Desigualdad europea
Por Tomás Lukin
La crisis estructural de la Zona Euro y las políticas de austeridad desplegadas para hacerle frente golpean con fuerza sobre los mercados de trabajo. Sin embargo, el economista francés Jérôme Gautié advierte que las consecuencias laborales difieren significativamente entre los distintos países de la Eurozona. Mientras que la destrucción de puestos de trabajo fue el mecanismo del ajuste en España y Grecia, donde el desempleo trepó hasta 21,2 y 18,4 por ciento, respectivamente, en Alemania el impacto fue amortiguado por las políticas públicas. Esos instrumentos permitieron a las empresas retener a sus trabajadores durante la recesión, al punto de que la tasa de desocupación está por debajo de los registros previos a la crisis. En un seminario que organizó el CEIL-Conicet, el profesor de la Universidad de París explicó que “el estallido de la crisis no tiene únicamente factores financieros sino que fundamentalmente responde a factores económicos. Desde los años ’90, en Europa el crecimiento económico estuvo impulsado por desequilibrios como el aumento de las desigualdades de ingresos y la estrategia macroeconómica alemana. Es un modelo que no era económica ni socialmente sustentable”.
El director del Instituto de Ciencias Sociales del Trabajo identificó en la creciente desigualdad en la distribución del ingreso y en el modelo de crecimiento alemán dos elementos centrales del origen de la crisis. “El crecimiento, a partir de los ’80 en Estados Unidos y de los ’90 en Europa, benefició solamente a los más ricos. En la última década, el uno por ciento más rico concentró el 65 por ciento del crecimiento norteamericano”, explicó Gautié y precisó que la diferencia de ingresos entre los trabajadores calificados y aquellos que solamente terminaron el secundario se duplicó. “Así, la única forma de sostener el crecimiento del consumo fue con un creciente endeudamiento de los hogares de ingresos medios y bajos, a partir del reciclaje que hacía el sistema financiero del ahorro de los hogares ricos”, señaló el economista.
Por su parte, desde su reunificación, Alemania adoptó una estrategia macroeconómica basada en la reducción de los costos a través de la contención de los aumentos salariales, la mejora de competitividad y el impulso de las exportaciones, que pasaron de representar el 22 por ciento del PIB en los ’90 al 47 por ciento en 2007. Ese modelo redundó en el estancamiento del consumo interno alemán y un retroceso en la porción del PIB que se apropian los trabajadores, pero arrojó un abultado excedente de la balanza comercial gracias al crecimiento sostenido del consumo en sus pares europeos. “Esta estrategia de dumping social sólo se sostiene porque los otros países europeos tienen un consumo interno más dinámico. Los excedentes alemanes tienen como corolario los déficit de los otros países. Esos excedentes se reciclaron en el sistema bancario alemán, que prestó mucho dinero, por ejemplo a Grecia”, sostuvo Gautié durante su exposición. Para el investigador francés, la crisis evidenció las profundas diferencias de funcionamiento de los mercados de trabajo en Europa. España, Grecia e Irlanda son los tres países donde el desempleo registró aumentos más significativos, entre 6 y 12 puntos porcentuales. El caso español representa, según Gautié, “un modelo de crecimiento fundado sobre mano de obra poco calificada y precaria, por ende sobre sectores poco productivos. Entre 2008 y 2010, el 86 por ciento de los empleos disueltos fueron temporarios y se registra fuerte impacto sobre los jóvenes, con una tasa de desempleo que llegó al 46 por ciento a comienzos de este año”.
“La situación actual sigue siendo muy preocupante. La unión monetaria está al borde de su explosión. La amenaza actual de Europa es una espiral deflacionista resultante de las políticas de austeridad”, remató Gautié.
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