En el prólogo de la edición inglesa de uno de los aportes intelectuales más influyentes de la historia, se sostenía que "en toda época histórica el modo económico predominante de producción e intercambio, y la estructura social que se deriva necesariamente de él, constituyen el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de esa época (Marx, 1845)". Aunque esta conclusión parece relativamente sencilla de entender, el resto de esta nota se abocará a mostrar su vigencia y los peligros que acechan en estos tiempos.
Cuando los gobiernos definen el modo en que debe funcionar la economía (el momento en que responden "qué", "cómo", "para quién" debe producirse y "quién" coordina), determinan una estructura social, política e intelectual relativamente perdurable. En las democracias
representativas, los votantes eligen sus autoridades sosteniendo que se
ajustan a sus ideales (y protegerán su bienestar). Sin embargo, por
definición, las medidas que éstas tomarán nunca beneficiarán a todo el universo social
(habrá perjudicados y, poco a poco, su poder se diluirá). El "votante
ideal" hará uso de su derecho comprendiendo, desde un comienzo, las
reglas de juego. En función de ello, elaborará y revisará sus planes
guiados todo el tiempo por una "misma estrella": posicionarse estratégicamente en la coyuntura.
El "voto empresario", por ejemplo, procurará minimizar costos de
producción (maximizar sus ganancias), considerando, por lo general, la
versión contable que ubica al salario como un costo más de producción
y una amenaza para la productividad y competitividad (en este aspecto,
"el voto empresario y "el voto asalariado" se situarán "en veredas
opuestas"). Esto habilita a pensar que las pérdidas de ventas e ingresos (por el efecto de los costos sobre la productividad y la competitividad), solo se resolverán con despidos y/o reducciones salariales.
Como la medida siempre tendrá mala reputación, el aval social jugará un
rol fundamental. Por esta razón, los tumultos serán evitables si: 1)
una "adecuada" comunicación social "pavimenta" ese camino y 2) se
instala adiestramiento coordinado e inclusivo (más orientado a quienes
no tuvieron buenas experiencias recientes). El éxito de los puntos 1) y
2) asegurará que la indiferencia social repita: "si es para mejor, adelante".
Cuando los gobiernos definen el modo en funciona la economía, determinan una estructura social y política
Viajemos al mundo para detectar la manera en que los procesos económicos "disciplinan" voluntades sociales y "diseñan intelectuales". A nivel global, tanto la corriente principal del pensamiento económico (ortodoxo, por lo general) como el poder económico dominante
(bancos, fondos de inversión y empresas, entre otros), exigirán a los
países una integración pasiva al mercado financiero global (que eliminen sus medidas proteccionistas).
Sin señalarlo abiertamente, se les exhortará a "enganchar su precario
material rodante" (su sistema económico subdesarrollado) al moderno
"tren de alta velocidad" por el que se desplaza la globalización financiera y de bienes.
En los países donde este disciplinamiento progresa habrá quienes
sugerirán entrar a competir abiertamente y a aceptar los desafíos de la
modernidad y, para ello, recomendarán reducir costos quitando subsidios a los sectores sociales internos vulnerables señalando, tal como lo indicaba Milton Friedman, que "no hay almuerzos gratis". Siguiendo esta lógica, entenderán que el costo laboral debe disminuir para ser competitivos,
producir y vender bienes, ingresar divisas desde el exterior,
fortalecer la moneda nacional y el crédito interno. Asimismo, propondrán
diseñar instituciones (normas) proclives a la flexibilización y
transmitirán al asalariado (y a la clase pasiva) que la renuncia a sus
"derechos y privilegios" (salarios determinados por las partes,
representación sindical y todo otro tipo de beneficios que impliquen
costos) será necesaria para el incremento de las ganancias empresarias y
el empleo. En estos sistemas donde el andamiaje solo se sostendrá en la
baja de costos, la creación de innovación y talentos será limitada e, incluso, irá a contramano de las enseñanzas de los Evangelios. Por ejemplo, en la Parábola de los Talentos
(Evangelio de San Mateo, capítulo 25, 14-30) se describe a un Señor
que, ante su inminente viaje, les entrega "sus talentos" (dinero) a los
tres siervos para que los multipliquen. A su regreso, cuando comprueba
que uno de ellos "no trabajó para incrementar sus talentos", lo castiga
llamándolo "siervo malo y perezoso" y le quita toda su confianza (los
talentos) para dársela a los que más la habían honrado.
El sistema financiero es necesario para el funcionamiento de toda economía; sin embargo, sus excesos ("el financierismo") constituyen una patología que amenaza a los equilibrios macroeconómicos y las soberanías
de las políticas económicas nacionales y generan estructuras sociales
carentes de "talentos" y "adictas" a las ganancias inmediatas. No es
algo nuevo ni sorpresivo, pero es una cultura que en las últimas décadas
se descontroló sin que se hayan activado las alarmas. Las humoradas
describieron a la perfección esta situación. En 1962, Tato Bores hacía referencia a un individuo que llegaba exultante a su casa a la noche y le contaba a su mujer: "Vieja, gané 14 mangos y no hice nada". Si a ese episodio lo multiplicamos por varios millones (casos posibles), tenemos "una cultura de la inmediatez" que, sin dudas, disloca los procesos de maduración social
y oprime los talentos provistos por las innovaciones. En los países
subdesarrollados, las elevadas tasas de interés (y el tipo de cambio
estable y atrasado) atraen divisas y promueven euforias financieras
delirantes que, por ignorancia o comodidad, suelen ser entendidas por
la sociedad como "un premio merecido". En rigor, "esa confianza" es
promovida por traspasos de subsidios: bajando gastos internos (retirando
subsidios a sectores internos marginales) y convalidando exorbitantes tasas de interés (asegurando ganancias a las inversiones financieras globales).
LEA MÁS:
Mr. John Maynard Keynes sostenía que "los especuladores pueden no hacer daño cuando son burbujas de una corriente firme de espíritu de empresa //…// (pero) cuando el desarrollo del país se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino, es probable que el cometido se realice mal
(Keynes, 1936)". Actualmente, las innovaciones financieras en
coordinación con la actividades de los bancos internacionales de
inversión y las agencias calificadoras de riesgo, funcionan como "los
anfitriones de estas fiestas" (pese a que su rol sea combatirlas). Los Esquemas Ponzi (inversiones sin rendimientos legítimos) se naturalizan efímeramente en toda esa "inflación del ego social"
(banalidad y sensación de superación) pero, por diversas razones,
después nada queda: en algún momento "el casino" quiebra y el desempleo
se radicaliza. Lo advierte incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI). En la edición de octubre de 2017 del Global Financial Stability Report, sostiene que "aunque
en general se considera que las finanzas contribuyen al crecimiento
económico de largo plazo, hay estudios recientes que han demostrado que
los beneficios para el crecimiento comienzan a disminuir cuando el apalancamiento (endeudamiento) agregado es elevado (FMI, 2017)".
Desde disímiles vertientes, se sugiere monitorear los daños ocasionados por "el financierismo" y el endeudamiento.
El establecimiento de estos mecanismos no solo distorsiona mercados
sino que implanta culturas adictas al vértigo ("poda de talentos") y
patologías distorsivas que, incluso, forjan inestabilidad en los
sistemas democráticos.
(*) Gustavo Perilli es Profesor de la UBA
Fuente:Infobae
No hay comentarios:
Publicar un comentario