Massa
irrumpe con una imagen de buen administrador sustentada en técnicas de
marketing y no en hechos comprobables. Las grandes reformas de Tigre fueron
realizadas por su antecesor, el vecinalista Ricardo Ubieto, y sus indicadores
sociales están por detrás de los de Insaurralde en Lomas de Zamora. Los
principales logros de la Anses, como la moratoria previsional y la estatización
de las AFJP, se realizaron en contra de su opinión.
En casi todos los indicadores sociales Lomas
de Zamora tiene mejores resultados que Tigre: en hogares con cloacas, 32 a 18 por ciento; en hogares
con agua corriente, 98 a
64 por ciento; en hogares servidos por redes de gas, 68 a 55 por ciento; en hogares
con necesidades básicas insatisfechas, 9 a 11 por ciento; en mortalidad infantil, 11,5 a 12,9 por ciento.
La
aparición como candidato de Sergio Massa constituye un fenómeno político con
escasos precedentes. A los 41 años se ha constituido en una de las principales
ofertas parlamentarias de este año y se le asigna incluso una potencialidad
nacional a partir de 2015. Quienes lo rodean como opción contra el kirchnerismo
conforman un caldo muy de época: peronistas de distinto signo, radicales hartos
del techo bajo partidario, náufragos del macrismo que buscan un tablón al que
aferrarse ante la incapacidad partidaria de construir una opción propia más
allá de Metrobusland, empresarios y sindicalistas con un hiperdesarrollado
sentido de la oportunidad. La réplica desde el frente oficialista es que las
cifras que los sociólogos electorales le asignan a Massa son la cima de la que
sólo puede caer, dada la heterogeneidad de su público, con una gran porción de
simpatizantes de la presidente CFK. La campaña oficial está dirigida a disipar
esa confusión y perfilar al candidato propio, Martín Insaurralde, un perfecto
desconocido adoptado en espejo con Ma-ssa: otro joven intendente reacio a las
definiciones ideológicas sobre cuyo atildado look de clase media puedan
proyectar sus deseos y fantasías los electores bonaerenses. En contraste con
ambos jóvenes, Daniel Scioli parece un veterano militante nacional y popular,
capaz de exhibir las cicatrices de una década de batallas, lo cual produce
resquemor al interior de esa fuerza. Contra quienes celebran que CFK no le haya
dejado otra opción que plegarse a su conducción en forma incondicional se alzan
aquellos que consideran que el ex navegante no agrega nada que no esté ya
alineado con el gobierno nacional y que en cambio genera confusión y lo
fortalece como opción para 2015. Los primeros replican que para eso falta una
eternidad y que ya llegará el momento de volver a apuntar hacia allí, pero que
hoy la prioridad es enfrentar a Massa. Entretanto, Scioli y su superministro,
el alcaide mayor penitenciario Ricardo Casal, han comenzado la por ahora
silenciosa venganza contra el vicegobernador Gabriel Mariotto, denunciado por
presuntas adulteraciones en el informe Candela, la investigación parlamentaria
que demostró la complicidad de la policía de Scioli con las mafias del
narcotráfico.
Transferido al justicialismo Massa formó
parte del núcleo juvenil que adhirió con entusiasmo al menemismo, hasta que sus
suegros, Fernando Galmarini y Marcela Durrieu, le abrieron la puerta de las
distracciones de fin de semana del senador Eduardo Duhalde.
Aun si
Massa fuera vencido por estrecha diferencia, quedaría instalado un escenario
novedoso. Los cinco presidentes electos en las tres décadas de la joven
democracia argentina llegaron a serlo al cabo de una larga trayectoria. Raúl
Alfonsín había completado el cursus honorum del muy estructurado partido
radical: concejal, diputado provincial y nacional, presidente del Comité
bonaerense. Carlos Menem había gobernado dos veces su provincia y encabezado la
denominada renovación peronista. Fernando de la Rúa obtuvo la única victoria
radical de 1973 contra la oleada peronista; fue tres veces senador y el primer
jefe de gobierno electo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Néstor Kirchner
gobernó cuatro años la intendencia de Río Gallegos y doce la provincia de Santa
Cruz. Cristina había sido legisladora provincial, senadora y diputada nacional,
y compartía las principales decisiones de su esposo. Todos tenían más de medio
siglo de vida: 56 años Alfonsín, 59 Menem, 52 De la Rúa, 53 Kirchner, 54 su
esposa. Massa, que en 2015 cumplirá 43, apenas ha sido director del sistema
previsional, intendente de Tigre y fugaz jefe de gabinete de ministros de la
Nación. Así y todo, ha logrado forjarse una imagen de buen administrador que
sumada a un discurso insustancial que parecería una interesante estrategia de
marketing si no lo practicara con tanta naturalidad, lo han inscripto en una
carrera cuyos requisitos de admisión no son los que eran.
Paradojas
Vale la
pena revisar la materia de que está hecho este sueño. De muy joven tuvo la
originalidad de militar en el liberalismo alsogaraista pero reclutar votantes
en las villas miseria de San Martín, las mayores de la provincia. Transferido
al justicialismo formó parte del núcleo juvenil que adhirió con entusiasmo al
menemismo, hasta que sus suegros, Fernando Galmarini y Marcela Durrieu, le
abrieron la puerta de las distracciones de fin de semana del senador Eduardo
Duhalde. Al quedar en forma interina a cargo del Poder Ejecutivo, Duhalde le
encomendó la dirección ejecutiva de la Administración Nacional de la Seguridad
Social, donde fue confirmado por Kirchner en 2003. El mayor logro de su
gestión, la ley y el decreto que permitieron incorporar al sistema previsional
a quienes tenían la edad de jubilarse pero no los aportes necesarios, se
concretó en contra de la opinión de Massa. La propuesta fue elaborada por Amado
Boudou y Sergio Chodos (actuales vicepresidente de la Nación y representante
argentino ante el FMI). Massa cuestionaba esa jubilación anticipada a los 60
años para quienes debido al desguace del Estado y las privatizaciones no habían
podido completar sus aportes, porque afirmaba que la ANSES se fundiría. La ley
25.994 tuvo vigencia desde diciembre de 2004, y el decreto 1451/06 la prorrogó
hasta abril de 2007. La moratoria, que permitiría pagar lo adeudado con una
baja tasa de interés no parecía practicable para una población desocupada o en
condiciones de empleo muy precario, hasta que se admitió que fuera pagada en
cuotas, que se descontarían del beneficio a recibir. El jubilado comenzaba a
cobrar de inmediato, y de su ingreso se detraía una parte para cancelar su
deuda. “Prueben. Si sale bien me subo. Si sale mal, es problema de ustedes”,
concedió Massa a sus colaboradores. Salió bien, en dos jurisdicciones que
sirvieron como prueba piloto: el municipio de la Costa de la provincia de
Buenos Aires, donde Boudou había sido Secretario de Hacienda, y la provincia de
Tucumán, donde la primera cuota la pagó el Estado. Así se incorporaron al
sistema más de 2,5 millones de personas que hasta entonces estaban excluidas y
la cobertura se acercó al 100 por ciento de la población con la edad requerida.
Massa tampoco estuvo de acuerdo con la recuperación de los ahorros
previsionales, que el menemismo había entregado a los bancos en 1993. En la
biografía escrita por Sandra Russo, CFK cuenta que “por eso yo lo valoro tanto
a Amado Boudou. Porque fue él el que vino a traerme esa idea. Era un feriado.
Me llama Massa, que era el jefe de Gabinete. Massa tiene una cosa... Cuando
algo lo supera, cuando se pone nervioso, se ríe sin parar, pero casi
histéricamente, pobre, no puede parar de reírse. Ese día me llamó muerto de
risa, me decía que estaba con Amado, que Amado se había vuelto loco y que
querían comentarme una idea. Bueno, le dije, vengan. Fuimos a la Jefatura de
Gabinete. Sí, era feriado. Porque llegaron de sport. Llegan los dos. Amado me
dice, mientras Massa se sigue riendo: ‘Presidenta, el mundo no va a volver a
ser lo que fue. Tenemos que ir por las AFJP’. Le pregunté cómo sería. Y empezó
a desplegar hojas y hojas, a explicarme. Massa, muerto de risa. Le dije a
Amado: ‘Me gusta, pero llamemos a Kirchner a ver qué opina’. Y ahí mismo lo
llamamos y le pedimos que fuera a la Jefatura. Estábamos sentados a mi
escritorio. Néstor vino y se paró detrás, en el medio, y Amado volvió a
desplegar las hojas y a explicar el proyecto. En ese momento el Estado estaba
pagando el 60 por ciento para que las AFJP cumplieran con el pago de las
jubilaciones mínimas. Nunca me voy a olvidar ese momento. Néstor escuchó todo
en silencio, y cuando Amado terminó de hablar, no dijo nada. Primero le
extendió la mano, y mientras se la estrechaba le dijo: ‘Estoy totalmente de
acuerdo’”.
El mayor logro de su gestión en la Anses, la
ley y el decreto que permitieron incorporar al sistema previsional a quienes
tenían la edad de jubilarse pero no los aportes necesarios, se concretó en
contra de la opinión de Massa. La propuesta fue elaborada por Amado Boudou y
Sergio Chodos.
La
risa nerviosa
La risa
nerviosa tenía que ver con los acuerdos de Massa con periodistas, que recibían
sobres de las AFJP, en pago por las notas generosas que le hacían al
administrador. “Si esto se filtra, ya se que fuiste vos, que sos quien habla
con los diarios”, le advirtió Kirchner, quien sabía de esas relaciones de
Massa. El primer beneficio ostensible de la estatización del sistema
jubilatorio fue la vuelta al Estado del enorme flujo mensual que la
privatización derivó hacia el sistema financiero y que forzó el endeudamiento
estatal para hacer frente a los compromisos mensuales, en lo que fue la quiebra
programada de las finanzas públicas, caso único en el mundo. Pero junto con ese
flujo se recuperó también el stock de deuda externa acumulado por las AFJP, que
poseían acciones y obligaciones negociables de empresas, por no menos de 12.000
millones de dólares. Esto alivió al Tesoro y permitió la designación de
directores por el Estado en las compañías emisoras que habían hecho esas
colocaciones en las AFJP. Ese fue el momento elegido por Héctor Magnetto para
declarar al diario británico Financial Times que el gobierno de Cristina “está
entrando en una fase confiscatoria”. Uno de los hechos más notables y menos
advertidos de este proceso es que ninguno de los bancos que administraban los
fondos jubilatorios presentó el reclamo que les permitía la ley por inversiones
no armortizadas, una tácita admisión de que habían hecho un negocio extraordinario
y no habían cumplido con ninguna de las promesas que lo justificaron. Massa no
sólo hablaba con periodistas. También había acordado con el director de
relaciones externas del Grupo Clarín, Jorge Rendo, la emisión de dos series de
obligaciones negociables de empresas fantasma, de 120 millones de dólares cada
una, con las que el Grupo se proponía cumplir con la ley porteña que obligaba
el soterramiento de los cables de Multicanal. Además les concedió una generosa
moratoria para sus deudas impositivas. La ley 26.476, de diciembre de 2008,
abrió durante seis meses la posibilidad de que los medios se acogieran a la
regularización de deudas tributarias con magnánimas facilidades: 120 cuotas
para pagar el capital adeudado, sin los intereses vencidos ni multas. A los
diez años de cuotas se les cargaría sólo un interés del uno por ciento. “Estos
siempre nos van a cuidar”, le argumentó Massa a Boudou. “A vos”, le respondió
quien lo había sucedido al frente de la ANSES, cuando CFK designó a Massa en la
jefatura de gabinete para reemplazar a Alberto Fernández. Ese nombramiento lo
tomó tan de sorpresa como al resto del país. El 22 de julio de 2008, al
terminar una reunión de trabajo Massa se despidió de sus colaboradores en la
intendencia de Tigre, para la cual había sido electo seis meses antes, con una
sentencia categórica: “De este gobierno hay que estar lo más lejos posible”.
Habían pasado cinco días de la derrota de la resolución 125 en el Senado por la
de-serción de varios senadores y en un editorial Clarín vaticinaba “una crisis
de proporciones”. A la mañana siguiente Massa fue convocado a Olivos, donde
recibió y aceptó el ofrecimiento. Esa gestión terminó el 7 de julio de 2009,
una semana después de la derrota en las elecciones de medio término en la provincia
de Buenos Aires, mientras en Tigre la mujer del jefe de gabinete, Malena
Galmarini, se imponía con holgura. CFK designó al frente del Sistema Nacional
de Medios Públicos a Tristán Bauer, quien le había presentado un proyecto de
transmisión satelital gratuita al hogar, lo que hoy es la TDA. Massa se opuso y
en la primera semana de julio de 2009, ambos sostuvieron una discusión muy
fuerte sobre el tema a vistas y oídas de la presidente, quien les pidió que no
elevaran el tono y se retiró. Bauer pensó que había llegado al final de su
carrera como funcionario, pero a la mañana siguiente quien se enteró de que
había sido relevado fue Massa, y tres semanas después se publicó en el Boletín
Oficial el decreto 943 que autorizó al Sistema de Medios Públicos a instalar y
operar el sistema de televisión satelital, con el que el gobierno se proponía
competir con los cables del Grupo Clarín que defendía Massa.
Tristán Bauer había presentado un proyecto de
transmisión satelital gratuita al hogar, lo que hoy es la TDA. Massa se opuso y
ambos sostuvieron una discusión muy fuerte sobre el tema. A la mañana siguiente
quien se enteró de que había sido relevado fue Massa.
La
herencia
Massa
reasumió entonces la intendencia de Tigre, a la que recién pudo acceder luego
de la muerte del líder vecinalista Ricardo Ubieto, quien durante casi tres
décadas, desde que lo designó la dictadura hasta su muerte en 2006, fue electo
una y otra vez en reconocimiento por la transformación del casco urbano y las
obras como el túnel para el cruce de las vías ferroviarias sobre la Ruta 197
que terminó con las grandes congestiones de tránsito. En la zona obrera
circundante emprendió obras que pusieron fin a las
inundaciones
que afectaban a la población pobre a ambos lados de la ruta. Por eso el corte
de boleta lo favoreció incluso en las elecciones de 1987, cuando Antonio
Cafiero fue electo gobernador, pero Ubieto venció al candidato justicialista en
Tigre. A él se debieron las grandes obras de infraestructura, cloacas,
agua potable y urbanización (incluido Nordelta), las reformas a los ingresos a
Tigre y su casco céntrico y el paseo que embelleció la costa, desde la Avenida
Cazón hasta el Tigre Hotel. Lo contrario ocurrió en el municipio de Lomas de
Zamora, cuyas finanzas estaban devastadas por las sucesivas intendencias
duhaldistas cuando Insaurralde se hizo cargo. El cotejo realizado por Martín
Romeo en su #queruzoInvestiga es elocuente: en casi todos los indicadores
sociales Lomas tiene mejores resultados que Tigre: en hogares con cloacas, 32 a 18 por ciento; en hogares
con agua corriente, 98 a
64 por ciento; en hogares servidos por redes de gas 68 a 55 por ciento; en hogares
con necesidades básicas insatisfechas, 9 a 11 por ciento; en mortalidad infantil, 11,5 a 12,9 por ciento.
Tigre sólo prevalece en tasa de homicidios dolosos: tiene 7,4 sobre 100.000
habitantes, algo menos que los 8,6 de Tigre; y en jóvenes de 15 a 24 años que no trabajan
ni estudian, están casi iguales: 21 por ciento en Tigre, 22 por ciento en
Lomas. Es curioso que una campaña basada en la necesidad de elegir entre
opuestos, aún no haya utilizado este contraste entre los dos administradores,
que según Romeo se acentúa en el conjunto de las intendencias de cada bando.
Al ex intendente de Tigre Ricardo Ubieto se
debieron las grandes obras de infraestructura, cloacas, agua potable y
urbanización (incluido Nordelta), las reformas a los ingresos a Tigre y su
casco céntrico y el paseo que embelleció la costa, desde la Avenida Cazón hasta
el Tigre Hotel.
Fuente: Página/12
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