martes, 28 de julio de 2020

La crisis del Poder Judicial y la necesidad de su reforma

El Poder Judicial tiene la función de garantizar el Estado de derecho, resolver los conflictos que se presentan en toda comunidad y asegurar la vigencia de los derechos. Desde hace ya muchos años padece tres órdenes de problemas que dificultan el cumplimiento de estas funciones.

Estos problemas –de orden institucional, funcional y cultural– han provocado una grave crisis de legitimidad del Poder Judicial. Según diversos estudios, alrededor del setenta por ciento de los argentinos descree del Poder Judicial. Estos números son más preocupantes respecto de la Corte Suprema, que exhibe un nivel de insatisfacción que ronda el ochenta por ciento, según un estudio de la Universidad de San Andrés. Lo cierto es que el desprestigio de una parte del Poder Judicial se derrama sobre el resto de los magistrados que cumplen adecuadamente sus funciones.
Ningún órgano de gobierno puede funcionar adecuadamente con semejantes niveles de desconfianza ciudadana. A diferencia de lo que ocurre con los poderes políticos, el Poder Judicial no puede resolver sus problemas de legitimidad en las urnas. Se trata, además, del único órgano de gobierno en el que la opacidad es la regla tanto para su administración como respecto de la forma en que construye y hace públicas sus decisiones. En efecto, carece de las instancias de vigilancia y control ciudadano de los poderes políticos.
Entre los problemas de orden institucional son particularmente graves la falta de independencia externa, respecto del poder político, económico y mediático; como interna, respecto de tribunales superiores o magistrados influyentes; la opacidad de su administración y la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas. Por otro lado, la carencia de una cultura de diálogo interinstitucional –el viejo sistema de frenos y contrapesos– obtura la posibilidad de arribar a decisiones judiciales con mayor respaldo democrático.
La excesiva concentración de poder es inadmisible en una república. En la Corte solo cinco personas tienen la última palabra sobre la constitucionalidad de leyes, decretos y actos administrativos emanados de autoridades elegidas por el voto popular. Si consideramos que los fallos suelen ser divididos, la mayoría se logra con apenas tres votos, y en consecuencia la jurisprudencia tiende a ser más variable. Por otro lado, una Corte reducida ofrece menos posibilidades de pluralidad de género, de especialidad, de carrera profesional, de procedencia geográfica, etc. Es tiempo además de que la cabeza del Poder Judicial tenga una integración con paridad de género.
Es necesario revisar el funcionamiento de la Corte. Desde 1909 y por una construcción pretoriana, se atribuyó la competencia de revisar hechos y derecho de las sentencias de tribunales inferiores, convirtiéndose en una instancia más tanto en materia federal como de derecho común. Esta competencia autoatribuida representa la mayor actividad de la Corte y la razón del abarrotamiento de causas. En busca de una solución, en 1990 se introdujo otro problema: el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que permite al tribunal rechazar sin fundamento alguno las causas que no quiere resolver.
La concentración de poder en la justicia penal federal porteña –un fuero que fue reconfigurado en la década del noventa para ser garante de la impunidad de los hechos de corrupción, al tiempo en que se profundizaba su connivencia con los servicios de inteligencia– se ha revelado como un grave problema institucional en los últimos cuatro años, en los que se han armado causas penales con testigos guionados, pericias fraguadas, imputados extorsionados o remunerados por el poder político, y se ha hecho un uso abusivo de la prisión preventiva.
El Consejo de la Magistratura es una institución fallida que no ha cumplido adecuadamente las funciones de selección, sanción y remoción de magistrados, que continúa disputando la administración del Poder Judicial con la Corte, y que no tiene una integración equilibrada tal como prescribe la Constitución.
Los problemas de orden funcional se manifiestan en los obstáculos materiales y simbólicos para el acceso a la justicia, como la ausencia de un patrocinio gratuito en todos los fueros para quienes lo necesiten, los elevados costos de litigar, el problema de la centralización geográfica, las deficiencias de infraestructura y digitalización, la incapacidad para resolver problemas comunes de los ciudadanos en forma eficiente, en plazos y con costos razonables; la lejanía del Poder Judicial respecto de la ciudadanía en general y, en particular, de las necesidades e intereses de los sectores populares y vulnerados.
Más difíciles de contrarrestar, en cambio, son los problemas de orden cultural: el corporativismo, la endogamia, el nepotismo, el elitismo, la escasa fundamentación de buena parte de sus sentencias, el uso de un lenguaje críptico, la resistencia al cambio, el machismo y la misoginia; la reticencia al examen, al control del desempeño, a la rendición de cuentas y a la implementación del ingreso democrático; el verticalismo, el apego a los privilegios y, en general, la falta de un proceso de incorporación de valores y prácticas como los que fueron adoptando los otros órganos de gobierno a partir de la transición democrática.
El Presidente ha demostrado que conoce estos problemas y las reformas que se discuten van en la dirección correcta. Es importante que este proceso de reforma sea participativo e inclusivo, que las políticas que se impulsen tengan un sustento empírico y que, cuando se carezca de los datos suficientes, se los produzca.
Más allá de las distintas políticas públicas que pueden impulsarse para resolver estos problemas del Poder Judicial, las reformas a encarar deben promover un servicio de justicia basado en el acceso igualitario, la proximidad, la transparencia y la eficiencia, con el fin de potenciar las capacidades del sistema para ofrecer soluciones concretas a los problemas de los ciudadanos, con una mayor sensibilidad por las necesidades de los sectores más vulnerados. Se trata, en definitiva, de garantizar la efectividad de los derechos.
Hoy estamos muy lejos de eso. Bienvenido sea este primer paso.
* Roberto Carlés es Doctor en Derecho. Secretario de la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología.

martes, 21 de julio de 2020

Qué bien vendría un Consejo (Económico y Social)


El presidente Alberto Fernández anunció la creación de un Consejo Económico Social (CES) en sus dos discursos ante la Asamblea Legislativa, en diciembre de 2019 y en marzo de este año. La iniciativa se demoró por motivos variados, la pandemia no es el menor ni el único. Otro factor que frenó el impulso inicial fue el rechazo del exministro Roberto Lavagna a presidir el organismo. AF pensaba en que un dirigente de alto nivel, vasto reconocimiento y experiencia de gestión jerarquizaría y conduciría bien a la novedad. Pero esperar a Lavagna se mostró vano como pasaba con Godot en la obra teatral. O la carroza en el dicho popular.

Spoiler: esta columna mociona que el CES sería un aporte a la institucionalidad, una caja de resonancia útil durante la crisis. Un ámbito consultivo en el que confluirían representaciones gremiales, patronales, sociales, organizaciones de consumidores, autoridades políticas y varios etcéteras.
La tradición argentina es avara en ese tipo de experiencias. Nuestro país, aún tras la devastación macrista, cuenta con la legislación laboral y social más avanzada de América Latina. Sus instituciones superan en cantidad y en calidad a las de países vecinos y hermanos. La falta de CES constituye una excepción: en Brasil y México, sí funcionan, con características propias y color local.
Ventilar los conflictos o divergencias o proyectos es un primer paso para tramitarlos. Hacerlo en un espacio con reglas de juego, reuniones periódicas, cierto grado de paridad de los exponentes, airearía al sistema.
La experiencia mundial comparada ofrece ejemplos por doquier.
Tras la recuperación democrática hubo dos ensayos, en 2001-2002 y en la primera presidencia de Cristina Kirchner. El primero funcionó un cachito. El segundo quedó apenas en propuesta. Vale la pena recordarlos, brevemente.
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La mesa de Angulo: El Diálogo Argentino se convocó cuando el gobierno de Fernando de la Rúa transitaba sus últimos pasos hacia el abismo. Sobrevivió durante la presidencia provisoria de Eduardo Duhalde. Tal vez sea el episodio político más sobrevalorado del siglo XXI. Las loas excesivas que cosecha quizá tengan que ver con la obsecuencia que generan las movidas de la jerarquía de la Iglesia Católica.
El numen del Diálogo fue el español Carmelo Angulo representante en Argentina del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Un cuadro político vivaracho y fabulador, que llamaba “nuestra Moncloa” a las tan simpáticas como ineficaces instancias que se iban conformando. Un escollo insalvable era que, ante una crisis terminal, todos los asistentes estaban de acuerdo en una sola cosa: todos los sectores debían hacer sacrificios, menos el que ellos representaban.
Se hizo difícil progresar, salvo para Angulo que fue designado embajador por el presidente de su país, José Luis Rodríguez Zapatero. Se destacó por hacer lobby tenaz a favor de Telefónica exigiendo aumentos de tarifas y por haber recibido al obispo castrense Antonio Baseotto, aquel que proponía arrojar al mar con una soga atada al cuello al entonces ministro de Salud, Ginés González García por respaldar el aborto no punible. El entonces presidente Néstor Kirchner le pidió a su par hispano que lo removiera y así sucedió.
Se le atribuye a la Moncloa gaucha haber “instalado” la necesidad del Ingreso Ciudadano Universal. En verdad, el mérito fue de la CTA y las movilizaciones del Frente Nacional contra la pobreza (FRENAPO). Y hasta de Duhalde que llevó a la práctica el programa Jefes y Jefas de Hogar. Cristina Kirchner mejoró cualitativamente la movida al legislar la Asignación Universal por Hijo (AUH).
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La tentativa de Cristina: CFK prometió la creación de un CES durante la campaña electoral de 2007. Proyectaba un organismo consultivo que trataría todos los proyectos de ley referidos a cuestiones económico-sociales. Debía obligatoriamente producir dictámenes tras debatir. No vinculantes para el Ejecutivo o el Congreso. 
Cristina se inspiró en un órgano tripartito español que presidía el empresario José María Cuevas a quien conoció en una reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Cuevas encabezaba la CEOE, una mega corporación empresaria más poderosa que la AEA y la UIA sumadas.
A pocos meses de asumir Cristina, principios de 2008, estalló el conflicto con las patronales agropecuarias que dinamitó los posibles puentes.
Se intentó reflotarlo un año después a despecho del veto “del campo”. Le faltó plafón y apoyo de los otros sectores productivos.
De cualquier modo, el formato menos “universalista” que la Mesa del Diálogo es sugestivo.
Volvamos a nuestro presente tormentoso,
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Para concretar el diálogo: Está de moda discutir acerca del diálogo. Numerosos exponentes de la oposición lo exigen. A menudo ante micrófonos amigables o anche serviciales, monologando a los gritos. El oxímoron casi siempre cuaja bien en la política doméstica.
El Congreso funciona con vicisitudes y estrépito. La coordinación y el trabajo conjunto entre el Presidente, gobernadores e intendentes alcanza niveles incomparables a los de cualquier otra etapa.
De cualquier modo, sumaría la creación de un marco regulado por ley para debatir, polemizar y proponer. La puesta en escena de las discusiones las realza y divulga. Un espacio en el que distintos sectores convivan y se enfrenten, con horarios, tiempos de exposición y metas concretas a cumplir innovaría institucionalmente.
Un grado de horizontalidad pondría a los lobbies ante un desafío inusual: dejarse ver, mostrarse, tener que atender a quien los contradiga. Bosquejaría controversias interesantes accesibles a la gente común.
Uno descree de la expresión “políticas de Estado” cuando se utiliza para negar las contradicciones que existen en la sociedad civil y en el sistema capitalista. Pero supone que encauzar la diversidad conlleva una virtud, un grado de ejemplaridad.
Los obstáculos imaginables son varios empezando por la lista de participantes en un sistema de representación fragmentado por donde se lo mire. Pero sería un paso adelante, infinitamente más promisorio que las charlas de quincho, las reuniones intermitentes y asistemáticas. Darle impulso al CES justo en la era del zoom sabe a poco pero ese es el contexto.
El CES expondría a grandes jugadores que claman por el diálogo. La visibilidad, connatural a la democracia de masas, constituiría una de sus virtudes.
En una de esas, un espacio organizado, inteligible, abierto a la mirada de la opinión pública contrapesaría la sobreoferta de sucedáneos mediáticos de Animales Sueltos. O a las charlas sigilosas, bajo el cono del silencio, género preferido de los poderes fácticos.
Fuente:Pagina/12

Margaret Randall: "Estados Unidos es una república bananera"

La neoyorquina escribió los 38 poemas del volumen en un momento extraordinario, entre marzo y mayo de 2020, con el avance mundial de la Covid-19.
Randall es militante feminista, activista social y autora de más de 150 libros.
Randall es militante feminista, activista social y autora de más de 150 libros. 
A los 83 años, la poeta beat escribe poemas con el temblor indómito de las preguntas. Una constante en la prodigiosa vida de Margaret Randall -militante feminista, activista social, autora de más de 150 libros de poesía, ensayo e historia oral- ha sido la contracultura y la búsqueda de justicia. En México, adonde llegó a principios de los años '60 con Gregory, su primer hijo de 10 meses, fundó la revista bilingüe de poesía El corno emplumado - The Plumed Horn, junto al poeta mexicano Sergio Mondragón, su pareja entonces y el padre de dos de sus hijas, Sarah y Ximena. La revista difundió por primera vez en español a Allen Ginsberg y a Ernesto Cardenal en inglés.
La poeta neoyorquina -criada en Albuquerque- apoyó la lucha de los estudiantes mexicanos en el '68, y sufrió la represión cuando dos paramilitares entraron a su casa y le quitaron el pasaporte. Ella y sus cuatro hijos -la última es Ana, que tuvo con el poeta norteamericano Robert Cohen- se exiliaron en La Habana. Durante la intensa década que vivió en Cuba conoció a Rodolfo Walsh, fue amiga de Roberto Fernández Retamar y colaboró en la Casa de las Américas. Después del triunfo de la Revolución Sandinista, vivió en Nicaragua, hasta que en 1984 regresó a su país.
El gobierno estadounidense intentó deportarla porque sus libros “estaban en contra del buen orden y la felicidad de los Estados Unidos”. Acompañada por un gran número de escritores y otras personalidades, como Norman Mailer, Arthur Miller, Kurt Vonnegut y Toni Morrison, la batalla por la reintegración de su ciudadanía duró cinco años. También estuvo en Vietnam del Norte en 1974, durante los heroicos últimos meses de la guerra de los Estados Unidos en ese país, “donde los paisanos en bicicleta/ resistieron al ejército más grande el mundo/ y prevalecieron”, escribió en el poema “David contra Goliat, el invasor”. 
A los 50 años descubrió su lesbianismo, se enamoró de la pintora Barbara Byers -“el amor de mi vida”, la define-, su compañera desde hace 34 años, con la que se casó en 2013. “Con los pocos, me levanté/ contra los muchos./ Tomé mi puesto/ en batallas hercúleas/ mientras los camaradas caían/ a mi alrededor./ Combatí a un gobierno/ que intentó deportarme/ porque no le gustaba/ lo que escribía/ ni que fuera una mujer/ que no iba a pedir perdón./ En la lucha/ el propio movimiento/ impulsa/ y una no se detiene,/ porque movimiento/ es energía./ Pero esta ofensiva/ contra el virus/ es defensiva por naturaleza./ Hay que refugiarse en el lugar,/ mantener la calma, resistir/ en el silencio unísono/. Nuestro desafío: construir/ fuerza ofensiva/ a partir de/ una posición defensiva,/ como el polen de una flor/ cuando la abeja/ entra”, plantea la poeta en “Como el polen de una flor”, incluido en Estrellas de mar sobre una playa. Los poemas de la pandemia, edición bilingüe con traducción de Sandra Toro, que inaugura la colección “Concierto animal”, homenaje a la poeta peruana Blanca Varela, dirigida por el poeta colombiano Fredy Yezzed, de la editorial Abisinia. La bellísima edición de este - libro -que tiene mosaicos marroquíes y pinturas de Byersse- se presentará este miércoles 22 a las 21 por el Facebook Live de RITA (Red de Investigaciones de Tecnología Avanzada) de la bogotana Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
En el prólogo del libro, Randall (Nueva York, 6 de diciembre de 1936) cuenta que escribió los 38 poemas en un momento extraordinario, entre marzo y mayo de 2020, con el avance mundial de la Covid-19. “Yo creo que la poesía -el arte en general- es tan necesaria para la vida como lo es el aire, el agua, el sustento, la salud. Quizás es mucho pedir que transforme al mundo, pero sensibiliza a la gente y la hace cuestionar, soñar, cambiar, transformar sus relaciones humanas, sus comunidades y naciones”, dice la poeta estadounidense desde Albuquerque en la entrevista con Página/12.
-“Queremos creer que este espanto/ va a cambiarnos el futuro para mejor./ Y no sabemos”, escribís en uno de los poemas. Como poeta, como militante feminista y activista social, ¿qué importancia tiene dar testimonio de este “no saber” a través de la poesía?
-Detesto esa absoluta seguridad que suelen tener los militantes de cualquier movimiento... o cualquier persona, realmente. Por eso, me interesan las preguntas más que las respuestas. Cuando digo que “queremos creer que este espanto / va a cambiarnos el futuro para mejor. / Y no sabemos” es que realmente no sabemos cómo esta pandemia va a cambiar al mundo, en cuanto a la salud, en cuanto a lo económico, en lo social y cultural. Los gobiernos han respondido de formas muy diversas. Lo que se ha evidenciado es que necesitamos profundos cambios sistémicos. Y no sabemos si esa necesidad va a quedar en promesas o si va a poder materializarse de alguna manera. Lograr ese cambio necesario es responsibilidad nuestra.
-“Quiero pasar por esto/ con dignidad también,/ con mis ideales pintados/ en carteles bien altos”. ¿Cómo estar con los otros en tiempos en que por cuestiones sanitarias se impone la distancia socia, cuando lo que hizo tu generación fue pelear para achicar las distancias que generan las desigualdades?
-Bueno, mi generación peleó por achicar las distancias que generan las desigualdades, es cierto. Pero ojo: no todas las desigualdades. Más bien, trabajamos por reducir las distancias de clase, pero no prestamos suficiente atención a las desigualdades de género, de raza. No consideramos la realidad de los homosexuales, los trans, las personas con discapacidades físicas o mentales. Siempre dejamos afuera algún grupo. El distanciamiento social, tan necesario en tiempos de pandemia, no es el problema, sino el hecho de dejar afuera grandes grupos sociales. Mi ideal es que todos y todas tengan voz y voto.
-¿Cuándo comenzó tu conciencia política y social, tu militancia? ¿Quiénes fueron los que te ayudaron a luchar?
-Nací en 1936 y crecí en los años '50, años terribles de una sofocante hipocresía social, sobre todo para la mujer. Creo que he sido luchadora desde mi infancia, pues fui víctima de incesto por parte de mi abuelo materno y creo que los que sufrimos la injusticia siempre buscamos la justicia. Después, participé en el movimiento estudiantil mexicano en el '68. La Revolución cubana fue muy impactante en mi vida, así como los sandinistas nicaragüenses de principios de los '80. Y tuve la suerte de tener mentores importantes: artistas, poetas, revolucionarios.
-En la década del '60 viviste en México y fundaste la revista bilingüe El Corno Emplumado - The Plumed Horn. ¿Qué perspectiva cultural y política te aportó la experiencia mexicana?
-Llegué a México como madre soltera con mi hijo de diez meses a fines del '61. Vivir en México me dio una fuerte lección en cómo mi país de origen, Estados Unidos, intenta controlar y explotar a los países dentro de su órbita. Además, México es un país muy rico en culturas indígenas y tiene la política de dar refugio a gente perseguida de todas partes. Vivir allí durante los turbulentos años '60 fue una experiencia muy rica. A través de la revista, además, conocí a poetas y artistas de muchas partes (durante la vida de la revista publicamos más de 700 personas de 35 países). Todo eso me aportó muchísimo.
-En el prólogo de Estrellas de mar sobre una playa recordás la solidaridad de larga data de Cuba, que suele enviar médicos a los países que más lo necesitan. ¿Cómo fue tu vida en La Habana y qué impacto tuvo en tu formación?
-Tuve la suerte de vivir en Cuba durante la segunda década de la revolución. Fueron los años gloriosos del proceso. Allí participé en un proceso de cambio social que me enseñó que la justicia es posible. No fue ni es un proceso perfecto, pero motivó una gran esperanza en toda América latina y en el mundo. La solidaridad de los médicos cubanos que viajan a los rincones más apartados con sus conocimientos es única. Escribí un libro, Exporting Revolution: Cuba's Global Solidarity, que Duke University Press publicó en 2017. Ese libro cuenta la solidaridad no solamente de los trabajadores cubanos internacionalistas de la salud sino de sus maestros, militares, ingenieros y científicos. Conocí personalmente a muchos internacionalistas cubanos: a la maestra de quinto año de primaria de mi hija menor, que fue por dos años a Nicaragua, a un amigo que peleó en Angola, a un científico social que trabajó en Haití y una doctora que fue a Eritrea. Todos brillantes, cariñosos y abnegados.
-Hay una foto muy bonita en la que estás con Rodolfo Walsh en Cuba. ¿Me contás el backstage de esa foto? ¿De qué estaban conversando?
-No me acuerdo de lo que estábamos hablando en el momento de tomar esa foto. Recuerdo que estábamos en el aeropuerto de La Habana. Walsh acaba de arribar para participar en el jurado Casa de las Américas de 1970. Yo tambien fui jurado ese año, aunque él estaba en el género de testimonio y yo en el de poesía. Allí nos conocimos y entablamos una amistad que duró hasta su muerte, aunque ya lo conocía por referencia, pues había leído su libro Operación masacre. Yo empezaba a escribir testimonio en aquellos años.
-¿Qué impacto tuvo en tu poesía, en tu escritura, leer a Vallejo, a Gelman, a Cardenal?
-Leer a Vallejo me cambió el concepto del lenguaje, a pesar de que yo escribo en inglés y leía a Vallejo en español. Ernesto Cardenal fue una de las grandes voces latinoamericanas de mi generación. Estuvo con nosotros desde los primeros números de El Corno Emplumado, y la revista lo publicó por primera vez en inglés. Y a Gelman le considero uno de los mejores poetas de todos los tiempos. Fue otro que cambió el lenguaje. Seguramente todos ellos, así como muchos otros, tuvieron una influencia en mi obra. Aunque debo decir que reconozco influencias diversas: del paisaje desértico del suroeste norteamericano, de las ideas y de la vida común.
-Tal vez uno de los momentos más dolorosos en tu vida fue cuando regresaste a Estados Unidos y quisieron deportarte invocando la ley MC Carran-Walter de Inmigración y Nacionalidad, de 1952. ¿Por qué el gobierno de Reagan consideró que las opiniones expresadas en algunos de tus libros estaban “en contra del buen orden y la felicidad de los Estados Unidos”?
-Fue doloroso, sí, pero más que nada fue un reto: luchar por la libertad de expresión frente a un gobierno de derecha que había negado la entrada a Estados Unidos a muchas personas valiosas. Esos cinco años me enseñaron mucho. Tuve mucho apoyo, así que me enseñaron también el valor de la solidaridad. La orden de deportación en mi contra fue por opiniones expresadas en algunos de mis libros. Esa lucha tuvo lugar durante la presidencia de Reagan, un presidente de derecha. Sin embargo, si tuviera que pelear hoy por lo mismo, dudo que ganaría. La administración de Trump sobrepasa cualquier otra en términos de fanatismo y criminalidad; es verdaderamente fascista.
-“Todo odiador tiene su momento/ en la historia”, se lee en otro poema de tu libro. ¿Pensaste en Trump cuando escribiste estos versos?
-Claro que pensé en Trump. Pero tambien en anteriores odiadores de la historia: los que lucharon en contra de los indios, los que trajeron a los esclavos, los que mantuvieron a ciudadanos de origen japonés en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, y los que dejaron caer las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, así como los policías que rutinariamente matan a hombres y niños negros hoy en día. A través de la historia, y en todos los países, han existido los que odian y manejan su odio matando a gusto.
-De cara a las próximas elecciones, y de acuerdo a las últimas encuestas que hablan de una ventaja de Biden (52%) contra Trump (37%), ¿cómo imaginás el futuro político de Estados Unidos?
-Yo temo que Trump gane, si no por las buenas, por las malas.
-¿Cómo sería ganar por las malas?
-Los republicanos han estado metiéndose con el voto por muchos años. Ha habido fraude con las máquinas de votar, intimidación a las comunidades negras y otras minorías, “gerrymandering” (no sé cómo decirlo en español, es una redistribución de las áreas votantes para favorecer a los republicanos) y muchos otros métodos. Un método que fue apoyado por la Corte Suprema esta semana es una ley en contra de los que salen de las cárceles después de haber cometido un crimen federal, que no tienen derecho al sufragio de por vida. Todos estos cambios favorecen a los republicanos, los blancos, los ricos. Cuando digo que puede ganar por las malas, me refiero a todo eso. Pero está el temor, también, de que aun ganando Biden, Trump podría negarse a salir de la presidencia. Un especie de golpe de estado sin sangre. Y es que el hombre tiene un sólido apoyo todavía en varios sectores, entre ellos los militares. De hecho, en 2016 Hillary Clinton ganó miles de votos más que Trump, pero perdió por la maniobras del Colegio Electoral. Es que, créase o no, vivimos en “una república bananera”.

La ficha

Margaret Randall, matriarca sabia e incansable, ha sido reconocida en 1990 con el Premio Lillian Hellman y Dashiell Hammett para escritores víctimas de la represión. En 2019 ganó el premio Poeta de Dos Hemisferios de Poesía en Paralelo Cero (Quito, Ecuador) y recibió la Medalla Haydée Santamaría de Casa de las Américas (La Habana, Cuba). En 2020 fue merecedora del Premio George Garret Prize de la Asociación Estadounidense de Escritores y Programas de Literatura (AWP). En 2018 salió su poesía reunida en el libro Time’s Language: Selected Poems 1959-2018 (Wings Press, San Antonio, Texas). En español están publicados varios de sus libros, como Las mujeres, Todas estamos despiertas hoy. Testimonios de la mujer nicaragüense hoy; Contra la atrocidad y la antología poética Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe y Como si la silla vacía, doce poemas que hablan con claridad y precisión acerca de la realidad de los desaparecidos en América Latina. En 2002 se filmó The Unapologetic Life of Margaret Randall (La vida sin complejos de Margaret Randall), un documental de una hora de duración, dirigido por las cineastas Lu Lippold y Pam Colby.

Textual

La pandemia mira y elige

Una está confinada en una casa amplia y luminosa
con una alacena bien surtida,
otra en un sótano húmedo
o en una carpa indigente.
Una se sienta frente a la pantalla
de su pc a disfrutar de la explosión
cotidiana de hilaridad
que genera esta plaga mortífera.
Otras no pueden escapar de la mano
Traicionara de un tío o del cinturón del
papá: su cuarentena personal de
pesadilla diurna.
Uno se queja de su incapacidad para
trabajar desde la casa, mientras la vecina
se prepara con lágrimas en los ojos
para una guardia de hospital.
En esto estamos todos juntos
pero no somos iguales.
Como todo atacante, la pandemia
mira y elige.
*Poema publicado en Estrellas de mar sobre una playa (Abisinia).

lunes, 20 de julio de 2020

El poder económico bajo la lupa

La reacción de la conducción política del establishment, las controversias por el tuit de CFK y el debate sobre la burguesía

La respuesta de las cámaras que agrupan a grandes empresas ante la propuesta de expropiación de Vicentin es un ejemplo contundente del papel de conducción política de los principales grupos económicos. También es la prueba de la carencia de la vocación de ser partícipes de un proyecto de desarrollo nacional.

Las controversias políticas y mediáticas que provocó el tuit de Cristina Fernández de Kirchner recomendando mi artículo del domingo pasado dejaron al descubierto dos debilidades del debate público:
* La dificultad para hablar, indagar y cuestionar al poder económico.
* El temor en diferentes ámbitos a reflexionar, estudiar y criticar a los grupos Clarín y Techint.
El análisis preferido de editorialistas y comentaristas fue la supuesta intención de CFK de marcarle la cancha de ese modo a Alberto Fernández.
Las interpretaciones políticas son libres pero los hechos no.

Cualquier tuit o expresión de CFK son inmediatamente publicados en los portales de Clarín, La Nación e Infobae. Les sirve para convocar audiencias y continuar la persistente tarea de demonizarla.
El primero que subió ese domingo a la red del pajarito fue el artículo "la conducción política del poder económico" y fue ignorado con un potente silencio.
El segundo publicado 5.28 horas después, en cambio, en tono de humor con referencia a la mulita y los silobolsas , tuvo amplia difusión en esos medios de comunicación, obviamente para aumentar aún más –si eso es posible- la tirria contra ella, el kirchnerismo y cualquier cosa que comience con la letra K.
Recién tres días después hubo una decisión de qué hacer con ese primer tuit. Y la resolución fue utilizarlo para insistir con la estrategia de dividir el frente político que gobierna, con el objetivo explícito de que Alberto Fernández rompa con su vicepresidenta.
Ese tiempo transcurrido y esa decisión mediática ratifica el contenido fundamental del artículo en cuestión: quiénes son los dos miembros del establishment que ejercen la conducción política del poder económico.
La tapa de Clarín del miércoles pasado fue la orden de largada para encolumnar al resto, que obediente y con eco afinado repitió esa línea editorial.

Con muy pocas excepciones en el dispositivo de medios dominantes, los análisis no incluyeron la discusión acerca del poder económico, su responsabilidad en las sucesivas crisis de los últimos 40 años, la oposición a modelos económicos de desarrollo con inclusión social y, fundamentalmente, no se mencionaron a los dos protagonistas principales: Techint y Clarín.

Deducción

Como CFK no precisó a quienes se refería al final del tuit con la convocatoria "para entender y no equivocarse", lo que se puede deducir con evidencias es que el tema de las corporaciones le parece más importante que las especulaciones políticas. Puede ser que le interesó "la discusión teórica" sobre las corporaciones, como escribió Guido Carelli Lynch en una crónica en Clarín.
Ese interés se comprueba recorriendo su cuenta de Twitter y viendo que la intervención anterior había sido un retuit de uno de la periodista y escritora María Seoane. El comienzo de ese tuit dice: "Periodistas: 'ser independiente del poder' no lo es solo del poder político sino también de las corporaciones…".

Otra pista para deducir cuál fue la motivación de CFK es recordar la presentación del libro "Sinceramente", en el predio de la Sociedad Rural cuando, con Alberto Fernández sentado en primera fila, rescató la figura de José Ber Gelbard.
En ese encuentro , cuando todavía no se había anunciado la fórmula ganadora de las elecciones presidenciales, propuso "un contrato social que involucre a todos: empresarios, dirigentes sindicales, un ciudadano que es operario, cooperativistas, una persona que tenga un plan de trabajo". Para agregar que "es necesario que todos pongamos el esfuerzo".
En su discurso hizo particular hincapié en el sector empresario al sostener que "hacen falta dirigentes empresarios que piensen la economía como instrumento de desarrollo del país y no solamente personal". Señaló que "para que una empresa sea más grande tienen que ganar todos y comer todos, si no es muy difícil". En esa instancia, recordó a Gelbard a quien calificó como "el último gran empresario".
Puede ser que la realidad de los hechos sea más aburrida y menos estruendosa que las crispadas especulaciones políticas.

Burguesía

La pirotécnica política de estos días desplazó entonces el debate central: cómo transitar el camino del desarrollo nacional, como ha intentado en varias oportunidades el peronismo en el poder, sin el sujeto económico privado dinámico del capitalismo: la burguesía, que teniendo en cuenta su recorrido en la economía argentina puede definirse como fallida .
Mario Rapoport, economista e historiador, ha explicado en más de una oportunidad que la debilidad de la burguesía nacional tiene su raíz en componentes históricos cuando la elección del librecambio se impuso en el momento de la conformación de la Argentina moderna, dejando una marca que aún conserva un considerable poder ideológico.
En ese entonces los intereses y grupos de poder hegemónicos durante la denominada Organización Nacional impusieron al liberalismo económico como la piedra angular del progreso argentino.
Rapoport precisa que de ese modo se desechó la posibilidad de un desarrollo económico integral mediante la protección de la industria local y, de esta manera, las clases dominantes argentinas rechazaron el camino proteccionista que, por el contrario, fue adoptado por países como Estados Unidos y Australia, y prefirieron un país para pocos ligado a la producción primaria.
Esto se traduce en conductas rentísticas, ya sea proveniente del campo o de recursos naturales no renovables.

Empresarios

Un dato periodístico que colabora para una mejor comprensión de la identificación de los grupos Techint y Clarín como conducción política del poder económica es precisar dónde surgió esa caracterización.
No fue del mundo de la política, ni del oficialismo ni de la oposición, de otros periodistas, sindicalistas, sociólogos o economistas. Surgió del interior del mundo empresario.
Algunos hombres de negocios están cansados de ser arrastrados a disputas políticas por cuestiones que tienen que ver exclusivamente con intereses de esos dos grupos económicos. Esto no significa que tengan divergencias ideológicas o de modelo económico. Lo que sucede es que algunos ya no quieren participar de batallas políticas permanentes, pero por miedo o por respeto excesivo callan en reuniones de AEA, del Foro de Convergencia Empresarial o de la UIA.
Los empresarios también temen una tapa del diario o una campaña en contra liderada por Clarín. Y otros prefieren el silencio por los abusos de la posición dominante que ejerce Techint en el mercado de laminados de acero (Ternium), que tiene aranceles de protección de la competencia extranjera (en especial de China), cuya consecuencia son precios elevados de ese insumo clave, los cuales padecen automotrices, fabricantes de productos de línea blanca o constructores de desarrollos inmobiliarios.

Tensiones

El escenario del Día de la Independencia, en la Quinta de Olivos, fue una foto, el disparador para identificar por primera vez a esos dos conglomerados como la conducción política del poder económico, lo que quedó demostrado en estos días.
La explicación oficial de esa puesta en escena es que el objetivo era mostrar el acompañamiento de todo el poder político representado por los 24 gobernadores, del G-6 de cámaras del establishment como el rostro del poder económico y de los trabajadores de la CGT. Una exhibición de poder ante una derecha desbocada, que convocaba a banderazos anticuarentena y que estaba lanzada a debilitar el gobierno de Alberto Fernández diciendo que se estaba quedando solo.
Plantear que esa foto era incompleta e insuficiente, puesto que no se puede confiar en que el establishment acompañe un proyecto de desarrollo nacional, cuestión que no debería sorprender, no significa que no exista el G-6 o los grandes empresarios y, por lo tanto, que el gobierno no tenga que dialogar con ellos .
Pero ampliar los participantes de esa foto, con otras representaciones sindicales y otros sujetos económicos (pymes, economía popular, emprendedores, empresas recuperadas) hubiese sido también un mensaje político hacia el establishment y la sociedad.
Las ausencias de pymes y de otras representaciones sindicales fueron reconocidas luego por el presidente Alberto Fernández. Y su convocatoria a construir otro capitalismo, solidario e inclusivo, es la película que ofrece ante la instantánea del 9 de Julio.

Vicentin

La reacción inmediata de las cámaras empresarias del establishment ante la propuesta de expropiación de Vicentin es un ejemplo contundente del papel de conducción política de Techint y Clarín. También es la prueba de la carencia de la vocación de ser partícipes de un proyecto de desarrollo nacional; por el contrario, refleja en forma abierta que son jugadores activos para combatirlo.
Los tres primeros acontecimientos que iniciaron esa confrontación con el gobierno de Alberto Fernández fueron los siguientes:
1. El decreto de prohibición de despidos. Techint fue el primero que lo desafió, provocando que Fernández, sin mencionar la empresa, dijera que son "unos miserables".
2. La propuesta de fijar un aporte extraordinario a las personas muy ricas.
3. La oferta de canje de deuda en default virtual.
El rescate de Vicentin es la más reciente bandera de combate del establishment contra el gobierno.
El Foro de Convergencia Empresarial y AEA, dominados por esos dos grupos, difundieron sendos comunicados muy críticos de la iniciativa del gobierno. La UIA también elaboró uno no tan duro pero igual fue de rechazo, lo que tampoco satisfizo a Techint y por eso apuntó contra su presidente, Miguel Acevedo, por tibio y puso bajo tensión la Junta Directiva de la entidad industrial.
El caso Vicentin, con la promoción de la movilización de sectores medios y altos urbanos a una marcha de rechazo y el despliegue de una campaña fake news sobre la predisposición expropiadora de Fernández, tiene una faceta impúdica: la conducción política del poder económico lidera la defensa de un grupo empresario acusado de vaciamiento, desvíos de activos, fuga de capitales, subfacturación de exportaciones, comercialización de parte de la cosecha en negro, triangulación de operación con firmas offshore, fraude financiero y ocultamiento del último balance.
La impunidad para defender semejante desfalco, que involucra a bancos internacionales y hasta al brazo financiero para el sector privado del Banco Mundial (la CFI), tiene un motivo estructural: bloquear la posibilidad de intervención del Estado en el negocio agropecuario exportador, sector estratégico de la economía y generador de rentas muy elevadas.
No sólo es salir al cruce de que el Estado pueda actuar como empresa testigo y diseñar una planificación estratégica de los mercados de cereales y cambiario, lo que dejaría al descubierto el comportamiento irregular de los participantes de esa actividad en materia impositiva, cambiaria y de comercio exterior, sino que busca frenar uno de los eslabones del proyecto de desarrollo nacional que propone Fernández.
El Estado vía YPF Agro incorporando los activos de Vicentin estaría dando el primer paso del modelo que impulsa el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que consiste en crear clusters de desarrollo en el sector primario para sumar valor agregado a la producción, generar un encadenamiento de servicios asociado al sector, impulsando la innovación con investigación tecnológica y una salida exportadora con ingresos de más dólares que los conseguidos sólo con despachos de materias primas sin procesar.
YPF con el petróleo, YPG Agro en el sector clave de la generación de divisas y una eventual YPF minería, en la extracción y producción del litio, sería uno de los lados del cuadrante del modelo de crecimiento y desarrollo que postula el gobierno.
En el conflicto abierto por Vicentin es donde aparece sin maquillaje el rostro de la conducción política del poder económico, que no sólo no está comprometido sino que combate la construcción del sendero para el desarrollo nacional.

domingo, 12 de julio de 2020

La grieta en la historia nacional – Por Ruben Dri

En este artículo Rubén Dri realiza un análisis del concepto “grieta”, construcción teórico-política atribuida desde el macrismo y los medios dominantes al peronismo-kirchnerismo. Dri sostiene que para desarmar esta idea instalada es necesario preguntarse si realmente tal fenómeno es una creación artificial, o si responde a una realidad que siempre acompañó a la historia de este país.

Por Rubén Dri*
(para La Tecl@ Eñe)
Fuente:ramble tamble
La “grieta” es una categoría sociopolítica que, desde el gobierno macrista, no ha dejado de citarse cotidianamente, en forma condenatoria, achacándole al enemigo, en este caso el kirchnerismo, ser su creador. El dirigente político Sergio Massa, actualmente en el Frente de Todos, pretendió, en determinado momento, construir su proyecto político ubicándolo en una pretendida “ancha avenida del medio” que no pasó de ser un eslogan de campaña.
El concepto de “grieta” significa que hay una hendidura, una quebradura, una zanja, con dos orillas, que atraviesa al país en su centro. No se trataría, de acuerdo a las elucubraciones de muchos analistas, de un hecho realmente existente, sino de una construcción teórico-política.
Durante los gobiernos del kirchnerismo, de 2004 a 2015, en la fila del macrismo se culpó a dicho gobierno, y aún actualmente se lo hace, de la existencia de dicha grieta que sería una anomalía que posteriormente el gobierno macrista estuvo tratando de superar. Menester es preguntarse, en consecuencia, si realmente tal fenómeno es una creación artificial, o si responde a una realidad que siempre acompañó a la historia de este país.
De la respuesta que demos a tal alternativa depende ahora, y dependerá en lo futuro, la política. Hemos escuchado al ex presidente Mauricio Macri referirse a los setenta o cien años en los que habría existido esa “anomalía” cuyo constructor sería el peronismo.
Si esto es así, ¿cuál debería ser la política de superación? Está a la vista lo que llevó a cabo el macrismo, que nada entiende de dialéctica, la destrucción de una de las dos orillas de la grieta, es decir, la destrucción de los sectores populares, en la medida en que éstos tengan una organización política. Por eso, el peronismo es el enemigo.
Es necesario, para orientarse, recurrir a la historia nacional, que necesariamente nos mostrará si la grieta es una construcción puramente artificial creada en un determinado momento de dicha historia, o si ha estado siempre presente, desde sus mismos orígenes, y si ello es así, buscar sus causas y condicionamientos.
En el ámbito de los fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales, nunca se parte de cero, como en su momento creyera el filósofo Descartes quien, angustiado por el derrumbe del mundo medieval que se venía abajo en todas sus creaciones, se planteó hacer un tajo, cortar con todo ese mundo y comenzar de él mismo, o sea, de su propia conciencia.
Ese comienzo lo sintetiza en “pienso, existo”, o sea, pienso, estoy pensando, continuamente lo hago, lo cual significa que existo, porque sería un absurdo sostener que pienso sin existir.
¿Partió Descartes de cero? ¿Pudo borrar todo lo que supuestamente sabía, de lo que había aprendido en la escuela? Basta seguir un poco su pensamiento para cerciorarse de que no parte de cero, que detrás suyo, en su propio pensamiento, está todo el pensamiento filosófico anterior. No sólo el mundo medieval con sus magníficas creaciones culturales, edilicias, filosóficas. Allí están las magníficas catedrales, Notre Dame a la cabeza, los inmensos tratados filosóficos y teológicos que culminan con la Suma Teológica de Santo Tomás. 
¿Partir de cero? ¿Puede Descartes partir de cero? ¿Puede alguien realizar tal hazaña? ¿Alguien lo hizo alguna vez? No nos preguntamos si alguien creyó que lo podía hacer, sino si efectivamente lo hizo. La respuesta es evidente. Basta echar una ojeada a la historia del pensamiento para comprobar que nadie ha podido realizar tal hazaña. Nunca se comienza, sino que siempre ya se ha comenzado. 
Partamos pues, de un determinado momento histórico de nuestra patria, el 25 de mayo de 1810. En ese momento ¿se manifiesta el proceso histórico del país como una unidad monolítica, sin fisura? Cualquier niño o niña que está cursando los grados primarios sabe responder que Moreno y Saavedra estaban enfrentados.
Y no se trata de que estaban enemistados por diversidad de temperamento, sino por diversidad y oposición de proyectos políticos. Conservador uno, revolucionario el otro. La grieta ha comenzado y lo ha hecho con fuerza, sin contemplaciones, crímenes políticos incluidos. Mariano Moreno muere -¿muere simplemente o lo han matado?- en alta mar. 
Desde que empezamos, la grieta se hizo presente y lo hizo provocando exilios, persecuciones, crímenes. Mariano Moreno, Castelli, Belgrano, de un lado. Saavedra, luego Rivadavia, del otro. La grieta no deja de profundizarse cada vez más.
El citado Rivadavia, Alvear, el Directorio, de un lado. Artigas, Belgrano, San Martín, del otro, la grieta no deja de estar presente. Cuando San Martín acorraló al poder español en Lima y necesitó del apoyo para terminar con dicho poder, desde Buenos Aires Rivadavia saboteó el proyecto y obligó al libertador a reunirse con Bolívar y dejar en sus manos la terminación de la gesta libertaria. 
Rivadavia de un lado y San Martín del otro. Nada más gráfico para ver la grieta en funcionamiento. El proyecto de la patria chica, o mejor, de la granja británica centrada en la pampa húmeda, con salida por el puerto de Buenos Aires, frente al proyecto de la Patria Grande Latinoamericana. Una grieta de profundidades abismales.
Dos proyectos enfrentados que dibujan las geografías de todo el continente latinoamericano. En Argentina, de un lado la pampa húmeda ya señalada y el puerto, y del otro, el interior conformado por las provincias litoraleñas, el noroeste y Cuyo. El proyecto colonial dependiente del imperio británico contra el proyecto nacional, auto-centrado. Entre ambos proyectos, una guerra a muerte.
Si nos fijamos bien en la geografía, es fácil ver que el proyecto nacional que abarca las provincias del norte, del nordeste y de Cuyo está encajonado, sin salida al mar, que queda en manos del proyecto de la patria chica, granja británica.
Entre ambos proyectos un abismo, la citada GRIETA que, abierta desde el 25 de mayo de 1810, no deja de condicionar el desarrollo de todo proyecto de país. San Martín es testigo privilegiado para quien quiera verlo. Efectivamente, cuando las potencias imperiales –Francia y Gran Bretaña- se largaron a adueñarse del río Paraná, y los partidarios de la patria chica las apoyaron, fueron marcados a fuego por el Libertador:
“Lo que no puedo concebir es que haya americanos que, por un indigno espíritu de partido, se unan al extranjero para humillar a su Patria y reducirla a una condición peor que la que sufrimos en tiempos de la dominación española, una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.
La batalla de Pavón (1861) en la que Urquiza, caudillo del proyecto federal, entrega el triunfo a Mitre, el dirigente del proyecto colonial; la del Pozo de Vargas (1867) en la que Felipe Varela, enarbolando la bandera de la Patria Americana es derrotado, y finalmente la de Cerro Corá (1871) que termina con el Paraguay de Solano López, derrotan el proyecto de Patria Grande.
Aparentemente la grieta ha terminado, se ha cerrado. El puerto y la pampa húmeda han triunfado.
Pero, desde los escombros de la Patria Grande, con el aporte de los hijos de los inmigrantes, el proyecto levanta cabeza con el Yrigoyenismo, y con el aporte de la clase obrera, los derrotados, como el esclavo hegeliano, se levantan y ponen en pie el proyecto de la Patria Socialmente Justa Económicamente Libre y Políticamente Soberana.
¿Desapareció la grieta? No, no se logró la “superación” definitiva. Los derrotados se recuperaron y volvieron. Se produce entonces un vaivén, un deslizarse de una orilla de la grieta a la otra, sin lograr la superación.
El proyecto de patria chica creyó poder triunfar definitivamente contra el proyecto de Patria Grande, provocando el horrendo genocidio que va de 1976 a 1982.
Pero no hubo triunfo definitivo. Desde abajo nuevamente el otro proyecto con las Madres, las Abuelas, los Hijos, los sectores populares que se fueron organizando, se hizo presente y entró a disputar la supremacía. Del 2003 al 2015 volvió la Patria Grande, para caer nuevamente en el 2016.
¿Cómo sigue esta historia? Desde abajo nuevamente el proyecto de patria liberada, de Patria Grande, ha retomado con fuerza el proyecto tantas veces truncado. ¿Será esta vez la solución definitiva? ¿Hay solución definitiva en la historia?
No, no hay solución definitiva. Eso sería el fin de la historia y ya sabemos a dónde van a parar esas hipótesis o tesis de fin de la historia. Pero lo que sí es posible y debe buscarse, es superar esa grieta que nos condena a un ciclo que no deja de renovarse. Se trata de una dialéctica truncada que siempre se realimenta, de una sucesión de primera negación que nunca logra la negación de la negación.
La solución no puede venir de arriba como nos explica Hegel y lo confirma Marx, sino de abajo, no del amo, sino del esclavo, no de los dominadores sino de los dominados. Es desde ese lugar social desde el cual se puede elaborar y llevar a cabo un proyecto superador que sepulte esa grieta. Vendrán otras contradicciones pero no necesariamente tendrán el poder destructivo de la presente grieta.
Es la tarea que el pueblo ha retomado con fuerza.
*Filósofo y teólogo

La resistencia del establishment a un proyecto económico de desarrollo nacional

La conducción política del poder económico

El presidente Alberto Fernández convocó a los empresarios reunidos en el G-6 para sumarlos a la construcción de una nueva normalidad económica, que deje atrás el capitalismo neoliberal hegemonizado por las finanzas globales. No es probable que quieran ser parte de esa tarea más allá del gesto de acompañarlo en el acto del Día de la Independencia.
En el acto oficial de celebración del Día de la Independencia, el presidente Alberto Fernández estuvo acompañado en forma presencial, en la Quinta de Olivos, por los empresarios del G-6, que reúne a las titulares de las cámaras del establishment, y de un dirigente de la conducción de la CGT.

Fue una apuesta oficial fuerte dirigida al mundo empresario concentrado, que desde hace más de 40 años ha intensificado el combate contra el proyecto de desarrollo nacional que hoy aspira a desplegar el frente político que gobierna.
El mensaje de Fernández es sencillo de entender aunque no es probable que haya sido aceptado por los interlocutores elegidos. Es una renovada invitación a un sujeto social que resiste construir un sistema económico que permita alejar la reiteración de crisis dramáticas, las cuales lo tienen como protagonista estelar en cada una de ellas.

Grupos

Más allá de gestos personales de cada uno sus miembros hacia el poder político de turno, el poder económico se ha transformando en estas últimas décadas. Ir a su búsqueda con la expectativa de encontrar lo que alguna vez fue para sumarlo a un proyecto de desarrollo nacional, como si nada hubiera pasado en este tiempo, sólo entregará otra decepción.
Casi todos los integrantes del bloque de poder concentrado están cada vez más alejados del destino del mercado interno, operan en áreas monopólicas o con posiciones dominantes y están subordinados a la valorización financiera de sus excedentes, los cuales en gran parte son dolarizados y fugados.
Una de las pocas excepciones en ese bloque de poder local al que todavía le resulta relevante el consumo interno y tiene su principal base productiva en el país es el grupo Arcor de la familia Pagani.
Cuando gran parte de los patrimonios de ese núcleo de empresarios poderosos está en el exterior, ya sea en propiedades, empresas, activos bursátiles o capitales líquidos, y su principal actividad se encuentra en servicios monopólicos o producción de materias primas exportables, su propio destino queda escindido del general.
Por eso son protagonistas principales de las grandes crisis pero no las padecen en toda su dimensión; más bien se benefician porque aumentan la concentración y centralización del capital.
Es un poder económico conservador, ideologizado al extremo y contaminado de los lugares comunes de la ortodoxia económica, además de ser conducido políticamente por los grupos Techint y Clarín.

Trasnacional

El grupo Techint emprendió un proceso de trasnacionalización en las últimas décadas. Está amenazado por la expansión de corporaciones de la nueva potencia mundial (China), y para tratar de preservar privilegios y cuotas de mercado de su producción de tubos con y sin costura exige protección para su actividad y, sin pudor, promueve apertura importadora para el resto. Opera en sectores con cuasirrentas monopólicas y millonarios subsidios fiscales. Se alinea de ese modo con la estrategia económica y global de la potencia declinante, Estados Unidos.
A lo largo de varias décadas, las fabulosas ganancias obtenidas en el mercado argentino, conseguidas por medidas públicas específicas para supuestamente inducirlo a un aumento de la inversión local y a entregar productos a precios competitivos al mercado doméstico, fueron utilizadas en gran parte para financiar la expansión internacional.
Techint logró la diversificación territorial de su conglomerado: su casa matriz está en Luxemburgo para pagar menos impuestos, tiene plantas también en Japón, Estados Unidos, México, Brasil e Italia, y es socio en empresas sauditas, rusas, colombianas y canadienses.
Desde los últimos años del siglo pasado, las inversiones en Argentina han sido marginales respecto a las destinadas al crecimiento de su negocio internacional.
El modelo desarrollista le fue favorable para la evolución inicial, pero ahora ya no le resulta útil. Por eso despide trabajadores desafiando al presidente Fernández. Para Techint el salario es un costo y no un factor dinámico del mercado interno. Por eso postula un modelo económico de tipo de cambio elevado, puesto que por esa vía reduce el costo salarial al tiempo que beneficia su salida exportadora.

Posesiones

El Grupo Clarín se ha consolidado como un conglomerado de telecomunicaciones luego de conseguir desembarcar en Telecom gracias a la flexibilidad regulatoria dispuesta por el gobierno de Macri.
Desde la última dictadura militar y con cada uno de los posteriores gobiernos democráticos, con la excepción de los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, Clarín consiguió capturar eslabones de su negocio para construir un gigante del sector de las telecomunicaciones.
Las manos vacías en esos ocho años es una de las posibles respuestas a los motivos de los persistentes embates contra CFK y su familia que diariamente lanza desde su extenso dispositivo de medios.
El grupo Clarín opera en un mercado de servicios de fuertes rasgos monopólicos y busca frenar el ingreso de la competencia, ya sea la que puede constituir el grupo mexicano liderado por el millonario mexicano Carlos Slim o la de compañías chinas (Huawei, empresa combatida por Estados Unidos).
Utiliza su amplia red de medios (diarios, radios y televisión) para expandir y defender cada una de sus posesiones, siendo Telecom la última que sumó al conglomerado y posterior fusión con Cablevisión. Resiste el congelamiento de tarifas de los servicios que prestan esas compañías, está en controversias con el Estado por pagos millonarios por la frecuencia de Nextel y pretende mantener un espectro radioeléctrico mayor al que le corresponde por regulaciones del sector.

Cuadrante

Ambos grupos ya no tienen como base de su propia expansión la necesidad de un modelo económico desarrollista.
El caso de Clarín es más evidente y el brusco giro de la línea editorial tuvo su bisagra en el conflicto con un sector del campo por las retenciones móviles en 2008.
El análisis económico de sus canales de difusión fue mudando del desarrollismo hacia un modelo aperturista, de privilegio a la producción de materias primas agropecuarias y de predominio de las finanzas.
Ese viraje conceptual explica su actual posicionamiento en el cuadrante de la derecha del espectro ideológico de medios de comunicación.
La campaña anticuarentena, el fomento de la grieta política, social y cultural utilizando a comunicadores y animadores de shows periodísticos, y el impulso de un modelo económico de exclusión es la política de superficie para fortalecer la estrategia estructural para la consolidación de los negocios del conglomerado de telecomunicaciones, pero también para los de los principales socios que están vinculados a la producción agropecuaria.

Derecha

Los grupos Techint y Clarín no son sólo la expresión de la derecha empresaria por ser antiperonista o por la obsesión patológica con CFK y la letra K. Son más que canales de esa manifestación política a través de cámaras empresarias o de una red de medios. Ambos se han convertido en la conducción política de ese espacio ideológico, fundamentalmente, porque les resulta funcional para la defensa y la aspiración de continuar expandiendo su base material.
Como se sabe desde hace bastante, los intereses materiales van moldeando la conciencia y la acción.
Podrían haber elegido otra opción ideológica conservadora, alejada del fanatismo y de la promoción de la hostilidad de clases medias y altas a quienes piensan diferente. Pero no hubieran estado en línea con el actual comportamiento de las fuerzas de derecha en el mundo, que en América latina son guiadas por el Departamento de Estado y el Comando Sur de Estados Unidos
Los ejes de acción son la exacerbación de las tensiones políticas, el odio a las fuerzas políticas populares y la intolerancia al disenso. El trumpismo es la expresión de esas conductas.
La perversidad del discurso y la acción de la derecha política y mediática es que esas características, con elevada violencia simbólica, son atribuidas a las víctimas de ese comportamiento antisocial.
La pandemia, como en varios otros campos, exhibió sin maquillaje la brutalidad del capitalismo neoliberal dominado por las finanzas globales. En el escenario argentino, los grupos Techint y Clarín, con sus respectivos satélites (en el ámbito empresario los miembros del G-6, la AEA y el Foro de Convergencia, y en el mundo mediático, La Nación y el portal Infobae), actúan como ordenadores del bloque de poder económico para preservar los privilegios que tienen en la presente fase del capitalismo global.

Disciplina

Por miedo o por convencimiento, el resto del establishment se disciplina detrás de ellos, algunos para engancharse en ese tren con sus propios negocios, otros para no ser marginados de ese grupo social, y no pocos por temor a la persecución judicial y la amenaza de la cárcel, como les pasó a varios durante el macrismo.
La guerra interempresaria con grupos económicos indicados como kirchneristas (Lázaro Báez, Cristóbal López, Gerardo Ferreyra y otros encuadernados) no tiene que ver con el cuestionamiento a la evasión fiscal, fuga de capitales, lavado de dinero, operaciones offshore y relaciones privilegiadas con el Estado, porque cada uno de los miembros del establishment (Rocca, Pérez Companc, Magnetto y el resto de la lista de "grandes empresarios" aceptados socialmente) tuvieron y tienen ese mismo comportamiento reprochable, aunque sin la observación crítica de la legión de almas bellas que construyen sentido.
Con la expectativa de que no existan impedimentos en la comprensión lectora, en el sentido de que unos y otros tiene la misma forma de hacer negocios, antes y ahora, el acoso a empresarios con la marca en la frente con la letra K que alimenta la indignación colectiva selectiva es el paño de la superficie de una disputa de fondo, siendo ésta lo relevante para comprender esa cruzada.
El conflicto al interior del poder económico se originó, por un lado, en la puja por ver quién se queda o domina el manejo de ciertos negocios en sectores de elevada rentabilidad. Por otro, refleja el mecanismo habitual del poder económico para obturar el crecimiento de nuevos conglomerados que pueden poner en cuestionamiento el espacio que ocupan en el esquema de poder.
Esa misma tensión y disputa, en otro contexto histórico y métodos diferentes, se desplegó en los primeros años de la última dictadura militar sobre algunos grupos económicos vinculados al peronismo o promotores de un proyecto con cierta autonomía de desarrollo de la industria nacional.

Grieta

La crisis económica global provocada por la pandemia abre una pequeña fisura para cuestionar con evidencias imposibles de ocultar y, fundamentalmente, para replantear el funcionamiento de la actual fase del capitalismo neoliberal hegemonizado por las finanzas globales.
El presidente Alberto Fernández propone la reconstrucción de la economía a partir de un capitalismo con otras bases. Para esa tarea está convocando a un sujeto económico que hoy es otro; no es el que imagina para construir otro capitalismo dentro de un modelo de desarrollo nacional.
La debacle económica y social por la covid-19 brinda una oportunidad excepcional para fortalecer el rol central del Estado en relación al mundo empresario y para el ordenamiento del funcionamiento de la economía.
La pospademia en la economía y, en especial, la reconstrucción de una nueva normalidad económica, porque la anterior dominada por el bloque de poder tradicional probó ser un fiasco en términos de bienestar general, requerirá ampliar la base social de la alianza con el sector privado, incluyendo a pymes, cooperativas, emprendedores, firmas recuperadas, empresas de la economía popular.
Para que los costos devastadores de la actual crisis no sean en vano, la política económica de la recuperación no puede quedar depositado en ganar la confianza de los empresarios del G-6. Puede ser que esa  invitación sirva en términos políticos, pero está probado que sus integrantes no tienen la vocación de ser un sujeto social activo en el objetivo de fortalecer un proyecto de desarrollo nacional.

miércoles, 1 de julio de 2020

Huelga de repartidores: este miércoles no habrá entrega a domicilio

Además, el lunes murió atropellado el sexto repartidor en lo que va del aislamiento.
Imagen: Bernardino Avila
Con adhesiones en siete países de Latinoamérica, este miércoles se realizará el tercer paro internacional de trabajadores de reparto. Entre otros reclamos, en Argentina se pedirá un ingreso acorde a la canasta familiar, un bono de emergencia por trabajo esencial y la declaración de insalubridad de la actividad ante la pandemia de covid-19. En la Ciudad de Buenos Aires los repartidores rechazan un proyecto de ley que Vamos Juntos presentó en la Legislatura para regular la actividad: "Está hecho a espaldas de los trabajadores, parece escrito de puño y letra por las empresas", explicó a Página/12 Maximiliano Martínez, referente de la Agrupación de Trabajadores de Reparto (ATR).
Repartidores de Brasil, Chile, Guatemala, Costa Rica, México, Ecuador y Argentina pararán este miércoles para poner sobre la mesa los reclamos que arrastran desde el inicio de la pandemia de covid-19. En lo que va de cuarentena en Argentina ya son seis los repartidores fallecidos en jornada laboral: este lunes un trabajador de 28 años de la empresa PedidosYa falleció en Córdoba tras ser atropellado por un camión.

Es que, según explicó Martínez, "a veces las jornadas llegan a catorce horas y repartimos hasta donde nos dé el cuero. En este contexto de explotación, la atención en la calle se pierde hora a hora. No vamos a aceptar que se hable de 'accidente', las muertes no son producto de la fatalidad". Además, el referente de ATR ve con preocupación "que se naturalice la postal del chico tirado en la calle. Además de las muertes, todos los días hay decenas de situaciones similares". 
Por esta razón, los repartidores argentinos irán al paro para exigir que se declare la insalubridad de su labor frente a la pandemia y que se establezca una jornada de trabajo reducida. Además, reclamarán un bono por trabajo esencial y un ingreso fijo que les permita alcanzar la canasta básica familiar. En la actualidad, trabajan por un promedio de 60 pesos por pedido, lo que los empuja a extender las jornadas e incluso, en algunos casos, a trabajar los siete días de la semana. Por otro lado, se mantendrá el pedido para que las empresas se hagan cargo del pago de ART, además de los elementos de prevención necesarios para enfrentar la pandemia, testeos y protocolos de salubridad específicos para la actividad.
Pero los repartidores sostienen que estas problemáticas tienen como origen la ausencia de regulación jurídica de su actividad. Hasta el momento, en Argentina no existe marco legal que regule la relación laboral del repartidor con las empresas, por lo que estas últimas no blanquean a sus trabajadores y mantienen encubierta la relación de dependencia. En el mejor de los casos los trabajadores pagan monotributo para estar en AFIP, mientras que otros directamente trabajan en negro. 
El pasado 19 de junio el bloque de Vamos Juntos de la Legislatura porteña, apoyado por UCR-Evolución, despachó en plenario de comisiones y con dictamen de mayoría un proyecto de modificación del Código de Tránsito y Transporte para regular "el servicio de mensajería urbana y reparto", con el objetivo de dar entidad jurídica a empresas y trabajadores. Sin embargo, el proyecto fue criticado por la oposición y por los repartidores. Según Martínez, "se trata de una ley que parece escrita de puño y letra por las empresas, va en contra de todos nuestros reclamos". Es que, en el texto del proyecto, empresas y repartidores son concebidos como actores independientes entre sí, lo que en efecto ya ocurre y constituye el principal motivo de la ausencia de derechos laborales que sufren los repartidores.
A las empresas, Vamos Juntos las define como "operadores de plataforma digital donde terceros ofertan y demandan el servicio de Mensajería Urbana y Reparto”, mientras que los repartidores son definidos como "persona humana que ejecuta el servicio en motovehículo o ciclorodado". Así, las empresas solo serían agentes que ponen su plataforma en la web para que los repartidores oferten, sin relación laboral entre ellos.
El referente de ATR detalló que el proyecto "tiene aspectos punitivos, con obligaciones que se descargan sobre nuestras espaldas". Entre otros puntos, se planea la creación del "Registro Único de Transporte de Mensajería Urbana y Reparto a Domicilio", al que los trabajadores tendrían que inscribirse sí o sí, se establece la obligación de estar registrados en AFIP, de contar con cascos y equipamientos correspondientes y de no tener multas en el haber. "En última instancia, esto no estaría mal si no fuera porque la ley no obliga a las empresas a hacerse responsables de estas cuestiones, todo queda a cargo de nosotros", explicó Martínez. 
Sin relación legal entre actores, las obligaciones recaerán sobre el trabajador "independiente", tal como sucede en la actualidad. En otras palabras, el proyecto toma la situación tal como como está y la legaliza para agregarle obligaciones al repartidor. Martínez interpretó la ley como "un ataque a la organización de los trabajadores que venimos con medidas de fuerza en los últimos meses".
Un día antes de conseguir el dictamen de mayoría, Vamos Juntos quiso introducir el proyecto sobre tablas en sesión ordinaria, pero fue rechazado por la oposición. Aunque ahora las sesiones están suspendidas por el retroceso de la cuarentena, cuando la Legislatura vuelva a sesionar el proyecto retornará al recinto con dictamen de las comisiones de Tránsito y Transporte, Justicia y Asuntos Constitucionales. Curiosamente, a la comisión de Legislación del Trabajo, que debería tratar el tema, el proyecto nunca llegó. 
Informe: Santiago Brunetto.

Vicentín y el destino de la Nación

Oda al Paraná

Imagen: Télam
En 1801, en el Telégrafo Mercantil, diario comercial, político y rural -así se define-, se comienza a promover una idea que ya no era novedad, pero tenía por objetivo el comercio libre con Gran Bretaña. Se iniciaba una “batalla cultural”, que desde luego el director, míster Cabello, confusa figura, que si tiene coherencia mejor no decir cuál es, no la llama así. Más o menos el mismo énfasis pone el Semanario de Agricultura y Comercio de Hipólito Vieytes -lector de Adam Smith-, el otro diario que lo sucede, que sin embargo indica que la actividad agrícola del país debe dar paso hacia una artesanía que agregue valor industrial a las materias salidas del campo, sean semillas o cueros.

La figura de Belgrano está detrás de esos diarios, hasta que él funda el suyo, el Correo de Comercio, que en 1810 lo vemos compitiendo con La Gazeta de Moreno, que ella sí, trae estridencias políticas más directas y novedosas. Es lógico, había una ruptura política que mencionaba el nombre de un Rey, pero armaba ejércitos en su contra, usando la misma bandera de aquel monarca. Difícil situación, que no la había sentido así el poeta Manuel de Lavardén cuando en el mencionado Telégrafo Mercantil, una década antes de Mayo de 1810, había escrito la Oda al majestuoso río Paraná con loas a Carlos IV y su consorte, la Reina Luisa.
Esa Oda al Paraná es compleja y arrebatada, participa del neoclasicismo, estilo que el mismo reinado propicia, y cuando Lavardén dice “sagrado río” debe entenderse más un tributo a Voltaire que a dioses Griegos o Romanos, que por cierto nunca se ausentan del poema. La expresión “primogénito ilustre del Océano” es un hallazgo obvio y despojado, que contrasta con la lujosa alegoría que le sigue “el carro de nácar refulgente tirado de caimanes”. La imaginería, o mejor dicho la ingenieria de metáforas le da un peso ilusorio al poema del que le sería posible quejarse al lector actual, ¿Pero no es mejor gozar de estas escrituras añejas, pero tan significativas de un país que así como era, no existe más? Lavardén era un saladerista y los pilares de la Oda al Paraná no dejan de trasuntar el empeño mercantil detrás del nácar y de las suaves “ninfas argentinas”. Pero no puede reducírselo a un mero comerciante, pues ve el Río como un símbolo de independencia y no un embarcadero de granos. La palabra argentina es allí de las primeras veces que suena. En un sugerente desliz, la mención al aceite nos permite un repentino sobresalto de actualidad. Lavardén Fue un contemporáneo del español Jovellanos y el antecesor poético de Vicente López y Planes, que fue más cauto que él con los recursos de la inflamación poética cuando escribió el Himno Nacional, aunque no es que éste carezca de ella.
La Oda al Paraná es una armazón onírica con ensambles suntuosos que vienen de los restos de barroquismo que hay en el neoclasicismo. Pero como en todo narcicismo retórico, detrás corre la descripción que nos es más directa y familiar. El Paraná “va de clima en clima, de región en región, vertiendo franco, suave verdor y pródiga abundancia”. El ojo poético está recamado de oropeles de la lengua castellana del siglo XVIII pero hay un ojo mercantil y telegráfico. Tú las sales / Derrites y tú elevas los extractos / De fecundos aceites; tú introduces / El humor nutritivo, y suavizando / El árido terrón, haces que admita / De calor y humedad fermentos caros. / Ceres de confesar no se desdeña / Que a tu grandeza debe sus ornatos”. El concepto actualísimo y nada confuso de soberanía alimentaria, hace más de dos siglos estaba aquí insinuado, en estos endecasílabos habitados por estudiadas figuras de una poética hábilmente artificiosa.
Dos siglos y veinte años después, el Río Sagrado se ve con sus orillas ceñidas por sospechosos puertos privados, sus frutos incautados por los torniquetes severos de la economía internacional, las ciudades pequeñas de sus márgenes dirigidas por empresas transnacionales que condicionan el comercio exterior argentino y dan órdenes a jueces e intendentes. Cuando Lavardén dice “ninfas argentinas” se siente que una diosa recibe el aliento del río, es Ceres, la señora de la agricultura. Pero más sorprendente, es oírlo a Lavardén pronunciar la palabra aceites. “Elevas los extractos de fecundos aceites”. Fantasmal poeta, ya que anticipaste tanto, te preguntamos ¿cuál será el destino de nuestra nación, que apenas entreviste, si Vicentín se mantiene inmutable ante las arbitrariedades cometidas? Hablándole al Río mitológico, igualmente mitológico es el poeta que al hablarle revive esos extractos de “fecundos aceites”, que no están tirados ahora por los caimanes de Lavardén, sino que se hacen más fecundos en las Islas Caimán. 
  Es posible entender la palabra aceites como ungüentos de la lírica, pues no es Lavardén un profeta, lo que no impide leerlo como una guía casi completa de como el Paraná vaticina tanto el fervor lírico como el sigiloso amor por las mercancías, llevadas hoy al exterior con infinitas triquiñuelas y sin agregados propios, como en cambio proponía el Telégrafo Mercantil. Un siglo y medio después otra gran poesía sobre el Paraná le corresponde a Juan L Ortiz que escribe sobre el mismo río en los años 60. Yo no sé nada de ti… / Yo no sé nada de los dioses o del dios de que naciste / ni de los anhelos que repitieras / antes, aún de los Añax y los Tupac hasta la misma /azucena de la armonía / nevándote, otoñalmente, la despedida a la arenilla”. 
El poeta dice no saber nada y a partir de esa autodefensa inocente, revela lo que es el río, todos los silencios que carga, cómo transporta misterios que hace que la frase, apenas toca una orilla sin completar su sentido, la abandona para acercarse tímidamente a la otra, burlando sus propios significados. No saber nada de lo que se habla, permite hablar. Mencionar un nombre que pertenece al ambiente incaico, Tupac, y del otro del que no sabemos nada, Añax, es el talle enigmático de Ortiz, frente al tuteo con los dioses y ninfas tan plácidas de Lavardén.
Hoy el Paraná se ha convertido en un corredor Hídrico, una Hidrovía, que produce otra revelación. No es que las grandes poesías argentinas deban ser releídas para afirmar las enormes decisiones a tomar sobre el río. Pero estas, cuando adquieren una dimensión apropiada, serán equivalentes de las poesías sobre el rio, que inspira toda clase de poemas, canciones y films, recordándose Los Inundados de Birri, mezcla acuática de tragedia y picaresca.
Cuando aún importaba el ferrocarril, el territorio estaba señalizado por las ferrovías inglesas, funcionando como la complementación económica y anexo del Imperio Británico, convergiendo sobre Buenos Aires, asfixiándolo como una tela de araña. Eso ya no existe y su desmantelamiento extinguió pueblos, mojones que estaban aclimatados. Ahora precisamos un Raúl Scalabrini Ortiz del Río Paraná, que sepa de las cifras correctas, los datos que correspondan, los volúmenes de producción que se manejan, la economía anómala e ilegal que los sostienen, los desafueros cometidos, los jueces irregulares, las oscuras maniobras empresarias.
Un nuevo Scalabrini que haya leído a Lavardén, Juan L. Ortiz, Juan J. Saer, José Pedroni, Mastronardi, Alfonso Solá González y Coqui Ortiz. El deseo de ferrocarriles que no convergieran todos hacia Buenos Aires lo produjo, irónicamente, la economía política del Paraná. Un trazado inesperado desde Tucumán a Puerto San Martín, es la novedad que introduce la Minera Alumbrera para exportar a Japón el cobre y el oro que se extrae de esa mina. Ese ferrocarril es primogénito de un nuevo modo de la economía, el problemático océano del extractivismo. No son los carros de nácar de las ninfas argentinas. Ese nocturnal ferrocarril lleva el nombre de Central Argentino, funciona sigilosamente recordando el nombre principal de la red troncal inglesa. De no resolverse adecuadamente la cuestión Vicentín, abandonando los plazos misteriosos de una juridicidad artificial, implantada para proteger la vocación por la ilegalidad y los excesos empresarios, será verdad lo que escribió Juan L Ortiz, Yo no sé nada de ti. Pero escribió esa frase, ese gran comienzo socrático para su poema, para decir que el no saber era ya saber mucho, para mostrar un mundo desencajado exquisitamente.
Ahora, si nada de esto ocurriera, ya desasistidos de toda poesía, entristecidos y desamparados como país, podríamos decir, Paraná, abandonado por tus dioses, yo ya no se más nada de ti. Aunque quisiéramos, de vuelta, saberlo. Obligados estamos.