Mario
Bunge dice que los médicos filosofan todo el tiempo. Asegura que pueden
ir del realismo al materialismo dependiendo del caso que tengan entre
manos –o en el consultorio o en el quirófano. Estuvo en Buenos Aires
presentando su libro, que precisamente se llama: Filosofía para médicos
(Gedisa). ¿Cómo puede ayudar o perjudicar la filosofía a la medicina?,
¿Qué es la enfermedad: cosa o proceso, natural o social?, ¿Qué filosofía
debe guiar el ejercicio de la medicina? A estos interrogantes y otros
no menos controvertidos como los delitos de las industrias
farmacéuticas, la drogadependencia o la eutanasia respondió el
reconocido físico, filósofo y epidemiólogo que vive en Canadá desde
1966.
-Usted habla de las patologías del mercado: si éste considera que no va a tener ganancias con lo que produce, entonces no lo produce. Las enfermedades “de la pobreza” como el dengue y el cólera, por ejemplo, no tienen cura porque no se hacen vacunas para eso. Los médicos pueden tener ética pero la voracidad económica no, ¿cómo se revierte esta situación? -Son problemas sociales. Sólo el Estado puede hacer algo y de hecho, en algunos países como Sudáfrica, Brasil y la India, el Estado se ha ocupado de favorecer, de impulsar la fabricación de medicamentos contra esas plagas típicas del Tercer Mundo y lo ha hecho en combinación con pequeños laboratorios. No se va a dirigir a Pfizer o a alguno de esos grandes, porque no lo van a hacer, no les interesa; lo están haciendo pero con los medicamentos conocidos. Hace falta realizar más investigación. El problema principal en realidad es el problema de la parasitosis. En el Tercer Mundo los chicos tienen el vientre lleno de parásitos y se comen lo mejor de ellos: están desganados, no tienen energía, no pueden estudiar bien. Hubo una experiencia muy importante en la Universidad de México, en la época en que era rector el doctor Soberón, un investigador muy serio a quien tuve el gusto de tratar. Se preguntó por qué era tan bajo el rendimiento de los estudiantes de la Universidad de México, que eran como un cuarto de millón. Pensó que podían ser los parásitos, entonces se hizo una muestra y se vio que casi todos los estudiantes tenían parásitos. En la Argentina hay pocos parasitólogos, en La Plata había un grupo interesante de parasitólogos que se disolvió; Guillermo De Negri, un amigo mío, estaba en Mar del Plata, él sigue con la parasitología y también tiene un seminario de filosofía. La parasitología es otra de las ramas que hay que impulsar en estos países. Es necesario investigar más los parásitos porque los seres humanos somos muy sensibles a ellos y van apareciendo nuevas enfermedades. Hace medio siglo no existía el sida, y el ébola no se puede prever, pero en cuanto aparece el brote hay que aislar a los enfermos y estudiarlos a fondo. A las compañías farmacéuticas les conviene mucho seguir produciendo drogas exitosas, les reporta más ganancias producir Viagra que ensayar nuevas drogas porque los ensayos son muy costosos. Un artículo reciente del Medical Journal demuestra que destinan solamente el 1,7% de su ingreso a la investigación que se termina haciendo principalmente en las universidades y en los institutos estatales de EE.UU., Alemania e Inglaterra. Han decidido cerrar laboratorios que tenían 5 mil investigadores; claro, no eran los de primera, porque la industria con esa miopía que la caracteriza empleaba a investigadores de segunda o tercera. Los de primera están en la universidad y los que trabajan en las industrias, con muy pocas credenciales, lo hacen para ganarse la vida, en cambio los otros lo hacen por curiosidad. Es una crisis tremenda porque hay miles y miles de farmacólogos desocupados que podrían estar, bajo dirección competente, buscando nuevos remedios. -Usted también afirma que en la actualidad existen dos grandes males, uno es la drogadicción, y el otro la obesidad, sobre todo en EE.UU. donde los índices de obesidad infantil son alarmantes. Militares retirados de las fuerzas armadas sostienen que esa situación va en contra de la propia seguridad. -Son problemas sociales, la obesidad es pronunciada en Estados Unidos, pero no creo que sea mayor que en otras partes. ¿A qué se debe? En gran parte a los juegos electrónicos, los chicos de mi generación jugábamos a la pelota, andábamos en bicicleta, teníamos actividad física, hoy en día están sentados viendo pantallas, eso los hace engordar y de la gordura puede venir la diabetes. Además de ese efecto físico hay otro social muy grave que hace que los chicos prefieran tener amigos imaginarios, en la pantalla, a tener amigos de carne y hueso con quienes puedan tener una relación cara a cara, pelearse, jugar juntos y al aire libre. Hay una estadística que da miedo: el 93% de los chicos canadienses pasan menos de una hora por día al aire libre. Los canadienses eran famosos por gustarles el aire libre, por hacer deportes de invierno, se abrigaban y salían, no le temían al frío. En una generación ha cambiado la actividad de los chicos: ahora juegan con juegos electrónicos en lugar de jugar a la pelota. La drogadicción también es un problema social. Sería muy fácil terminar con ella, por lo menos con el problema del narcotráfico, como se ha hecho en Inglaterra, en Holanda, en Suiza: legalizar su consumo pero controlándola. En cambio, en Estados Unidos, que es el mercado de drogas más grande del mundo está en manos de criminales. Hace unos meses se reunieron los presidentes de todas las naciones americanas y todos le pidieron a Obama y al primer ministro canadiense que legalizaran las drogas en sus países, Obama se negó y el primer ministro canadiense también. Si Obama hubiera legalizado el consumo de drogas regulándolo, habría perdido votos republicanos moderados: siempre están pensando en las próximas elecciones, no tienen planes a largo plazo. -Si bien han desaparecido algunas enfermedades, han reaparecido otras por cuestiones sociales o religiosas de, por ejemplo, negarse al uso de las vacunas. -Sí, por ejemplo, la tos convulsa. Hay una vacuna muy eficaz: la triple, contra la tos convulsa, el tétanos y la difteria que se daba a los chicos, que no había en mi época, pero hay toda una campaña, de parte de grupos políticos y religiosos, en Estados Unidos sobre todo, contra la vacunación. Por qué, porque es barata, llega a todo el mundo con muy poco y es un deber del Estado. Como usted sabe, los republicanos, en particular la extrema derecha republicana, que es la que tiene la sartén por el mango, se niega a que el Estado preste servicios sociales. Además, hay grupos religiosos que se oponen a la vacunación porque la vacunación, como la cirugía interfieren con los designios del Señor: la enfermedad la manda Dios para castigarnos y no tenemos derecho a interferir. El hecho es que ha vuelto o está volviendo la tos convulsa. -¿Por qué plantea que los escritos de Nietzsche o de Foucault son malos para la salud individual y la sanidad pública? -Nietzsche, es bien sabido, fue un precursor del fascismo, enemigo de la democracia; era militarista, estaba en contra de la ciencia y de los sindicatos y no es casualidad que fuera el filósofo favorito de Hitler y que Heidegger escribiera todo un libro sobre él. Tampoco es por casualidad que en la carrera de Filosofía de la UBA se exija a los alumnos de primer año que lean a Nietzsche. Son reaccionarios, aunque posiblemente no se den cuenta, pero en todo caso no les hacen leer a los clásicos, les hacen leer a un panfletista, porque eso es lo que era Nietzsche. Lo que pasa es que también era anti religioso, entonces los anarquistas de mi juventud lo adoraban porque estaba en contra del establishment y de la religión, pero hay cosas mucho más importantes que la religión o la lucha contra ella. La batalla contra la desigualdad social es mucho más importante y en ese caso los progresistas podemos unirnos con muchos católicos a los que tampoco les gusta la desigualdad social. En todo caso, Foucault es aún peor porque seguía a Canguilhem que fue el primer filósofo de la medicina reconocido como tal. Bajo el régimen fascista hizo su tesis de doctorado en medicina sobre lo normal y lo patológico. Ahí sostenía que esas son categorías sociales, no biológicas ni médicas. Lo patológico es lo que se aleja o lo que viola la norma. Y quién fija la norma, la sociedad. Entonces, lo anormal es simplemente lo que no suele hacerse. El resfrío es un proceso natural, que no tiene nada que ver con las normas sociales, cualquiera se puede agarrar un resfrío, rico o pobre y las normas sociales o estéticas no tienen nada que ver con eso. Además, Foucault como otros, era un constructivista social: para él, todo lo que existía era una construcción social. El bacteriólogo polaco Fleck fue el primero en sostener que la enfermedad era una creación de la comunidad médica. Fue un caso bastante trágico: por ser judío lo metieron en un campo de concentración, pero como era bacteriólogo sabía las medidas que había que tomar para evitar que se difundiera el tifus, que era permanente en los campos de concentración por la falta de higiene. Si un prisionero se agarraba tifus se lo pasaba al guardia, entonces no le convenía a los nazis ni a los prisioneros que hubiera tifus: le perdonaron la vida a condición de que ejerciera su profesión. -Al referirse a la longevidad dice que es un arma de doble filo y que hoy se está revisando el precepto hipocrático de prolongar la vida a cualquier costo ... -Bueno, a nadie le gusta vivir como una lechuga, como suele decirse. Queremos vivir con el ejercicio de todas nuestras facultades y queremos disfrutar de la vida en lugar de sufrirla. La mayor parte de los recursos médicos y hospitalarios se gastan en los dos últimos años de la vida. La eutanasia –el suicidio asistido– está permitido en dos estados de los Estados Unidos, en Washington y en Oregon. El problema es que, al aumentar la longevidad, que se ha triplicado en el curso de dos siglos, vivimos hoy tres veces más de lo que se vivía entonces. La gente llegaba a vivir 25 años; hoy los franceses llegan casi a los 80, el triple. No solamente por la mejor medicina, sino porque hay agua potable, porque hoy en día incluso los franceses comen mejor. La desnutrición era muy común. La mortalidad infantil, que era tremenda, ha bajado muchísimo. En todo caso, cuanto mayor es la edad, tanto más frecuentes y más graves son las enfermedades, algunas de esas enfermedades imposibilitan: la gente tiene dificultades en caminar, en pensar, imagínese la gente con Alzheimer que anda por ahí, es una carga tremenda para la familia, alguien debe estar constantemente dedicado a esa persona y el pobre con Alzheimer no se da cuenta de nada. Qué sentido tiene prolongar esa vida. Habría que encarar las cosas con menos hipocresía y de forma menos conservadora, habría que alentar el suicidio asistido cuando la gente ya no puede disfrutar de la vida. -¿Cuál es su opinión sobre la salud pública argentina viviendo en un país como Canadá donde el sistema sanitario ha funcionado muy bien? -Yo creo que en la Argentina no ha funcionado tan mal, como en otros países, creo que ha mejorado mucho. Sobre todo desde Perón, yo he sido siempre antiperonista, pero reconozcamos que los dos primeros gobiernos de Perón tuvieron, entre otros méritos, el de organizar un Ministerio de Salud Pública, que no había antes. Los servicios sanitarios, de asistencia pública, creo que han mejorado, pero no hay medicamentos suficientes. En Canadá, la medicina anda bastante bien, cualquier residente tiene su tarjeta de medicare que lo habilita para ir a un hospital cualquiera donde lo atenderán gratuitamente, el paciente nunca le paga al médico. No se discuten honorarios ni nada porque los paga el gobierno provincial, de esa manera todos tienen acceso. Lo que ocurre es que no hay suficientes médicos, entonces las esperas suelen ser muy largas. -Y retomando la pregunta con la que usted termina el libro: ¿cuándo aparecerá el Newton de la medicina? -Yo no tengo la respuesta. Mientras a los médicos no se les enseñe a razonar, no va a aparecer un Newton. A los estudiantes de Medicina los atiborran, los obligan a memorizar una cantidad increíble de datos, entonces recibirse de médico es dar prueba de tener una gran retención, una enorme memoria. Habría que enseñar menos hechos y más a discutir, a diseñar experimentos, a pensar en causas. Esperemos que la filosofía pueda ayudar, porque da o puede dar una visión de conjunto de las cosas. Fuente: IADE -Sinpermiso - 16 de diciembre de 2012 |
viernes, 11 de enero de 2013
Un filósofo en la sala de urgencias :Entrevista a Mario Bunge por Ines Hayes
miércoles, 9 de enero de 2013
El debate por los centros clandestinos
La denuncia del acto que realizó el Ministerio de
Justicia en la ex ESMA durante el cual se realizó un asado genera
posiciones cruzadas entre Guillermo Lorusso, Osvaldo Barros y Margarita
Cruz, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, y el columnista de
Página/12, Luis Bruschtein.
La denuncia por la ex ESMA
Guillermo Lorusso, Osvaldo Barros y Margarita Cruz *En los últimos días, hemos asistido a distintos intentos por cambiar el eje en lo que implica nuestra denuncia sobre el asado promovido por el Ministerio de Justicia de la Nación en el lugar donde funcionara el centro clandestino de detención de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA).
Cronistas del proclamado “progresismo” se llenaron la boca denunciando los medios por donde circuló la denuncia y dijeron bastante poco sobre el hecho en sí, que es lo que nosotros queremos discutir de cara a nuestro pueblo. Digámoslo con todas las letras: a la ESMA llegaron el 27 de diciembre los micros con trabajadores para asistir al lanzamiento del Plan Estratégico de Justicia. La actividad terminó con un asado en la ESMA, en el mismo lugar donde décadas antes un “asado” significaba incinerar los cuerpos de los desaparecidos que habían muerto y que no podían ser “trasladados” el día en que los aviones de los “vuelos de la muerte” levantaban vuelo.
Para quienes sabíamos lo que esa palabra significaba, lo que ese horror nos producía, lo que hacían con nuestros compañeros, un “asado” en la ESMA es siempre un “asado” en la ESMA. No hay “resignificación” posible. No nos compete proponer alternativas de lugar al desafortunado “cierre del año” de la cartera que dirige Julio Alak, simplemente denunciar el acto y exigir que se pague las consecuencias de tal ignominiosa acción.
Hemos visto cómo nuestra denuncia intenta ser encuadrada en la disputa entre el gobierno nacional y el Grupo Clarín. Tal “encuadramiento” pretende simplificar una discusión que nosotros queremos complejizar, y borrar de un plumazo el hecho de que, al ser voces disidentes de cara al proyecto gubernamental, no encontramos ningún eco en los medios “progresistas”. Se trata de hacer oír nuestra voz en los debates sobre la deconstrucción de los efectos que el genocidio llevado a cabo por la última dictadura imprimió sobre el cuerpo social argentino. Si los centros clandestinos de detención (CCD) fueron un dispositivo para irradiar terror y modificar así las relaciones sociales, discutir qué sucede hoy con ellos no nos parece una tarea menor, aunque el periodista Luis Bruschtein afirme en su nota del pasado viernes 4 que no tenemos derecho ya que quedamos en minoría en la discusión sobre qué hacer con el CCD ESMA. Lo que el periodista impugna no es nuestra participación en ese debate sino nuestra voz en calidad de sobrevivientes del genocidio, de sobrevivientes organizados, porque la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos tiene esa condición, que nos caracteriza y nos legitima. Nos organizamos desde hace más de 28 años e hicimos una elaboración colectiva de nuestra experiencia. Somos la figura incómoda del “aparecido”, que no sólo es sobreviviente del horror sino también de una historia anterior y posterior de lucha, aunque se omita prolijamente ese dato de nuestra caracterización periodística.
Hay un elemento que el periodista y el progresismo oficialista olvidan mencionar y que puede explicar el porqué de la decisión de “resignificar” la ESMA con las murgas, los festivales, los cursos de cocina, el entrenamiento de Fuerza Bruta, los payasos, en vez de que, ya que es un espacio “muy grande”, con “muchos pabellones”, se cuente la historia de los desaparecidos en la ESMA: quiénes eran, qué pensaban, qué hacían, sus militancias; que se relate la historia de la Armada como fuerza represora y de las Fuerzas Armadas como ejecutoras de varios genocidios en la historia argentina. El tejido de este relato, hoy ausente, había sido acordado oportunamente por todos los organismos pero nunca fue concretado. Al no mencionar este elemento, termina atentando contra la identidad de nuestros compañeros detenidos-desaparecidos, que luchaban por construir una sociedad sin ninguna forma de explotación y no por un modelo de opresión como el actual.
Sostiene Bruschtein que aunque sea “por vergüenza” debemos callar por estar en deuda con las Madres y las Abuelas. No dejamos nunca de reivindicar la lucha de ellas ni de todos los sectores de nuestro pueblo que se levantaron contra la dictadura y después, contra la impunidad. Y que hoy se siguen levantando contra todas las injusticias, que no se olvidan de que Julio López está desaparecido ni de los pibes que caen bajo las balas del “gatillo fácil” ni de los que son criminalizados por luchar o por el hecho de ser pobres. No vamos a pedir que nos cuelguen medallas por nuestra lucha: hicimos lo que prometimos a los compañeros que vimos en los CCD y que no salieron de allí. Fuimos su dedo acusador y lo seguiremos siendo. Y nos sentimos agraviados por el “asado” y lo hacemos por su memoria y por el futuro. No nos disfrazamos de ofendidos, como sugiere el periodista. Decimos que hacer un “asado” en la ESMA es condenable, más allá de quien sea el “autor”.
* Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
Una denuncia mal formulada
Luis BruschteinDos cuestiones para aclarar. Es una lectura muy forzada o una versión mentirosa del artículo que escribí afirmar, como lo hace la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, que negué a alguien el derecho a opinar sobre este asunto o cualquier otro. Como periodista, muchas veces he opinado en minoría, incluso en muchas discusiones sobre derechos humanos. Además de falso, es de mala leche afirmar que negué el derecho a intervenir en un debate a alguien porque quedó en minoría en ese debate o por su condición de sobrevivientes de los campos. Muchos de los sobrevivientes me conocieron cuando apenas salieron de su prisión y saben que di la cara y me comprometí junto a ellos. Y lo hice en absoluta minoría, cuando eran muy poquitos los que les abrían los brazos, incluso dentro del movimiento de derechos humanos. Hacerlo implicó también que se me difamara o me acusaran de “blando”, “progre”, “pequebu” o cosas peores.
Creo que es deformar la realidad presentar el debate sobre el destino de la ex ESMA como si nunca se hubiera dado y como si todo fuera una decisión del Gobierno. Lo real es que el Gobierno cedió esas instalaciones y los organismos de derechos humanos dieron esa discusión sobre el destino de las 17 hectáreas del predio, lo cual no estaba dicho, estaba omitido en las denuncias que se hacían sobre el famoso asado.
Nadie puede considerarse dueño de la carga simbólica de los centros clandestinos de detención, todos tienen derecho a opinar y decidir y nadie honestamente puede asumirse como representante (o dedo acusador) de los desaparecidos como dicen en su texto. En la denuncia sobre el acto del Ministerio de Justicia en la ex ESMA que formularon miembros de esta asociación de ex detenidos desaparecidos no se aclaró nunca que los otros organismos de derechos humanos tenían opiniones diferentes. Presentaban así a la sociedad un escenario esquemático y parcial.
Pero si bien mi opinión personal no coincide con la de esta agrupación de ex detenidos desaparecidos, y estoy más de acuerdo con lo que hizo la Revolución Cubana con la cárcel de Isla de Pinos, creo que el debate sobre este tema es muy rico y es necesario y permanente. Siempre lo creí así en la temática de los derechos humanos y traté de reflejarlo en estos casi 26 años del diario. En Isla de Pinos eran recluidos los prisioneros políticos en Cuba desde la década del ’40. Allí estuvieron presos Fidel y varios de sus compañeros. Allí murieron decenas de prisioneros por las penurias y torturas que sufrían. La Revolución Cubana transformó (resignificó) parte del edificio de la prisión en un colegio, y alojó en la isla (que rebautizó como Isla de la Juventud) a miles de jóvenes latinoamericanos que llegan a estudiar medicina. Y los jóvenes hacen asados y cosas peores.
Repito: ese debate es muy rico y aunque no coincida con esta posición que se inclina por un modelo más parecido al de Auschwitz, me parece muy importante que todos participen en él, sabiendo que para todos, tanto para los sobrevivientes como para Madres, Abuelas, Hijos y Familiares, esos debates y esos lugares están impregnados de mucho dolor. Pero es importante aclarar que ese debate no empezó ahora y que la mayoría de los organismos se inclinó por resignificar el lugar. Y que incluso muchos sobrevivientes de los campos clandestinos de detención respaldan esa posición diferente de la de la Asociación. Incluso muchos de ellos firmaron una solicitada hace pocos días.
Es falso afirmar que en el Instituto Espacio de la Memoria (ex ESMA) no se cuenta la historia de los desaparecidos en la ESMA porque yo, que he ido muy pocas veces, he participado en homenajes a Rodolfo Walsh y a otros militantes desaparecidos y he participado en seminarios sobre el rol de los medios en la dictadura. Estas son actividades permanentes y hay paneles con fotos de los desaparecidos y con sus historias, hay visitas guiadas en la zona reservada a museo por donde circulan decenas de escolares, se filman testimonios sobre la vida de los desaparecidos, charlas y demás. Realmente, pareciera que esta asociación hablara de otro lugar.
Finalmente, la cuestión política. La Asociación tiene 28 años. Entonces sabe que cada quien tiene que hacerse cargo de las consecuencias de sus actos. Página/12 nunca rechazó artículos sobre este tema. Si eligieron los medios del Grupo Clarín y pusieron como reclamo central la renuncia del ministro de Justicia, Julio Alak, el eje lo cambiaron ellos mismos, o sea el Grupo Clarín y los partidos de oposición, todos ellos en deuda con los derechos humanos. E incluso la Asociación cambió el eje que supuestamente quiere instalar al optar por esa vía y por esa consigna. No les echen la culpa a periodistas progresistas, peronistas o izquierdistas. Se ofenden por el asado (cosa que es muy entendible), pero no les molesta hacer política con estos sectores, cuyos pecados son bastante más graves que un asado. Sin ánimo de ofender, me parece que hay una contradicción grave. Sé que la intención estuvo muy lejos de buscar esas compañías, pero hay un tweet de Cecilia Pando muy ilustrativo: “El asado del ministro Alak en la ESMA demuestra que al Gobierno no le interesan nada los derechos humanos”. La Asociación plantea que quieren hacer este debate de cara al pueblo y está bien. Sin embargo, de esa manera lo hacen de cara al pueblo, pero junto a todos esos impresentables. Tendrían que reflexionar sobre ese punto.
En este sentido, coincido plenamente en la necesidad de recordar la desaparición de Julio López y de reclamar su esclarecimiento y el castigo a los culpables. Y también creo que junto con eso hay que recordar que la desaparición de Julio López tuvo dos objetivos: atemorizar a los testigos de las causas por violaciones a los derechos humanos y desestabilizar al Gobierno que había impulsado esos juicios.
Fuente: Página/12
martes, 8 de enero de 2013
Lectura política sobre la calidad institucional:Lograr que la ley rija para todos y deje de ser un privilegio, contiene el corazón de la batalla democrática.
Una mirada sobre el número de funcionarios
condenados por la justicia por actos de corrupción, entre 1983 y la
fecha, arroja dos datos: que la cifra es sumamente exigua, primero, y
que los funcionarios K encabezan el pelotón. Con idéntica información,
se pueden obtener lecturas opuestas.
Según la primera, los funcionarios K serían peores que los anteriores, y entonces la justicia siempre cumpliría su cometido, ya que la calidad de la práctica institucional local rondaría los estándares de Suiza. La segunda, que el hecho de que los funcionarios k sean los más condenados no señala que sean más corruptos que los anteriores, sino una mirada judicial menos complaciente hacia ellos. Lo exiguo de la cifra total de políticos condenados por corrupción muestra que la justicia se ocupa muy livianamente de monitorear los actos públicos, salvo cuando afectan intereses privados de cierto porte. Si se trata de los haberes jubilatorios de una docente de Chascomús, por dar un caso, se tutelan implícitamente los recursos del Tesoro Nacional (es probable que el ajuste del 82%, teóricamente móvil de sus haberes, los reciba en su tumba y en bonos), en cambio, si se trata del Grupo Clarín o la sociedad que edita el diario La Nación, o la Sociedad Rural, la cosa es claramente distinta. En esos casos las cautelares que garantizan el incumplimiento de la Ley de Medios Audiovisuales o el castigo por no pagar impuestos, se mantienen por años sin que nadie enrojezca de vergüenza, ni dentro ni fuera del Poder Judicial.
Los que optan por la primera variable analítica (la justicia imparcial hace su trabajo en sus términos) no debieran tener demasiado para criticar; si la justicia monitorea adecuadamente la cosa pública, el conjunto de los funcionarios no puede sino ser razonablemente honesto; en ese caso, hablar del gobierno de los corruptos y los ladrones remitiría a odio irracional; en cambio desde la otra postura no puede evitar la siguiente pregunta: ¿Que clase de justicia supone esta justicia de clase? Y cuidado, no se trata de una pregunta genérica, que invariablemente se contesta de igual modo, sino de una pregunta fechada y por tanto impone una respuesta del mismo carácter: específica y política.
Para contestarla, partamos de un ejemplo. La justicia que anula las leyes de Obediencia Debida y Punto Final rehace lo que hasta entonces había convalidado: cambia dramáticamente. Es posible sostener que los "argumentos" de una parte mejoraron y por tanto la sentencia judicial obró en consecuencia; o que la justicia fue " brutalmente presionada" en esa dirección por el Poder Ejecutivo (posición editorial de La Nación),una perspectiva negada expresamente por el presidente de la Suprema Corte en una reciente publicación académica. Sin embargo, la cuestión es más compleja. La reforma constitucional del 94 –al incorporar los tratados internacionales al corpus legal interno– aportó todos los elementos formales que determinaron la ilegalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, votadas y aprobadas por el Congreso alfonsinista, tras los levantamientos carapintada; todo debate jurídico de buena fe sobre la legalidad vigente mudo. El de mala fe es obvio: matar guerrilleros y militantes obreros no es delito, sólo que no lo pronuncian con todas las letras. Para la ley internacional siempre se trató de delitos de lesa humanidad y por eso, imprescriptibles. De modo que durante una década se hubiera podido invalidar la constitucionalidad de leyes que manifiestamente violaban las normas, y aun así no se hizo.
Anular las leyes de Punto Final y Obediencia Debida no fue producto de una simple determinación jurídica que antes no se había tomado, sino de una decisión política sostenida mediante una larga y enmarañada lucha de los organismos de Derechos Humanos, mediante un Congreso, que recién en el 2003 le dio cabida respaldando el solitario pedido de la diputada Patricia Walsh, y una Corte Suprema que aportó una forma jurídica eficaz. Esta decisión política histórica constituyó un nuevo punto de partida para toda la sociedad: la democracia de la derrota comenzó a quedar atrás, el fin de la impunidad hizo que la política recuperara sus aptitudes transformadoras, el único interés legítimo ya no fue el de las clases dominantes, la ley escrita volvió a ser referencia colectiva.
Volvamos al inicio. Aun así, pese a esta refundación, la lista de funcionarios condenados por actos de corrupción o por enriquecimiento ilícito, por defraudar los intereses del estado nacional, o actuar manifiestamente en connivencia con particulares para llevarlos a cabo, sigue siendo más pequeña que la lista de jueces que el doctor Carlos Corach exhibiera frente al contador Domingo Cavallo, mientras éste último era ministro de Carlos Menem. Y si la lista de condenados se reduce a los que realmente cumplieron condena efectiva, el nombre de María Julia Alsogaray nos recuerda que la impunidad que gozan los funcionarios todavía sigue siendo un comportamiento sistémico.
El affaire IBM Banco Nación, considerado en su momento uno de los negociados mas escandalosos por su volumen y número de implicados, no sólo no arrojó culpables con sentencia firme, pese a incluir asesinatos, sino que murió primero en las páginas interiores de los diarios y después se desvaneció en la noche de los tiempos. No es el único caso: tanto la voladura en la Fábrica Militar de Río Tercero, declarada por la justicia "accidente", como la Embajada de Israel, donde la Corte intervino directamente, no sólo no se esclarecieron sino que arrojan fundadas sospechas de encubrimiento.
Dos conclusiones resultan inevitables. La primera es que esta justicia al igual que la sociedad avaló el "roban pero hacen" que imperó en los '90 en la Argentina, una concepción que puede filiarse en la tolerancia hacia el "botín de guerra" de la represión de la dictadura de 1976, cuya tarea de "terminar con la subversión" era sentida tan necesaria como el "hacer" de la dupla Cavallo – Menem dos décadas más tarde. Y como ese contenido era esencial esa forma no resultaba objetable.
La segunda conclusión es que una justicia que a lo largo de casi tres décadas ha sido tan indulgente con los poderes ejecutivos, con sus integrantes pasados y –apenas algo menos– con los actuales, es funcional a la lógica política de todo el sistema. Mientras la política no sea otra cosa que la continuación de los negocios por otros medios, la justicia no puede ser más que los tecnicismos que cada parte enarbole contra los negocios ajenos. Y ese sistema es incapaz de tutelar bienes superiores –el interés nacional, por ejemplo– cuando el gobierno necesita que se tutelen como en el caso de la ley de Medios Audiovisuales, la justicia produce –desde la zona gris– todas las señales requeridas para la continuación del pesado orden anterior.
Si admitimos que reconquistar formas elementales del Estado de Derecho no ha sido el resultado "puro" de la actividad de los magistrados, si entendemos que el Poder Judicial como cualquier poder del Estado está compuesto por funcionarios de distintas calidades morales y políticas, para que prevalezcan los dispuestos a profundizar esa línea de transformación no basta enarbolar un "discurso progresista". La batalla por el cumplimiento de la Ley del Estado, la necesidad que los poderes fácticos no puedan abroquelarse tras una montaña de tecnicismos jurídicos, no se resuelve puertas para dentro de la magistratura. El poder se decide en la calle, los dueños de la calle terminan siendo a la postre los dueños del poder y todo poder mayoritario conquista –más tarde o más temprano– el soporte que lo legitima frente a la sociedad.
En cambio, si la aplicación de la ley, tanto para cobrar impuestos como para determinar quien manda, reposa en siete funcionarios, por mas probos que sean, la invitación a la continuidad sistémica esta en la naturaleza de las cosas. Lograr que la ley rija para todo el mundo, que deje de ser un privilegio, tal vez contenga el corazón de la batalla democrática. Y esa batalla, conviene no olvidarlo, sigue siendo necesidad central del conjunto de los sectores populares. El resultado de las próximas elecciones de medio tiempo, también depende de ese enfrentamiento decisivo.
Fuente: Tiempo Argentino Según la primera, los funcionarios K serían peores que los anteriores, y entonces la justicia siempre cumpliría su cometido, ya que la calidad de la práctica institucional local rondaría los estándares de Suiza. La segunda, que el hecho de que los funcionarios k sean los más condenados no señala que sean más corruptos que los anteriores, sino una mirada judicial menos complaciente hacia ellos. Lo exiguo de la cifra total de políticos condenados por corrupción muestra que la justicia se ocupa muy livianamente de monitorear los actos públicos, salvo cuando afectan intereses privados de cierto porte. Si se trata de los haberes jubilatorios de una docente de Chascomús, por dar un caso, se tutelan implícitamente los recursos del Tesoro Nacional (es probable que el ajuste del 82%, teóricamente móvil de sus haberes, los reciba en su tumba y en bonos), en cambio, si se trata del Grupo Clarín o la sociedad que edita el diario La Nación, o la Sociedad Rural, la cosa es claramente distinta. En esos casos las cautelares que garantizan el incumplimiento de la Ley de Medios Audiovisuales o el castigo por no pagar impuestos, se mantienen por años sin que nadie enrojezca de vergüenza, ni dentro ni fuera del Poder Judicial.
Los que optan por la primera variable analítica (la justicia imparcial hace su trabajo en sus términos) no debieran tener demasiado para criticar; si la justicia monitorea adecuadamente la cosa pública, el conjunto de los funcionarios no puede sino ser razonablemente honesto; en ese caso, hablar del gobierno de los corruptos y los ladrones remitiría a odio irracional; en cambio desde la otra postura no puede evitar la siguiente pregunta: ¿Que clase de justicia supone esta justicia de clase? Y cuidado, no se trata de una pregunta genérica, que invariablemente se contesta de igual modo, sino de una pregunta fechada y por tanto impone una respuesta del mismo carácter: específica y política.
Para contestarla, partamos de un ejemplo. La justicia que anula las leyes de Obediencia Debida y Punto Final rehace lo que hasta entonces había convalidado: cambia dramáticamente. Es posible sostener que los "argumentos" de una parte mejoraron y por tanto la sentencia judicial obró en consecuencia; o que la justicia fue " brutalmente presionada" en esa dirección por el Poder Ejecutivo (posición editorial de La Nación),una perspectiva negada expresamente por el presidente de la Suprema Corte en una reciente publicación académica. Sin embargo, la cuestión es más compleja. La reforma constitucional del 94 –al incorporar los tratados internacionales al corpus legal interno– aportó todos los elementos formales que determinaron la ilegalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, votadas y aprobadas por el Congreso alfonsinista, tras los levantamientos carapintada; todo debate jurídico de buena fe sobre la legalidad vigente mudo. El de mala fe es obvio: matar guerrilleros y militantes obreros no es delito, sólo que no lo pronuncian con todas las letras. Para la ley internacional siempre se trató de delitos de lesa humanidad y por eso, imprescriptibles. De modo que durante una década se hubiera podido invalidar la constitucionalidad de leyes que manifiestamente violaban las normas, y aun así no se hizo.
Anular las leyes de Punto Final y Obediencia Debida no fue producto de una simple determinación jurídica que antes no se había tomado, sino de una decisión política sostenida mediante una larga y enmarañada lucha de los organismos de Derechos Humanos, mediante un Congreso, que recién en el 2003 le dio cabida respaldando el solitario pedido de la diputada Patricia Walsh, y una Corte Suprema que aportó una forma jurídica eficaz. Esta decisión política histórica constituyó un nuevo punto de partida para toda la sociedad: la democracia de la derrota comenzó a quedar atrás, el fin de la impunidad hizo que la política recuperara sus aptitudes transformadoras, el único interés legítimo ya no fue el de las clases dominantes, la ley escrita volvió a ser referencia colectiva.
Volvamos al inicio. Aun así, pese a esta refundación, la lista de funcionarios condenados por actos de corrupción o por enriquecimiento ilícito, por defraudar los intereses del estado nacional, o actuar manifiestamente en connivencia con particulares para llevarlos a cabo, sigue siendo más pequeña que la lista de jueces que el doctor Carlos Corach exhibiera frente al contador Domingo Cavallo, mientras éste último era ministro de Carlos Menem. Y si la lista de condenados se reduce a los que realmente cumplieron condena efectiva, el nombre de María Julia Alsogaray nos recuerda que la impunidad que gozan los funcionarios todavía sigue siendo un comportamiento sistémico.
El affaire IBM Banco Nación, considerado en su momento uno de los negociados mas escandalosos por su volumen y número de implicados, no sólo no arrojó culpables con sentencia firme, pese a incluir asesinatos, sino que murió primero en las páginas interiores de los diarios y después se desvaneció en la noche de los tiempos. No es el único caso: tanto la voladura en la Fábrica Militar de Río Tercero, declarada por la justicia "accidente", como la Embajada de Israel, donde la Corte intervino directamente, no sólo no se esclarecieron sino que arrojan fundadas sospechas de encubrimiento.
Dos conclusiones resultan inevitables. La primera es que esta justicia al igual que la sociedad avaló el "roban pero hacen" que imperó en los '90 en la Argentina, una concepción que puede filiarse en la tolerancia hacia el "botín de guerra" de la represión de la dictadura de 1976, cuya tarea de "terminar con la subversión" era sentida tan necesaria como el "hacer" de la dupla Cavallo – Menem dos décadas más tarde. Y como ese contenido era esencial esa forma no resultaba objetable.
La segunda conclusión es que una justicia que a lo largo de casi tres décadas ha sido tan indulgente con los poderes ejecutivos, con sus integrantes pasados y –apenas algo menos– con los actuales, es funcional a la lógica política de todo el sistema. Mientras la política no sea otra cosa que la continuación de los negocios por otros medios, la justicia no puede ser más que los tecnicismos que cada parte enarbole contra los negocios ajenos. Y ese sistema es incapaz de tutelar bienes superiores –el interés nacional, por ejemplo– cuando el gobierno necesita que se tutelen como en el caso de la ley de Medios Audiovisuales, la justicia produce –desde la zona gris– todas las señales requeridas para la continuación del pesado orden anterior.
Si admitimos que reconquistar formas elementales del Estado de Derecho no ha sido el resultado "puro" de la actividad de los magistrados, si entendemos que el Poder Judicial como cualquier poder del Estado está compuesto por funcionarios de distintas calidades morales y políticas, para que prevalezcan los dispuestos a profundizar esa línea de transformación no basta enarbolar un "discurso progresista". La batalla por el cumplimiento de la Ley del Estado, la necesidad que los poderes fácticos no puedan abroquelarse tras una montaña de tecnicismos jurídicos, no se resuelve puertas para dentro de la magistratura. El poder se decide en la calle, los dueños de la calle terminan siendo a la postre los dueños del poder y todo poder mayoritario conquista –más tarde o más temprano– el soporte que lo legitima frente a la sociedad.
En cambio, si la aplicación de la ley, tanto para cobrar impuestos como para determinar quien manda, reposa en siete funcionarios, por mas probos que sean, la invitación a la continuidad sistémica esta en la naturaleza de las cosas. Lograr que la ley rija para todo el mundo, que deje de ser un privilegio, tal vez contenga el corazón de la batalla democrática. Y esa batalla, conviene no olvidarlo, sigue siendo necesidad central del conjunto de los sectores populares. El resultado de las próximas elecciones de medio tiempo, también depende de ese enfrentamiento decisivo.
lunes, 7 de enero de 2013
Ciclos economicos y crisis externas

Por Mario Rapoport, economista e historiador.
En la Argentina, los ciclos económicos que se corresponden
normalmente al desarrollo capitalista, con fases de prosperidad,
recesión y recuperación, han estado profundamente relacionados con las
estructuras productivas, comerciales y financieras predominantes en cada
etapa histórica, siendo decisivos en nuestro caso los vínculos de la
economía con el exterior y, en especial, el endeudamiento externo. Por
su importancia y efectos en la situación actual, ponemos aquí el centro
del análisis en la problemática de las crisis y de sus causas, que
podemos clasificar en el curso de nuestra historia económica de dos
maneras.
Primero, teniendo en cuenta su origen. Por ejemplo, diferenciando las
que fueron consecuencia de shocks puramente externos, al menos en un
principio –como la crisis mundial actual–; las que se corresponden a las
formas de acumulación económica interna –como la crisis de
endeudamiento de 1890 o las del proceso de industrialización cuyos
vínculos externos provienen de la dinámica interna–; las que combinan
diversos aspectos, como la de 1929, que se inicia con un shock externo,
pero se corresponde al mismo tiempo con el agotamiento del modelo
agroexportador; o las que tienen por causa el fracaso de ciertas
políticas, como las resultantes, en 1981 y el 2001, de la implantación
forzada de esquemas neoliberales.
Segundo, atendiendo a su impacto sobre la economía. Algunas crisis se
manifiestan en forma recurrente, asociadas a las características de
cada modelo de crecimiento, y otras constituyen un punto de inflexión,
debido al agotamiento del proceso de acumulación. Esta última distinción
resulta muy importante, pues mientras las crisis del primer tipo
muestran un comportamiento repetitivo en su esencia, las del segundo
tipo inducen a transformaciones estructurales.
Durante la época del esquema agroexportador, entre el último cuarto
del siglo XIX y los años 1930, los ciclos se caracterizaron por el
fuerte ingreso de capitales –tanto por la vía de inversiones directas
como por medio de un endeudamiento creciente– y debido al montaje y
desarrollo de una estructura agropecuaria sustentada en las
exportaciones, con un mercado mundial que necesitaba los productos
argentinos. El país, a su vez, debía proveerse de bienes industriales
por medio de sus importaciones, pero también contar con un superávit
comercial suficiente para cancelar el servicio de su deuda, lo cual no
siempre resultaba posible. Como señalaba José Antonio Terry, que fue
ministro de Hacienda entre mediados de 1893 y 1894: el desorden
monetario, las crisis financieras y los procesos inflacionarios de
entonces estaban estrechamente relacionados con el endeudamiento
externo. En cambio, durante el modelo de industrialización por
sustitución de importaciones ese endeudamiento era pequeño y la
inversión extranjera se radicaba mayormente en el sector industrial,
orientado sobre todo, hacia nuestro propio mercado. Pero la industria no
alcanzaba a cubrir con sus escasos productos exportables la demanda de
importaciones que generaba. Dependía de las exportaciones agropecuarias
para mantener la balanza comercial en relativo equilibrio. Nuevamente,
aparecían allí fuentes de turbulencia periódicas que se traducían en los
conocidos ciclos de stop and go, con megadevaluaciones y alta
inflación. En cuanto al modelo rentístico-financiero, predominante desde
la dictadura militar de 1976, el endeudamiento externo combinado con
una amplia apertura comercial y una libertad absoluta en el movimiento
de capitales volvió a constituir la principal explicación de los ciclos,
aunque esta vez predominó el sector financiero y ni la producción
interna ni las exportaciones jugaron un rol clave. Este proceso culminó
con la brutal crisis del 2001-2002.
En cambio, la expansión que comienza hacia el 2003 estuvo respaldada
en el ahorro interno de la economía, es decir, se creció sin necesidad
de endeudamiento externo. El sector industrial, basado en el mercado
interno, volvió a ser un elemento decisivo para explicar las altas tasas
de crecimiento del PIB, acompañado, en este caso, por una situación
favorable en el frente externo. Las balanzas comerciales positivas y una
tasa de cambio competitiva y administrada permitieron acumular
reservas, mientras que las retenciones y la mejora en la recaudación
interna generaron superávits fiscales, lo que dejó un margen apreciable
para hacer frente a futuras turbulencias.
Ahora estamos en medio de esas aguas turbulentas. La desaceleración actual de la economía tiene que ver a la vez con fenómenos exógenos y endógenos, combina ambos factores. Por un lado, la crisis europea se ha agudizado y asistimos a una disminución de las exportaciones en todo el mundo que también afecta a la Argentina. Por otro, el proceso de industrialización empujó hacia arriba las importaciones de bienes de capital y manufacturas, como ocurrió en otras etapas de industrialización. El primer fenómeno, el exógeno, se dio en la crisis de los años ’30 pero entonces se trataba de equilibrar la balanza comercial frenando importaciones sencillas de manufacturas y bienes de consumo y se adoptó como principal medida contracíclica el control de cambios. Los desequilibrios endógenos vinieron en los años ’50 y ’60 cuando la industrialización requería un tipo de importaciones creciente y más sofisticadas (bienes de capital, productos intermedios). En aquellos tiempos predominaron los planes de ajuste aconsejados por el FMI.
En la situación actual la resolución es menos compleja porque cuenta
con mayores elementos de defensa. El endeudamiento externo es mucho más
bajo, el Banco Central tiene abundantes reservas, y si bien la industria
disminuyó su crecimiento todavía el colchón del proceso anterior le
puede permitir soportar los coletazos de la crisis. En cuanto a las
políticas económicas no se recurrió a un control de cambios como el de
los años ’30, sino que se frenó la fuga de divisas acotando las
posibilidades de comprarlas al precio oficial, lo que creó un pequeño
mercado paralelo de especulación. Tampoco se implementó un plan de
ajuste y los niveles salariales y de consumo permanecen estables, aunque
algo carcomidos por el proceso inflacionario. La diferencia con
experiencias anteriores es que en la actual coyuntura hay dos frentes de
tormenta, uno externo y otro interno. Sin embargo, después de varios
años de crecimiento continuo la economía tiene márgenes suficientes como
para soportar el chubasco. No fue así en los años ’30, cuando el
exclusivo perfil agroexportador no aguantó la crisis y el Estado
recurrió a todo tipo de medidas intervencionistas para protegerlo; ni en
los años ’50 y ’60 porque estábamos sujetos a la influencia del FMI,
cuyos planes de estabilización produjeron efectos negativos casi
inmediatos sobre la economía. Menos aún durante los períodos donde
predominó un enfoque rentístico-financiero y nos hallábamos altamente
endeudados como lo están hoy los países europeos.
Al igual que en el 2008 y el 2009, si la economía argentina no se
deja llevar por fuerzas que procuran desestabilizarla, es posible
iniciar de nuevo un camino de crecimiento dentro de la coyuntura
desfavorable en que se mueve el mundo. Las condiciones están dadas si se
actúa con inteligencia.
Fuente: BAE
domingo, 6 de enero de 2013
La mesa está servida
Por Cecilia Sosa *
El
tema no podría ser más delicado: un asado en la ex ESMA. ¿Cómo
argumentar frente a lo que aparece, a primera vista, como indefendible?
¿Una “profanación”? ¿La “imperdonable banalización del mal”? El
“escándalo” sugiere un drama profundo y radical que, más allá de su
carácter episódico, medios y redes sociales han alimentado casi sin
darse cuenta: ¿Qué es un “espacio de memoria”? ¿Cuáles son las
actividades posibles de imaginar en un sitio signado por lo
insoportable? Y más aún: ¿es posible la celebración en un lugar de
muerte? Puesto así, el “escandaloso” asado puede resultar iluminador. En
definitiva, el dilema ético-político que ha puesto en escena es cómo
reinventar una política de memoria capaz de albergar nuevas filiaciones y
placeres en el duelo.
El académico Jens Andermann (Universidad de Zurich) ha analizado las
distintas propuestas de reocupación de la ex ESMA presentadas por
organismos de derechos humanos, ONG, académicos y sobrevivientes. Allí,
tres posiciones terminaron por delinearse: la “testimonial”, que ubica
el sitio como “patrimonio inalterable” y testimonio del terrorismo de
Estado; la “museal”, que aboga por las funciones pedagógicas del
espacio; y la “performática”, que sostiene que sólo abriéndolo a
actividades artísticas y políticas el espacio podía ser arrebatado a la
muerte y a sus verdugos. Curiosamente, tras el desalojo final del predio
en septiembre de 2007, en la ex ESMA han convivido todas estas
estrategias. La antigua escuela naval se ha convertido en sede de
oficinas nacionales y archivos fundamentales. El Centro Cultural Haroldo
Conti se ha transformado en un espacio aglutinador de eventos
culturales ligados a la preservación de la memoria. Madres, H.I.J.O.S. y
Abuelas también han trasladado allí bases y oficinas. Así también, el
Casino de Oficiales, antiguo centro de torturas y sede de la maternidad
clandestina, ha permanecido prácticamente intacto, abierto a visitas
basadas en relatos de sobrevivientes. El espacio también ha albergado
seminarios internacionales, exposiciones artísticas, presentaciones de
libros, conciertos, ciclos de teatro y cine, murgas, programas de
televisión e, incluso, siembra de papas. Esta extraña convivencia ha
transformado la ex ESMA en un sitio experimental del duelo. El carácter
transicional del espacio ha sido documentado por Jonathan Perel en El
predio (2010), un film silencioso y fantasmal donde una cámara
obsesionada por detalles y contrastes aparentemente insignificantes
logra apresar la temporalidad estallada de la ausencia.De las iniciativas que tuvieron y tienen lugar en la ex ESMA, hay una que prefigura el escandaloso asado del 27 de diciembre: el taller de cocina y política que brindó Hebe de Bonafini en el Centro Cultural Nuestros Hijos. Frente a la “irrecuperabilidad” última del ex centro de detención postulada por el filósofo Alejandro Kaufman, la más controvertida de las Madres –para no perder la costumbre– quebró la voluntad sacra de sobrevivientes y ex detenidos. Reemplazando su clásico pañuelo blanco por un delantal de cocina con la cara del Che (o a veces, el de su propia madre), Bonafini devino en flamante ama de casa de la ex ESMA, pugnando por “traer vida a un espacio de muerte”. Y lo hizo desde un lugar atípico para los expertos en derechos humanos: la cocina. Aquellas sesiones, donde un público diverso se sentaba a debatir, cocinar y a compartir una cena en común, lograron poner en acto una nueva forma de vulnerabilidad frente al duelo. En un período asaltado por pasiones irreconciliables y economías del odio, hay algo en la teatralidad de aquel gesto que ilumina una pregunta tan crucial como incómoda: cómo y en qué medida un espacio signado por el horror puede sobreponerse a su destino trágico.
La intervención de Bonafini enuncia un cambio radical en la concepción misma de memoria. Sugiere una política del duelo que no está limitada a aquellos que sufrieron en carne propia la violencia del terrorismo de Estado, sino que interpela a todos aquellos que intentan recrear nuevos lazos, nuevas familias y nuevas mesas a partir de la pérdida. Se ha hablado en estos días de “resignificación” y hasta de conversión de espacios del horror, reocupaciones que no dejan el pasado atrás, sino que sugieren nueva formas de cohabitación y convivencia. El carácter vivo, fugitivo y sensorial asociado a la ingestión de alimentos puede ayudar a transitar esos umbrales. Al contemplar una foto de Bonafini cortando verdura en la ex ESMA, Bobby Baker, una célebre artista británica que durante más de 20 años puso el cuerpo a una magnífica serie de dramas domésticos, me comentó que aquellos encuentros le recordaban los funerales irlandeses donde se coloca alimentos al lado de los ataúdes. En Argentina, no hubo cuerpos que velar. Sin embargo, para la artista inglesa, aquellos encuentros de cocina hacían público un acto familiar, transformándolo en una declaración de principios. “Como en Auschwitz, la ESMA carga huellas de muerte y dolor. No puede haber nada más poderoso que compartir una comida en ese lugar. El acto de cocinar allí es simple, profundo, y también muy humilde”, dijo sin dejar de mirar la foto. La humildad podrá no ser el mayor atributo de Bonafini. Sin embargo, algo de su intervención en la ex ESMA contribuye a arrojar nueva luz sobre los lazos entre luto y digestión, tan centrales en la discusión de estos días. La intervención de Bonafini logra hacer visible algo que todavía está en el proceso de emergencia en la Argentina contemporánea: una narrativa del duelo que permita la digestión del trauma entre públicos menos afectados por la violencia.
La ex ESMA podrá devenir en una “ciudad” consagrada a los derechos humanos, pero estará siempre signada por su pasado. Los cuerpos clandestinamente capturados, torturados y masacrados acechan sus instalaciones; tal como testimonian sobrevivientes y descendientes que no han logrado trasponer sus rejas o que aún sienten escalofríos al visitar sus baños. Sin duda, la ocupación oficial del predio durante el asado del 27 de diciembre podrá ser un acto petulante de ostentación militante. Sin embargo, el duelo también pone en escena un cruce entre cuerpos, espacio y tiempo que recuerda cómo los lazos sociales, políticos y estéticos están siempre atormentados por la pérdida. En ese marco, la consigna de “traer vida a un lugar de la muerte” aparece aún más reveladora. Las proyecciones inciertas de la cocina en la ex ESMA invitan a considerar una forma alternativa de la ética; tal vez más cerca de fragilidad y contingencia que memoriales y museos. Es precisamente este carácter peculiar lo que permite vislumbrar una digestión colectiva del duelo. Las vestiduras no serán necesariamente piadosas. Si las mesas familiares han sido siempre fuente de secretos y tabúes varios, una comida compartida logra hacer algo ese drama público y más cercano a una experiencia comunitaria. Así como los nuevos invitados renuevan el aire de las reuniones familiares, las sesiones de cocina en el viejo centro de detención muestran cómo la pérdida también puede generar nuevas filiaciones, linajes y formas de encuentro.
El futuro de la ex ESMA aún no ha sido descubierto. La convivencia de rituales disímiles sugiere un camino distinto del de Auschwitz: una política del duelo que se descubra en su capacidad de experimentar, donde las ausencias ayuden a generar nuevos vínculos y donde el pasado pueda convivir con un futuro por inventar. En ese tiempo por venir, tal vez un asado de dos mil personas, y acaso otros modos de celebración y festejo, puedan no ser tan escandalosos y se descubran como un nuevo modo de estar juntos en la pérdida. La mesa está servida. Es tiempo de alimentar nuevos huéspedes.
* Socióloga (UBA). Doctora en Drama (Queen Mary, Universidad de Londres).
Fuente: Página/12
sábado, 5 de enero de 2013
Oligopolios y precios
Por Alfredo Zaiat
El
sábado pasado en esta misma columna se detalló el análisis del Banco
Central sobre la inflación. Una lectura desprejuiciada habría observado
la inclusión de seis indicadores de evolución de precios, relativizando
el polémico IPC Indec cuya variación siempre se ubica por debajo de los
cinco restantes. Detenerse sólo en la cifra del índice de precios al
consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas obtura el despliegue
del debate de argumentos sobre las causas de la inflación. Eludir ese
sendero propuesto por la ortodoxia, que ofrece las mismas medidas de
ajuste fiscal y monetario que ya han fracasado en términos
sociolaborales, es necesario para detectar el origen y la dinámica de
los precios en la economía argentina. El documento “Programación 2013
Banco Central de la República Argentina. Objetivos y planes para el
desarrollo de la política monetaria, financiera, crediticia y cambiaria”
precisa cinco fuentes de base inflacionaria que están operando en la
actualidad: la presencia de desequilibrios en la estructura productiva;
los “cuellos de botella” en determinados sectores; la puja distributiva;
los shocks exógenos de los precios internacionales; y la formación
oligopólica de precios.
Esta última es una de las más interesantes de abordar porque no
queda bajo análisis de gran parte de los economistas y por lo tanto es
una cuestión que permanece oculta en el esfuerzo de entender las causas
de la inflación. Es una opción política minimizar estudios sobre los
niveles de precios que involucra a las empresas y a cada uno de los
eslabones de la cadena de producción. Resulta relevante analizar
entonces la relación entre el alza de los precios y el poder monopólico u
oligopólico en los mercados si la pretensión es hablar de inflación.
También es sustancial determinar los motivos de por qué en algunas
economías el oligopolio tiene más influencia en los precios que en
otras, puesto que la concentración del capital con la posibilidad de
ejercer abusos de posición dominante se desarrolla en todos lados. El
caso argentino es uno donde ese tipo de mercado tiene más impacto
negativo en la inflación.
El estudio del comportamiento de las grandes firmas es importante
debido a que tienen una capacidad notable para definir la evolución de
las principales variables macroeconómicas, en especial la de los
precios. Lo pueden hacer por su poder económico, su lugar central que
ocupan en la dinámica de la generación de riqueza y en el destacado
lobbying que ejercen sobre las autoridades. En Elite empresaria y
régimen económico en la Argentina. Las grandes firmas en la
posconvertibilidad se abordan “las alteraciones en la estructura de
precios relativos de la economía doméstica que se motorizaron a partir
de la ‘salida devaluatoria’ de la convertibilidad y la vigencia de un
escenario internacional sumamente favorable en lo que hace a la demanda y
los precios de los productos exportados”. Investigadores del Area de
Economía y Tecnología de Flacso, Martín Schorr, Pablo Manzanelli y
Eduardo Basualdo explican en ese trabajo que el agotamiento del “modelo
de valorización financiera y ajuste estructural vigente entre 1976 y
2001” y la forma de resolución de la crisis terminal de la
convertibilidad “trajo aparejados cambios significativos en la
organización y el derrotero de las relaciones económicas en la
Argentina”. Mencionan que el principal efecto de la maxidevaluación del
peso fue una inmensa transferencia de ingresos del trabajo al capital,
en especial a sus segmentos más concentrados, como consecuencia directa
de la drástica reducción del salario real.
El documento de Flacso destaca esa fuerte pérdida inicial del poder
adquisitivo como uno de los factores más relevantes para interpretar la
forma que adoptó la salida de la convertibilidad, pero también indica
otro elemento también importante: las transferencias intersectoriales
del ingreso, o sea la alteración en la estructura de precios relativos
de la economía a partir de la maxidevaluación. Apunta que se
beneficiaron los sectores productores de bienes (minería, hidrocarburos,
agropecuario y gran parte de la industria) en detrimentos de los
proveedores de servicios.
Aquí comienza la evaluación sobre cómo aumentaron los precios
domésticos en ese nuevo contexto económico de cambio de régimen de
acumulación, moneda devaluada y escenario internacional con precios y
demanda elevados de los productos de exportación. Entre las ramas que se
ubicaron por encima de la media de la industria se encuentran
actividades donde prevalecen mercados con acentuadas economías de
escala, intensivas en capital y con altas barreras al ingreso que
devienen en estructuras de oferta altamente concentradas. Son los casos,
entre otros, de la industria siderúrgica, aluminio primario,
celulósico-papelera, elaboradora de vidrio plano y de envases de vidrio,
refinación de petróleo, automotriz, producción de neumáticos,
petroquímica y fabricación de fibra óptica, hilos y cables aislados.
Queda de manifiesto de ese modo la asociación entre la evolución de los
precios mayoristas y la respectiva estructura de los mercados.
Una rama sensible que afecta el poder adquisitivo es el rubro
alimentos y bebidas. La investigación de Schorr, Manzanelli y Basualdo
destaca que en ese sector conviven oligopolios con otros mercados de
escasa concentración, y “la variación de precios guarda correspondencia
con esa heterogénea estructura de mercado”. Indican sobre esto último
que
- los datos aportados por la evolución de los precios mayoristas,
que luego se trasladan en gran medida al minorista, de la rama alimentos
y bebidas en el período 2001-2010 permiten concluir que en los rubros
vinculados con mercados concentrados hubo aumentos en los precios
mayoristas por encima del promedio de la industria alimenticia durante
la posconvertibilidad;
- por ejemplo, la producción azucarera (391,0 por ciento), la
aceitera (390,8), la de chocolate y golosinas (333,1), la cervecera
(329,9), la de alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas (287,0) y
la de productos lácteos (284,4 por ciento);
- en los dos años siguientes siguieron subiendo los precios
mayoristas, por ejemplo productos de la industria aceitera aumentaron
35,4 por ciento en noviembre del año pasado respecto del mismo mes de
2011;
- en estas industrias conviven oligopolios con capacidad decisiva en
la fijación de precios en el ámbito local, una elevada presencia en la
cúpula empresaria y, en muchos casos, una considerable inserción en el
mercado mundial a partir de sus exportaciones; y
- que por eso en un contexto de alza de precios y demanda en
expansión (interna y externa), estos segmentos hayan registrado una
mejora sustantiva en sus precios relativos y, en consecuencia, una
considerable captación diferencial de excedentes en el ámbito fabril y
en la economía en su conjunto.
En la mayoría de las ramas industriales en donde prevalecen mercados
con estructura de oferta altamente concentradas los precios de
producción crecieron a un ritmo más acelerado que la media. Aquí irrumpe
la marcada debilidad de la intervención oficial en los últimos años,
teniendo en cuenta que en otros países también existen oligopolios y no
aumentan precios con la intensidad que lo hacen en Argentina. La
estrategia del Gobierno fue negociar acuerdos de precios con los
eslabones más concentrados con el convencimiento de que pactar con las
grandes firmas es más sencillo, seguro y efectivo para garantizar una
tasa de inflación decreciente. El resultado después de varios años de
fijar pautas de aumentos de precios con empresas ejerciendo posición
dominante, que no son cumplidas por diversas prácticas distractivas en
la presentación de los productos, invita a una evaluación con vocación
de revisión de esa política.
Fuente: Página/12
Alta concentración, bajo empleo
ENCUESTA DEL INDEC SOBRE LAS 500 EMPRESAS MAS GRANDES DEL PAIS
Los resultados para 2011 indican que se mantuvo la
fuerte concentración en el núcleo de 500 grandes empresas, aunque las 50
primeras se relegaron en relación con el resto. Las primeras ocho
crecen, pero reducen empleo. Más empleo por empresa en las menos
concentradas.
Por Raúl Dellatorre
Durante
2011, año en el que el PIB creció 8,9 por ciento, el grupo de las 500
empresas más grandes del país mantuvo una participación del 23,2 por
ciento en el valor agregado en todo el país, según revelan los primeros
resultados de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE) que realiza
anualmente el Indec. Pero entre esas 500 empresas, la contribución de
las primeras cuatro empresas al valor agregado de ese conglomerado
descendió del 15,5 al 14,8 por ciento, mientras que la participación
correspondiente a las 50 empresas más grandes (el 10 por ciento del
conglomerado) se redujo del 55,1 al 52 por ciento entre 2010 y 2011.
Ello estaría evidenciando que el grado de concentración de la economía
no varía en la relación entre las 500 empresas más grandes y el resto,
pero al mismo tiempo se estaría generando una leve disminución de la
concentración al interior de ese núcleo de grandes empresas.
La frecuencia anual y el carácter de encuesta global sobre los
principales indicadores empresarios no permite comparar los resultados
con los que surgirían de un año como 2012, cuando la actividad económica
tuvo una brusca desaceleración en la primera mitad y una paulatina
recuperación hacia fin del período. En cambio, para el año 2011, se
verifica que el valor bruto de la producción (facturación) de las 500
empresas más grandes aumentó el 29,7 por ciento respecto del año
anterior y el valor agregado bruto (el aporte empresario por fuera de
consumos intermedios) creció el 27,3 por ciento. En ese mismo período,
el pago de salarios y contribuciones patronales a la seguridad social
aumentó en torno del 40 por ciento y las utilidades empresarias, el 15,2
por ciento, siempre tomando como referencia los resultados de las 500
mayores empresas del país.En cuanto a los resultados al interior del núcleo de grandes empresas, en materia de utilidades no se observa el mismo grado de desconcentración entre 2010 y 2011 que antes se señalara respecto del valor agregado. Las cuatro mayores empresas obtuvieron prácticamente la misma proporción de las utilidades totales del grupo de 500 en ambos años (pasaron del 16,2 al 16,6 por ciento, es decir una leve suba), en tanto que observando lo sucedido para las 100 primeras empresas del bloque de 500 se repite el mismo fenómeno (pasaron del 68,8 por ciento de las utilidades totales al 68,4: muy leve baja).
En lo que respecta a la cantidad de trabajadores empleados por las principales empresas en 2010 y 2011, se observa un comportamiento más expansivo en las “medianas grandes” que en las más concentradas. Las primeras ocho empresas redujeron, entre ambos años, el 7,1 por ciento su plantilla de trabajadores asalariados (pese a que sus utilidades aumentaron en el mismo período 17,8 por ciento). En cambio, al tomar las cien empresas más grandes se verifica que en ese mismo año los puestos de trabajo asalariado crecieron un 8,8 por ciento (con un incremento de las utilidades de ese núcleo del 14,5 por ciento). En cantidad de puestos de trabajo, mientras las ocho empresas mayores destruyeron 1800 empleos entre 2010 y 2011, las 92 que le siguen (por valor de producción) crearon 32.250 empleos.
También es interesante observar en este aglomerado de datos realizado por la encuesta del Indec que mayor valor de producción (empresas más concentradas) no es equivalente a planteles más numerosos. La cantidad media de trabajadores entre las ocho empresas más grandes era, en 2011, de 2931 asalariados por empresa. Para el conjunto de las 100 empresas más grandes, el promedio por firma resultaba de 3770 trabajadores.
Fuente: Página/12
viernes, 4 de enero de 2013
El dólar en Argentina
Después de diez años de crecimiento económico y previsibilidad cambiaria, y en un contexto de crisis mundial que ha llevado a la depreciación de la moneda estadounidense: ¿Por qué muchos argentinos siguen apostando al dólar?
Recientemente,
Mercedes Marcó del Pont anticipó que uno de los desafíos del 2013 es
profundizar el tratamiento de la “obsesión argentina” por el dólar.
Desalentando las versiones que anunciaban que el año nuevo
acarrearía la flexibilización de las restricciones a la compra de
divisa norteamericana, la titular del Banco Central especificó que el
objetivo prioritario es orientar el ahorro nacional hacia fines
productivos. La apuesta es ambiciosa: la profundización de las medidas
tomadas desde fines de 2011 estaría destinada no sólo a proteger
variables macroeconómicas claves en un contexto de crisis mundial sino
también a transformar patrones de conducta socialmente extendidos. ¿Por
qué muchos argentinos apuestan al dólar?
Es difícil fechar un comienzo; ya en la década del cincuenta, Perón
preguntaba desde el balcón de la Casa Rosada: “¿Quién de ustedes vio
alguna vez un dólar?”. Sin embargo, la opción por el dólar encuentra un
punto de inflexión con la gestión de Martínez de Hoz como Ministro de
Economía de la última dictadura cívico-militar.
Y es que durante ese período se decidieron transformaciones
estructurales por las cuales, en detrimento de la producción, se
consolidó a la valorización financiera como el patrón de acumulación de
los grupos dominantes. La incidencia de estas transformaciones es
notable: nuestro país lidera el ranking de cantidad de dólares por
habitante fuera de Estados Unidos, lo que significa que hay tantos o más
dólares que en China o Rusia, pero con una población y una economía
notoriamente más pequeña.
No es del todo cierto que el temor a perder lo que se tiene sea la única razón de la apuesta al dólar. Sobre todo cuando ese comportamiento se mantiene en tiempos de crecimiento.
Consideradas de manera aisladas, las explicaciones usuales se
demuestran insuficientes. Por ejemplo, suele decirse que la gente compra
dólares para ganar la “carrera contra la inflación”. Sin embargo, esta
versión no explica cuál es específicamente el poder de atracción que
tiene el dólar frente a otras opciones, más aún cuando actualmente no
resulta la más ventajosa.
Otra explicación, todavía más extendida, es que una parte de los
argentinos apuesta al dólar como forma de prevenirse ante escenarios de
crisis, ya sean reales o imaginarios. El dólar sería así un “refugio”
para aquellos que perciben que el horizonte de la crisis no termina de
disiparse, aún cuando la Argentina verifica casi diez años de
crecimiento económico y previsibilidad cambiaria. Sin embargo, esta
explicación también es problemática porque es difícil de generalizar. De
hecho, no puede explicar el comportamiento histórico de destacadas
fracciones de la “burguesía nacional”. Diversas investigaciones muestran
que este sector ha encontrado, desde mediados del siglo XX,
oportunidades de negocios generadas justamente a partir de las
sucesivas crisis. La compra de dólares y la fuga de divisas al exterior
serían más bien mecanismos de enriquecimiento, la “etapa superior” de
una “burguesía” con una mentalidad predominantemente “extractiva” y
“rentista” antes que “productivista”.
¿La hipótesis del dólar como “refugio” es válida para describir el
comportamiento de los pequeños ahorristas? Probablemente aquí tenga
mayor asidero. Sin embargo, sigue siendo insuficiente, porque no es del
todo cierto que el temor a perder lo que se tiene sea la única
razón de la apuesta al dólar. Sobre todo cuando ese comportamiento se
mantiene en tiempos de crecimiento. En este caso, no hay que descartar
la idea de un componente “imitativo” de los pequeños ahorristas hacia
las prácticas especulativas de los sectores dominantes. Si la hipótesis
de la “mímesis” es verosímil, la compra de dólares no indicaría sólo un
temor a perder sino también un deseo de parecerse a un otro poderoso.
La “mímesis” nos ofrece pistas para pensar, por ejemplo, cómo pudo
ser posible que en los años noventa una fórmula inverosímil como “un
peso, un dólar” haya sido tan profundamente aceptada. El poder que tuvo
la convertibilidad no dependió solamente de su “capacidad” para conjurar
los fantasmas de la hiperinflación; también se ofreció como un
dispositivo tendiente a satisfacer una fantasía que hace estragos en
tiempos de colonialismo cultural: justamente, eldeseo de parecerse a un otro poderoso.
Aunque sin sustento en la economía real, la fórmula “un peso, un dólar”
representó una muy penetrante manera de equiparar a la Argentina con
Estados Unidos. La asociación de la Argentina con ciertas naciones
identificadas como “civilizadas”, antes que con la suerte del continente
sudamericano, es un mito creado por las elites letradas argentinas del
siglo XIX. En la historia reciente, la búsqueda de dólares es también
una forma de rendir tributo a ese viejo mito.
El poder que tuvo la convertibilidad no dependió solamente de su “capacidad” para conjurar los fantasmas de la hiperinflación
De este modo, para dar la batalla contra la compra de dólares hay que
ir en la búsqueda de otros mitos. El éxito de la reciente oferta de
obligaciones negociables de YPF para pequeños ahorristas es un indicio
de que la historia argentina, en especial, la de su clase trabajadora,
portan una cantera de símbolos a retomar y resignificar. Símbolos que
permitan construir los nuevos mitos que solicita la Argentina de hoy.
Fuente:Telam
miércoles, 2 de enero de 2013
El futuro, según la inteligencia norteamericana
John Maynard Keynes, el economistra británico ícono de la heterodoxia
de los años treintas, en alguna oportunidad pronunció una frase
lacónica para enfatizar la necesaria intervención del Estado para tener
políticas activas, pragmáticas y de ruptura con los cánones liberales.
“En el largo plazo, todos estamos muertos”, dijo Keynes, quien terminó
sus días de un ataque cardíaco adjudicado a la sobrecarga de actividades
en las que estaba involucrado (abril de 1946). Este inglés de alcurnia
predicó cosas bastante similares a las que puso en práctica Franklin
Delano Roosevelt al frente de la Casa Blanca tras la crisis financiera
de 1929. Roosevelt moría también en pleno fragor de la post guerra, y al
frente de la Presidencia de los Estados Unidos, un poco antes de la
infame decisión de bombardear Japón (abril de 1945). Esos dos referentes
del mundo económico y político expiraban en un momento bisagra del
siglo XX conocido como “la guerra fría” y que se extendió hasta 1991,
cuando se desintegró la Unión Soviética, el gran oponente de la alianza
entre norteamericanos y británicos.
Hace unos pocos días, el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) de Estados Unidos dio a conocer el informe llamado Tendencias Globales 2030, que es una síntesis que pinta los distintos escenarios que ven diferentes académicos, líderes políticos y empresarios ligados a la maquinaria intelectual y universitaria de distintos lugares del mundo. El CNI –tal como se lo conoce desde 1979– fue fundado en 1946, y no sólo surgió sin la presencia física de Roosevelt y Keynes sino que es el predecesor inmediato de la CIA, fundada un año después. Desde ya, resultó más conocido el militar David Petraeus que estuvo en Afganistán al frente de la ocupación y luego ascendió nada menos que a comandar la CIA que Christopher Kojm, el jefe del CNI. Petraeus fue eyectado de la organización secreta mejor paga y más peligrosa del mundo, según dicen, por infidelidades. Kojm no tiene la mandíbula cuadrada y muchas condecoraciones bélicas pero egresó de Harvard y con sus antejos de marco finito puede darles mucha información sensible a quienes toman decisiones, tanto en la Casa Blanca como en las oficinas de las principales multinacionales. Cada tanto, el CNI brinda un informe público que seguramente omite secretos bien guardados pero, lo mismo, resulta útil para entender cómo ve el mundo la principal potencia militar y política del planeta.
Hace unos pocos días, el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) de Estados Unidos dio a conocer el informe llamado Tendencias Globales 2030, que es una síntesis que pinta los distintos escenarios que ven diferentes académicos, líderes políticos y empresarios ligados a la maquinaria intelectual y universitaria de distintos lugares del mundo. El CNI –tal como se lo conoce desde 1979– fue fundado en 1946, y no sólo surgió sin la presencia física de Roosevelt y Keynes sino que es el predecesor inmediato de la CIA, fundada un año después. Desde ya, resultó más conocido el militar David Petraeus que estuvo en Afganistán al frente de la ocupación y luego ascendió nada menos que a comandar la CIA que Christopher Kojm, el jefe del CNI. Petraeus fue eyectado de la organización secreta mejor paga y más peligrosa del mundo, según dicen, por infidelidades. Kojm no tiene la mandíbula cuadrada y muchas condecoraciones bélicas pero egresó de Harvard y con sus antejos de marco finito puede darles mucha información sensible a quienes toman decisiones, tanto en la Casa Blanca como en las oficinas de las principales multinacionales. Cada tanto, el CNI brinda un informe público que seguramente omite secretos bien guardados pero, lo mismo, resulta útil para entender cómo ve el mundo la principal potencia militar y política del planeta.
Dentro de 17 años. Es difícil predecir si en 2014, por ejemplo, cuando se cumpla un siglo del inicio de la Gran Guerra, el planeta estará en paz. Tendencias Globales 2030
se ocupa de las grandes variables y no de los intereses del día a día.
Los tres grandes problemas de la humanidad serán agua, comida y energía,
cuya demanda crecerá en el orden del 35%, 40% y 50%, respectivamente.
Es interesante ver que el aumento de población previsto es de 15%; la
actual es de 7.000 millones de habitantes y se estiraría hasta 8.300
millones. Los expertos del CNI prevén más clase media y más población en
los conglomerados urbanos. Los avances tecnológicos hacen prever una
extensión de la vida. Es decir, con dos tercios de los habitantes en
ciudades, pero con muchos menos trabajadores que aporten a una seguridad
social que tendrá a muchos más trabajadores pasivos. Y con una
expectativa de consumo energético para el momento en el cual las
reservas hidrocarburíferas estén al rojo vivo y con el centro –tal como
lo indica el Departamento de Energía de Estados Unidos– puesto en las
reservas no convencionales (shale oil y shale gas, como Vaca Muerta) que
demandan inversiones altísimas y tienen formas muy contaminantes de
extracción además de demandar una cantidad de agua extraordinaria para
la operación. En ese contexto, el informe advierte que Medio Oriente y
Asia serán las regiones “más volátiles e inestables”. No es preciso ser
un especialista en geopolítica para entender que la encarnizada guerra
en Siria, la persistencia de la ocupación de Estados Unidos y la OTAN en
Afganistán así como la amenaza de invasión a Irán tienen más el signo
de los intereses de la Gran Potencia que el de las supuestas peleas
religiosas y políticas. La Casa Blanca no pierde el optimismo y se ve en
un muy buen lugar para los próximos años en materia energética. El
documento subraya que Estados Unidos podría convertirse en un exportador
energético importante en 2020 y en 2030 y reducir o suspender sus
importaciones de petróleo crudo gracias a la capacidad de explotar sus
yacimientos no convencionales, tal como ya empezó a hacer. “La
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría perder el
control de los precios del crudo y estos caerían, tal vez
sustancialmente”, dice. Es decir, Estados Unidos, en ese escenario, no
sólo sería la principal potencia política y militar sino que recuperaría
la llave del precio del petróleo, perdido en 1973. Desde ya, las
multinacionales alimentarias tienen eje en Estados Unidos. Tampoco les
falta control sobre el agua. Cabe recordar que Alaska, en 1959, plena
Guerra Fría, se convirtió en una de las estrellas (la número 49) que
representan los Estados asociados. Alaska es el Estado más grande y
después de la Antártida es una reserva estratégica de agua.
Respecto de China, el CNI le guarda un sólido segundo puesto: para 2020 sería la primera economía mundial y podría ser el epicentro de la política internacional, dado que la región Asia Pacífico –desde India hasta Japón– pasan a tener un combo de flujo de mercanciás en el comercio internacional, desarrollo de tecnologías, acuerdos regionales, formas de financiamiento y de canasta de monedas para el intercambio entre ellos que los autonomiza de Estados Unidos y los organismos bajo su órbita (FMI, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio).
Respecto de China, el CNI le guarda un sólido segundo puesto: para 2020 sería la primera economía mundial y podría ser el epicentro de la política internacional, dado que la región Asia Pacífico –desde India hasta Japón– pasan a tener un combo de flujo de mercanciás en el comercio internacional, desarrollo de tecnologías, acuerdos regionales, formas de financiamiento y de canasta de monedas para el intercambio entre ellos que los autonomiza de Estados Unidos y los organismos bajo su órbita (FMI, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio).
América Latina. El estudio confirma datos de la Cepal, en el
sentido de la continuidad del crecimiento del PBI (que estiman en un
promedio del 3,5% anual para los próximos 17 años) y de una reducción
sostenida de la pobreza. Advierten sobre las inestabilidades resultantes
de la lucha contra “el narcotráfico y el crimen organizado”, una
entelequia que puede servir para continuar con el intervencionismo
histórico de la Casa Blanca y el Departamento de Estado en la región.
Pone a Brasil en el lote de los países con preponderancia económica y
política. No contempla el despegue de México y sorprende con Colombia,
al que coloca en el lugar de principal sorpresa.
Sin dudas, este documento aparece unos días antes de la reasunción presidencial (se concretará el 20 de enero próximo) y de la novedad del relevo de Hillary Clinton como secretaria de Estado. En su lugar fue John Kerry, también del Partido Demócrata y un católico practicante que hasta el día antes de ser el número dos del Estado más poderoso de la Tierra estaba al frente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado. El antecedente más importante de Kerry es haber sido candidato presidencial en 2004 y haber perdido con George Bush (hijo).
Es muy dificil aventurar qué tendrán Obama y Kerry en mente respecto de, por ejemplo, las relaciones con Cuba, aunque algunos anticipan que es una de las cartas en la manga para ponerse a tono con el reclamo de todos los mandatarios de la región. Lo que sí debería ser motivo de estudio por parte de los laboratorios políticos y económicos latinoamericanos es la necesidad de avanzar con la integración de los organismos regionales que den cuenta de los nuevos liderazgos. Es decir, si se prevé crecimiento en la región ante una demanda internacional de alimentos, cabe preguntarse si no mejoran las posibilidades de mayor autonomía. Por caso, de contrapesar la comercialización de alimentos, cuyos precios se manejan desde el mercado de Chicago y están en manos de multinacionales ajenas a este lado del planeta. También cabe preguntarse si el Banco del Sur no podría jugar un papel de magnitud. O si las operaciones comerciales no podrán hacerse con una canasta donde a las monedas latinoamericanas se sumen no solo el dólar y el euro sino las de China, Japón o India. Ni hablar de los desafíos en materia de cooperación de las empresas estatales o mixtas de energía y petróleo. O del cuidado de la soberanía de territorios ocupados (Malvinas) o sistemáticamente amenazados, como es el caso reciente del golpe de Estado en Paraguay. Todos ven una América latina con buena perspectiva económica y relativamente alejada de los escenarios más conflictivos. Todos reconocen los cambios de paradigma y de revitalización política. Pero, la visión de largo plazo en la región queda relegada. Quizás haya demasiados que recuerdan al audaz Keynes por esa frase de que en el largo plazo estamos todos muertos. Es hora de seguir valorando los logros y apoyarse en ellos para profundizar. El empleo, eje de acción de estos años, es uno de los logros de basar el crecimiento en la llamada demanda agregada. Si los líderes de esta región pueden avanzar en la unidad agregada, las fortalezas crecerán.
Sin dudas, este documento aparece unos días antes de la reasunción presidencial (se concretará el 20 de enero próximo) y de la novedad del relevo de Hillary Clinton como secretaria de Estado. En su lugar fue John Kerry, también del Partido Demócrata y un católico practicante que hasta el día antes de ser el número dos del Estado más poderoso de la Tierra estaba al frente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado. El antecedente más importante de Kerry es haber sido candidato presidencial en 2004 y haber perdido con George Bush (hijo).
Es muy dificil aventurar qué tendrán Obama y Kerry en mente respecto de, por ejemplo, las relaciones con Cuba, aunque algunos anticipan que es una de las cartas en la manga para ponerse a tono con el reclamo de todos los mandatarios de la región. Lo que sí debería ser motivo de estudio por parte de los laboratorios políticos y económicos latinoamericanos es la necesidad de avanzar con la integración de los organismos regionales que den cuenta de los nuevos liderazgos. Es decir, si se prevé crecimiento en la región ante una demanda internacional de alimentos, cabe preguntarse si no mejoran las posibilidades de mayor autonomía. Por caso, de contrapesar la comercialización de alimentos, cuyos precios se manejan desde el mercado de Chicago y están en manos de multinacionales ajenas a este lado del planeta. También cabe preguntarse si el Banco del Sur no podría jugar un papel de magnitud. O si las operaciones comerciales no podrán hacerse con una canasta donde a las monedas latinoamericanas se sumen no solo el dólar y el euro sino las de China, Japón o India. Ni hablar de los desafíos en materia de cooperación de las empresas estatales o mixtas de energía y petróleo. O del cuidado de la soberanía de territorios ocupados (Malvinas) o sistemáticamente amenazados, como es el caso reciente del golpe de Estado en Paraguay. Todos ven una América latina con buena perspectiva económica y relativamente alejada de los escenarios más conflictivos. Todos reconocen los cambios de paradigma y de revitalización política. Pero, la visión de largo plazo en la región queda relegada. Quizás haya demasiados que recuerdan al audaz Keynes por esa frase de que en el largo plazo estamos todos muertos. Es hora de seguir valorando los logros y apoyarse en ellos para profundizar. El empleo, eje de acción de estos años, es uno de los logros de basar el crecimiento en la llamada demanda agregada. Si los líderes de esta región pueden avanzar en la unidad agregada, las fortalezas crecerán.
Fuente: Miradas al Sur
martes, 1 de enero de 2013
“No tenemos...” : Entrevista a Theotonio dos Santos
Por Natalia Aruguete
Economista
y politólogo brasileño, Theotonio dos Santos fue uno de los principales
formuladores de la teoría de la dependencia en América latina, durante
las décadas del 60 y 70. Y hoy es uno de los máximos exponentes de la
Teoría del Sistema Mundial. Este profesor emérito de la Universidad
Federal Fluminense y presidente y coordinador del UNU-Unesco Red de
Economía Global y Desarrollo Sustentable (Reggen), visitó Buenos Aires
invitado por el Cemop. En esa oportunidad, Cash se reunió con Dos Santos
para conocer su balance y perspectiva de la teoría de la dependencia y
conocer su propuesta de fortalecimiento de la estrategia regional, que
permitirá aprovechar las oportunidades que brinda para Sudamérica el
“gran potencial” del actual contexto mundial.
¿Cree que en esta coyuntura se abren oportunidades para la región?
–En este momento nosotros tenemos un superávit comercial bastante
elevado a partir de la ampliación de la demanda mundial de productos
primarios, sobre todo por la expansión de China. India también empieza a
ser un nuevo demandante importante. En los próximos 10 o 15 años, India
y China continuarán en expansión, mientras que nosotros seguiremos
siendo, teóricamente, los productores principales de materias primas
para el mercado mundial. Tenemos reservas muy importantes, incluso en
petróleo. Si contamos el descubrimiento del yacimiento en Brasil y
Venezuela, que tiene el Orinoco, entre ambos reúnen tal vez la mayor
reserva petrolífera del mundo. Y claro que Argentina también entra. El
contexto mundial es un potencial muy grande.
¿Qué estrategias regionales se deberían implementar para aprovecharlo?
–Tenemos condiciones para actuar regionalmente y negociar a nivel
mundial la adjudicación de esas reservas. Para eso debemos generar
grandes estructuras negociadoras regionales; no tenemos que negociar
como países aislados. Esto es interesante para los chinos.
¿Por qué?
–Para ellos es mejor negociar regionalmente que con países
separados. Es una cuestión de poder. Un país que negocie separado con
China puede ser obligado a parar sus acuerdos por efecto de intervención
latinoamericana o europea. Hasta el momento, Estados Unidos no tuvo
condiciones de impedir aproximaciones chinas. Lo ha intentado en el caso
de Venezuela, pero no tuvo cómo impedir que ese país desarrollara
acuerdos muy importantes con China. El principal cliente de Brasil es
China.
¿Por qué cree que Estados Unidos no está logrando impedir el avance chino?
–Es un momento muy difícil para Estados Unidos, aunque no bien pueda
recuperar su capacidad de presión –y si la región no llegara a estar
potencializada como lo está– la capacidad de negociación de China con
cada país podría reducirse mucho. Es por eso que ellos tienen mucho
interés de reforzar la negociación regional. Además, los chinos manejan
escalas muy grandes y el Estado es quien toma las grandes decisiones e
impulsa las negociaciones. Entonces, la negociación con empresas para
China es muy penosa.
¿Es penosa, además, por una concepción ideológica?
–Ideológicamente, sí. Pero también prácticamente, porque refuerza
sectores sociales o de empresas que frente a los poderes del Estado son
pequeños. El interés de China es reforzar su capacidad de negociación en
escalas lo más grandes posibles. América latina está muy dividida aún,
incluso dentro de cada país, y hay conexiones con China que las hacen
empresarios en forma independiente. A ellos, eso no les interesa porque
no está a la altura de su condición. Los chinos prefieren acuerdos
regionales con Unasur, por ejemplo.
¿En qué se diferencian las estrategias china y norteamericana en su vínculo con América latina?
–Sucede que, pese a que el Estado norteamericano es tan poderoso y
tiene una intervención grande en América latina, los grandes esquemas de
negociación los manejan las empresas. La negociación regional no es un
estilo propio de los norteamericanos, pero quizás, en la medida en que
China avance a una escala más grande, los obligará también a buscar
algún tipo de control interno del Estado. Europa también está buscando
generar estas negociaciones colectivas, pero todavía subsisten intereses
históricos muy grandes.
Además de los comerciales, ¿cuáles son los otros intereses
que tienen los Estados Unidos en América latina y qué estrategias
despliegan para alcanzarlos?
–En relación con los recursos naturales, Estados Unidos considera a
América latina una región muy importante. Gran parte de los recursos
están acá, y para ellos, la gestión de esos recursos es un problema de
seguridad nacional. La concepción estratégica americana es muy agresiva,
como lo ha sido históricamente. No sé si se volverán más realistas con
el tiempo, cuando vean que no van a poder ejercer este poder tan colosal
que creen tener.
¿En verdad no lo tienen?
–Desde el punto de vista militar, piensan que aún pueden llenar
América latina de fortificaciones norteamericanas, cuando en Asia ya
quedó demostrado que ellos no tienen condiciones para mantenerlo. Ya lo
está demostrando en Europa: en dos o tres años, Estados Unidos retirará
todas sus tropas de Europa. Lo más urgente es Medio Oriente, donde ya
tienen que sacar sus tropas porque no tienen condiciones militares, ni
económicas, ni financieras para mantenerlas. Se inaugura así un campo de
intervención directa en América latina, que viene disfrazada de ayuda y
acción social, pero la verdad es que están poniendo tropas para un
futuro. La base de apoyo para tropas es muy alta, los soldados son
profesionales, no hay más reclutas, y cada uno de ellos requiere de una
aparatología tecnológica propia. Para las empresas americanas es muy
bueno poder producir eso, pero no lo es para el Estado tener que
financiarlo con el grado de deuda que tiene en este momento. A mí me
parece que se están tomando decisiones subestimando la decadencia de
Estados Unidos.
¿Cuál es la reacción de la región?
–Yo creo que la reacción se da más por el lado de los militares que
de los gobiernos. No sé si el gobierno colombiano, por ejemplo, es
favorable a un cambio de política sobre la cuestión de la paz. Las
fuerzas armadas colombianas están sometidas a presiones de corrupción;
el mismo problema lo tienen las fuerzas armadas mexicanas, que se están
convirtiendo en un grupo que vive de la corrupción.
¿Cree que la estrategia de integración está permitiendo
enfrentar los efectos de la crisis en América latina? ¿Qué nivel de
institucionalidad se está logrando en ese terreno?
–Las instituciones que se están conformando (en la región) son
nuevas y no tienen apoyo suficiente. El apoyo es aún inicial. No se ha
podido dar el salto hacia una gestión regional. Nosotros necesitamos de
ese salto porque eso consagraría nuestra capacidad de utilización de
nuestro poder principal, que son los recursos naturales, para poder
convertir los excedentes financieros que hoy tenemos en reservas.
Tenemos que transformar esas reservas en medios de inversión, en grandes
políticas. Primero, de infraestructura en la región para que pueda
articularse y desarrollarse. Segundo, de desarrollo científico,
tecnológico y educacional, que es uno de nuestros puntos más frágiles.
La región tiene un rol muy importante en una nueva etapa de desarrollo
científico y tecnológico.
¿Por qué?
–Por la biodiversidad de la que disponemos. Esa biodiversidad es una
base material para el desarrollo científico de la biotecnología que va a
ser la base de un nuevo patrón tecnológico en los próximos 20 o 30
años, con una dimensión regional extremadamente fuerte. No se trata
simplemente de la gran diversidad natural que tenemos, sino de que esa
diversidad ha sido objeto de un conocimiento milenario. Nosotros
teníamos 60 u 80 millones de habitantes cuando llegó la invasión
europea; todos eran alimentados, estaban comercialmente estructurados,
con caminos quizá más completos que los que tenemos hoy, y tenían un
desarrollo del conocimiento ambiental que podemos llamar científico. Ese
conocimiento permitió que introdujéramos, en la economía mundial, gran
parte de la dieta contemporánea. Los europeos, por ejemplo, comen lo que
los indígenas descubrieron acá.
Además de lo deseable, ¿cree que Sudamérica está logrando
crear una estrategia regional, aunque ésta requiera un tiempo de
madurez?
–Tuvimos un Estado con un desarrollo interesante en los años ’30,
’40 y ’50, pero eso entró en crisis con los golpes de Estado. Hemos
reducido nuestros estados gravemente desde los años ’90 y desde el 2000
se empezaron a reestructurar. Lo que ocurre es que la base material de
ese Estado, la base política de ese Estado, tenía un desarrollo
insuficiente de su base democrática. Pero hay una emergencia de
subjetividad de las fuerzas sociales que no participaban de las
decisiones y que están desarrollando sus propias concepciones. Venezuela
está haciendo un esfuerzo muy grande en el desarrollo de las
comunidades y el intento de articular las comunidades con el Estado.
Pero la única elección que perdió Hugo Chávez fue en el cambio
institucional donde se transfería parte del poder del Parlamento hacia
las comunidades. En Chile se desarrolló una gran masa popular, una
estructura de dirección de empresa con los trabajadores muy fuerte, con
un cierto grado de relación entre ellos con los cordones industriales.
Pero la articulación de eso con el Estado fue un proceso complejo, y
muchos sectores –aun de la izquierda– consideraban que era peligroso
desplazar el poder a esta masa. Es tiempo de una relación con masas
humanas que tienen que expresarse, organizarse y actuar colectivamente y
absorber estas individualidades.
¿En qué medida el nuevo aprovechamiento de oportunidades,
que mencionó al comienzo, evidencia una profundización del perfil
exportador en una coyuntura que describe como favorable para nuestra
región? ¿Eso ayuda u obstaculiza un cambio de nuestro destino?
–El desarrollo es de ciertos sectores sociales; el resto de la
población no participa. Además, esto está ligado al ciclo limitado de
utilización de las materias primas, que se agotan y dejan rastros
terribles. Chile ha vivido grandes ciclos de producción de productos que
luego han caído y tiene regiones enteras abandonadas. Si rehaces la
historia (de la región) e intentas darle a eso un contenido modernizador
fuerte y llamar a toda la revolución como lucha contra eso, en el fondo
es un intento de retraso con unos obreros que aceptan disciplinas y
formas de organización muy inferiores respecto de épocas anteriores. En
Argentina también el peronismo ha sido atacado por un pensamiento
liberal que lo tildaba de ser una expresión de algo muy atrasado. El
neoliberalismo presenta este mundo como la expresión de la modernidad
que no contiene barrios de masa, pobreza. Es una lucha metodológica y
teórica muy dura enfrentar este tipo de presentación de los hechos. El
mundo está viviendo un desequilibrio colosal que descontenta a las
masas, e incluso se ocupa de sacar las conquistas hechas en la primera
posguerra, período en el que hubo un ascenso importante de las masas.
¿A qué se refiere con que la lucha es teórica y metodológica?
–Para nosotros hay un gran problema metodológico, teórico, político,
de educación, de preparación ideológica, doctrinario. Necesitamos un
Estado más fuerte para impedir que esa concepción del mundo se imponga.
Con el control que tienen sobre la opinión pública, ellos pueden
presentar eso como una cosa magnífica. Si lo piensas bien, en 2007 y
2008, la economía mundial se presentaba como una maravilla, el Fondo
Monetario consiguió mantener su respeto a pesar de haber previsto
situaciones económicas contrarias a las que se dieron. Y aun así, hoy se
sigue aceptando sus predicciones. Ellos disponen de mecanismos muy
fuertes de contención de la capacidad crítica de las personas, y con eso
consiguen presentar una serie de victorias.
Fuente: Página/12
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