las “acusaciones de asesinato, mala praxis o negligencia de su parte”.
Totalmente enloquecido me explica que no podía mantener a Sebag bajo análisis después que se enamorara de su hija, que “por razones técnicas era imposible”. Me cuenta que no obstante no había dejado de ver a Sebag durante todo este tiempo…y que le aseguró (a Sebag) que respondería a su llamada a no importaba que hora, “porque tenía un Mercedes súper rápido”. No obstante Sebag se disparó una bala en la cabeza a media noche y después consiguió rematarse con una segunda hacia las tres de la madrugada.
Confieso que no supe que decirle. No obstante quería preguntar si no hubiera, él Lacan, podido “intervenir” para poner a Sebag a salvo, haciéndole hospitalizar. En cualquier caso ni una palabra sobre la protección de una hospitalización.
Me habría respondido quizá que no estaba en la “regla analítica”. Cuando se fue seguía temblando constantemente. Me dejó a primera hora de la mañana para seguir su ronda de explicaciones. A menudo me pregunté que hubiera hecho Lacan en mi propio “caso” si hubiera sido yo uno de sus pacientes y el Lacan me hubiera dejado sin protección (yo quería matarme constantemente) para no infringir la menor “regla analítica”.
Mi analista actual, en otros tiempos había sido el mejor discípulo de Lacan, pero lo había dejado cuando se dio cuenta de que, lo cito textualmente: “Lacan era absolutamente incapaz de escuchar a los demás”. Me preguntaba también que habría hecho de Hélene, siempre en función de las famosas “reglas” que no estuvieron jamás en el espíritu de Freud ni de sus sucesores, de los imperativos sin recurso, simples “reglas” técnicas generales, entendidas así por este mismo Lacan que en su momento había aceptado en análisis a muchas mujeres de mis antiguos alumnos, también pacientes suyos, como me lo dijo él mismo en nuestro primer encuentro. Aquél incidente vertió sobre mi extrañas visiones sobre las terribles condiciones del análisis y sus famosas “reglas”.
A propósito, vuelvo sobre el tema inicial, Raúl Cerdeiras, a esta altura de la velada, merece un reconocimiento de igual magnitud que el que mereció y nunca tuvo Mauricio Malamud, que en los años sesenta introdujo el pensamiento de Althusser en Argentina y sobre quien Tomás Abraham precisara: “Era la década del setenta. El clima revolucionario era denso y masivo. Malamud daba clases, fue amenazado, sus hijos capturados y asesinados, y, luego de un exilio en Méjico, volvió a la Argentina en tiempos de Alfonsín, deambuló por la ciudad, durmió a la intemperie en plazas, y murió en la absoluta soledad. Publicó una entrevista que le hizo a Martha Harneker, una althusseriana chilena, y escribió un breve ensayo sobre Althusser” (2)
El artículo que sigue entonces, escrito al calor de una polémica con un artículo de Álvaro Abòs publicado en 1984 en la hoy emblemática revista Unidos (polémica que sólo estuvo en mi cabeza puesto que Álvaro creo, nunca se enteró de nada) pretende ser una revisión breve de las distintas etapas del pensamiento althusseriano y, obviamente un sencillo homenaje al maestro.
Cuando originalmente escribí este breve texto, intentaba la "puesta en acto" de conocimientos teóricos adquiridos en épocas dictatoriales en parte en el ámbito universitario, pero mayoritariamente en variados grupos de estudio por fuera del espacio académico, grupos de lecturas y reflexión, con debates teóricos y políticos de enorme interés y significación, por lo menos para mí .
El que más recuerdo y el que nos influyó definitivamente a todos los que participamos era “el grupo de Raúl” de orientación epistemológica , donde el eje vertebrador del estudio y las reflexiones grupales eran los textos de Louis Althusser y su pandilla (Badiou, Ranciere, Poulantzas, Balibar, etc.), incluidos entre otros invitados especiales obviamente Bachelard, Levi Strauss, Lacan, Koyré, Derrida, y menos, bastante menos, Foucault.
Eran los años de la lucha entre “ciencia e ideología” sujetos al mandato de hierro de lograr formalizar lo más posible el conocimiento regional correspondiente a las denominadas “ciencias sociales” - paparruchadas burguesas - bajo el paradigma del no menos famoso “materialismo histórico”, la pretenciosa “ciencia de la historia” en su versión althusseriana, donde a pesar de los intentos retóricos del viejo Louis, las referencias a las clases y la famosa “lucha de clases” había perdido centralidad o simplemente había desaparecido de la mano del concepto de “estructura” que, en rigor, era el dominante y resultaba, debe admitirse, algo bastante parecido a una combinatoria matemática.
De paso a nosotros este
desplazamiento de la problemática de las clases nos venía al pelo,
porque afuera estaban los milicos persiguiéndolo todo. En fin altri tempi,
lo cierto es que hoy, en líneas generales, estas pretensiones
formalistas soportadas en bellas certezas teóricas mueven a risas
discretas o carcajadas según el auditorio. La mano formalista en
ciencias sociales, otrora empresa prestigiosa devino en tal cachivache
que la más reciente cita de Lacan se la leí a Jorge Fontevecchia ,
quién en media carilla apilaba al viejo Jaques junto a otra docena de
citas de personajes célebres, e intentaba explicar porqué el diario
Perfil vendía ya 60.000 ejemplares, o algo así.
Anteriormente a esta
notable rareza, la última referencia que había tenido del gran
analizador francés correspondía al mismo Althusser cuando en su texto
póstumo, autobiográfico, sanguinario y entonces muy bello El porvenir es largo pintaba más extensamente a un Lacan con menos cualidades consagratorias. Decía el gran Argelino:
“Una mañana bastante temprano, me llaman a la puerta de la Ecole. Era Lacan irreconocible en un estado atroz. Apenas me atrevo a contar lo que pasó. Venía para “anunciarme antes que me enterara por rumores que le implicaban personalmente a él, Lacan”, el suicidio de Lucien Sebag a quien él analizaba, pero cuyo análisis había tenido que abandonar porque él, Lacan, se había enamorado de Judith, la hija de Sebag. Me dice que acababa de hacer la “ronda de Paris” para explicar la situación a todos los que pudo encontrar a fin de terminar de cortar de raíz todas las “acusaciones de asesinato, mala praxis o negligencia de su parte”.
Totalmente enloquecido me explica que no podía mantener a Sebag bajo análisis después que se enamorara de su hija, que “por razones técnicas era imposible”. Me cuenta que no obstante no había dejado de ver a Sebag durante todo este tiempo…y que le aseguró (a Sebag) que respondería a su llamada a no importaba que hora, “porque tenía un Mercedes súper rápido”. No obstante Sebag se disparó una bala en la cabeza a media noche y después consiguió rematarse con una segunda hacia las tres de la madrugada.
Confieso que no supe que decirle. No obstante quería preguntar si no hubiera, él Lacan, podido “intervenir” para poner a Sebag a salvo, haciéndole hospitalizar. En cualquier caso ni una palabra sobre la protección de una hospitalización.
Me habría respondido quizá que no estaba en la “regla analítica”. Cuando se fue seguía temblando constantemente. Me dejó a primera hora de la mañana para seguir su ronda de explicaciones. A menudo me pregunté que hubiera hecho Lacan en mi propio “caso” si hubiera sido yo uno de sus pacientes y el Lacan me hubiera dejado sin protección (yo quería matarme constantemente) para no infringir la menor “regla analítica”.
Mi analista actual, en otros tiempos había sido el mejor discípulo de Lacan, pero lo había dejado cuando se dio cuenta de que, lo cito textualmente: “Lacan era absolutamente incapaz de escuchar a los demás”. Me preguntaba también que habría hecho de Hélene, siempre en función de las famosas “reglas” que no estuvieron jamás en el espíritu de Freud ni de sus sucesores, de los imperativos sin recurso, simples “reglas” técnicas generales, entendidas así por este mismo Lacan que en su momento había aceptado en análisis a muchas mujeres de mis antiguos alumnos, también pacientes suyos, como me lo dijo él mismo en nuestro primer encuentro. Aquél incidente vertió sobre mi extrañas visiones sobre las terribles condiciones del análisis y sus famosas “reglas”.
Que se me perdone si es
posible por haber contado fielmente esta fábula....pero en esta ocasión
la fábula devino en una tragedia, no solo para Sebag, sino en especial
para Lacan, que solo tenía entonces como preocupación manifiesta su
reputación personal y el escándalo que se cerniría sobre su persona”.(1)
Confieso ahora yo que la cita de Fontevecchia también vertió sobre mi “extrañas visiones” sobre cómo el terrible significante ya plenamente vacío Lacan y con él toda una época teórica va encontrando su lugar “otro” en este mundo global. Pero en fin, luego de este (muy) largo rodeo iniciático e inicial, volvamos al primer estudio de este texto. Originalmente se publicó en el año 1990 en el suplemento cultural del ya desaparecido matutino “La Voz” que dirigía Oscar Taffetani y luego se incluyó en el Nº1 de Acontecimiento, Revista para pensar la política, que dirige Raúl Cerdeiras, lo que supuso y supone hoy un gran honor para mí porque la revista es muy prestigiosa y aún hoy viene con toda la ferretería post althusseriana y eso me encanta y además y fundamentalmente , porque Raúl fue quién nos enseñó utilizando como tragger teórico al propio Althusser, la denominada “lectura sintomal”, o más sencillamente aquello que en ciencias sociales al menos, intenta responder a la inocente pregunta: ¿Qué es leer?.
Confieso ahora yo que la cita de Fontevecchia también vertió sobre mi “extrañas visiones” sobre cómo el terrible significante ya plenamente vacío Lacan y con él toda una época teórica va encontrando su lugar “otro” en este mundo global. Pero en fin, luego de este (muy) largo rodeo iniciático e inicial, volvamos al primer estudio de este texto. Originalmente se publicó en el año 1990 en el suplemento cultural del ya desaparecido matutino “La Voz” que dirigía Oscar Taffetani y luego se incluyó en el Nº1 de Acontecimiento, Revista para pensar la política, que dirige Raúl Cerdeiras, lo que supuso y supone hoy un gran honor para mí porque la revista es muy prestigiosa y aún hoy viene con toda la ferretería post althusseriana y eso me encanta y además y fundamentalmente , porque Raúl fue quién nos enseñó utilizando como tragger teórico al propio Althusser, la denominada “lectura sintomal”, o más sencillamente aquello que en ciencias sociales al menos, intenta responder a la inocente pregunta: ¿Qué es leer?.
A propósito, vuelvo sobre el tema inicial, Raúl Cerdeiras, a esta altura de la velada, merece un reconocimiento de igual magnitud que el que mereció y nunca tuvo Mauricio Malamud, que en los años sesenta introdujo el pensamiento de Althusser en Argentina y sobre quien Tomás Abraham precisara: “Era la década del setenta. El clima revolucionario era denso y masivo. Malamud daba clases, fue amenazado, sus hijos capturados y asesinados, y, luego de un exilio en Méjico, volvió a la Argentina en tiempos de Alfonsín, deambuló por la ciudad, durmió a la intemperie en plazas, y murió en la absoluta soledad. Publicó una entrevista que le hizo a Martha Harneker, una althusseriana chilena, y escribió un breve ensayo sobre Althusser” (2)
El artículo que sigue entonces, escrito al calor de una polémica con un artículo de Álvaro Abòs publicado en 1984 en la hoy emblemática revista Unidos (polémica que sólo estuvo en mi cabeza puesto que Álvaro creo, nunca se enteró de nada) pretende ser una revisión breve de las distintas etapas del pensamiento althusseriano y, obviamente un sencillo homenaje al maestro.
"Jamás pude alcanzar la transparencia.
Entonces he practicado como Mallarmè, como Heidegger,
el obscurum per obscurius. A lo oscuro por lo más oscuro.”
LouisAlthusser
“Las
puertas del manicomio judicial se cerraban sobre Louis Althusser,
víctima de un ataque de demencia criminal…certificando simbólicamente el
agotamiento del marxismo como proveedor de diagnósticos y/o recetas
para la transformación del mundo.”
Álvaro Abos
Corría el año 1984 cuando, desde las páginas de la revista Unidos, un multifacético y sobre todo sutil Álvaro
Abós sugería asociar el drama personalisimo (3) que envolvió a Louis
Althusser en noviembre de 1980, con la definitiva caducidad de la teoría
marxista . Algo así como “¿Ven como terminan, simbólicamente
hablando?”.
La demoníaca tríada marxismo/crimen/locura que se apoderara del cuerpo y alma del filósofo argelino, venía a “certificar” la clausura teórica de las paparruchadas bolcheviques.
La demoníaca tríada marxismo/crimen/locura que se apoderara del cuerpo y alma del filósofo argelino, venía a “certificar” la clausura teórica de las paparruchadas bolcheviques.
Convengamos en que el
dispositivo construido para decretar los funerales del marxismo es
globalmente desafortunado. Apelar a dramas biográficos para demostrar
“simbólicamente” la inviabilidad de cualquier cosa, es un elemental
ejercicio de “terrorismo lógico”… simbólicamente hablando, claro, Ahora
bien, si el mecanismo elegido resulta en general módico, al haberlo
descargado –y con sagrada furia- sobre el cuerpo del “
demente-criminal”, ofrece un beneficio adicional: la confesión
descarnada del des-conocimiento absoluto de los textos del reo de
“manicomio judicial”.
No hay en esto
originalidad alguna. Sobre los textos de Althusser suele sobrevolar el
criollo fantasma solo reservado a los “más grandes”: la apropiación
imaginaria de sus textos mediante una impúdica, escuálida, económica
escaramuza verbal consistente en nombrarlos. Mal elegida esta vez la
presa.
Si sobre algún teórico de posición marxista el improvisado crítico no debía desparramar sus pretensiones de hermeneuta de Villa Martelli, si había tan sólo uno que resistiría el cachiporrazo “simbólico”, ese era Louis Althusser. Aproximarse a sus textos, aún hoy, inutiliza cualquier intento por encontrar algo así como un filosofar empecinado, o como quiera llamársele, al incómodo lugar que todo discurso “superado” debe ocupar frente a “unas realidades” que los desbordan, echan centro atrás y ,al fin, golean a las “categorías amadas”, obligadas a “morder el polvo de la derrota”.
Si sobre algún teórico de posición marxista el improvisado crítico no debía desparramar sus pretensiones de hermeneuta de Villa Martelli, si había tan sólo uno que resistiría el cachiporrazo “simbólico”, ese era Louis Althusser. Aproximarse a sus textos, aún hoy, inutiliza cualquier intento por encontrar algo así como un filosofar empecinado, o como quiera llamársele, al incómodo lugar que todo discurso “superado” debe ocupar frente a “unas realidades” que los desbordan, echan centro atrás y ,al fin, golean a las “categorías amadas”, obligadas a “morder el polvo de la derrota”.
Por el contrario, en el
centro de las reflexiones del último Althusser estaba ya claramente
instalada la problemática de la crisis teórica del marxismo. En modo
alguno los textos althusserianos emprenden una suerte de “resistencia
proletaria” frente a la colosal ofensiva ideológica burguesa de la
“crisis”. Aun más, quienes al menos sobrevolaron el pensamiento
althusseriano desde sus comienzos, convendrán, sin mayores esfuerzos, en
que cada una de las etapas de su desarrollo fueron coronadas por tesis
tan sugerentes como heréticas para la siesta teórica de los marxistas
europeos de posguerra. Veamos esto más detenidamente.
LOS TIEMPOS DE ALTHUSSER
LOS TIEMPOS DE ALTHUSSER
En su primera etapa de llegada a la teoría marxista (1965-72), de fuertes contenidos epistemológicos, Althusser propuso por lo menos tres tesis fundamentales, incluso para toda discusión teórica actual, acerca de las posibilidades de “pensar” la práctica política:
1. Las tesis de antihumanismo teórico:
Señalando en la categoría hombre su esterilidad comprensiva e incluso
la inscripción filosófica y la política al interior de los discursos
ideológicos burgueses desde el último cuarto del siglo XVIII: “La
palabra Hombre es tan sólo una palabra, pero el lugar que ocupa y la
función que cumple en la ideología y filosofía burguesa le confieren su
sentido” (4) Cabe aclarar que otro gran filósofo francés, contemporáneo
de Althusser, desarrolló también tesis antihumanistas, aunque en otra
perspectiva: “ El humanismo es la gran perversión de todos los saberes,
conocimientos y experiencias contemporáneas. Debemos liberarnos del
humanismo como en el siglo XVI se liberaron del pensamiento medieval.
Nuestra Edad Media es el humanismo”.(5)
2. Las tesis antihistoricistas: Donde Althusser rescata la especificidad de los diferentes discursos portadores de Objeto de conocimiento –luego objetivos- respeto del “gran relato histórico”. Al mismo tiempo, contrario sensu, comienza a acotar la eficacia teórica del discurso marxista, obturando en principio su pretensión filosófica de “explicarlo todo” en nombre de la “dialéctica del proceso histórico”: “En mis ensayos he citado a Spinoza: “El concepto de perro no muerde. El conocimiento de la historia no es “histórico”, es decir los conceptos teóricos que permiten el conocimiento de la historia no están sujetos al relativismo histórico” (6) Más adelante veremos qué piensa Althusser dos décadas después acerca del “conocimiento de la historia” y su relación con la teoría marxista.
2. Las tesis antihistoricistas: Donde Althusser rescata la especificidad de los diferentes discursos portadores de Objeto de conocimiento –luego objetivos- respeto del “gran relato histórico”. Al mismo tiempo, contrario sensu, comienza a acotar la eficacia teórica del discurso marxista, obturando en principio su pretensión filosófica de “explicarlo todo” en nombre de la “dialéctica del proceso histórico”: “En mis ensayos he citado a Spinoza: “El concepto de perro no muerde. El conocimiento de la historia no es “histórico”, es decir los conceptos teóricos que permiten el conocimiento de la historia no están sujetos al relativismo histórico” (6) Más adelante veremos qué piensa Althusser dos décadas después acerca del “conocimiento de la historia” y su relación con la teoría marxista.
3. Las tesis antimetafísicas: la escandalosa afirmación althusseriana:
“La historia es un proceso sin sujeto ni fin/ es” (7) Tesis repudiada por los pensadores trotskistas urbi et orbi y particularmente los británicos –herederos de John Lewis- que aún se persignan frente a la herejía althusseriana. Tal el caso del Dr. Perry- Mason-Anderson, aún en detectivesca búsqueda del “sujeto-perdido” en los interminables laberintos de “desviaciones” del marxismo occidental: el gran sujeto proletario, obvio.
Durante la segunda etapa
de permanencia teórica marxista (1972-1976), Althusser sacudirá
nuevamente la coyuntura teórica de aquel tiempo por lo menos con dos
tesis extrañas al pensamiento marxista tradicional. La primera diseñada
en los márgenes del discurso que, como se sabe, era “retórica burguesa”
para los aparatos culturales de los PC europeos y particularmente el
PCF, del que el filósofo fue tan pertinaz miembro como disidente.
a) La tesis de los mecanismos de interpelación ideológica: “La ideología interpela a los individuos como sujetos” (8). Tesis que reconstruye la idea de sujeto “autocentrado” sin naufragar por ello en la ideología de la “alienación”, tan en boga en aquellos tiempos, y contra la que Althusser dispara críticas certeras. Trata de reconstruir la categoría de sujeto/sujetado a relaciones que lo preexisten (y constituyen sujeto) en necesaria sujeción estructural , propia de los mecanismos de interpelación –“eternos”- de la ideología y no de una “astucia” de la razón burguesa vía “alienación” que, como el rayo, no cesa.
b) Las notas sobre aparatos ideológicos de Estado: Famosas y difundidas como en el video de apertura por la Harnecker, en las notas sobre los AIE se recuperan, desde un lugar teórico distinto, las tesis gramscianas sobre la eficacia de las “superestructuras” en la reproducción de las formaciones económico-sociales. Con estas notas, Althusser termina de apartarse definitiva e irreversiblemente de la noción de “determinación en última instancia “, propia de la tópica espacial marxista, causa de tantos disparates teóricos y aberraciones políticas. El economismo como claudicación teórica del marxismo es una idea fuerte en el pensamiento althusseriano: “El principal inconveniente de la representación de la estructura de toda la sociedad con la metáfora espacial del edificio, es justamente ser metafórica, es decir, solo descriptiva…Nuestra tesis fundamental es que sólo es posible plantear estas cuestiones –el derecho, el estado y la ideología- y por tanto responderlas, desde el punto de vista de la reproducción” (9).
a) La tesis de los mecanismos de interpelación ideológica: “La ideología interpela a los individuos como sujetos” (8). Tesis que reconstruye la idea de sujeto “autocentrado” sin naufragar por ello en la ideología de la “alienación”, tan en boga en aquellos tiempos, y contra la que Althusser dispara críticas certeras. Trata de reconstruir la categoría de sujeto/sujetado a relaciones que lo preexisten (y constituyen sujeto) en necesaria sujeción estructural , propia de los mecanismos de interpelación –“eternos”- de la ideología y no de una “astucia” de la razón burguesa vía “alienación” que, como el rayo, no cesa.
b) Las notas sobre aparatos ideológicos de Estado: Famosas y difundidas como en el video de apertura por la Harnecker, en las notas sobre los AIE se recuperan, desde un lugar teórico distinto, las tesis gramscianas sobre la eficacia de las “superestructuras” en la reproducción de las formaciones económico-sociales. Con estas notas, Althusser termina de apartarse definitiva e irreversiblemente de la noción de “determinación en última instancia “, propia de la tópica espacial marxista, causa de tantos disparates teóricos y aberraciones políticas. El economismo como claudicación teórica del marxismo es una idea fuerte en el pensamiento althusseriano: “El principal inconveniente de la representación de la estructura de toda la sociedad con la metáfora espacial del edificio, es justamente ser metafórica, es decir, solo descriptiva…Nuestra tesis fundamental es que sólo es posible plantear estas cuestiones –el derecho, el estado y la ideología- y por tanto responderlas, desde el punto de vista de la reproducción” (9).
Finalmente, durante su
última etapa de retirada teórica del marxismo (1976-90), Althusser
planteará dos tesis centrales y complementarias que muestran cabalmente
su definitivo apartamiento teórico tanto en el terreno filosófico como
en el histórico.
c) Las tesis de “no-filosofía” y “materialismo aleatorio”: En su seminario sobre la Transformación de la filosofía, en la Universidad
de Granada en 1976, Althusser señala la inexistencia de una “Filosofía
Marxista” comparable como “tal filosofía” a otros sistemas filosóficos
conocidos. Abandona la búsqueda del “materialismo dialéctico” en tanto
filosofía del “materialismo histórico” y propone restringir las
pretensiones filosóficas del marxismo al solo soporte de su práctica
teórica: “La filosofía que necesita el marxismo no es en absoluto una
filosofía producida como filosofía, sino una nueva práctica
filosófica….una no-filosofía, es decir que deje de ser producida en la
forma de una filosofía y cuya función de hegemonía teórica desaparezca”
(10) .Esta No-filosofía en 1986 ni siquiera será “marxista”: “Considero
al “materialismo aleatorio” una posible filosofía para el Marxismo.
Podemos remontarnos a Demócrito y Epicuro para pensar un materialismo
que niegue la preexistencia de sentido, Causa, origen, Razón y Fin.
Añadiré que este materialismo aleatorio no es el de un Sujeto (sea Dios o
el Proletariado) sino el de un proceso – sin sujeto- que domina el
orden de su desarrollo, sin un fin asignable” (11). No hay filosofía
“marxista”; se trata tan sólo – y no es poco- de una filosofía para el
marxismo, cambio radical en este filósofo singular para quien ya en
1990: “La filosofía marxista no existe ni puede existir”. (12)
d) Las tesis del marxismo como “teoría finita”: En manifiesta simetría con su abandono de toda pretensión filosófica “propia” del marxismo, Althusser señalará también los límites de la teoría (el “materialismo histórico”): “El pensamiento de Marx es un pensamiento con consistentes vacíos y no nos ha dado nada para comprender la historia. Nos ha dado los elementos para una comprensión materialista del modo de producción capitalista en su forma económica de aparición, pero no para entender la historia”. (13)
Mucho antes, en 1977,
durante el seminario de Venecia: Poder y oposición en las sociedades pos
revolucionarias, enunciaba su tesis definitiva sobre la “finitud” de la
teoría marxista, su desmoronamiento final como “horóscopo del
proletariado” a la que fue sometida. En suma, los núcleos teóricos mas
elaborados del discurso althusseriano anuncian ya en 1977 la
imposibilidad estructural de pensar la práctica política bajo el régimen
propio de las categorías marxistas que se le revelan inapropiadas:” El
porvenir teórico del marxismo es su aleatoriedad…la política es un punto
ciego que atestigua los límites teóricos de Marx que fue paralizado por
la representación burguesa de la política y el estado, hasta el punto
de reproducirlas sólo en su forma negativa-crítica de su carácter
jurídico. Punto ciego o zona prohibida, el resultado es el mismo”. Y
agregaba: “La teoría marxista se encuentra sujeta a las impredecibles
“sorpresas” de la historia…Creo, entonces, que debemos apartarnos por
entero de la idea que puede encontrarse aun en ciertas expresiones de
Lenin e incluso de Gramsci de que la teoría marxista es una teoría
“total”, capaz de pensar problemáticas que no están “en el orden del
día” anticipando arbitrariamente las condiciones de su solución” (14)
Como se observa, la
torsión del discurso althusseriano es pesada e insoslayable ya en 1977.
La renuncia explícita a pensar la práctica política fuera del régimen
temporal que aún nombra como “orden del día”, cierra el capítulo de la
“racionalidad estructural”, atemporal del modo de producción
capitalista, de la cual se “deduciría” también toda “política” y su
“legalidad” de formación y desarrollo.
Será a posteriori su discípulo Alain Badiou quien comience a extraer las conclusiones ineludibles de esas tesis finales de Althusser. Con una crítica más radical – si cabe- de la teoría marxista, Badiou reconstruirá la categoría de acontecimiento como régimen de pensamiento posible para la “creación política”, bajo “el tiempo específico del “futuro anterior” (15). Ciertamente, con Badiou se abre “otra” historia teórica, que sin embargo es fuertemente tributaria del pensamiento althusseriano.
Será a posteriori su discípulo Alain Badiou quien comience a extraer las conclusiones ineludibles de esas tesis finales de Althusser. Con una crítica más radical – si cabe- de la teoría marxista, Badiou reconstruirá la categoría de acontecimiento como régimen de pensamiento posible para la “creación política”, bajo “el tiempo específico del “futuro anterior” (15). Ciertamente, con Badiou se abre “otra” historia teórica, que sin embargo es fuertemente tributaria del pensamiento althusseriano.
ULTIMO TANGO
Se sabe: Un 23 de Octubre de 1990 los diarios anunciaron la muerte de Althusser, en París, a los 72 años.
Momento propicio para que
algunos intentaran reincidir en el paradigmático discurso inaugurado por
Abós: insistir con moderado espíritu monacal respecto de la “simbólica”
demolición del marxismo expresada, si ayer en la psíquica, ahora en la
derrota biológica definitiva del guerrero argelino.
Sin embargo, intentamos
mostrar en esta breve reseña de su pensamiento que fue el mismo
Althusser quien como ningún otro teórico de origen marxista inició con
profundidad y rigor un proceso de estampida teórica sin concesiones. En
este sentido se nos permite insistir en que Althusser no se encontró con
la “crisis teórica del marxismo”, ciertamente la construyó.
No será entonces la propia
criatura que guillotine su pensamiento. Por el contrario, el haber
provocado- en lo que le fue dado hacer- la debacle teórica del marxismo,
y la plena conciencia del camino sin retorno que emprendía, explican,
en lo poco que le toca y si cupiera, la pesada angustia que al final
logra conmoverlo. Ya el 3 de diciembre de 1978 había escrito a su amigo,
el filósofo cristiano Jean Guitton: “Mi universo de pensamiento ha sido abolido. No puedo pensar más. En lenguaje “de monaguillo”, rece por mí”.
Althusser se devoraba a si mismo, por cuestiones ciertamente insondables pero bien distintas al simbólico “agotamiento del marxismo como proveedor de recetas”, cosa que cuestionó muchísimo antes de que la mayoría siquiera lo sospechara.
Althusser, entonces, se sabe él mismo uno de los padres de la “crisis teórica del marxismo”, y en el “campo de batalla filosófico” (como solía llamar al Kampfplatz de Kant) resultó un “matador-muerto”, un “suicida teórico” como lo llamó Tomas Abraham, y está bien. Nunca una “víctima desprevenida”, un empecinado “cadáver filosófico”.
Por último, quedan los textos de Althusser convertidos paradojalmente en la mejor reivindicación de la teoría fundada por Marx. Discípulo a la altura del maestro, este inquebrantable y al fin quebrado filósofo demostró, a los ojos de quienes quieran ver, que el marxismo ha sido capaz de crear/se las condiciones teóricas de su necesaria, irreversible transformación en “otro”. ¿Conoce el lector muchas teorías comparables?
Citas
1-Althusser Louis, El porvenir es largo, Destino, BSAS, 1992, Pág. 253 y ss.
2-Abraham Tomás: “Filósofos argentinos: acerca del profesor N. E. Perdomo” en www.labiblioteca.edu.ar.
3
-El episodio dramático al que nos referimos es conocido: el 17 de
noviembre de 1980, Althusser estranguló a su esposa Helene Rytmann. Los
médicos del Hospital Santa Ana, donde fue internado, suponen que “fue
por un delirio de amor que se vio arrastrado a matar a quien amaba”.
4-Althusser, Louis Filosofía y Marxismo, S. XXI, México, 1998, p.84.
5-Foucault, Michel, Conferencia sobre “Humanismo” emitida por France Culture días después de su muerte.
6-Althusser Louis, Filosofía y Marxismo, p. 95.
7-Althusser Louis, Para una crítica de la práctica teórica, S.XXI, Bs. As, 1974 p.95.
8-Althusser, Louis Posiciones, Anagrama, Barcelona, 1977, p.111.
9-Althusser Louis, posiciones, p.78.
10-Althusser Louis, Filosofía y cambio social, Metropolitana, Bs.As., 1984, p.40.
11-Althusser Louis, Filosofía y Marxismo, p.30.
12-Althusser Louis, Última entrevista con L´Unita, Página.12, 31-X- 90.
13-Althusser Louis, Última entrevista con LÚnita. Página 12, 31-X-90.
14-Althusser Louis, Discutir el Estado, Folios, Bs. As. 1983, pp.12-13.
15-Cerdeiras Raúl J., Subvertir la política, la escuela Porteña, Bs. As. 1990, p.43.
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