La
batalla del 24 de septiembre de 1812 y que hoy cumple 200 años puso un
claro freno a la marcha victoriosa de la tropas que bajaban desde el
Alto Perú en nombre del rey de España y las hizo retroceder.
Para los historiadores la batalla, "fue una manifestación armada de una pulsión de contenido anticolonial.
A 200 años de la contienda que enfrentó a dos ejércitos notablemente
desparejos en el Campo de las Carretas, en las afueras de la ciudad, la
historiadores buscan ampliar las miradas sobre los hechos, para
recuperar a la Batalla de Tucumán como acontecimiento clave de la gesta
americana.
"Tenemos hoy ojos más sensibles para ver que la agenda política y el
programa de los libertadores, como Belgrano, San Martín, Bolívar,
O`Higgins o Artigas, eran a escala continental", dijo a Télam Daniel
Campi, vicedirector del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES),
de la Universidad Nacional de Tucumán y Conicet.
El historiador explicó que "lo que triunfó en Tucumán en 1812, en
Salta en 1813, en Chacabuco en 1817, en Maipú en 1818 y en Ayacucho en
1824 fue un ejercito americano, manifestación de una pulsión de
contenido anticolonial compartida por diferentes clases y etnias".
A diferencia de Bartolomé Mitre, con su mirada acrítica de la
historiografía argentina, que colmó de contenidos anacrónicos todo el
proceso de las guerras de independencia, "la historia hoy busca rescatar
el sentido americano de esas luchas", señaló el historiador.
Mitre en su célebre "Historia de Belgrano" dice: "Así terminó la
jornada de Tucumán, una de las más gloriosas para las armas argentinas",
recuerda Campi en una publicación académica titulada "Los libertadores a
la luz de los procesos de integración en América Latina".
"En 1812 no existía ni un Estado ni un Ejército argentinos, ni siquiera una identidad tímidamente esbozada", describe Campi.
La batalla de Tucumán "no fue una gesta localista y provinciana, como
muchos quisieron significar. En realidad, fue uno de los más
importantes acontecimientos del proceso independentista que tuvo como
resultante la declaración de independencia de las provincias de Sur
América", reivindicó.
Campi destacó que la Declaración de Independencia se hizo en español,
quechua y aymara, de cara al mundo indígena y mencionó al tucumano
Monteagudo, como la figura que acompañó a San Martín y a Bolívar en esa
gesta, que calificó como "inconclusa".
"Uno de los ideólogos de los estados unidos de Sur América, proyecto
bolivariano que naufragó por la preminencia de los localismos y de los
particularismos", sostuvo Campi.
Para la historiadora e investigadora María Paula Parolo, también del
instituto tucumano dependiente de la UNT y del Conicet, la Batalla de
Tucumán nace de "la desobediencia de Belgrano al poder de Buenos Aires,
que le exigía retroceder hasta Córdoba".
"Marcó el retroceso del ejército realista, y puso un límite al avance
de las tropas de Pío Tristán, con la incorporación de los gauchos
tucumanos a las filas que lideraba Manuel Belgrano", explicó.
La contienda enfrentó a dos ejércitos desparejos en tropa y armas, ya
que del lado realista peleaban unos 3.000 hombres contra 1.200
patriotas y provocó un costo social y económico muy alto al pueblo de
Tucumán.
"Los gauchos se armaron de manera improvisada y engrosaron las filas
del ejército que a pesar de tener gran inferioridad numérica venció a
los realistas en varios enfrentamientos", señaló Parolo.
Los relatos históricos hablan de un fuerte componente mágico
atribuido a la Virgen de la Merced, patrona del Ejército patriota, por
la irrupción durante el enfrentamiento cuerpo a cuerpo de un terrible
"ventarrón", que alude al viento zonda; y de una invasión de langostas,
que benefició aparentemente a los patriotas.
No obstante, una de las improntas más relevantes de la batalla como
parte de todo el proceso fue "hacerle concluir a San Martín la necesidad
de avanzar hacia Lima por otra vía, el mar, tras el cruce de los Andes,
y después de dejar preservada la frontera norte con los gauchos de
Güemes".
En consonancia con Campi, la investigadora tucumana destaca la
funcionalidad de la Batalla de Tucumán en el marco "de un plan
continental de liberación sudamericana".
Después del éxodo jujeño, la batalla de Tucumán marca un límite al
poder realista y permite avanzar hacia la liberación que encabeza San
Martín por el sur y Bolívar por el norte, hasta lograr en Ayacucho en
1824 el fin de la guerra.
La batalla de Tucumán y la Guerra de la Independencia tienen hoy un
contenido "mucho más amplio, americano o suramericano, lo que guarda
coherencia no sólo con las evidencias históricas sino con una agenda
política continental signada por grandes proyectos como el Mercosur y la
Unasur", concluyó Campi.
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