Juan Godoy*
“El
sistema imperialista produce una oposición radical a su dominio que se expresa
en las revoluciones anti-imperialistas y en los movimientos de liberación
nacional. Los movimientos de liberación encarnan concretamente, prácticamente,
la negación a la opresión del sistema sobre el conjunto vivo de la
nacionalidad: el pueblo (…) El pueblo es la unidad política concreta que
enfrenta al imperialismo” (Carri,
A 3er. Mundo, Nº 4: 13)
Roberto
Carri[1]
analiza profundamente el desarrollo del capitalismo, haciendo énfasis en la
etapa imperialista, que Lenin expresó como la etapa superior del capitalismo. En
palabras del argentino “el capitalismo
necesariamente produce imperialismo como su forma superior” (Carri, 1973:
73). Recorreremos sus ideas en torno al imperialismo y la dependencia, en tanto
consideramos la actualidad de su pensamiento.
Considera
Carri que el imperialismo incorpora las áreas coloniales y semi-coloniales a su
sistema, de modo de poder continuar reproduciéndose en base al saqueo, y la
expoliación de estos territorios dominados formalmente, o bien informalmente.
Así, los sistemas económicos feudales, esclavistas, economías de subsistencia
no son “cosa del pasado”, sino más bien una parte de la etapa imperialista que
se manifiesta plenamente en el presente. Es mediante la expansión monopolista
que los países centrales profundizan la presencia en las áreas coloniales o
semi-coloniales.
Resalta
asimismo el pasaje de una forma de dependencia a otra a principios de siglo
XIX. En este sentido, luego de los procesos emancipatorios de Nuestra América,
y en especial en el caso de la Argentina, se pasa del dominio formal como
colonia con respecto a España, al dominio “invisible” de Gran Bretaña a través,
fundamentalmente, de la penetración económica.
A
lo largo de nuestra historia existió una lucha entre los sectores cómplices y
beneficiarios de la situación de expoliación, y los sectores sociales opuestos,
que se levantaron una y otra vez contra la dominación colonial. Es decir, como
sabemos, existen fuerzas que luchan por un desarrollo independiente, y por las
cambiar la estructura dependiente, y las que pugnan por un modelo vinculado a
la dependencia y al mantenimiento del orden social desigual. Los países
latinoamericanos, como “patrias chicas”, se fueron conformando a partir de
determinadas dominaciones coloniales e imperiales. Se fueron conformando como
“economías dependientes”. Siempre que se quiso romper con el sistema de
dominación imperial se encontró con la oposición de quienes incorporaron a la
Argentina al sistema mundial a partir de la idea del librecambio y de “las
ventajas comparativas”, es decir con la resistencia de las oligarquías locales.
De esta forma, “el subcontinente se
divide en tantas naciones como puertos de exportación capaces de organizar el
comercio exterior existían” (Carri, 1971: 26)
Los
atisbos de desarrollo capitalista, en tanto producción artesanal que existían
en la región fueron eliminados al ingreso de la manufactura extranjera. Pero
Carri piensa que lo fundamental, en la perspectiva imperial no es la producción
de materias primas por parte de los países dependientes, sino más bien el
consumo de éstos de dos tipos de excedentes: el excedente de productos manufacturados,
y del excedente financiero.
Piensa
Carri que desde que la burguesía comercial porteña, a principios del siglo XIX,
con Rivadavia a la cabeza estableció una alianza con el librecambismo inglés,
se desarrollo (más-menos) un modelo agroexportador (Rivadavia destruyó la
manufactura local y se posicionó a favor de la manufactura británica –
Concesiones de recursos naturales, empréstitos, etc.), que recién se logró
cambiar (temporariamente), durante los años del peronismo, en que se apunta a
la primacía del desarrollo industrial. Pero esa experiencia dura poco, 10 años,
y el breve interregno de los 70’s, pero antes, en 1955 se restablece un régimen
neocolonial. Tanto Rivadavia, como Mitre, Sarmiento, la Unión democrática, el
gorilismo, etc. son representantes de un régimen colonialista o
neocolonialista. Rosas aparece aquí como un interregno, como un freno a la
penetración imperial y como el intento de una nación autosuficiente. Rosas es
apoyado por las masas populares. Pueblo-Nación se oponen a la penetración
extranjera. Los caudillos populares, y el yrigoyenismo (aunque se mueve dentro
de la lógica del país semi-colonial agroexportador), también aparecen como un
freno al avance del imperialismo. Pero lo que resalta Carri, que nos interesa
hacer énfasis aquí también es que siempre la resistencia al neocolonialismo
parte de las masas populares, al mismo tiempo que destaca que solo la ruptura
de la estructura imperial es la que asegura el desarrollo de una política
realmente independiente.
Las
inversiones del imperialismo no son aisladas o casuales, invierten allí donde
se fortalece la dependencia, e impiden todo otro tipo de desarrollo. La fábula
de las inversiones extranjeras que traen el progreso no hace mella en Carri. El
desarrollo y el subdesarrollo para él son dos caras de la misma moneda, es
primordial dar cuenta de esto. Pues, el subdesarrollo es producto del
desarrollo de otros pueblos vía la expoliación de parte de los países
colonialistas sobre los subdesarrollados. Estamos ante la presencia de un
pensador que propugna la industrialización del país, necesaria para la
independencia económica. Así la oposición es subdesarrollo-dependencia vs.
desarrollo-independencia. En este sentido, “las
naciones dominadas por el sistema imperialista no pueden acceder al polo
hegemónico debido al carácter estructural de la dependencia, ni tampoco pueden
cortar esos lazos sin romper de raíz con las relaciones de producción que los
reproducen” (Carri, 1973b: 13)
La
integración económica de los países coloniales y/o semi-coloniales al
imperialismo generan un sector social con niveles de ingresos que se asemejan a
los de los centros metropolitanos, al mismo tiempo que el conjunto de la
población de los primeros tiende a empobrecerse, no solo con respecto a los
sectores dominantes internos, sino también en relación a la población de la
metrópoli.
La
oposición principal en Carri es Nación o dependencia, Patria o colonia, Pueblo
vs. Oligarquía e imperialismo. La contradicción ciudad puerto-interior es
derivada de otra central que es imperialismo-nación, en tanto las oligarquías o
burguesía comerciales portuarias usan su poder al servicio del interés
extranjero, agrega el autor que “el
problema de la dependencia es la constitución de estados jurídicamente libres
pero realmente subordinados al sistema mundial de dominación” (Carri, A
3er. Mundo, Nº 6: 105)
La
lucha contra el imperialismo y la oligarquía se manifiesta entonces como
nacionalismo de masas. Este nacionalismo existe por la presencia del
imperialismo, es la respuesta al mismo. De
esta forma, los “movimientos populares
son aquellos movimientos de masas que, no obstante su mayor o menor
consecuencia, ponían en el centro de la lucha y la discusión la disyuntiva de
la independencia nacional frente al proyecto liberal imperialista” (Carri,
1973b: 233)
Los
movimientos nacionales son la oposición básica al imperialismo, superan la
determinación económica y se identifican con la nación. Lo primordial entonces
en Carri es la política, o la unidad entre la política y la economía. Se hace
necesaria la revisión de la historia, pero no como mera actividad intelectual,
sino como política viva, no como historia de muertos. Hay que recuperar el
pasado revolucionario del pueblo argentino para orientar una política nacional.
Afirma el sociólogo, gran lector de Frantz Fanon, que “la recuperación crítica de la historia de los pueblos por el
imperialismo, se integra en la lucha liberadora, y en esa lucha la “tradición”
deja de ser una imposición del pasado sino un instrumento dinámico en la lucha
por la liberación” (Carri, 1973: 67)
La
lucha anti-imperialista en la Argentina es contra el imperialismo y al mismo
tiempo contra sus opresores internos. Si bien en los países coloniales la lucha
por la liberación nacional asume muchas veces la forma de un gran frente
nacional en el que están integrados al mismo diferentes sectores sociales, esto
no suprime las contradicciones internas. Así, la garantía de la liberación
nacional es de la mano de los trabajadores. No se puede confiar en la burguesía
nacional. No asume la burguesía nacional la crítica a fondo del imperialismo,
es una cuestión coyuntural en tanto su interés. Si bien el frente es
policlasista, la ideología solo puede ser a partir de los sectores
trabajadores. Afirma el sociólogo que
“reivindicar una Argentina independiente
significa concretamente oponerse a todas aquellas clases sociales que hicieron
del país un apéndice neocolonial. Significa liquidar internamente y no sólo
internacionalmente, los vínculos con el sistema imperialista. Es decir,
liquidar a las clases sociales que hacen posible la continuidad y reproducción
del imperialismo. Esto es abolirlas, suprimirlas económica y políticamente,
destruir las relaciones de producción que hacen posible la supervivencia del
régimen” (Carri, 1973b: 219)
Para Carri solo los trabajadores pueden llevar
hasta sus últimas consecuencias el proceso de liberación nacional. Las masas
populares son las verdaderas protagonistas de la historia. Es por ello que hay
que dejar de lado toda concepción iluminista y/o vanguardista, esto es una
concepción aristocratizante del conocimiento y la política. No hay conocimiento
que no deba partir de la capacidad creadora de las masas. Hay que vincular el
conocimiento con la práctica colectiva de los pueblos, pues “la cultura popular, las tradiciones
históricas son patrimonio de los pueblos, porque desde que ellas van
desarrollando nuevas formas sociales, política, económicas y culturales, así
como van perfeccionando y profundizando la lucha contra el imperialismo y las
clases dominantes” (Carri, 1973: 64)
*Sociólogo
(UBA).
Bibliografía
Carri, R.
(1973b). Poder imperialista y liberación
nacional. Las luchas del peronismo contra la dependencia. Buenos Aires:
Efece.
Carri, R.
(S.f.). Poder y dependencia. Parte 2.
En Antropología 3er. Mundo. (2009).
Año 2, Nº 6. Re-edición facsimilar. Buenos Aires: EFFL.
Carri, R. (Sept.
1970). Poder y dependencia. Parte 1.
En Antropología 3er. Mundo. (2009).
Año 2, Nº 4. Re-edición facsimilar. Buenos Aires: EFFL.
Carri, R., et
al. (1973). Análisis económico y político
de la dependencia. Buenos Aires: Guadalupe.
Carri, Roberto. (1970).
Pensamiento nacional y sociología
anti-nacional. En Touraine, A., Nikolaus, M., Novikov, N. V., Fals Borda,
O., Marsal, J. F., Menéndez, E. L., Cárdenas, G. H., Carri, R., Verón, E.
Delich, F.. Ciencias sociales: Ideología y realidad nacional (pp.
143-165). Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo.
Carri, Roberto. (1971).
Imperialismo y Coloniaje. En Revista Envido. Año 1, Nº 3. Re-edición
facsimilar (2011). Buenos Aires: Biblioteca Nacional.
Carri, Roberto. (2001).
Isidro Velázquez. Formas
pre-revolucionarias de la violencia. Buenos Aires: Colihue.
Galasso, Norberto (Comp.). Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de
la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de
Plaza de Mayo.
[1] Roberto Carri nació el 8 de julio de 1940 en la Ciudad de Buenos
Aires. Sociólogo, docente y periodista. Miembro de las cátedras nacionales, escribe entre otros títulos: Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias
de la violencia, Poder imperialista y liberación nacional. Las luchas de
peronismo contra la dependencia, Sindicatos
y poder en la Argentina, asimismo en revistas como Antropología Tercer Mundo, Envido y Marcha (Montevideo). Militante
en el Peronismo de Base, y luego en la organización Montoneros. Finalmente será
detenido-desaparecido (junto a su esposa Ana María Caruso) por la última
dictadura cívico-militar en febrero de 1977. Galasso, N. (Comp.). Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de
la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de
Plaza de Mayo.
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