
En este artículo Rubén Dri realiza un análisis del concepto “grieta”, construcción teórico-política atribuida desde el macrismo y los medios dominantes al peronismo-kirchnerismo. Dri sostiene que para desarmar esta idea instalada es necesario preguntarse si realmente tal fenómeno es una creación artificial, o si responde a una realidad que siempre acompañó a la historia de este país.
Por Rubén Dri*
(para La Tecl@ Eñe)
Fuente:ramble tamble
La “grieta” es una categoría sociopolítica que, desde el gobierno
macrista, no ha dejado de citarse cotidianamente, en forma condenatoria,
achacándole al enemigo, en este caso el kirchnerismo, ser su creador.
El dirigente político Sergio Massa, actualmente en el Frente de Todos,
pretendió, en determinado momento, construir su proyecto político
ubicándolo en una pretendida “ancha avenida del medio” que no pasó de
ser un eslogan de campaña.
El concepto de “grieta” significa que hay una hendidura, una quebradura,
una zanja, con dos orillas, que atraviesa al país en su centro. No se
trataría, de acuerdo a las elucubraciones de muchos analistas, de un
hecho realmente existente, sino de una construcción teórico-política.
Durante los gobiernos del kirchnerismo, de 2004 a 2015, en la fila del
macrismo se culpó a dicho gobierno, y aún actualmente se lo hace, de
la existencia de dicha grieta que sería una anomalía que posteriormente
el gobierno macrista estuvo tratando de superar. Menester es
preguntarse, en consecuencia, si realmente tal fenómeno es una creación
artificial, o si responde a una realidad que siempre acompañó a la
historia de este país.
De la respuesta que demos a tal alternativa depende ahora, y dependerá
en lo futuro, la política. Hemos escuchado al ex presidente Mauricio
Macri referirse a los setenta o cien años en los que habría existido
esa “anomalía” cuyo constructor sería el peronismo.
Si esto es así, ¿cuál debería ser la política de superación? Está a la
vista lo que llevó a cabo el macrismo, que nada entiende de dialéctica,
la destrucción de una de las dos orillas de la grieta, es decir, la
destrucción de los sectores populares, en la medida en que éstos tengan
una organización política. Por eso, el peronismo es el enemigo.
Es necesario, para orientarse, recurrir a la historia nacional, que
necesariamente nos mostrará si la grieta es una construcción puramente
artificial creada en un determinado momento de dicha historia, o si ha
estado siempre presente, desde sus mismos orígenes, y si ello es así,
buscar sus causas y condicionamientos.
En el ámbito de los fenómenos sociales, políticos, económicos,
culturales, nunca se parte de cero, como en su momento creyera el
filósofo Descartes quien, angustiado por el derrumbe del mundo medieval
que se venía abajo en todas sus creaciones, se planteó hacer un tajo,
cortar con todo ese mundo y comenzar de él mismo, o sea, de su propia
conciencia.
Ese comienzo lo sintetiza en “pienso, existo”, o sea, pienso, estoy
pensando, continuamente lo hago, lo cual significa que existo, porque
sería un absurdo sostener que pienso sin existir.
¿Partió Descartes de cero? ¿Pudo borrar todo lo que supuestamente sabía,
de lo que había aprendido en la escuela? Basta seguir un poco su
pensamiento para cerciorarse de que no parte de cero, que detrás suyo,
en su propio pensamiento, está todo el pensamiento filosófico anterior.
No sólo el mundo medieval con sus magníficas creaciones culturales,
edilicias, filosóficas. Allí están las magníficas catedrales, Notre Dame
a la cabeza, los inmensos tratados filosóficos y teológicos que
culminan con la Suma Teológica de Santo Tomás.

¿Partir de cero? ¿Puede Descartes partir de cero? ¿Puede alguien
realizar tal hazaña? ¿Alguien lo hizo alguna vez? No nos preguntamos si
alguien creyó que lo podía hacer, sino si efectivamente lo hizo. La
respuesta es evidente. Basta echar una ojeada a la historia del
pensamiento para comprobar que nadie ha podido realizar tal hazaña.
Nunca se comienza, sino que siempre ya se ha comenzado.
Partamos pues, de un determinado momento histórico de nuestra patria, el
25 de mayo de 1810. En ese momento ¿se manifiesta el proceso histórico
del país como una unidad monolítica, sin fisura? Cualquier niño o niña
que está cursando los grados primarios sabe responder que Moreno y
Saavedra estaban enfrentados.
Y no se trata de que estaban enemistados por diversidad de temperamento,
sino por diversidad y oposición de proyectos políticos. Conservador
uno, revolucionario el otro. La grieta ha comenzado y lo ha hecho con
fuerza, sin contemplaciones, crímenes políticos incluidos. Mariano
Moreno muere -¿muere simplemente o lo han matado?- en alta mar.
Desde que empezamos, la grieta se hizo presente y lo hizo provocando
exilios, persecuciones, crímenes. Mariano Moreno, Castelli, Belgrano, de
un lado. Saavedra, luego Rivadavia, del otro. La grieta no deja de
profundizarse cada vez más.
El citado Rivadavia, Alvear, el Directorio, de un lado. Artigas,
Belgrano, San Martín, del otro, la grieta no deja de estar presente.
Cuando San Martín acorraló al poder español en Lima y necesitó del apoyo
para terminar con dicho poder, desde Buenos Aires Rivadavia saboteó el
proyecto y obligó al libertador a reunirse con Bolívar y dejar en sus
manos la terminación de la gesta libertaria.
Rivadavia de un lado y San Martín del otro. Nada más gráfico para ver la
grieta en funcionamiento. El proyecto de la patria chica, o mejor, de
la granja británica centrada en la pampa húmeda, con salida por el
puerto de Buenos Aires, frente al proyecto de la Patria Grande
Latinoamericana. Una grieta de profundidades abismales.
Dos proyectos enfrentados que dibujan las geografías de todo el
continente latinoamericano. En Argentina, de un lado la pampa húmeda ya
señalada y el puerto, y del otro, el interior conformado por las
provincias litoraleñas, el noroeste y Cuyo. El proyecto colonial
dependiente del imperio británico contra el proyecto nacional,
auto-centrado. Entre ambos proyectos, una guerra a muerte.

Si nos fijamos bien en la geografía, es fácil ver que el proyecto
nacional que abarca las provincias del norte, del nordeste y de Cuyo
está encajonado, sin salida al mar, que queda en manos del proyecto de
la patria chica, granja británica.
Entre ambos proyectos un abismo, la citada GRIETA que, abierta desde el
25 de mayo de 1810, no deja de condicionar el desarrollo de todo
proyecto de país. San Martín es testigo privilegiado para quien quiera
verlo. Efectivamente, cuando las potencias imperiales –Francia y Gran
Bretaña- se largaron a adueñarse del río Paraná, y los partidarios de la
patria chica las apoyaron, fueron marcados a fuego por el Libertador:
“Lo que no puedo concebir es que haya americanos que, por un indigno
espíritu de partido, se unan al extranjero para humillar a su Patria y
reducirla a una condición peor que la que sufrimos en tiempos de la
dominación española, una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer
desaparecer”.
La batalla de Pavón (1861) en la que Urquiza, caudillo del proyecto
federal, entrega el triunfo a Mitre, el dirigente del proyecto colonial;
la del Pozo de Vargas (1867) en la que Felipe Varela, enarbolando la
bandera de la Patria Americana es derrotado, y finalmente la de Cerro
Corá (1871) que termina con el Paraguay de Solano López, derrotan el
proyecto de Patria Grande.
Aparentemente la grieta ha terminado, se ha cerrado. El puerto y la pampa húmeda han triunfado.
Pero, desde los escombros de la Patria Grande, con el aporte de los
hijos de los inmigrantes, el proyecto levanta cabeza con el
Yrigoyenismo, y con el aporte de la clase obrera, los derrotados, como
el esclavo hegeliano, se levantan y ponen en pie el proyecto de la
Patria Socialmente Justa Económicamente Libre y Políticamente Soberana.
¿Desapareció la grieta? No, no se logró la “superación” definitiva. Los
derrotados se recuperaron y volvieron. Se produce entonces un vaivén, un
deslizarse de una orilla de la grieta a la otra, sin lograr la
superación.
El proyecto de patria chica creyó poder triunfar definitivamente contra
el proyecto de Patria Grande, provocando el horrendo genocidio que va de
1976 a 1982.

Pero no hubo triunfo definitivo. Desde abajo nuevamente el otro proyecto
con las Madres, las Abuelas, los Hijos, los sectores populares que se
fueron organizando, se hizo presente y entró a disputar la supremacía.
Del 2003 al 2015 volvió la Patria Grande, para caer nuevamente en el
2016.
¿Cómo sigue esta historia? Desde abajo nuevamente el proyecto de patria
liberada, de Patria Grande, ha retomado con fuerza el proyecto tantas
veces truncado. ¿Será esta vez la solución definitiva? ¿Hay solución
definitiva en la historia?
No, no hay solución definitiva. Eso sería el fin de la historia y ya
sabemos a dónde van a parar esas hipótesis o tesis de fin de la
historia. Pero lo que sí es posible y debe buscarse, es superar esa
grieta que nos condena a un ciclo que no deja de renovarse. Se trata de
una dialéctica truncada que siempre se realimenta, de una sucesión de
primera negación que nunca logra la negación de la negación.
La solución no puede venir de arriba como nos explica Hegel y lo
confirma Marx, sino de abajo, no del amo, sino del esclavo, no de los
dominadores sino de los dominados. Es desde ese lugar social desde el
cual se puede elaborar y llevar a cabo un proyecto superador que sepulte
esa grieta. Vendrán otras contradicciones pero no necesariamente
tendrán el poder destructivo de la presente grieta.
Es la tarea que el pueblo ha retomado con fuerza.
*Filósofo y teólogo
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