Alberto
Fernández advirtió hoy que su gobierno no pretende inducir a ningún
juez a jubilarse. El Presidente habló del tema tras la aprobación en
Diputados del proyecto que modifica las jubilaciones de privilegio de
los integrantes del Poder Judicial y diplomáticos y salió al cruce de
los opositores. "Los que colonizaron la justicia fueron ellos", remarcó y
anunció que la semana próxima enviará al Congreso el proyecto de
reforma de la Justicia.
La Cámara baja dio ayer el primer paso
para cambiar el régimen previsional de privilegio de los jueces al dar
media sanción a la iniciativa impulsada por el Ejecutivo. El proyecto
fue aprobado en el marco de una sesión para la cual los opositores no
dieron quorum y de la que optaron por retirarse tras rechazar la
modificación de las jubilaciones de los jueces y criticar el modo en que
el oficialismo reunió el número de diputados para habilitar el
tratamiento.
Del lado de los
jueces, Juntos para el Cambio sostiene que mediante el cambio de sus
jubilaciones de privilegio el Gobierno busca forzar a los magistrados a
dejar sus cargos para luego reemplazarlos. "Yo no tengo ningún interés
en que ninguno se jubile y se vaya; nadie está buscando semejante cosa",
declaró el Presidente, en una entrevista con Radio 10.
Fernández
también tuvo palabras para los jueces que pretenden mantener sus
privilegios. "Sean dignos", les pidió y llamó a que "sigan trabajando"
con la convicción de que "tienen que hacer un aporte distinto a la
Argentina".
El mandatario explicó a favor del cambio en las
jubilaciones de privilegio de los jueces ese régimen genera un costo
fiscal “altísimo” e “insoportable” para el presente que atraviesa el
país. Remarcó también que varios magistrados ganan hasta tres veces más
que un senador y hasta el propio presidente.
Sobre la posibilidad
de que muchos de los jueces renuncien para conservar los beneficios del
régimen actual, Fernández reconoció que aquellos que sientan que deben
“privilegiar su bolsillo” sobre el derecho de justicia “también tienen
derecho a hacerlo”, ya que se trata de un derecho adquirido.
“Decir
que uno está haciendo esto para vaciar la justicia…”, respondió con
ironía Fernández las críticas del macrismo. Acto seguido, el mandatario
retrucó que fueron ellos quienes manipularon al Poder Judicial durante
los últimos cuatro años. “Los que colonizaron la justicia fueron ellos,
yo ni siquiera estoy buscando que alguno de los jueces que pusieron
ellos tenga que jubilarse, ni siquiera estoy buscando eso”, aclaró.
En
este sentido, Alberto Fernández remarcó que desde la Casa Rosada,
durante la gestión de Mauricio Macri, “hicieron lo que quisieron en la
justicia, manejaron el Consejo de la Magistratura como quisieron”. El
Presidente agregó, que en la apertura de sesiones ordinarias presentará
los lineamientos generales del proyecto de reforma judicial.
"Básicamente
trata de poner en orden y funcionamiento a la Justicia que le
corresponde al Estado nacional", explicó sobre la iniciativa y agregó
que busca "empezar a ordenar eso, ver qué hacemos con los tribunales
ordinarios y la Ciudad, porque hay que traspasarles ciertas
jurisdicciones a la Ciudad y estamos demorados, entre otras cosas".
Fernández
dijo saber de qué habla cuando se refiere a la situación del Poder
Judicial. “Soy abogado y enseño derecho. La Justicia necesita una
revisión. Llegamos a un punto en el que las cosas no están funcionando
bien”, enfatizó.
Consultado sobre la media sanción que consiguió
ayer Diputados tras la maniobra de la oposición, Fernández sostuvo que
representa “un avance en favor de la igualdad”. “Hay que entender que la
Argentina está pasando por un momento muy difícil, donde la jubilación
promedio es de 24 mil pesos y que entonces estos regímenes son
insoportables con la lógica del presente”, sostuvo y agregó que la
jubilación promedio de los jueces es de 300 mil pesos.
“La justicia argentina necesita una revisión”, dijo en líneas
generales al anticipar el proyecto que presentará en la apertura de
sesiones. En este sentido, sobre los sueldos y jubilaciones de
privilegios dijo que el sistema judicial “se aleja en términos
económicos del resto de la Argentina”. “Explícame cómo la Corte tienen
40 mil millones de pesos de ahorro en un plazo fijo mientras los
tribunales están sobrepasados y muchos trabajan en condiciones
paupérrimas”, criticó.
La
investigadora y docente de la UBA Ingrid
Sarchman analiza el impacto del uso de la tecnología en el ámbito del
periodismo y la comunicación, atendiendo al modo en que podría afectar
la relación laboral entre los grandes conglomerados mediáticos y sus
trabajadores, pero tratando de evitar los excesos de la tecnofobia.
La
tecnofobia es un mal de época que ya lleva más de dos siglos
produciendo paranoias. Desde la explosión de la Revolución Industrial en
Europa, a finales del siglo XVIII, pasando por el auge del fordismo y
las líneas de montaje, hasta llegar a la automatización de la industria
en la actualidad, las máquinas se han convertido en una presencia cada
vez más familiar y cotidiana. En el mismo proceso, el miedo a que la
tecnología acabe desplazando al hombre de los procesos de producción se
ha instalado en la humanidad como una amenaza cada vez más concreta. Es
cierto que la realidad alcanza por si sola para justificar la
desconfianza, pero no ha sido ese el único elemento que contribuyó a
cimentar semejante recelo.
El tema ha sido además alimento de innumerables fantasías distópicas,
que se han manifestado a través de la ciencia ficción sobre todo en la
segunda mitad del siglo XX, a partir de novelas y películas que lo han
convertido en uno de los temores colectivos más recurrentes. Y
redituables: títulos como Westworld (Michael Crichton, 1973), Blade Runner (Ridley Scott, 1982, basada en la novela de 1968, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick), Terminator (James Cameron, 1984) o Mátrix
(Lana y Lilly Wachowski, 1999), entre otros, han llegado a convertirse
en verdaderos hitos de la cultura pop y en muchos casos en grandes
éxitos comerciales. Sus historias se enfocan invariablemente en la
suposición de que un enfrentamiento entre hombres y máquinas aparece en
el horizonte de la historia como un cataclismo que no hay forma de
evitar.
Si algo le faltaba al mundo del periodismo, cuya actualidad y futuro
son por lo menos sombríos, era sumar a la ecuación de la precarización
laboral, los despidos y el achicamiento o cierre de las redacciones ese
miedo a ser reemplazado por máquinas. Pero el momento tan temido está
ahora a la vuelta de la esquina. En los últimos años varias empresas
periodísticas, como la agencia estatal de noticias china Xinhua y la
británica Reuters, han creado robots virtuales generados por plataformas
de Inteligencia Artificial (IA) que trabajan con la tecnología Deep
Learning, que a partir de procesos algorítmicos son capaces de producir
sus propios informes periodísticos y presentarlos en video a través de
una interfaz de aspecto humano. Una herramienta que permitiría
automatizar la cadena del flujo informativo, al mismo tiempo que
reduciría los costos de los grandes conglomerados de medios, cuyos
representantes andan siempre calculadora en mano, viendo de qué manera
pueden ahorrarse algunos de los pesos destinados a sostener sus recursos
humanos y a maximizar las ganancias.
“El surgimiento de estas tecnologías es el resultado de procesos
largos que se sostienen en la feliz convivencia entre hombre y máquina”,
afirma Ingrid Sarchman, investigadora y docente de la Universidad de
Buenos Aires en la carrera de Comunicación, en una charla vía Whatsapp
con Tiempo Argentino.” Si por un lado la visión humanista creía
que había una supuesta naturaleza humana que las máquinas alteraban (y
alteran), muchos autores y posturas asumen en cambio que puede existir
una colaboración y cooperación entre ambos”, agrega. “Esta idea
optimista de cooperación deja de lado toda esa imaginación técnica
propia de la ciencia ficción, relacionada con el miedo a la máquina, a
la idea de que los robots invadirán el planeta. Fantasías que en
nuestras sociedades capitalistas tardías se traducen en la idea de que
los hombres perderán su trabajo”, continúa Sarchman. -¿Pero
en ese caso no habría también que tener en cuenta que quienes impulsan
proyectos como este son las mismas empresas que manejan el poder en ese
capitalismo tardío?
-Claro, pero en esas visiones optimistas las personas van a
reconfigurase y a adaptarse a estos nuevos medioambientes. El malestar
real surge en el paso que va de la teoría a la práctica. Porque en la
práctica a las megaempresas no les interesa capacitar a sus recursos
humanos para que cumplan otras funciones, sino que tienden a
expulsarlos, especialmente cuando cumplen determinada edad. -Entonces no se trata de simple paranoia sindical, sino del
miedo a una posibilidad real de perder la batalla por los recursos
económicos en la competencia contra las máquinas. -El tema es que cuando pensamos en estas novedades técnicas es
importante no pararse en esa mirada apocalíptica de "nos invaden las
máquinas". A mí no me gusta esa postura de una falsa nostalgia por un
pasado atecnológico. Eso no significa que crea que en el futuro podamos
vivir en armonía, porque seguramente en esa disputa muchos van a quedar
en el camino, en especial los viejos y los pobres, que son los que menos
acceso tendrán a esas tecnologías. -Por ese camino es inevitable no pensar en un futuro deshumanizado.
-Insisto que cuando se piensan los procesos largos de innovación
tecnológica no se lo puede hacer solo desde la concepción "humanista
simple". Los ludditas son un ejemplo de esa resistencia.
El Luddismo fue un movimiento que se dio en Inglaterra a comienzos
del siglo XIX, en el auge de la Revolución Industrial, inspirado en Ned
Ludd, un obrero que alcanzó estatura mítica por realizar acciones
tendientes a boicotear el uso de maquinaria en los procesos
industriales. A pesar de que su existencia histórica no ha sido probada,
la figura de Ludd se convirtió en una suerte de Robin Hood de la clase
obrera y su influencia sirvió para que en torno a ella se nucleara la
resistencia de obreros y artesanos en la defensa de sus puestos de
trabajos. Que los ludditas sean hoy un movimiento prácticamente olvidado
puede ser interpretado como una prueba de su derrota y del triunfo de
un capitalismo tecnocrático.
“El asunto es pensar a qué se alude cuando se habla de 'lo humano' y
si realmente existe una supuesta naturaleza humana que la máquina viene a
corromper y alterar”, completa Sarchman, quien junto a su
colega Margarita Martínez escribió el libro La imprevisibilidad de la técnica, que en breve será publicado por UNREditora, la editorial de la Universidad Nacional de Rosario. -Quizá no estaría mal empezar a pensar el asunto desde la
perspectiva de los viejos y los pobres, que según usted afirma serían
los primeros desplazados.
-La cuestión entonces es pensar en que estas innovaciones debería
venir en combo con un cambio de la idea de trabajo. Es decir, la
innovación por la innovación misma olvida que es necesario reformular la
idea de trabajo. Y por eso si no lo pensás a largo plazo está claro que
vas a dejar a muchos afuera. Hay un ejemplo mucho más cercano. ¿Viste
que en los supermercados hay varias cajas automáticas donde vos mismo te
facturás la compra? Hoy se necesitan menos cajeras. -Según esa lógica deberíamos pensar que en el periodismo tal
como está configurado hoy se necesitan menos periodistas, a tal punto
que da lo mismo que las noticias las dé una máquina o una persona.
-No lo diría en esos términos, sino que lo que se necesita es una
reformulación de lo que hace o debería hacer el periodista y cuál es el
plus humano. -¿Qué análisis puede hacerse estrictamente en términos de la comunicación? -Queda claro que si a partir de hoy el robot pasa a
hacer el trabajo humano no solo cambia el trabajo, sino que también
cambia el hombre y en este caso hasta podríamos pensar que también
cambia la idea de receptor. Porque si cambia el relator, con él cambian
las audiencias, el oído, lo que se espera de quien relata. Si vos como
audiencia estás acostumbrado a ver películas dobladas y de pronto todas
las películas son subtituladas, vas a tener que cambiar tu manera de
consumir cine. -En el caso del robot presentado por la agencia Reuters se
trata de un dispositivo programado para generar resúmenes de partidos de
fútbol, pero con un enfoque que atiende a la acumulación de datos
estadísticos y que al mismo tiempo se desentiende del relato, de la
narración que producen los cuerpos de los jugadores cuando entran en
acción.
-Para pensar en eso quizá primero es mejor determinar qué es lo que
distingue a un buen relator de uno mediocre. ¿Creés que ninguna máquina
hubiera podido decir lo de "barrilete cósmico"? ¿Podríamos pensar que en
el futuro la IA va a ser tan sofisticada que logre decodificar la
genialidad de Víctor Hugo? -Calculo que vamos en camino a que eso también sea posible.
-Creo que desde la filosofía de la técnica es imposible valorar los
procesos en términos de buenos y malos, así como no se puede pensar en
que existe una naturaleza humana que la técnica modifica y en el peor de
los casos, corrompe. -Pero el algoritmo solo puede trabajar a partir de lo que ya
ocurrió, no puede improvisar o imaginar opciones que no sean las que ya
tuvieron lugar y están documentadas.
-Entonces podría pensarse que lo que hace a la naturaleza humana es
esa imprevisibilidad y tal vez ese sea su valor agregado. El hecho que
de manera inentendible a Víctor Hugo se le haya ocurrido la frase
"barrilete cósmico". Para mí estas son las cosas que obligan a repensar
qué lugar y de qué manera podemos abordar a la naturaleza humana, y cómo
se va modificando en esa relación con la máquina. Porque ya no pensamos
igual y hasta usamos una tecnología que los periodistas de hace 20 años
no tenían. Hoy podes armar una nota con video, voz y letra sin moverte
de tu casa. Y de hecho estamos teniendo esta conversación a través de
Whatsapp. -En el robot de Reuters también es notorio el hecho de que
funciona a partir de una prevalencia del cálculo sobre el relato e
incluso de la lógica sobre la emoción.
-Esa es una de las cosas más interesantes para pensar, porque obliga a
definir el campo de la comunicación. ¿Qué elementos se ponen en juego
en la escena comunicacional? ¿Las emociones podrían ser transmitidas por
máquinas? Como dije antes, en principio podríamos pensar que existe una
dimensión a la que la máquina no puede acceder. La imprevisibilidad,
eso que hace que algo pase por única vez. Entonces te hago una pregunta
que tal vez pueda ayudar a pensar el tema: ¿por qué la gente elige a un
relator o a otro? ¿Qué buscan en Víctor Hugo o qué buscaban en Muñoz? -Creo que lo que se busca es a alguien capaz de contar el cuento del fútbol de forma maravillosa.
-Es bueno eso: todos queremos que nos cuenten cuentos. Para mí, y es
una teoría personal, si hay algo que las personas podemos hacer mucho
mejor que las máquinas es inventar historias, adornarlas, usar palabras
que en principio no tienen relación. Insisto con el ejemplo del
barrilete cósmico porque me parece una gran frase. Entonces creo que
estas tecnologías nos enfrentan mucho más con preguntas acerca de las
capacidades y las posibilidades humanas que con el miedo o el rechazo a
la máquina.
Una
vez al año, trecientos profesores surcoreanos son llevados en autos con
ventanas ciegas a un lugar desconocido en la montaña a definir las
preguntas del examen anual que rinden 548.000 aspirantes universitarios
del que saldrá un ranking nacional: un 4% de alumnos entrará a las tres
mejores universidades del país. Esos selectos docentes permanecen un mes
incomunicados sin internet ni teléfono. Su misión es secreta por
contrato, so pena de ir dos años a la cárcel: salvo la esposa o marido,
nadie deberá saber en los siguientes años que ese profesor ha
confeccionado esas preguntas.
Antes de comenzar la reclusión voluntaria, un detector de metales
garantiza que no ingresen dispositivos electrónicos. Un batallón de
servicios secretos del Estado controla que nadie salga ni entre del
lugar durante el mes y queman in situ toda la basura para que no
sea posible revisar bollos de papel buscando las codiciadas preguntas
que se digitalizan un día antes de ir a la imprenta: de allí salen en
camiones y la TV lo transmite en vivo.
En una sociedad marcada por la cosmovisión confuciana, la educación
es un gran símbolo de status y la posibilidad más cierta de ascenso
social. Este tema es el punto de partida del guion de la premiada
película Parasite de Bong Joon-ho: un joven de clase baja va a
darle clases particulares de inglés a una adolescente de familia rica
quien --como casi todo coreano-- vive con una espada de Damocles clavada
de nombre Suneung, ese examen que dura ocho horas y veinte minutos
donde se define el futuro de casi todo coreano. La película pone de
relieve los daños colaterales del Milagro Coreano que generó un
desarrollo económico frenético, mientras crecía una desigualdad
estratosférica con familias como la del docente de Parasite viviendo en
subsuelos que fueron refugio antimisiles (los ricos tienen sus propios
búnkeres pero preventivos).
Desde el jardín de infantes, muchos niños son entrenados para vencer y
reciben clases de inglés. A tal punto escaló la psicosis educativa que
el Estado debió promulgar una ley prohibiendo que los pequeños aprendan
inglés antes que coreano. El día del Suneung la bolsa de comercio abre
dos horas más tarde y una campaña nacional invita a no sacar el auto a
la calle para que el tránsito fluya. Si un estudiante se retrasa 5
minutos no entra y pierde un año de su vida. Se habilita un call center
para rezagados y una flota de vehículos policiales que salen con la
sirena a rescatar dormilones (algunos duermen en un hotel cercano y se
recomienda que el día anterior todos hagan el viaje a modo de prueba).
El tránsito se corta 200 metros a la redonda de cada sede y los vuelos
se suspenden durante los 40 minutos del examen oral de inglés.
Esa misma tarde se revelan las respuestas del multiple choice y cada
quien intuye si sirvió sacrificar la infancia y la adolescencia casi
completas para entrar a una buena universidad: lo logran con 490 puntos
sobre 500. Algunos tienen más posibilidades: es el caso de los hijos de
la familia rica de Parasite que contrata docentes privados en casa en
lugar de mandarlos a institutos con aulas de 20 alumnos.
La ONG coreana Mundo lo dice sin eufemismos: “los jóvenes pasan de 70
a 80 horas semanales estudiando y están entre los peores en los ranking
mundiales de felicidad y salud mental; su creatividad y sociabilidad
están sofocadas”. Muchos adolescentes se levantan antes de las 6 a.m. y
los fines de semana también van a institutos de apoyo. Un estudio del
Centro de Prevención de Enfermedades de Corea concluyó que los alumnos
de secundaria duermen en promedio 5,5 horas por noche y el 83% de los
chicos de 5 años asisten a clase extracurricular 5,2 veces por semana.En
2003, el Comité por los Derechos de los Niños de la ONU declaró: “la
naturaleza altamente competitiva de este sistema educativo obstaculiza
el desarrollo de los niños en su completo potencial”.
Mantener un hijo en Corea del Sur cuesta entre 300.000 y 400.000
dólares hasta que se gradúa en la universidad. Los exitosos en esta
carrera social tampoco la tienen fácil: un ingeniero en programación
raso en Samsung trabajando 12 horas de lunes a viernes --y unas horas
los sábados e incluso domingos-- gana 3000 dólares al mes en una ciudad
como Seúl donde un departamento de 80 m² cuesta medio millón de dólares.
Los niveles de stress de la juventud son altos y una suma de 1500
alumnos de primaria, secundaria y terciario se suicidan por año, la
mayoría por presiones en el estudio y la soledad derivada del mismo. La
debacle trágica en que deriva la frustración de la familia pobre en
Parasite es la manera en que explotó en esa “verosímil” ficción la olla
de presión coreana, por lo general bien contenida por el confucianismo.
Todo esto comenzó, al menos, durante la dinastía coreana Joseon
--siglos XIV a XIX-- que elegía sus funcionarios a través de un riguroso
examen y abrazó al confucianismo como ideología de Estado: desde allí
permeó a la base social. Según el filósofo chino Confucio, en lo más
alto de la escala social se ubicaban los ilustrados, los únicos
preparados para gobernar con justeza y honestidad. El cosmos regido por
el Tao en el Este de Asia se compone de dos fuerzas complementarias en
armonía, donde el hombre es la única disonancia. Confucio propuso
máximas virtuosas buscando que ese hombre armonizara con el cosmos y sus
semejantes. El primer paso era el respeto sagrado de la autoridad del
gobernante y las leyes en pos del equilibrio social. Esa obediencia
conservadora debía extenderse a todas las relaciones de la pirámide
social: el respeto de los menores a los mayores (“sabios seres del
crepúsculo”), de la mujer al hombre, de los hijos a los padres y del
campesino al intelectual.
El confucianismo reflejó un modo de pensar colectivo que viene de la
cultura del arroz y su trabajo comunitario. El trasfondo es que el
individuo no debe rebelarse y tendrá siempre que cumplir bien su rol,
siguiendo los rigores productivos y aceptando toda desigualdad y
jerarquía. Y tiene que renunciar a su individualidad en función del
grupo como totalidad. Todo esto ha sido naturalizado al nivel de un
ancestral inconsciente colectivo: por eso es tan difícil cuestionárselo.
Cada persona se reduce a un engranaje que, si se sale del curso, será
punida por su entorno social. Así funcionan estas sociedades
autoreguladas: “clavo que sobresale se hunde de un martillazo”. Si la
mayoría acepta que el objetivo central de la vida --y de la nación, ese
grupo mayor-- es el progreso vía el estudio para entrar a una compañía
tecnológica, todos deben intentar lo mismo. Ese modo de pensar allanó el
terreno para la fase hiperproductiva del capitalismo tigreasiático con
el soldado corporativo como punta de lanza.
El precio de diferenciarse de la masa --y de no subirse al curso del
río social-- implica resignarse a vivir en los subsuelos de la sociedad
como la desempleada familia Kim en la película, a riesgo de terminar
nadando en una cloaca. Su salvación parece ser parasitar ingeniosamente y
sin escrúpulos a una familia rica hipersensible al olor a pobre, e
incluso a otros desclasados que no lograron ser parte del exitoso “gran
colectivo confuciano” que es Corea del Sur.
Julián Varsavsky es coautor con Daniel Wizenberg del libro Corea, dos caras extremas de una misma nación (Ediciones Continente).
Una
nueva crisis de la deuda externa argentina debe ser leída en clave
histórica. Hay tanta negligencia de las élites locales como
responsabilidad de los acreedores, que buscan resolver crisis de
rentabilidad a través de la colocación de capitales en países
periféricos.
El
camino a Washington para negociar la deuda externa se parece al que se
emprendía antaño a Santiago de Compostela, por el que marchaban los
peregrinos en busca de robustecer su fe. Eso sí, el ministro de Economía, Martín Guzmán, tiene una carta secreta bajo la manga: cuenta con el apoyo del premio Nobel Joseph Stiglitz, del que fue su discípulo. Página 12 publicódeclaraciones
optimistas de Stiglitz en pos de arribar a un arreglo de la deuda. El
economista norteamericano es una excepción que cada vez tiene más
adeptos en las esferas académicas del norte. Conocemos sus ideas a
través de varios libros y también lo hemos visto en vivo. Por ejemplo,
en una conferencia que dio el 9 de noviembre de 2001 en el aula magna de
la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, dijo textualmente que “los fundamentalistas de mercado creyeron
que el libre mercado de por sí garantizaría no solamente resultados
eficientes sino también avances en la justicia social como consecuencia
de algunos procesos de derrame y un crecimiento subsiguiente que
beneficiaría a la sociedad”.
Se refería especialmente una de las ideas más populares de la
economía: la “mano invisible” de Adam Smith. Para Stiglitz, este
concepto resulta tan claramente falso que es difícil concebir que la
gente creyera en él durante tanto tiempo. Del mismo modo, es falsa la
conocida Ley de Say, que dice que la oferta crea su propia demanda, que
tanto Keynes como Marx destruyeron teóricamente. "Si se cumpliera la Ley
de Say --decía Stiglitz-- los economistas probablemente estaríamos
desempleados", pero como no se cumple, la economía académica genera más
empleos para los economistas que siguen sus falsos postulados y los
defienden.
Por otro lado, continúa Stiglitz, la macroeconomía estándar considera
que no existen asimetrías de información en los mercados abiertos,
excepto en casos de esquizofrenia, "pues la asimetría surge cuando una persona no quiere o no puede contactarse con las demás”.
¿Que podría esperarse entonces, se pregunta Stiglitz, de banqueros o
financistas que admiten falsas teorías y son esquizofrénicos?
Por lo general, reconocemos más fácilmente la responsabilidad de los deudores,
que en la Argentina es muy grande y sencilla de explicar: de Martínez
de Hoz pasando por Cavallo hasta Mauricio Macri, son estructuras
económicas que vienen de lejos y de la que estos economistas o políticos
abrevan en defensa de intereses específicos. Los que nos endeudaron son los mismos que desde el empréstito Baring y de las campañas del desierto consolidaron
un territorio primarizado en donde los productos agropecuarios se
intercambian por manufacturas que provienen del financiamiento de esas
ventas y retornan con ellas a sus países de origen o ahora van a
paraísos fiscales. No somos un país soberano sino una fracción del
capital mundial, una vía de escape del ahorro interno por parte de las
elites locales, que se aprovechan a través de la especulación o la fuga
de capitales.
Pero existe también, paralelamente, la responsabilidad de los acreedores de las deudas soberanas, especialmente los grandes bancos y fondos de inversión,
que resulta tanto o más importante que la de sus deudores. En esa
responsabilidad se cuenta la imprudencia, la excesiva codicia y el
financiamiento de regímenes dictatoriales y democracias corruptas y
afines a esos intereses. Los ejemplos en este sentido abundan.
Oleadas de capitales
La primera gran corriente de capitales hacia la periferia después de
la Segunda Guerra Mundial se produjo en los años ‘70. Entonces, como
resultado de sus dificultades económicas, Estados Unidos no pudo
sostener la creciente demanda de conversión de dólares a oro y el
gobierno de Nixon decretó el fin de la convertibilidad de la divisa que
servía como patrón monetario internacional, respaldado por su relación
con el áureo metal. Poco después, los países de la OPEP elevaron los precios del petróleo y alimentaron la sobreabundancia de capitales.
Los mercados financieros de la periferia resultaban sitios ideales para
reciclar esas disponibilidades y, al mismo tiempo, poder estructurar
sus economías de acuerdo con las necesidades de las potencias del norte y
en función de las predominantes ideologías neoliberales.
Esto permitió no sólo colocar excedentes financieros sino también comerciales. Esos préstamos coincidieron en América Latina con la llegada a los gobiernos de dictaduras militares,
que dispusieron del financiamiento necesario para poder realizar, junto
al equipamiento que implicó en sus casos las necesidades propias del
“terrorismo de Estado” (compra de armas, por ejemplo), políticas
aperturistas y de desregulación financiera que pocos años después se
consolidarían en el mundo. Los organismos financieros internacionales
alentaron y garantizaron este movimiento de capitales sabiendo bien
adónde iban y en qué podrían utilizarse. El FMI y el Banco Mundial se encargaron de promover la inversión privada e incitar a los países del sur a tomar préstamos
a fin de modernizar sus aparatos de exportación y conectarse más
estrechamente al mercado mundial. En esto contaron con la conformidad de
las clases dirigentes locales, que pensaron que el financiamiento de
las actividades económicas de un país atrasado, y en especial, que el
propio enriquecimiento personal, se vinculaba, principalmente, al
endeudamiento externo.
Robert Lucas, un economista neoliberal al que citan Benjamín
Hopenhayn y Alejandro Vanoli en su libro "La globalización financiera",
daba, sin embargo, una exacta descripción de lo que significaban estos
créditos desde su visión ortodoxa: “Los flujos de capital son
simplemente contratos de préstamos: el país pobre adquiere ahora capital
del rico, en retorno de promesas de flujos de bienes en sentido
contrario, durante una fase que (puede durar para siempre) en forma de
pagos de intereses o utilidades repatriadas”. El “endeudamiento eterno” es una forma de vivir de rentas, en un sistema dominado por el sector financiero internacional, manteniendo a la periferia atada a las necesidades del centro.
Hacia fines de la década de los ‘70 y comienzos de la siguiente,
mientras en América Latina retornaba la democracia, se produjo una
segunda etapa de recesión económica internacional. Entonces, para hacer
frente al déficit fiscal y al proceso inflacionario, la Reserva Federal
de los EE.UU., conducida por Paul Volcker, promovió una suba
significativa de las tasas de interés. La tasa real promedio que gravaba
la deuda flotante de los países en desarrollo aumentó de un 9,7 a un
16,7 por ciento y el costo adicional que ello implicó para los países
latinoamericanos llegó a sumar unos 8 mil millones de dólares anuales,
entre el 1 y el 2 por ciento del PIB de la región. De ese modo, se captaron capitales para la economía norteamericana, creando una seria crisis en el subcontinente.
Los factores externos fueron en gran medida los responsables del
aumento del endeudamiento de esos países en vías de desarrollo durante
la década del ’90, provocado por la expansión de los mercados
especulativos debido a la euforia que desató la caída del muro de
Berlín. Entonces, los capitales a través del Plan Brady transfirieron el
riesgo de los bancos a los bonistas. Su resultado para la Argentina fue la gran crisis de 2001-2002.
De modo que los daños mayores para la inserción económica internacional
de los países periféricos en los siglos XX y XXI siempre se produjeron
en períodos de alta liquidez internacional, con la llegada de un flujo
incontenible de capitales especulativos en busca de mayores
rentabilidades, sin dejar de reconocer la responsabilidad de los
gobiernos que tomaron esos préstamos.
¿Negocio para quién?
En síntesis, la deuda externa es funcional a aquellos intereses
que en los países ricos se reciclan buscando nuevas oportunidades que no
encuentran internamente, ayudados por las políticas de apertura,
desregulaciones, atraso cambiario (en nuestro caso con la
convertibilidad) y privatizaciones en los lugares donde se dirigen. Las
maniobras de los fondos buitre representan los últimos beneficios del
negocio. Actúan como un falso mendigo que escarba los restos de un plato
de comida ajena y anidan en los paraísos fiscales.
El reconocido economista americano Albert Fishlow, en su ensayo
“Lessons from the Past” (1985), hace un balance de las causas de la
crisis de los años treinta y señala que el Comité Estadounidense del
Senado sobre la Banca y el Sistema de Divisas se pronunció en términos
muy severos acerca del comportamiento nefasto de los bancos inversores
en la década anterior. Decía ese Comité: “La historia de las actividades
de los banqueros inversores en la venta de paquetes de valores
extranjeros constituye una de las páginas más escandalosas de la
historia de la banca norteamericana de inversiones. La venta de estos
valores se caracterizaba por prácticas y abusos que constituían
violaciones a los principios más elementales de la ética comercial”.
En verdad, como lo confesaba Madeleine Albrigth, secretaria de Estado
de Clinton, las actividades cubiertas por el financiamiento externo
deberían contribuir a crear nuevos empleos en Estados Unidos, a expandir
las exportaciones de bienes y servicios norteamericanos y a otorgar
ventajas a sus empresas en el mercado global. En verdad no fue
exactamente así y la salida de capitales en busca de mano de obra
barata en Asia y en otros lados, terminó perjudicando la supremacía
norteamericana y creando la amenaza china.
Lewis Carroll, en un cuento maravilloso como el de Alicia, narraba
sobre un sastre que había hecho un traje a un profesor y quería
cobrárselo diciendo que no tenía problema en recibir el pago un año más
tarde, pero que por los intereses de su deuda le saldría el doble. Su
avidez de ganancias contrastaba con la especulación del profesor, que
pensaba que si dejaba pasar el tiempo quizás el sastre se moriría antes y
no tendría que pagar nada. Nosotros sabemos que las posibilidades
que el FMI deje de funcionar son casi nulas, pero las grandes compañías
financieras igualmente ávidas como el sastre sí pueden morir, como
ocurrió con muchas de ellas en la crisis de 1930 y con Lehman Brothers
en 2008. O es posible que terminen aceptando quitas, canjes o
reestructuraciones de sus acreencias. En este caso, también ellas
deberían preocuparse.
Esas preocupaciones ya empezaron porque Trump mismo despidió a David Lipton,
el segundo principal funcionario del FMI, en gran medida por su
responsabilidad en el abultado préstamo a la Argentina y el corto
calendario de pagos, comprometiendo la capacidad de retorno del préstamo
o abriendo la posibilidad de un default. En tanto, la primer
responsable, Madame Lagarde, jefa de Lipton, tuvo que irse antes de ese
organismo a través de una renuncia. Lagarde ya había manchado su
reputación por negligencia en un caso de malversación de fondos públicos
como ministra de economía de Francia. En 2011, cuando fue designada en
el FMI, la prensa norteamericana advertía que sus antecedentes podían
desestabilizar a ese organismo. Y eso en los hechos fue lo que pasó.
De todos modos, resulta de interés postergar pagos imposibles de
abonar hasta que podamos vivir y crecer sin el respirador artificial de
la deuda. Un default argentino sería, en este caso una mortaja dura
de llevar para los organismos financieros internacionales y los países
que los sostienen, ya punidos en Grecia y en la crisis de 2008. Las
visitas de Alberto Fernández a dirigentes europeos, quizás ayudaron a
ver la realidad. Ahora les toca mover a ellos. Es una partida complicada no sólo para el deudor sino también para los acreedores.
El escritor chileno escribió El Museo de la Bruma, una
novela que tiene la forma de un catálogo incompleto de un supuesto
museo. Esta forma literaria le permite enlazar el exterminio indígena,
el Holocausto y la dictadura de Pinochet.
El
Museo de la bruma (Ed. Laurel), del escritor chileno Galo Ghigliotto,
es una novela con la forma de un catálogo incompleto o un catálogo
incompleto que termina por conformar una novela. La contigüidad también
es una forma de generar sentido. Atrapante desde el título, esta novela
reproduce parte de las colecciones que pertenecieron al supuesto museo
construido luego de la Segunda Guerra Mundial y destruido por las llamas
avivadas por los vientos de Tierra del Fuego en 2014. Poco y nada se ha
podido recobrar de él, aunque se buscaron elementos en casas de
antigüedades, librerías de viejo, museos para turistas y casas
particulares. La excepción fueron las galeras de ese catálogo
incompleto, encontradas en una pequeña imprenta de Porvenir. “Con ello y
las piezas que sí pudieron recuperar –se lee en un panel del museo-
hemos montado esta exposición parcial, acaso fantasmagórica, que
pretende reproducir el aura del Museo de la Bruma. “ Sus colecciones se
distribuían en tres salas: la Rauff, la Chatwin-Mallard y la Popper.
En la novela se describen distintas piezas de las que ni siquiera ha
quedado una fotografía, por lo que esa descripción se hace al pie de un
rectángulo en blanco que es una forma de silencio gráfico. Es que el
Museo de la Bruma es un museo del silencio y del olvido en el que un
hilo invisible enhebra el genocidio de los selk'nam, el Holocausto y la
dictadura de Pinochet. El procedimiento anula la voz subjetiva del
narrador, para enfrentar al lector con los documentos y diversas huellas
de un genocidio que se repite. Algunas libreros que entendieron el
juego llamaron a la editorial para decir que al libro le faltaban las
fotos.
-¿Cómo se te ocurrió la estructura del museo para esta novela? -La verdad es que desperté un día con la idea. Cuando voy a trabajar
en un texto siempre trato de pensarlo mucho antes de empezar a
escribir. A veces me pasa que sueño con lo que voy a escribir. En este
caso, desperté con la idea de que la novela tenía que tener la forma de
un museo. Y ésta fue la respuesta al interrogante sobre cómo hacer
convivir tantos momentos diferentes de la historia y tantos elementos de
diverso origen, de diversas características. Por otra parte, algo
similar había hecho en mi primer libro, Valdivia, donde no ordené los
poemas numéricamente, sino en desorden porque la memoria ordena de esa
forma. Vamos ordenando los recuerdos de forma aleatoria. Uno pasa por un
lugar y aparece un recuerdo que uno sabía que estaba allí. La memoria
no es lineal.
-Leyendo El Museo de la bruma recordé una frase de Ricardo
Piglia que decía que la novela es el basurero de los discursos, porque
en ella cabe todo. ¿Acordás con eso?
-Sí. De hecho, cuando la editora recibió el texto me
preguntó “qué es esto”. Le dije que era una novela y me contesto ¿una
novela para quién? Pues para mí fue siempre una novela porque la novela
es capaz de absorberlo todo, teatro, poesía, todo tipo de forma
narrativa, fotografías. Por eso al final del libro se dice “esto es una
novela”. Antes de publicarla se la mostré a una crítica de poesía que me
dijo que era poesía. Creo que puede ser lo que cada uno quiera creer
que es. -Esos materiales heterogéneos tienen dos ejes
fundamentales: el genocidio de los pueblos indígenas y el Holocausto. A
eso se agrega la dictadura de Pinochet. ¿Buscaste relacionar las tres
cosas aunque son distantes en el tiempo?
-Sí. Lo que me llamó la atención del genocidio de los
selk'nam es que produjo la desaparición total de un pueblo. Quedaron
unos pocos individuos que luego murieron sin dejar descendencia. Además,
significó la desaparición de una lengua, de costumbres, de todo. No
quedó ningún rastro de los ellos. Es imposible entender libros de
fonética de su lenguaje si nunca se los ha escuchado. En el Holocausto
hubo sobrevivientes. En Chile, el genocidio selk'nam es un tema que si
no se lo topas, no te enteras. No es algo sobre lo que hayamos hecho un
trabajo de memoria, un mea culpa. Sencillamente, no se conoce, aunque
fueron totalmente diezmados unos 5000 individuos en Tierra del Fuego. Te
cuento una anécdota. Cuando estaba escribiendo el libro acompañé a una
gente a un lugar muy turístico donde tenían un souvenir muy frecuente
que son figuras selk'nam con sus vestidos de las ceremonias. La persona
con la que estaba le pregunta a la vendedora qué eran esas figuras y
ésta le contesta que eran los onas –la gente no suele hacer la relación
entre onas y selk'nam- una tribu del sur del país –tampoco lograba
ubicarla bien- que fue exterminada por los españoles en el año 1600. Yo
la corregí. Le dije que no fueron los españoles, sino chilenos y colonos
y que eso sucedió en el siglo XX. Se sorprendió porque hay quien no
puede hacer una relación entre una brutalidad tan tremenda y el siglo
XX. -Un buen ejemplo de esa brutalidad es Pinochet. -Es
que los Derechos Humanos en Chile no son algo de aceptación total. Hay
quien todavía pone en duda este tema. En el contexto actual de lo que
está pasando en Chile, iban a nombrar ministro del Interior a Felipe
Ward, al que finalmente no nombraron porque, según la prensa,
encontraron una declaración de él en la que decía que los Derechos
Humanos eran la caja chica de la izquierda. No fue ministro del
Interior, pero hoy es ministro de otra cartera. En Chile la dictadura no
se ha terminado. Vivimos un proceso de transición en que supuestamente
la dictadura quedaba atrás, pero eso fue un tongo. Nunca hubo
reparación, nunca hubo un trabajo de las fuerzas armadas sobre Derechos
Humanos. Eso se entiende bien cuando uno compara el proceso que han
vivido Alemania o incluso Argentina. Ustedes están a años luz de
nosotros. En mi país, la historia que se enseña llega hasta el año 1973.
Esto es parte del alma extraña que tiene Chile. - Es muy grande la desigualdad en esa sociedad.
-Sí, mi novela termina con la frase que dice “es justicia”.
Ese texto corresponde al momento en que luego de que se realizó un
juicio para esclarecer los vejámenes “a los indígenas de Tierra del
Fuego”, se estableció que 5 o 6 capataces de Braun, de Menéndez o de
ambos habían asesinado impunemente a indígenas. Después del largo juicio
con un legajo de 400 páginas se estableció que los acusados debían
pagar una fianza y quedarían libres. Luego de esto dice “es Justicia”.
Esa frase nos representa mucho como país. Luego de todo lo que ha pasado
en este tiempo no hay imputados, no hay personas detenidas por
homicidio de manifestantes Hay un caso de octubre del año pasado de un
chico al que los carabineros asesinaron a golpes con sus bastones en
Maipú y ninguno está procesado. Fue al comienzo de las manifestaciones,
del estallido social. Hay otro caso de un manifestante al que le pegaron
14 policías porque estaba protestando con una sartén a la que golpeaba
con una cuchara de palo. Hay un video de esta tortura. El jefe de ese
grupo apareció en televisión argumentando que una sartén puede ser un
arma mortal. Era un delirio. Por eso en la novela hay cosas delirantes,
muchas son inventadas pero tienen un trasfondo real. El hecho de que
haya aparecido Chile en el mes de julio, poco antes de todo lo que pasó,
confirma que El Museo de la Bruma está permanentemente abierto en este
país.
-Citás La Patagonia trágica de José María Borrero,
sobre la caza de indios para cortarles las orejas y obtener una
recompensa. Parece inventado pero es un dato histórico.
-Sí y eso lo refiere mucha gente, no sólo Borrero. Incluso
el padre D´Agostini cuenta que a las mujeres embarazadas les abrían el
vientre y les sacaban las orejas a los fetos. También les arrancaban las
orejas a indios vivos, pero como mucho no les servía ese truco,
comenzaron a arrancar testículos y senos. Yo hablo en la novela de unos
testículos conservados en formol. Puedo decir que lo inventé, pero quizá
no sea un invento. -¿Cuál es tu visión de Chatwin que aportó tanto al imaginario sobre la Patagonia?
-Yo llegué tarde a Chatwin, cuando ya mi investigación
estaba muy avanzada. Creo que hay varias formas de entrar a la
Patagonia. Lo que pude ver es que las personas que conocen a Chatwin se
acercan a ella de un modo turístico. Yo entré por la parte histórica,
otros entran por la parte geográfica. En estos días leí un comentario de
un escritor chileno que decía que Chatwin era un autor para cuicos, lo
que ustedes llaman chetos. Creo que tiene un poco de razón, pero también
es cierto que cuando a uno le interesa la Patagonia es un autor que
tiene que aparecer. -¿Existe una leyenda sobre la existencia de un Museo de la Bruma o es pura invención?
-Es pura invención. Ni siquiera estaba seguro de que en la
Patagonia hubiera tanta bruma, pero para mí es la bruma del olvido que
es la peor enfermedad de Chile. Creo que si el Museo hubiera existido se
habría parecido al espacio de la La invención de Morel, de Bioy
Casares.
-¿Qué otros libros tuviste presentes al escribír?
-Peter Pan de J.M. Barrie. Está presente en el relato de un colono que se escapa de Escocia y llega a la Patagonia. -¿Qué es lo que más te sorprende de los personajes reales y siniestros de tu novela?
-Que son personas muy normales y que lo que siempre se repite no es sólo el olvido, sino también la impunidad.
El
ministro de Trabajo salió al cruce de esa versión en diálogo con la
AM750. En la entrevista también destacó el impacto de la suba a los
jubilados y ratificó la decisión de terminar con las jubilaciones de
privilegio de jueces y diplomáticos.
El
Gobierno salió a desmentir que tenga en sus planes aumentar la edad
jubilatoria. “No tenemos ningún proyecto", explicó al respecto el
ministro de Trabajo, Claudio Moroni, en diálogo con AM750. El
responsable de la cartera laboral reforzó así la desmentida que más
temprano había hecho el titular de la ANSES, Alejandro Vanoli.
Moroni
explicó que la modificación de la edad jubilatoria "es un tema que no
está en agenda de este gobierno". La versión al respecto surgió de una
declaración del porpio ministro de Trabajo, acerca de que en función del
aumento de la esperanza de vida el mundo está discutiendo que las
personas trabajen más años.
A pesar
de que a continuación de esa declaración Moroni explicó que no era algo
que estuviera en análisis en la Argentina, distintos medios
transmitieron que es una posibilidad en estudio. En Víctor Hugo Morales y
Cynthia García, el ministro salió al cruce de esas versiones. “La tapa
del diario Clarín fue un exceso de título", señaló.
https://www.youtube.com/watch?v=Tl61PERxyys
Vanoli también negó cambios al respecto en su cuenta de Twitter y
afirmó que no está previsto
modificar la edad jubilatoria en el régimen
general. En diálogo con PáginaI12, agregó luego que está a favor "de una
fórmula de movilidad que contemple la recaudación como la fórmula
vigente hasta el 2017 que permitió conciliar crecimiento,
sustentabilidad y mejora en las jubilaciones".
El aumento a los Jubilados
Moroni
sostuvo que este va a ser el primer trimestre que los jubilados le van a
ganar a la inflación. “Tratamos de proteger a todos de acuerdo a sus
esfuerzos contributivos, pero también lo que estamos haciendo en estos
seis meses es tratar de mejorar la situación de los que quedaron más
postergados”, afirmó el ministro en la entrevista con AM750 y detalló
que no solo aumentaron las jubilaciones sino también las asignaciones
familiares y las asignaciones universales por hijo.
“Incrementamos
por encima de lo que hubiera correspondido si hubiera mantenido vigente
la ley anterior. Hay que recordar que dimos dos bonos de 5 mil pesos y
un bono de 2 mil pesos para la AUH. Si miramos lo que hicimos en el
trimestre no entiendo cómo alguien puede plantar que estamos haciendo
ajustes”, remarcó.
En el mismo sentido, Vanoli había dicho que
"el aumento directo de jubilaciones más el bono de diciembre y enero,
más los medicamentos gratis, más el plazo de tres meses sin pagar cuotas
de créditos de ANSES constituyen un fuerte aumento indirecto de
jubilaciones" . Y también había señalado que "la clave es consolidar una
baja de la inflación como vimos en enero y en estas semanas de
febrero".
Jubilaciones de privilegio
Moroni también se
refirió a las modificaciones del régimen jubilatorio de Poder Judicial y
explicó que genera un déficit de más de 9 millones de pesos anuales.
“Una jubilación promedio de un juez es de 290 mil pesos. Lo único que
estamos proponiendo ajustar los parámetros a una situación más acorde a
la del resto de los trabajadores", precisó.
Ante la decisión
del Gobierno de avanzar contra sus privilegios, la corporación judicial
redobló la presión. Desde la Casa Rosada aseguran que no cederán y que
mantendrán sin modificaciones el proyecto que recorta las jubilaciones
de los jueces.
Fuente:Pagina/12
Entrevista con la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo
FUente:Pagina/12
Es
la cuarta vez que la "matan" y lo atribuye a un deseo de quienes la
odian. La esencia de su reunión con el Presidente, a quien cree que hay
que tenerle al menos un año de paciencia. Sus pasiones por fuera de la
política.
"El mejor cargo que me dieron mis hijos fue ser madre de revolucionarios", contesta cuando le preguntan si no aspira a otro. Imagen: Leandro Teysseire
Esta
semana comió tomates rellenos con atún, pizzetas integrales y morrones
rellenos. A Hebe de Bonafini, titular de la Asociación Madres de Plaza
de Mayo, siempre le gustó cocinar. Y como es diabética, adapta su dieta a
las indicaciones de su médico, que sigue al pie de la letra. A los 91
años, se siente muy bien: dice que el secreto es disfrutar de la vida.
No está muerta. Tampoco sorprendida por la falsa noticia que comenzó a
circular el domingo en redes sociales, primero sobre una internación
por un problema grave de salud y después sobre su muerte. "No me
sorprende. Es la cuarta vez que lo hacen, debe ser una expresión de
deseo muy fatal de los que no me quieren y la verdad es que me dan
lástima. Lo único que logran es que se hable más de mí", dijo a PáginaI12. También contó, a grandes rasgos, cómo fue su almuerzo con el presidente Alberto Fernández. --¿La
sorprendió la falsa noticia de su internación y muerte que llegó al
punto de que el titular de la OEA, Luis Almagro, le enviara sus
condolencias?
--No me sorprendió
porque es la cuarta vez que inventan una cosa así de fea. Me llamaron
de Venezuela, de Suecia, de Dinamarca, de Italia. Lo único que hacen,
finalmente, es que la gente hable de mí. --¿Por qué cree que lo hicieron?
--Es unaexpresión
de deseo muy fatal de una porción grande de gente que no me quiere, son
los mismos que mataron a nuestros hijos e inventan. Les molesta mucho
lo que hago. Deben querer saber qué tomamos y que comemos para estar así
a esta edad. Les digo: me levanto con buen humor que es una buena
comida, me baño, tomo la medicación, pienso en mis hijos, converso con
ellos sobre lo que dirían sobre tal o cuál tema y desayuno con flores en
la mesa. A pesar de todo, viva la vida. Tengo picaflores que vienen
a la ventana. Estuve todo el domingo con mi hija que me cuida como si
tuviera 104 años. Y apenas cumplí 91. Me dejo cuidar. --¿Qué siente por los que inventaron esto?
--Les tengo lástima. No saben cómo disfrutar de la vida.
Es
probable que quien sólo la escucha cuando habla públicamente no llegue a
darse una idea de que Hebe tiene un enorme sentido del humor y que
además de dedicar su vida a hacer cosas por los demás, se hace tiempo
para las cosas que le dan placer a ella. Cocina, cultiva su jardín,
dibuja, tiene ideas todo el tiempo. Una de las últimas fue juntar billetes de cinco pesos, pintarlos o dibujarles bigotes: en definitiva intervenirlos, firmarlos y venderlos a cien pesos.
Se los compran las personas que la quieren y esa plata la suma para
hacer todas las cosas que encara la Asociación. Se las rebuscó siempre.
Por eso, en el almuerzo de dos horas que tuvo con Alberto Fernández le aclaró que no iba a pedirle plata, que logró resistir y combatir al macrismo sin un peso y que éste no es un momento de la Argentina para pedir, sino para dar. --El
Presidente y usted fueron muy discretos respecto de la reunión que
mantuvieron. ¿Me podrá contar a grandes rasgos de qué conversaron?
--Le dije las cosas que me parecen muy bien de su gobierno y otras que no me gustan.
No soy obsecuente y la obsecuencia no es buena para nadie. Cuando uno
quiere a alguien le tiene que decir todo lo que piensa. Creo Hay que tenerle paciencia por lo menos un año. Si es que queremos a la Patria y que los niños coman. --¿Es cierto que hay gente que le pregunta si quiere un cargo?
--Todo el tiempo. Y el mejor cargo que me dieron mis hijos es ser madre de revolucionarios. --¿Cómo está de salud?
--Soy
asmática y diabética, pero tengo un médico que me cuida y hago todo lo
que me indica al pie de la letra. Me preparo mi comida y sé cuál va a
ser el menú para toda la semana. Todo rico y sano.
En
esta entrevista con PáginaI12, el autor del libro La ofensiva sensible
reflexiona sobre las subjetividades que construye el neoliberalismo y
destaca el rol de los movimientos feministas, las comunidades
indígenas y las organizaciones de trabajadores precarizados como formas
de resistencia al poder hegemónico.
"Hay
que preguntarse qué experiencias de consumo hay habilitadas, y producir
formas nuevas", dice el politólogo Diego Sztulwark. Imagen: Bernardino Avila
"El neoliberalismo es un gran aparato que opera sobre el deseo y las maneras de vivir", dijo en diálogo con PáginaI12 el politólogo Diego Sztulwark. En su libro La ofensiva sensible (Caja
Negra), Sztulwark indaga las diferencias entre vidas ligadas a los
automatismos del mercado y vidas que no encajan porque asumen su
existencia como una pregunta: "Ya sea porque se enferman, porque son
vulnerables, rebeldes, oscuros, o porque han tenido alguna experiencia
que los ha llevado a desviarse respecto de la norma", explica. Sztulwark
reflexiona sobre quienes para vivir tienen que inventar lenguajes,
alianzas y grupos nuevos y por eso entran en procesos de politización:
ahí destaca el rol de los movimientos feministas, las comunidades
indígenas y los movimientos de trabajadores precarizados que, sostiene,
forman el "reverso de lo político" y sin los cuales sería difícil
entender fenómenos claves en la crisis del neoliberalismo que vive gran
parte de Latinoamérica. En ese sentido, advierte que los gobiernos
populistas no han sabido o logrado propiciar un modo de vida diferente
al que propone el mercado. - ¿A qué se refiere cuando dice en su libro que “el modo de vida de derecha es tan triste como irrefutable”?
-
Tomo este concepto de una tesis que elaboró Silvia Schwarzböck: dice
que luego de los ‘70 y de la posdictadura solamente hay vidas de
derecha. Es irrefutable ya que es una descripción correcta y permite
comprender mucho del presente, pero es triste porque no permite ver la
existencia de momentos donde hay una tensión distinta, donde los cuerpos
aparecen articulados con el lenguaje de otra manera, donde hay una
investigación sobre la propia vida y una no adaptación con lo que es el
mundo neoliberal. Me resulta triste todo pensamiento que se limita a
hacer una descripción del enemigo sobre nosotros y que sanciona una
realidad derrotista. Es triste y también no es verdadera, ya que oculta
toda una dimensión que llamaría “la verdad por desplazamiento”, que se
crea desplazando lo que se impone, creando resistencias, y que no acepta
el mundo tal como es. -En su libro contrapone "modo de vida" a "forma de vida": ¿cuál es la diferencia entre ambos conceptos?
-
Llamo "modo de vida" a toda manera de vivir articulada en relación
automática con el mercado, a todo lo que viene dado. El neoliberalismo
es un gran aparato que opera sobre el deseo y las maneras de vivir.
Necesité distinguirlo de la "forma de vida", que sería la de aquellos
que asumen su vida como una pregunta y no cuajan directamente en ese
automatismo, ya sea porque se enferman, son vulnerables, rebeldes,
oscuros, o porque han tenido alguna experiencia que los ha llevado a
desviarse de la norma. Mi interrogante es qué hacemos con los que para
vivir tienen que inventar lenguajes, alianzas y grupos nuevos y por eso
entran en procesos de politización. Las izquierdas no lo piensan porque
tienen la idea de que lo único posible contra el neoliberalismo es un
partido revolucionario que “algún día podremos crear”. Pero el partido
de los revolucionarios no será nada sin el partido de los sintomáticos y
de aquello que no cabe en los “modos de vida” y que ocurre en el
reverso de lo político. Sin eso, es difícil entender una serie de
fenómenos que se van dando en las distintas crisis del neoliberalismo. -
¿Qué importancia tienen los movimientos indígenas, feministas y de
trabajadores precarizados en la construcción de otras “formas de vida”? -Lo
indígena es importante porque tiene elementos comunitaristas, de
resistencia, de marcas de una guerra perdida. De forma colectiva hacen
ejercicios existenciales que los alejan de las premisas de obediencia
que el neoliberalismo impone a la vida. Las tierras sobre las que están
no dan lo mismo, el capital las quiere para hacer negocios y sus formas
de vida necesitan poner un límite a ese modo de valorización. Por eso no
se puede evitar la politización. Otro eje fundamental es lo que sucede
con el trabajo precario. En Argentina hay una larga historia del
movimiento de precarizados. En la crisis del 2001, el movimiento
piquetero fue la irrupción autónoma de una resistencia desde la
precariedad ante las formas de dominación neoliberal. Una parte grande
de personas que trabajan en la ultra-informalidad hicieron ya
experiencias de organización gremial, social, política y de lucha. El
sujeto llamado “trabajador precario” va a estar en el centro de las
dinámicas de conflicto. Y el tercer movimiento a observar son los
feminismos populares. Ellos son capaces de radiografiar la economía
desde abajo y percibir todas las formas de explotación informalizadas
que recorren el campo social y que implican desde denunciar la deuda
como mecanismo financiero de sometimiento hasta comprender cómo la
construcción de masculinidades violentas es parte misma de la dinámica
de valorización. -Álvaro García Linera dijo, en 2015, que uno
de los errores de los gobiernos populares de América Latina fue que
lograron una ampliación del consumo pero sin politización de los
sujetos. ¿Cómo analiza ese fenómeno a la luz de lo que sucede hoy en
Bolivia y en toda la región? -Tomo a García Linera como
el intelectual que mejor procesa discursivamente la versión que los
gobiernos populistas dan de sí mismos. El balance que él hacía es que se
daba una paradoja por la cual los gobiernos populistas incluyeron a los
sectores históricamente excluidos en el consumo y, después, esos
sectores populares votaron gobiernos neoliberales. Linera dice que
faltó, en esa inclusión, clarificación política. Esa lectura es inocente
porque si te das cuenta que la forma de consumo produce modo de vida no
podés reducir el problema a una relación de consciencia que se resuelva
vía pedagogía o propaganda. Los procesos prácticos de subjetivación no
van a ser corregidos porque vengan a darte una clase de sociología. Una
de las críticas fuertes a estos procesos es que privilegian ocupar el
Estado por sobre ocupar la sociedad y transformarla. Hay que preguntarse
qué experiencias de consumo hay habilitadas, y producir formas nuevas. -Frente
a las movilizaciones en Chile, ¿ve un rol importante de la juventud
que, cansada del modo de vida neoliberal, sale a la calle, y que como
respuesta el Estado les muestra su cara más represiva sacándoles los
ojos? -Estuve en Chile y participé en manifestaciones,
asambleas, y di un curso en la universidad. Es una barbaridad lo que
están haciendo los carabineros. Mientras estuve allá había 217 chicos
sin ojos. Cuando los equilibrios del neoliberalismo se agotan, aparece
un odio inmenso a todo lo que se mueve, goza diferente, a lo que no se
adecua. Un odio fascista que se estaba incubando y que lo vemos
geopolíticamente en la figura de Bolsonaro. Se ve en el odio que tienen
las fuerzas de seguridad; en el desprecio de las burocracias; en el
racismo y sexismo de los medios de comunicación. En Chile apareció algo
formidable que son miles de personas durante días en la calle, decididas
a que el régimen post-pinochetista caiga. El descontento es amplio
porque es en contra de cómo se reproduce la vida neoliberal. Frente a la
estafa, hay un reverso de lo político que estalla, que no tiene
representación en el régimen convencional y que pide discutir de cero la
constitución del Estado. - ¿Qué importancia tiene el diálogo
entre las nuevas y las viejas generaciones para dar la batalla desde el
campo de lo sensible y construir subjetividades distintas a las que
propone el mercado?
-Cuando empecé a militar en los ‘90,
Eduardo Luis Duhalde nos dio un curso de formación a los que estábamos
en el secundario y me regaló dos libros: Los condenados de la tierra, de Frantz Fanon, e Historia y consciencia de clase,
de Georgy Lukács, y me dijo: “Los militantes nos deprimimos cada vez
que hay una derrota histórica pero leemos estos libros y seguimos. Por
eso somos militantes”, después me aclaró que “solamente hay militante
entre ciclo y ciclo de lucha", y que "el militante sirve para
comunicarle al nuevo ciclo los saberes conquistados en el anterior”.
Militante no es quien dirige, o la tiene clara, porque sus saberes son
anacrónicos. Sin embargo, toda generación busca, como dice Walter
Benjamin, una cita perdida con las generaciones anteriores. Y si bien es
una cita que no se concretará, no podemos dejar de buscarla. Toda
generación tiene el poder de apropiarse del pasado para sus fines,
redimirlo, pero se trata de saberes que sólo sabrán cómo usarlos las
generaciones que actualmente necesitan dar sus luchas y hacerse sus
preguntas. Entrevista: Melisa Molina. Fuente:Pagina/12
Obligado
por las reglas democráticas, Martín Guzmán defendió su visión de la
renegociación de la deuda en el Congreso. Sin restricciones políticas,
los acreedores "juegan fuerte" y "con mucho dinero en juego", como dijo
el Ministro, también juegan sucio.
“Negociación de la deuda, juego de tahúres” tituló Raúl Dellatorre en PáginaI12 de hoy. Podría echarse mano a otra bonita palabra castellana: “truhanes”. La disparidad
de poder en las tratativas de deuda se agranda porque el Gobierno debe
acatar las reglas democráticas mientras que las contrapartes abusan de
la fuerza y la mala fe.
Desde plateas y palcos VIP
argentinos hinchan por los “mercados”. El mismo cuadro que afrontó
Néstor Kirchner en su mandato. Para no redundar con estas obviedades las
ilustramos con una micro escena de la City porteña. La reseñó el colega
Federico Kucher en un artículo publicado en este diario el primero de
febrero. Analizó cómo y cuánto se especuló con el bono público AF 20 el
31 de enero, fecha de su vencimiento. Le agradecemos a Kucher esa
referencia y los datos que añadimos a continuación, que investigó para
darle una mano a este cronista.
El
bono amaneció con una cotización de alrededor de 5695 pesos que se
mantuvo estable entre las 11 de la mañana y las 14.50. Rumores falsos en
medios, corrillos y quinchos sobre posibles conductas del Gobierno,
fake news, hicieron caer en picada el valor de venta. Derrumbe veloz,
según este cuadro:
* Bajó a 5491 pesos a las 14:55 horas.
* Cinco minutos después, a las tres de la tarde, se redujo a 5201 pesos.
* El desmoronamiento llegó a 4972 pesos a las tres y cinco.
En
¡un cuarto de hora! se causó un desplome del 12,6 por ciento. El
volumen de las operaciones de ese ratito sumó 30,2 millones de pesos.
Los que vendieron en ese lapso se embromaron, quienes compraron se
forraron de plata.
· Porque, caramba, partir de las tres y diez
los bolazos se desmintieron. Comenzó una ola de compras del AF20, que le
hizo recuperar buena parte de su precio. Escaló a 5319 pesos en 15
minutos. Un 6,9 por ciento en 300 segundos.
· La ronda terminó
cerca de las cinco de la tarde con una cotización de 5496 pesos: un alza
de 10,5 por ciento contra el piso alcanzado a las 15:05 horas.
Gracias de nuevo, Federico.
La
reseña permite imaginar los niveles fabulosos de lucro que pudieron
conseguir jugadores taimados en base a información falluta propalada por
ellos mismos. Mentir, entrar y salir a tiempo, embolsar una ganancia usuraria.
Claro que en dichas timbas varios pierden, allá ellos. Pero es viable ganar fortunas en cuestión, literal, de minutos manipulando información y plata. Un ejemplo sobre la catadura de los mercados, cuál su modus operandi.
Vale
rememorar, en igual sentido, las corridas cambiarias que motivaron la
exorbitante alza del dólar en abril de 2018 que antecedieron al pedido
de auxilio al Fondo Monetario Internacional. Un capo de esas entidades
depredadoras, Gustavo Cañonero, fue premiado por el ex presidente
Mauricio Macri con la vicepresidencia del Banco Central contados días
después.
Para colmo, esos tahúres dan consejos sobre las políticas públicas. En fin.
**
El
presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán
cumplen tareas institucionales como la sesión de hoy en el Congreso.
Están obligados a dar publicidad a los actos de gobierno, adelantar sus
tácticas, ser educados, didácticos. Los deberes se avienen a su perfil
común: buenos argumentadores, con formación universitaria, con vocación
por el diálogo.
Una exigencia ardua debería asumir la oposición
ante una crisis terminal y una emergencia financiera: no ser funcional a
las contrapartes. A veces se es cipayo por vocación, otras por falta de
cintura. Cuando comience el real tira y afloje muchas de las
alegaciones de la prensa opositora o de los partidos que conviven con
ella en Juntos por el Cambio serán citadas y enarboladas como bandera
por los grandes operadores financieros.
**
El presidente
Fernández conduce una coalición que congrega a dirigentes y militantes
que estuvieron enfrentados en el pasado reciente. La labor exige
voluntad de confluir y de persistir en el intento. Dosis altas de
sapofagia o de reconciliación si uno escoge un vocabulario más
constructivo, menos belicoso. En semanas recientes las internas
perturbaron al oficialismo, lo distrajeron, reavivaron broncas pasadas
con temáticas novedosas… En conjunto debilitaron al Gobierno.
**
Llegó
la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) compuesta por
funcionarios avezados que tendrán entre escasa o nula gravitación en las
decisiones finales que adopte el organismo. Todo se resuelve más
arriba. Igual es imperioso persuadirlos, desgranar razonamientos y
escenarios, hacerlos conocer la Argentina, sus necesidades, su potencial
si se la deja resucitar.
Son momentos difíciles para una gestión
que debe darse maña en simultáneo para poner al alcance de las familias
una canasta escolar con precio amigable, pilotear la Paritaria Nacional
Docente, meterle pilas a la Ley de Góndolas.
Lo que sigue hasta el fin del verano transitará entre la probation (una pena leve como la que padeció Guzmán) y la ordalía.
Tendrán
que remontar las jugarretas de los mercados que hacen subir y bajar
bonos, acciones, divisas con triquiñuelas como las que sintetizamos
líneas arriba.
**
La Vulgata de derecha miente a designio.
Gurúes y sabios de la tribu le atribuyen una imparcialidad de la que
carece y niegan cuánto influye la plata para colonizar conciencias.
“La
crisis --enunció Guzmán en Diputados-- afecta de modo desigual a la
población”. La desigualdad --clave en la actual etapa del capitalismo--
atañe a la distribución de poder, de riqueza, de perspectivas. Y también
del prestigio que se puede comprar fácil cuando se saben tomar
ganancias superiores al 10 por ciento invertido en cuestión de horas.
Una
mirada psicoanalítica sobre el uso de estas herramientas de conquistas
que moldean las relaciones actuales. Los “matches” como trofeo, los
encuentros fugaces, la soltería prolongada, las familias constituidas a
partir de una cita on line.
Las
Love Apps son el lugar de encuentro privilegiado para los solitarios
inmersos en el anonimato de las grandes ciudades. En un contexto donde
la desconfianza de unas y la precaución de los otros hace cada vez más
improbable un acercamiento espontáneo, estas aplicaciones brillan como
una instancia pacificadora en la regulación de los lazos. El marco
controlado que proponen permite que el anonimato se preserve. Mediante
un simple clic, el otro puede volver a desaparecer sin dejar rastro ni
heridas afectivas tangibles. La posibilidad de concretar una cita a
distancia mediante la presentación de un perfil, filtrada por un chat
previo y quizás algún intercambio de audios, transmite la idea de una reducción sensible de las eventuales contingencias del encuentro.
El filósofo Zizek proclama que estas aplicaciones promueven una suerte
de máxima: “we want the love without the fall” (queremos el amor sin la
caída) --refiriéndose a la conocida expresión sajona “falling in love”
(enamorarse o, literalmente “caer en el amor”)--. Las Love Apps abonan
la idea de un intercambio justo y cuantificable. El salto al encuentro
entre los cuerpos, muchas veces, hace trizas todo cálculo previo.
Historias sin historia
El cuerpo en su vertiente libidinal permanece a resguardo en el primer
contacto, permitiendo en cierta medida avanzar sin riesgos. En su lugar
se ofrece el semblante virtual, mediado por una serie de fotos. El encuentro entre los partenaires implica pasar de una situación perfectamente controlada y de la que se puede salir rápidamente
vía “delete” a vínculo con otro ante el cual los seres hablantes se
sienten, en ocasiones, desamparados. Las citas padecen de una carencia
que hay que sobrellevar a nivel de la puesta en escena. Sin historia
previa, ambos se comprometen, al menos, a compartir la mesa de un bar.
Este efecto de deshistorización es fuente de evitación y angustia. Lacan
definía en “La Tercera” a la angustia como la sensación de reducirse a
un cuerpo. En el consultorio resuenan las dilaciones ante la inminencia
de una primera cita: cada cual se siente, en ocasiones, repentinamente
“a merced” de un desconocido. La fragilidad del lazo hace que cualquier movimiento baste para que la cita se interrumpa: el otro puede devenir repentinamente ominoso, precipitando una fuga fuera de la escena.
Este
carácter deshistorizado también tiene otra cara, que es una de las
principales innovaciones que traen las Love Apps: la posibilidad de
tener citas random, es decir, de conocer alguien que está por
fuera de nuestro círculo social, incluso de nuestro círculo virtual, es
decir, que ni siquiera sería contacto nuestro en Instagram o Facebook.
“Dr.
House” describió alguna vez la diferencia sexual en estos términos:
“Las mujeres se enamoran de lo que escuchan, los hombres se enamoran de
lo que ven. Por eso las mujeres se maquillan, y los hombres mienten”.
Estas aplicaciones dejan al varón desarmado en este aspecto: el culto a la imagen que promueven lo somete al mismo criterio de selección que el sexo femenino.
El motivo principal para ser aceptado o rechazado en estas apps no es
otro que una serie de fotos, acompañadas de un mínimo texto. Una mujer
que promedia los treinta me relata la prehistoria virtual de su actual
pareja: se cruzan en Happn donde él le da clic al corazón, mientras
ella, impiadosa con la pancita cuarentona de él, lo descarta. La
permanencia de la visualización de los cruces en esta aplicación hace
posible que él la rastree en Instagram, donde puede exhibirle sus
méritos profesionales, así como sus bienes materiales. Consigue por esta
vía una cita. Una simpática pancita varonil casi lleva al fracaso lo
que hoy es para ella el amor de su vida. Ante este cruel filtro que
impone el rechazo instantáneo en las Love Apps, los varones se ven
forzados a mejorar su cuerpo… para salir bien en las fotos.
La dinámica de la app hace
que la mujer entre en contacto con el varón, no por el lado de un
semblante de mostrarse como objeto de conquista y oponer resistencia
sino a partir de un "Sí" inicial. Lo cual da lugar a otro fenómeno
corriente: los varones no inician las conversaciones. A veces, nunca.
"Hacen match y no te hablan" es una queja femenina usual en los
consultorios. Mientras las mujeres sostienen una búsqueda más
decidida del encuentro, es más frecuente en los varones utilizar las
apps para corroborar que gustan al otro sexo. "Me encanta juntar
matches en Tinder", me confiesa un paciente de treinta años. En lugar de
contabilizar "polvos", muchos varones hoy acumulan conquistas
virtuales. Aunque estas aplicaciones adquirieron temprana fama
por promover vínculos fugaces, existen hoy familias constituidas a
partir de un cita online. La construcción de una pareja estable,
diga lo que se diga, sigue estando en el corazón de la mayor parte de
los usuarios de estas apps. Los partenaires que aparecen en el camino
entretienen, alivian la sensación de desamparo hija de la soledad y
reafirman la propia posición sexuada: hoy para ser hombre y ser mujer no
es necesario ser amado, pero sí contar con algún deseo del cual
sostener un semblante masculino o femenino. Ellos hace tiempo que vienen
reemplazando la mujer y la familia por la circulación entre mujeres
para legitimarse ante sus pares. Ellas empiezan a tomar la misma
posición. “Nos mueve el deseo” es una de las principales consignas de
los movimientos feministas. Lo que se gana en el campo del deseo tambalea del lado de la construcción del lazo amoroso. Una chica cool
festeja en una storie de Instagram un pasacalle que sus amigas le
habrían dedicado: “Maru, aflojale al Tinder. El 20 juntate con nosotras.
El día del amigo no se chonguea”. La homenajeada comenta “Estas son mis
amigas”, y añade el emoticón de la cara sonriente con ojos-estrella.
Salvavidas de hielo
Es
insoslayable la tristeza que se evidencia, sobre todo en los migrantes
digitales, al momento de usar estas aplicaciones. Sensación que debería
ser debitada a la soledad de las capitales, y no a las Love Apps. En
Buenos Aires se construyen cada vez más edificios colmados de
monoambientes. Algunos perfiles imploran: “sacame de esta aplicación”.
La oferta constante va en detrimento de la estabilidad del lazo amoroso.
Las nuevas tecnologías de la elección favorecen las solterías prolongadas, que ya no son vividas como marginales.
La figura de la “solterona” o el “solterón”, con la carga despectiva
que conllevan estos términos, ha caído en desuso. No hacen falta
círculos sociales tumultuosos ni agobiantes noches en bares atiborrados
para tener una cita.
Si en la era analógica el amor dolía por el
hastío de un corsé al deseo (matrimonio y monogamia, sus nombres
privilegiados) hoy el amor duele porque es un lugar inhóspito para
reposar, y donde la extravagancia de la palabra “poliamor” destila
cinismo. El amor sigue siendo la posibilidad de nombrar al ser amado: no
hay amor sino de un nombre --propuso Lacan sobre el final su seminario
10-- nominación sin la cual no hay superación de la angustia. Pretender
hacer del amor algo poli es policíaco respecto de la
incompatibilidad del deseo con la palabra. Al tiempo que el amor se
declara, el deseo circula sin dejarse atrapar. A esta disyunción apunta
una de las letras más lúcidas de Joaquín Sabina: “De sobra sabes que
eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera.
Y sin embargo un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera”.
Mientras las generaciones analógicas buscaban adrenalina en
estimulantes narcóticos, el vértigo de la circulación contemporánea de
los afectos en la era digital promueve el consumo masivo de
ansiolíticos. En el amor contemporáneo todo se construye y se
destruye tan rápidamente que los afectos no encuentran otro alivio que
el abrazo farmacológico. La pareja ya no es una cárcel de oro sino un salvavidas de hielo. Santiago
Thompson es psicoanalista. Doctor en Psicología, Magister en
Psicoanálisis - UBA. Autor del libro "El obsesivo y la mujer" (Letra
Viva, 2017). Fuente:Pagina/12
A
menos de dos meses de haber asumido, el gobierno de Alberto Fernández y
Cristina Fernández de Kirchner ha tomado medidas fundamentales en el
campo de la ciencia y tecnología. La primera fue restituir su rango original al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, degradado a Secretaría de Estado por el gobierno anterior. Seguidamente, nombró como ministro al doctor Roberto Salvarezza,
un científico de primer nivel internacional, multipremiado, con
experiencia de gestión y parlamentaria y profundo conocimiento de la
importancia estrategica del sector de CyT. Además nombró a cargo del
Conicet a la doctora Ana Franchi, una investigadora reconocida y
respetada, no sólo por su logros académicos sino por su compromiso con
la lucha por la igualdad de la mujer en la ciencia. Otros cargos en el
Ministerio fueron ocupados por referentes fundamentales en el área. Y
anunció tres medidas contundentes: aumento de los estipendios de las becas doctorales y postdoctorales para sacarlas de un nivel inferior al de la línea de pobreza, duplicación del número de vacantes para los ingresos a la carrera del investigador científico y la carrera de personal de apoyo (técnicos) y aumento en un 25 % de los montos de las subvenciones para proyectos de investigación,
llamadas subsidios en nuestro país. Merece aclararse que el nombre
subsidios es peligroso, porque algún mal pensado neoliberal puede llegar
a concluir que se trata de dádivas para vagos, cuando en realidad se
trata de fondos obtenidos por grupos de investigación mediante concursos
extremadamente competitivos con jurados internacionales. Todas estas medidas conforman un paquete destinado a revertir cuatro años de ajuste macrista en CyT,
pero no son sólo un mensaje a la comunidad de investigadores, técnicos y
becarios que hemos sufrido ese ajuste. Tampoco son sólo el cumplimiento
de las promesas electorales, lo cual no sería poco, sobre todo si se lo
compara con las mentiras de Macri. Son un mensaje a la sociedad para decirle cuáles son las prioridades de este gobierno.
Cómo, habiendo heredado un endeudamiento monstruoso y un país con
índices de pobreza y hambre muy superiores a los de 2015, el nuevo
gobierno estima que la inversión en CyT es estratégica, no sólo para el
desarrollo industrial, los servicios públicos, la salud y la toma de
decisiones informadas por parte de los habitantes de nuestro país, sino
porque es consciente de que la generación de conocimiento es un insumo
fundamental de los países que no tengan vocación de colonia. Las medidas recientemente tomadas marcan el camino opuesto al que tomó el doble ex ministro Barañao en 2016,
a pocos meses de que, en su reencarnación macrista, reasumiera en el
cargo que había sido creado por la presidenta Fernández de Kirchner en
2008. En efecto, en 2016, Barañao redujo en 500 el número de vacantes de
ingreso a la carrera del investigador científico e inauguró así el
camino del ajuste. Esa era su manera de “quedarse para preservar lo
hecho.” En ese camino quedó un tendal de jóvenes altamente capacitados
por nuestras universidades públicas que no pudieron ingresar al sistema y
así retribuirle al país si formación.
Muchas veces los
científicos declaramos que queremos que la ciencia y la tecnología sean
una política de Estado, de modo que si hay apoyo, éste no merme al
cambiar el gobierno. Creo que hay un gran equívoco en esa afirmación. La
historia reciente nos demuestra que la concepción del Estado por parte
de los gobiernos de Néstor, Cristina y ahora de Alberto difiere
radicalmente de la del macrismo. El macrismo ha querido manejar al Estado como una empresa que debe reducir costos, a costa del pueblo.
El Estado de la derecha prescinde de la ciencia y del pensamiento
crítico porque no le son útiles para su proyecto económico y porque son
amenazantes para su proyecto político. * Profesor Titular, FCEN-UBA. Investigador Superior, CONICET.
La líder de la Tupac Amaru recibió a Tiempo Argentino en
el barrio de Cuyaya donde cumple prisión domiciliaria.
Se refirió a la situación actual de Jujuy y señaló a
Gerardo Morales como el responsable de su detención.
Los
ojos de Milagro Sala están tristes, aunque su mirada, profunda, no
pierde la fuerza. Lleva cuatro años presa por 16 causas endebles, detrás
de las que se puede percibir el odio racial y político.
Hace un año volvió a su casa (hoy rodeada de policías de civil), en
el barrio Cuyaya, donde comparte sus días de encierro con su marido y
los compañeros que la visitan.
El 16 de enero de 2016 fue detenida por orden de la Justicia
provincial de Jujuy. Su arresto, ante todo disciplinador, fue el primero
en el gobierno de Mauricio Macri. También fue el disparador que puso a
funcionar un dispositivo de persecución contra los militantes de la
Tupac Amaru. La detención de Milagro y el hostigamiento a los tupaqueros
vinieron de la mano de la destrucción de las obras que la agrupación
había construido en sus casi 15 años de vida. Las consecuencias hoy se
ven en los vecinos del Alto Comedero, que perdieron el Parque Acuático,
la programación de un gran centro cultural y hasta un centro de
rehabilitación para discapacitados que fue completamente cerrado.
La textil y la bloquera, que abastecía a las construcciones de la
agrupación, fueron apropiadas por el gobernador de Jujuy, Gerardo
Morales. Hoy las fábricas que funcionan no tienen ni el 10% de los
empleados que trabajaban antes. Sí tienen en la puerta un cartel que
dice "Gobierno Provincial de Jujuy".
Milagro mira los planos de cada una de las once localidades donde la
Tupac construyó el barrio. "La Justicia no los aceptó como prueba", le
cuenta a Tiempo Argentino, escoltada por los cuadros de Juan
Perón y Evita que cuelgan de las paredes de su casa. Cuando habla de las
obras parece revivir, pero se apaga al recordar la destrucción
sistemática que sufrieron.
–¿Qué es lo peor que viviste en estos cuatro años que llevás detenida?
–Lo peor es que se han quedado sin trabajo 5000 compañeros, que se
cerraron todas las fábricas. Por ejemplo: en el caso de la textil había
300 trabajadores y hoy quedan 15. Cuando las construimos fue para que
los compañeros tengan puestos de trabajo seguro. Otra cosa que sufrí es
la persecución nefasta que vivieron todos mis compañeros. Se hicieron
allanamientos sin respetar siquiera que había niños. Fue una persecución
visceral y con mucho odio racial.
–¿Quién es el responsable de tu detención?
–A mí me tiene detenida Gerardo Morales. Él y sus cómplices, que son
los jueces, los fiscales y el Superior Tribunal. Está claro. A los días
que asumió Morales, la Cámara de Diputados de la provincia sacó un
proyecto de ley –que se aprobó–, para ampliar el Superior Tribunal. Ese
proyecto es de Pablo Baca, el actual presidente del Superior Tribunal de
Justicia. Eso a nadie le llamó la atención, pero el Poder Judicial
comenzó a vestirse de rojo y blanco, de la bandera de los radicales.
Muchos creían que era una persecución a Milagro Sala. Después de cuatro
años, se dieron cuenta de que fue por muchísimos opositores políticos
que no querían hacerle el caldo gordo a los caprichos de Morales. Que
eran caprichos para hacer grandes negocios, para endeudar la provincia,
para que en el futuro no tenga rival político y para tener un pueblo
sumiso. A los sindicatos comenzaron a perseguirlos y a amenazarlos con
que los iban a llenar de causas. Los mismos jueces instigaron el miedo
para que no se les ocurra nunca hablar mal del gobernador ni marchar.
Esa es la "paz social" de Morales.
–¿Cómo analizás los cuatro años de macrismo?
–Veo que el país está devastado, está destruido, estamos endeudados.
En 12 años –y no te lo digo porque sea kirchnerista–, el kirchnerismo
trabajó para salir del Fondo Monetario y luego de los cuatro años de
Macri el FMI se reinstaló en el país para decir cómo había que comenzar
con los grandes ajustes. Lamentablemente, los primeros que pagaron
fueron los jubilados, los estatales, la salud y la educación. Se recibió
la plata pero nadie sabe dónde está. Es doloroso para los argentinos,
pero no sólo tiene la culpa Macri sino también los medios que fueron
cómplices de esto. Los medios que aplaudían y entretenían al pueblo
diciendo que el kirchnerismo se robó todo. Y hoy ellos se robaron todo y
más.–Después del macrismo, ¿cómo deberían encarar el trabajo las organizaciones sociales?
–Los dirigentes tenemos que tener conciencia de que hay una juventud
que está avanzando. Habría que darle lugar a la juventud. Que los
jóvenes comiencen a desarrollarse en política porque son el futuro.
Muchos dirigentes tenemos que tener la suficiente humildad para estar al
lado de Alberto y Cristina para reconstruir la patria. Pero reconstruir
en serio, no con un bolsón de mercadería o un plan trabajar. La única
manera de reactivar el país y el mercado económico es dando trabajo,
aumentando los sueldos, haciendo lo que hace ahora Alberto. Reactivar el
mercado económico, reactivar el trabajo en las tierras, reactivar las
empresas que se han cerrado para que los que quedaron sin trabajo
vuelvan a recuperar sus empleos. El país se reconstruye entre todos, no
únicamente con los que gobiernan. Siento que es esa la apertura de
Alberto y Cristina, es una unidad con todos: la patria no se reconstruye
con dos ni con tres. Ni con esos famosos licenciados en la pobreza, ni
esos famosos que te dicen cómo hay que mover el país.
–Alberto Fernández asumió en un contexto latinoamericano hostil, ¿cómo ves lo que pasa en la región en los últimos tiempos?
–Por supuesto que estamos en un contexto diferente
al de Bolivia, Chile o Brasil. Alberto está desarrollando todo un
trabajo para el beneficio de los que menos tienen, cuando en todos los
otros países están quitando beneficios para los que menos tienen. Yo
confío mucho en el pueblo de Bolivia porque Evo (Morales) dignificó a su
pueblo. Lo que hoy pasa en Chile en parte es beneficioso porque el
pueblo sigue en las calles peleando. Después de 30 años, como dijeron
los propios chilenos, "despertaron" y salieron a pelear por un hospital
público, por la salud pública. Todas las peleas que hay en Latinoamérica
son en contra de los Estados Unidos. Los pueblos no están agachando la
cabeza y no tienen miedo. La resistencia de Latinoamérica hoy es muy
fuerte.
–La ofensiva de Morales contra la Tupac, ¿impactó para adentro de la organización?
–Hubo mucho dolor, un trago amargo de injusticia, porque hay
compañeros que se fueron a trabajar a otro lado para poder hacer una
changuita. Otros tuvieron mucho miedo. Pero hoy los compañeros se están
reorganizando. Y esto de que la Tupac dejó de existir en Jujuy tampoco
es así. Sí en los dos primeros años la Tupac decidió replegar, pero no
quiere decir que nos hayan destruido. Sí hubo gente que negoció con
Gerardo Morales o gente que se quebró porque fueron muy amenazados, pero
no los culpamos. Hubo también compañeros que tuvieron la suficiente
dignidad de no conformarse con un plan trabajar.
(Foto: Juan Fernández)
La autocrítica
La Tupac nació a finales de la década del '90, cuando el desempleo
llegaba a su punto más alto en Jujuy. Milagro Sala era secretaria
gremial de ATE, que estaba dirigido por Fernando Acosta. Juntos
acompañaron la pelea por la reincorporación de los jujeños que se habían
quedado sin trabajo. "Cuando vimos que a estos compañeros no los iban a
reincoporar, decidimos que había que contenerlos. Así nació la Tupac
Amaru, por la inoperancia de todos los sectores políticos", recuerda
Milagro. "Empezamos a caminar como caminamos hoy: sin pedirle nada al
gobierno de la nación ni de la provincia". "Así sucedió con la copas de
leche, con los centros comunitarios, los roperos comunitarios, con
médicos voluntarios".
El paso más grande de la organización fue la construcción de
viviendas. La Tupac construyó barrios en once localidades de Jujuy,
entre ellos en el Alto Comedero, en San Salvador, la capital provincial,
donde se inauguró un gran parque acuático del que hoy sólo funciona una
pileta.
"Nosotros demostramos que la construcción dejaba mucha plata y a la
plata no la agarraba yo, sino que en asamblea popular se resolvía qué
hacer con ella", dice Milagro señalando los planos de las obras de cada
localidad. "Entonces dijimos: 'Criticamos la salud, bueno, armemos los
centros de salud y demostremos que con muy poca plata se puede entregar
medicamentos, un par de anteojos, sillas de ruedas'. No nos quedamos
únicamente con las críticas. Y eso es lo que hicimos".
–En estos años, ¿revisaron qué pasó con la agrupación?
–Sí, hicimos una autocrítica. En qué fallamos. No tuvimos tiempo de
preparar políticamente a nuestros compañeros porque queríamos resolver
lo urgente, el trabajo, la salud, la educación y la vivienda digna. Nos
matamos tratando de que en el barrio donde construía la Tupac no falte
nada. ¿Fue algo grave? No fue algo grave. Quizás hoy nos pillaron
desprevenidos porque nunca nos habíamos imaginado que nos iban a
encarcelar, pero queríamos resolver todo lo que los compañeros venían
sufriendo desde la década del '90. Los 12 años del kirchnerismo fueron
poco para nosotros. ¿Nos equivocamos? Sí, delegamos responsabilidades en
quienes no teníamos que delegar y no preparamos a los cuadros
políticamente.
-¿Creés que esta demonización tiene que ver con que sos mujer?
-Sí, porque no puede ser que una mujer conduzca una organización tan
grande. Y el odio racial también está. Pero con los audios de Baca
(presidente del Tribunal Superior) (ver recuadro) se destapó
parte de las mentiras de Gerardo Morales y de lo que venimos diciendo:
que somos presos políticos y que nos armaron todas las causas. La
mayoría de los testigos tienen cargo en el gobierno o en el Senado o en
la Cámara de Diputados. Son los que hoy dicen "tenemos miedo". ¿Miedo a
qué? Tienen que volver al banquillo y decir la verdad. Esta mentira ha
destruido a 5000 compañeros que se quedaron sin trabajo, que se tuvieron
que ir de la provincia por la persecución que sufrían. Morales no sólo
implementó el odio racial hacia la Tupac sino que dejó sin comida a
muchos compañeros, que es lo peor. Lo político lo podés arreglar, pero
el hambre y la necesidad no se pueden arreglar.
(Foto: Juan Fernández)
La detención
Hace un año Milagro cumple prisión domiciliaria en su casa. Pero a lo
largo de los cuatro que lleva detenida fue trasladada al menos en seis
ocasiones. Gracias a la intervención de organismos internacionales,
entre ellos de la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos,
volvió al barrio de Cuyaya. "Me tuvieron de un lugar a otro y eso fue
para que tenga miedo, para que me quiebre", dice Milagro antes de
enumerar cada lugar en el que estuvo. "A mí me encerraron en cuerpo y
alma, en cuerpo más que en alma, pero lo que no pudieron nunca encerrar
fueron las ideas. Sigo firme y con ganas de trabajar. Trabajo desde los
16 años y voy a seguir trabajando porque nunca me gustó que me
mantengan".
–¿Sentiste miedo en estos años, cuando estuviste en la cárcel?
–Miedo no. Lo que sentí es mucha indignación por lo que me pasaba y
al resto de los compañeros. Y de no saber nada de lo que le pasaba
afuera. Porque nadie podía portar una camiseta o una remera de la Tupac
porque los policías de civil les pegaban. Ese es el miedo que tuve. Soy
una persona de carne y hueso y de sentimientos. Y tuve sentimientos de
mucha tristeza porque los compañeros se quedaban sin trabajo.
–¿Cómo te imaginás cuando te digan que estás en libertad?
–No quiero ni imaginarme. Simplemente quiero la libertad de todos mis
compañeros que por el sólo hecho de estar a mi lado hoy están presos.
Quiero la libertad para todos los presos políticos de la Argentina y de
Latinoamérica. Porque vos podés equivocarte, pero lo que nosotros no
hicimos es robar. Nunca tuvimos la intención de competir con el Estado,
nosotros queríamos dignificar a los compañeros. «
Audios que prueban la detención arbitraria
En
la última semana se difundieron una serie de audios que tienen como
protagonista principal a Pablo Baca, el presidente del Superior Tribunal
de Justicia de Jujuy. En las grabaciones Baca se refiere al caso de
Milagro Sala y dice que no está presa por sus acusaciones sino para "no
volver al quilombo, a los cortes de ruta".
Luego de que se
dieran a conocer las definiciones de Baca, los diputados provinciales
del Frente de Todos comenzaron a trabajar en un pedido de juicio
político contra él. “Estos audios del Superior Tribunal de Justicia nos
demuestran que en Jujuy no existe la división de poderes, que forman un
equipo que tiene un jefe y que ese jefe es Gerardo Morales”, le dijo la
diputada Liliana Fellner a Tiempo Argentino.
“También
se pide la renuncia de este señor. Pero más allá de la denuncia, el
riesgo es que hablamos de la no independencia de los poderes”, remarcó
Fellner.
En las escuchas, Baca también menciona al fiscal general Lello Sánchez.
"Es
grave porque apretar un juez es un delito, cajonear causas es un
delito. Baca habla de los delitos y reconoce que no hace nada. Es el
representante del Poder Judicial de la provincia. La Nación debe decidir
si interviene o no la provincia judicialmente. Estamos hablando de que
no hay garantías institucionales, están arrasadas. Lo vengo diciendo
hace cuatro años", afirmó Fellner.