Aun con críticas exacerbadas, la agenda que planteó Plataforma 2012 no va a contramano de lo mejor del kirchnerismo. Lo valioso: el debate se expande hasta espacios antes impensados.
¿Qué pasa en las páginas de La Nación, Clarín, Perfil y en programas (no sólo) de TN que desde hace un tiempo se discuten agendas audaces? ¿Qué es eso de que paseen por allí valiosos intelectuales de diversos pelajes hablando contra la concentración de la tierra, la megaminería, la ley antiterrorista, los muertos por represión? ¿Qué raros desplazamientos y contorsiones suceden y qué vacíos en la representación política permiten que afloren estas discusiones en semejantes lugares, donde lo habitual es o era toparse con las aburridas cabecitas en crisis del radicalismo conservador, el duhaldismo o la economía liberal?
Estas no son preguntas irónicas que sólo sospechen algún pecado de “usurpación de progresismo” por parte de los medios (más o menos) dominantes “con tal de pegarle al Gobierno”. Son más bien una bienvenida al hecho de que ya sea un documento de Carta Abierta como la irrupción de un nuevo colectivo de intelectuales críticos del kirchnerismo sean asuntos noticiables e interesantes para generar debate. Por supuesto que siempre habrá intentos de aplanamiento, recorte, distorsión, manipulación y uso por parte de los medios (más o menos) dominantes. Pero, caramba, ¿quién le está imponiendo agenda a quién en estos casos? ¿No está bueno que donde antes hubo Biolcatti, Cobos o consultor de la City hoy aparezcan de Horacio González a Maristella Svampa? ¿Y no está igualmente bien que la irrupción de la gente de Plataforma 2012 estimule a otro grupo de gente que piensa bonito a seguir afinando argumentos y discutir cada vez mejor?
Ley antiterrorista, minería a cielo abierto, muertos por represión estatal o por patotas… Ninguna de los temas enunciados en el primer documento de Plataforma 2012 es menor. Aún cuando las críticas parezcan exacerbadas y en algún caso (como el diagnóstico de una presunta desigualdad creciente) artificiosas o temerarias. Aún cuando se trata de un puñado de temas potentes, el problema reside, como bien lo señaló Eduardo Jozami en la respetuosa entrevista que le hizo Marcelo Zlotogwiazda por TN, en “dirimir” si las eventuales falencias del Gobierno respecto de esa agenda “definen” de un saque todos los rasgos y esencias del complejo universo kirchnerista. Una elección posible es la que apuntó en el mismo programa Gabriel Levinas: a su juicio, algunos de esos temas implican situaciones “extremas”, “que trazan una raya” a partir de la cual se supone que un simpatizante del Gobierno debería dejar de serlo.
El argumento parece atendible, sólo que la valoración –la que eventualmente conduzca a la decisión de permanecer o irse– depende de la masticación interna y la subjetividad colectiva, grupal o la de cada uno, no sólo de la de Levinas (y eso sin entrarle demasiado al asunto sí dominante de las emociones que ciegan). Puede que un simpatizante, militante o intelectual cercano al kirchnerismo, a partir de cierto grado de madurez política, ponga en la balanza cuánto comparte y cuánto no de lo hecho por el Gobierno. Mientras la balanza se incline a favor, seguramente elegirá permanecer en alguno de los espacios del kirchnerismo, entre otras cosas para hacer fuerza desde ahí. Puede que potencie esa decisión el hecho de que, por fuera del kirchnerismo, no haya proyectos transformadores ni consistentes ni convincentes (sí muy respetables agrupaciones, sin ironía, y muy interesantes voces sueltas). Puede que piense también nuestro sujeto experimental K otras cosas largamente sabidas: como que siempre existe la amenaza de perder lo recuperado y volver a retroceder en el tiempo (Macri en la Ciudad). Puede que se valore la importancia de anteponer la construcción, permanencia y eventuales “refacciones” en un espacio colectivo ya construido –que cuanto más se expande más arisco se pone y más tensiones genera– que salvaguardar las plenas libertades de opinión personales (huinca atajando: que nadie diga por favor que esta última línea es una incitación al estalinismo).
Arietes y fiestitas. Una crítica a Plataforma 2012 que el que escribe no comparte es el hecho de que el nuevo colectivo de intelectuales se haya expresado en alguno de los espacios de la comunicación (ya no tan) dominante. Puede que alguno de ellos opere en esa dirección y por supuesto que los medios del establishment los van a usar como ariete antikirchnerista, así como usan las críticas de Carta Abierta para hacerse la fiestita (por si las moscas: los subversivos de ambos colectivos de intelectuales hubieran sido exterminados en dictadura, con la sensata aprobación de La Nación y el opaco silencio de Clarín). También es verdad que en un escenario polarizado y a menudo binario están faltando espacios de encuentro, intercambio y debate. Pero guarda la tosca porque a veces sí emergen esos espacios de encuentro en preocupaciones comunes. En Miradas más que a menudo hemos podido hacernos cargo de varios de los temas planteados desde Plataforma (y desde Carta Abierta, o viceversa en orden de aparición): desde la minería a cielo abierto (o los riesgos tóxicos del modelo sojero) a la represión a los Quom, el asesinato de Mariano Ferreyra, las muertes del Indoamericano. Maristella Svampa escribió aquí; Norma Giarraca (que dejó Plataforma apenas se creó ese espacio) es fuente habitual de consulta. Ergo: el kirchnerismo ni es tan monolítico ni impone un relato único.
Allí, en la idea simplificadora de “la imposición del relato kirchnerista”, falla feo el diagnóstico de Plataforma. No existe en una sociedad compleja (además de discutidora como la nuestra) “imposición de relato” posible. Hay en todo caso modos de circulación de relatos que no tienen un único emisor omnipotente (un Zeus tronante); grados siempre cambiantes de retroalimentación, de valoración, de aceptación de un verosímil. “Imponer relato” (la aguja hipodérmica en las añejas teorías de la comunicación) es algo que no consiguen ni “la Corpo”, ni un gobierno, ni Dios. La de Plataforma es al respecto una lectura floja que revela un cierto desdén por la apropiación que hizo buena parte de la sociedad del famoso relato kirchnerista. En cuanto a los asesinados por violencia estatal o no, hay un tipo de reacción que a quien escribe le recuerda lo que le sucedió a su hija de 16 (simpatizante o turista accidental del kirchnerismo) en cuarto año del secundario cuando un compañerito del PO la acusó de “tener las manos manchadas con sangre” por el asesinato de Mariano Ferreyra. Puede suceder con un pibe de 16. No con intelectuales formados, que en su primer documento comprimieron en un mismo “sistema” cerrado una decidida voluntad política del Gobierno Nacional. Enlistar muertes en un puro sistema de crueldad estatal roza lo efectista.
Las corpos. La gente de Plataforma sostiene otra cosa interesante. Aquello que el gobierno kirchnerista hace horriblemente mal no es parte de una lista de “asignaturas pendientes”, como señalaría Carta Abierta. Sencillamente esas cosas jamás estuvieron ni estarán en la agenda oficial. Carta Abierta, si al que escribe no le falla la memoria, no suele usar la expresión “asignaturas pendientes”. Pero de todos modos es más que discutible que el gobierno kirchnerista vaya en todo a contramano de lo que plantea Plataforma: Nilda Garré no es precisamente una Ministra de la Represión, la Ley de Tierras es un avance importante, lo mismo el nuevo estatuto del trabajador rural. Y allí donde Maristella Svampa generaliza una relación estructural del Gobierno con “las corporaciones”, incluyendo las cerealeras, está el último acuerdo con las cooperativas agrarias respecto de los modos de exportación, para no hablar de la relación compleja que sostuvo con otras corporaciones: Iglesia, Fuerzas Armadas, Sociedad Rural, las mediáticas, el FMI, Washington, su ruta. En todo caso, porfis, concédannos a los simpatizantes del kirchnerismo la ilusión o la libertad de creer que colaboramos en ampliar y construir agenda. De hecho, como suele reiterar Mario Wainfeld, unas cuantas y significativas políticas impulsadas por este gobierno no estaban en su agenda inicial.
En algún punto da la sensación de que Plataforma se comió ricas porciones del relato liberal y sus suspicacias satelitarias acerca de lo que es el kirchnerismo. Maristella habla de la horizontalidad de Plataforma como quien invoca las mejores tradiciones inauguradas en las asambleas populares de 2001 y 2002. ¿Y qué es Carta Abierta? Carta es (a veces insoportablemente) horizontal y asamblearia, a riesgo de perder capacidad de hacer, de producir, de intervenir, de expresar. La desdeñosa expresión “voceros del Gobierno”, en ese sentido, es desgraciada. En cuanto a la autonomía intelectual, conviene decir que según cómo venga la bocha puede necesitarse más coraje político y personal para mantenerse en un espacio sosteniendo “pensamiento crítico” en medio de innumerables tensiones, y más cuando se hace algo tan grasa como adherir a un gobierno, que conservar en lugar fresco el ciento por ciento del discurso individual. No es el caso de la gente de Plataforma pero, para levantar el sempiterno dedito acusador, para el pensamiento y la indignación fácil, para apostar sin jamás quemarse al aplauso de la platea, para eso se inventaron los periodistas.
Primera respuesta a Plataforma
Texto completo original en http://www.argumentos12.blogspot.com.
Los que siguen son algunos fragmentos principales de Argumentos por una mayor igualdad, la respuesta que un flamante espacio de intelectuales publicó en respuesta al documento emitido por Plataforma 2012.
Esta carta pretende escapar a una falsa polarización. Quienes firman Plataforma, quienes adhieren y promueven Carta Abierta y quienes firmamos estos “Argumentos” afirmamos desear que la Argentina sea una sociedad más igualitaria. ¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico acerca de lo que sucede en el país sea tan distante al de Plataforma?
El pensamiento crítico, que reivindicamos, distingue entre cualidades diferentes, se adentra con cuidado en procesos complejos. No descalifica a los adversarios o a quienes piensan diferente: construye argumentos. Quienes firmamos este texto creemos que es urgente desplegar un debate franco, que busque reconocer los matices y complejidades del proceso actual.
Los firmantes de Plataforma 2012, con algunos de los cuales hemos compartido muchas luchas, parten de una idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefasto y sólo hace cosas nefastas.
Vemos con idéntica preocupación a la de los compañeros que desde los hechos del parque Indoamericano en 2010 y la represión en Formosa, comience a agrietarse una de las grandes conquistas democráticas posteriores a los asesinatos de Kosteki y Santillán. Nos referimos a la máxima, tan criticada por los medios masivos, de que la policía concurra sin armas a las protestas sociales. El primer quiebre fue el asesinato de Fuentealba, con evidente responsabilidad de la policía provincial, que produjo una protesta de la CTA y de la CGT (incluyendo paro de actividades). El asesinato de Mariano Ferreyra, con gran repercusión, está siendo investigado y produjo la inédita consecuencia de un Secretario General gremial preso. Ese hecho parece no existir para Plataforma. Por nuestra parte, consideramos imprescindible que el Gobierno Nacional tenga una política consecuente con su política de derechos humanos en relación a los asesinatos ocurridos en Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y otras provincias.
Todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, construyen relatos. La pregunta no es si los intelectuales se sienten interpelados por esos relatos. La pregunta crítica es qué habilitan y qué obstruyen dichas narraciones. Honestamente, entre quienes apoyan las principales medidas de los últimos años, vemos énfasis bastante distintos, comentarios críticos, disputas relevantes e irrelevantes. La crítica a la ley antiterrorista ha sido la muestra más reciente de lo que afirmamos: hay un debate público. No vemos un discurso único, salvo que así parezca el acuerdo profundo en enfrentar los discursos de aquellos economistas que quieren llevar a este país a los años noventa.
Existen disputas por la legitimidad política muy asociadas a los procesos de distribución económica. Y esas luchas son verdaderamente complicadas. No sólo porque una corriente progresista, que ha tenido diferentes capítulos en la historia del país, siga creyendo que las mayorías populares están engañadas, dado que han manifestado su apoyo a pesar de la supuesta “profundización de la desigualdad”. También, y principalmente, porque los poderes económicos y corporativos son mucho más reales de lo que un lector de la Plataforma podría suponer. En su texto no mencionan sus tensiones con el Gobierno: esas tensiones serían “puro relato”.
Que haya acciones y metodologías del Gobierno que no compartamos (el Indec, la minería contaminante), no nos lleva a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad de una construcción de izquierda que insista en desconocer los avances logrados en estos años. Un pensamiento crítico comprometido con lo que hay que lograr pero también con lo logrado intervendrá activamente en el debate acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en todos los terrenos de una mayor igualdad.
Quienes creen que nos encontramos ante el demonio y que todo lo que vivimos es solamente una fantochada, una puesta en escena, cometen el error de persistir en un análisis que elude los temas centrales de las políticas del Gobierno y también hace silencio ante el papel de los poderes a los que se enfrenta. Ese error profundiza la idea de que hay dos trincheras. Cuando tengamos un debate con matices, percibiremos que no serán los mismos los argumentos de los compañeros de Carta Abierta (que no pueden ser calificados como “voceros del Gobierno”) que los de Plataforma, pero tampoco los de sus integrantes. Quien conoce a las personas por sus trayectorias, sus hechos y sus dichos, sabe que es bueno siempre juntarse, con el riesgo de que en el entusiasmo transmitido de unos a otros esa ausencia de matices pueda terminar en rejunte.
Entre las muchas firmas de este documento –y con la fea arbitrariedad que implica recortar una lista– sobresalen los nombres de Alejandro Grimson, Victorio Paulón, Jorge Gaggero, Roberto Pianelli, Jorge Schussheim, Florencia Abbate, Eduardo Menajovsky, Horacio Ghilini, Luisa Valenzuela, Paula Abal Medina.
Concentración de poder, desigualdad creciente
M. SVAMPA Y R. GARGARELLA. Fundadores de Plataforma 2012. Texto original en http://maristellasvampa.net
No somos pocos los intelectuales que venimos sosteniendo una posición coherente, de crítica y propuesta, buscando instalar desde diferentes ámbitos, una voz colectiva, por fuera de marcos empobrecedores. Con este objetivo, hemos difundido el primer documento de Plataforma 2012. Dicho pronunciamiento, si bien cuenta con un núcleo inicial o promotor, no refleja un grupo consolidado, sino un “nosotros” precario, en construcción, que apuesta a la horizontalidad y al debate de las cuestiones hoy consideradas cruciales en nuestro país.
Los firmantes del mismo presentan claras coincidencias: todos hemos sido críticos de la última dictadura militar; críticos del menemismo y de sus políticas neoliberales, defensores de políticas activas por la igualdad; de un Estado igualmente activo para este fin; todos somos defensores de los derechos humanos y muchos de nosotros nos hallamos muy preocupados por el nuevo ciclo de violaciones de derechos humanos que se ha abierto en la última década.
Los temas comunes que nuclean ese punto de convergencia son cuatro. La necesidad de construir un espacio de pensamiento crítico, por fuera de los esquemas maniqueos y los discursos falaces y disciplinarios; colocar el acento en la profundización de las desigualdades (sociales, territoriales, regionales, generacionales); subrayar, más allá del discurso épico del Gobierno, su asociación con las grandes corporaciones, que cubren un amplio arco de las actividades económicas en el país, desde las grandes cerealeras, empresas como la General Motors o la notoria Barrick Gold, en minería. Por último, advertir sobre el agravamiento respecto de la violación de derechos humanos hoy.
En lo personal, consideramos que uno de los problemas fundamentales en el campo intelectual es la fractura que se ha operado en el pensamiento crítico en los últimos años. A diferencia de los ’90, cuando el continente aparecía reformateado de manera unidireccional por el modelo neoliberal, el nuevo siglo viene signado menos por los discursos únicos, que por un conjunto de tensiones y contradicciones de difícil procesamiento. El pasaje al “Consenso de los Commodities”, bajo gobiernos progresistas, legitimados electoralmente, instaló nuevas problemáticas y paradojas que tienden a reconfigurar el horizonte del pensamiento crítico, enfrentándonos a desgarramientos teóricos y políticos, que van cristalizándose en un haz de posiciones ideológicas diferentes.
Muchos de los que hoy apoyan al Gobierno, tienen serias dificultades para tomar distancia crítica y cuestionar el carácter nodal de las problemáticas planteadas más arriba. Las críticas, cuando éstas aparecen, siempre son posteriores a un mar de elogios ditirámbicos ofrendados al Gobierno. Por otro lado, suelen negar la responsabilidad del Gobierno Nacional respecto de estos temas, invocando un discurso federal, como si estas políticas fuera potestad excluyente de las provincias o el Gobierno Nacional no fuera más que una liga de gobernadores. Lejos de ello, hoy asistimos a una fuerte concentración de poder político en manos del ejecutivo, que indica una gran dificultad por avanzar en una construcción política de carácter plural. Esto se ha visto reflejado en las últimas semanas en la tendencia a confundir legitimidad electoral con licencia social, lo cual ha llevado a la aprobación –entre gallos y medianoches– de un paquete de leyes, entre ellos la ley antiterrorista, a espaldas de los reclamos de la sociedad, lo cual aparece como incomprensible e injustificable de parte de un gobierno que se dice progresista y además, “soberano”.
Todo indica que en los próximos años concentración del poder político, agravamiento de las desigualdades y acentuación de la dinámica de desposesión (de tierras y bienes comunes) tenderá a agravarse, lo cual coloca a la Argentina en una situación por demás frágil y peligrosa, consolidando un nuevo ciclo de violación de los derechos humanos. No olvidemos que en el último año y medio hubo 14 muertos por hechos de represión, en gran parte ligados a conflictos por la tierra y la vivienda (…) Existe una clara responsabilidad del Gobierno Nacional, cuyo sistema de mediaciones y entramados de poder aparece por lo general denegado y desdibujado, y que los hechos de represión tienden a iluminar de manera cada vez más dramática.
Otras notas
• La carta robada
Esta semana se publicó un documento emitido bajo el título Plataforma 2012. Dicho documento generó más polémicas en el seno de los firmantes que en la pretendida discusión cultural con lo que se llamó allí “el discurso hegemónico” y contra “algunos trabajadores del campo de la cultura, a quienes hemos respetado y queremos seguir respetando, pero que al colocarse como voceros del Gobierno han producido una metamorfosis en relación con su historia y su postura crítica”. Es decir, contra los miembros de Carta Abierta.
• “El fastidio es una materia prima que hay que convertir en otra cosa”
Pasó mucho después del último debate intelectual. Los memoriosos podrían situar el último en el nunca bien explicado –pero siempre convenientemente a mano para zamarrear a gusto– conflicto entre los seguidores de Boedo y los de Florida. Aunque lo mejor en este caso sería hablar de los dos proyectos de país enfrentados entre los intelectuales y políticos de la generación del ’80 . 1880, claro: Alberdi, Sarmiento.
• Carta abierta a Carta Abierta
Desde el 13 de mayo de 2008, cuando acuñó la palabra “destituyente” al fragor de la discusión por las retenciones agropecuarias, Carta Abierta constituye un espacio imprescindible como polo de debate para tratar de comprender y, en lo posible, elaborar ciertas pautas intelectuales para modificar lo disfuncional de la realidad nacional y apoyar los esfuerzos por consolidar las políticas transformadoras. Sus encuentros (sábado tras sábado desde aquella fecha inicial), subidos a internet en formato video, jamás tuvieron algún tipo de repercusión en los medios monopólicos.
• Redes sociales: Internet libre de discriminación
El jueves pasado, el presidente del Inadi, Claudio Morgado, presentó la Plataforma por una Internet Libre de Discriminación, una iniciativa que tiene el objetivo de preservar el ámbito de internet de cualquier tipo de manifestación de violencia discriminatoria que afecte los derechos de grupos, comunidades o personas. En el sitio internet.inadi.gov.ar está disponible toda la información y las modalidades de denuncia.
• Necesarias intervenciones
Junto con la revalorización de la política y el fragor de las batallas discursivas que comenzaron a tomar fuerza en los últimos años, la influencia de los intelectuales en la sociedad y en la política vuelve, después de muchos años, a ser discutida y repensada a partir de los procesos históricos que en la Argentina y en tantos países de la región comenzaron tras la caída, a comienzos del siglo XXI, de los gobiernos y las lógicas conservadoras y neoliberales.
• Que el Estado intervenga y que sea más transparente
Siempre creí en la necesidad de una nueva ley medios, y ahora tenemos una nueva ley de medios que –sin embargo– no se aplica en su totalidad. Sabemos que el artículo que obligaría al Grupo Clarín a desprenderse de algunas de sus empresas para romper posiciones dominantes está frenado por una medida cautelar de los interesados en que la ley no se aplique.
Fuente: Diario Miradas al Sur
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