La intervención militar francesa en Mali, sin menospreciar la dinámica del mosaico terrorista o no en que se ha convertido la Primavera Arabe, tiene más que ver con sus recursos naturales que con las penurias de la población. París maneja intereses propios en el rico país africano en el marco del Programa de relaciones francoalemanas que concurre con el interés de Francia de asegurarse los recursos del Sahel, el petróleo y el uranio en especial. La compañía francesa Areva los explota hace décadas en el vecino Níger. Hollande se dedica a otra clase de explotación, la de la hipocresía: afirma a los malíes que Francia no sirve ningún interés en particular en el país, “no tenemos ninguno” “estamos por el bien de todo Mali y de Africa Occidental” (www.anabafrance.es.org, 2-2-2013). Claro que sí, para arcas y juegos financieros, no para simples bolsillos ciudadanos.
“El imperativo humanitario” hollandiano en la República Centroafricana, llevado a cabo por 1200 militares franceses, está destinado a frenar a China y sobre todo a controlar las reservas de oro, diamantes y uranio que descansan, no por mucho tiempo, en el subsuelo de un país con más territorio que Francia y Bélgica juntas (www.michelcollon.info, 14-12-2013). Compañías galas son hegemónicas en el transporte fluvial, el azúcar, las bebidas, almacenamiento y comercialización de petróleo en la República y no es precisamente de hoy que sus habitantes padecen “una situación catastrófica”. Desde 1960 sufren la represión y los desmanes de seis presidentes sucesivos que asumieron después de otros tantos golpes de Estado.
El ministro de Economía francés, Pierre Moscovici, ha reconocido que en diez años “Francia ha perdido la mitad de su mercado en el Africa subsahariana”. ¿El culpable? China, que hizo una entrada triunfante en el sector del oro negro y ha aumentado sus inversiones en el continente con regulaciones menos rígidas. En el 2008 Beijing otorgó a la República Centroafricana unos 4,4 millones de euros que han permitido construir escuelas y hospitales en una zona donde la desolación es reina.
Grupos rebeldes de distinto origen y diseminados en todo el país y su falta de acuerdo desembocan en atrocidades generalizadas, saqueos, violaciones, asesinatos en serie, actividades ya cotidianas en quienes sólo han conocido la brutalidad y las matanzas. Pero esto no nació hoy, y Francia, como otras potencias occidentales, sigue castigada por la crisis económica mundial. Era hora de reconocer esos males para garantizar militarmente la posesión de los bienes.
Fuente: Pagina/12
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