A
menos de dos meses de haber asumido, el gobierno de Alberto Fernández y
Cristina Fernández de Kirchner ha tomado medidas fundamentales en el
campo de la ciencia y tecnología. La primera fue restituir su rango original al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, degradado a Secretaría de Estado por el gobierno anterior. Seguidamente, nombró como ministro al doctor Roberto Salvarezza,
un científico de primer nivel internacional, multipremiado, con
experiencia de gestión y parlamentaria y profundo conocimiento de la
importancia estrategica del sector de CyT. Además nombró a cargo del
Conicet a la doctora Ana Franchi, una investigadora reconocida y
respetada, no sólo por su logros académicos sino por su compromiso con
la lucha por la igualdad de la mujer en la ciencia. Otros cargos en el
Ministerio fueron ocupados por referentes fundamentales en el área. Y
anunció tres medidas contundentes: aumento de los estipendios de las becas doctorales y postdoctorales para sacarlas de un nivel inferior al de la línea de pobreza, duplicación del número de vacantes para los ingresos a la carrera del investigador científico y la carrera de personal de apoyo (técnicos) y aumento en un 25 % de los montos de las subvenciones para proyectos de investigación,
llamadas subsidios en nuestro país. Merece aclararse que el nombre
subsidios es peligroso, porque algún mal pensado neoliberal puede llegar
a concluir que se trata de dádivas para vagos, cuando en realidad se
trata de fondos obtenidos por grupos de investigación mediante concursos
extremadamente competitivos con jurados internacionales.
Todas estas medidas conforman un paquete destinado a revertir cuatro años de ajuste macrista en CyT, pero no son sólo un mensaje a la comunidad de investigadores, técnicos y becarios que hemos sufrido ese ajuste. Tampoco son sólo el cumplimiento de las promesas electorales, lo cual no sería poco, sobre todo si se lo compara con las mentiras de Macri. Son un mensaje a la sociedad para decirle cuáles son las prioridades de este gobierno. Cómo, habiendo heredado un endeudamiento monstruoso y un país con índices de pobreza y hambre muy superiores a los de 2015, el nuevo gobierno estima que la inversión en CyT es estratégica, no sólo para el desarrollo industrial, los servicios públicos, la salud y la toma de decisiones informadas por parte de los habitantes de nuestro país, sino porque es consciente de que la generación de conocimiento es un insumo fundamental de los países que no tengan vocación de colonia.
Las medidas recientemente tomadas marcan el camino opuesto al que tomó el doble ex ministro Barañao en 2016, a pocos meses de que, en su reencarnación macrista, reasumiera en el cargo que había sido creado por la presidenta Fernández de Kirchner en 2008. En efecto, en 2016, Barañao redujo en 500 el número de vacantes de ingreso a la carrera del investigador científico e inauguró así el camino del ajuste. Esa era su manera de “quedarse para preservar lo hecho.” En ese camino quedó un tendal de jóvenes altamente capacitados por nuestras universidades públicas que no pudieron ingresar al sistema y así retribuirle al país si formación.
Muchas veces los científicos declaramos que queremos que la ciencia y la tecnología sean una política de Estado, de modo que si hay apoyo, éste no merme al cambiar el gobierno. Creo que hay un gran equívoco en esa afirmación. La historia reciente nos demuestra que la concepción del Estado por parte de los gobiernos de Néstor, Cristina y ahora de Alberto difiere radicalmente de la del macrismo. El macrismo ha querido manejar al Estado como una empresa que debe reducir costos, a costa del pueblo. El Estado de la derecha prescinde de la ciencia y del pensamiento crítico porque no le son útiles para su proyecto económico y porque son amenazantes para su proyecto político.
* Profesor Titular, FCEN-UBA. Investigador Superior, CONICET.
Todas estas medidas conforman un paquete destinado a revertir cuatro años de ajuste macrista en CyT, pero no son sólo un mensaje a la comunidad de investigadores, técnicos y becarios que hemos sufrido ese ajuste. Tampoco son sólo el cumplimiento de las promesas electorales, lo cual no sería poco, sobre todo si se lo compara con las mentiras de Macri. Son un mensaje a la sociedad para decirle cuáles son las prioridades de este gobierno. Cómo, habiendo heredado un endeudamiento monstruoso y un país con índices de pobreza y hambre muy superiores a los de 2015, el nuevo gobierno estima que la inversión en CyT es estratégica, no sólo para el desarrollo industrial, los servicios públicos, la salud y la toma de decisiones informadas por parte de los habitantes de nuestro país, sino porque es consciente de que la generación de conocimiento es un insumo fundamental de los países que no tengan vocación de colonia.
Las medidas recientemente tomadas marcan el camino opuesto al que tomó el doble ex ministro Barañao en 2016, a pocos meses de que, en su reencarnación macrista, reasumiera en el cargo que había sido creado por la presidenta Fernández de Kirchner en 2008. En efecto, en 2016, Barañao redujo en 500 el número de vacantes de ingreso a la carrera del investigador científico e inauguró así el camino del ajuste. Esa era su manera de “quedarse para preservar lo hecho.” En ese camino quedó un tendal de jóvenes altamente capacitados por nuestras universidades públicas que no pudieron ingresar al sistema y así retribuirle al país si formación.
Muchas veces los científicos declaramos que queremos que la ciencia y la tecnología sean una política de Estado, de modo que si hay apoyo, éste no merme al cambiar el gobierno. Creo que hay un gran equívoco en esa afirmación. La historia reciente nos demuestra que la concepción del Estado por parte de los gobiernos de Néstor, Cristina y ahora de Alberto difiere radicalmente de la del macrismo. El macrismo ha querido manejar al Estado como una empresa que debe reducir costos, a costa del pueblo. El Estado de la derecha prescinde de la ciencia y del pensamiento crítico porque no le son útiles para su proyecto económico y porque son amenazantes para su proyecto político.
* Profesor Titular, FCEN-UBA. Investigador Superior, CONICET.
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